19 de septiembre de 1847 - François Arban sube al calesero y segundo aeronauta catalán, Eudaldo Munné, en un globo aerostático para agradecerle su salvación de la población salvaje de San Andrés de Palomar (588 + 2140)


François Arban toma vuelo con burro y globo en la plaza de toros de la Barceloneta. O Arban o el burro se debe a licencia artística.. Imagen: La esquella de la Torratxa.

Sin embargo del mal tiempo se ha verificado en todas sus partes el programa ofrecido para la ascension del señor Arban con su intrépido compañero el jóven catalan don Eudaldo Munné. La atmósfera se ha presentado cargada todo el dia, de modo que llegaba á temerse que no se verificaria la funcion, mas el deseo que habia por parte del público para presenciar el arrojo y decision del compatricio y el empeño que este manifestaba de llevar á cabo lo que la tenia ilusionado desde muchos dias, decidieron por fin á Mr. Arban á emprender su viaje. Eran las cuatro de la tarde y ya todas las afueras de la parte de mar estaban atestadas de gentío, mientras iba concurriendo á la plaza de toros un sin fin de personas de lo mas escogido de la ciudad. Hecho ya el preparativo de costumbre y arreglado el globo, Mr. Arban ha dado la vuelta por la plaza, como la otra vez, repartiendo ramos, versos y dulces á manos llenas. Luego el valiente compañero, mostrando un admirable espiritu, y despues de saludar al público, que le ha devuelto el saludo con mil entusiastas aclamaciones, se ha colocado en el cesto, sin cubrirse siquiera con el gaban que para guarecerse de la humedad le tenian preparado; y á poco rato, se ha dejado suelto el globo, que con suma rapidez se ha remontado, tomando una direccion N.O.; no obstante, la ascension no ha podido ser á la altura á que llegó Arban el domingo pasado, en razon á que las nubes estaban tan bajas que cubrieron muy pronto el globo, pues que á no ser asi, acaso el viaje hubiera sido muy largo é interesante al mismo tiempo para los aéreos viajeros.

Al dar la vuelta por la plaza Mr. Arban, varios aficionados á tales funciones le han regalado una corona de laurel que el viajero al remontarse ha arrojado al palco de la presidencia para demostrar asi su gratitud.

Observado el globo al llegar á su mayor altura con un buen telescopio, y despues que Mr. Arban habia arrojado ya todo el lastre con el intento de remontarse mas, se ha visto que aun á tal distancia y acaso peligroso punto respecto al estado de la atmósfera, Munné con la misma serenidad y gozo que ha mostrado al partir, saludaba á la ciudad y á los habitantes que le admiraban.

La descension se ha verificado en una viña, sobre el punto donde existió el convento de San Gerónimo de Valle de Ebron, término de San Genis de Horta, á los 50 minutos de haberse remontado. Las primeras personas que han acudido para felicitar á lso dos intrépidos viajeros han sido el señor cónsul general de Francia y su señora que habian salido montados con este objeto, y un capitan de caballería con el piquete destinado á darles proteccion en caso necesario.

Se han remontado sobre tres mil metros, y despues de haber atravesado la capa de espesas nubes que cubria el horizonte, han disfrutado un sol radiante y puro, que sin embargo no impedia que el termómetro estuviese bajo cero.

Cuando estaban cerca la tierra una ráfaga de viento les impelió con tal fuerza, que hubieron de temer que se les rompiese la cuerda en que estaba aferrada el áncora; pero agarrado Munné á la cuerda, mientras Arban que tambien le ayudaba en esta tarea, mantenia abierta la válvula, han conseguido saltar á tierra sin mas percance que el de pequeñas escoriaciones y rasguños en las manos.

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Comentarios del compilador

El patriarcado ha logrado ocultar por demasiado tiempo que el primero era mujer.

José María Gironella, 100 españoles y Dios (1969):

Ascension de Mr. Arban y del jóven calesero catalan Eudaldo Munner en el globo aerostático.

[ref2814] de 14/09/1847:

Dice un periódico de Barcelona ([ref2898]?): Habiendo tenido noticia un aficionado á los viages aéreos que el señor Arban verifica su ascesion en un globo el domingo próximo [o sea el 12 de septiembre], desearia que dicho señor lo admitiese por compañero de viage, que á mas de quedarle sumamente agradecido, le dará una buena gratificacion. Si el señor Arban tiene á bien condescender á la demanda que se le hace, sirvase pasar á esta redaccion que se le dará el nombre del sugeto. Nos consta que este es gran nadador y podria ser de un grande ausilio en caso de peligro al caer al mar, si desgraciadamente así sucediese.

Jordi Bilbeny está con una carta de protesta:

[ref2814] de 17/09/1847 (fuente [ref2898]):

A pesar de las malas noticias que acaso peores almas han hecho correr, la concurrencia que se notó en la plaza fue bastante numerosa y sobre todo muy escogida, prueba del afan que para ver tal novedad ha mostrado toda la gente sin distincion de clases.

… A la ascension han precedido cuatro pequeños globos, uno en su misma forma, otro en forma de barril, otro en forma de pez y otro en forma de cabeza humana. Tales correos han augurado un feliz viaje, y con tal confianza el aeronauta ha dado órden á los servidores que sujetaban el globo para que dieran direccion á este en torno de la plaza, durante cuya vuelta ó pequeño paseo el viajero ha empezado á escitar el entusiasmo de los concurrentes, repartiéndoles versos en que espresaba su gratitud á Barcelona y dulces que con profusión esparció por todos los ámbitos de la plaza.

En seguida el Sr. Arban se ha vestido un ancho paletó de pieles, ha colocado en el cesto ó lugar que ocupaba varios saquillos de arena para que le sirvieran de lastre ó contrapeso, y quitado el sombrero con la mayor cortesía y finura, ha saludado á todo el público, y en pocos momentos se le ha visto ya á una considerable altura. Imposible es esplicar aqui el entusiasmo del público que, dando vivas y palmadas, admiraba no solo el buen éxito del espectáculo, si que ademas la sangre fria, la grandísima serenidad con que el aeronauta emprendia su viaje. Durante la funcion se ha notado siempre en la plaza el mayor órden.

[ref2814] de 19/09/1847 (fuente [ref2898]):

Sentimos tener que dar algunos detalles de la bajada de Mr. Arban, porque nunca hubiéramos presumido que en este país pudiesen presenciarse ciertas escenas. Descendió el aereonata, segun dijimos cerca del pueblo de San Andrés de Palomar, y apenas habia aferrado el áncora en la tierra se precipitaron sobre él una multitud de furiosos que creyendo haber alcanzado el premio de veinte y cinco duros prometido al «barco» que socorriese al viagero «en el mar» sin notar la diferencia entre este y un campo de maiz, se disputaron con empeño quien fuese el vencedor y resolvieron por último dirigir toda su ira contra Mr. Arban, empeñandose en volcarlo y arrastrarlo. Felizmente el animoso joven don Eudaldo Munné que habia solicitado con vivas instancias el honor de acompañar al intrépido estrangero en su espedicion, se propuso seguir sus pasos desde el suelo, y llegó con oportunidad al lugar de la caida. Mucho se esforzó este honrado sugeto, volviendo por el buen nombre de su patria, en calmar aquel enjambre de frenéticos: desplegó un valor heróico y un desprendimiento ejemplar; mas no pudo conseguir arrancar el cesto de las manos de los pretendidos «salvadores» para que de ellos pudiese salvarse Mr. Arban remontándose otra vez, y solo ansiliado por el brio con que el aereonauta amanazó hacer uso de las pistolas que llevaba, consiguió al cabo apaciguar algo el tumulto, no sin que desapareciesen robadas el áncora, la bocina, las provisiones de boca y las palomas destinadas á dar aviso del buen éxito del viage.

Nuevos apuros comenzaron para Arban y su defensor, pues aquellos imbéciles juraron que habian de rasgar el globo cuyo coste asciende á ocho mil francos, y no con facilidad se les contuvo hasta que fueron llegando algunos serenos y la autoridad municipal de San Andrés, la cual cumplió con serenidad y decision y no tal vez sin riesgo los deberes de su cargo, conteniendo las oleadas de aquella turba feroz durante los cinco cuartos de hora que hubieron de ocuparse en soltar el gas. Mr. Arban vivamente agradecido á Munné, quería remunerarle generosamente y á la delicada repulsa de su verdadero libertador, ha replicado que al menos aceptase este se retrato. Por el honor de Barcelona y pueblos limítrofes esperamos que caiga pronto un severísimo castigo contra los que así deshonraron la patria que les vió nacer, y no decimos mas porque hay cosas en que no puede detenerse la pluma sin rasgar el papel. Parece que llegó Mr. Arban á la altura de 4000[sic] metros, y no ascendió á mas porque hallaba un viento que le dirigia al mar.

En 1926 José Sánchez Real (1981), Tarragona colaboró en la construcción del palacio de la Generalitat publicó una versión basada en Brusi:

http://prensahistorica.mcu.es/es/catalogo_imagenes/grupo.cmd?posicion=9&path=4035189&forma=&presentacion=pagina

L’any 1802, durant l’estada de Carles IV i la reial família a Barcelona, l’italià Lunardi féu una ascensió en un Montgolfier… L’italià anà a caure al mar; uns pescadors el recolliren i el portaren a terra i l’acompanyaren. Sembla que «l’experiment» deixà a tothom satisfet.

Passen quaranta tres anys i no trobem notícia enlloc de què ningú es cuidés de volar ni de fer volar… sinó els coloms. Durant l’estiu de 1845, tota la familia reial vingué a Barcelona: Na Cristina de Borbón, reina governadora, sa filla Na Isabel, hereditària de la sobirania que havia exercit son pare Ferran VII, i la infanta Na Maria Lluïsa Ferranda, llavors princesa d’Astúries. Hom féu diferents festivals, i una de les diversions o espectacles fou l’elevació de globus lliures, probablement de paper. Una nota que hem trobat en l’Arxiu Municipal diu que no s’elevaren gaire.

El 12 de setembre de 1847, vingué a Barcelona Mr. Arban, precedit de gran fama, car ja havia realitzat altres ascensions. La seva «bomba», al dir d’un cronista, costava uns 1.500 duros. S’anuncià l’espectacle a la plaça de braus de la Barceloneta, no sols amb cartells, sinó, ademés amb fulles volants i versos que hom repartí profusament. Segons el Brusi, abans de tot, hom procedí a les «operaciones químicas» que eren… senzillament omplir la bomba de gas, que venia del gasòmetre per una canyeria o una goma.

Mr. Arban donava voltes per la plaça repartint al públic rams de flors, dolços y versos. Després s’assegué a la cistella, i els amics i entusiastes, quan el globus començava a aixecar-se, retenint-lo amb cordes, el feren recórrer tot el vol de la rodona. A una senyal de la presidencia deixaren les cordes i la bomba s’enfilà.

Entre aclamacions i picaments de mans li havia estat regalada una corona de llorer que, en el moment de deixar terra, l’aero… bombista, llençà a la presidència per a que li guardés.

Tot Barcelona estava acampada pels glacis de la Ciutadella, muralla de mar, passeig de la Barceloneta. Montjuich i altres muntanyes i… la plaça de braus, on, segons l’avi Brusi, había más de la mitad de la gente que cabe… però ens pensem que volia dir que hi havia la mitad más de la gente que cabe

Mr. Arban, anà a parar a un camp de blat prop del Besòs. Havia promès 25 duros al barco que primer acudís en son socors, en cas de caure al mar. Potser per l’esquer de la propina, un grapat de gent se li aferrà a la corda de l’àncora que penjava, i per poc el maten i li destrocen l’aparell. Entre els que hi acudiren hi havia un «calesero», Eudald Munné, que es posà de la seva banda, fent entendre a aquella gent que no toquessin la bomba, que costava molts diners, i entre ell i altres persones s’imposaren als més cafres. Mr. Arban volgué gratificar al Munné; però aquest sembla que no ho necessitava i que sabia el francès.

Vostès diran: què té que veure una cosa amb l’altra? Ara veuran: el Munné, que no tenia falta de quartos i parlava el francès, va fer d’intèrprete entre l’un i els altres, apaivagà a aquests, deixà obligat a l’altre, i, en lloc de recompensa pecuniària, li digué que li agrairia que, si volia fer-li una finsea, el deixés pujar amb ell dintre la cistella de la «bomba» el diumenge vinent.

I el diumenge vinent, 19 de setembre de 1847, tenim l’Eudald Munné convertit en avia… avia-bombes de cop i volta. I, poder de de l’exemple: eren vuit o deu que volien aviar-se!

Tot succeí com la primera vegada, i quan a vista natural hom no veia més que el globus, no deixà d’ésser observat amb ulleres de llarga vista i telescopis. Els dos heroics seguien imperturbables: un d’ells fumava tranquilament.

Baixaren a una vinya, que hi havia on existí en altre temps el monestir de Sant Geroni de la Vall d’Hebron, i els primers que acudiren a felicitar-los foren el llavors cònsul de França, després tan célebre Mr. Ferdinand Lesseps i la seva esposa, que amb tal fi havien sortit muntats a cavall, i un capità de cavalleria al davant del seu piquet destinat a donar protecció o auxili als aero… excursionistes.

Tothom preguntava al Munné quines impressions havia tingut, i ell, satisfent a tothom; Mr Arban, alabant i admirant la sang freda del seu company que, essent la primera sortida, no havia sentit fred quan a més de 3.00 metres trobaren la temperature a 0, ni s’havia emocionat en ésser dintre una gropada de núvols, on era tant fosc, que hom no veia l’acabament de les cordes que sostenia la cistella, i on la pressió aixafava la bomba, donant-li la forma d’un paraigües, cosa que féu témer al mateix Mr. Arban, i el decidí a descendir.

Al cap de pocs dies Mr. Arban se n’anà a Madrid.

Però tornà, dos anys després, i el 7 d’octubre de 1849, amb la mateixa mise que de costum, amb iguals preparatius, realitzà com havia promès, l’ascensió junt amb sa muller, que era molt bonica, segons ha escrit algú; mes, la mala qualitat del gas, que no tenia prou força ascensional per a emportar-se’n la barqueta, dos persones i alguns instruments i vestits d’abric que portaven en reserva, caigué tres vegades en el «tendido». Llavors, Mr. Arban, deixà a terra tots els saquets de sorra de llast, i l’aerostat, penosament, anà a parar verse el fort d’en Carles, i altre cop començà a baixar. L’aeronauta creia haver complert ja amb el públic, car era impossible alçar-se per la mala qualitat del gas, i havent sortit de la plaça, havia ja ascendit, però la immensa gentada que hi havia per aquells vols, començà a insultar-lo, diguent-li covard i embaucador. Mr. Arban, que era home d’amor propi, féu sortir de la barqueta a sa muller, desamarrà l’àncora, i llavors sí emprengué ràpidament l’ascensció, pujà… pujà… La gent el perdé de vista. Passaren dies, hom donà per perdut… passaren anys… i se n’ha perdut fins el record.

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