Etiqueta: Florencia

  • Paz de Barcelona entre Clemente VII y Carlos I

    It is now time to look awhile on foreign history. Our last narration left the Count de St. Pol in Italy, where (1528.) he had quarter’ that part of the soldiers which remain’d of that year’s wars, in their winter garrisons; but the spring being come, he took divers places on this side the Tesino, and at last join’d his forces with the Duke of Urbin, General of the Venetians, and Francisco Sforza. Yet, whether that he durst not attempt the city of Milan, which Antonio de Leyva strongly defended, or that the Count de St. Pol affected more the enterprise of Genoa, their army march’d to Landriano, June 21. 1529. Of which Antonio de Leyva being advertis’d, us’d that diligence, that he (June, 1529.) surpris’d the Count de St. Pol when part of his army was march’d before, and wholly defeated the rest, taking him prisoner.

    This while the emperor equipp’d a great fleet for Italy, with intention to be crown’d there, having first (for the more ample furnishing of himself with money) pawn’d the Molucca’s to the King of Portugal for 350,000 ducats.

    The pope hearing of these great preparatives at the same season that the defeat of St. Pol (succeeding that of Lautrech in Naples) had wholly disabled the army of the confederates, resolv’d to comply with the times. So that, before the news thereof could easily be convey’d to the emperor, he endeavour’d his own peace, for this purpose employing one Antonio Musetolor a Neapolitan ; who prevail’d so far, as he concluded a league at Barcelona, June 29. to this effect.

    1. That the peace betwixt them should be perpetual.
    2. That the imperial army which was in Naples should have secure passage through the pope’s territories.
    3. That the emperor should give Donna Margarita (his natural daughter) in marriage to Alessandro de Medicis son of Lorenzo, and that he should invest him in the state of Florence, with the title of duke.
    4. That Cervia, Ravenna, Modena, Reggio, should be restor’d to the apostolick see by the emperor’s power.
    5. That the pope should give unto the emperor a bull, with the title of the kingdom of Naples, to be held in fee from the pope, upon payment every year of a horse or a Hackney white.
    6. That the pope should in all ecclesiastical affairs, enjoy his accustom’d right.
    7. That the pope and emperor should see one another in Italy.
    8. That the emperor should assist the pope against the Duke of Ferrara.
    9. That justice should be done to Francisco Sforza Duke of Milan, and that the emperor commit his cause to indifferent judges.
    10. That the emperor and his brother Don Fernando and the pope join together to reduce the Lutherans, either by fair or foul means to the Roman Catholick faith

    All which articles (and perhaps some private ones concerning the affairs of England now in agitation) were (July 3.) sworn to on both sides upon the great altar of the cathedral church of Barcelona.

    And thus did the pope renounce all his former designs, and betake himself intirely to the emperor, at the same time when the two cardinals sat on their commission in England. So easie was it for the pope to forget both the injuries receiv’d from the imperialists, and the good turns from all his confederates, when a readier way was open’d him for regaining his cities, and revenging himself on the Duke of Ferrara and the, Florentines, who, during his late captivity, had expuls’d the family of Medicis out of the city.

  • Salen en procesión 50 peones hacia El Escorial con el Cristo de Benvenuto Cellini, muy supuestamente

    Por circunstancias que no son del caso, y rebajado el valor de la obra a 700 ducados por los escultores tasadores Rossi y Ammaniati, comisionados para ello por los Síndicos de Florencia en 1570, nada percibió en definitiva el escultor insigne por su obra, que estuvo colocada en el Palacio Pitti hasta 1576, en que fué regalada por tan generoso prócer al rey Felipe II.

    El rey de España, a la sazón en El Pardo, ordenó que se trajera procesionalmente a hombros desde Barcelona, para lo cual comisionó a Bautista Cabrera, al frente de cincuenta peones, a fin de llevar a cabo tan piadoso cometido.

    El día 14 del mes de Noviembre de aquel año llegó el Crucifijo a S. Lorenzo de El Escorial, «colocándose en la Sala Capitular, en el lienzo de la puerta, hasta que otra cosa se determinara».

  • Los inquisidores queman a un hereje anciano

    Ultimo día de Maio se hizo pregón público á son de trompetas y caxas, con asistencia de muchos ministros del Santo Tribunal, á cavallo todos, señalando el día y puesto para el auto general: asistieron á este pregón los señores inquisidores, precediendo antes su estandarte y multitud de oficiales.

    Señalado el día en que se havía de celebrar el auto, dispusiéronse luego los tablados en el Born [1], en la sera [2] que da al mar: se fabricó uno bajo las ventanas que suelen tener los señores conselleres para ver las fiestas: éste era mui alto; havía de servir para los reos; púsose sobre él un altar que cubría un dosel, en el qual estaban las armas de la Santa Inquisición, una cruz, espada y ramo de laurel bordado en el mismo dosel: enfrente este tablado, se hizo otro menor, con las gradas por los lados, y en él muchos bancos y sillas, que havía de servir para los ministros y oficiales de la santa Inquisición: otro se dispuso en la sera que el primero, entre las ventanas del señor Virrey y Ciudad: tenía colgado sobre él un paño de terciopelo negro, bordado en medio un escudo de las armas reales, y al un lado un brazo con una espada desnuda, y al otro lado otro brazo con un ramo de laurel: havía tres sillas en este tablado para los inquisidores, y de este tablado salía una puente que pasava la plaza, y en media de ella, elevado 4 palmos, un púlpito pequeño para estar el reo mientras se le leía la sentencia. Todo esto dispuesto, llegado el día veinte, que era un domingo, por la tarde salió una procesión asistida de todas las religiones y el clero de Santa María del Mar, como á parroquia en cuio distrito hera la función: llebaban por guiones las dos vanderas de la Pasión; seguíanse luego unos quarenta familiares ó alguaciles del Tribunal con sus baras; después destos, cinco ó seiscientos familiares con velas verdes encendidas en la mano y sus insignias ó veneras del Santo Oficio en los pechos: sucedía á éstos la cruz de la parroquia, y á ella las religiones y clero de Santa María; cerraban la procesión el preste con capa pluvial, y diácono y subdiácono, y tras éstos trahía un monecillo una cruz grande hueca de madera de color verde. En esta forma, después de haver pasado por los puestos acostumbrados en procesiones generales, llegaron al Born y al tablado de los familiares, y sin subir ninguno, pasaban apagando las velas; la cruz de la parrochia esperó al clero al pie del tablado, y suviendo éste, pasó la puente y colocaron en el tablado de los reos la cruz verde, y vanderas á los lados con quatro velas encendidas, y religiosos trinitarios que estubieron toda la noche de custodia.

    Al otro día por la mañana, ya al amanecer, no cavía la gente por las calles, porque con la anterior noticia havían acudido de toda la provincia: á las siete horas el señor Virrey y Conselleres acudieron á sus puestos. Llovió algún poco aquella mañana, pero serenóse luego, y así salieron de las casas de la Inquisición los religiosos dominicos, llevando por guía un Santo Crucifixo grande, y á sus lados dos religiosos con unos azotes en las manos. Tras de los religiosos seguían los penitentes, que eran diez: dos mugeres, una por dos veces casada, la otra por hechicera; quatro hombres por casados dos veces, viviendo la primera muger; un mercader de Manrresa, por haber concurrido en la precha (Sermón luterano) estando en Francia y comer carne en los viernes, y tres renegados que havían aportado las galeras de Florencia, los dos jóvenes y el último ya viejo y pertinaz: á éste le hiban exortando dos religiosos. Todos los reos vestían sus túnicas, unos verde y otros amarilla, con cruces coloradas, corozas en la caveza y en ellas pintado el delito. Empos destos, venían los familiares, calificadores y ministros del Santo Oficio á cavallo, y los señores inquisidores venían los últimos, y tras ellos el procurador fiscal del Santo Tribunal. Llegaron al Born, y tomando sus puestos cada uno como está dicho, depositaron el Santo Christo sobre las gradas del tablado en donde estavan los penitentes, y se dió principio al auto con un sermón que predicó el padre Chrisóstomo Bonamic, dominico: duró dos horas el sermón; leióse después el cartel por un religioso dominico, y luego suviendo un reo al púlpito que les tenían ya hecho en el puente, se le leyó su proceso y sentencia, condenando quién á galeras, quién á destierro y quién á azotes. El de Manrresa salió penitenciado en haver de pagar mil ducados y estar tres años en un combento. El último fué el viejo renegado; á éste condenaron á quemar, y leída la sentencia lo entregaron á la real justicia, y el Consejo Real, que también asistía, proveió allí luego la execución de la quema, y llebándole prontamente los ministros con el verdugo fuera de la ciudad, al puesto que llaman el Cañet, se le dio garrote y quemaron el cuerpo. Los otros que quedaron en el tablado se postraron, y cantando los religiosos franciscos el psalmo del Miserere, los inquisidores les davan con unas barás encima, y absueltos, los restituyeron á las cárceles de la Inquisición y dió fin el auto. Al día siguiente se executaron las sentencias de azotes, destierros y galeras, según el estilo ordinario.

    1. [1]La plaza del Borne. El ábside de Santa María del Mar forma aún uno de los testeros de dicha plaza.
    2. [2]En la acera.
  • Los Santos: panellets, castañas, el cementerio de Pueblo Nuevo

    El 1.º de noviembre, fiesta de todos los Santos, se distingua particularmente por un inmenso número de tiendas y mesas ambulantes cubiertas de una variada y prodijiosa cantidad de panecillos de mazapan á que llaman vulgarmente panellets; de los cuales como asi mismo de castañas hacen provisión generalmente todas las familias para celebrar en sus casas una especie de noche buena. En todo aquel dia y noche están llenos los cafés de un inmenso gentío, y adornados con ricas mesas cubiertas profusamente de hermosos ramilletes, y de un sin número de platos de dichos mazapanes, confituras, dulces y fiambres, de que se hacen continuas rifas. Por la tarde del siguiente dia, llamado de difuntos, acude mucha y muy lucida concurrencia á visitar el Cementerio general, extramuros de la Ciudad, monumento muy digno de verse por su estension, por la hermosura y variedad de sus nichos y epitafios, y sobre todo par su elegante y original Capilla, Obra del Sr. Ginessí, arquitecto de Florencia.