Etiqueta: anticlericalismo

https://lh5.googleusercontent.com/-e3cehSfyCS8/TjFqu_pgvhI/AAAAAAAAwts/emRoHhnL_vk/s560/Judiciferrer01.jpg //// Juicio de Ferrer y Guardia, autor desconocido //// Wikipedia //// http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Judiciferrer01.jpg

  • Evicción e incarcelación de los capuchinos con pretexto anticlerical y para favorecer intereses inmobiliarios

    En la noche del 13 al 14 de [octubre de 1822] se dirigió el golpe contra toda la reverenda comunidad de PP. Capuchinos de Barcelona, pues compareciendo en su convento una fuerza armada, se les arrestó en el mismo esparciendo voces de que se habia descubierto una conspiracion contra el sistema liberal, en la cual decían estar ellos complicados. Aquellos beneméritos religiosos son los que sirven más al pueblo, y como al mismo tiempo no poseen rentas manteniéndose de la sola limosna, esto les merecía alguna consideracion entre los fanáticos, que entonces se llamaban el pueblo, por lo que era preciso para dirigir el tiro contra ellos, acudir á la calumnia, arma que manejan con suma destreza los masones y sus secuaces. Al efecto de antemano esparcieron voces de que les queria el gobierno trasladar al monasterio de S. Pablo y ellos se resistian; (aunque no habria sido estraña la resistencia cuando el convento era propiedad suya, y se hablaba de derribarlo para hacer una plaza trasladándolos á un monasterio en el cual nada tenian ellos que ver, como ni tampoco el gobierno) se persuadía que ellos eran los frailes mas hipócritas, que con apariencias de santidad embaucaban al vulgo; y por último se apeló á decir que fraguaban conspiraciones, y remitían dinero á los realistas. Arrestados aquellos pobres religiosos en su convento, no se dejó medio al parecer oportuno para perderlos que no se tantease. Se les introdujeron papeles que podian comprometerlos, se hizo un riguroso registro en el convento, y para más alarmar al llamado pueblo, se divulgó la voz y hasta la anunciaron periódicos de que les habían hallado dinero para remitir á los realistas. Todo esto era falso, mas lo que se intentaba era hacerlos odiosos pintándoles como instrumentos de todas las desgracias de la Patria. A tanto llegó la preocupacion del vulgo corrompido contra aquellos perseguidos religiosos, que sacando durante su arresto en el convento unos hombres por orden del gobierno, una caja, en la cual habia fragmentos de velas y otros pedazos de cera, se divulgó la voz de que aquella caja estaba llena unos decían de dinero, otros de municiones y otros de papeles contra el sistema liberal. Finalmente á pesar de tanto maquiavelismo nada pudo probar legalmente la maledicencia. Esto no obstante aquellos beneméritos religiosos pasaron del convento á diferentes cárceles, en las cuales pasaron algunos meses todos, y los que salieron fué con la condicion de dejar el hábito religioso, y los que no quisieron verificarlo quedaron presos, y despues fueron deportados.

    Todo cuanto tenían al convento sirvió de pábulo á la rapacidad liberal y despues fué arruinado el convento é Iglesia con el pretexto de formar allía una plaza, y paraque fuese más ancha, ó mejor para que hubiese una iglesia y convento menos, derribaron tambien el colegio de los PP. Franciscanos, que estaba frente el convento de los capuchinos.

  • Las bullangas de Barcelona: quema de conventos de frailes

    Se daban desde algun tiempo en Barcelona funciones de toros, y con motivo de la celebridad de los días de la Reina Cristina, se anunció en los periódicos la séptima funcion para el dia 25 de julio, que era festivo, por ser Santiago, Patron de España. Los toros que se habian lidiado en la funcion anterior habian sido bravísimos y escelentes á juicio de los entendedores; asi es que el anfiteatro estaba lleno en el día 25. Quiso la casualidad que los toros fueron muy mansos ó malísimos en aquel dia, y exasperados los espectadores, despues de los gritos, vociferaciones y confusion que se permite en aquellos espectáculos, dieron principio al barullo arrojando á la Plaza un sin número de abanicos; tras de ellos siguieron los bancos; luego las sillas, y por fin alguna coluna de los palcos. Rompieron la maroma que forma la contrabarrera, y con un pedazo de ella una turba increíble de muchachos, con una espantosa algazara, arrastró el último toro por las calles de la ciudad.

    Apenas la jente que venia de la funcion empezaba á dar su ordinario paseo par la Rambla, á saber, á cosa de las siete y media, cuando empezó ya la alarma y se vieron arrojar algunas piedras á las ventanas del convenio de Agustinos descalzos. La guardia del fuerte de Atarazanas cerró el rastrillo y se puso sobre las armas, porque habia tambien tropel en el convento de Franciscanos, que le es muy inmediato.

    Preludios fueron aquellos de un tumulto; pero nadie ó muy pocos creían en él, porque la jente se iba de sí misma retirando á sus casas; porque en la turba no habia ni un solo hombre; y porque, á nuestro entender, nada habia de premeditado. Sin embargo no tardamos mucho tiempo en salir del error. Tanta verdad es, que innumerables veces se orijinan cosas muy grandes de muy pequeños principios: y que de ordinario es mucho mayor el ímpetu y precipítacion, con que se despeñan los males, que fué el impulso que les dieron sus autores: pues es mucha verdad que no está en mano de quien arrojó el fuego en el edificio, poner tasa y término á sus estragos.

    De las ocho y media á las nueve de la noche se iban formando algunos grupos en la plaza del Teatro y en la de la Boquería, que engrosaban por momentos. En vano intentó separarlos la guardia del Teatro y algunos soldados de caballería destacados de Atarazanas. Se iban de una parte para reunirse en otra; se conocía que habia intencion decidida; y desde entonces fué fácil prever la borrasca.

    Clamoreando estaba el pueblo en diferentes puntos de la ciudad, y como el Capitan Jeneral y el Gobernador de la plaza se hallaban ausentes, el infatigable Teniente de Rey, Ayerve, en vano intentaba acudir donde mas amenazase el peligro, pues el odio habia pasado de raya, y mas se embraveciera cuanto mayor fuera el esfuerzo para contenerle.

    Ardió el primero el convento de Carmelitas descalzos, y subió de punto la audacia, conseguido el primer triunfo.

    Corría la tea abrasadora por todas las calles de la ciudad, y el segundo acometimiento se verificó en el convento de Carmelitas calzados. Pero la cosa iba con tal ímpetu y presteza, que arden á la vez las puertas de varios conventos, y sus moradores despavoridos pueden apenas huir por donde les depara la suerte y en varias direcciones, pereciendo unos cuantos en medio de la confusion y del trastorno.

    No animaba en manera alguna á sus contrarios la esperanza del pillaje, porque lo que no devoraron las llamas se encontró intacto en las iglesias y en las celdas: ni espantaron la ciudad con confusa y alarmante gritería, pues solo resonaban los golpes del martillo que abría los entejados, ó el estrépito de la bóveda que se desplomaba; y con tan estraordinario orden obraban, que parecían los hombres unos trabajadores asalariados por la ciudad, y las mujeres pagadas para alumbrar el trabajo de los hombres. Una parte del pueblo, hombres y mujeres tambien, eran espectadores de aquel terrible espectáculo, y parecia que algunos no acababan de persuadirse de que sus ojos veían; y otros habia que parecia se alegraban, como quien de una vez desempeñaba con el efecto sus deseos y pensamientos.

    El grande y nuevo convento del Seminario, situado en un ángulo de la poblacion, fué atacado por un corto número de personas; defendiéronse los frailes haciendo fuego, é hiriendo á algunos, hicieron volver las espaldas á los demás.

    Iban á pegar fuego al de Capuchinos y Trinitarios calzados; y como las llamas hubieran inevitablemente hecho presa de las casas vecinas, se desistió del intento.

    Tampoco fué incendiado el de Servitas, por la voz que cundió de que el Cuerpo de artillería tiene muy inmediato su almacen de pertrechos.

    Mientras que en una parte de la Ciudad ardian algunos conventos y se incendiaban en la otra, el furor no declinaba en ninguna: antes, á manera de tempestad, volviendo y revolviendo á diversas partes sus recíprocos combates, todo lo llenaba de inquietudes, por la facilidad con que podia prender el fuego en las casas. Y cosa verdaderamente rara, á pesar de que fueron incendiados seis conventos: el de Carmelitas descalzos, el de Carmelitas calzados, el de Dominicos, el de Trinitarios descalzos, el de Agustinos calzados, y las puertas del de los Mínimos, ninguna casa particular sufrió el menor daño; ni nadie fué oprimido de la ruina de los fragmentos que caían y volaban de una á otra parte, ni recibió la menor herida con los encuentros y choques de unos con otros, llevando todos empleadas las manos con varios instrumentos, en tan confuso tropel.

    Ningun convento de Monjas sufrió el menor ataque: ningun clérigo un insulto: ni ninguna fea maldad, que ordinariamente acompañan á semejantes conmociones nocturnas, se cometió en aquella espantosa noche: antes por el contrario muchas casas estaban abiertas sin que nadie recelara que corriera el saco por ellas.

  • Las bullangas de Barcelona: los religiosos dejan los conventos y las fábricas siguen trabajando

    Con el dia [anterior] cesó la tormenta; pero aun entrando ya el dia quedaron pobladas las calles de numerosa jente que veian pasar los piquetes de tropa y Milicia que la autoridad enviaba á recojer los frailes que habian logrado encontrar un asilo en las casas de los ciudadanos, ó en sus propios conventos; trasladándolos, para su seguridad personal, á los fuertes de la plaza: cerráronse las puertas de ella, sin permitir la entrada á la jente del campo; y se pasó el resto del día con tanta tranquilidad como si nada hubiese ocurrido: ni transitaba mas jénte que la que iba á visitar los estragos, y las numerosas patrullas del ejército y milicia.

    La autoridad civil se limitó aquel dia en mandar que todos los dueños de fábricas y talleres no los cerrasen por ningun pretesto, bajo la mas severa responsabilidad: temeroso sin duda el Gobernador civil de que el ocio no enjendrase nuevas tormentas.

    Las monjas, previo el consentimiento de la autoridad eclesiástica, fueron invitadas á retirarse del claustro, con facultad de alojarse en las casas de sus parientes ó amigos; y pusiéronse fuertes guardias en todos los conventos.

  • Las bullangas de Barcelona: los gobiernos civil y militar amenazan mientras preparan su huida

    Al dia siguiente, 27, el Comandante jeneral de las armas y el Gobernador civil, que en la azarosa noche del incendio se habían mantenido bastante pasivos, si debemos deducirlo de las providencias tomadas, dieron una proclama, en que, despues de pintar la gravedad de los desórdenes, hijos, dijeron, de cobardes ejemplos producidos por el brazo asesino de un puñado de enemigos del orden, que en Zaragoza y Reus acababan de subvertir la sociedad; amenazaron aquellas autoridades en estos términos: «Disposiciones fuertes, enérjicas, sin contemplacion ni miramiento á clases ni personas, se seguirán en breve, y la terrible espada de la justicia caerá rápidamente sobre las cabezas de los conspiradores y sus satélites…. Los malvados sucumbirán del mismo modo por el peso de la ley en un juicio ejecutivo, que fallará la comision militar, con arreglo á las órdenes vijentes. Al recordaros la existencia de aquel tribunal de escepcion, es justo advertiros que iucurriréis en delito sujeto á su conocimiento, si á las insinuaciones de la autoridad competente no se despeja cualquier grupo que infunda recelo á la misma. El arresto seguirá á la infraccion, el fallo á la culpa, y las lágrimas del arrepentimiento serán una tardía espiacron del crimen.»

    Fué esta proclama la precursora del jeneral Llauder, y nadie dudaba que luego de su llegada, despuesde tomadas las convenientes medidas, mandaría cortar la cabeza, militar y ejecutivamente, á aquellos que bubiesen designado los parles de la policía ó las delaciones de sus secretos espías. Al aspecto de tan melancólica perspectiva, el Pueblo se conmovió de nuevo; se reunió delante de su palacio, y dió el grito de ¡muera Llauder! ¡muera el tirano!; y el Jeneral, con parte de la tropa con que babia entrado, se encerró en la misma noche del 27 en la Ciudadela de la plaza, de la que salió al amanecer del 28 para Mataró, desalojando despues el palacio del que sacó todo su equipaje.

    Este fué, á nuestro entender, el primer triunfo qüe consiguió el Pueblo de Barcelona, porque muy pocos de sus habitantes tomaron parte en los acontecimientos de la noche del 25, al paso que nadie ó muy pocos hubo que no tomasen parte en la comun alegría que causó la retirada de Llauder. Y no es nada estraño que fuese público y jeneral el gozo, porque no hay felicidad donde no hay libertad; y no hay libertad donde no se vive bajo el imperio de las leyes: no hay leyes donde el despotismo puede atropellar impunemente al ciudadano, y el déspota no halla contrapeso que le detenga; reina el despotismo siempre que el ciudadano puede ser preso por la simple delación de un malvado y castigado militarmente sin que apenas se le dé tiempo para pensar á su defensa; y por un juicio mas que sumario, en que, para abreviarle, se prescinde de los trámites y formalidades que son la única salvaguardia de la seguridad individual. Estas reflexiones encargamos no las olviden los que lean la relacion de los acontecimientos del dia 5 de agosto.

  • Se quema la fábrica de maravillas de Bonaplata & Cia

    [Escrito el 1834:]

    La fábrica de [Bonaplata, Vilaregut, Hull y compañía] empezó á montarse el año 1832: es la primera que armó telares de tejer mecánicamente, y que introdujo asimismo el uso del hierro colado, planteando la fundición y construcción de máquinas. Esta sociedad tuvo también la primera máquina de pintar indianas: ahora, pues, no solamente pueden construirse todas las máquinas necesarias para sus talleres, sino que recibiendo el algodon de Motril en rama, sale de ellos pintado y dispuesto á ser cortado para vestidos en competencia con los extrangeros. Tiene empleadas de 6 á 700 personas. La utilidad que este establecimiento ha producido á la provincia es imponderable; pues separando el proporcionar la subsistencia á muchas familias, ha servido como de modelo para propagar los conocimientos y mejoras en una infinidad de ramos. Los maquinistas, cerrajeros, carpinteros, han visto y cogido allí ideas que solo un largo y dispendioso viaje les hubiera tal vez proporcionado. La filatura de algodones ha hecho una completa revolución; los tejidos ganan considerablemente en finura y economía; las máquinas para pintar telas se propagan, y veinos hoy en la provincia una porción de máquinas de vapor, unas marchando, otras planteándose, cuando el año 30 se creía imposible su plantificación en este pais. No solo la maquinaria ha ganado en la introducion de esta fundería, sino que también todas las artes en general; y construyéndose allí balcones, rejas para jardines, candelabros, columnas, y por fin toda clase de adornos, hay la oportunidad de dar formas elegantes y de gusto á las obras, haciéndolas mucho mas baratas. Esta ligera reseña prueba, que si bien nuestra industria está en su infancia, va progresando cuanto le permiten las circunstancias, y que por consiguiente su progreso ó retroceso depende de la protección que reciba del Gobierno, ó del descuido con que se mire este ramo de la riqueza pública.

    […]

    Por este mismo tiempo mandó el Rey Fernando VII que no se hicieran mas concesiones para introducir artículos elaborados, resolución que arrancaron las repetidas reclamaciones, que de Cataluña fueron dirigidas al monarca. Con esta declaración entusiasmáronse los industriosos catalanes, y su genio emprendedor les hizo comprometer de nuevo sus capitales, tomando ademas á préstamo cantidades considerables, pertenecientes á españoles que habían hecho su fortuna en las Americas.

    Mirábanse en ciertas naciones con celo y con temor los adelantos de la industria catalana; la fábrica de Bonaplata ya montada en 1833, recibía el algodón en rama, y ofrecía al consumo los tejidos acabados dentro del establecimiento; la fundición ofrecía máquinas, que anteriormente se traian del estrangero; dilatábase el corazón con un porvenir lisonjero para la industria del pais, cuando la guerra civil estalla en el terreno mas montuoso de Cataluña; cuando las pasiones se agitaron dentro del recinto de Barcelona hasta el punto de intervenir la preocupación, la mala fe y el interés en el incendio de aquel magnifico establecimiento, en la noche del 5 de agosto de 1835, noche de terrible recuerdo, en que pudieron gozarse los enemigos de la industria de nuestro pais, viendo desaparecer aquella escuela normal de que tanto partido obtenían ya los fabricantes españoles. En esta guerra desastrosa tuvieron que presenciar los catalanes los incendios que redujeron á cenizas centenares de fábricas. Como si se tratase de una cruzada conlra la industria española, hombres que por fortuna no habían nacido en el suelo español, se gozaban en ver las llamas de las poblaciones mas industriosas: los pueblos de Manlleu, Ripoll, San Pedor, Moyá, Gironella y otros, atestiguan con sus escombros, demuestran con sus cenizas, la verdad de nuestro aserto. No vaciló á pesar de esto la fe que Cataluña tiene en su porvenir industrial: muchos capitalistas de los pueblos de la montaña, y aun de la marina, fueron á establecerse en Barcelona; y mientras los españoles combatían en las mismas cercanías de la capital del Principado, dentro de la ciudad se levantaban suntuosos edificios destinados á la fabricación de hilados y tejidos. Pero en muchos pueblos no fué posible ni abandonar las fábricas ni trasladar los capitales; y allí luchando contra todos los elementos destructores de la guerra, transporatando por convoyes, que protegían gruesas columnas de soldados de la Reina, materiales, géneros y aun dinero para el pago de los operarios, se sostuvieron determinadas fábrica, ya trabajando en los talleres, ya combatiendo en las murallas.

  • Proclamación de un estado de sitio en Barcelona por Espoz y Mina «contra su voluntad»

    Fué preciso que el General emplease mas tiempo del que hubiera querido en combinar los medios indispensables para poner en acción simultánea todas las fuerzas del ejército para una batida general contra las facciones; dirigiéndola en persona, y que no se resintiese en su ausencia la tranquilidad de la capital. Sus habitantes pacíficos, patriotas y verdaderamente liberales, temblaban al menor ruido que se advertia en ella, porque recordaban los horrorosos acaecimientos todavía frescos en su memoria y temian su repetición, en cuanto los promovedores existían siempre en la ciudad; y así es que al paso que veian con satisfacción el buen animo del general en sus propósitos de operar personalmente en campana, sentían su ausencia y con las mejores intenciones le aconsejaban que antes de su partida declarase todo el distrito militar en estado de sitio, creyendo que esta sola medida contribuiría infinito á impedir nuevas turbulencias en la ciudad. Semejante providencia estaba en oposición con los principios del General, y en Navarra probó lo que se le resistía, pues se desentendió de ponerla en ejecucion, no obstante de haberla acordado el Gobierno y comunicádosela. Eludió las primeras proposiciones; mas fueron tales y tan apremiantes las instancias y las protestas que se le hicieron, y tales las seguridades que se le ofrecian de que era el único medio para que en su ausencia no peligrara el sosiego de la ciudad, y aun para acabar con los facciosos que para tranquilizar aquellos ánimos recelosos de la mayor y mas sana parte de sus moradores, la víspera ó antevíspera de su marcha adoptó y publicó la medida por medio del siguiente Bando [etc etc]

  • Masacre liberal de los prisioneros carlistas sin resistencia por parte de las autoridades

    While the preparations for [the levy of fresh troops] were in progress, the liberals of Barcelona outdid even their former crimes by the perpetration of still more revolting horrors. The details of this insurrection show that it was not a sudden ebullition of popular frenzy, but the work of forethought and previous arrangement.

    On the 4th of January 1836, a crowd assembled in the main square, and, with loud imprecations and yells of revenge, demanded the lives of the Carlist prisoners confined in the citadel. Thither they immediately repaired, and, not meeting with the slightest resistance from the garrison, scaled the walls, lowered the drawbridge, and entered the fortress; their leaders holding in their hands lists of those whom they had predetermined to massacre. When the place was completely in their possession, the leaders of the mob began to read over their lists of proscription, and, with as much deliberation as if they had been butchers selecting sheep for the knife, had their miserable victims dragged forward, and shot one after another, in the order of their names. The brave Colonel O’Donnel was the first that perished. His body, and that of another prisoner, were dragged through the streets, with shouts of «Liberty!» The heads and hands were cut off, and the mutilated trunks, after having been exposed to every indignity, were cast upon a burning pile. The head of O’Donnel, after having been kicked about the streets as a foot-ball by wretches who mingled mirth with murder, was at last stuck up in front of a fountain ; and pieces of flesh were cut from his mangled and palpitating body, and eagerly devoured by the vilest and most depraved of women. From the citadel the mob proceeded to the hospital, where three of the inmates were butchered ; and from the hospital to the fort of Atanzares [Atarazanas/Drassanes], where fifteen Carlist peasants shared the same fate. In all, eighty-eight persons perished.

    This deliberate massacre of defenceless prisoners, and the worse than fiendish excesses committed on their remains, satisfied the rioters for the first day; but, on the next, they presumed to proclaim that fruitful parent of innumerable murders—the constitution of 1812. This was too much to be borne. Even then, however, two hours elapsed before a dissenting voice was heard; when a note arrived from Captain Hyde Parker, of the Rodney, who not long before, in obedience to the orders of a peaceful administration, had landed fifteen thousand muskets in the city. His offer to support the authorities against the friends of the obnoxious constitution was not without effect. The leaders of the political movement were allowed to embark on board the Rodney, and the tumult subsided, rather from being lulled than suppressed. No punishment whatever was inflicted on the murderers and cannibals of the first day ; their conduct, perhaps, was not considered to deserve any.

  • Dimite Espoz y Mina en protesta contra la ejecución de la madre de su enemigo Cabrera

    Vino también por aquellos dias á acibarar mas la disposición de su ánimo el suceso de la madre de Cabrera. Esta infeliz mujer habia tomado parte en una conspiración tramada para entregar á los facciosos la plaza de Tortosa, y facilitaba dinero para la seducción y enganche de los soldados. Juzgada y sentenciada por ello en la causa que sobre el particular formó el consejo de guerra ordinario de aquel distrito, fué con sus cómplices pasada por las armas en 20 de febrero de 1836, sin que el General tuviese mas parte que la de aprobar la sentencia del consejo en los términos de costumbre. Pero, como de pronto se ignorasen las circunstoncias de aquel acontecimiento y su verdadero carácter, solo se habló de la muerte de una mujer que era madre de un general enemigo, á quien se castigaba en razón de las atrocidades de su hijo; apareciendo asi como un acto de bárbara represalia lo que en realidad no era mas que un acto de rigurosa justicia. Con esta prevención se trató de este negocio en el estamento de Proceres del reino, y con la misma en el parlamento inglés, donde los enemigos de nuestra causa alzaron el grito contra nosotros, tratando nos poco menos que de caribes. Conocido después mejor lo que había pasado, y puesto en claro en el debate que se verificó en el congreso de Diputados españoles, el disfavor de la opinión se fué templando poco á poco, y el juicio del público trocándose de adverso en favorable. Mas en el ánimo del caudillo español duró gran tiempo el disgusto de que se le hubiese tenido tan poca consideración en el estamento de Proceres; y resolvió hacer dimisión del mando que ejercía, como lo ejecutó en 1 de abril del mismo año de 1836.

  • Se suprime una insurrección ultra-liberal con ayuda inglesa

    On the 4th of May, an insurrection broke out in the turbulent city of Barcelona; the governor-general, Parreno, supported by the troops of the line, and aided by the co-operation of several companies of English marines, who appeared with colours flying, in the streets, attacked the insurgents, consisting principally of the national guards, and dislodged them from some houses, into which they had thrown themselves, though not without a combat attended by very considerable loss of life. But the spirit of the ultra-liberals was not discouraged by this check, and without again resorting to open violence, they laboured steadily to disseminate their anarchical doctrines, and to enlist the surrounding towns and municipalities under the banner of revolt. They were so far successful, that various symptoms of sedition were displayed in different quarters of Catalonia, and even beyond the borders of that province. The national guards of six towns, including Girona and Rosas, signed an address to the queen, in which, premising their regret at the seditious conduct of the revolters at Barcelona, they told her majesty, that the occurrences in that city evidently proved, that the military agents in her service were but executioners, and that they could not behold without indignation, English soldiers, calling themselves allies, steeping their bayonets in the blood of Spaniards. » Those cruel auxiliaries had deserved the implacable hatred vowed against them by the national guards.» After proceeding in a strain of great violence, they » humbly begged of her majesty to replace the civil and military authorities of Barcelona, By men combining patriotism with humanity, and demanded, that the English vessels, stationed in that port, for the last two years and a half, might be immediately withdrawn ; or, at least, » that orders might be given forbidding a single man to be landed on the soil of Catalonia.» Meanwhile the two ringleaders of the late revolt, were seized, and one, Xandero, executed. But the city still continued in imminent peril, and General Parreno transmitted a melancholy statement of the condition and prospects of the place to the government. «The events of the 4th,» he wrote, » the favourable termination of which was solely due to the aid of the English corps from the Rodney, have so exasperated the people, that I apprehend at every instant the desertion of all my soldiers. I have already been abandoned by the national guard. The civil authorities though apparently wishing to second the measures I have taken to restore tranquility, are devoid of good feeling and courage. At the approach of night, they are no longer to be seen, and God only knows where to find them. Their example is followed by all the citizens, who have anything to lose.»

  • Trasládase el mercado de la Bocaría al local que fue convento de San José

    Trasládase el mercado de la Bocaría al local que fue convento de S. José.

  • Sale en la prensa francesa la primera versión del cuento del librero asesino de Barcelona

    En el número 3465, correspondiente al domingo 23 de octubre de 1836, del periódico de París Gazette des Tribunaux, Journal de Jurisprudence et des débats judiciaires, Feuille d’Annonces légales, hizo su aparición por vez primera la relación del proceso de Fray Vicents, el librero asesino de Barcelona. La revista presentó este texto como enviado desde Barcelona por un corresponsal particular, que, evidentemente, no ha existido nunca.

  • Se coloca la primera piedra para el mercado de la Boquería en el terreno de la iglesia de San José en el día del santo

    Se coloca la primera piedra para formar la plaza del mercado de la Bocaría en el terreno que fue iglesia de S. José.

  • El obispo de Barcelona prohibe El Cura de Aldea, del valenciano Morón

    Cura de Aldea (El), novela publicada en el folletin del periódico de Madrid tit. El Trono y la Constitución, escrita por D. Fermin Gonzalo Moron.

  • Galdós: recuerdos de la Barcelona revolucionaria del 68; la Rambla, la Muralla del Mar y el Jardín del General; el guerracivilismo de los españoles; su primera novela

    Al salir de Barcelona [en 1903] el maestro Galdós ha enviado á EL LIBERAL en Barcelona una notable impresión, cuyo especialísimo tono local no le resta mérito alguno fuera de la ciudad condal.

    Sobriamente evoca Galdós los sucesos de Septiembre del 68, y la antigua ciudad.

    Es éste un documento muy interesante, además, por lo que cuenta de Los Episodios nacionales.

    Dice así:

    Sr. Director de EL LIBERAL.

    Me pregunta usted si es antiguo mi conocimiento de Barcelona, y cuántas veces he visitado á esta ciudad. Más fácilmente que puntualizar las visitas, puede mi memoria dar á usted noticia de la primera tan remota, que ahora me parece, como quien dice, perdida en la noche de los tiempos. Ello fué en días inolvidables, de los que marcados quedaron en la Historia patria como días de buena sombra, resultando también de feliz agüero en la vida individual, particularmente en la mía. En Barcelona pasé las dos últimas semanas de Septiembre de 1868, y el memorable día 29, fechas, como usted sabe muy bien, de las más famosas del siglo nuestro, que es el pasado, todo él bien aprovechado de crueles guerras, mudanzas y trapisondas.

    Ya ve usted si son de largo tiempo mis amistades con la capital de Cataluña. El prodigioso crecimiento de esta matrona, nadie tiene que contármelo, porque lo he visto y apreciado por mí mismo, un lustro tras otro. En Septiembre del 68, rota ya la cintura de murallas que oprimían el cuerpo de la histórica ciudad, empezaba ésta, por una parte y otra, á estirar sus miembros robustos nutridos por sangre potente. La he visto crecer, pasando de las moderadas anchuras á las formas de gigante que no cabe hoy en las medidas de ayer, ni ve nunca saciadas sus ansias de mayor vitalidad y corpulencia.

    A mediados de Septiembre vine de Francia con mi familia, pasando el Pirineo en coche, pues aun no había ni asomos de ferrocarril entre Perpiñán y Gerona. Recuerdo que por falta de puente en no sé qué río, la diligencia se metía en las turbias aguas, atravesándosas de una orilla á otra sin peligro alguno, al menos en aquella ocasión. De Figueras, conservo tan sólo una idea vaga. En cambio, Gerona, donde pasé un día con su noche, permaneció en mi mente con impresiones indelebles… [Gerona y los Episodios Nacionales]

    Barcelona fúe para mí un grato descubrimiento y un motivo de admiración, aun viniendo de París y Marsella. Me sorprendían y cautivaban la alegría de este pueblo, la confianza en sí mismo, y el ardor de las ideas liberales que entonces flameaban en todas las cabezas, aquel ingénuo sentimiento revolucionario, ensueños de vida progresiva y culta, tras de la cual corrían con igual afán los que conocían el camino y los que ignoraban por dónde debíamos ir para llegar salvos. En aquellos hermosos días de esperanza y fe, tenía la Libertad millones de enamorados, y lo que llamábamos Reacción había caído en el mayor descrédito. El sentimiento público era tan vivo, que las cosas amenazadas de muerte se caían solas, sin que fuera menester derribarlas.

    La principal hermosura de Barcelona era entonces su Rambla, rotulada con diferentes nombres, desde Santa Mónica hasta Canaletas. Viéndola hoy [1903], paréceme que nada ha cambiado en ella, y que su animación bulliciosa de hace treinta años era la misma que actualmente le da el contínuo trajín de coches y tranvías. La Rambla es de esas cosas que, admitiendo las modificaciones que trae el tiempo, no envejecen nunca, y conservan eternamente su frescura risueña y la sonrisa hospitalaria.

    El paseo más grato era entonces la Muralla de Mar, á la que se subía por la rampa de Atarazanas, y se extendía por lo que es hoy paseo de Colón. El paseante iba por el alto espacio en que se mecen hoy las cimas de las palmeras, y por un lado dominaba el puerto, en el cual hacían bosque los mástiles de los buques de vela, por otro podía curiosear el interior de los primeros pisos. Ya se hablaba de demoler la muralla, y los viejos se lamentaban de la destrucción de aquel lindo paseo, como de la probable pérdida de un sér querido; tan arraigada estaba en las costumbres la vuelta diaria por el alto andén en las tardes placenteras de verano. Los jóvenes la vierno desaparecer, y ya no se acuerdan de lo que fué uno de los mayores encantos de la vieja Barcelona.

    El ensanche estaba ya bosquejado, y en el Paseo de Gracia iban tomando puesto las magníficas construcciones, que eran albergue y vanagloria de los ricos de entonces. Aun faltaba mucho para que se pudiera admirar la parada de casas con que el citado Paseo, la Rambla de Cataluña, la Granvía y otras nos deslumbran y fascinan, pasándonos por los ojos la vida fastuosa y un tanto dormilona de los millionarios de hoy. De jardines públicos no recuerdo más que el llamado del General, más allá de la Lonja, hacia el Borne. Era tan chico y miserable que si hoy existiera lo miraría con burla y menosprecio la más menguada plazuela de la moderna ciudad. Más allá se extendía la trágica Ciudadela, odiada del pueblo, que anhelaba destruirla, y casi casi anticipaba la demolición con sus maldiciones y anatemas.

    Me parece que estoy viendo al conde de Cheste, en aquellos días de Septiembre, recorriendo la Rambla, seguido de los mozos de escuadra. Su arrogante estatura se destacaba entre el gentío, que le veía pasar con respeto y temor. Del último bando que publicó, conservo en mi memoria retazos de frases que denunciaban su carácter inflexible, su adhesión á la causa que defendía, así como sus gustos literarios, propendiendo siempre á cierto lirismo militar, muy propio de los caudillos de la primera guerra civil. No recuerdo bien si fué el 30 ó el 31 cuando empezaron á correr las primeras noticias de la acción de Alcolea. Fueron rumores, que más parecían ilusiones del deseo. Primero, secreteaba la gente en los corrillos de la Rambla; después, personas de clases distintas soltaban el notición en alta voz; y los crédulos y los incrédulos acababan por abrazarse… Lo que pasó luego en la ciudad no lo supe, porque mi familia tuvo miedo, creyendo que se venía el mundo abajo, y como habíamos de salir para Canarias, se resolvió abandonar la fonda de las Cuatro Naciones, y buscar seguro asilo á bordo del vapor América, que había de salir en una fecha próxima. Aquella noche, tertuliando sobre cubierta mi familia y otras que también huían medrosas, vimos resplandor de incendios en diferentes puntos de la población. El pueblo, inocente y siempre bonachón, no se permitía más desahogos revolucionarios, después de tanto hablar, que pegar fuego á las casillas del fielato.

    Viajeros pesimistas, que iban con nosotros, auguraban asolamientos y terribles represalias que ponían los pelos de punta; pero nada de esto pasó, al menos por entonces. El pueblo, aquí como en el resto de España, rarísima vez ha sido vengativo en las conmociones puramentes políticas. Se ha contentado con un cambio infantil de los nombres y símbolos de las cosas, así como los primates apenas han sabido otra cosas que erigir nuevas columnas en la Gaceta, llenas de ineficaz palabrería.

    Tengo muy presente al segundo de á bordo, catalán de acento muy cerrado, sujeto entrado en años, locuaz, ameno y de feliz memoria. Monstrándome el edificio de la Capitanía general, que tras la Muralla del mar desde el vapor se veía, me contó con prolijas referencias de testigo presencial la horrible muerte de Bassa, como lo arrojaron por el balcón, como lo apuñalearon, y echándole una cuerda al cuello, arrastraron por las calles su acribillado cuerpo. Poco sabía yo de estas cosas. De la dramática historia del siglo sólo conocía las líneas generales, y eran vagamente sintéticas mis ideas sobre las sanguinarias peleas por los derechos de dos ramas dinásticas, sin que en tan estúpìda y fiera lucha haya podido ninguno de los dos bandos demostrar que su rama valía más que la otra.

    Naturalmente, no pensaba yo así en aquel tiempo, pues mis conocimientos de la historia patria eran cortos y superficiales, y del libro de la experiencia había pasado muy pocas hojas. Los frutos de la verdad son tardíos. Vienen á madurar cuando maduramos; pero en nuestro afán de vivir á prisa, comemos verde el fruto, y de aquí que no nos haga todo el provecho que debemos esperar… Como digo, yo sabía de estas cosas menos de lo que hoy sé, que no es mucho, y mis inclinaciones hacía la novela eran todavía indecisas por estar la voluntad partida en tentativas y ensayos diferentes. La Fontana de oro, primer paso mío por el áspero sendero, no estaba aún concluída. Ín diebustillis [In diebus illis: en días aquellos], cuando por primera vez estuve en Barcelona, llevaba conmigo dos tercios próximamente de aquella obra, empezada en Madrid en la primera del 68, continuada después en Bagneres de Bigorre, luego pasada por Barcelona y las aguas del Mediterráneo para que se refrescara bien, y concluída por fin en Madrid andando los meses.

    El vapor América salió para Canarias, y á mí me dejó en Alicante.

    **********

    Dispénseme usted, señor director… Las horas vuelan, y está cerca ya la de mi partida de Barcelona.

    Quédese la continuación para el año próximo.

    B. Pérez Galdós.

    Barcelona 8 de Agosto de 1903.

  • Quema y profanación de iglesias tras la toma por los carlistas de Berga

    En los distintos estudios sobre la Primera República, los autores se detienen casi esclusivamente en los hechos políticos, quizá por la escasa duración del nuevo régimen. Sin embargo, a través de las revistas eclesiásticas y de los periódicos de la época, hay datos suficientes para estudiar lo que suposo la República en sus relaciones con la Iglesia.

    Aunque ésta procuró mantener buenas relaciones con las autoridades republicanas, ya que en principio la Iglesia no se identifica con ninguna forma de Gobierno, pronto se hizo ver que el porvenir de la Iglesia en el nuevo régimen no era ciertamente optimista. Lo que no nos puede extrañar si recordamos la ideología de los tres primeros presidentes, claramente puesta de manifiesto en las Cortes.

    En efecto, el Gobierno parecía tener prisa en provocar roces con la Iglesia. Salmerón -el tercer presidente- lo expuso sin eufemismos: «Sustentamos la absoluta, la irremisible imposición de nuestro tiempo de secularizar plenamente en todas sus relaciones la vida del Estado, de afirmar la propia independencia de la Iglesia en el cumplimiento de su fin religioso».

    En El Pensamiento Español de ese período aparecía una sección titulada «Orden Público» en la que se recogían distintos hechos de persecución religiosa en los diferentes lugares de España: asesinatos, destrucción de iglesias, profanaciones…

    El programa anticatólico del Gobierno se acentuaba con la actuación de los carlistas, vengándose las turbas en los sacerdotes y en los templos, con la cooperación o pasividad del ejército.

    La toma de Berga por los carlistas, con incendios y fusilamientos, produjo en Barcelona gran indignación. En vez de improvisarse un ejército de voluntarios para vengar los atentados cometidos, el 30 de marzo se dedicaron en Barcelona al asalto de los templos: San Jaime, el Pino, Belén, San Justo, etc. Algún templo fue convertido en cuartel, otros fueron devueltos al culto.

    En cuanto a las profanaciones hubo de todo: desde cubrir con gorro frigio a las imágenes, a bailes organizados por el ejército indisciplinado y beodo, a los que asistían personas constituidas en autoridad.

    Se prohibió en algunos lugares administrar el viático a los moribundos. En varios puntos de Cataluña fueron asesinados varios sacerdotes.

  • Atentado anarquista al cardenal Casañas en la catedral

    Barcelona, 24, 9 n. Acaba de cometerse un atentado criminal contra el cardenal Casañas.

    A las ocho, cuando el prelado salía de la catedral, donde acababa de celebrarse una fiesta religiosa, se le abalanzó un hombre puñal en mano é intentó agredirle.

    La guardia municipal que se hallaba cerca pudo evitar el crimen parando el golpe del agresor, pero recibiendo el una herida en la mano derecha.

    El pánico que se produjo entre la gente al darse cuenta del atentado fué muy grande.

    El agresor fué detenido inmediatamente. Llámase José Salas Lomas y tiene cuarenta y cuatro años.

    Se le encontró un revólver Smith cargado y 14 cápsulas, un cuchillo y una botella con un líquido que habría bebido, según ha manifestado, de haber realizado su crimen.

    El puñal con que intentó herir al cardenal estaba humedecido con una substancia aún desconocida y de la cual tenía también impregnada una bola de algodón que se le halló en un bolsillo.

    El criminal era conocido de la policía por haber tomado parte activa en las reuniones de propaganda libertaria y haber sido largo tiempo presidente de la Sociedad de peones albañiles.

    Era vecino de la ciudad de Vich, de donde salió ayer tarde. Aquí se hospedó en la fonda de El Siglo, en la calle de Carders.

    El Juzgado de guardia ha comenzado á instruir diligencias á presencia del gobernador del fiscal y del presidente de la Audiencia.

    Mañana se celebrará un solemne Te-Deum en acción de gracias por haber salido ileso del atentado el cardenal.

    Se han recibido muchos telegramas de protesta y en el Palacio episcopal se han abierto listas que contienen ya centenares de firmas.

    Tan pronto como tuvo conocimiento del atentado cometido contra el cardenal Casañas el gobernador, acudió al sitio donde se hallaba detenido el agresor, a quien interrogó detenidamente, y en cuyo poder fué encontrada una carta explicando su resolución de matar al referido cardenal.

    Es opinión corriente que ese atentado es producto de la lectura de falsas acusaciones publicadas por ciertos periódicos contra el prelado.

    Interrogado sobre el móvil que le había inducido á escribir la citada carta, José Salas Comas contestó que, como tenía el propósito de suicidarse después de cometido el asesinato, deseaba se conocieran las causas que lo habían determinado.

    El detenido era jefe de los anarquistas de Vich.

    […]

    Barcelona, 25, 2 t. […] Salas ha declarado que está cansado de sufrir y de vivir en la miseria, trabajando desde la edad de siete años. Se considera como una víctima de la pésima organización social. Quería morir, pero vengándose. Ha dicho que el malestar de la sociedad se debe á los jesuitas y que por eso ha intentado matar al cardenal Casañas.

    […]

    Barcelona, 25, 11 n.

    […]

    Dicese que José Salas, para realizar sus criminales propósitos, se arrodilló fingiendo que iba á besar el anillo episcopal, y después de echar arena á los ojos de las personas que estaban más cerca del cardenal intentó agredir á éste con un puñal.

    […]

    Se ha cantado un Te-Deum en la Catedral, en acción de gracias de haber salido ileso el cardenal Casañas, asistiendo un numeroso público á la función religiosa.

    El cardenal bendijo desde el balcón al pueblo, que se apiñaba delante del palacio arzobispal.

    Diéronse ¡vivas! al Papa, y la muchedumbre se disolvió después de entonar un himno á la Virgen.

    Suicidio del criminal.

    Barcelona, 25, 12 n… Dícese que á mediodía se sintió enfermo y tuvo que visitarle el médico de la cárcel, el cual observó que el Salas sufría frecuentes vómitos, que le produjeron la muerte á las dos de la tarde.

    […]

  • Ejecutado Ramón Clemente García por bailar con el cadáver de una monja y otros delitos

    [Hoy] se dio cumplimiento á la sentencia del Consejo de guerra que condenó á la pena de muerte al procesado Ramón Clemente, acusado del delito de rebelión y profanación de cadáveres en el convento de las Jerónimos, durante los días de la última semana de julio.

    El reo, que desde el viernes de la semana pasada se hallaba en uno de los calabozos del castillo de Montjuich, fue puesto en capilla el domingo, á los dos de la tarde.

    A las cuatro subieron al castillo los Hermanos de la Congregación de la Paz y Caridad y el capellán de la fortaleza, don Eloy Hernández Vicente, los cuales entraron en la capilla para acompañar al reo en sus últimos momentos.

    De madrugada, á las cinco y media, llegaron al castillo las fuerzas de los regimientos de Numancia y Mallorca encargadas de formar el cuadro.

    A las ocho de la mañana, después de haber oído misa el reo, fue conducido al foso de la batería de Santa Amalia, donde se cumplió la sentencia, que ejecutaron ocho soldados del regimiento infantería de la Constitución.

    D. E. P.

  • Ferrer, fusilado en una zanja

    FERRER SHOT IN A DITCH.; One Volley Kills Him — He Shows Bravery to the End.

    BARCELONA, Oct. 13. — Prof. Francisco Ferrer, the Spanish educator and convicted revolutionist, was executed to-day by shooting at the fortress of Montjuich, where he had been confined since his condemnation by court-martial. He faced the firing squad without flinching and fell dead at the first volley.

  • Un policia asesinado y cinco sardanistas heridos por anarcosindicalistas

    POLICEMAN KILLED IN SPANISH RIOTS
    Five Merry-makers Wounded – Government Moves to Cope With Strike Threat

    (AP)
    Madrid, January 24 – A policeman was killed and five merry-makers wounded as the Government posted military and police forces to cope with a threatened general strike tomorrow intended to establish a proletarian dictatorship.

    The policeman was killed in a fight with Communists in a suburb of Barcelona. Two children, a woman and two men were wounded in a plaza of Barcelona itself when police charged a crowd of laborers who had sought to break up a native dance.

    Publication in the official Gazette of the new decree dissolving the Jesuit order in Spain and giving the Jesuits ten days to disband their chapters seemed to soothe the left-wing spirits.

    The Government was hopeful that its display of force would forestall any serious movement tomorrow, but was taking no chances.

    Right-wing factions said the anti-Jesuit decree was a political manoeuvre on the part of the Cabinet to pacify the extremists, who have agitated for a «workers’ republic.» The Government denied this, saying it was merely complying with the new constitution in dissolving the Jesuit order, which was established in Spain nearly 400 years ago, and in confiscating the Jesuit property.

    Troops and police, meanwhile, were busy in the major cities of the Catalonian, Andalusian, Galician and Valencian regions ferreting out leaders of the Anarchist-Communist-Syndicalist movement. Authorities in the Basque and Navarre provinces watched closely for a possible repercussion from the anti-Jesuit decree because of strong Catholic and Monarchist feeling there.

    From the Catholic right wing the decree has been termed «another attack against our belief and traditions to add to others already received from the Government.» (The new Spanish constitution separated Church and State.)

    Many persons have been arrested in connection with the strike threat and thirty awaited deportation today to the Canary Islands. The mayor of Manresa warned that any workers missing from their jobs tomorrow would be deported.