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Ya en las primeras horas de la mañana empezó a iniciarse la animación en distintos puntos de la ciudad. Desde sus barriadas extremas las gentes acudían al Paseo de Gracia y calles por donde estaba anunciado el paso de la manifestación, portando centenares de pancartas alusivas en las que la protesta popular y el patriotismo hallaban formas ingeniosas de expresión para condenar la campaña de falacias con que se quiere entorpecer la vigorosa marcha de España hacia su imprescriptible destino.
No solamente desde las barriadas, sino también desde todos los centros universitarios, fábricas, industrias y entidades de todo orden fueron saliendo numerosos grupos de manifestantes para engrosar el gentío que ya mucho antes de la hora prevista para iniciar el desfile ya llenaba totalmente y en toda su amplitud inmensa el Paseo de Gracia, calles adyacentes y una buena parte de la Avenida del Generalísimo, a derecha y izquierda del Paseo de Gracia.
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Ya desde la noche anterior, las calles ciudadanas estaban materialmente cubiertas de octavillas en castellano y catalán, en las que se expresaba la voluntad popular de oponerse rotundamente a toda intromisión de allende las fronteras, ratificando la devoción española hacia el Generalísimo.
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