Einstein, probablemente con su cepillo, visita a la CNT

VISITA AL SINDICATO DE LA DISTRIBUCION

Por la noche, el profesor Einstein visitó el domicilio del Sindicato único de la Distribución.

Acudió a este Sindicato a petición de los elementos que lo integran, quienes le dijeron que le admiraban desde que se negó a firmar el manifiesto de los 93.

Durante la visita, Angel Pestaña informó al profesor Einstein de lo que había sido la represión emprendida contra los elemento sindicalistas, y éste ocupó la tribuna, y dijo:

«Yo también soy un revolucionario, si bien científico, y he seguido con atención todas las cuestiones sociales. Esa represión de que me habláis me parece que contiene, quizá, más estupidez que maldad. Vosotros solamente hacéis resaltar las cosas malas; pero también hay cosas buenas en el régimen actual, según he buscado y he encontrado en Spinoza.»

Bajó de la tribuna el profesor Einstein y conversó largo rato con algunos sindicalistas, que le hicieron un relato más extenso de tal represión, y el sabio profesor, después de extrañar la enorme proporción de analfabetismo en España, sólo comparable con la de Rusia, se dispuso a marchar, despidiéndose con las siguientes palabras:

«Que en la próxima lucha tengáis más suerte y un éxito completo.»

Comentarios

Una respuesta a «Einstein, probablemente con su cepillo, visita a la CNT»

  1. Avatar de Alberto Pernales
    Alberto Pernales

    También hubieron visitas protocolares al Ayuntamiento, la Real Academia, la Escuela Industrial, etcétera, donde cada decía lo suyo de siempre sin escuchar al otro. Más gracia supo extraer de la ocasión el gran periodista madrileño, «Luis de Sirval» (Luis Higón, después asesinado por la Legión en la Revolución de Asturias), en su columna [ref2665]:

    LAS MUECAS DE LOS DIAS

    EL CEPILLO DE EINSTEIN

    A poco de empezar a hablar Einstein, recortando su morena figura sobre la pizarra del aula, advertimos la presencia del cepillo en la mesa. Son las manos del sabio judío las delatoras. Le buscan, le persiguen. El cepillo está vuelto, con las cerdas hacia abajo. Einstein detiénese cada cinco minutos porque no halla la palabra en francés que necesita, y entonces acude presurosamente al cepillo. Le palpa. El cepillo se agita, da un pequeño corcovo en el tablero y queda inmóvil un poco más allá.

    Es indudable que Einstein podía buscar lo mismo esa palabra en un bolsillo del pantalón o acariciándose la nariz, como hacen otros oradores. Sin embargo, manifiesta su decidida preferencia por el cepillo, y esto nos sume en un profundo desconcierto.

    Conocíamos, efectivamente, la influencia lírica de los cepillos. Nuestro más alto poeta castellano, Antonio Machado, viaja siempre en la hirsuta compañia de un cepillo. No lleva nunca nada más. Parte de Segovia para la corte, y su único cuidado consiste en proveerse del cepillo. Algunos han supuesto ingenuamente que es para cepillarse la ropa. Pero esta idea queda desechada con sólo verle. No. Cuando nuestro gran lírico atraviesa la Puerta del Sol con el cepillo asomándole por un bolsillo el gabán, lleno de polvo, no hace sino cumplir una devoción íntima que no alcanza a nuestra sensibilidad inferior. ¿No se acompañaba Voltaire constantement de una teja? ¿No cuelgan a su pecho los religiosos un escapulario? ¿Por qué no comprender entonces que nuestro poeta prefiera el cepillo?

    Pero de la influencia científica de este objeto nada sabíamos hasta ahora. De rapaces, el cepillo de la pizarra de la escuela nos inspiraba un serio respeto, porque más de una vez vino a batir sobre nuestro cráneo en forma de correctivo enviado por el profesor. Es Einstein quien le transforma de pronto en auxiliar metafísico. Dice, por ejemplo:

    – Imaginad un ferrocarril.

    Y levanta victoriosamente el cepillo. El cepillo es el ferrocarril. Einstein le aplica la idea de la relatividad del tiempo y describe con él una parábola violenta.

    – Si este ferrocarril fuera lanzado a la misma velocidad de la luz…

    Todos vemos entonces al cepillo cruzar la atmósfera con la rapidez de un relámpago y podemos rumiar que Einstein sabe lo que se hace. Ningún espectador se prestaría, en efecto, a hacer lo que el cepillo. Un viaje por el espacio a una velocidad de 30.000 kilómetros por segundo debe ser verdaderamente cosa molesta y aburrida. Einstein lanza el cepilo. El cepillo no protesta. El cepillo es un gran objeto para basar en él la imaginación.

    Etcétera.

    [ref3988] versifica:

    When Einstein was traveling to lecture in Spain,
    He questioned a conductor again and again:
    “It may be a while,”
    He asked with a smile,
    “But when does Madrid reach this train?”

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