Se embarca Cárlos I para Cagliari en Cerdeña, punto de reunion de la grande escuadra para la empresa de Tunez.
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Llega a las afueras de Barcelona parte del ejército huyendo de los somatenes del Vallés; el abismo entre lo supuestamente posible y lo realmente deseable, los destrozos del ejército real en Villanueva, Riudarenas etc.
Recuperado Salsas, reformados los tercios provinciales, así de Cathaluña, Aragón, Valencia y demás reinos, y retirádose la gente á la quietad de sus casas, se pasó á alojar por el Principado el resto del exercito real, que devía ser de diez á once mil hombres entre infantería y cavallería; en cuio repartimiento se procedió con tal desorden y tiranía, como lo dirán los sucesos futuros de que se dará quenta en este capitulo, que, á caminar con igualdad y proporción, no fuera de ningún daño, ni de tan yrreparable ruina para España como se ha visto.
Hallávase Cathaluña en lo más alto de su felicidad, así por lo poblado, rico y opulento, como por lo belicoso de sus naturales, tanto que pasava no sólo á ser embidia de los demás reynos y naciones, sino á que los ministros mal intencionados y poco experimentados de la fineza y lealtad cathalana, impresionasen en el real ánimo algunos temores y recelos de poca firmeza, en la innata fidelidad de los pechos cathalanes; con cuias torcidas y siniestras informaciones, motivaron al Rey que, con las milicias que havían quedado, se oprimiese el orgullo de los pueblos y se minorase su opulencia, y así, siguiendo este rumbo, alojaron en los lugares con tal exorvitancia, y sobre numerosidad á las casas, que en el lugar de cinquenta vecinos echavan á quatro y quinientos soldados, y á este tono en las demás villas y lugares; y si venían los pueblos á quexarse, en bez de alivio se les cargava más de milicia, y si se replicava, se prendía á los síndicos ([omitidos varios documentos ilustrando las quejas]).
En Villa Nueba de Cichés (Villanueva de Sitjes unida á otro lugar contiguo, denominado La Geltrú, formando hoy la conocida población de Villanueva y Geltrú), porque cerraron las puertas al alojamiento, á ocasión de ser quadruplicado al número de las casas, mandó embiar el Virrey al pie de dos mil hombres, y entrando con violencia la villa, la saquearon, obrando la soldadesca insolencias, sin perdonar la onestidad de muchas doncellas, ni el sagrado de las iglesias: abrieron las bodegas, y de la malvasía y vino hacían regar las calles. Las mieses verdes las segavan para dar á los cavallos de esta villa; pasaron á otras, multando, matando, robando y cometiendo insultos y violencias en mujeres.
Discurriendo por todo el Principado con este desorden, llegaron al lugar de Riu de Arenas, en el Ampurdán (Pertenece á la comarca de La Selva), en donde la gente havía retirádose á la iglesia todo lo que pudo, y visto ó entendido por los soldados, pegando fuego á la puerta, asaltaron y robaron la iglesia, y prosiguiendo el fuego en la madera de arcas y bancos, llegó á prender en el altar maior, con tal fuerza, que por presto que quisieron acudir unos capuchinos á rretirar el Sacramento, trepando por las llamas, ya no hallaron sino carbón, y que justamente se conocían las Formas. Lleváronlas á Gerona, y reconocidas por el obispo, cavildo y personas doctas, declararon que ya no se contenía en ellas el cuerpo sacrosanto de Xpto, y así pasó el obispo á fulminar censuras contra los actores de este sacrilego incendio (La quema de Riudarenas que refiere el Cronista, desconociendo la causa que la motivó, tuvo lugar el día 3 de Mayo de 1640.—El día 13, el obispo de Gerona, D. Gregorio Parcero, fulminaba el anatema contra el tercio de Moles, autor del incendio de la iglesia de Riudarenas. (Véase Apéndice IV.)—El castigo impuesto á Santa Coloma y los desmanes cometidos en dicha villa por la tropa, y referidos anteriormente, ocurrieron el 5 de Mayo.).
Después de cometidas estas inhumanidades, queriendo la milicia pasar á Gerona, que devía ser en número unos quatro mil, entre infantería y cavallería, presumió la ciudad no sucediese en ella lo mismo que en los demás lugares, y les negó, no sólo la entrada, sino el ministrarles mantenimientos, de que estavan en suma necesidad (Continúa el Cronista desconociendo los hechos. Gerona organizó un convoy para aprovisionar los tercios que estaban alojados en los lugares vecinos de Salt y Santa Eugenia. (Son tan repetidas las inexactitudes y lagunas que se observan en esta parte de la Crónica, que para no convertir estas notas en un estudio crítico del Ms., remitimos al lector á la documentación publicada por D. Celestino Pujol y Camps, en su discurso de recepción en esta Academia, y á su anterior trabajo, Gerona en la revolución de 4640, 2.ª edición. Gerona, Vicente Dorca, 1881.)). A la noticia destas operaciones, concurrieron en arma los naturales de la comarca de Gerona, y cercando la milicia, no les permitía entrar ningún mantenimiento: desta manera estubieron dos ó tres días, y al cavo de ellos, y después de haverse comido bueies y quanto encontravan, resolvieron tomar la derrota hacia Blanes, su quartel, y marchando á él, les hiva siguiendo el país en somatenes y continuados tiros, matando muchos, así de soldados como de paisanos: llegaron con esta penalidad á Blanes, y asistiéndoles la villa, los hizo pasar á la parte del mar, en donde, socorridos, se sosegó el tumulto allí.
Savido en el Valles … lo que pasava en el Ampurdán (Lo que pasaba en La Selva. En el Ampurdán no se libraron combates entre los paisanos y la tropa, hasta que, más adelante, ésta salió de Blanes en marcha para el Rosellón), y apurados los paysanos de las extorsiones de la milicia, se resolvían á morir con las armas en la mano, ó sacudirse el yugo que los oprimía. Havía alojados, entre San Saloní y San Pedro de Ebrera (San Celoni y San Pedro de Breda, hoy estaciones del ferrocarril de Barcelona á Francia, ramal de Granollers), algunos mil y doscientos soldados, y sobre mudarse unos á otros el quartel, tuvieron entre ellos algunos encuentros, con cuia ocasión lograron los paisanos la suia, y dando con los soldados, los obligaron á que viniéndose y procurando salvarse, se retirasen hacia Barcelona, y siguiéndolos los somatenes picando la retaguardia con mucho tiro, matando muchísimos y llegando al río Vasos ([Besós]), la cavallería tomó por el río avajo, y la infantería, como pudo, se emboscó aquella noche en el bosque y montaña de San Jerónimo de la Murta ([Murtra]), pero los somatenes siempre les davan caza. Cerróse la noche, y la cavallería medio perdida, como podía, se huía arrimando hacia Barcelona.
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Encontrado el aeronauta Orlandi después de casi morir de frio sobre Vallvidrera y ahogarse en Badalona
El aereonauta Orlandi.
Del Diario de Barcelona del 29 [de octubre] tomamos la siguiente curiosa reseña de los peligros que corrió Orlandi en la ascension aereostática que ha hecho últimamente en la capital del Principado:
«Hasta ayer por la mañana no se tuvo noticia cierta del paradero del intrépido aereonauta señor Orlandi.—La Providenció le salvó de una muerte que parecía casi inevitable, despues de haber luchado con toda clase de peligros, pues en poco estuvo que no pereciese en lugar desconocido y sin auxilio humano, como el infortunado Mr. Arban. Contra todo lo que se aseguraba, y contra todas las conjeturas de probabilidad, su globo vino á caer, segun su cálculo, sobre unas dos millas mar á dentro, á alguna distancia de frente la playa de Badalona.
Segun relacion de una persona respetable amiga del señor Orlandi y que ayer le estuvo acompañando durante toda la tarde, el globo llegó hasta colocarse sobre las montañas de Vallvidrera; pero envuelto despues en la densa nube que le ocultó de la vista de la multitud, empezó para el osado viagero una série de espantosos sufrimientos. Su rostro y toda la ropa que llevaba puesta se cubrieron de una gruesa capa de nieve, mientras que un fuerte granizo, acompañado de relampagos, le molestaba de continuo.
Probó de ir ascendiendo y sobre la nube vió otra vez el sol, pero observando que cambiaba el viento en la direccion del sudoeste, y que aquella habia cobrado una gran estension, resolvio hacer uso de la válvula para caer sobre la tierra, que no podia absolutamente distinguir.
El viento le arrastraba con una rapidez estraordinaria, y aunque el descenso era muy veloz, vino á caer dentro del agua, quedando completamente sumergido entre las olas por un breve instante, pero agarrado de las cuerdas del globo, pudo apoyarse en el mismo, luchando con crueles angustias. El creia haber distinguido no lejos del punto en que se hallaba un vapor y alguna otra embarcacion, pero pronto se convencio que por lo alterado de la mar no era fácil que esperase socorro por aquella parte.
Una, dos, tres, cuatro horas se pasaron de una ansiedad que rayaba en la desesperacion. Milagrosamente las mismas olas, que cada vez cobraban mayor embrabecimieato le arrojaron á la vecina orilla á eso de las diez de la noche.—Toda la maquinaria y aparato estaba completamente destruido; pero el globo seguía aun intacto, y él, un hombre solo, con las piernas dentro del agua, hacia esfuerzos sobrehumanos para salvar el resto de toda su fortuna y que le costaba unos tros mil duros. Pero quiso la fatalidad que así como un golpe de mar lo había tirado á la playa, otro golpe igual se llevó tras sí el globo sin que aya vuelto á aparecer.
El señor Orlandi permanecio largo rato tendido sobre la arena, estenuado por el frio, la agitacion y las imponderables fatigas que había tenido que soportar.—Cuando recobró algun tanto de aliento, se levantó como pudo, y á tientas so encaminó por el primer sendero que le deparaba la casualidad en busca de un albergue en donde pasar la noche.
Empero habia ya caminado cosa de una milla sin lograr su objeto, cuando los ladridos de un perro le hicieron presentir que no estaba léjos de alguna habitacion.—El perro pertenecía á un carabinero, quien al principio le tomaba por un contrabandista, y le dió el «quién vive» preparando su arma.
Por fortuna la voz conmovida del señor Orlandi, le dió á comprender que no era un defraudador de los derechos de la Hacienda, sino una persona victima de fatal desgracia.—Reconociole por el hombre del globo, condoliose de su situacion y le acompañó á una casilla del resguardo, en donde él mismo y sus compañeros le socorrieron, y despues le acompañaron hasta Badalona.
En esta villa se le proporcionó ropa y un cómodo hospedaje, pero a pesar do todos los buenos cuidados que se le prodigaron, el señor Orlandi no pudo entrar en calor hasta ayer por la mañana, en que dió aviso á sus amigos de que pasasen á buscarle.
El señor Orlandi seguia ayer noche en esta ciudad bastante indispuesto, pero no presenta síntoma alguno alarmante. Aunque de avanzada edad, tiene presencia de espíritu y es muy robusto. Los brazos y alguna parte de su cuerpo estaban, segun se nos aseguró, muy acardenalados.
Los consuelos de la amistad, sin embargo, podian á duras penas templar el amargo desconsuelo de que se hallaba poseido. Es ciertamente una situacion bien lastimosa la de ese hombre á quien acompaña una antigua celebridad, la de verse espuesto á los mas espantosos percances, despues de haber emprendido su viage sin poder realizar de mucho los crecidos gastos que este le ocasionaba, y para colmo de infortunio perder de un soplo su fortuna con la desaparicion del globo.
Compadecemos de todas veras su triste y dolorosa posicion. La atmósfera de Barcelona es de mal sino para los aereonautas. ¿Quién querrá ahora emprender nuevas ascensiones á la vista de las murallas de esta capital, al recordar la desaparicion de Mr. Arban, y los lamentables contratiempos de que acaba do ser juguete el señor Orlandi?
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Inauguración y descripción del ferrocarril Barcelona-Mataró, primero en España
Saliendo el viajero por la puerta de mar, tomará el ancho camino que se descubre hacia la izquierda. A corta distancia, á la derecha del propio camino, y cercano á la Barceloneta, encontrará la estacion del primer ferro-carril que se ha inaugurado en España, y por una empresa particular, á saber, el FERRO-CARRIL DE BARCELONA Á MATARÓ (nuevamente llamado del Este.)
Entrase al paradero de la estacion por la puerta del centro de un edificio de bella aunque modesta apariencia. Despues de la primera pieza, que es la que sirve de entrada, se hallan los salones de descanso; uno de ellos, que está destinado para los pasageros que van en los coches de primera clase, es muy espacioso y está adornado con sencilla elegancia. Inmediato á este salon se halla una pieza destinada para locador de señoras.—Las puertas de los salones de descanso comunican á una especie de terraplen, desde donde se sube á los carruages.
El dia 28 de octubre de 1848 quedó solemnemente inaugurado el primer ferro-carril de España, con lo que, Barcelona y Mataró se unieron para no ser ya mas que una sola poblacion, estrechando las relaciones que las unian, y hermanándose, por la linea de hierro que las sujeta, como dos buenas amigas para formar una de reciprocos intereses en provecho propio y en provecho comun.
La ceremonia de la inauguracion tuvo lugar en el indicado terraplen, donde se descubria un pequeño altar con la imajen del crucificado. Ondeaban varias banderolas en cada una de las cuales estaban representados los escudos de armas de Barcelona y Mataro y las de todos los pueblos intermedios, á saber, Badalona, Mongat, Alella, Masnou, Vilasar y Premiá; animaba á la innumerable concurrencia, que asistia de todas partes, una brillante música que tocaba piezas escojidas; y acababa de dar mayor importancia á aquel sorprendente y grandioso acto la escojida comitiva que hubia sido particularmente invitada por los señores directores de la empresa, formándose de obispos, generales, comision del Ayuntamiento, Diputacion y Consejo de Provincia, majistrados, comisiones del cuerpo diplomático, y de varias corporaciones cientificas, politicas é industriales, del estado mayor y cuerpos facultativos del ejército y armada, con otras varias personas distinguidas, inclusos los primeros accionistas de la empresa.
La bendicion se verificó por el prelado de la diocesis y el nuevo señor obispo de Puerto-Rico, Sr. Don Gil Esteve, en tres puntos diferentes: en el indicado terraplen de la estacion de Barcelona, en la estacion del Masnou, como centro del camino, y en la de Mataró. En él templo de esta ciudad entono despues el Ilmo. S. Obispo de Puerto-Rico un solemne Te-deum, que fué cantado por la capilla de música y los artistas de la compañia lirica de Mataró.
Las cuatro locomotoras que la empresa tenia á su disposicion tenian por nombres, Cataluña, Barcelona, Besós y Mataró.
Con relacion á tan venturoso acontecimiento, un periodico de esta ciudad se espresaba, el dia siguiente, en estos términos:
«La ciencia, la voluntad, la actividad y el trabajo se reunieron para vencer obtáculos y dar cima á la grande empresa.—El público sabe la lucha de oposiciones con que ha tenido que lidiar el buen celo de las juntas directoras que han estado al frente de la misma, empleando la eficacia de prudentes, al par que enérgicos medios.—Mientras tal sucedia, recibianse ya las maquinas y aparatos y seguian los grandes trabajos de construccion; y como si se quisiese patentizar cuan impotente era la resistencia que se oponia á la realizacion de tan notables esfuerzos, una montaña abria sus reconditos senos, para facilitar paso á la linea que iba á establecerse.—Honor eterno a la referida empresa! honor eterno á los señores ingenieros ingleses Locke, Mackenzie, Robson y Nright que han secundado y puesto en planta los vastos proyectos de aquella!—Las sinceras felicitaciones que ayer recibieron son el testimonio mas elocuente de la gratitud que han escitado sus laboriosos afanes.»
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Inauguración de la línea de Mataró a Arenys
Sí, agradable y pintoresco es este camino.
A un lado el Mediterráneo, ese mar que parece enviarnos una tras otra sus olas preñadas de armonias para que nos canten el poema de las grandezas de su historia, ese mar del que algun dia eran reinas las galeras catalanas y señora Barcelona, ese mar del seno de cuyas flotantes brumas parece que deben surgir las sombras de Bernardo de Vilamarí, de Conrado de Lianza, de Roger de Llauria y de tantos otros que un tiempo le ilustraron con sus hazañas legando un tesoro eterno de gloria á sa patria Cataluña.
Y si por un lado no se pierde ni un momento de vista ese piélago azul y transparente, sobre el cual, perdido entre sus vapores y neblinas, vaga todo un pueblo de héroes catalanes, por el otro ve el viajero sucederse sin interrupcion una serie de villas alegres, frescas y risueñas, posadas á la falda de las montañas, que solo parecen haber descendido de ellas á lá sombra embalsamada de sus bosques de naranjos para, desde la orilla, buscar en el lejano horizonte las blancas velas que les indiquen el regreso de sus hijos, esos incansables é intrépidos marinos de la costa que no conocen mas vida que la del mar, ni mas goces, placeres ni descanso que sus largos y dilatados viajes á comarcas apartadas.
No vacile el viajero en subir al coche. Seguro puede estar que el camino, por lo delicioso, le ha de parecer rápido y corto. Nosotros subiremos con él y le contaremos lo mejor que sepamos la historia de las poblaciones que hemos de ir encontrando al paso.
Al son de la campana de la estacion indicando que ha llegado el momento de la partida, contesta la locomotora con su agudo silvido. El maquinista le imprime un golpe de émbolo á manera del ginete cuando aplica la espuela á un fogoso caballo. Estremécese la locomotora bajo aquella fuerza superior que la impele, como se estremece el sonámbulo al sentir el fluido eléctrico que le arroja el magnetizador; lanza algunos suspiros ahogados y rechinantes; diríase que va á reventar por causa del fuego que dan á dirigir á su estómago; replega furiosa los eslabones de sus cadenas y retrocede algunos pasos cual si intentara rebelarse contra la fuerza que la domina, y en seguida, domeñada y jadeante, soltando al aire su larga cabellera de humo, emprende bruscamente su desenfrenada carrera.
Al salir de debajo el hermoso tinglado de la estacion, vienen ya á azotar nuestra frente las frescas brisas del mar. Dejamos á la derecha la plaza de loros y el barrio de la Barceloneta con la monotonía de sus calles tiradas á cordel y la uniformidad de sus casas, cruzamos por en medio del fuerte de Don Cárlos, y la ruidosa marcha del tren interrumpe por un momento el silencio eterno que reina en el campo de los muertos, que dejamos á nuestra izquierda.
Esas casas esparcidas que arrancan junto á los muros mismos del cementerio, forman parte de Pueblo Nuevo, que á su vez lo forma del Clot, de cuyas poblaciones nos ocupamos en nuestra otra guia de Barcelona á Granollers.
La rapidez con que viajamos, pues acabamos de salir disparados de la estacion como piedra partida de una honda, nos impide casi recrear nuestra vista paseándola por las fértiles llanuras que atravesamos. La agradable frescura que sentimos de pronto, los agrupados cañaverales y bellas alamedas que por uno y otro lado aparecen nos indican que vamos á cruzar un rio.
En efecto, estamos sobre el Besós.
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Destituido el gobernador Martínez Anido por organizar un falso atentado contra sí mismo
El falso atentado tiene su origen en un provocador que después fue pistolero: Inocencio Feced. Feced era lo que se llamaba en la época un «confidente», o sea, un traidor al servicio de la policía. Feced se hacia pasar por perseguido y como tal se hizo recomendar a los militantes de Badalona, ciudad distante cinco o seis kilómetros de Barcelona. Fue él quien propuso atentar a Anido y Arlegui, en inteligencia con sus falsas víctimas. Anido y Arlegui asistirían a una función de gala al gran teatro del Liceo. La fiesta terminarla a las primeras horas de la madrugada. A esas horas el coche oficial descendería por las Ramblas, torcerla por el Paseo de Colón para dirigirse al Palacio de Gobernación pasando por delante de la antigua jefatura de Policía. El atentado se produciría en un trecho desierto vecino a la Capitanía General. Feced y Tejedor lanzarían unas bombas contra el coche oficial. Claramonte y Pellejero dispararían desde un sidecar, con el cual perseguirían a sus víctimas en caso necesario, Cinco hombres más estarían apostados cerca para cubrir la retirada. Veamos quiénes eran estos individuos. Ya conocemos a Feced. Tejedor y Pellejero eran policías disimulados que había presentado Feced como «compañeros» recién llegados de Rusia con la misión y medios para suprimir a los tiranuelos. Feced se encargó de la preparación del plan y de los explosivos, que resultaron bombas cargadas con aserrón. Solicitó el concurso de cinco auténticos elementos de acción e hizo venir de Valencia a Claramonte, con su sidecar. Estos seis hombres eran los solos auténticos terroristas. El día del atentado Feced, Tejedor, Pellejero y Claramonte se dirigieron a Barcelona. Los cinco restantes hicieron juntos el viaje en tren. Descendieron a las nueve de la noche en la Estación de Francia. Desde allí se dirigirían a un bar cercano donde Tejedor tenla que entre garles las armas y los explosivos. Pero en contra de lo convenido sólo tres de estos cinco hombres se presentaron en el lugar. convenido. Por desconfianza en el último minuto los dos restantes permanecieron a la expectativa a cierta distancia. Pasados escasamente cinco minutos vieron salir del bar en cuestión no menos de diez polizontes con Feced y Tejedor al frente. Llevaban de rehenes a los tres que se habían adelantado. Los dos pudieron escapar milagrosamente y pronto sembraron la alarma entre los militantes más destacados de Barcelona. Las redacciones de ciertos periódicos fueron informados del atentado «que se iba a producir». La noticia llegó al gobierno y a su jefe señor Sánchez Guerra, que habría de cortar por lo sano. De todas maneras la tragedia final no se pudo evitar. En la «parada» del Paseo de Colón Feced excusó la ausencia de los componentes del grupo de Badalona acusándoles de cobardes. El mismo Feced señaló el paso del coche oficial. Claramonte iba a poner en marcha la motocicleta cuando Pell ejero le apuntó con la pistola. Claramonte fue más rápido y disparó la suya. Claramonte y Pellejero cayeron muertos al mismo tiempo. Tejedor había disparado al mismo tiempo contra el primero. La rápida destitución de Arlegui aquella misma madrugada, seguida de la de Martínez Anido, evitó una vasta matanza de sindicalistas. A primeras horas de la mañana las comisarías rebosaban de detenidos. La finalidad del plan era justificar un exterminio. La operación «San Bartolomé» fracasó por poco.