Charles Arrow, el Sherlock Holmes barcelonés

[P]ara los barceloneses este terna tiene un interés especialísimo, por cuanto nosotros tenemos también nuestro detective, en carne y hueso, inglés por añadidura, en el cual habíamos cifrado nuestras esperanzas para que aniquilase el terrorismo [anarquista] al estilo y modo del modelo de los detectives encarnado en el gran Sherlock Holmes.

En efecto, un buen número de ciudadanos estaban firmemente persuadidos de que mister Arrow en cuanto llegase á esta capital inmediatamente se echaría á la calle, husmeando pistas; que una colilla de pitillo, ó una cinta de alpargata, ó una frustería cualquiera, recogida al azar, bastarían á su perspicacia de detective, para ir de deducción en deducción hasta desenredar la madeja, y en fin, que cualquier día, al desdoblar el periódico por la mañana, nuestros ojos tropezarían con la sensacional, aunque prevista noticia de que míster Arrow había logrado penetrar en un tugurio de Sans en el que estaba reunida toda la Plana Mayor del Terrorismo, que había apagado la luz, puesto su cigarro en una ventana para que la brasa sirviese de falsa guia á los sorprendidos, ganando él la puerta—todo conforme al ritual Sherlock Holmes—dejando á los malhechores enchiquerados. Mas, como nada de esto ha sucedido, ni es posible que suceda, de ahí el que aquellos buenos ciudadanos, que no son pocos, se consideren burlados, y hablen de nuestro de nuestro detective ¡poniéndole como diga dueñas!

Comentarios

3 respuestas a «Charles Arrow, el Sherlock Holmes barcelonés»

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    admin

    Cambó Memorias?

  2. Avatar de admin
    admin

    La razón de la fuerza – book ref in categories: Fracasa «Sherlock Holmes»: suspensión de las garantías constitucionales a causa del terrorismo anarquista

    A pesar de que, para octubre de 1907, Arrow ya había organizado una oficina con registros impresos, ficheros signaléticos de cuatro centenares de sospechosos y ordenanzas según el modelo del New Scotland Yard, a inicios del año siguiente continuaba reclamando a sus superiores por la insuficiencia de la plantilla a su cargo (sólo disponía de tres oficiales de la Policía Municipal) y por la escasez de fondos (se le habían prometido 5.000 pesetas) para impulsar un servicio secreto de información. Ya fuera por mera coincidencia (recordemos que la «banda de Rull» había sido detenida ese verano) o como resultado de sus desvelos por restituir la tranquilidad a Barcelona, el caso es que [Inspector Charles] Arrow [de la policía londinense] podía alegar como mérito que, desde su llegada hasta la víspera de Nochebuena de 1907, no había estallado ningún artefacto en la ciudad.

    La bomba que estalló el 23 de diciembre de 1907 en la calle del Hospital, y que causó un muerto y siete heridos, inauguró una nueva oleada de explosiones que tuvo su punto culminante el día de San Silvestre. Incapaces de lograr la colaboración de las autoridades locales y judiciales para la erradicación de estos atentados, Ossorio y la Cierva comunicaron a Maura que la única salida viable era la suspensión de garantías constitucionales en las provincias de Barcelona y Gerona. La medida, adoptada por el Gobierno el día de Año Nuevo [aplicada el día 2] y prolongada hasta el 1º de junio de 1908, levantó airadas protestas en todos los medios políticos de la ciudad. Dos días después, el gobernador civil emitió un bando ordenando la vigilancia estricta de las fincas por parte de los porteros. Pero ni la suspensión de garantías, ni las medidas gubernativas, ni las airadas exigencias del Comité Consultivo de Policía de Barcelona para que Ossorio aplicase con todo rigor las disposiciones vigentes sobre viligancia callejera surtieron efecto alguno en la atormentada vida de la ciudad.

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