D. Martin, el humano, que despues fue rey de Aragon, se casa con D.ª María, condesa de Luna.
Etiqueta: Martín I de Aragón
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Martín I se retira a Perpiñán para escapar de la peste
A. D. 1396. On the 9th of December of this year, King Don Martin retired to the city of Perpignan in consequence of Barcelona being visited by pestilence.
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Llega Martín desde Sicilia para tomar posesión de la Corona de Aragón
DICMENGE XXVII. – Aquest dia entra lo Senyor Rey en Marti en Barchinona qui venia de Sicilia e fo li feta per la ciutat solemna feste lo dit dia et lo dilluns e dimarts apres seguents.
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Fusión de hospitales para crear el de la Santa Cruz
Los cinco hospitales pequeños que habia en Barcelona se reunen al llamado de Colom, del nombre de su fundador, y desde entonces toma el de Sta. Cruz.
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La universidad de Lérida se muda a Barcelona
El rey D. Martin de Aragon erige en Barcelona la Universidad que antes estuvo en Lérida.
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El Papa Luna y Vicente Ferrer, en la boda de Martín el Humano
DIMARTS XVII. – Aquest dia fo novi lo S.r Rey en Marti Rey Darago ab la S.ra Reyna Dona Margarida filla de Don Pedro de Prades quondam. E fo novi a la sua casa de Bellesguart.
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Muere Martín el Humano, sin sucesor y quizá envenenado por los afrodisíacos
Acercábase el momento tan temido por los reinos de Aragón: don Martin iba á bajar al sepulcro, dejándolos presa de la discordia y de la guerra civil. En el monasterio de Valldoncella, junto á los muros de Barcelona, adoleció el rey en 29 de mayo de un repentino accidente que dijeron haberle causado los brebajes que se le habían dado para rehabilitar su postrada naturaleza. En aquel estado, cuando ya se desconfiaba de su vida, la condesa de Urgel, madre del conde, y su nuera doña Isabel le suplicaron en vano que, pues Nuestro Señor le había llevado al postrer término de su vida, declarase al conde por legítimo sucesor en sus reinos, que con ello descargaría su conciencia y se excusarían los males y daños que por aquella causa se esperaban. Dícese que como continuase el rey aletargado, la condesa le asió por el pecho y comenzó á decir á voces que la sucesión del reino era de su hijo, y que él contra razón y justicia le quería privar de ella, debiendo don Guillen de Moncada y uno de los concelleres de la ciudad poner fin á aquella desgarradora escena. En vano también le suplicaron los concelleres de Barcelona que designara la persona que habia de sucederle; el rey se limitó á declarar y mandar ante los mismos y su protonotario el dia antes de su fallecimiento, que le sucediese en la corona aquel que á ella tuviese mejor derecho, conducta que generalmente se atribuye á su aversión al de Urgel y á su deseo de que le sucediera don Fadrique, pero que pudo ser, según dice Bofarull, consecuencia de la misma integridad del rey que, fluctuando entre la justicia y fundamentos en que estribaban las diferentes pretensiones de unos y otros aspirantes, no le permitió fijar su opinión en tan interesante punto. Solo dos dias duró la enfermedad del rey, que en 31 de mayo era ya cadáver, quedando la nave del estado sin gobernalle entregada á los embates de la mas horrorosa tempestad que excitaron las pasiones de los partidos.
Su cuerpo fué depositado en la catedral de Barcelona hasta que en 1460 fué trasladado á Poblet. Su joven esposa doña Margarita le sobrevivió unos doce años. Tal fué el príncipe cuyo elogio hace completo el solo dictado de Humano con que la posteridad honra su memoria; no hubo en su reinado sucesos ruidosos y brillantes, pero sus expediciones todas fueron coronadas de feliz éxito y los reinos de Aragón, exceptuando la época en que lo agitaron los bandos de sus ricoshombres, gozó de un período de tranquilidad y bienandanza que harán siempre grata la memoria de este monarca. Moderado, justo, benéfico, amigo de la paz, sin rehuir jamás la guerra y sin que le intimidara el fragor de las batallas, Martin el Viejo, como fué llamado en contraposición á su hijo, seria sin duda uno de los mas grandes monarcas de la casa de Aragón si no manchara en parte su fama como rey la singular conducta que observó en los últimos años de su vida, que tanto luto y lágrimas habia de costar á estos reinos, á no ser que de ella demos la explicación antes expresada. Con don Martin se extinguió la línea masculina de los antiguos condes de Barcelona, que habia dado reyes á Aragón por espacio de doscientos setenta y tres años. Ilustrísima dinastía que pareció llevarse al sepulcro toda la gloria y esplendor de estas tierras, y en la cual todos sus reyes, capitanes esforzados, políticos eminentes, sabios gobernantes ó decididos amantes de las letras, ofrecen una série de hermosas é interesantes figuras, de que, dice bien Lafuente, con dificultad podrá vanagloriarse otra alguna dinastía. Los sucesores de Vifredo habian cumplido bien con el encargo que Dios confia á los reyes, y todos, guerreros, artistas y políticos, pueden presentarse sin temor ante el tribunal de la historia: el condado de Barcelona, apenas rescatado de las armas agarenas, habíase convertido en la poderosa nación, ejemplo de Europa por sus libertades, poderosa en España, conquistadora en Italia, dominadora en Oriente y soberana en el mar; nación que si superaba á casi todas sin ceder á ninguna en el comercio y en las artes útiles, no se mostraba inferior en su cultura intelectual y en el cultivo de cuanto ennoblece al hombre. La dinastía catalana, pues, al descender al sepulcro, ha de merecer un homenage de amor y respeto de cuantos estudian en la historia las grandes virtudes y los grandes caracteres, homenage que ha de ser mas ardiente y fervoroso si lo presta quien ha nacido en la tierra que aquellos reyes conquistaron y á la que tan alto enaltecieron.
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Primera sesión del parlamento catalán para elegir sucesor a Martín I
Primera sesion del parlamento de Cataluña para tratar de elegir sucesor á la corona de Aragon entre los siete que la pretendian despues de la muerte de D. Martin el humano.
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Blanca I de Navarra y la sucesión a la Corona de Aragón
Entra D. [Carlos] III de Navarra para tratar del modo como habia de volver su hija D.a Blanca, viuda del rey de Sicilia, porque no teniendo hijos, no era razon que gobernase aquel reino con riesgo propio y provecho ageno.
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La Cofadría de los Algodoneros de Barcelona se hace con la Espada de San Martín
144 Pedro de Vila, en el año 1248, proseguía la Conquista, y expulsion de los Mahometanos del dicho Reyno de Valencia; consta en el fol.105. del Real Registro: Jacobi super diversis de 1234. ad 48. La insigne Reliquia de la Espada de San Martin era de los Señores Reyes de Aragón, como consta en el Real Testamento del Sr. Rey Don Pedro Tercero de Aragón, que firmó en Barcelona en 17. de Agosto de 1379. en el qual haze memoria de cinco Espadas que tenia, una de San Martin, y otras llamadas de Vilardell, Tizon, Girveta, y Clareta. La dicha Espada de San Martin después de la muerte de dicho Sr. Rey Don Pedro Tercero passó á mano del St. Rey Don Juan Primero, y por muerte de este á mano del Sr. Rey Don Martin; por cuya muerte sin su cession passó al dominio de Bernardo Zavila dé la Real Casa, y Familia de dicho Sr. Rey Don Martin, quien en 14. de Octubre de 1436. la dió a la Cofadria de los Algodoneros de Barcelona, a quienes la pidió prestada la Señora Reyna Doña Maria Consorte del Sr. Rey Don Alfonso Quarto, la qual aun se retenia la Espada en el año 1458. Y atendiendo, que de la tal donación no tenían publica escritura, le rogaron, que con ella ratificarse dicha donación, lo que executó en 25. de Setiembre de 1458. ante Antonio Juan Notario publico de Barcelona, cuyo Instrumento he visto autentico. En el año 1725. hallándose en Barcelona Don Francisco Zavila Ayudante Mayor de las Reales Guardias Españolas Hermano, y Procurador general de Don Francisco Xavier Zavila, Sr. de la Villa de Maro, y Alcayde perpetuo de su Fortaleza, domiciliado en Granada, descendientc de dicho Bernardo Zavila el primero que de este apellido fue Señor de la referida Espada, rogaron á dicho Don Francisco los Prohombres de la Cofadria de los Algodoneros, que de nuevo les ratificaste la antigua donación que les hizo Bernardo Zavila, á la qual suplica condescendió Don Francisco; por lo que los Prohombres de dicha Cofadria llevaron con mucha reverencia la Espada de San Martin á la Iglesia del Real Convento de la Merced de Barcelona, y colocada sobre la mesa del Altar Mayor, hizo nueva ratificación de la misma Espada á la dicha Cofadria, y fue adorada por todo el concurso que se hallo en la Iglesia, y concluida la solemnidad fue entregada en manos de los mismos Prohombres, quienes se la llevaron á la Casa de su Cofadria. El auto passó ante Gaspar Sayós Notario publico de Barcelona en Domingo 25. de Enero del expressado año 1715. De otra Espada hizo especial Titulo la Historia de Pedro Miguel Carbonell Archivero del Real Archivo de Barcelona sol. 42. col. 2.
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Inauguración en la nueva Plaza del Duque de Medinaceli de un monumento a no se sabe cuál de los Galceran Marquets, personaje(s) escogido(s) a prisas porque resultó que el candidato original, Blasco de Garay, no inventó la máquina de vapor
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En el alma sentimos que el juicio de los inteligentes no sea favorable á este monumento que la prensa barcelonesa calificó de bellisimo, que mereció la honra de verse estampado en uno de los primeros periódicos de Inglaterra, y que, segun ántes indicamos, se hizo para dar una muestra de los progresos artísticos de nuestro siglo. Constituidos en el deber de consignar el dictámen de la crítica razonada sobre todas las materias que tratamos, deber ingrato por demas cuando el dictámen es poco lisonjero, no podemos ménos de indicar algunos defectos que los artistas echan de ver en esta Columna. Concebida su traza con el propósito de eternizar la memoria de Blasco de Garay, pero dedicada á Marquet, desde que cierto literato probó la inexactitud con que se atribuia al primero la aplicacion del vapor á la navegacion; harto se comprende que con tan grande cambio de destino y sin variacion alguna en el pensamiento, habia de resultar poco satisfactoria la filosofía de la obra; porque ni la forma, ni los accesorios, ni los atributos podian convenir á la vez á un maquinista, á un genio científico, y á un vicealmirante, á un soldado. Mas dejando esto aparte, parece que, siendo irregular la plaza, debiera haberse preferido colocar la Columna en el mismo eje de la calle de la Merced, ántes que sujetarse al eje norte-sur de aquella. Tambien se tacha de pequeño el monumento, comparado con el grandor del sitio en que se halla, por cuanto una columna triunfal debe sobrepujar la altura de las casas ó edificios circunvecinos si se quiere que presente el carácter magestuoso y monumental que le es propio (1). Algunos se adelantan á decir, que siendo esta una pobre imitacion de las columnas-candelabros de la plaza de la Concordia en Paris, dista mucho de corresponderá la idea de grandiosidad que debió de presidir en su ereccion. Y con efecto, ¿qué objeto tienen en ella los dos faroles cuyas peanas son los extremos de la quilla de una nave? ¿Sirven acaso, como en las citadas columnas-candelabros, para alumbrar el suelo que pisan los transeuntes? ¿Sirven para iluminar la estatua? ¿Quién no conoce que es un contrasentido figurar el casco de una embarcacion atravesado por el fuste de una columna, cuando el mayor diámetro de la basa y del capitel imposibilita la realidad de la representacion? Por otra parte, la estatua está vestida con alguna impropiedad, pues el manto que le cubre ni es propio del Conceller, ni sienta bien al guerrero que parte para una expedicion marítima; aun prescindiendo de que forma tambien extraño contraste con la armadura militar el gorro de magistrado municipal. Tocante á los principales accesorios, á saber los caballos marinos del capitel y los tritones asaz monótonos del basamento, son una decoracion incongruente, pues no hay razon alguna admisible que autorice para mezclar objetos de la fábula con los atributos correspondientes al héroe del monumento y á la ciudad que lo ha erigido. El espíritu tan católico de la época en que aquel floreció, no puede hacer mas incompatible la mezcla. Se nota, en fin, que el basamento es demasiado pequeño, que presenta poca base á la columna, y que si bien será pintoresco en el dibujo hacer saltar el agua de los cuernos marinos que aparentan tocar los tritones, esta disposicion condena á una rociada inevitable á los que van por agua á la fuente.
Vengamos ahora á la historia del personage. Claro es que el Ayuntamiento hubiera satisfecho la curiosidad general del público de Barcelona, si al anunciar la inauguracion de la Columna, hubiese continuado unos breves apuntes biográficos del vicealmirante catalan, de modo que resaltasen los raros méritos que le hacian acreedor á la señalada honra que iba á dispensarle, con preferencia á tantos otros marinos como florecieron en el servicio de la Casa de Aragon. Podia subsanarse este descuido colocando en la Columna una inscripcion, como se suele siempre practicar en semejantes monumentos. Sin embargo, el público no ha recibido otras noticias acerca de este punto principal, sino las mas ó menos extensas, y no siempre bien averiguadas, que insertaron á la sazon los periódicos políticos. En uno de ellos escribió D. Antonio de Bofarull un largo artículo ó reseña de la vida y hechos de Galceran Marquet, esforzándose con patriótico anhelo por presentarlo como uno de los primeros adalides de la antigua marina catalana (2). La familia de Marquet es antiquisima y con justicia celebrada: el exacto é imparcial Zurita al referir la victoria que el infante D. Alfonso hubo de los callereses en 1324, dice, especificando el buen comportamiento de algunos en el combate, que «tambien se señaló mucho en lo de la mar otro caballero catalan llamado Miguel Marquet, lo cual fué en los deste linage tan ordinario como si fuera por herencia» (3). Con todo eso, es exajerado el aserto de Felíu de la Peña, que esta familia barcelonesa diese mas victorias á sus Reyes, que varones contara en estas y las antiguas centurias; y únicamente á título de hipérbole puede tolerarse el que se afirme, como el citado articulista, que recorriendo la historia de nuestras glorias se ve que en ninguna deja de figurar este ilustre apellido.
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Siendo, pues, tan antigua y numerosa esta familia, se comprende cuán fácil es que varios de sus individuos en el decurso de los siglos llevaran el nombre de Galceran, que por cierto era muy comun en Cataluña en la edad media. Las crónicas confirman esta presuncion. Por consecuencia, importa ante todo señalar cuál de los Galceran Marquet que tomaron parte como marinos en nuestros antiguos sucesos, es el que representa la estatua que acaba de levantarse. Pudiera creerse que la coincidencia de haber sido Conceller de Barcelona y vicealmirante de las armadas aragonesas señala fijamente la persona; pero hojeando las historias se advierte que en realidad la confunde mas y mas. Si en 1334, vemos de Conceller cuarto á un Galceran Marquet, que sale á la mar acaudillando una flota; hallamos tambien un Galceran Marquet de Conceller primero en 1389, y de vicealmirante en las aguas de Sicilia en 1398; aun pasando por alto el Galceran Marquet que iba de cómitre en la galera en que en 1404 el Papa Benedicto XIII se embarcó para Italia en el puerto de Barcelona. Nadie caerá en el renuncio de imaginar que fuese la misma persona la que en 1398 desempeñaba uno de los primeros destinos de la armada, que habria obtenido nada ménos de sesenta y cuatro años ántes. Siendo, pues, dos individuos con igualdad de nombre y empleos, y no habiendo el Ayuntamiento indicado á cuál era su ánimo erigir la estatua, nos vemos sumamente perplejos en inclinarnos con preferencia á uno determinado, cualquiera que sea.
Sin embargo, á impulso de ciertas razones, seguiremos por el pronto la opinion general que atribuye el monumento al personage mas antiguo. El Sr. de Bofarull sienta que la primera vez que figura en la historia Galceran Marquet es en 1331, yendo de vicealmirante en la flota mandada por Guillermo de Cervelló, que acababa de aprestar Cataluña para la guerra contra la república de Génova. Ninguno de nuestros mas acreditados historiadores nombra á Galceran Marquet en esta gloriosa expedicion; y aunque su silencio no destruye por sí solo la probabilidad del hecho, pensamos evidenciar su inexactitud con el testimonio irrecusable de cuatro documentos diplomáticos.
[etc etc]
Resulta de nuestra discusion histórica que, á pesar de hallarse confundidas y ser casi inextricables las ramas del árbol genealógico de Marquet, parece que en el período de setenta y tres años se conocen bastante distintamente tres Galceran, acaso padre é hijos, ó padre, hijo y nieto. Puede sentarse con toda probabilidad que dos de ellos fueron sucesivamente Concelleres y vicealmirantes. ¿A quién, pues, preguntamos de nuevo, representa la estatua que el Ayuntamiento mandó colocar en lo alto de la Columna triunfal, toda vez que las únicas circunstancias con que se quiso dar á conocer al público el ilustre personage, fueron las de haber desempeñado aquellos dos altos destinos? ¿Y qué contestaremos de fijo y categórico al viagero curioso que al contemplar el monumento nos dirija semejante interrogacion?
Empero, concedamos por un momento que está bien determinada la persona de Galceran Marquet, y que aquel cuya memoria perpetúa la Columna, es inconcusamente el vicealmirante de D. Pedro IV ó el de D. Martin. Aun así, ¿qué razon se tuvo para decretarle tan distinguido honor con preferencia á cien y cien otros marinos catalanes que pusieron en manos de los monarcas aragoneses el cetro del Mediterráneo? ¿Por ventura el destino cívico que obtuvo? La oportunidad de presentar al héroe como magistrado municipal y vicealmirante, no la graduamos de motivo suficiente. Mejor hubiese sido renunciará ella, y exponerá la admiracion pública algun personage, cuyos hechos bien conocidos fuesen dignos de eterna recordacion, y nos le representaran como uno de los primeros hombres de su época y que mas influjo ejercieron en los destinos de la patria. Dechados presentan los fastos de Cataluña en que la generacion actual y las venideras podrian aprender el ejercicio de todas las virtudes sociales, políticas y militares: de los principes, justos, benéficos y tan cuerdos en la paz como valerosos en las lides, D. Ramon Berenguer el Viejo: de los magistrados celosos de los derechos y prerogativas populares, Juan Fivaller: de los leales tribunos cuya voz no intimidan riesgos ni amenazas cuando se trata de la salvacion de la patria, Pablo Claris: y finalmente de los denodados marinos (si á un marino se queria á todo trance erigir la columna) cuyas victorias pueden contarse casi por las páginas de nuestras crónicas, Rogerio de Lauria, Jofre Gilaberto de Cruíllas, Poncio de Santapau (12), Bernardo de Cabrera (13) y otros infinitos que llevan como anejo á su nombre el recuerdo de las glorias y pujanza que equipararan un dia á Cataluña con las potencias mas fuertes y belicosas del mundo. (14)
No sin verdadero dolor debemos, pues, concluir diciendo que en la ereccion de esta Columna triunfal fueron poco felices el pensamiento y su realizacion.