~18 de marzo de 1523 - Sale Ignacio de Loyola para Tierra Santa con algo de bizcocho, dejando su cueva manresana, a sus amigas espirituales, y unas monedas que encontró en la playa (1060 + 1354)

34. Veniendo el invierno, se infermó de una enfermedad muy recia, y para curarle le ha puesto la cibdad en una casa del padre de un Ferrera, que después ha sido criado de Baltasar de Faria; y allí era curado con mucha diligencia; y por la devoción que ya tenían con él muchas señoras principales, le venían a velar de noche. Y rehaciéndose desta enfermedad, quedó todavía muy debilitado y con frequente dolor de estómago. Y así por estas causas, como por ser el invierno muy frío, le hicieron que se vistiese y calzase y cubriese la cabeza; y así le hicieron tomar dos ropillas pardillas de paño muy grueso, y un bonete de lo mismo, como media gorra. Y a este tiempo había muchos días que él era muy ávido de platicar de cosas espirituales, y de hallar personas que fuesen capaces dellas. Ibase allegando el tiempo que él tenía pensado para partirse para Hierusalem.

35. Y así al principio del año de 23 se partió para Barcelona para embarcarse. Y aunque se le ofrecían algunas compañías, no quiso ir sino solo; que toda su cosa era tener a solo Dios por refugio. Y así un día a unos que le mucho instaban, porque no sabía lengua italiana ni latina, para que tomase una compañía, diciéndole quánto le ayudaría, y loándosela mucho, él dijo que, aunque fuese hijo o hermano del duque de Cardona, no iría en su compañía; porque él deseaba tener tres virtudes: caridad y fe y esperanza; y llevando un compañero, cuando tuviese hambre esperaría ayuda dél; y cuando cayese, que le ayudaría a levantar; y así también se confiara dél y le ternía afición por estos respectos; y que esta confianza y afición y esperanza la quería tener en solo Dios. Y esto, que decía desta manera, lo sentía así en su corazón. Y con estos pensamientos él tenía deseos de embarcarse, no solamente solo, mas sin ninguna provisión. Y empezando a negociar la embarcación, alcanzó del maestro de la nave que le llevase de valde, pues que no tenía dineros, mas con tal condición, que había de meter en la nave algún biscocho para mantenerse, y que de otra manera de ningún modo del mundo le recibirían.

36. El cual biscocho queriendo negociar, le vinieron grandes escrúpulos: ¿esta es la esperanza y la fe que tu tenías en Dios, que no te faltaría? etc. Y esto con tanta eficacia, que le daba gran trabajo. Y al fin, no sabiendo qué hacerse, porque dentrambas partes veía razones probables, se determinó de ponerse en manos de su confesor; y así le declaró quánto deseaba seguir la perfección, y lo que más fuese gloria de Dios, y las causas que le hacían dubdar si debría llevar mantenimiento. El confesor se resolvió que pidiese lo necesario y que lo llevase consigo; y pidiéndolo a una señora, ella le demandó para dónde se quería embarcar. El estuvo dudando un poco si se lo diría; y a la fin no se atrevió a decirle más, sino que venía a Italia y a Roma. Y ella, como espantada, dijo: «¿a Roma queréis ir? pues los que van allá, no sé cómo vienen»: (queriendo decir que se aprovechaban en Roma poco de cosas de espíritu). Y la causa por que él no osó decir que iba a Hierusalem fue por temor de la vanagloria; el cual temor tanto le afligía, que nunca osaba decir de qué tierra ni de qué casa era. Al fin, habido el biscocho, se embarcó; mas hallándose en la playa con cinco o seis blancas, de las que le habían dado pidiendo por las puertas (porque desta manera solía vivir), las dejó en un banco que halló allí junto a la playa.

37. Y se embarcó, habiendo estado en Barcelona poco más de veinte días. Estando todavía aún en Barcelona antes que se embarcase, según su costumbre, buscaba todas las personas espirituales, aunque estuviesen en hermitas lejos de la cibdad, para tratar con ellas. Mas ni en Barcelona ni en Manresa, por todo el tiempo que allí estuvo, pudo hallar personas, que tanto le ayudasen como él deseaba; solamente en Manresa aquella muger, de que arriba está dicho, que le dijera que rogaba a Dios le aparesciese Jesu Cristo: esta sola le parescía que entraba más en las cosas espirituales. Y así, después de partido de Barcelona, perdió totalmente esta ansia de buscar personas espirituales.

38. Tuvieron viento tan recio en popa, que llegaron desde Barcelona hasta Gaeta en cinco días con sus noches, aunque con harto temor de todos por la mucha tempestad. Y por toda aquella tierra se temían de pestilencia; mas él, como desembarcó, comenzó a caminar para Roma. De aquellos que venían en la nave se le juntaron en compañía una madre, con una hija que traía en hábitos de muchacho, y un otro mozo. Estos le seguían, porque también mendicaban. Llegados a una casería, hallaron un grande fuego, y muchos soldados a él, los cuales les dieron de comer, y les daban mucho vino, invitándolos, de manera que parecía que tuviesen intento de escallentalles. Después los apartaron; poniendo la madre y la hija arriba en una cámara, y el pelegrino con el mozo en un establo. Mas cuando vino la media noche, oyó que allá arriba se daban grandes gritos; y, levantándose para ver lo que era, halló la madre y la hija abajo en el patio muy llorosas, lamentándose que las querían forzar. A él le vino con esto un ímpetu tan grande, que empezó a gritar, diciendo: «¿esto se ha de sufrir?» y semejantes quejas; las cuales decía con tanta eficacia, que quedaron espantados todos los de la casa, sin que ninguno le hiciese mal ninguno. El mozo había ya huído, y todos tres empezaron a caminar así de noche.

, Autobiografía de San Ignacio de Loyola. Texto recogido por el P. Luis Gonçalves da Câmara entre 1553 y 1555.

Comentarios del compilador

[ref3556] fecha el embarque del gran emprendedor en 18 o 19 de marzo.

[ref3561], la segunda gran hagiografía, nos cuenta:

De la peregrinacion que hizo á Jerusalen.

Un año, ó poco menos, estuvo en Manresa, con la penitencia y apretura de vida que habemos contado. El cual acabado, llegábase ya el tiempo en que tenia determinado de ir á Jerusalen, y comenzándolo á poner por obra, salióse de Manresa, y fuese para Barcelona, sin tomar otra compañía consigo que la de Dios, con quien deseaba tratar á sus solas, y gozar de su interior comunicacion sin ruido ni estorbos de compañeros. Y así aunque muchos se le ofreciesen de hacerle compañía, y otros le aconsejasen y le rogasen ahincadamente que no emprendiese tan largo y peligroso camino, sin llevar alguno que supiese la lengua italiana ó latina, para que le sirviese de guia y de intérprete, nunca lo quiso hacer, por gozar mas libremente de su soledad. Y tambien porque como andaba ya tan descarnado de sí, y tan deshecho de todas las cosas del mundo, y con tan abrasados deseos se habia resignado y puesto en las manos de Dios nuestro señor, queria estribar en solo él, y estar colgado de su providencia paternal, de suerte que no se le derramase, ni divirtiese en las criaturas esta su confianza, ni se le disminuyese ó entibiase con la esperanza que podia tener en el ayuda y refugio del compañero.

Y no solamente echó de sí el ayuda de los compañeros en este camino, sino tambien toda la solicitud y congojoso cuidado que del viático se podia tener. Porque no hubiese cosa que le apartase de esta su singular confianza que tenia puesta en solo Dios, ni le hiciese aflojar de aquel apresurado paso con que caminaba tan alentado y sediento á la fuente caudalosa de las aguas vivas, que es Dios.

Halló en Barcelona un bergantin armado que pasaba á Italia, y una nave que estaba á la colla para hacer el mismo viaje. Trató de ir con el bergantin; pero estorbáronsele, y fué Nuestro Señor servido que diese al través, y se perdiese en aquella navegacion. La manera con que se estorbó la embarcacion del bergantin que se perdió, fué, que una señora que se llamaba Isabel Rofel [Rosel/Rosell?] (á lo que ella me contó en Roma), oyendo un dia un sermon, vió á nuestro Padre tambien oyéndole, sentado entre los niños en las gradas del altar: y mirándole de cuando en cuando, le parecia que le resplandecia el rostro, y que sentía en su corazon una como voz que le decia, llámale, llámale, y aunque por entonces disimuló, quedó tan movida, que en llegando á su casa, lo dijo á su marido, que era ciego y como ella era persona principal. Buscaron al peregrino luego, convidáronle á comer; comió, y despues les hizo una plática espiritual, de que quedaron asombrados, y aficionados á él, y supieron que aguardaba pasaje para Italia, para donde partia tambien un obispo, pariente de aquel caballero, y aunque estaba ya concertado de ir en el bergantin, y tenia no sé que librillos en él; hicieron tanto que se lo estorbaron, y el bergantin partió, y se perdió á vista de Barcelona.

El patron de la nave dijo que le llevaria de balde en ella, con que metiese su matalotaje, de tanta cantidad de vizcocho, cuanta habia menester para el sustento de su persona; porque sin esta provision no le queria recibir. Comenzó pues á tratar de la provision, del vizcocho que le pedian, y juntamente á congojarse y afligirse, pareciéndole que esto era ir contra sus propositos y contra el deseo de aquella perfectísima pobreza que Dios Nuestro Señor le habiadado, y contra aquella confianza tan segura y filial, conque queria estar todo pendiente y colgado de la mano de Dios. Y con amargura de su corazon, hablando consigo mismo, decia: ¿Dónde está aquella tan cierta y segura confianza en Dios, que no te faltaría cosa ninguna de su mano? ¿Por ventura él no podrá darte pan, y poner la mesa en el desierto á su peregrino? ¿Y como no se supiese desenvolver por sí mismo, ni desmarañar de estos enredos y pensamientos tan dudosos, determinóse, como solia hacer en las demás cosas, de proponer sus dudas y congojas al confesor, y decirle las razones que se le ofrecian por la una parte y por la otra: y el deseo tan encendido que Nuestro Señor le daba, de abrazarse con la perfeccion de la pobreza por su amor, y de hacer en todo lo que fuese mas agradable á los ojos de su divina Majestad, y ponerlo todo en sus manos, y hacer lo que Elle dijese. Y en fin, por parecer del confesor, metió vizcocho en la nave, y como al tiempo del embarcar le sobrasen algunas cinco ó seis blancas de las que le habian dado de limosna que habia pedido de puerta en puerta, por no llevar para viático mas delo quenopodia precisamente escusar, dejólas allí sobre un banco en la marina.

En este tiempo era muy atormentado de la tentacion de la vanagloria. De suerte, que ni osaba á decir quién era, ni de dónde era, ni descubrir á dónde iba, ni cómo vivia, ni qué pretendía, por no desvanecerse y ser llevado del aire popular y buena reputacion, en que por ventura otros le tendrían.

Pero volviendo á su navegacion, ella fué muy trabajosa, aunque breve, porque pasó una muy recia tormenta, y con los vientos recios y desechos llegó en cinco dias de Barcelona á Gaeta, que es una ciudad en Italia, entre Nápoles y Roma. Este año, que fué el de 1523, fué muy enfermo; y en él fué Italia muy afligida y trabajada de pestilencia. Por lo cual todos los pueblos y lugares tenian sus guardas y centinelas que no dejaban entrar á los forasteros; y á esta causa padeció en el camino de Gaeta para Roma extraordinarios trabajos. Porque muchas veces no le dejaban entrar en los pueblos; y algunas era tanta la hambre y flaqueza que padecía, que sin poder dar un paso mas adelante, le era forzado quedarse donde le tomaba, hasta que de lo alto le viniese el remedio. Pero en fin como pudo, cayendo y levantando, llegó á Roma el domingo de Ramos, y allí visitó con gran devocion y reverencia las sagradas estaciones y santuarios de aquella santa ciudad, y tomó la bendicion del papa, que era Adriano VI. Estando en Roma muchos procuraron de desviarle del propósito que tenia de ir á Jerusalen, dificultándole é imposibilitándole el camino por ser tan largo y trabajoso, y en año de tanto peligro y lleno de tantas dificultades, que no se podrían vencer sin mucho dinero.

Mas todas ellas no pudieron hacer mella en aquel ánimo determinado é invencible de Ignacio. Solo le movieron á tomar siete ú ocho ducados que le dieron al tiempo de su partida, que fué ocho dias despues de Pascua, para pagar conellos el flete de su embarcacion; los cuales tomó, vencido de los muchos peligros y espantos que le contaron. Pero salido de Roma examinando lo que habian hecho, parecióle que habia nacido de temor humano y falta de confianza; y remordíale la conciencia, y carcomíase entre sí. No porque le pareciese que era pecado tomar ó llevar dinero, sino porque no venia bien con la perfeccion de su deseo, y desdecia en alguna manera del santo propósito que habia hecho de seguir una estremada pobreza en todas las cosas. Y así reprendiendo su flaqueza, quiso arrojar el dinero, mas despues le pareció mejor darlo á los pobres que encontrase por amor de Dios, y así lo hizo.

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  • Adriano VI (2) Adriano VI (Utrecht, 2 de marzo de 1459 – Roma, 14 de septiembre de 1523), regente de Castilla y papa nº 218 de la Iglesia católica de 1522 a 1523.
  • Basílica de Santa María del Mar (30) La Basílica Menor de Santa María del Mar es una iglesia gótica catalana de Barcelona, situada en el barrio de la Ribera y construida entre 1329 y 1383.
  • Carlos I de España (58) Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico, llamado «el César» (Gante, 24 de febrero de 1500-Cuacos de Yuste, 21 de septiembre de 1558), reinó —junto con Juana I de Castilla, su madre, (esta última de forma solamente nominal)— en todo el Imperio español como Carlos I, desde 1516 hasta 1556, reuniendo así por primera vez en una misma persona a la Corona de Castilla (el Reino de Navarra inclusive) y a la Corona de Aragón.
  • Compañía de Jesús (8) La Compañía de Jesús (Societas Jesu, S. J.), cuyos miembros son comúnmente conocidos como jesuitas, es una orden religiosa de la Iglesia católica fundada en 1534 por Ignacio de Loyola, junto con Francisco Javier, Pedro Fabro, Diego Laínez, Alfonso Salmerón, Nicolás de Bobadilla, Simão Rodrigues, Juan Coduri, Pascasio Broët y Claudio Jayo en la ciudad de Roma.
  • Ducado de Cardona (2) El Ducado de Cardona, es un título nobiliario español, creado en 1482 por los Reyes católicos, a favor de Juan Folch de Cardona y Urgel.
  • Enrique de Aragón Folc de Cardona y Córdoba (16) Enrique de Aragón Folc de Cardona y Córdoba, duque de Segorbe y de Cardona (Lucena, 12 de agosto de 1588 - Perpiñán, 22 de julio de 1640) fue un noble y político español.
  • Gaeta (1)
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  • Mar Mediterráneo (73)
  • Pedro de Ribadeneyra (1) Pedro de Ribadeneyra S.I. (nacido en el siglo como Pedro Ortiz de Cisneros) (Toledo, 1526 - Madrid, 1611), biógrafo, historiador de la Iglesia y escritor ascético español del Siglo de Oro.
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  • Roma (8)
  • Romería (4) La palabra romería viene de romero, nombre que designa a los peregrinos que se dirigen a Roma, y por extensión, a cualquier santuario.
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