La calle Regomir y las fiestas de San Cristóbal

En una de las calles mas angostas de Barcelona (y sobre el origen de su nombre que es Regomir, andan discordes los autores que del caso escriben) hay un arco atravesado: debajo del arco hay un oratorio de cuya antigüedad responde una lápida que se ve al lado de la puerta: dentro del oratorio hay un altar, en el altar un santo, abogado contra ladrones (trabajo le damos al bueno del santo segun los tiempos que corren), y este santo es san Cristóbal, cuya fiesta celebra la Iglesia en el dia presente.

Una especie de cancel que se abre hácia la parte esterior da mayor ensanche al oratorio, y reduce la latitud de la calle. El altar está adornado con flores y multitud de luces. En la plazuela inmediata, llamada del correo viejo, y en las aceras de la calle del Regomir se colocan los puestos de juguetes, intermediados por los de agua fresca y anises, y los de las primicias de la cosecha de avellanas, preludio de indigestiones y cólicos. Mucha gente, mucho barullo, mucho calor y grande asueto para los chapuceros vecinos de aquella calle. Es fama que en el dia que sigue al de san Cristóbal aparece negra la mar que baña las peñas de Monjuich, suponiendo que los que profesan el susodicho oficio aprovechan el asueto para ir á bañarse en aquellas aguas.

Una cuestacion entre los vecinos del barrio en donde está el oratorio, rinde el suficiente producto para la fiesta, de la cual forman no pequeña parte las cadenas y farolitos de papel, y las ramas de lentisco ahorcajadas en los cordelitos dispuestos en la forma que dejamos descrita en 29 del pasado. La enramada de san Cristóbal es la que tenia pocos años atrás mas nombradla. Y no solo en la calle del Regomir, sino tambien en algunas otras se hace una fiesta semejante, improvisando el correspondiente altar con la imágen del santo.

En esta como en todas las enramadas solian darse algunos espectáculos á los vecinos contribuyentes, corriendo sortijas, ó habiendo cucaña, ó armando á la caterva de chiquillos del barrio con un palo puntiagudo para que en una carrera se llevasen las manzanas que nadaban en el agua de un cuenco, á lo que se llamaba cossi de pomas. Algunas veces se pegaba una pieza de á dos reales en el suelo de una culinegra sarten para que la llevaran con los dientes, y mil cuquerías y lindezas tan cucas y lindas como ellas solas; y se divertían las gentes, y luego había merendonas en las casas, y bailecitos, y todo era diversion, y con esto venia el entrometido del Sr. Cupido y hacia de las suyas, y todo era cuchicheos etc., etc. En el dia no nos ha quedado de estas fiestas mas que lo feo. Es que nuestros tiempos nada tienen, que digamos, de hermosos.

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