11 de octubre de 1970 - Ramon Fuster explica porque Omnium Cultural quiere enseñanza del catalán en la escuela, y porque y como implementar la educación bilingüe (519)

Ayer publicamos en nuestro periódico una carta del «Omnium Cultural» en la que se daba por finalizada la campaña de adhesión de entidades a la iniciativa del Omnium de pedir la enseñanza del catalán en las escuelas, y se puntualizaban algunos puntos al respecto. Uno de los firmantes de la carta, don Ramón Fuster i Rabés, decano del Ilustre Colegio Oficial de Doctores y Licenciados en Letras, y Ciencias del Distrito Universitario de Cataluña y Baleares, pedagogo, y director de la Escuela de Formación de Profesorado de Educación Preescolar de la Institución Cultural del C.I.C., nos ha concedido una entrevista en la que se ha extendido sobre el tema. Podríamos considerar que es como un portavoz de un importante sector de la opinión pública catalana, de esa misma opinión que se adhirió a la iniciativa del Omnium Cultural.

[…]

—¿Como pedagogo, podría decirme en pocas palabras la influencia que tiene en los niños el no hablar en la escuela su lengua materna?
—Los niños, si su educación ha de ser completa, han de vincularse a su medio y este se explícita en su propia lengua. Me explicaré: un niño catalán sabe la palabra «mesa» en castellano pero la palabra «mesa» no evoca nada. La palabra «taula» para él, es la comida familiar, el padre, la madre, un cierto ambiente. Es un principio pedagógico evidente que la escuela ha de enseñar al alumno a expresarse oralmente con la lengua que le es natural. Asistir a una escuela que desconoce o ignora la lengua que el alumno habla en casa, en la calle, con sus amigos, desde el punto de vista educativo es un absurdo.
—¿Podría usted aventurar soluciones ideales?
—Lo ideal sería que los niños, a lo menos hasta los ocho años, recibieran la educación global en su lengua materna, y paulatinamente entraran en la segunda. En las grandes ciudades, donde el bilingüismo existe en grandes proporciones, esto plantearía ciertos problemas, pero creo que con buena voluntad se podría crear dos secciones en cada escuela, la castellano y la catalano parlante, básicamente. A mí, como maestro, me preocuparía que se reglamentara que el estudio de la lengua catalana debe realizarse como una lengua más, como una lengua extranjera. Del mismo modo que la lengua castellana está y debe estar presente en todas las materias de estudio y formación, las lenguas nativas no deben aislarse sino que han de integrarse a la totalidad de las tareas educativas. Con esto no pretendo decir que la escuela se imparta totalmente en catalán, sino que la lengua nativa no quede arriconada o excluida, o reservada sólo a unas horas. El catalán es una realidad dentro de Cataluña. Si los problemas se aislan de la realidad, la educación no merece tal nombre, y se cae, como siempre en el formalismo. — S. B.

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