Jaume I, a petició dels síndics i prohoms de Barcelona especialment designats per a aquesta qüestió, i una vegada realitzada l’enquesta sobre la lapidació i mort de Bernat Marquet i l’incendi de les seves cases i béns, absol els ciutadans de Barcelona pertanyents a les mans major i mitjana de la multa de 10000 morabatins que havia imposat a tots els ciutadans barceloneses perquè considerava que havien estat negligents en la defensa de la persona i els béns del citat Bernat Marquet. Així mateix, indulta els investigats especialment per aquest motiu que pertanyen a les citades mans.
Etiqueta: ejecución
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Pedro IV autoriza construcción de la Lonja
En 1390 aun no habia Lonja en Barcelona, como se desprende de otro real privilegio que el mismo don Pedro dio á 14 de marzo, y que empieza asi: «Nos en Pere per la gracia de Deu, Rey d’Aragó etc. Attenents que en la ciutat de Barchelona, jatsiá gran é insigne Ciutat, é situada en marítima, é en la cual ha molts Navegants é Mercaders, es fan moltes feynes de mercaderia, no ha Lotje convinent ne bona etc. Perço, á suplicacio de vosaltres feels é amats nostres los Concellers é Prohomens de la ciutat de Barchelona, per profit é bon estament de la dita Ciutat, otorgam per tenor de la present á vosaltres que en la ribera de la mar de la dita Ciutat, ó en aquell loch ó partida de la dita Ciutat on á vosaltres será vist mil sesser faedor, puscats edificar é fer Lotje á ops dels Consols de la mar é dels navegants é mercaders asi de la dita Ciutat com estranys, qui en la dita ciutat concorrent, ab aquelles cases, edificis, é lochs qui á la Cort dels dits Consols é a semblants Lotjes se pertany. = Item que en aquells loch ó lochs de la dita ribera, on á vosaltres será mils vist, puscats construir etc.
En 1382 por real decreto dado á 3 de julio se mandaron quitar las horcas que estaban colocadas en la Ribera del mar de Barcelona á fin de dejar el sitio espedito para la obra de la Lonja que iba á empezarse.
Se empezó por fin en 1383 la fábrica de la casa del Consulado del comercio, que 44 años antes se habia proyectado; y se construyó en la mencionada plaza de los cambios, en terreno propio de la casa de Moncada.
La primitiva Casa lonja consistió en un edificio singularisimo gótico, con un magnífico salon de 3 altas y espaciosas naves, que en memoria de su suntuosidad se conserva aun al piso del suelo y en el que se admira la gentileza de todas sus partes, y sobre todo una suma solidez.
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La suerte del mossen Sort: decapitado con 70 años por la malversación de caudales públicos
Lo dit dia fou levat lo cap a mossen Sort per Sentencia lo dit dia li fou donade a Juy de promens.
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Los inquisidores queman a un hereje anciano
Ultimo día de Maio se hizo pregón público á son de trompetas y caxas, con asistencia de muchos ministros del Santo Tribunal, á cavallo todos, señalando el día y puesto para el auto general: asistieron á este pregón los señores inquisidores, precediendo antes su estandarte y multitud de oficiales.
Señalado el día en que se havía de celebrar el auto, dispusiéronse luego los tablados en el Born [1], en la sera [2] que da al mar: se fabricó uno bajo las ventanas que suelen tener los señores conselleres para ver las fiestas: éste era mui alto; havía de servir para los reos; púsose sobre él un altar que cubría un dosel, en el qual estaban las armas de la Santa Inquisición, una cruz, espada y ramo de laurel bordado en el mismo dosel: enfrente este tablado, se hizo otro menor, con las gradas por los lados, y en él muchos bancos y sillas, que havía de servir para los ministros y oficiales de la santa Inquisición: otro se dispuso en la sera que el primero, entre las ventanas del señor Virrey y Ciudad: tenía colgado sobre él un paño de terciopelo negro, bordado en medio un escudo de las armas reales, y al un lado un brazo con una espada desnuda, y al otro lado otro brazo con un ramo de laurel: havía tres sillas en este tablado para los inquisidores, y de este tablado salía una puente que pasava la plaza, y en media de ella, elevado 4 palmos, un púlpito pequeño para estar el reo mientras se le leía la sentencia. Todo esto dispuesto, llegado el día veinte, que era un domingo, por la tarde salió una procesión asistida de todas las religiones y el clero de Santa María del Mar, como á parroquia en cuio distrito hera la función: llebaban por guiones las dos vanderas de la Pasión; seguíanse luego unos quarenta familiares ó alguaciles del Tribunal con sus baras; después destos, cinco ó seiscientos familiares con velas verdes encendidas en la mano y sus insignias ó veneras del Santo Oficio en los pechos: sucedía á éstos la cruz de la parroquia, y á ella las religiones y clero de Santa María; cerraban la procesión el preste con capa pluvial, y diácono y subdiácono, y tras éstos trahía un monecillo una cruz grande hueca de madera de color verde. En esta forma, después de haver pasado por los puestos acostumbrados en procesiones generales, llegaron al Born y al tablado de los familiares, y sin subir ninguno, pasaban apagando las velas; la cruz de la parrochia esperó al clero al pie del tablado, y suviendo éste, pasó la puente y colocaron en el tablado de los reos la cruz verde, y vanderas á los lados con quatro velas encendidas, y religiosos trinitarios que estubieron toda la noche de custodia.
Al otro día por la mañana, ya al amanecer, no cavía la gente por las calles, porque con la anterior noticia havían acudido de toda la provincia: á las siete horas el señor Virrey y Conselleres acudieron á sus puestos. Llovió algún poco aquella mañana, pero serenóse luego, y así salieron de las casas de la Inquisición los religiosos dominicos, llevando por guía un Santo Crucifixo grande, y á sus lados dos religiosos con unos azotes en las manos. Tras de los religiosos seguían los penitentes, que eran diez: dos mugeres, una por dos veces casada, la otra por hechicera; quatro hombres por casados dos veces, viviendo la primera muger; un mercader de Manrresa, por haber concurrido en la precha (Sermón luterano) estando en Francia y comer carne en los viernes, y tres renegados que havían aportado las galeras de Florencia, los dos jóvenes y el último ya viejo y pertinaz: á éste le hiban exortando dos religiosos. Todos los reos vestían sus túnicas, unos verde y otros amarilla, con cruces coloradas, corozas en la caveza y en ellas pintado el delito. Empos destos, venían los familiares, calificadores y ministros del Santo Oficio á cavallo, y los señores inquisidores venían los últimos, y tras ellos el procurador fiscal del Santo Tribunal. Llegaron al Born, y tomando sus puestos cada uno como está dicho, depositaron el Santo Christo sobre las gradas del tablado en donde estavan los penitentes, y se dió principio al auto con un sermón que predicó el padre Chrisóstomo Bonamic, dominico: duró dos horas el sermón; leióse después el cartel por un religioso dominico, y luego suviendo un reo al púlpito que les tenían ya hecho en el puente, se le leyó su proceso y sentencia, condenando quién á galeras, quién á destierro y quién á azotes. El de Manrresa salió penitenciado en haver de pagar mil ducados y estar tres años en un combento. El último fué el viejo renegado; á éste condenaron á quemar, y leída la sentencia lo entregaron á la real justicia, y el Consejo Real, que también asistía, proveió allí luego la execución de la quema, y llebándole prontamente los ministros con el verdugo fuera de la ciudad, al puesto que llaman el Cañet, se le dio garrote y quemaron el cuerpo. Los otros que quedaron en el tablado se postraron, y cantando los religiosos franciscos el psalmo del Miserere, los inquisidores les davan con unas barás encima, y absueltos, los restituyeron á las cárceles de la Inquisición y dió fin el auto. Al día siguiente se executaron las sentencias de azotes, destierros y galeras, según el estilo ordinario.
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Misa y gran bombardeo para celebrar el cumpleaños de Berwick
All the time till the twenty fourth, was employed in carrying on the works to the covered way. On the twenty fifth, being the Marshal of Berwick‘s birth day, after having caused the mass to be said by the Vicar-general of the army, and the artillery to be blessed, he ordered a royal battery of seventy four pieces of cannon, and twenty four mortars to fire upon a long courtain, extending from the bastion of the new port to that of Santa Clara; at the same time that sixteen other cannons fired from two batteries upon a redoubt nigh the sea. So great a fire had the effect which might well be expected from it; the bullets did a great deal of mischief in the town, and frightned the inhabitants.
This occasioned a general assembly, wherein they resolved to persist in their revolt. Pinos, a gentleman, and one of the most obstinate of the rebels, spoke in that assembly in such a haughty manner, as intimidated those who were inclined to submit. The ravings of Basset, Grand-vicar of Cardinal Sala, Bishop of Barcelona, which he vented under the name of revelation’s, seduced others. They made a decree, which they distributed by their emissaries, who in the night easily went out, and returned on the sea-side. In this writing they gave notice to the rebels in the country of the condition to which the town was reduced, and of the danger with which it was threatened; they commanded all the inhabitants of towns and villages, who were above fourteen years of age, to take arms for the defence of their liberties, upon pain of being treated as enemies to their country. The Marquis del Poël, and the Chevalier Armengol, went throughout the whole country, to put this decree in execution. The Captains of the Miquelets had the insolence to accompany this writing with an order from them, expressed in such terms as the most famous and renowned Generals would have hardly used: they commanded all the inhabitants of the cities, towns, and villages of Catalonia, who were fourteen years of age, to take arms, and repair to them, under pain of being burnt in their habitations.
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La suerte de los restos de las fuerzas leales a Carlos VI
La obstinacion de Barcelona en mantenerse firme por el Archiduque, aun despues que se habia retirado, fué de un egemplo muy pernicioso para algunos otros pueblos de aquel principado. Cardona y Manresa persistiéron en la rebelion, y fué necesario reducirlas por la fuerza. Los eclesiásticos soplaban el fuego de la discordia en los pueblos ignorantes, exponiéndolos sin tener ninguna defensa à todo el furor del soldado vencedor que cometia impunemente toda especie de desórdenes creyéndose autorizado por lo mismo que se hacia resistencia. D. Joseph Armendariz ocupó con su division todos aquellos pueblos. Las armas del Rey entráron tambien en Solsona, Manresa y Hostalric. El Conde de Fienes entró en Ampurias y su territorio. El Duque de Popoli continuaba el bloqueo de Barcelona porque no tenia fuerzas bastantes para ponerle sitio en forma. Don Antonio Villaroel mandaba la tropa que habia en ella como teniente General de las tropas del Emperador. Algunos nobles temiendo la suerte que habian de tener en acabándose de juntar las tropas del Rey, querian que se rindiese la ciudad ò à lo menos salvar sus personas saliéndose de ella ántes que se hubiese puesto el sitio; pero el pueblo estaba tan furioso que no pudiéron executar ni uno ni otro. Enviáron à Viena al Marques de Montenegro à pedir socorro; pero no pudo conseguir sino que de Nápoles y Cerdeña les enviáran viveres y armas que entraban en la ciudad con barcos pequeños, y por la noche, frustrando la vigilancia de D. Joseph de los Rios que defendia aquellas costas con las galeras de España.
Entre tanto Dalmau y Nebot dos cabos de los rebeldes corrian con tres mil voluntarios la provincia, y en los lugares donde no habia guarnicion cometian todo genero de maldades. El segundo fue atacado cerca de Terrasa por D. Feliciano Bracamonte, y aunque se defendió con valor fue derrotado y huyó dejando muchos muertos en el campo, y un gran número de prisioneros que fuéron condenados à la horca por sus delitos. Dalmau fué igualmente destrozado, y perdidas ya las tropas de bandidos que les seguian se entráron por mar en Barcelona la noche del 4 de Octubre, donde el pueblo horrorizado de las maldades que habian cometido quiso hacerlos pedazos. Los rebeldes que pudiéron escapar de los soldados del Rey unos pidieron perdon y lo consiguieron, otros escaparon á Francia ò se salváron como pudiéron escondiéndose en los montes y en las cuevas, no hallando abrigo en los pueblos que resentidos de las injurias que les habian hecho sufrir los hubieran entregado à la justicia. Una quadrilla de los mas audaces intentó forzar el cordon y entrarse en la ciudad, mas halláron tan fuerte resistencia que casi todos pereciéron en la accion. Los de la ciudad resueltos à sepultarse bajo sus ruinas habian tomado todas las precauciones posibles para su defensa, esperando siempre que alguna potencia los tomaria bajo su proteccion pues habian enviado à todas ellas emisarios para esta negociacion. Se dice que su ceguedad fué al que pidiéron socorro al gran Turco por medio del ministro imperial que habia en Constantinopla ofreciéndole condiciones muy ventajosas; pero creo que ésta es una horrenda calumnia inventada por algunos escritores malévolos de aquel tiempo para hacer mas odiosa su rebelion. Lo cierto es que nadie les socorrió, y con sus fuerzas los pocos soldados alemanes que habian quedado en Cataluña, defendiéron hasta el último estremo una causa que creyéron que era justa; y quisieron mas morir con las armas en la mano, que no doblar la cerviz y someterse à un Rey contra quien habian cometido tantos insultos provocando su ira.
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Vista de la ciudad, los encantos de la catedral, italianos en el teatro
As we proceeded to the stairs in the harbour, the first view of the city particularly struck us by its neatness, and the novelty of the houses contiguous to the port, the greater part of which are new. A large building, the Tribunal of Commerce, stands in front; and the whole scene is exceedingly pleasing, though it exhibits little or nothing of magnificence. The great quay, however, is a noble work, by far the grandest I have seen any where: it was crowded with people, whose cleanliness, bustle, and costume surprised and delighted us. The appearance here is really more striking than I can describe; every body is in motion, and industry busy in every street.
Having secured apartments at los coatro nationes [Las cuatro naciones], a new inn, we began our walk through the town. The cathedral is a small but venerable, Gothic building. The cloister planted with orange trees, and surrounded by chapels, many of which have old armour, swords, and shields, suspended over their altars, is a fit introduction to such an edifice. But the church itself with its spiral stalls, «chaunted mass,» gloomy aisles, and «dim religious light» struggling through a few rich windows, and resting at last upon the gilt traces of a high-wrought Gothic altar, carried me more forcibly than any thing I can remember into the darkest ages of monkish devotion. The Catholic ceremonies are fine only in their edifices; the effect of this altar to me, who had just landed from the tawdry «crimped Grecian» spectacles of Italy, the idea of its having remained in the same state for ages, and that it has never been profaned by French violence, struck me with a mingled sensation of reverence and satisfaction.
Hence we proceeded into the world again; and at the custom-house, a solid, handsome, though not architecturally beautiful building, were present at the examination of our trunks, which was performed with great civility by an officer who was well acquainted with the English, French, and Italian languages. He inspected all my books, one of which was the common prayer; he read the title page aloud and returned it to me. The bustle of business in the custom-house is very great; and the strictness with which the baggage of travellers is generally examined, has been much complained of.
In the evening we visited the theatre: as it begins as early as five o’clock, the Spanish comedy was over when we arrived; but we were in time for the ballet. The theatre is not very large: it is tolerably well constructed; but though neat in the extreme, is miserably deficient in decorations. It has three tiers of boxes and a gallery; a plain white curtain, festooned on a yellow ground; the stage boxes have pilasters adorned with brown arabesks; in the centre of the house is suspended a mean lamp; but the general effect, from its extreme neatness and cleanliness is not unpleasing. The exterior bears the date of 1776. We were best entertained with the ballet Matilda di Orsino, a bustling Spanish story. The scenery was new, well managed, and appropriate; the palace-view was better executed than any scene I have witnessed since I left Paris; the landscapes but indifferently. The dancers are all Italians; but the whole was conducted without extravagance or absurdity, after the French taste. We had only the gusto Italiano for five minutes at the end, when three twirling buffoons with white breeches made their appearance. The good taste which prevails in this department is owing to the first female dancer, La Perron, who received her education at Paris; she has considerable merit, and the actors are respectable. The orchestra is rather scanty. The house was by no means full; the company in the boxes were neatly dressed, and the audience in general quiet and well behaved: the whole performance was finished at eight o’clock.
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Un pueblo religioso, el espantoso palacio de la Virreina, la Escuela Llotja
We were surprised to find the bishop’s palace not more considerable than most of the better sort of houses in the town. The present prelate is much esteemed, and we heard from the English residents here a very favourable character of the Spanish hierarchy. We observed among the middle and lower orders of people that attention to religion which we expected. The booksellers’ shops have an enormous proportion of theological literature: hardly any door is without a print of the Virgin or some saint; and it is a common custom here to bow to a church in passing, when the bell is tolling.
About half-past one we walked to the maison de plaisance of Mr. ___, who had invited us to dinner: it was about two miles from the city. The whole surrounding country was sprinkled, over with little boxes, generally consisting of a kitchen below, and above stairs a dining room, a bed room or two, and an open arcade; principally places for retirement and relaxation, but hardly any of them large enough for receiving a family. In our way to Mr. ___’s, we passed an ugly painted house, with four towers ending in short spires, built by a viceroy of Peru, who sent the plan over from that country; and it is said to be a specimen of the Peruvian style of architecture: nothing can be more frightful, and it appears very small for an officer holding so high and lucrative a post. It stands close to the road, and is merely surrounded by a little garden.
After dinner we returned to Barcelona, which from the country has a pretty appearance, by a road bounded on each side by a hedge of lofty aloes. We were in time for the ballet, and the second act of the opera; which is performed twice a week by a company of Italians, at the theatre already described, which is indeed the only one in the city: it was executed in a very creditable style, and the first female has considerable vocal powers. The house was extremely crowded. We visited the academy of arts, instituted in the palace of commerce, and supported in the most magnificent manner by the merchants of Barcelona. We were conducted through a long suite of apartments, in which seven hundred boys were employed in copying and designing: some of them, who display superior talents, are sent to Rome, and to the academy of St. Fernando at Madrid; the others are employed in different ways by the merchants and manufacturers. The rooms are large and commodious; and are furnished with casts of celebrated statues, and every proper apparatus. We observed a few drawings of considerable merit, produced by the scholars: but the grand picture before us of liberality and industry, amply rewarded our visit; and was the more striking to us, from having of late been continually accustomed to lament the traces of neglect and decay, so visibly impressed on every similar institution in the impoverished cities of Italy.
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Numerosas detenciones por negarse a jurar lealtad a los franceses
Arrest of the persons in office at Barcelona for refusing the oath.
St. Cyr himself remained some three weeks in Barcelona. From the depôts of the Spaniards, which in the course of this successful campaign had fallen into his hands, he had supplied the garrison of that city with grain, pulse, and salt for three months’ consumption: but there was not enough ammunition for a fortnight’s siege. Of being formally besieged indeed there was not now even the remotest danger; but from within there was sufficient cause for inquietude. The honourable feeling of nationality, for which the Catalans are eminently distinguished, was in no part of the principality stronger than in its capital. At this very time Barcelona had two tercios of Miquelets in the field, raised among its inhabitants, and paid and clothed by them. The individuals of those regiments, having no uniform by which they could be recognised, used to enter the city fearlessly whenever it suited them, for the purpose of visiting their friends, raising recruits, and receiving money or clothing: nor was it in Duhesme’s power, with all the vigilance, and it may be added, all the villany of his police, to detect a single person in this practice; so unanimous were the Barcelonans in their detestation of the intrusive government, and so well was the secret kept. That police was continually reporting to Duhesme and Lechi, and these again to the Commander-in-chief, the existence of conspiracies which they had discovered, but the members of the police were men of such character, that St. Cyr suspected these schemes to be suggested by their agents, if they were not mere fabrications, brought forward for the most nefarious motives. Now, however, that he was on the spot, he allowed Duhesme to exact an oath of allegiance to the Intruder from all the public functionaries, and from the Spanish soldiers who had been disarmed after the treacherous seizure of the place. Sunday was the day chosen for this act of oppression. They were summoned to the house of the Royal Audience, which was surrounded with horse and foot, and 3000 troops were drawn up on the esplanade and the sea-wall; the display and the actual force being necessary to keep down the indignation of a generous and most injured people. Every member of the Audience refused thus to disgrace himself and betray his country; only one of the Relatores took the oath, and only three of the numerous persons employed in the inferior departments. The French were not more successful in tempting the military. Persuasions and promises availed as little as the threat of immediate imprisonment. The Contador Asaguerre told Duhesme, that if all Spain were to acknowledge Joseph, he would expatriate himself. The French executed their threat. Nine-and-twenty of these honourable Spaniards were sent prisoners, some to Monjuic, others to the citadel. The people, undeterred by their strong escort, followed them as in procession, cheering them as they went, and promising that their families should be well provided for during their imprisonment. Many others were put under arrest in their own houses, and the whole of the military were, by St. Cyr’s orders, marched with the prisoners of war, under convoy of Lechi’s division, as far as the Fluvia, where Reille received and sent them into France: and by Lechi’s return the commander-in-chief received the first intelligence from that country which had reached him since he crossed the Fluvia himself, . . five months before. His last remaining anxiety was for the provisionment of Barcelona; and that was removed soon afterward by the arrival of a squadron from Toulon, which had the rare good fortune to reach its destined port and return in safety. The place was thus amply supplied with military stores as well as provisions, and the siege of Gerona then became the only object of the French.
[I don’t know which Sunday in April is referred to here]
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Ejecución por los franceses de Joaquín Pou, Juan Gallifa, José Navarro, Juan Massana y Salvador Aulét
Por órden de los franceses son ejecutadas cinco personas de quienes se suponia que habian atentado contra la vida del ejército francés. Llámaseles comunmente los héroes de la patria.
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Se suprime una insurrección ultra-liberal con ayuda inglesa
On the 4th of May, an insurrection broke out in the turbulent city of Barcelona; the governor-general, Parreno, supported by the troops of the line, and aided by the co-operation of several companies of English marines, who appeared with colours flying, in the streets, attacked the insurgents, consisting principally of the national guards, and dislodged them from some houses, into which they had thrown themselves, though not without a combat attended by very considerable loss of life. But the spirit of the ultra-liberals was not discouraged by this check, and without again resorting to open violence, they laboured steadily to disseminate their anarchical doctrines, and to enlist the surrounding towns and municipalities under the banner of revolt. They were so far successful, that various symptoms of sedition were displayed in different quarters of Catalonia, and even beyond the borders of that province. The national guards of six towns, including Girona and Rosas, signed an address to the queen, in which, premising their regret at the seditious conduct of the revolters at Barcelona, they told her majesty, that the occurrences in that city evidently proved, that the military agents in her service were but executioners, and that they could not behold without indignation, English soldiers, calling themselves allies, steeping their bayonets in the blood of Spaniards. » Those cruel auxiliaries had deserved the implacable hatred vowed against them by the national guards.» After proceeding in a strain of great violence, they » humbly begged of her majesty to replace the civil and military authorities of Barcelona, By men combining patriotism with humanity, and demanded, that the English vessels, stationed in that port, for the last two years and a half, might be immediately withdrawn ; or, at least, » that orders might be given forbidding a single man to be landed on the soil of Catalonia.» Meanwhile the two ringleaders of the late revolt, were seized, and one, Xandero, executed. But the city still continued in imminent peril, and General Parreno transmitted a melancholy statement of the condition and prospects of the place to the government. «The events of the 4th,» he wrote, » the favourable termination of which was solely due to the aid of the English corps from the Rodney, have so exasperated the people, that I apprehend at every instant the desertion of all my soldiers. I have already been abandoned by the national guard. The civil authorities though apparently wishing to second the measures I have taken to restore tranquility, are devoid of good feeling and courage. At the approach of night, they are no longer to be seen, and God only knows where to find them. Their example is followed by all the citizens, who have anything to lose.»
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Cosas que sobran (no se preve una muy importante), y cosas que faltan
Sobran españoles con ganas de ser diputados á Cortes; y si los eligiesen faltarían diputados con resolucion de ser españoles.
Sobran conservadores de abusos, porque pocos condenan lo que les da utilidad. Falta que muchos conozcan que, con el mismo derecho que unos quieren conserbar beneficios que tienen, otros quieren recobrar derechos que les usurparon.
Sobran memoriales y falta razon. Sobran empeños y falta justicia.
Sobra papel, y falta dinero. Sobran préstamos, y falta crédito.
Sobran pretendientes, desde que la esperiencia acredita que un pretendiente puede durante su pretension vivir ya á costa de lo que pretende. Falta un no ha lugar muy terminante.
Sobran casacas bordadas; y faltan hombres para llevarlas.
Sobran empleos y sueldos: faltan empleados que los ganen.
Sobra el ministerio de Marina; desde que no hay marina para un ministerio.
Sobrará probablemente luego un Ministerio de Hacienda, porque falta hacienda que ocupe al Ministerio.
Sobran rutinas, imitaciones serviles, y apegos á ridiculeces, y disparates. Falta docilidad para guiarse por la razon, la verdad, la esperiencia y el cálculo.
Sobran nuevos hombres; y faltan hombres nuevos.
Sobran en varios encargos amovibles siempre unos mismos hombres que se hacen inamovibles. Falta que se convenzan de que es ya hora de relevo; y que atiendan á que los que no tenian mas que doce años de edad, cuando ellos ya manipulaban en todo, tienen ahora veinte y cinco ó treinta, y son aptos para hacer algo.
Sobran escuelas y cátedras: faltan maestros y catedráticos.
Sobran verdades: falta escucharlas.
Sobran jubilados, escedentes, cesantes y pensionados: faltan disposiciones para que los padres cuenten que sus hijos han de vivir de una carrera ú oficio; pero no á costa del Estado.
Sobran murmurones apáticos, y egoístas: falta obligarles á que por algun tiempo den personalmente el ejemplo del acierto y de la actividad.
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La Audiencia Real, la Catedral, los jardines de la Ciudadela, los pavos, las murallas
I went on shore with one of our party to M. Gauttier d’Arc’s house, which, as is usual in Spain, consists of one floor, and in this case is a very handsome suite of fine large rooms. Our host was soon ready to go out with us, and his taste and information making him a valuable guide, we were delighted to profit by his kindness. And first we reached the Audiencia Real, a very curious and beautifully decorated old building,—a mixture of Moorish and later Gothic,—where the states of Catalonia formerly assembled, and which is still used on occasions of the sovereign holding audiences. There is a beautifully carved archway, and a very handsome and picturesque staircase (with the cloisters up stairs enclosed with glass) leads to the first floor, with beautifully ornamented architecture, from whence a door opens to a small square garden with fountains, and enormous orange-trees covered with fruit. In a room beyond is kept an exceedingly curious piece of needlework, of the date of 1500, of St. George killing the dragon, exquisitely worked, —the figures with much expression; and a most elaborate landscape of trees, houses, castles, rivers, horses, fields, and figures.
A curious missal may also be seen, if asked for, though they do not appear to take much care of it. It is on vellum, beautifully illuminated, and extremely well printed. It was executed at Lyons for the city of Barcelona, and is dated 29th April, 1521
The Audiencia Real is well worth seeing by those who come to Barcelona, though it is not much spoken of.
We next went to the cathedral; and wishing to walk over it more at leisure, we waited till mass was over, which to-day was numerously attended. The tribune of the former Counts of Barcelona remains on high, behind a grille; and midway up one side still exists a small but unattainable door, formerly leading to the chambers of the Inquisition, which joined the old cathedral.
In a side-room under many locks is an iron door, which lifts up with a strong pulley, within which is kept a very fine gold reliquary, hung all over with jewels, the gifts of different sovereigns, and among them the collar of the Toison d’Or, which the emperor Charles the Fifth gave when he held a chapter in the cathedral, when he first came to Barcelona in 1529. The arms of Henry the Eighth of England, among those of other knights, are painted on the seats round the choir, the carving of which and of the pulpits is beautiful, as well as most of the details of the building. I had never before heard of the beauty of this cathedral; and though much smaller, yet from its mournful grandeur as a whole, and exquisite detail, it is, in my opinion, to be admired next to Seville. We next ascended one of the towers, and came to a small habitation half-way up, where Mr. Hawke was residing, for the sake of drawing the details of the interior. The roof of the cloisters makes a fine terrace, and the view from the higher roofs of the cathedral, extending over the town to the mountains of Monserrat, is very fine. We then descended, and crossed the Rambla to a street in which we saw what little remains of the house of the unfortunate avocat who was murdered by the mob, two or three months ago, for calling out «Viva la Reina» on the previous evening. He killed ten men before he was himself assassinated. The assailants got possession of his house by making an opening through a side wall. Next day they dragged his dead body before the windows of M. Gauttier d’Arc, and before those of the Queen Christina.
On our way back to the ship we were joined by our consul, and several more of our friends, and walked round a public garden beyond the custom-house, laid out in parterres, fountains, and pieces of water, and called the General’s Garden. The citadel, which is on the north side of the mole, was built by Philip the Fifth, from the designs of Vauban, after he had reduced the Catalonians; and has six strong bastions, and covers a great extent of flat ground by the sea-side. Our friends accompanied us to the pier, where we took leave of them with gratitude for the kindness which, in spite of weather, had made our stay at Barcelona so pleasant. Had the season been less advanced, we should have liked to have complied with their proposal of escorting us to Monserrat, and some of the villages on the coast, which are said to be beautiful. We afterwards paid a parting visit to M. Rigault de Genouilly in the «Surprise,» to thank him for the assistance he had given us.
In the evening, we returned to the General’s Garden, and by a long alameda to the walls. There was great excitement in this part of the town, created by immense flocks of turkeys, which were promenading about on some waste ground, each flock directed and occasionally thrashed by six or seven peasants (the number being proportioned to the size of the flock), who surrounded by crowds of people, were admonishing their charge with long canes. The streets and walks were quite full, the population of Barcelona being immense. To-morrow all would be let loose, as it is the «fair of turkeys,» every individual considering it a positive duty to have one of these birds for Christmas-day, an occasion on which it is said all Barcelona goes wild. The poor people, who have no means of roasting them at home, send them to the bakers; so that sometimes these latter have six or seven thousand turkeys to dress.
We made the circuit of the walls, and found their strength very great. The fortifications which surround the town are admirably constructed; they are flanked on the eastern side by the low but formidable works of the citadel, and on the western by the towering ramparts of the fortress of Monjuich.
We returned by the Rambla and the rampart over the sea, under one end of which is a prison; and on the esplanade above, the troops were assembled, and the band playing; crowds of people extended all the way down the mole. The great walk on the walls, reaching the whole length of the harbor, was, as well as the mole, constructed by the Marquis de la Mina, who died in 1768.
Some troops were embarking on board the «Manzanares,» a fine Spanish twenty-gun brig for Port Mahon: these we were, however, destined to meet again sooner than any of us expected. In the evening we had a visit from M. Eigault de Genouilly, who came to give us advice and directions about our navigation through the straits of Bonifazio, by which we intended to proceed on our course to Civita Vecchia,
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La Jamancia: poca fusilería, preparaciones consejo de guerra, ejecución
(Viernes)
Hoy ha habido tranquilidad en toda la mañana.
A las cuatro y media de la tarde la Ciudadela ha disparado dos cañonazos con bala rasa contra el baluarte del medio dia. A las nueve en punto ha vuelto á disparar otro cañonazo. A las nueve en punto ha vuelto á disparar otro cañonazo.
En la órden del gobierno de este dia se manda á los batallones 7.°, 8.°, artillería, zapadores, 1.° y 2.° nacional, que nombren un capitan cada uno para formar el consejo de guerra á los autores y cómplices del asesinato de José Negre. En la misma se señala la fuerza que debe asistir á la ejecución que debe hacerse mañana en la persona de Juan Grasot, individuo de la 1.ª compañia de salvaguardias, acusado de quererse pasar á los del gobierno. La Junta suprema ha publicado hoy los dos decretos que se trasladan en la nota (1).
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(1)
I
Habiendo observado que algunos sujetos usan distintivo militar sin estár debidamente autorizados esta junta decreta:
ART. ÚNICO. Se prohibe el uso de distintivo militar á todos los que no pertenezcan al ejército, Milicia nacional, ó cuerpos francos, bajo la pena de un mes de trabajo en obras de fortificacion. Barcelona 27 etc.—Siguen las firmas.
II
Para evitar que los enemigos do la libertad reciban socorros de esta plaza, la junta decreta:
ARTICULO ÚNICO. Se prohibe la estraccion de dinero de este capital en mayor cantidad que la de 100 rs. bajo la pena de decomiso, sin perjuicio de tratarse á los contraventores como traidores á la patria si se probare que iba dirigido á los enemigos. Barcelona 27 etc.—Siguen las firmas.
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Una salida en barco para Valencia
Departure for Valencia—The Coast
We were early on board the Barcino, but it was full half-past nine, before we were rid of the motley crowd of carabineros and idlers, whom our approaching departure had gathered together. I can not say that I felt at all distressed, when the tinkling of the little bell admonished our white-headed English engineer to set his machinery in motion. I was tired of Barcelona, for reasons, not very satisfactory, perhaps, in the abstract, but altogether so to me. The Fonda was chilly, dirty, and unsavory; the weather was cold and blustering, and I was an invalid, tired of vain seeking after genial sunshine and balmy breezes. With any thing, therefore, but reluctance, I saw the waves beat on the beach as we rode gallantly away beneath Montjuich, and watched the city, till, like a beautiful white wreath, it sank upon the bosom of the sea. Then Montserrat appeared, and disappeared, and came again, combing the fleecy clouds with its crest of innumerable pinnacles ; and through a gap we now and then might see a spur of the snowy, far-off Pyrenees. The breeze, though brisk, was not troublesome, and so I sate on deck all day, enjoying the glimpses of white towns sparkling here and there upon the arid surface of the hills; or watching the graceful sweep of the feluccas and mystics and other lateen sailed vessels, farther out at sea. Toward evening we passed abreast of the Ebro, and wondered at the sudden change of the waters, from blue to green or greenish, which marked the tribute paid by this great river to the Mediterranean.
We had parted, at Barcelona, with our friends, the marquis and the philosophical Frenchman, and had been reinforced by a company of Spaniards, mostly from the south, who made themselves very merry with the lieutenant and his spy-glass, and with a little Catalonian doctor, who had just written a pamphlet on the mineral waters of la Puda [de Montserrat], near Barcelona, and was starting on a journey of speculation, to excite some interest in behalf of his sulphur. As the clear night set in, they gathered in a group by the ship’s side and talked politics—a subject, under the circumstances, particularly interesting, even to one who had come from a country where there is never any stint in the domestic article. One and all seemed to bewail the absence of what they called Españolismo—Spanish spirit-among their rulers. The people, they thought well and liberally enough disposed—patriotiocally, too—but their leaders, and especially the army-officers who moved the springs of government, they all concurred in branding as a pack of sorry knaves, most of whom oould bo won to any policy by a. few crosses and pesetas. They accounted, very sensibly, for the corruption among the officers of the customs, by referring to the fact, that the ordinary carabineros receive but six reals (thirty cents) per day, on which it is a known and obvious fact that they can not live. They are compelled, therefore, to «take provoking gold» in order to keep soul and body together. Smuggling, however (they said) had greatly diminished since the introduction of steam-vessels as guardacostas, and the appointment, to their command, of officers of the navy, who are generally men of higher tone and character. The navy itself (they told me) was increasing steadily though slowly. A lieutenant, who was in the company, said that its demands were beyond the actual supply of officers. This fiery young gentleman was quite radical in his notions as to the mode of reforming existing abuses, for he made bold to say, that until Spain should have gone through a revolution like that of France, with a practical application of the guillotine to one half of the high heads, there would be no permanent change for the better. The Catalan doctor seemed to think, on the whole, that he would prefer the continuance of the contraband trade, to so executive a remedy. When I went to sleep, they had not settled the question.
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Día de los difuntos
Celébrase hoy la conmemoracion de los difuntos. Por la mañana solemnes oficios de difuntos en todas las iglesias, con grande concurrencia de fieles.
En la iglesia del hospital general se celebran misas á la una y media de la tarde.
Las tiendas del Call y algunas otras aparecen en este dia guarnecidas con géneros de luto.
Á las 3 de la tarde sale por la puerta de mar gran parte de la poblacion, y se dirige hácia el cementerio. Algunos van por costumbre, muchos para ver á los vivos, pocos para llorar, uno ú otro para ver si hay alguno epitafio bonito, ó alguna lápida de lujo: tambien los hay que van á una cita, queda una mayoria muy grande que no sabe por que va, y una fraccion muy reducida á la cual guia un objeto piadoso. Todos llegan allá, miran, leen, al ver un epitafio de un jóven esclaman: ¡que lástima! y pasan adelante. Al topar un conocido dicen Dios le haya perdonado, y van á otro. Si ven que el difunto tenia 80 años dicen: ¡canario! lo que vivió este hombre: no viviré yo tanto — y sin embargo mientras lo dicen piensan vivir mas que él. Se pasean sobre las cenizas de sus abuelos, y al cabo de media hora deshacen el camino andado, y entran en la ciudad sin acordarse mas del 2 de noviembre. Y bien debieran acordarse, porque al fin ese es el sitio á donde vamos á parar todos y el único en donde el hombre encuentra su paz. En vano nos agitamos en este mundo buscándola, y en vano la imaginacion nos presenta mil caminos para alcanzarla. ¿Quién es el que llega á conseguirla? Á veces as asdf que brilla á nuestros ojos, y que es llegado el momento de poseerla, mas ese brillo es la rafaga de luz que esclarece un instante el ennegrecido firmamento en medio de tempestad horrible. Tras la ansiada paz corremos as dos, y cuando ijadeando llegamos ya cerca del lugar donde á nuestro parecer existe, entonces el ángel de la muerte nos llama, y su voz mas poderosa que el asdf verso todo, nos obliga á obedecer el supremo mandato que está encargado de anunciarnos. Conocemos nuestro engaño y morimos; y morimos con gusto para evitar los afanes que nos costaría correr tras otras ilusiones que debieran muy pronto desvanecerse. Solo en la muerte existe una realidad, y solo con ella pueden hallar paz los mortales.
El poeta siente el fuego de su corazon, el arrebatador entusiasmo de su espíritu, se crea un universo que no existe, lo pinta, lo presenta á los ojos de los hombres cual delineado en un mapa, su imaginacion lo recorre, y en él ve la paz y la ventura; mas de repente sacude ese fantástico sueño, desciende de esa region etérea á donde se habia encumbrado, entra en el mundo positivo, corre, penetra en todas partes, busca la realided de ese universo que veia en sus ilusiones para gozar en él de la paz y de la ventura, y no halla mas que escarnio, mentira, desgracias y guerra. Aqui se matan, allá se venden, ahí se engañan, allí se calumnian, acullá se persiguen, y hácia el otro lado se aborrecen; la paz no existe, y el poeta se convence harto tarde de que en su mundo no habia sepulcros, y de que no puede haber paz porque solo en los sepulcros se halla.
El comerciante recorriendo todo el universo, averiguando los productos de cada pais, calculando sus precios, midiendo los viages, arriesgando sus capitales y su honor á veces, se afana tras la fortuna porque cree que traerá consigo la paz y la felicidad. Y la fortuna caprichosa se le sonrie desde lejos, se le acerca, entra en su casa, llena sus arcas, se le sienta al lado, se deja tocar por ese hombre que la ha llamado durante veinte años, este hombre la estrecha entre sus brazos, y con la mano busca sus dos compañeras que esperaba vendrian con ella. No han venido, la paz y la felicidad se han quedado en otra parte; y entonces ve que la fortuna no es nada, y que despues de tantos años no ha podido hallar en ella lo que pensó que con ella vendria. En la fortune no hay paz, dice sonrojado, y vive con desazones, cada dia ve nuevos riesgos, teme que hasta la fortuna le abandone, y los restantes años de su vida son mas agitados que los primeros, y ya no espera hallar la paz sino en la tumba.
El ministro de Dios, es el hombre de la paz: la predica, la recomienda, la pide al Criador para todas las criaturas, y mientras habla de ella y la ensalza, no logra verla nunca, y hácia el fin de su vida la predica por costumbre, porque ya se ha convencido de que la paz tiene su templo en otra region cuyas fronteras son el sepulcro.
El hombre de estado que rige las naciones y regula el destino de sus semejantes, nunca cumple mejor su mision que cuando no convirtiendo el género humano en juguete, trabaja para establecer la paz y la felicidad en la nacion que gobierna; y mientras que procura la paz de todos, pierde hasta la esperanza de lograr la suya. Su alma está siempre agitada, su voz incesantemente declama, su entendimiento discurre, sus ojos recorren con afan el universo entero, combina intereses, entabla relaciones, proyecta alianzas, derriba ambiciosos, neutraliza planes, descubre intrigas y no consigue dar la paz a su patria. ¿Y cómo ha de dársela, cuando aun no la conoce, cuando no la ha visto nunca, cuando ni aun embozada ha llegado á los umbrales de su casa? Ah! esa paz no existe, esclama, y no habiendo podido hallarla en la tierra, se entra en el sepulcro para no soltarla mas nunca.
El jóven que ama ve la paz y la felicidad completa en el objeto de su amor. Trabaja, se afana, se sacrifica para alcanzar ese bien que los encierra todos, mas la suerte se complace en alejarle ese bien, aunque no consigue desalentarlo. Hay en su corazon una esperanza, y animado por ella continúa su tarea, corre hácia el fin, sacrifica mas, lo da todo, porque espera. Pero pasan los dias, y los años pasan, y la juventud ha pasado y los obstáculos existen. Entonces el desengaño sustituye a la esperanza, este ha huido y deja dolor, amargura y desesperacion. La paz estaba en poseer á su amada; pero su amada no puede ser suya, y sin ella no hay paz ni felicidad en la tierra.
La paz en el mundo es una mentira, solo es verdad la paz de la tumba. Los deseos, las pasiones se quedan fuera de los umbrales, y cada hombre entra en ella cual si viviera solo en el universo, y halla la paz, porque únicamente estando solo puede haller paz el hombre. Allí el rival reposa al lado de su rival sin insultarlo, el amigo con su enemigo sin provocarlo á la pelea. No hay odio, no hay venganza. El ambicioso ya nada quiere, el altivo es humilde, el sabio no está engreido, el uraño es manso, el vencedor yace contento debajo del vencido, y la victima no grita contra el que la sacrificó. La seducida perdona al seductor, al aleve el que fue vendido, al calumniador el inocente, y al asesino el que cayó á sus golpes. La política calla, no mas partidos, no mas rencores, no mas venganza, no mas abusos de poder, no mas opresion, no mas licencia. Todo es perdon, todo es amor, todo es paz. La tumba no es triste, es el término de las amarguras. Hay un reino de la paz, y la tumba es la puerta de ese reino, que necio el hombre busca en la tierra. Preguntad hoy á los finados, ellos os dirán que en el sepulcro han encontrado esa paz que en vano buscaron en el mundo. Allí, allí, solo allí existe. Dios ha inspirado ese sentimiento á nuestro corazon, y nos ha enseñado á tendernos para descansar, y nos ha dado el sueño para acostumbrarnos á morir.
A las cinco y media de la tarde comienza en santa María del Mar el famoso novenario de las almas del purgatorio, que es obsequiado todas las tardes con la presencia de muchos devotos.
Por la noche en los teatros se ejecutan la comedia No hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague ó sea el convidado de piedra, y el sainete el Duende fingido. Suele haber un intermedio de baile que podria muy bien suprimirse. El poeta Zorrilla ha escrito el Nuevo convidado de piedra, que se ha ejecutado ya en algunos teatros en lugar del otro. Ha hecho muy bien Zorrilla en suprimir la primera parte del título de esa comedia, porque era una solemne mentira. ¡Ahí son una friolera las deudas que no se pagan nunca!
Esta misma funcion suele repetirse en la tarde del domingo que sigue al presente dia.
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Ejecución del coronel Blas de Durana, ya suicidado, por el asesinato de la baronesa de Senelles
El coronel Durana.
Consagremos la última página de los recuerdos de la Ciudadela, á la memoria de un militar tan desgraciado como querido de cuantos tuvieron ocasion de apreciar la belleza de las prendas que le adornaban.
La calle de la Union fué á las primeras horas de la noche del 19 de junio de 1855, teatro de un drama horroroso.
Durante el dia pudieron observar los vecinos, á un jóven de unos treinta años, rubio, de arrogante figura, y vestido con elegancia, que sin desamparar el portal de la casa número 21, parecia acechar con particular interés la entrada y piso primero de la casa número 32, en frente de aquella.
Por las maneras del jóven, y por el individuo que en traje de asistente se le acercaba á hablarlo de vez en cuando, se hubiera desde luego tomado por militar al perenne observador.
Su pálido rostro y su brillante mirada, indicaban que algun estraordinario sentimiento le tenia misteriosamente clavado en aquel sitio.
En la habitacion, objeto de su vigilancia, vivia con su hermano y cuñada la baronesa de Senelles, ausentada por algunos dias de la casa y compañia de su esposo, residente en una de las ciudades de la alta montaña, al objeto de pasar la octava del Corpus con su distinguida familia.
La baronesa se hallaba en estado interesante.
Dieron las ocho, hora en que empezaba la funcion en los teatros públicos, y a poco aparecieron en el portal los hermanos de la baronesa.
Esta bajaba mas despacio la escalera poniéndose los guantes.
Casi al mismo tiempo penetró en la casa el jóven que hasta entonces habia estado de centinela en el portal fronterizo, subió algunos escalones, y encontrando en la primera meseta á la infortunada baronesa,
—Toma, infame,—le dijo asestándola una terrible puñalada, que la derribó contra la reja de hierro que en aquel paraje se halla.
—¡Ah! ¡favor! ¡socorro!—pudo apenas gritar la infeliz.
El asesino no cesaba de ensañarse en su victima, sepultándole en el cuerpo hasta trece veces el puñal homicida.
A los gritos desesperados de los hermanos de la baronesa, acudieron algunos milicianos y vecinos.
Penetraron los primeros don Francisco Lladó, don Miguel Coll y don José Casas y Cortés, cabos aquél y éste, y sargento el segundo del cuarto batallon de milicia, quienes hallaron al matador, contra el cual apuntó Casas el fusil, contemplando como enagenado á la ya exánime señora, y teniendo aun en una mano el arma ensangrentada y en la otra un rico abanico roto y un pañuelo blanco.
El rostro, las manos y el vestido del matador estaban manchados de sangre.
No se inmutó el criminal a la órden de alto. Manifestó que habia herido á aquella mujer deliberadamente y con la mayor premeditacion. Levantó los brazos para que su aprehensor le registrare los bolsillos y se convenciere de que no llevaba otras armas, y dijo que estaba dispuesto á seguirle á donde quisiese llevarle.
Como otros de los milicianos que habian ido acudiendo se dispusiesen á asegurar al asesino,
—No hay necesidad de ello,—les dijo—respeten Vds. al menos mi calidad, en la conviccion de que no he de oponer resistencia alguna. Me llamo Blas de Durana y soy coronel del quinto batallon de cazadores de Tarifa.
Era hijo del bizarro brigadier que supo hallar gloriosa muerte en la famosa batalla de Peracamps, y hermano de militares no menos distinguidos del ejército español.
El instrumento del delito era un puñal ordinario, que tenia la figura de un cuchillo de monte, con vaina de cuero. La punta estaba algo torcida de resultas de la violencia de los golpes.
Acompañado por uno de los alcaldes constitucionales, y escoltado por numeroso grupo de milicianos armados y pueblo, fué conducido el delincuente por la calle de Fernando, á las casas Consistoriales.
Su victima, que habia dejado de existir á los quince ó veinte minutos, fué al dia siguiente estraida de la casa mortuoria y conducida al cementerio, en medio del general sentimiento de dolor por su desgracia y de indignacion contra el que la habia causado.
Llegó Durana á las casas Consistoriales en el momento en que se verificaba el relevo de la guardia de este punto, saliendo la artillería y entrando los zapadores.
Como aun no estaba hecha la entrega, el capitan de artilleria don Francisco Soler y Matas se hizo cargo del preso. Al encerrarlo, el carcelero pasó á registrarle, y no encontrándole ninguna arma, enseñó el reloj y dinero que solo llevaba en el bolsillo.
Habiendo manifestado el capitan Soler que un preso no podia conservar nada en poder suyo, respondió Durana:
—Está bien; mas antes que entregarlo al carcelero, quiero hacer un regalo de todo lo que poseo al caballero capitan, para que conserve de mi este recuerdo; pues yo ya sé la suerte que me aguarda.
Escusóse el capitan, diciéndole que no lo admitia sino en clase de depósito, y que se lo devolveria al hallarse en mejor situacion; pero fué tal la insistencia del preso, delante de las varias personas que habia alli reunidas, que el capitan se vió precisado á aceptar el reloj y leontina de oro, un lente, y diez y seis duros y medio en varias monedas de oro y plata; todo lo que se le obligó despues á entregar al fiscal.
El 20, á las seis y media de la mañana, fué conducido el desgraciado coronel á la Ciudadela, en un coche donde iban tambien tres mozos de la Escuadra.
Con una celeridad de que hay pocos ejemplos, instruyóse el sumario, recibióse al acusado la confesion con cargos, estendió el fiscal la acusacion, pidiendo la última pena, y á los dos dias ya habia sido remitida ia causa en consulta al tribunal Supremo de Guerra y Marina.
A las seis de la tarde del 24, en la sala de visitas del palacio de la Capitania general, con todas las formalidades de estilo y á presencia de muchas personas, fué leida y publicada por el general Zapatero, la sentencia del juzgado del tribunal de la Auditoria de guerra, en virtud de la que se condenaba al coronel Durana á la pena de muerte en garrote vil, como autor del asesinato premeditado y alevoso, sin ninguna causa atenuante, perpetrado en la noche del martes, en la persona de doña Dolores Parrella de Plandolit, baronesa de Senelles.
Se le impuso además una indemnizacion de seis mil reales vellon,—que fué aceptada,—para los hijos de la victima, y el pago de todas las costas del juicio.
El procurador don José Condeminas apeló en el acto, en nombro de su defendido, del fallo que acaba de leerse y notificarse.
Acto continuo el escribano don José Cantallops, con los demás dependientes del tribunal, se trasiadó al calabozo que ocupaba el procesado en el primer piso de la torre de la Cindadela, y á presencia de los mismos, del ayudante de aquella plaza y del oficial de la guardia, le notificó el fallo que acababa de pronunciarse.
Durana, que habia recibido corlesmente á todas aquellas personas, oyó la lectura de la sentencia con admirable serenidad, y con pulso seguro, suscribio la diligencia de notificacion, manifestando tan solo sentir la clase de suplicio que se le imponia.
—He sido soldado—añadio—desde los primeros años de mi vida, y hubiera deseado acabar como tal mi existencia, pues no me amedrenta la muerte.
Con todo, esta vez negó que hubiese obrado con la premeditacion que se suponia, pues quiso haber ejecutado el crimen en un momento de arrebato.
Antes de terminar junio, fué trasiadado al castillo de Monjuich, por temor de que lograse evadirse, y considerando que, confiada su guarda al cuerpo de artilleria, habia de estar en mas seguridad que si continuase custodiándolo el arma de infantería, en la que podia contar el procesado con muchas amistades.
Mas Durana desechó siempre toda idea de fuga. Solo habia pedido á sus amigos un veneno que llevaba constantemente en el bolsillo, para tomarlo cuando se perdiese toda esperanza de salvacion legal.
Los que se lo dieron, luciéronle dar sin embargo palabra de no hacer uso de él hasta recibir una carta encabezada con una cruz.
En el castillo se le tuvo al principio en la mas rigurosa incomunicacion, pero despues se le permitio pasear por la muralla, bajo la responsabilidad de los oficiales de artilleria que le acompanaban.
La causa en la que se condenaba á Durana á la pena demuerteen garrote vil, con arreglo al articulo 89 del código penal, y demás accesorias, llegó el 27 de junio al Tribunal Supremo, que la pasó para el apuntamiento al relator, quien la devolvio el 29, en cuyo dia la recibio el letrado defensor D. Paciano Massadas.
Este digno letrado y dipuiado á córtes—aunque no conocia al coronel—por uno de esos nobles impulsos, dignos de corazones elevados en el ministerio de la abogacia, aceptó el encargo de patrocinarle.
Concediosele el término de veinte y cuatro horas, dentro de las cuales presentó la defensa, articulando por otrosies la prueba de que con intervalos de mayor ó menor tiempo, Durana tenia accesos de locura, comprobada por actos estertores en sus gestiones, asi públicas como privadas; y que de resultas de su ardiente pasion por la señora doña Maria de los Dolores Parrella, los celos le escitaron la locura, no obstante que dicha desgraciada señora no le correspondia, ni se presumia le hubiese dado motivos de esperanza.
Esta prueba fué denegada, previa audiencia del fiscal.
El defensor suplicó, se admitió este recurso, que fué mejorado en horas, evacuado el traslado al fiscal, y sin que precediera vista publica, citacion ni señalamiento, se confirmó con costas el auto suplicado.
El abogado defensor, impulsado por su celo, reclamó la nulidad de esta providencia, y el Tribunal, dando una prueba de grande rectitud, y con sacrificio hasta del amor propio, si se quiere, dejó sin efecto la providencia confirmatoria con las costas de la denegacion de pruebas, y dió lugar á la vista pública que sobre este incidente se verificó.
Leida la relacion, hecha por el señor Zurbano, tomó la palabra Massadas, y en un discurso de buenas formas, y nutrido de doctrina juridica, trató de demostrar que Durana habia tenido durante el curso de su vida varios accesos de locura, citando entre otros el de haber mandado rapar la cabeza á los soldados de su compañia en la espedicion de nuestro ejército á Italia, por cuyo hecho fué separado del mando por el general de la division Fernandez de Córdoba. Añadió el defensor que, salva la honra de la desgraciada baronesa, los celos de que estaba poseido el don Blas, produjeron el desarreglo mental de que friamento y en otros actos habia dado el coronel evidentes muestras.
El señor Massadas dirigió su peroracion á manifestar tambien, que la prueba propuesta no era igual ni contraria á la de primera instancia, y asimismo procuró evidenciar que era procedente, mejorando una alzada que habia sido admitida en el efecto resolutivo.
El fiscal de S. M. no asistió á la vista.
A la una y media de la tarde se notificó al procurador del procesado el nuevo auto confirmatorio de la denegacion de prueba. No satisfecho el defensor con los esfuerzos practicados, aunque vanamente, en el desempeño de su noble ministerio, insistio todavia en la práctica de las diligencias de prueba pedidas, y otras sobre nuevos hechos que acababan de llegar á su noticia, bien admitiéndosele otro recurso de súplica, ó para mejor proveer.
Referiase Massadas á ciertos documentos, que en su creencia habian de arrojar alguna luz para mejorar la condicion del reo.
Pucos momentos despues le fué notificado el señalamiento del punto definitivo, del cual pidio el abogado suspension.
Al mismo tiempo la madre y los hermanos del coronel, profundamento afligidos, no cesaban de implorar gracia y perdon para el reo, ínterin la accion de los tribunales proseguia su marcha con la rapidez propia de tan grave suceso, que tenia justamente estremecida la conciencia pública, llenando de dolor y amargura dos familias apreciables, la de la desgraciada victima y la de su ciego sacrificador.
La sentencia de muerte fué confirmada.
El 12 por la tarde, fué bajado el reo del castillo, y vuelto á conducir al primer piso de la torre de la Ciudadela, en donde á las seis y cuarto se le notificó el fallo del Supremo Tribunal.
Oyó la lectura silenciosamente, y firmó luego con mano segura, tambien sin proferir palabra, la triste diligencia.
Despues se lamentó, como siempre lo habia hecho, de la clase de suplicio que se le imponia, manifestándose pesaroso de no poder terminar sus dias de un modo mas conforme al noble ejercicio de las armas.
Tan luego como se constituyó en capilla, admitió los ausilios espirituales de los párrocos castrenses, escusándose de recibir á otras personas y tambien á los hermanos de la Paz y la Caridad.
Estos sin embargo, cumpliendo con los deberes de su benéfica institucion, permanecieron coustantemente junto á la torre, para poder acudir con mas oportunidad cuando se les necesitase.
Precisamente se habia acordado que no salieran las campanillas á recorrer las calles de la ciudad pidiendo por el reo, y que no asistiese á la ejecucion la congregacion de la Sangre; pero si que se celebrasen las demás ceremonias religiosas, propias de tan tristes actos, corriendo los gastos de cuenta del infeliz Durana, y tambien la devota funcion religiosa que siempre acostumbra á celebrar en la iglesia del Pino la Real Cofradia de los Desamparados.
El coronel pasó el dia 13 tranquilo y resignado con su suerte.
Varias veces se reconcilió con los sacerdotes que le acompañaban, y se confesó.
Las horas que le dejaban libres sus deberes religiosos, las empleaba escribiendo, otorgando testamento y conversando con diferentes personas.
Tambien quiso que se le sacase el retrato al daguerrotipo, para legar este último recuerdo á su desconsolada madre.
El reloj y lentes que á su instancia se le habian devuelto, quitándosele sin embargo á aquél el cristal, fusron legados á su hermano don Marcelino.
Al piquete que debia escoltarle, dejó una onza, y varias monedas á otras personas.
Para las siete de la tarde ordenó que se le trajese de la fonda la comida, y manifestó el deseo de tener á la mesa á varios amigos.
Sin embargo, solo le acompañaron en ella los dos sacerdotes y el oficial de la guardia y capitan del 9 de Soria, don Ramon Figuerola.
Con éste habló largo rato hasta las diez de la noche en que lo dijo que deseaba descansar. Animóle con algunas copas de Jerez, lo abrazó con efusion, y se dispuso para acostarse, prescribiendo al centinela que cuidara de cumplir con su deber.
Entonces fué cuando, recatándose de los capellanes que no le habian dejado, quitó el lacre del pomo que encerraba el veneno, cubrióse el rostro, tragó el tósigo de muerte y se estiró en la cama encomendando su alma al Criador.
A las cuatro de la madrugada del 14, en que debia tener lugar la ejecucion, levantóse uno de los párrocos para decir la misa.
Durana parecia profundamente dormido.
Acercóse el capellan á su cama.
El coronel se agitó en aquel instante presa de una terrible convulsion.
Su rostro estaba amoratado.
—¡Este hombre se muere! gritó el capellan despavorido. Todos acudieron al lecho del moribundo.
Aun habia tiempo para administrarle la Estremauncion.
No parecia sino que esperaba aquella pobre alma este último ausilio para desprenderse del cuerpo y remontarse á las eternales regiones de lo infinito.
Con la velocidad del rayo se dió aviso al auditor de guerra, al capitan general y á las demás personas á quienes importaba tener conocimiento del suceso.
Llamóse tambien á algunos facultativos, que sangraron y suministraron á Durana ausilios ya ineficaces.
Dos cartas se encontraron junto al cadáver.
La una era sobre asuntos particulares, y en la otra, despues de varias protestas y reflexiones, decia que no se culpase á nadie de su muerte, pues que él mismo se la habia dado por medio de un veneno que desde mucho tiempo tenia prevenido, á fin de evitar la infamia del patibulo.
Sin pérdida de momento se presentó el auditor con el tribunal para proceder á la formacion de las oportunas diligencias, dando las órdenes convenientes para que se llevase á efecto la ceremonia de la ejecucion de la sentencia.
A la hora prefijada (las 8) estaba formado el cuadro en el glácis de la Ciudadela.
A las ocho y cuarto empezó á salir para el lugar del suplicio el funebre acompañamiento.
La sentencia iba á ejecutarse en un cadáver.
Los restos del desgraciado Durana, cubiertos con la hopa negra, eran llevados en camilla destapada por cuatro presidarios.
Estos mismos subieron el inerte cuerpo del coronel al funesto cadalso y sentáronlo sobre la fatal banqueta.
El ejecutor cumplio en seguida con su triste ministerio.
Un silencio aterrador reinó en el gran gentio que habia acudido á presenciar la ejecucion.
Hasta el medio dia permanecio el cadáver espuesto á la pública espectacion. Despues de esta hora las hermanas de la Cofradia de te Virgen de los Desamparados le vistieron el escapulario, y colocándole en un coche fúnebre, le acompañaron al cementerio, seguidos de los facultativos que verificaron la autopsia.
El infortunado coronel se» habia envenenado con cianuro mercúrico.
Tal fué la suerte de un jóven de distinguida familia, que á la temprana edad de treinta años, acababa de alcanzar en el ejército el grado de coronel, habiendo adquirido por sus servicios varías cruces militares y desempeñado honrosos cargos.
La pasion del amor le estravio como á tantos otros.
Antes de morir pidio perdon á la familia agraviada, y á duras penas la obtuvo del ofendido esposo.
No hay duda que seria mal correspondida esa pasion cuando á tal estremo arrebató á Durana el desvio de la noble dama de sus pensamientos. Por lo menos el desgraciado dejó siempre ileso el honor de la baronesa de Senelles.
La continua persecucion con que a esta señora molestaba de mucho tiempo fué causa de que á instancias de la misma ó de su esposo se le desterrase á Lugo por el capitan general de Cataluña.
Esta órden exaltando el resentimiento del coronel Durana, le condujo, probablemente, al asesinato y al patíbulo.
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Ejecutados dos asesinos donde ahora se encuentra el mercado de san Antonio
Ejecutados en el solar en el cual se halla hoy el Mercado de San Antonio Victoriano Ubierna, soldado de ingenieros, y Gregoria Foix, criada que era de la casa de un esterero de la calle de Conde del Asalto, al que degollaron y destrozaron.
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Ejecutado el infanticidio Isidro Mompart y Prats
El reio Isidro Mompart y Prats El crímen que espiró en el patíbulo el sábado último en la ciudad de Barcelona Isidro Mompart, lo cometió el juéves 31 de julio de 1890 en una casa cercana á la fábrica de estampados de D. Mateo Torelló, entre las carreteras de San Andrés y de Mataró. Habítaban en aquella casa los esposos Félix y Rosa Serrat con una niña de cinco años, un niño de pocos meses, hijos suyos, y una muchacha llamada Teresa, hija de un hortelano vecino, á la que tenían los citados esposos en calidad de niñera para cuidar del niño, que estaba algo enfermo.
La esposa Rosa salió á las cinco y media [de la mañana] para la compra y Félix Serrat al poco rato para sus quehaceres en la fábrica contigua. Quedaron en casa la criadita Teresa, la niña de cinco años, llamada Cármen, y el niño.
Al llegar Rosa de la compra presentóse á sus ojos el espectáculo mas desgarrador: su hija y la criada yacían en un charco de sangre.
El autor de los asesinatos era Isidro Mompart, á quien tentó la codidia. Supo que la mujer de Serrat había cobrado cierta cantidad, procedente de una herencia, y á las seis de la mañana se introdujo en la casa para robar el dinero, que no pudo encontrar.
Al advertir las niñas la presencia de Mompart, supónese que tratarían de pedir ausilio, y para no ser descubierto, el criminal mató á aquellas indefensas criaturas, escapando luego. Mompart se llevó dos relojes de plata y 87 pesetas 50 céntimos.
Mompart, antes de los dos asesinatos, había forzado á una mujer, robándole algunas pesetas. La sentencia
A los ocho de la mañana del viernes se constituyó en la cárcel el Tribunal formado por el presidente de la sección primera, dos magistrados y el fiscal de S. M., ha notificar al reo la sentencia. Una vez leida, fué presentada al reo para que la firmara y éste dijo que no sabía leer ni escribir, y habiéndole indicado que designara á uno de los presente para que en nombre suyo la firmara, manifestó que no quería designar á nadie. Entonces el señor presidente requirió á dos de las personas presentes para que como testigos la firmaran, como así se hizo.
En la capilla
Acto seguido se introdujo al reo en la capilla y se retiró el Tribunal. Mompart quedó tranquilo en la apariencia, con mucha agitación nerviosa, abatido y llorando, negándose á tomar ninguna clases de alimento consolándole el Padre Capellán de la Cárcel y los Hermanos de la Paz y Caridad.
Después de las nueve se confesó con uno de los sacerdotes que le asistían. Mientras estaba confesándose, llegó su desconsolada madre, y pueden figurarse nuestros lectores la desgarradora escena que presenciaron las personas que se hallaban en la capilla. Entre ellas estaba el Sr Juez instructor de la causa, á quien pidió la desconsolada madre le permitiese estar al lado de su hijo mientras éste permaneciese en la capilla. El juez le manifestó que esto no podía consentirlo en beneficio suyo y de su hijo, pues este necesitaba estar todo lo tranquilo y retirado posible, á fin de prepararse para un trance tan terrible como el de la muerte.
Al mediodía, visitaron al reo el señor Gobernador de la provincia, el presidente de la Audiencia y algunos sacerdotes quienes le prodigaron palabras de consuelo.
Por la tarde volvió á visitarlo su madre, acompañado de un hermano suyo. Poco después se presentó una comisión de la Cofradía de los Desamparados é inscribió su nombre y apellidos en el libro de la Cofradía, haciendo presente al reo que lo que se había recaudado por las calles de Barcelona, debía dividirse en dos partes: una para sufragar los gastos que ocurrieran, y la que resta á su disposición por lo iría un notario para extender el testamento que quisiera hacer, disponiendo de la parte que le correspondía.
A poco rato visitó al reo Mompart el Juzgado de instrucción para tomar declaración al reo, quien hizo revelaciones referentes al atentado contra una mujer sexagenaria. La declaración fué bastante larga. Tambien se presentó la Junta de la Paz y Caridad con un notario, ante quien hizo el reo testamento, nombrando herederos por partes á su madre y hermano.
Isidro Mompart no reveló nada que no constase ya en el sumario de la causa que se formó.
La ejecución
A las siete de la mañana la campana mayor de la iglesia parroquial de Santa María del Pino anunció al vecindario que se ponía de manifiesto el Santísimo Sacramento, y la Congregación de la Purísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo se dirigió á la cárcel para acompañar al reo Isidro Mompart al sitio de la ejecución de la sentencia.
A las ocho en punto salió el reo de la capilla, acompañado del Padre capellán de la cárcel, de los PP. Goberna y Maresma, de la Compañía de Jesus, del Dr. Almonacid, del Rdo. Tirelles y de los Hermanos de la Paz y Caridad. Salió por la puerta del patio de la Garduña al de los Cordeleros, donde se hallaba formado el cuadro y se había levantado el cadalso.
Ausiliado por los sacerdotes subió al tablado, y al poco rato había dado cuenta á Dios de sus actos. Cuando el verdugo le descubrió la cara, el Padre Goberna visiblemente afectado, dirigió su autorizada voz á la concurrencia que llenaba el espacioso patio.
Terminada la ejecución, se retiraron las fuerzas militares, quedando únicamente alguna fuerza de guardia civil y municipales para custodiar el cadáver que quedó en el patíbulo hasta una hora antes de la puesta del sol.
A pesar de la mucha gente que se reunió en los alrededores del sitio de la ejecución, no se alteró en lo más mínimo el órden. Cumpliendo las órdenes dictadas para estos casos, los agentes de la autoridad no permitieron allí puestos de bebidas ni otros análogos.
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El reo Isidro Mompart y Prats tenía 22 años de edad, era de estatura regular, llevaba afeitado el rostro y el pelo largo. Era hijo de Canovellas, cerca de la ermita de Nuestra Señora de Belulla, inmediata á Granollers.
Dios de haya apiadado del alma del ajusticiado.
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La última ejecución de la pena de muerte verificada en Barcelona fué el 9 de junio de 1875, en el solar en el cual se halla hoy el Mercado de San Antonio y en las personas de Victoriano Ubierna, soldado de ingenieros, y Gregoria Foix, criada que era de la casa de un esterero de la calle de Conde del Asalto y al que degollaron y destrozaron.
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El último día de Santiago Salvador Franch, asesino del Liceo
SPAIN’S SAD ANARCHIST
Barcelona’s Murderer Retracts His Penitent Expressions
WILL BE GARROTED THIS MORNING
Franch Feigned Repentance Until His Last Hope of a Reprieve Had Gone – He Had Become a Franciscan Monk.BARCELONA, Nov. 20. – The Governor of the prison went this afternoon to the cell of Salvador Franch, the chief conspirator in the Lyceum Theatre outrage, and read to him his death warrant. Some time ago Franch declared his penitence and was admitted to a monastic order. Later he became as blasphemous as ever. Nevertheless, two priests had accompanied the Governor to offer the Anarchist consolation. One of them approached him immediately after the reading of the death warrant.
«Hurrah for Anarch!» shouted Franch, stepping back.
«But you declared your repentance and conversion to the true religion,» exclaimed the priest.
«That was all nonsense,» replied Franch. «Now get away from me, and don’t show me your ugly features again.»
Franch was taken to a cell near the place of execution and was chained to the wall. He fought so savagely that it required three guards to handle him. After soldiers had been placed on guard with fixed bayonets, the priest appealed to him again to confess.
«I don’t need you; get away,» was the only response.
Franch became calmer and talked to the guards concerning an execution of an Anarchist which he had witnessed. He also asked the Warden to explain the mechanism of the garrote. He said that he would face death bravely, adding that he did not care what was done with his body. he will be executed tomorrow morning.