Llega la noticia de la victoria alcanzada por D. Juan de Austria contra los turcos en la gran batalla naval de Lepanto.
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El Consejo de Ciento pide a los Hermanos Menores Capuchinos que vengan a Barcelona
A instancias del boticario Miguel Coroll escribe el Consejo de Ciento una carta al general de capuchinos, que se hallaba en Italia, para que enviase fundadores á esta ciudad. Fue la primera fundacion de dicha órden en España.
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Nace Pedro Claver, «esclavo de los negros para siempre»
Peter Claver, «the slave of the slaves for ever,» as he named himself in the formula of his religious profession, was born at Verdu near Barcelona, in Spain, in June of the year 1580.
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Informe sobre la magnífica recepción del conseller en cap en Madrid
Se hace relacion en el consejo de ciento de la magnificiencia con que fue recibido en la corte el conseller en cap de esta ciudad.
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El entorno: Montserrat, banderolismo, piratería, supersticiones
To Sir James Crofts.
I am now a good way within the Body of Spain, at Barcelona, a proud wealthy City, situated upon the Mediterranean, and is the Metropolis of the Kingdom of Catalonia, called of old Hispania Tarraconensis. I had much ado to reach hither; for besides the monstrous Abruptness of the Way, these Parts of the Pyrenees that border upon the Mediterranean, are never without Thieves by Land (called Bandoleros) and Pirates on the Sea-side, which lie sculking in the Hollows of the Rocks, and often surprise Passengers unawares, and carry them Slaves to Barbary on the other Side. The safest Way to pass, is to take a Bordon in the Habit of a Pilgrim, whereof there are abundance that perform their Vows this Way to the Lady of Monserrat, one of the prime Places of Pilgrimage in Christendom: It is a stupendious Monastery, built on the Top of a huge Land-Rock, whither it is impossible to go up or come down by a direct Way, but a Path is cut out full of Windings and Turnings; and on the Crown of this craggy Hill there is a Flat, upon which the Monastery and Pilgrimage-place is founded, where there is a Picture of the Virgin Mary sun-burnt and tanned, it seems when she went to Egypt; and to this Picture, a marvellous Confluence of People from all Parts of Europe resort.
As I passed between some of the Pyreney-hills, I perceived the poor Labradors, some of the Country People, live no better than brute Animals, in point of Food; for their ordinary Commons is Grass and Water, only they have always within their Houses a Bottle of Vinegar, and another of Oil; and when Dinner or Supper-time comes, they go abroad and gather their Herbs, and so cast Vinegar and Oil upon them, and will pass thus two or three Days without Bread or Wine; yet they are strong lusty Men, and will stand stiffly under a Musket.
There is a Tradition, that there were divers Mines of Gold in Ages past amongst those Mountains: And the Shepherds that kept Goats then, having made a small Fire of Rosemary-stubs, with other combustible Stuff to warm themselves, this Fire grazed along, and grew so outrageous, that it consumed the very Entrails of the Earth, and melted those Mines; which growing fluid by Liquefaction, ran down into the small Rivulets that were in the Vallies, and so carried all into the Sea, that monstrous Gulph which swalloweth all, but seldom disgorgeth any thing: And in these Brooks to this Day some small Grains of Gold are found.
The Viceroy of this Country hath taken much Pains to clear these Hills of Robbers, and there hath been a notable Havock made of them this Year; for in divers Woods as I passed, I might spy some Trees laden with dead Carcasses, a better Fruit far than Diogenes’s Tree bore whereon a Woman had hanged herself; which the Cynic cried out to be the best bearing Tree that ever he saw.
In this Place there lives neither English Merchant or Factor; which I wonder at, considering that it is a maritime Town, and one of the greatest in Spain, her chiefest Arsenal for Gallies, and the Scale by which she conveys her Monies to Italy: But I believe the Reason is, that there is no commodious Port here for Ships of any Burden, but a large Bay. I will enlarge myself no farther at this time, but leave you to the Guard and Guidance of God, whose sweet Hand of Protection hath brought me thro’ so many uncouth Places and Difficulties to this City. So hoping to meet your Letters in Alicant, where I shall anchor a good while, I rest
Yours to dispose of, J. H. Barcelona, 24 Nov. 1620.
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Rogativas por la Flota del Tesoro Español, anticipando la Batalla de la Bahía de Matanzas contra los holandeses bajo Piet Hein
Siempre que se procura ó desea algún buen suceso, se recurre á Dios para que nos asista: dilatávase el arrivo de la flota de galeones, y así mandó el Rey nuestro Señor se hicieran rogativas en todos sus reynós por el feliz viaje de los galeones, y el día 9 de Marzo de dicho año se hizo procesión general llebando la efigie de Nuestra Señora, que pintó de su mano el glorioso San Lucas; y los días siguientes en las parroquias y combentos estuvo el Santísimo patente y se repetían las rogativas, así comunes como particulares. Llegó después aviso que havía arribado á Sevilla, pero que ha vían tenido los navios de conserba una refriega con los de Inglaterra que iban en busca de la flota, y que perdió nuestro Rey algún navio; pero los del oro y plata no se hallavan en el enquentro, y así mismo que la archiduquesa de Austria, tía del nuestro Rey, mandó armar algunos navios que, saliendo en busca de los ingleses, los echaron á pique los de la Archiduquesa á los ingleses. En estas rogativas asistía el obispo de Solsona, que se hallava entonces virrey de Cathaluña (D. Miguel Santos de San Pedro, que tomó posesión de la sede solsonense en 7 de Febrero de 1624. En 1627 pasó al virreinato de Cataluña, desempeñándolo hasta mediados de 1628.).
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Entra el gran estratega militar Ambrogio Spinola, destrozado politicamente por Olivares
El día 10 de Agosto á las siete de la mañana entraron el duque de Lerma, y á poco rato los marqueses de Espinóla y Santa Cruz. Entraron por la Puerta de San Antonio con gran lucimiento de cavalleros y familia con ricas libreas. Hospedáronse en la Merced por la ausencia del Virrey. Pocos días antes habían llegado de poniente 11 galeras, siete de España con la Patrona Real, y quatro de Genova con la capitana de Espinóla: éstas trahían embarcada desde Cartagena la ropa y familia destos tres señores, y así dentro muí pocos días se embarcaron estos señores, y con ocho galeras pasaron á Italia. Por Barcelona se decía que Espinóla pasava de gobernador de Milán: el de Santa Cruz quedava en Génova, y que el de Lerma pasava también á Milán, porque Espinóla era ya muy viejo, y que si faltava entraría en su lugar. Pasó también un cavallero milanés casado con una dama de la Reina, hombre muy rico y que gastava gran lucimiento. Este havía ya llegado á Barcelona al otro día de la partida del de Alcalá. La noche que partieron las galeras tuvieron borrasca, y una de ellas bolvió aquí para mudar la entena del trinquete, que en la borrasca se le havía roto: las otras siete le aguardaban y así carpó luego.
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Pasa por la ciudad el duque de Alba camino a su jubilación como mayordomo mayor del rey tras unos años dificiles como virrey de Nápoles
Lunes á 24 de Septiembre 1629, cerca del medio día, llegaron quince galeras de lebante, nueve de Nápoles y seis de España. Venía con ellas el duque de Alva con su familia, que, con arribo del de Alcalá á Nápoles, acabó de ser Virrey. Desembarcó y luego se partió para Madrid. Dos días antes havía llegado con una galera el hijo maior del Duque, que por haver tenido algunos disgustos con su padre, se adelantó, y en haviendo desembarcado se partió luego á Navarra, y sigún se hablava para ajustar sus cosas, porque presto bolvería Virrey de Cathaluña.
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Noticia del nacimiento del primer hijo de Felipe IV desencadena grandes fiestas
Sávado á 10 de Noviembre, llegó carta de S. M. á la ciudad de Barcelona, como Dios se havía servido dar un Príncipe á España con felicísimo parto de la Reina Nuestra Señora: fué nueva de summo regocijo, y para monstrarlo, se dispusieron fiestas así divinas como humanas. El día siguiente, que era domingo, á medio día, se hizo salva real con toda la artillería y las iglesias tocaron las campanas como en la maior festividad. Aquella semana se pasó, y el domingo siguiente, á 18 de Noviembre, se hizo una procesión tan igual á la del Corpus, que sólo se diferenciava en llebar á la custodia un Niño Jesús en vez del Sacramento; aquella misma noche se dio principio á lucidísimas luminarias que duraron los días 18, 19 y 20 con tal grandeza, que las luces arteficiales desmentían á las del sol; porque en donde las achas y luces de las casas no se mostravan, suplían los calderones de tea por las esquinas, y otros basos de aceyte por las paredes; á esto se seguían músicas y valles por todas las esquinas y calles, con ricas y vistosas máscaras, que podían competir con las maiores carnestolendas que ha tenido Barcelona. No se permitió en aquellos días que travajasen los oficiales, ni que las tiendas se parasen, y á quien lo contrario hacía lo pecuniavan. El concurso y bullicio de la gente era inexplicable: pararon aquí las fiestas hasta que llegó el Virrey, que desde á Julio estava en Perpiñán, y en el ínterin se prepararon las fiestas de á cavallo. Entró el duque de Feria sávado á 8 de Diciembre 1629, día de la Concepción, y el miércoles, día 12, se hizo un torneo de á cavallo en quadrillas, con ricas libreas y costosísimas galas, y no menos artificiosas invenciones; la Diputación dio una corrida de 15 toros en la Plaza de(l) Born, atajándola desde la esquina de la calle de Moncada á la Vidrería, que corría un lienzo de madera: cerradas las demás bocas calles y fabricados tablados en quanto dava lugar el sitio; dispuesto todo, se hizo la corrida un lunes día 17, estando la plaza tan rica y poblada de gente en el ventanaje y tablado, que era cosa de pasmar; asistieron el Virrey, Consejo, Ciudad y Diputación en forma de comunes; en diversos puestos pusieron algunas estatuas en medio la plaza, á que enbestía el toro hacióndola(s) pedazos; quando algún toro, ó por no ser fiero ó por cansado, no dava gusto, tocaban un clarín y salía luego una baca mansa y el toro la seguía y sino lo dexarretaban y matavan allí. Inquietávanlos desde los tablados con flechas y picas para enfurecerlos: sacaron un perro grande que, enbistiendo al toro, le hasía de las orexas haciéndole venir á tierra, ó arrancándosela(s), que era cosa que dava mucho gusto. Dio fin la corrida con un toro que havían vestido de cuetes, que á pocos pasos del corral el peso y el fuego le echaron en tierra; despedía fuego como si fuera un infierno, y con unos bramidos que atemorizava; acabado de quemar se levantó, y enbestía de modo que se hacía hazer plaza á más de á paso. Diéronse tres prisos (Premios. Designanse indistintamente en esta crónica con los nombres de triunfos ó prisos.) á los toreadores, una salvilla de plata, un vaso y pilita de agua vendita, también de plata: los dos primeros ganaron los soldados, y el {tercero) un carnicero francés llamado Estela.
El día 20 de Henero 1630, se corrieron otras fiestas con mucha gala y ricas libreas, bien que como los días son cortos en Enero, y se empezó tarde, no se lució bien la fiesta, y con ésta se dio fin á todas las de esta ocasión tan deseada y alegre para toda España.
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Juramento del infante cardenal por virrey, pérdida de prestigio importante al quitar los sombreros para él, continuación y disolución de cortes
Luego que llegó S. M. á Barcelona, se bolvieron á continuar las Cortes que havían quedado sin concluirse el año 26, por los desabrimientos que se dijo del de Cardona y Santa Coloma; pero viendo S. M. que ni aora podían terminarse en mucho tiempo por las controbersias que se sucitavan, y que hacía mucha falta su R(eal) P(resencia) en los reynos de Castilla, combinieron S. M. y los brazos en que quedase por presidente de ellas el señor cardenal su hermano, hasta su conclusión, con título y carácter de Virrey. Gombenidos en esto, se partió S. M., quedando el cardenal aquí, á quien se dispuso tomar el juramento algunos días antes del Corpus; y llegando el día señalado acudieron los puestos al Aseo como es costumbre, á donde, llegando el señor cardenal con aquel lucido acompañamiento que toca á su real persona, salieron los conselleres á recivirle, que ya se hallaban en la iglesia, y acompañáronle á el presbiterio, en donde, al prestar el juramento, dijo el protonotario: «Por mandado de S. A., que todos los que aquí asisten se quiten los bonetillos, hasta el señor duque de Cardona.» El conseller en cap, sin acordarse de su gran preeminencia, se descubrió, y los demás les siguieron; perdióse en un instante joya que á costa de mucha sangre y preciosos servicios en largas edades havía comprado esta novilísima y leal ciudad, de el ánimo y cariño de sus famosos Condes y Reies, y que tarde ó mui difícilmente la bolverá á cobrar. Juró el Infante, y vanos los castellanos, empezaron á publicar que ya habían conseguido que los conselleres de Barcelona no podían cubrirse delante los presidentes y personas reales, y esto con tales muestras de alborozo y burla, que eran otras tantas saetas para los corazones barceloneses; y no sé si de este día y con esta erida, se llagaron algunos tan en lo más sensible, que no sería error muy grande persuadirse que de los lances futuros tubo parte este suceso. Juntóse luego el Consejo de Ciento; intentaron desnudar la gramalla al conseller en cap, y deponerle para siempre de las bolsas (Es decir, quitar su cédula insaculada en las bolsas, lo cual equivalia á privarle del derecho de poder ser elegido para cargos concejíles); pero nunca falta en los comunes quien apoye ó al desdichado ó al elevoso, y así no prebaleció la resolución. Era este infelice el doctor Bernardo Sala: riñéronle la acción, y tomaron acuerdo de no concurrir jamás en público con el cardenal, ni poder ir juntos por ciudad tres conselleres, ni á pie, ni en coche, mientras estubiera el cardenal. Resolvióse hacer la visita que se acostumbra á los Virreyes después de su juramento, y provarlo (no) descubrirse; pero advertido de esto, excusóseles el Infante poderlo hacer, pues los despidió luego sin darles lugar á su intento. Con esto creció el desabrimiento, y con saver se havía tomado auto de estar descubiertos los conselleres delante personas reales: atribuíase á que el mandato de descubrirse lo havían aconsejado al Príncipe el conde de Oñate, su consultor, y el de Cardona, y publicóse también que el auto se havía embiado auténtico luego al Rey: visto todo esto por la ciudad, y movida de un papel que el Infante escrivió á la Ciudad, que insertava una carta del Rey en que dicen decía que en su real presencia, no sólo los grandes, pero ni el Infante, ni sus hijos se cubrían, sino con mucho gusto suio, ó aquellos que por mui relevantes servicios lo llebavan merecido; escrivió la Ciudad un memorial de cinco pliegos, que narrando los muchos y singulares servicios, desacía la última cláusula del papel, y haciendo constar de infinitos privilegios de los gloriosos Reyes, con copiosísimas gracias, concluía con infinitos exemplares de concurrencias del conseller en cap y Reyes, en que havía aquél siempre gozado la preeminencia de grande de España, á todas luces, y que en esta posesión se hallava Barcelona, sin que huviese merecido le despojasen della. Dióse el memorial al Infante, y se remitió al Rey, extendiéndose después por todo. Quedóse en silencio con esto la materia, y no sé io cómo quedará para cuando suceda el lance de venir el Rey.
Día del Corpus siguiente, fué S. A. á la iglesia del Aseo en público á oír los divinos oficios: páresele un rico dosel de terciopelo carmesí con franxa de oro y estrado igual, y estubo sentado de modo que apenas se le veía el rostro, asistido de su consejo y familia, pero no de la Ciudad, que tampoco á la tarde concurrió en la procesión. Llebavan el tálamo seis sacerdotes revestidos, en vez de los conselleres: su Alteza hiva en el puesto que como á Virrey le competía, y el señor Obispo en el gremial. S. A. llebava una antorchita dorada encendida, y con una banderilla de damasco carmesí le hacían aire, y se seguía después su familia.
A medio Junio enfermó S. A. de unas tercianillas, sangráronlo dos veces, y el día de San Pedro se hizo una procesión general de rogativas por su salud, y quiso Dios oírnos y dársela en breve mui buena. Su divirtimiento el tiempo que estubo acá, era el maior la caza y pesca, visitando algunas iglesias.
Para el día 11 de Abril de 1633, le vino la orden á S. A. de su hermano nuestro Rey, para que pasase á Flandes con 18 galeras de España, Sicilia y Genova, que se hallavan en este puerto, y así ejecutó ese día por la tarde su embarcación en la capitanía de España, que nuebamente se havía adrezado: no quiso embarcarse por el puente que se le havía fabricado, por el de palacio, ni tampoco que se le disparase artillería, así porque llebava luto de su hermano Don Garlos, como por el dolor que mostrara de dejar á Barcelona, en donde vivía gustosísimo: embarcóse por el muelle mui silenciosamente, por un puentecillo que se havía hecho desde la tierra á galera: embarcóse luego la familia, pero no partieron hasta las once de la noche: fuese á Genova, en donde estubo algún tiempo; de allí pasó á Milán y también estubo algunos meses, en donde tomó mucha melicia, y no sin mucha contradicción de franceses, suecos y olarideses: ejecutó su pasaje disputándolo mui á menudo con las armas en la mano, y á costa de muchas vidas. El día 7 de Setiembre, 1634, tubo un fiero combate con los suedeses, y derramando mucha sangre de una y otra parte, consiguió la victoria contra veinte y seis mil hombres del Rey de Suecia, haciendo en ellos fiera carnicería y gran presa. Dios le prospere en sus felices sucesos para maior exaltación de la fee.
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Pasa una gran flota franco-holandesa por la costa
Jueves, 30 de Julio 1636, se descubrieron desde Monjuique 80 navíos grandes de guerra que pasavan alta mar: viéronse mui claramente los estandartes que eran olandeses y franceses; venían de Poniente y pasavan, según se supo, á Marsella, en auxilio de Francia. Mandó la Ciudad avisar toda la costa para que se celaran, y aquella noche mandó salir quatro compañías, dos á la fuente del Alió y dos hacia San Bertrán, y que los baluartes y muralla de mar se guarneciesen vien por si se les antojaba dar alguna embestida; pero pasaron de largo.
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Los frailes franciscos y capuchinos también ayudan mejorar las defensas del puerto, obra que no se acaba
A 30 de Agosto 1636, empezó la Ciudad á abrir foso entre los dos baluartes de la marina con ánimo de circumbalarlos todos: para la obra alistaron bajo la protección y mando de un cavallero, cincuenta hombres, corriendo la lista por toda Barcelona, y con veletas señalaban quiénes heran de tal ó qual cavallero: ajustado así, hacían acudir dos cinquentenas todos los días al travajo, y cerrando las puertas por la mañana á voz de pregón, les decían que quien era de tal cinquentena acudiera á casa su cavo: tenían dos ingenieros de continuo para disponer la obra, y los dos cavalleros por sobrestantes. Esto duró lo que fue pasar hasta quatro veces cada cinquentena, y los frailes franciscos y capuchinos, que travajaran un día cada religión, y cansados ya, sin perfeccionar la obra, la dejaron estar.
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Llega noticia del desastroso sitio español de Leucate/Ocata, Rosellón, y sale un pequeño ejército para intentar ayudar
Había mucho tiempo que en Perpiñán se hacían grandes aprestos de guerra, que las idas y benidas del duque de Cardona no heran sin mucho misterio. Resolvióse nuestro Rey, que Dios guarde, á tomar la plaza de la Ocata y sitiarla primero.
Efectuóse el sitiarla por últimos de Agosto de 1637, bien que contra el común sentir, por tener poca gente para sitiarla, pues sólo se hallava el general conde de Cervellón (El maestre de campo milanés D. Juan de Cervellón (Zervelloni [¿Serbelloni?])) con unos 7 á ocho mil hombres. Sin embargo, con ellos y 32 cañones de batir pusieron cerco á la fortaleza, pero con tal anchura, que era preciso haver menester dos veces más gente.
Con todo, batiéronla un mes continuo, haviendo desmoronado ya las murallas y puesto á tierra la primera, y estando para embestirla y dar sus escaladas, se suscitó la controbersia entre el de Cardona y Conde-Duque: aquél quería que el tercio de su hijo marqués de Pomara (D. Pedro de Aragón, marqués de Povar), embistiera; el otro no, sino su tercio; estando en estas contradiciones el enemigo hizo muestra con algunas numerosas tropas, y bien que por lo fuerte de las trincheras no osava embestir, viendo que la plaza boqueaba y que se acelerava el darle asalto, se resolvió, víspera de San Miguel de Septiembre á la noche, de dar socorro á la plaza, rompiendo el cordón y embistieron con furia francesa, de calidad que los nuestros, vien cobardemente, desamparando las trincheras se retiraron á Perpiñán, que ha haver todos obrado con el balor que obraron los del puesto por donde el enemigo embistió, se lograva una gran victoria.
Déjase vien considerar desto, porque los franceses, viendo la mortandad que en ellos ejecutaban los nuestros, amedrentados se rretiraron con perdida de más de tres mil hombres, la mejor gente del Lenguadoc, que asistidos de su nobleza, no obstante unas piezas que cargadas de vala de mosquete les tiraba, embestían con gran denuedo.
Retirados todos, unos por temor de otros, quedó el campo solo, hasta que con la luz del día reconociendo los asediados lebantado el cerco, y que nadie sino muertos se veían, embiaron al campo francés para que viniera el socorro, á cuia noticia marchó el exército francés, y sacando artillería, vagaje y otra mucha riqueza que havía se lo llevó consigo, dejando la plaza desmantelada.
Estava la ciudad de Barcelona lebantando á esta sazón 500 infantes, y haviendo llegado la nueba del choque el día del Ángel Custodio, mandó la Ciudad partir 360 hombres que havía ya efectivos, y después los demás; fueron por sargento maior Don Antonio de Oms; capitanes, D. Luis de Paguera y Don Luis Tort, con otros cavalleros de igual calidad. Estubo esta gente por el Rosellón algún mes y medio, y viendo que no era menester, desde allí mismo la licenció la Ciudad dándoles diez reales á cada uno por los gastos del camino. Al salir de aquí fué gran concurso, y en la iglesia del Aseo el señor Obispo les bendijo las banderas, y despidiéndose de nuestra patrona Santa Eulalia, se fueron á dormir aquella noche á San Andrés de Palomar.
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Llega noticia del levantamiento del sitio de Fuenterrabía, pero no todo el mundo está contento
Hacía cosa de algún mes que Francia havía puesto sitio á Fuenterrabía. Esta plaza (está) allá en Nauvarra y raia de Francia y España, como aquí en nuestra Cathaluña Perpiñán, bien que no está fuerte; pero como es llave por la parte de Castilla, es mui importante.
Hallávanse por cabos del campo francés el príncipe de Conde y arzobispo de Bordeus; apretavan la plaza rigurosamente; componíase su exército de veinte á veinte y cinco mil hombres; vatíanla en diversas partes con 20 cañones, y tiravan á destruirla á fuego y sangre.
Convócanse el socorro con sobrada flema (pensión de España); acudían las levas de Castilla toda, Andalucía, Nauvarra, Aragón y de aquí, que hallándose la armada real, que se componía de 44 vaseles gruesos, se sacaron de ellos asta mil soldados veteranos, linda y valerosa gente; y para que llegasen presto y descansados por tierra, se tomaron quantos bagajes se hallavan, así de Barcelona como su contorno, y aunque era tiempo de trilla, la gente los daban de buena gana, porque se savia que la plaza sólo podía conservarse de diez á doce días. Esta gente y quanta munición se pudo partió á toda diligencia de aquí.
Visto el apretado trance de la plaza, y recogidos hasta catorce mil hombres con la brevedad posible, se resolvió el socorro y bien que con gran inferioridad de gente á la que tenía el francés, y que éste estava fuerte en las trincheras.
Viendo que el enemigo continuava los asaltos, aunque bien á costa de mucha sangre, que el peligro de la plaza era evidente, por más que los asediados con inaudito valor rechazavan los abances, tanto que hubo muchas mujeres que ejercitaron el disparar el mosquete, con tan incansable valor que pudieron abergonzarse los hombres, y que, ó perder la fortaleza ó socorrerla era forzoso como españoles, que es el maior encarecimiento, envistieron por dos partes víspera de Nuestra Señora de Septiembre 1638, después de encomendar á su pureza la victoria.
Governava la una parte del exército el marqués de los Vélez y la otra el Condestable, y fué tal el esfuerzo y valor con que rompieron al enemigo, que no sólo socorrieron la plaza, sino que con infame descrédito le obligaron á huir dejando tiendas, artillería, vastimentos y muxa riqueza, que fué mucha la que el Arzobispo havía llevado para animar los suios. Socorrióse Fuenterrabía con los bastimentos que, poco rato havía, eran para su destrucción y ruina.
Celebróse esta victoria en Madrid con públicas demostraciones de gozo; el Rey, dicen que cenó en público la noche que llegó la nueva, y que á todos los de Fuenterrabía premió, pues hasta las mujeres y niños señaló, durante su vida, á quatro y á seis rr(eales) de sueldo todos los días.
Aquí en Barcelona hubo sus luminarias y una lucida encamisada en que salió toda la nobleza con ricas y bellas galas: yva por cavo el conde de Santa Coloma, virrey. En la encamisada hubo alguno, que con unas flores de lis fué señalando las casas de los mal afectos, que havía algunos, y manifestavan su disgusto por esta victoria.
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Salen 500 hombres para detener la inminente invasión hereje-francesa de Rosellón
Savíase por mui cierto que el francés hacía muchos aprestos de guerra en el Lenguadoc, y que todo era para invadir Cathaluña y sitiar la plaza de Salsas, en desquite del suceso de la Ocata (Leucata llamada siempre Ocata y Laocata en todos los documentos catalanes de la época) y de Fuenterravía de que se hallava mui amargo; y así quiso probar por acá su suerte.
En vista de tanto aparato y de los avisos que llegavan, por orden de S. M. partió el Conde de Santa Coloma, Virrey que era, á 4 de Maio 1639 para Gerona, desde donde diese calor á las fortificaciones de las plazas marítimas, y de las de tierra, que con los recelos de lo venidero se añadía algo á los presidios para su maior defensa.
Al mismo tiempo se empezaron por las ciudades, villas y lugares de Cathaluña á levantar gente, para lo qual salieron algunos ministros y gente de suposición. Para la maior brevedad, en 2 de Junio la ciudad de Barcelona puso tres banderas para levantar 500 hombres, que en cinco días naturales estubieron ya efectivos: dávase á cada soldado 40 rr(eale)s de entrada y dos de sueldo, con su pan de munición todos los días. Los Cavos eran Don Antonio Doms (D. Antonio de Oms), Don Luis de Paguera y Don Luis Tord; á los mosqueteros añadieron de ventaja diez rr(eale)s todos los meses: partieron el día 8 de Junio y todos lindos mozos.
Sávado á 11 de Junio de 1639, entró el francés y cinco mil cavallos, la maior parte de la milicia eran ereges esguicaros [esguízaro] y suecos. Entró con furia francesa y como no halló oposición, en breve corrió la cavallería toda la campaña, arruinando y talando el país. Tomaron á Claria (Clayrá) y á Rivas Altas, dos villas arto buenas en donde hicieron plaza de armas, corriendo después el Condado de Rosellón, entrando en las villas y lugares, saqueando todos los que les hacían resistencia.
Tomaron Estagel (Estagell) y después á Opul (Opol), cuio castillo sin hacer arma alguna, le entregó infamemente el capitán, de nación castellano (Don Luis Núñez, flamenco de Bolduque), y todos asiguravan era imposible rendille, menos que á costa de muchas vidas, así por el terreno en que está fabricado, como por tener bastante guarnición para su defensa.
Encaminóse el capitán á Perpiñán, en donde el Marqués de Torralua (Don Juan Torralto de Aragón que en 11 de Junio de 1639 escribió al Virrey la carta [que pongo en el comentario]) general le mandó dar un garrote, y al alférez quitar la caveza. Imputábanle de traidor y que por 500 doblones havía vendido el castillo, pero hasta los últimos trances de su vida estuvo siempre en que por covarde lo havía entregado.
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Empieza el sitio francés de Salses, Rosellón
Volviendo, pues, á los franceses, el mismo día que entraron en el Rosellón, tomado Clariá y Riuas Altas (Clayrá y Rivas Altas), hicieron plaza de armas en Clariá. Governava el exército francés el duque de Luy, hombre mui experto y gran soldado.
Tomado Opul, pusieron luego sitio á Salsas (Opol y Salces); con mucha artillería y mui bien atrincherada, batían la plaza por todas partes horriblemente. Governava las armas de la plaza un castellano, hombre ya de edad (Don Miguel Lorente Bravo) y por hallarse tullido le substituía un mallorquín llamado Gil (Don Bartolomé Gili), con otros cavos de su posición. Tenían de guarnición setecientos hombres, mui buena gente: hallávanse bien bastecidos de víveres y municiones, y conocióse bien, pues fué el sitio con tal cuidado y rrigor, que ni un aviso siquiera pudo pasar de Perpiñán á la plaza de nuestro Virrey. Tenía su plaza de armas en Figuras (Figueras), en donde recogía todas las milicias para el socorro, porque tenía orden de S. M. de no socorrerla, ni chocar, menos que con exército de quarenta mil hombres.
Aprestávase el sitio y continuávanse las baterías.
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Diputación y ciudad levantan a más hombres para la guerra en Rosellón a cambio de reducciones en los impuestos reales y los sobre los aprendices
El día 13 de Junio segunda fiesta de Pascua de Espíritu Santo, con la noticia de haver el francés invadido á Cathaluña, resolvió la Diputación levantar 1.200 hombres, por cuio coronel nombraron á Don Joseph Sorribas hijo de Phelipe Sorribas el viejo, y de esta ciudad. Havía servido 23 años en Flandes, era mui querido del Infante Cardenal, y havía venido por consejero del conde de Santa Coloma en esta guerra. Repartióse el tercio en seis compañías, y se formó una de estudiantes solamente; dábanse á cada soldado cinco libras (13’33 pesetas) de entrada y dos rreales de socorro.
Lunes á 20 de Junio viendo la Ciudad la necesidad de gente, quiso levantar graciosamente 200 hombres más, dándoles el socorro que á los demás del tercio, y para abreviar esta leva publicó que todos los mancebos de qualquier oficio ó arte que fueran, que asentarían la plaza, les pasarían maestros de su oficio al volver, pagando solamente lo que un hixo del maestro suele pagar, y si algún hijo de maestro iba, le pasarían por la mitad menos. El miércoles á medio día estubieron ya los 200 hombres para marchar, y el viernes á otro día de Corpus, marcharon; cuio capitán era F. de Ripoll.
Uniéronse con el tercio, que era de 500, y con estos tenía 700 efectivos. Hizo esta demostración la Ciudad en agradecimiento de la remisión que havía hecho S. M. de los quintos y franqueza de fogatxes, para cuia agencia tenía la Ciudad á Gerónimo de Navel en Madrid. También tenía la Diputación otro síndico para aquella gran contención que tenía el Consistorio con el Virrey, y S. M., en vista del servicio de ambacadas (Embajadas), despachó luego á ambos embaxadores con el decreto de sus pretensiones mui á favor de los comunes, para aorrarles el sueldo que logravan los dos enviados.
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Salen 130 mosqueteros para Rosellón
El día 15 de Junio 1639, salieron 130 mosqueteros del tercio de la Diputación á juntarse con los demás; cuio capitán era el obispo Vidal, cavallero así llamado (Era lo de obispo un sobrenombre ó mote).
El señor Obispo, también á su costa, levantó 150 soldados; á todos los vistió con famosos capotes de campaña y sombreros blancos. Los demás obispos, cavildos, ciudades, villas, lugares y comunes, bien á su costa, levantaron soldados, cada uno sigún su posibilidad, y llegaron los lugares á dar de entrada á 25 y 30 libras á cada soldado, sin el socorro de calidad que se distribuieron los comunes: cavalleros, ciudadanos y quantos gozavan de privilegio militar tuvieron orden de salir á campaña, y á los que no salieron los desterraron con público pregón á Oran y otros presidios, con que salió mucha gente, de forma que asiguraron, que entre voluntarios y de sueldo pasavan de 18 mil hombres solamente de milicia cathalana. La proclamación (Proclamación católica á la magestad piadosa de Felipe el grande rey de las Españas y emperador de las Indias nuestro señor los Conselleres y Consejo de Ciento de la Ciudad de Barcelona Año 1640) dice que llegaron á 30.
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Acude «inmensa gente» para ver la salida de 730 hombres para la guerra en Rosellón
El día 25 de Junio partieron 730 hombres del tercio de la Diputación, que como havía falta de gente se hiva remitiendo á trozos; conducíalos un coronel y sargento maior; pasaron al Aseo á bendecir sus banderas, y dando vuelta á la ciudad, salían la Puerta Nueba á las 9 horas de la noche: acudió inmensa gente á verlos partir.
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Alegría por la noticia de la llegada en Sevilla de la flota de Indias; Olivares sobre un conflicto personal catalán-napolitano: los superiores han de ser de todas naciones y de ninguna
El domingo antes llegó aquí la nueva del arrivo de la flota con toda felicidad y prosperidad, conduciendo el thesoro de dos años, porque el antecedente no havía venido. Fué noticia de mucho placer para España, al paso que de pesar para Francia: celebróse con regocijos tan dichoso aviso.