En la noche del 13 al 14 de [octubre de 1822] se dirigió el golpe contra toda la reverenda comunidad de PP. Capuchinos de Barcelona, pues compareciendo en su convento una fuerza armada, se les arrestó en el mismo esparciendo voces de que se habia descubierto una conspiracion contra el sistema liberal, en la cual decían estar ellos complicados. Aquellos beneméritos religiosos son los que sirven más al pueblo, y como al mismo tiempo no poseen rentas manteniéndose de la sola limosna, esto les merecía alguna consideracion entre los fanáticos, que entonces se llamaban el pueblo, por lo que era preciso para dirigir el tiro contra ellos, acudir á la calumnia, arma que manejan con suma destreza los masones y sus secuaces. Al efecto de antemano esparcieron voces de que les queria el gobierno trasladar al monasterio de S. Pablo y ellos se resistian; (aunque no habria sido estraña la resistencia cuando el convento era propiedad suya, y se hablaba de derribarlo para hacer una plaza trasladándolos á un monasterio en el cual nada tenian ellos que ver, como ni tampoco el gobierno) se persuadía que ellos eran los frailes mas hipócritas, que con apariencias de santidad embaucaban al vulgo; y por último se apeló á decir que fraguaban conspiraciones, y remitían dinero á los realistas. Arrestados aquellos pobres religiosos en su convento, no se dejó medio al parecer oportuno para perderlos que no se tantease. Se les introdujeron papeles que podian comprometerlos, se hizo un riguroso registro en el convento, y para más alarmar al llamado pueblo, se divulgó la voz y hasta la anunciaron periódicos de que les habían hallado dinero para remitir á los realistas. Todo esto era falso, mas lo que se intentaba era hacerlos odiosos pintándoles como instrumentos de todas las desgracias de la Patria. A tanto llegó la preocupacion del vulgo corrompido contra aquellos perseguidos religiosos, que sacando durante su arresto en el convento unos hombres por orden del gobierno, una caja, en la cual habia fragmentos de velas y otros pedazos de cera, se divulgó la voz de que aquella caja estaba llena unos decían de dinero, otros de municiones y otros de papeles contra el sistema liberal. Finalmente á pesar de tanto maquiavelismo nada pudo probar legalmente la maledicencia. Esto no obstante aquellos beneméritos religiosos pasaron del convento á diferentes cárceles, en las cuales pasaron algunos meses todos, y los que salieron fué con la condicion de dejar el hábito religioso, y los que no quisieron verificarlo quedaron presos, y despues fueron deportados.
Todo cuanto tenían al convento sirvió de pábulo á la rapacidad liberal y despues fué arruinado el convento é Iglesia con el pretexto de formar allía una plaza, y paraque fuese más ancha, ó mejor para que hubiese una iglesia y convento menos, derribaron tambien el colegio de los PP. Franciscanos, que estaba frente el convento de los capuchinos.
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Comentarios del compilador
Tomás Illa (y) Balaguer fue católico conservador (ve por ejemplo [ref4018]), regionalista (por ejemplo relativo a la situación legal de traducciones al catalán, [ref4020]), fabricante de sederías ([ref4019]) logicamente nacionalista y anglófobo, y diputado a Cortes por Barcelona.