Lunes á 19 de Septiembre 1639, hallá(n)dose el exército francés atrincherado á la circumvalación de Salsas, y llevando el nuestro la principal mira á recuperar esta plaza, se devidió nuestra gente en trozos en disposición de embestir, y de resistir las avenidas del enemigo, pero no tan determinado al choque, como sucedió. Tocó la orden de reconocer las trincheras del enemigo al hijo del marqués de Torracusa, duque de San Jorge (D. Carlos María Caraciolo, Duque de San Jorge), y á D.n Alvaro de Quiñones, con dos mil cavallos, á quienes seguía un trozo de infantería y entre ella 1.200 hombres de la Diputación (nota omitida); acercóse tanto la cavallería á las fortificaciones del enemigo, que saliendo algunas mangas de infantería y cavallería francesa, se trabó la escaramuza tan sangrienta, que empeñados los nuestros, llegando la infantería, hicieron tal destrozo en los franceses, que rotas las trincheras y muertos millares de franceses, quedaron los nuestros señores de las fortificaciones y á toparse allí el cuerpo del exército, es cierto se llebavan de camino el castillo. Obró prodigios la gente que se halló en el choque, y principalmente los catalanes, tanto que el de Torrecusa escrivió al general que no parecían hombres sino demonios los cathalanes, sigún lo desesperado y valerosamente que se havían portado. El enemigo destrozado retiró las más de sus tropas á la plaza, siguiéndole nuestra gente hasta las murallas de la fortaleza, haciendo cruel matanza, y á mui pocos pasos del foso hizo nuestra gente las trincheras (nota omitida). Sitióse la plaza con tal apretura, que no dejavan salir ni entrar el menor aviso del mundo, y reconociendo que por la refriega y fuga antecedente se havía retirado á la plaza mucho más número de gente que para su guarnición havía menester, pues pasavan de tres mil hombres, y que los bastimentos en breve se expenderían (nota omitida), apretavan más el sitio y ruina de la plaza. Pusieron quatro baterías y la una desde una montañuela ó colina que dominando el omenaje y plaza de armas de la fortaleza, le causava yreparable y continua ruina haciendo venir á tierra el omenaje. Las otras baterías eran de poco fruto, sino para las obras muertas, por ser la muralla de ladrillo y tener más de 20 palmos de grueso. La artillería de la plaza, ningún daño nos causava por estar bajo de ella con tal cercanía, que al principio con piedras ó invenciones de fuego infestavan los asediados á los nuestros, que obligados de tanta molestia, fabricaron una entrada encubierta para defenderse de tan cercanos fastidios. Con esta apretura, sin cesar noche y día, se tirava de continuo á la ruina ó consecución de la plaza. El enemigo ora sea para avisar de su aprieto y abreviar el socorro, ora sea para purgar la superfluidad de la guarnición que debastava los bastimientos y víveres de la plaza, y abreviava con esto su rendimiento, despedía á quinientos y seiscientos para que probando el romper las trincheras, saliesen; pero aunque en barias surtidas se procuró, jamás lo consiguieron, ni el que pase un hombre siquiera.
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Dios rescata a los franceses de un fallido intento de levantar el cerco de Salses (Rosellón) con lluvia y una epidemia; otro intento el día de Todos los Santos; mutilación de los cadáveres
Prosiguiendo el sitio tan sangriento, y reconociendo el francés que sin mucho número no podía dar el socorro, juntó quanto pudo y el día 24 de Octubre 1639 á las tres de la tarde, apareció el enemigo por la colina, llegando á tiro de artillería de nuestro campo, que albozado de verle, esperando que si llegava á las manos havía Francia de experimentar mui á su costa el valor de España y esta tener un dichoso día con la victoria.
Pero Dios, cuios juicios son impenetrables, atajó á unos la gloria y á otros la infelicidad, pues estando ya para empezarse la batalla empezó el cielo á cubrirse y con estraordinaria tempestad á arrojar agua, que el enemigo se hubo de retirar con tal fatiga de los soldados, que dejaron á vista de los nuestros más de dos mil mosquetes y arcabuces. Continuaron las aguas con tal abundancia y tantos días, que inundándose la campaña y saliendo los ríos de madre, faltaron las provisiones y mantenimiento á nuestro cuerpo, porque los caminos y valles estavan investigables (intransitables?) y hechos mar, en las obras de minas, hornillos, y otros gastamientos que contra la plaza se hacian.
Murió anegada mucha gente nuestra, y no quedando cosa que no pareciera un estanque; esta inclemencia de tiempo sobre estar nuestro exército mal complexionado, con ocasión de haver en lo recio de la canícula tenido sus alojamientos en las comarcas de Perpiñán y Salsas, territorios poco salutíferos, junto con las recias tramontanas …, engendró tan ardientes, contagiosas y sobervias enfermedades, que en pocos días no caviendo los enfermos en los hospitales de Perpiñán, se huvieron de tomar algunos comventos de dentro y fuera de la villa, que nada bastó. Murieron muchísimos, así nobles como pleveos, y títulos, y en breve porque apenas se sentían enfermos, quando á toda priesa havían de sacramentarlos y algunos no davan lugar á ello.
Supo el francés esta ruina y dismembración de nuestro exército y pareciéndole fácil el socorro de la plaza, intentó darle el día de Todos Santos por el mismo terreno que havía venido la otra vez, apareció á media tarde, ostentando mucha gente y juzgando feliz su designio de rompernos y socorrer la plaza, y así el día de las Animas á las dos de la tarde, bajando tres tercios por la montaña, que eran el de la Reina, el de Lenguadoc y el de Normandía, compuestos de la primer nobleza y mejor milicia, embistieron dos veces con desusada furia las trincheras, pero ambas veces fueron rechazados con tal valor, que al pie de las trincheras quedaron más de 300 muertos, sin los que al retirar con las continuadas ruciadas de nuestra mosquetería quedavan por el camino y se herían mortalmente, pues asiguraron después los franceses mismos, havian perdido más de 1.300 hombres, todos de la primer esfera, entre los quales murieron siete títulos, catorce capitanes y un coronel ([nota omitida sobre Torrecusso]).
Retiróse el francés á Narbona, para ayudar á llorar á Francia tan amargo suceso. Nuestra infantería tuvo muy rico despojo, porque eran ricos los vestidos, y muchos doblones los que se hallaron á los muertos á quienes algunos desalmados de nuestro exército, fué quitando narices, orexas, y testículos, acción que sintió el de Luy infinito, pues al pedir algunos cuerpos de los principales, no se pudieron conocer.
Continuóse el sitio con toda vigilancia, fortificándose más de cada día los nuestros con muchas trincheras, contrafosos, reductos y otras obras defensivas, y poniendo entre unas y otras mucha artillería, formaron inexpugnables fortificaciones, y bien que la inclemencia pasada havía disminuido el número, pero los buenos sucesos, aumentando el valor de los sitiadores, y con las reclutas así de forasteros como de naturales, no se echava menos la gente que havía purgado el exército con tanta epidemia. La providencia de n(uest)ros generales ordenó se fabricaran barracas de madera para abrigo de los nuestros en tan rígido tiempo, procurando abundancia de madera, con que contribuía el país y pueblos gustosísimos, y con indecible amor, hasta llevar las tablas de sus propias casas al campo y exército.
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Sale para Salses el diputado militar Tamarite «por algunos secretos motivos»
Pareció al consistorio por algunos secretos motivos, que importava asistiera al lado de nuestro general, un diputado de Cathaluña: éralo militar aquel trienio Fran(cisc)o de Tamarite, á quien nombró el Consistorio, y asistido de mucha nobleza, llevando la bandera de la Diputación Don Juan Tamarite, armado de punta en blanco partió con 40 soldados de recluta el día 7 de Diciembre 1639; acompañóle el Consistorio hasta la Cruz de San Francisco. Hera hombre prudente, de mui buenas prendas, bien quisto, y celoso del bien común y de la patria.
Tres días antes de partir el diputado, embió la Ciudad 40 hombres de recluta despachados en mulas para que llegaran más pronto: se continuavan las levas por todo y el avio de la gente.
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Llegan desertores franceses de Rosellón
A trece de d(ic)ho mes, llegó á nuestro campo Monsiur de San Ginés, hijo del governador de la Ocata (Mr. de Saint Onis, hijo del gobernador de Lencata Mr. de Barri, que desertó de sus banderas temeroso del castigo que le amenazaba por habérsele apresado once barcas llenas de provisiones, que se enviaban para socorro de la guarnición de Salces.), mozo gallardo y mui cavallero, trahía un camarada y tres criados, que huiendo del rigor de Francia por haver sido causa que por su descuido havían nuestras galeras y gente tomado once barcas, y dos bergantines llenos de municiones y pertrechos de guerra, en un estaño (Se ha traducido al pie de la letra la palabra catalana estany, laguna.), se retirava y acojía á la clemencia de nuestro Rey.
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Salses se rinde a los españoles
Rindióse la plaza el día 6 en la forma capitulada, dando á España, y más al Rosellón, un célebre día de Reies. Salieron mil y doscientos hombres de batalla de dentro la plaza, con 21 vanderas. Ministróles la piedad española carruaje y bagaxes para los enfermos y su ropa, y pasando por medio el exército nuestro, fueron despachados con toda cortesanía y buen trato. Desengañóse Francia del valor de España y del amor con que Cathaluña sirve quando importa á su Rey. El Rosellón parece salía de cautiverio viendo fuera de sus ojos aquella insolente nación bien que á costa de muchas vidas, pues perecieron á manos de las enfermedades ó inclemencias, entre cathalanes y forasteros, más de diez mil soldados, cerca de cinco mil personas de Perpiñán, y más de doscientos cavalleros cathalanes y de primera plana; pero no sintió Cathaluña perder tantos hixos y barones tan ilustres, quando ganava inmortal fama en servicio de su Rey; bien que tan á costa de sangre y haciendas, que, como se ha visto, para tan pronto y numeroso exército quedaran exaustos y pobrísimos los lugares y pueblos con tan excesivas existencias y socorros, suceso que, aunque tan glorioso, dejó á toda Cathaluña en su declinación, después de haverse visto en el maior estado de opulencia y felicidad.
Celebróse en Barcelona esta victoria con unibersales aplausos y regocijos, asi divinos como humanos, rindiendo cultos y beneraciones á Dios y sus santos, como primeras causas, en procesiones generales y repetidos festejos. El mismo día que se entregó la plaza y se puso guarnición castellana y napolitana, licenció el x(ener)al á todos quantos con esta confianza havían acudido al campo, y pegando fuego á las barracas, se retiró el exército á invernar en el Rosellón. El abad Eril no pudo ver este día, pues poco después de su oración en Casa de la Giudad, murió; y quieren decir algunos que de pesar, pues tubo algunos topecillos que nunca faltan en tan arduas empresas (Parece aludir á los disgustos que debió ocasionarle tener que recabar levas para la campaña de Salces. Las deserciones del ejército catalán motivando repulsas y órdenes del Rey y de Santa Coloma pidiendo refuerzos, junto con las defensas que de los servicios prestados por Cataluña escribieron diputados y concelleres, forman una interesante colección de documentos inéditos. (Véase Apéndice núm. II.)).
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Vuelve el diputado militar, Francisco de Tamarite, tras la toma de Salses
El diputado militar bolvió, sávado á catorce de Henero 1640, acompañado de mucha soldadesca: salióle á recivir el Consistorio, con mucho lucimiento y cortejo.
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Vuelve el conseller en cap tras la toma de Salses
El Conseller en Cap entró á 20 de d(ic)ho mes; salióle á recivir la Ciudad, con mucho acompañamiento y quatro compañías de soldadesca.
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Entra el conde de Santa Coloma tras su victoria (pírrica) en Salses
Domingo, á 5 de Febrero 1640, entró el señor conde de Santa Coloma, virrey y capitán general en Barcelona, que venía del sitio de Salsas: venían con él el marqués Espinóla (El genovés D. Felipe Espinóla, marqués de los Balbases, comendador mayor de Castilla y sobrino del famoso Ambrosio Espinóla, el vencedor de Breda) y monsiur de San Ginés, hixo de monsiur de Berri, governador de la Eucata, que por razones que se dixeron arriba, se pasó á n(uest)ro exército (Mr. Saint Onis): trahía de escolta algunas compañías de bolones (Valones), y los caballos lixeros de Perpiñán. Al otro día, llegado, hizo celebrar un solemne oficio en el Aseo, con mucha cantoría, y presentó á S(an)ta Eulalia una lámpara que havía ofrecido. Tubiéronse aquellas Carnes Tolendas muy alegres, y con mucha fiesta de máscaras y saraos, así por el suceso de Salsas, como por festexo de los dos huéspedes del Virrey, que pasadas las Carnes Tolendas partieron para la corte de Madrid.
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Muere abrasado en un alboroto en Santa Coloma de Farnés el alguacil Monredón; la desastrosa venganza del Virrey
Discurriendo el alguacil Monrrodon por la provincia alojando las milicias, llegó al lugar de Santa Coloma de Farnés en el Ampurdán ([sic, nota omitida sobre lo poco viajero que era Parets]). Era de natural colérico, precipitado, arrogante, sobervio, y de mal trato, y obrando según su genio, y hallando en aquel lugar alguno poco sufrido, travóse de palabras, y tirando de un pedreñal el alguacil, mató un paisano, á cuia vista conmoviéndose el lugar contra él, se vio precisado á retirarse con tres criados y un comisario que le seguían, en una casa, de donde disparando muchos tiros contra los que le seguían, yrritado el pueblo más pegó fuego á la casa en donde miserablemente al incendio, perecieron los quatro.
Entendido por el Virrey este suceso, deseando castigar el lugar, disponía el que fueran ministros de justicia; pero puestos los paysanos en arma, dieron á entender matarían á quantos llegasen, y así lo experimentó un comisario, que, más atrevido que los otros, quiso intentar el ir: irritado más con esto el Virrey, y queriendo oprimir aquel desenfreno, mandó al governador D. Ramón Calders (D. Ramón de Calders y de Ferrant, Portan veus de general gobernador de Cataluña. El oficio de Portant veus de general gobernador en Cataluña, se halla ya creado en 1304, y se instituyó para substituir á los procuradores ó gobernadores de los reyes. (Capmany y de Monpalau: Memorias históricas …, tomo IV, pág. 125.) Era magistrado supremo de justicia con atribuciones varias y con los ministros del Real Consejo formaba Audiencia.), que junto con dos tercios, uno de castellanos que governava D. Juan de Arce, otro de napolitanos que governava D. Leonardo Molas, que se hallavan al contorno de Blanas …, y constaban de 4 mil hombres, entrase el lugar á sangre y fuego; pero savido por los naturales, y recojiendo la gente que pudieron, pertrechándose y cerrándose en el lugar, cojiendo los pasos por donde la infantería havía de pasar, burlaron los designios del Virrey.
Entendiendo los designios de los paisanos, no se atrevieron el Gobernador y cavos á embestir, sino que retirándose á las Mallorquinas (Las Mallorquinas es un vecindario dependiente del lugar de Riudarenas, vecino á Santa Coloma de Farnés.), y dando lugar al ardor de los naturales, al cavo de algunos días, con trazosas mañas, se capituló que para no quedar la autoridad del Virrey ultrajada, se quemasen ocho ó diez casas de las más principales en el lebantamiento: vino bien el lugar en esto, y entrando el Gobernador con la cavallería de Perpiñán, después de haver los paysanos dejado solo el lugar y retirádose al monte, quemaron casi todo el lugar y saquearon las casas, sin dejar sino la iglesia, casa del cura, y algunas de J. Farnés, pero éstas pasaron el mismo filo después por los paysanos. Los militares lo arruinaron todo, hasta 54 masías que estaban al contorno del lugar, y aunque el Gobernador no deseava exceder de lo capitulado, no pudo recavarlo con la milicia, que procedió con desorden á la ejecución. El Rey, en premio de esta acción, al Gobernador pasó el oficio en caveza de su hijo maior, y al sigundo, dió el arcedianato de Llobregat en la Seo de Barcelona.
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«España estaría financieramente mejor sin Cataluña y Portugal»
To Sir J. Brown, Knight.
ONE would think, that the utter falling off of Catalonia and Portugal in so short a compass of Time should much lessen the Spaniard, the People of both these Kingdoms being from Subjects become Enemies against him, and in actual Hostility: Without doubt it hath done so, yet not so much as the World imagines. ‘Tis true in point of Regal Power and divers brave subordinate Commands for his Servants, he is a great deal lessened thereby, but tho’ he be less powerful, he is not a Penny the poorer thereby; for there comes not a Farthing less every Year into his Exchequer, in regard that those Countries were rather a Charge than Benefit to him, all their Revenue being drunk up in Pensions, and Payments of Officers and Garisons; for if the King of Spain had lost all except the West-Indies, and all Spain except Castile herself, it would little diminish his Treasury. Touching Catalonia and Portugal, especially the latter, ‘tis true, they were mighty Members of the Castilian Monarchy; but I believe they will sooner want Castile, than Castile them, because she filled them with Treasure: Now, that Barcelona and Lisbon hath shaken Hands with Sevil, I do not think that either of them hath the tithe of that Treasure they had before; in regard the one was the Scale whereby the King of Spain sent his Money to Italy; the other, because all her East-India Commodities were bartered commonly in Andalusia and elsewhere for Bullion. Catalonia is fed with Money from France, but for Portugal, she hath little or none; therefore I do not see how she could support a War long to any Purpose, if Castile were quiet, unless Soldiers would be contented to take Cloves and Pepper-corns for Pattacoons and Pistoles. You know Money is the Sinew and Soul of War. This makes me think on that blunt Answer which Capt. Talbot returned Henry VIII. from Calais, who having received special Command from the King to erect a new Fort at the Water-gate, and to see the Town well fortified, sent him Word, that he could neither fortify nor fiftify without Money. There is no News at all stirring here now, and I am of the Italian’s Mind that said, Nulla nuova, buona nuova, no News, good News. But it were great News to see you here, whence you have been an Alien so long to
Your most affectionate Friend,
J.H.
Holborn, 3 June, 1640. -
Muere en Perpiñán el nuevo virrey tras intentar castigar a los responsables del descontento en Cataluña
Llegó el Cardona virrey á Perpiñán, viernes á 29 de Junio 1640 (El cronista equivoca las fechas. El Virrey con su comitiva llegó á Perpiñán el día 28 de Junio á las diez de su mañana, según carta que escribió Tamarit, que es otra de las que figuran entre los documentos del apéndice número VII), con sumo aplauso y regocijo de los naturales, por los deseos que se le conocían de consolarles en sus pasadas tragedias; hecho vando pena de la vida, que ningún soldado fuese osado disparar tiro alguno sin su orden, y embió á decir á los cónsules no le saliesen á rrecivir, y su entrada fue así: la trompeta de la ciudad de Barcelona hiva delante, y luego algunos caballeros que acompañaban al Conseller en cap, é inmediatamente á éstos seguían dos maceres de la ciudad con mazas altas, y después la litera con el Conseller en cap; en la misma conformidad y con el propio acompañamiento se seguía después el Diputado militar, y en otra litera venía detrás el Gobernador de las armas; seguía luego las trompetas del Virrey inmediatas á la persona, á quien asistía mucha nobleza de la villa que havía salido á encontrarle.
Llegado allá, con mucha maña fué sacando las milicias de la villa, alojándolas en los lugares vecinos, con orden de que el paisano no les diese cosa alguna; halló en la villa tres mil y quinientos soldados alojados y solos vino á tomar ochocientos, y antes de tomar información alguna hizo salir la gente militar para hevitar algún motín, porque las órdenes que tenía de la corte heran de castigar en justicia á quien lo mereciese, sin excepción de persona. Mandó poner preso y con guardias de vista á D. Leonardo Moles, coronel del tercio de napolitanos, y al marqués de las Renas arrestó en su propia casa, prosiguiendo en tan santo ejercicio y sana intención de castigar á los culpados. Sigún se dixo, se le limitaron á la menor ocasión las órdenes de Madrid, y fuese el sentimiento de ver le atavan las manos quando se las havían dado tan libres, ó que mal combalecido de la enfermedad pasada recálese enfermo el buen Duque ([omitida una carta]), y agravándose la enfermedad de cada día, murió el de 22 de Julio 1640, con profunda melancolía y universal desconsuelo de todos, pues vio Cathaluña perdido en él el medio por donde en justicia esperaba la venganza de tanto oprobio y ruina como havía padecido con la soldadesca. Hallóse á su muerte
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Juran el obispo por virrey, tras morirse dos en siete semanas, pero ya nadie le toma en serio
Viendo en Madrid las muertes violentas del de Santa Coloma, la natural y pronta del de Cardona, ambos virreies, sucedidas en tan corto plazo, la Provincia toda sublevada, y que se arriesgava qualquier señor secular que viniera por Virrey, para que no faltara, eligieron á Don García Gil Manrique, aragonés y obispo, que havía siete años lo hera de Barcelona. Juráronlo el día 3 de Agosto de 1640, pero era virrey como de burla, porque faltándole el indulto apostólico para la administración de justicia, y asimismo los jueces, pues ninguno osaua parecer temiendo su último fin, quedava no más que sujeto de bulto, y por más órdenes que de Madrid se repetían, eran sin fruot, porque ninguna se obedecía, ni tampoco las obtemperavan las milicias del Rosellón, haciendo todos á su tiempo burla y escarnio de superiores.
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Destrozado el ejército habsburgo en la Batalla de Montjuic
Avisos de 12 de Febrero de 1641.
Estando el Jueves pasado ya despedido el Señor Conde de Monterrey, y habiendo ya besado la mano á S. M., llegó una carta del Señor Condestable de Napoles, Virrey de Valencia, en que avisaba, como Don Pedro Santa Cecilia, General de los vergantines de Mallorca, le escribió con un barquero como el Señor Marques de los Velez habia tenido un mal suceso á vista de Barcelona. Con esto se suspendió la jornada y se turbaron los Ministros y la Corte: aguardaron á que llegase correo, que entró el Sabado, que confirmó la nueva en esta forma, refiriendo el suceso con puntualidad.
Que habiendo roto nuestro exercito á los enemigos en Martorrell, Villa del Señor Marques de los Velez, y de que se intitula Marques, y entrado el lugar con alguna pérdida de gente, y mucha resistencia, pasó adelante fiado en los viveres que esperaba por mar; y en la confusion que hallaría en Barcelona, viendo tan poderosa gente y victoriosa sobre ella. Llegó Sabado á 26 de Enero, dia de San Policarpo Papa y Martir. Convinieron á que se ganase á Monjuy, que es una eminencia elevada, desde donde se podria jugar la artillería y arrasar la Ciudad. Teníanla muy fortificada los enemigos: quedó resuelto se embarcase con todo el grueso: no se executó esta orden el día siguiente, sino que acometiesen siete tercios; y lo restante quedase abaxo de reten. Domingo, pues, marchó la caballería del cargo del Señor Don Alvaro de Quiñones, por el cuerno izquierdo; y la del Señor Duque de San Jorge por el derecho, yendo este Caballero con ánimo de mezclarse con la caballería del enemigo, y ocupar la puerta: cosa imposible y temeraria. Para esto hizo instancias con Don Alvaro, para que cerrase por aquella parte, y cogiesen en medio al enemigo, que estaba con su caballería al abrigo de la mosquetería de la muralla, y al reparo de una media luna que tenia delante de la puerta, y la artillería de la Ciudad. El Duque en fin embistió con su caballería, con todo denuedo y valentía; y al mismo tiempo la de Don Alvaro, pero con mas dicha y mas orden; porque el Duque como tan bizarro y. valiente se empeñó tanto, que le dieron dos mosquetazos, de que murió con lastima y pérdida general; y juntamente dos Capitanes de Corazas que le seguían Don Garcia de Cavanilas, y Don Fadrique Espatafora, sobrino del Señor Duque de Nochera. Hirieron al Comisario General Don Felipe Felinghon [Vellingen, Fellingham???], mataron su Teniente, algunos Caballeros y gente particular. Don Alvaro dispuso con mas cordura la gente de su cargo y caballería de las órdenes cerrando con el enemigo hasta el foso con mucho daño suyo; y luego se retiró, segun escriben, con la mas rara orden que se ha visto hasta hoy caballería, á tiempo. que los acrivillaban con artillería y mosquetería. La infantería que subió á ganar á Monjuy, ocupó con valor un trincheron, quiso abanzarse á parte que no pudieron sustentarla, y cejaron al trincheron mismo. El enemigo cobró ánimo con esto y con llegar su socorro; con que los nuestros desalentaron y perdieron lo ganado, y gente considerable: cerró la noche y se retiraron abaxo. Los Cabos que gobernaban estos Puertos eran Franceses, y muy soldados. Aquella noche hicieron nuevos reparos; cargó mucha gente, con que imposibilitaron el volver á embestirle, por estar nuestro exercito cansado, y sin haber comido en dos dias,con que se determinó por no arriesgarle todo retirarse á Tarragona. Murieron dos sobrinos del Señor Marques de los Velez, y el Señor Conde de Tiron [Tyrone], Maestre de Campo de Irlandeses, del Orden de Calatrava, Gentil-Hombre dé la Cámara del Rey [Shane O’Neill]; descendientes de los Reyes de Irlanda, y despues del Señor Conde de Tirconel [Tyrconnell], el succesor de aquella Corona. Murió tambien el Sargento mayor Don Diego de Cárdenas y Luzón.
En quanto á las disposiciones del enemigo, se dice que tienen á Barcelona muy pertrechada de todo lo necesario, para esperar un largo sitio, y gente para hacerse con otro mayor exercito. Y que si Mos de Espinan no les hubiera faltado (que dicen cumplió su palabra), con mucha infantería y caballería en Martorrell deshicieran el exercito del Rey. Añaden que todo el campo de Tarragona, menos la Ciudad, ha vuelto á tomar las armas, con pretexto de malos tratamientos que han hecho los soldados, aun en los lugares entregados sin resistencia. Dicen que el número es de ocho mil hombres, acaudillados de Don Josef Margarit, primo de Don Anton Armengol, Baron de Rocaforte, á quien ahorcaron en Cambriles, y de un hermano suyo, Monge Bernardo, y otros deudos y Cabos, que han ido por los mismos pasos del Señor Marques de los Velez, con ánimo de cortarle. Otrosí dicen que los Catalanes, deshauciados de clemencia y piedad, han dado la proteccion al Rey de Francia, y jurado por Conde al Delfin su hijo, y para esto, que ha entrado en Barcelona el Duque de Halwin [Halluin], con infantería y caballería: y que el Arzobispo de Burdeos corre el mar con buena armada, habiendo dexado otro golpe hacia Cantabria. Tambien se dice que el de Halwin ha preso á Mos de Espinan, por achacarle ha usado infidelidad con los Catalanes; y que él se disculpa, con que se vió oprimido en Tarragona con poca gente, para oponerse á un exercito tan pujante; y que asi pactó de volverse á Francia. Culpante estos otros de que se ha dexado sobornar y ha sido infiel al empeño en que se habia puesto por parte de su Rey, cosa que puede creerse siendo Francés. Hablase demás de esto en que la Villa de Perpiñan, la fuerza y guarnicion, se ha entregado á los naturales, opresos de la hambre, no se sabe con que certeza; pero si es asi viene á ser un mal golpe para las armas de S. M. Algo debe de haber, pues han llevado á la cárcel pública de esta Corte, á los Síndicos del Principado, y á Don Juan Grao de Monfal con su Agente.
[…]
Corre aquí voz de que los Catalanes han dado saco al gran Santuario de nuestra Señora de Monserrat, y muerto á puñaladas á su Abad. Y si esto es asi, no hay duda que tendremos en nuestro favor á Dios: pues enemigo que tanto le enoja, por nosotros hace: estimase el robo en casi un millon.
[…]
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Bajo órdenes desde Madrid de evitar peor destrucción, Barcelona se rinde a los franceses, acabándose así la Guerra de los Nueve Años
Meanwhile, the French king, in the hope of procuring more favourable terms, resolved to make his last effort against the Spaniards in Catalonia and in the Netherlands, and to elevate the prince of Conti to the throne of Poland; an event which would have greatly improved the interest of France in Europe. Lewis had got the start of the confederates in Flanders, and sent thither a very numerous army, commanded by Catinat, Villeroy, and Boufflers.
The campaign was opened with the siege of Aeth, which was no sooner invested, than king William, having recovered of an indisposition, took the field, and had an interview with the duke of Bavaria, who commanded a separate body. He did not think proper to interrupt the enemy in their operations before Aeth, which surrendered in a few days after the trenches were opened, but contented himself with taking possession of an advantageous camp, where he covered Brussels, which Villeroy and Boufflers had determined to besiege.
In Catalonia the duke of Vendome invested Barcelona, in which there was a garrison often thousand regular soldiers, besides five thousand burghers, who had voluntarily taken arms on this occasion. The governor of the place was the prince of Hesse d’Armstadt, who had served in Ireland, and been vested with the command of the imperial troops which were sent into Spain.
The French general being reinforced from Provence and Languedoc, carried on his approaches with surprising impetuosity; and was repulsed in several attacks by the valour of the defendants. At length the enemy surprised and routed the viceroy of Catalonia; and, flushed with this victory, stormed the outworks, which had been long battered with their cannon. The dispute was very bloody and obstinate: but the French, by dint of numbers, made themselves masters of the covered way and two bastions. There they erected batteries of cannon and mortars, and fired furiously on the town, which, however, the prince of Hesse resolved to defend to the last extremity.
The court of Madrid, however, unwilling to see the place entirely ruined, as in all probability it would be restored at the peace, dispatched an order to the prince to capitulate; and he obtained very honourable terms, after having made a glorious defence for nine weeks; in consideration of which he was appointed viceroy of the province. France was no sooner in possession of this important place, than the Spaniards became as eager for peace as they had been before averse to a negotiation.
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Tras el Tratado de Ryswich, las tropas españolas reemplazan a las francesas entre alegría popular
In the Peninsula itself, the impact of the Nine Years War was most directly felt by Catalonia, where there had been fighting every year since 1690 and where the French slowly but steadily pressed forward after going on the defensive in other theatres. Like its successor, this war culminated in a siege of Barcelona, a city with about one-third the population of Madrid, an efficient artisan militia, and by Spanish standards a strong citadel. Barcelona succumbed to Vendôme’s army of 26,000 on 10 August 1697. The French evacuated it only on 4 January 1698, after exacting a final tribute. The Catalans, though they had long liked the French and detested Castilian interference, had suffered so heavily during the invasion as to welcome the return of Spanish troops with sincere joy. Loyalty to Carlos mounted when he accepted their objection to a proposed viceroy and sent them, instead, Prince George of Hesse-Darmstadt, a cousin of the queen and an attractive personality, who had latterly distinguished himself in the Catalan war in command of 5,000 Imperial troops. He took the oaths in Barcelona on 9 February. This had great significance for the future.
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Muere Carlos II; el fiscal Joseph de Rius y de Falguera se esfuerza para explicar porque no hubo presagio ninguno en el cielo
Aviendo resuelto la Academia, que en tan funebre argumento no se introduxesse lo Iocoso de el Vexamen, señaló tambien al Fiscal Assumpto particular, que es el siguiente:
D. IOSEPH DE RUIS Y DE FALGUERA, Fiscal.
Loque suspende el humano limitado juizio en admiraciones, cobra en su no entendida elevacion venerados arcanos de mysterio: pidese se declare en un Soneto la causa de no aver precedido Metheoro alguno, que en caracteres de luz anunciasse la muerte de nuestro Rey Don CARLOS II. (que está en Gloria) como se ha observado en la de tantos Emperadores, y Monarcas.SONETO
El Cielo que con alta providencia,
Bien que incapáz se mira de accidentes,
Muestra en presagios, ruinas imminentes,
Que Arcana decretó su Omnipotencia:
Calló de CARLOS la mortal dolencia,
Por no encontrar en si luzes ardientes,
Que pudiessen ser cifras suficientes,
De tan sensible infausta contingencia.
Mas si CARLOS en suerte tan esquiva,
Es blanco del amor que le venera,
No prevengan los Cielos luz activa;
En vano otro señal aqui se espera,
Pues el mayor deseo de que viva,
Es el mayor aviso de que muera.