El que hoy quiera felicitar los dias á todos los que responden nombrando el primero de los santos del dia, no tiene bastante con una resma de targetas. Pocos son en verdad los varones y las hembras á quienes en la pila puso el padrino el nombre de Primo ó Prima; mas en cambio de esta escasez, hay tanta abundancia de primos y primas extra bautismo, que dudo pueda encontrarse nombre de mas tocayos. Dejando á un lado todas las primas de los instrumentos de cuerda, que no son en corto número, y que por cierto se comen, á puro de romperse, la mitad de lo que ganan los violinistas y guitarristas; haciendo caso omiso de esas otras primas de jugada en papel del Estado, en billetes de banco y en acciones de empresas y sociedades, en las cuales primas sucede la rareza de que quien pierde, pierde y paga, y quien gana, gana, pero no siempre cobra; suprimiendo la hora prima de los romanos y la hora prima canónica; omitiendo las lecciones de prima y los catedráticos de prima que antes habia en las universidades y que han caido en desuso; dejando á un lado, decimos, todos esos primeríos, nos atenemos á otros dos, á saber, los primos de las primas, y los primos de las primadas.
Tenemos por cosa de todo el mundo sabida que los primos de la primera de esas dos clases son incómodos de suyo, mequetrefes de las familias, guardianes importunos, usurpadores de derechos maridales y paternos, suplefaltas de novios, sobresalientes de cortejos, sustitutos de hermanos, terceros en domésticas discordias, encubridores de enredos, trastornadores de voluntades, trastos de tropiezo, pararayos de enojos, vichos de sobra, y entes que no pueden con exactitud incluirse en clasificacion ninguna. Los tales primos son los censos irredimibles de todas las familias. No hay ninguna entruchada entre ellas y ellos en que ora en pro, ora en contra, no ande barajado un primo. Ya los primeros amores de las niñas son suyos en calidad de primeros ocupantes, porque aun nadie ha observado que en la tal casa hay una muchacha que comienza á mugerear, cuando ya el primo está cansado de decirle que la quiere, y con el achaque del primerio hace mas de tres años que le anda buscando las vueltas en haz y paz de los padres de la mocosa, que temen del mozo que pasea la calle, y no tienen maldito el recelo del sobrino que á todas horas hace migas con la chiquilla. El primer apreton de mano, que es como el cabo de gastadores de los lances y sucesos amorosos , lo atrapa un primo sin que nadie lo pueda remediar; y aunque la rapaza cuando comienza á representar papel en el inundo llame la atencion de un ciudadano cualquiera que empieza por telegrafear, y procure despues estrechar las distancias, nó por esto se adelanta cosa alguna, porque entonces el primo se encaja de por medio , y aunque en rigor no es rival, hace oficios de ello, y no hay sino aguantarlo, porque en calidad de primo no bastan humanas fuerzas á separarlo de la querida. Él suple los ojos de la madre, él baila con la muchacha para impedir que baile el amante, la cela como un agente de policía, y es mucha fortuna si no da en la flor de ser un espía que trastorna los planes á duras penas fraguados entre los dos amantes.
Entabla un jóven relaciones con una señorita y ella parece que corresponde, pues se asoma al balcon cuando pasa el mozalbete, y mira á la luneta en que el tal se sienta, y se vuelve á mirarle cuando sale del teatro, y á todo esto ni el papá ni la mamá se han dado cata de ello; pero suple por ambos el primito que no le pierde á V. de ojo y se complace en mortificarle, y si hay un baile allí se lo encuentran danzando con la prima, cuchicheando y sonriéndose con ella, y haciéndole muecas y poniéndole el pañuelo á la salida, y dándole el brazo en la escalera y en la calle, todo todito para mortificar al amante, al cual ni siquieía le queda el consuelo de poder romperle la cabeza, porque como primo, pertenece á la familia, y el amante respeta á todos los individuos de la familia de su querida. ¿Y daríamos nosotros los días á tales primos? Nó por cierto, y cuenta que á nuestra edad no nos incomodan los tales, pero sabemos que incomodan á muchas gentes, y estamos seguros de que continuarán incomodando hasta la consumacion de los siglos. Por esto aconsejamos á nuestros lectores que no den los dias á ninguno, y si entre los tales lectores hay algun primo, que sí los habrá, tómeselos si quiere, que no serán los dias la primera cosa que se habrá tomado en el mundo.
En cuanto á los primos de las primadas les felicitamos de corazon, ya porque son necesarios en la sociedad, ya porque estan muy distantes de incomodar á nadie, ya porque nos consideramos tocayos en atencion á las muchas primadas que en este mundo nos han sido jugadas, á las muchas que nos jugarán todavía, á las infinitas veces que hemos pasado por primos, á las otras que nos han tomado por Ídem, y á la indecible facilidad con que nos dejamos primear por astutos y por tontos, por jóvenes y por viejos.
A los primos de la primera especie torozones, tabardillos y calambres, á los de la segunda felicidades sin fuento y por muchos años.
Tambien es hoy san Feliciano. Pónganse la mano en el corazon todos nuestros lectores, y á ver si hay uno siquiera que se considere en el caso de celebrar hoy sus dias. Si lo hay, puede estar seguro de que no tendrá tocayos. Bueno está el mundo para que haya hombres felices.
Juan Cortada, José de Manjarrés, Josefina Roma, El libro verde de Barcelona. Añalejo de costumbres populares, fiestas religiosas y profanas, usos familiares, efemérides de los sucesos mas notables acaecidos en Barcelona (1848).