Lo que tienen perpetrado para el próximo domingo no es más que la entrega de esa plaza, la rendición planificada con un fiestorrín dedicado a recoger los últimos dineros que se puedan exprimir del toro. Nadie, aparte de cuatro románticos, ha tenido verdadero ánimo de defender eso. El primero, el propietario de la Plaza, que está deseando hacer un convenio con el Ayuntamiento y transformar inmediatamente La Monumental en dinero contante y sonante; en segundo lugar, los políticos de oposición, que en su afán de no ser tachados innecesariamente de espanyols, no han sido capaces de defender con afán la pervivencia de esta centenaria tradición; y en tercer lugar, los gobernantes, decididos a implantar en Cataluña el régimen de Catalandia, ese mundo ficticio para cuyo diseño lo mismo hacen tapar con nocturnidad los restos de las construcciones de época califal en el monasterio de San Pedro de Rodes que proscriben la tauromaquia, pues son cosas que no entran en esa realidad nacional de juegos florales, noucentisme e idioma vernáculo que se han inventado, tan irreal por otra parte.
Salmonetes ya no nos quedan Leer más
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