Debate en el Parlamento de Cataluña sobre la Olimpiada Popular

Debate sobre la subvención a la Olimpiada Popular

El viernes 17 de julio de 1936 tuvo lugar en el Parlamento de Cataluña un debate sobre el proyecto de ley para subvencionar con cien mil pesetas los Juegos populares de Barcelona, que tuvo la virtud de provocar uno de los debates más interesantes de la actual etapa parlamentaria. Era de esperar que, tal como dichos Juegos han sido concebidos, alguien se levantase para oponerse a la concesión de la mencionada subvención. El señor Durán y Ventosa fue ese alguien, y hay que reconocer que dijo todo cuanto debía decirse, con un buen conocimiento de causa.

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Toma la palabra el señor Durán y Ventosa para consumir un turno en contra. Asegura que es una tremenda equivocación esta aportación de la Generalidad a esa “Olimpiada” popular, porque todo el mundo sabe que no se celebra ninguna otra Olimpiada que la que se organiza cada cuatro años mediante un convenio internacional llevado a cabo por las representaciones más auténticas del deporte del mundo. Los efectos de esta equivocación se harán sentir por mucho tiempo en la vida política catalana.

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No puede hacerse eso de oponerse a un convenio internacional, porque sería poner en ridículo el nombre de Cataluña; nosotros podemos hacer muchas cosas; pero nunca poner en ridículo el nombre de Cataluña.

¿Qué resultado se obtendrá con la celebración de estos Juegos? Es posible que vengan forasteros, vecinos de Tarrasa, de Badalona; los mismos que vendrían en ocasión de una fiesta cualquiera. Además, esa precipitación con que todo ha sido preparado, es funesta para el deporte y para todo. Pudo organizarse con tiempo y ya tendría excusa. Así, no. Añade que los Juegos Olímpicos internacionales, los únicos que pueden ostentar, quiera o no quiera la Generalidad, el nombre de olímpico, se organizan cada cuatro años en una gran ciudad, bajo el patronato de los Gobiernos del país en que tienen efecto. Ahora bien: en el momento en que le correspondía a España el honor de celebrarlos, ¿a qué ciudad le correspondería? A Barcelona, indudablemente. Pero es que cuando llegue a tratarse de la designación, el Comité encargado de ello no podrá olvidar que en Barcelona se intentó llevar a cabo una competencia, una disidencia. ¿Y quién se atreverá a defender lo contrario? El Parlamento debe tener el convencimiento de que con la aprobación de la ley se imposibilitará el que los auténticos Juegos Olímpicos se celebren en nuestra ciudad. Acaba diciendo que está convencido de que todos los diputados saben que, al aprobar el dictamen, hacen un disfavor a la ciudad. Aprobadlo; pero será con los votos en contra de “Lliga Catalana”.

Habla el señor Fontbernat para replicar al señor Durán y Ventosa, afirmando que lo que se ha organizado no es una Olimpiada, sino una “Semana del deporte y del folklore”. Por tanto no hay posibilidad de competencia. Hay, por otra parte, otra distinción: la de que los atletas que toman parte en las Olimpiadas oficiales son profesionales; los que toman parte en los Juegos populares, son “amateurs”. Sigue diciendo que hay que tener presente la circunstancia de que estas fiestas aparecen también integradas por importantes manifestaciones folklóricas. Acaba asegurando que no existe ningún ánimo de competencia. Manifiesta que sólo de Francia vendrán más de 40.000 personas para presenciar los Juegos.

El señor Fronjosa interviene diciendo que después de las palabras del señor Fontbernat, es casi innecesario el que su minoría defienda su actitud, favorable al dictamen. Afirma que no será la primera vez que las grandes ciudades del mundo organicen estos Juegos al margen de las Olimpiadas oficiales. Con esto ya es bastante para que Barcelona se sienta honradísima con la organización de estos Juegos populares. Afirma, por otra parte, que estas fiestas populares tienen un neto carácter antifascista.

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