Año: 1639

  • Incendio de la Cárcel Real y fuga de los presos

    Martes á 7 de Junio 1639, se pegó fuego en la cárcel del Rey, en la estancia que llaman obra nueva y galería.

    Fué causa que entre día se puso fuego á la chimenea común de la cárcel, en donde se guisa para los pobres presos; procuróse apagar, pero no fué con tanta siguridad que no quedase (disi)mulado el fuego entre el mucho ollín que havía en el cañón de la chimenea, en donde en secreto fué minando y tostante aquella materia hasta que, estando ya dispuesta, entre las diez y las once de la noche rebentando en un bolean de fuego el mismo cañón por la estancia de la galería, cuio techo era de fino melis y último de la cárcel, empezó á arder el maderaje con tal brabeza, que ya á los primeros pasos se reconoció imposible el apagalle.

    Salía por las rexas el fuego como si fuera toda la estancia un abrasado Etna; á la noticia acudió el Conceller, que lo hera el Abad Eril, los Conselleres y Consejo. El Virrey se hallava en Gerona.

    Mandóse hechar vando, pena de la vida, que, carpinteros y albañiles acudiesen: las campanas de combentos ó iglesias, hasta la Tomasa (Nombre de la campana mayor de la Seo) y relox en repetidos ecos, publicavan el incendio y mobían á orror y espanto. Vieron los oficiales que no havía medio sino dejar quemar aquel techo y asigurar por bajo los suelos, para que á la ruina no viniesen á tierra.

    Oir las voces de los presos causava quebranto, y por no aventurar las uidas se abrieron las puertas, dando livertad á todos: que salían, quién desnudo, quién á medio vestir, y últimamente, como dio lugar el incendio, vino á tierra el techo ó pavellada, haciendo orrible estruendo y arrojando el poder del fuego bajo á la calle pedazos de piedra, que no havía quien se acercara de gran pedazo.

    Resolviéronse, por último, por las casas de la Tapinería de subir con escaleras, pero no era tratable pasar por los suelos de la cárcel, porque las piedras abrasavan zapatos y quanto se les ponía encima. Dieron en echar agua, y con eso se hizo navegable aquella para poder cortar los tejados de las casas vecinas, y atajar los pasos al fuego; con esto se contubo en aquella estancia, y á cosa de las quatro de la mañana sosegado lo más y á puro echar agua amortiguado el fuego, se fueron el Conceller y Conselleres que en la botiga de un cirujano havían estado desde las diez, para dar las órdenes combenientes.

    Acudió allí toda Barcelona, las religiones de San Francisco, del Buen Suceso y San Fran(cisc)o de Paula, que todos fueron menester para la diligencia del agua. A no ser lo grueso de las paredes, que pasan de á dos varas, y no ser de bóveda gruesa los techos, asiguran los maestros que todo huviera rebentado y benido á tierra.

    Los presos que se libraron con el incendio pasavan de 300, quedando la cárcel para alquilar. Hechóse luego pregón que todos los presos que havían salido y quisiesen asentar plaza en el tercio que lebantava la Ciudad, se les dava guiaje (El guiatge (guiaje ó salvo conducto) viene apareciendo con frecuencia en Cataluña desde los tiempos de los Reyes de Aragón. Estos lo concedían, ó bien las autoridades superiores del Principado, á las personas gitadas (expulsadas) de la constitución de paz y tregua. La gracia del guiatge detenía la acción de la justicia, para que al criminal le fuera permitido divagar por todas partes sin que nadie pudiera prenderle. Amparados con dicho salvo conducto, muchas veces se ve que le presentan en las ciudades los jefes de las bandositats (parcialidades), ya para dar sus descargos, ora también para fírmar convenios de paz ó tregua.) sin exceptuar delito alguno, y que sirviendo, se les perdonaría. Muchos tomaron el partido y luego marcharon con algunas compañías al Rosellón, otros no quisieron, y se procurava prenderlos.

    Tratóse luego de obrar la cárcel y ponerla en devida forma.

  • Salen 500 hombres para detener la inminente invasión hereje-francesa de Rosellón

    Savíase por mui cierto que el francés hacía muchos aprestos de guerra en el Lenguadoc, y que todo era para invadir Cathaluña y sitiar la plaza de Salsas, en desquite del suceso de la Ocata (Leucata llamada siempre Ocata y Laocata en todos los documentos catalanes de la época) y de Fuenterravía de que se hallava mui amargo; y así quiso probar por acá su suerte.

    En vista de tanto aparato y de los avisos que llegavan, por orden de S. M. partió el Conde de Santa Coloma, Virrey que era, á 4 de Maio 1639 para Gerona, desde donde diese calor á las fortificaciones de las plazas marítimas, y de las de tierra, que con los recelos de lo venidero se añadía algo á los presidios para su maior defensa.

    Al mismo tiempo se empezaron por las ciudades, villas y lugares de Cathaluña á levantar gente, para lo qual salieron algunos ministros y gente de suposición. Para la maior brevedad, en 2 de Junio la ciudad de Barcelona puso tres banderas para levantar 500 hombres, que en cinco días naturales estubieron ya efectivos: dávase á cada soldado 40 rr(eale)s de entrada y dos de sueldo, con su pan de munición todos los días. Los Cavos eran Don Antonio Doms (D. Antonio de Oms), Don Luis de Paguera y Don Luis Tord; á los mosqueteros añadieron de ventaja diez rr(eale)s todos los meses: partieron el día 8 de Junio y todos lindos mozos.

    Sávado á 11 de Junio de 1639, entró el francés y cinco mil cavallos, la maior parte de la milicia eran ereges esguicaros [esguízaro] y suecos. Entró con furia francesa y como no halló oposición, en breve corrió la cavallería toda la campaña, arruinando y talando el país. Tomaron á Claria (Clayrá) y á Rivas Altas, dos villas arto buenas en donde hicieron plaza de armas, corriendo después el Condado de Rosellón, entrando en las villas y lugares, saqueando todos los que les hacían resistencia.

    Tomaron Estagel (Estagell) y después á Opul (Opol), cuio castillo sin hacer arma alguna, le entregó infamemente el capitán, de nación castellano (Don Luis Núñez, flamenco de Bolduque), y todos asiguravan era imposible rendille, menos que á costa de muchas vidas, así por el terreno en que está fabricado, como por tener bastante guarnición para su defensa.

    Encaminóse el capitán á Perpiñán, en donde el Marqués de Torralua (Don Juan Torralto de Aragón que en 11 de Junio de 1639 escribió al Virrey la carta [que pongo en el comentario]) general le mandó dar un garrote, y al alférez quitar la caveza. Imputábanle de traidor y que por 500 doblones havía vendido el castillo, pero hasta los últimos trances de su vida estuvo siempre en que por covarde lo havía entregado.

  • Empieza el sitio francés de Salses, Rosellón

    Volviendo, pues, á los franceses, el mismo día que entraron en el Rosellón, tomado Clariá y Riuas Altas (Clayrá y Rivas Altas), hicieron plaza de armas en Clariá. Governava el exército francés el duque de Luy, hombre mui experto y gran soldado.

    Tomado Opul, pusieron luego sitio á Salsas (Opol y Salces); con mucha artillería y mui bien atrincherada, batían la plaza por todas partes horriblemente. Governava las armas de la plaza un castellano, hombre ya de edad (Don Miguel Lorente Bravo) y por hallarse tullido le substituía un mallorquín llamado Gil (Don Bartolomé Gili), con otros cavos de su posición. Tenían de guarnición setecientos hombres, mui buena gente: hallávanse bien bastecidos de víveres y municiones, y conocióse bien, pues fué el sitio con tal cuidado y rrigor, que ni un aviso siquiera pudo pasar de Perpiñán á la plaza de nuestro Virrey. Tenía su plaza de armas en Figuras (Figueras), en donde recogía todas las milicias para el socorro, porque tenía orden de S. M. de no socorrerla, ni chocar, menos que con exército de quarenta mil hombres.

    Aprestávase el sitio y continuávanse las baterías.

  • Diputación y ciudad levantan a más hombres para la guerra en Rosellón a cambio de reducciones en los impuestos reales y los sobre los aprendices

    El día 13 de Junio segunda fiesta de Pascua de Espíritu Santo, con la noticia de haver el francés invadido á Cathaluña, resolvió la Diputación levantar 1.200 hombres, por cuio coronel nombraron á Don Joseph Sorribas hijo de Phelipe Sorribas el viejo, y de esta ciudad. Havía servido 23 años en Flandes, era mui querido del Infante Cardenal, y havía venido por consejero del conde de Santa Coloma en esta guerra. Repartióse el tercio en seis compañías, y se formó una de estudiantes solamente; dábanse á cada soldado cinco libras (13’33 pesetas) de entrada y dos rreales de socorro.

    Lunes á 20 de Junio viendo la Ciudad la necesidad de gente, quiso levantar graciosamente 200 hombres más, dándoles el socorro que á los demás del tercio, y para abreviar esta leva publicó que todos los mancebos de qualquier oficio ó arte que fueran, que asentarían la plaza, les pasarían maestros de su oficio al volver, pagando solamente lo que un hixo del maestro suele pagar, y si algún hijo de maestro iba, le pasarían por la mitad menos. El miércoles á medio día estubieron ya los 200 hombres para marchar, y el viernes á otro día de Corpus, marcharon; cuio capitán era F. de Ripoll.

    Uniéronse con el tercio, que era de 500, y con estos tenía 700 efectivos. Hizo esta demostración la Ciudad en agradecimiento de la remisión que havía hecho S. M. de los quintos y franqueza de fogatxes, para cuia agencia tenía la Ciudad á Gerónimo de Navel en Madrid. También tenía la Diputación otro síndico para aquella gran contención que tenía el Consistorio con el Virrey, y S. M., en vista del servicio de ambacadas (Embajadas), despachó luego á ambos embaxadores con el decreto de sus pretensiones mui á favor de los comunes, para aorrarles el sueldo que logravan los dos enviados.

  • Salen 130 mosqueteros para Rosellón

    El día 15 de Junio 1639, salieron 130 mosqueteros del tercio de la Diputación á juntarse con los demás; cuio capitán era el obispo Vidal, cavallero así llamado (Era lo de obispo un sobrenombre ó mote).

    El señor Obispo, también á su costa, levantó 150 soldados; á todos los vistió con famosos capotes de campaña y sombreros blancos. Los demás obispos, cavildos, ciudades, villas, lugares y comunes, bien á su costa, levantaron soldados, cada uno sigún su posibilidad, y llegaron los lugares á dar de entrada á 25 y 30 libras á cada soldado, sin el socorro de calidad que se distribuieron los comunes: cavalleros, ciudadanos y quantos gozavan de privilegio militar tuvieron orden de salir á campaña, y á los que no salieron los desterraron con público pregón á Oran y otros presidios, con que salió mucha gente, de forma que asiguraron, que entre voluntarios y de sueldo pasavan de 18 mil hombres solamente de milicia cathalana. La proclamación (Proclamación católica á la magestad piadosa de Felipe el grande rey de las Españas y emperador de las Indias nuestro señor los Conselleres y Consejo de Ciento de la Ciudad de Barcelona Año 1640) dice que llegaron á 30.

  • Acude «inmensa gente» para ver la salida de 730 hombres para la guerra en Rosellón

    El día 25 de Junio partieron 730 hombres del tercio de la Diputación, que como havía falta de gente se hiva remitiendo á trozos; conducíalos un coronel y sargento maior; pasaron al Aseo á bendecir sus banderas, y dando vuelta á la ciudad, salían la Puerta Nueba á las 9 horas de la noche: acudió inmensa gente á verlos partir.

  • Salses se rinde a los franceses

    El día 19 de Julio 1639 después de 38 días de sitio cruelísimo, con minas y hornillos, hicieron volar una cortina de muralla, por donde dando escalada y al salto general, murió muchísima gente, y entre otros el cavo mallorquín, con cuia muerte descaeciendo los asediados, trató luego el castellano de entregar la plaza, y en buen romance, de venderla por precio de diez mil doblones. Entráronla con los pactos que quisieron los franceses. El governador se retiró á Narbona, la milicia la llevaron á Palma en donde estava el Príncipe de Conde, y las mujeres, niños y gente inútil la embió el de Luy á Perpiñán, con recado al de Torralta de que tratase de dar las llaves del castillo, ó que, quando no, él se vendría á buscarlas, á que le respondió que le aguardava siempre que quisiera venir. Fortificó el francés á Salsas quanto pudo.

  • Alegría por la noticia de la llegada en Sevilla de la flota de Indias; Olivares sobre un conflicto personal catalán-napolitano: los superiores han de ser de todas naciones y de ninguna

    El domingo antes llegó aquí la nueva del arrivo de la flota con toda felicidad y prosperidad, conduciendo el thesoro de dos años, porque el antecedente no havía venido. Fué noticia de mucho placer para España, al paso que de pesar para Francia: celebróse con regocijos tan dichoso aviso.

  • Amenaza francesa a Perpiñán; los destrozos anti-católicos de los herejes

    El día de Santa Ana el francés hizo gran muestra de banderas delante de Perpiñán á la vista de nuestra gente, que puesta en orden, bien que sólo era de nueve á diez mil hombres, estaba á punto de batalla; pero no embistieron por faltarles la orden. Retiróse el francés porque cerraba la noche, y también los nuestros; pero el enemigo, aquella noche, con dos piezas de batir se encaminó á Canete (Canet, gobernado por D. Jerónimo Pinos) y en breve rato lo rindió, señoreándose del castillo.

    […]

    Fueronse los franceses haciendo dueños de muchas villas y lugares, executando en todos execrables maldades y obrando sacrilegas acciones. Hacían cavallerizas de los templos y casas de Dios, y en las imágenes de Christo y su bendita Madre vituperios, que causa borror el oirlo; muchas imágenes de Santos se hallavan cruzadas de balas, y con destrales (Hachas) y armas deshechas por desprecio; ¡pero que ay que admirar, si casi todo el campo enemigo era sectario! Estos insultos y sacrilegios irritaron más á los nuestros, infundiéndoles maior valor, pareciendo era justo vengar los agravios hechos á Dios con darles muerte.

  • Cinco muertos en peleas entre catalanes y castellanos en Perpiñán causadas por la supuesta cobardía de los últimos

    Tomó también el enemigo el castillo y villa de Tartaull, ó por mejor decir á buena guerra lo entregó su governador, que era castellano: probaron tan mal éstos, que tres fuertes que tenían á su cargo Opul, Salsas y este de Tartaull, todos se entregaron alevosa é infamemente, y algunos que governavan cathalanes se resistieron hasta el último trance, de cuia desigualdad de obras nació una ojeriza entre las dos naciones, que llegando los tercios á darse las cargas murieron muchos, y fué preciso dividirlos, de calidad que no tubiesen forma de llegar á las manos [nota]; pero la soberbia castellana con ninguna otra nación supo jamás unirse, de que resultó no poca disminución en el exército; bien al contrario se vio de los cathalanes, que con cualquiera otra supo ajustarse y hermanarse.

  • Salen cuarenta mil hombres para recuperar Salses en Rosellón; tensiones en el liderazgo del conjunto del ejército; una lista de los participantes

    Obrando tan depravada y sacrilegamente el francés, mientras nuestro exército se formava, como se ha d(ic)ho, no pudiendo el celo cathólico sufrir ya más, el día 14 de Septiembre 1639 en que la Iglesia celebra la exaltación de la Cruz, partió nuestro exército de Perpiñán, haviendo confesado y comulgado con mucha devoción. Componíase de 40 mil infantes, 4 mil cavallos y 40 piezas de artillería gruesa, y mui bastecido de todo. Era su general el conde de Santa Coloma, pero con los lados del marqués de Espínola y marqués de Torre Cusas (D. Carlos Caraciolo, marqués de Torrecusso. Torrecussa le denominan siempre los documentos catalanes, y aun algunos autores), y otros cavos de gran experiencia y valor, y toda gente mui veterana. Encamináronse la vuelta de Salsas.

  • Comienza el sitio español de Salses en Rosellón

    Lunes á 19 de Septiembre 1639, hallá(n)dose el exército francés atrincherado á la circumvalación de Salsas, y llevando el nuestro la principal mira á recuperar esta plaza, se devidió nuestra gente en trozos en disposición de embestir, y de resistir las avenidas del enemigo, pero no tan determinado al choque, como sucedió. Tocó la orden de reconocer las trincheras del enemigo al hijo del marqués de Torracusa, duque de San Jorge (D. Carlos María Caraciolo, Duque de San Jorge), y á D.n Alvaro de Quiñones, con dos mil cavallos, á quienes seguía un trozo de infantería y entre ella 1.200 hombres de la Diputación (nota omitida); acercóse tanto la cavallería á las fortificaciones del enemigo, que saliendo algunas mangas de infantería y cavallería francesa, se trabó la escaramuza tan sangrienta, que empeñados los nuestros, llegando la infantería, hicieron tal destrozo en los franceses, que rotas las trincheras y muertos millares de franceses, quedaron los nuestros señores de las fortificaciones y á toparse allí el cuerpo del exército, es cierto se llebavan de camino el castillo. Obró prodigios la gente que se halló en el choque, y principalmente los catalanes, tanto que el de Torrecusa escrivió al general que no parecían hombres sino demonios los cathalanes, sigún lo desesperado y valerosamente que se havían portado. El enemigo destrozado retiró las más de sus tropas á la plaza, siguiéndole nuestra gente hasta las murallas de la fortaleza, haciendo cruel matanza, y á mui pocos pasos del foso hizo nuestra gente las trincheras (nota omitida). Sitióse la plaza con tal apretura, que no dejavan salir ni entrar el menor aviso del mundo, y reconociendo que por la refriega y fuga antecedente se havía retirado á la plaza mucho más número de gente que para su guarnición havía menester, pues pasavan de tres mil hombres, y que los bastimentos en breve se expenderían (nota omitida), apretavan más el sitio y ruina de la plaza. Pusieron quatro baterías y la una desde una montañuela ó colina que dominando el omenaje y plaza de armas de la fortaleza, le causava yreparable y continua ruina haciendo venir á tierra el omenaje. Las otras baterías eran de poco fruto, sino para las obras muertas, por ser la muralla de ladrillo y tener más de 20 palmos de grueso. La artillería de la plaza, ningún daño nos causava por estar bajo de ella con tal cercanía, que al principio con piedras ó invenciones de fuego infestavan los asediados á los nuestros, que obligados de tanta molestia, fabricaron una entrada encubierta para defenderse de tan cercanos fastidios. Con esta apretura, sin cesar noche y día, se tirava de continuo á la ruina ó consecución de la plaza. El enemigo ora sea para avisar de su aprieto y abreviar el socorro, ora sea para purgar la superfluidad de la guarnición que debastava los bastimientos y víveres de la plaza, y abreviava con esto su rendimiento, despedía á quinientos y seiscientos para que probando el romper las trincheras, saliesen; pero aunque en barias surtidas se procuró, jamás lo consiguieron, ni el que pase un hombre siquiera.

  • Dios rescata a los franceses de un fallido intento de levantar el cerco de Salses (Rosellón) con lluvia y una epidemia; otro intento el día de Todos los Santos; mutilación de los cadáveres

    Prosiguiendo el sitio tan sangriento, y reconociendo el francés que sin mucho número no podía dar el socorro, juntó quanto pudo y el día 24 de Octubre 1639 á las tres de la tarde, apareció el enemigo por la colina, llegando á tiro de artillería de nuestro campo, que albozado de verle, esperando que si llegava á las manos havía Francia de experimentar mui á su costa el valor de España y esta tener un dichoso día con la victoria.

    Pero Dios, cuios juicios son impenetrables, atajó á unos la gloria y á otros la infelicidad, pues estando ya para empezarse la batalla empezó el cielo á cubrirse y con estraordinaria tempestad á arrojar agua, que el enemigo se hubo de retirar con tal fatiga de los soldados, que dejaron á vista de los nuestros más de dos mil mosquetes y arcabuces. Continuaron las aguas con tal abundancia y tantos días, que inundándose la campaña y saliendo los ríos de madre, faltaron las provisiones y mantenimiento á nuestro cuerpo, porque los caminos y valles estavan investigables (intransitables?) y hechos mar, en las obras de minas, hornillos, y otros gastamientos que contra la plaza se hacian.

    Murió anegada mucha gente nuestra, y no quedando cosa que no pareciera un estanque; esta inclemencia de tiempo sobre estar nuestro exército mal complexionado, con ocasión de haver en lo recio de la canícula tenido sus alojamientos en las comarcas de Perpiñán y Salsas, territorios poco salutíferos, junto con las recias tramontanas …, engendró tan ardientes, contagiosas y sobervias enfermedades, que en pocos días no caviendo los enfermos en los hospitales de Perpiñán, se huvieron de tomar algunos comventos de dentro y fuera de la villa, que nada bastó. Murieron muchísimos, así nobles como pleveos, y títulos, y en breve porque apenas se sentían enfermos, quando á toda priesa havían de sacramentarlos y algunos no davan lugar á ello.

    Supo el francés esta ruina y dismembración de nuestro exército y pareciéndole fácil el socorro de la plaza, intentó darle el día de Todos Santos por el mismo terreno que havía venido la otra vez, apareció á media tarde, ostentando mucha gente y juzgando feliz su designio de rompernos y socorrer la plaza, y así el día de las Animas á las dos de la tarde, bajando tres tercios por la montaña, que eran el de la Reina, el de Lenguadoc y el de Normandía, compuestos de la primer nobleza y mejor milicia, embistieron dos veces con desusada furia las trincheras, pero ambas veces fueron rechazados con tal valor, que al pie de las trincheras quedaron más de 300 muertos, sin los que al retirar con las continuadas ruciadas de nuestra mosquetería quedavan por el camino y se herían mortalmente, pues asiguraron después los franceses mismos, havian perdido más de 1.300 hombres, todos de la primer esfera, entre los quales murieron siete títulos, catorce capitanes y un coronel ([nota omitida sobre Torrecusso]).

    Retiróse el francés á Narbona, para ayudar á llorar á Francia tan amargo suceso. Nuestra infantería tuvo muy rico despojo, porque eran ricos los vestidos, y muchos doblones los que se hallaron á los muertos á quienes algunos desalmados de nuestro exército, fué quitando narices, orexas, y testículos, acción que sintió el de Luy infinito, pues al pedir algunos cuerpos de los principales, no se pudieron conocer.

    Continuóse el sitio con toda vigilancia, fortificándose más de cada día los nuestros con muchas trincheras, contrafosos, reductos y otras obras defensivas, y poniendo entre unas y otras mucha artillería, formaron inexpugnables fortificaciones, y bien que la inclemencia pasada havía disminuido el número, pero los buenos sucesos, aumentando el valor de los sitiadores, y con las reclutas así de forasteros como de naturales, no se echava menos la gente que havía purgado el exército con tanta epidemia. La providencia de n(uest)ros generales ordenó se fabricaran barracas de madera para abrigo de los nuestros en tan rígido tiempo, procurando abundancia de madera, con que contribuía el país y pueblos gustosísimos, y con indecible amor, hasta llevar las tablas de sus propias casas al campo y exército.

  • Sale para Salses el diputado militar Tamarite «por algunos secretos motivos»

    Pareció al consistorio por algunos secretos motivos, que importava asistiera al lado de nuestro general, un diputado de Cathaluña: éralo militar aquel trienio Fran(cisc)o de Tamarite, á quien nombró el Consistorio, y asistido de mucha nobleza, llevando la bandera de la Diputación Don Juan Tamarite, armado de punta en blanco partió con 40 soldados de recluta el día 7 de Diciembre 1639; acompañóle el Consistorio hasta la Cruz de San Francisco. Hera hombre prudente, de mui buenas prendas, bien quisto, y celoso del bien común y de la patria.

    Tres días antes de partir el diputado, embió la Ciudad 40 hombres de recluta despachados en mulas para que llegaran más pronto: se continuavan las levas por todo y el avio de la gente.

  • Llegan desertores franceses de Rosellón

    A trece de d(ic)ho mes, llegó á nuestro campo Monsiur de San Ginés, hijo del governador de la Ocata (Mr. de Saint Onis, hijo del gobernador de Lencata Mr. de Barri, que desertó de sus banderas temeroso del castigo que le amenazaba por habérsele apresado once barcas llenas de provisiones, que se enviaban para socorro de la guarnición de Salces.), mozo gallardo y mui cavallero, trahía un camarada y tres criados, que huiendo del rigor de Francia por haver sido causa que por su descuido havían nuestras galeras y gente tomado once barcas, y dos bergantines llenos de municiones y pertrechos de guerra, en un estaño (Se ha traducido al pie de la letra la palabra catalana estany, laguna.), se retirava y acojía á la clemencia de nuestro Rey.

  • Salen más soldados para Salses en Rosellón; galanterías entre sitiadores y defensores; destrozos españoles en Narbona; terminos de la rendición; gran mobilización en Barcelona para asegurarla

    A 24 de dicho partieron 25 soldados de la Ciudad, y á 27 quarenta de la Diputación; todos á cavallo para hacer mejor y presto el viaje.

    Viendo el marqués de los Balbases que era casi imposible que Francia socorriese la plaza por las derrotas pasadas, y que los asediados (con las esperanzas que medio juramento les dio el de Luy, quando los puso en el castillo) no tratavan de rendirse, intentando como á general del exército todos los medios para ganarla sin costarle sangre y con alguna gloria de los españoles y sin descrédito de quien también havía sabido defenderla, escrivió esta carta al governador:

    «A Monsuir Aspernán (Mr. de Espernan), governador de las armas sitiadas en el castillo de Salsas.—Haviendo puesto las armas de S. M. sobre ese castillo y continuando á un mismo tiempo su expugnación, aprochando hasta el mismo foso, no he d(ic)ho jamás nada, dando lugar aquella guarnición pudiese mostrar su valor, y aguardar el socorro de su Rey, que haviéndolo procurado dos veces mui poderoso, le ha sido preciso retirarse con descomodidad, una por inclemencia de los tiempos, y otra por los varios sucesos de la guerra, y no solamente he aguardado se retirase, sino que se alejase mui adentro para avisar de lo que he obrado en cumplimiento de mis obligaciones y benignidad, pero lo que en adelante aró, será atar las manos al albitrio de generales, para usar todas las cortesanías que se desearían é etc.»

    Respuesta de Aspernán al de los Balbases:

    «La bondad de esta plaza no consiste en los aproches del foso, ni se halla en el estado de admitir cortesías, y haviéndola defendido siete semanas, espero en adelante hacer lo mismo y obrar lo que pueden los hombres de honor, y que saben defenderse, y lo que toca al socorro de Francia, quando sea verdad que se haia retirado mui adentro, yo le daré tiempo para que vuelva, quedando mui ofano de defender una plaza como esta, contra una persona y valor tan insigne como merece el nombre del Señor Marqués {de) Espinola.»

    Divirtiéndose los asediados de las incesables fatigas y ruinas que con tan recio y largo sitio padecían, hacían algunas llamadas, aunque fríbolas é impertinentes, y entre ellas dieron libertad á un capitán napolitano y al guardián de capuchinos de Elua [¿Elna o Santa Maria de Eula?], que en las primeras surtidas (Salidas) havían preso. Salieron tres capitanes y entraron de los nuestros otros tres; para capitular pedía el governador 30 días para avisar á su Rey y que si en ellos no llegava el socorro, se entraría á tratar de los pactos; concedíanle diez, y no admitiéndolos, y pareciendo á los nuestros necia la proposición, se le dio repulsa y los capitanes se volvió cada qual á su exército.

    Nuestra cavallería obrava mucho, pues corriendo hasta la comarca de Narvona, quemaba y talava todo el país enemigo, sin perdonar quanto le venía delante, y fué de gran consequencia el haver el día 29 de Diziembre 1639, en el lugar de Sitjar, quemado tres grandes almacenes de provisiones del enemigo, que le fué de gran incomodidad y pérdida.

    Con estas funciones y sucesos se continuava el sitio, admirando á todos así el valor de los sitiados, como la constancia de los sitiadores, y así viendo Monsiur de Espernan la firmeza de los nuestros y que ni las intentonas de Francia, las enfermedades, las inclemencias del cielo, y tanta fatiga, havia podido disminuir en nada el fervor del sitio, día de S.n Thomás apóstol, á 21 de Diz(iemb)re 163[9], hizo llamada la plaza y después de los acostumbrados estilos de la guerra, se ajustaron los pactos en esta forma:

    1. P(rimer)o que rendirían la plaza día de los Reies 6 de Henero 1640, saliendo de ella su guarnición con dos piezas de artillería, caxas templadas, banderas enarboladas, armas y bages, cuerda encendida, bala en boca, y seguridad de escolta para no recivir daño alguno.
    2. Que si en este tiempo venía el socorro y solamente rompiendo por una parte socorrida la plaza, quedase permanente el sitio de los nuestros, los pactos tenían su mismo valor y havía de rendirse la fortaleza.
    3. Que aunque la plaza se hallase plenamente socorrida de bastimento y municiones, havía asimismo de rendirse.
    4. Que en caso viniese el socorro y rompiese las trincheras no podían los de la plaza hacer ninguna ostilidad á los nuestros, ni nosotros á la plaza.
    5. Que se havía de embiar un trompeta de nuestro exército al Xpmo, con carta havierta de Monsieur Espernan, para darle aviso de esto, y que en re(he)nes quedasen el theniente y dos cavos de la plaza en nuestro exército; y del, en la plaza tres capitanes ([omitida carta de Olivares]).

    Con estos pactos y el aviso de ellos, se despacharon correos del x(ener)al nuestro á S. M., Diputación, ciudad de Barcelona y demás unibersidades, pidiendo se hiciera el último esfuerzo de socorro de gente, porque se savia que Francia con grueso exército venía sobre nuestro campo.

    Hallábase canceller de Cat(aluñ)a (El Canciller de Cataluña era un funcionario real de categoría superior á los jueces, oficiales y magistrados y hasta del general Gobernador. Sus atribuciones principales consistían en distribuir las causas entre los doctores del Real Consejo, firmar órdenes y privilegios, sentenciar en juicios verbales, tener en custodia el sello real, etc. El cargo de Canciller debía recaer en Cataluña en un eclesiástico. (Bosch, Titols de honor de Cataluña, etc., pág. 283.)) entonces el abad Eril, que para dar pronta execución á los R(eale)s órdenes, y de nuestros generales, havía quedado en Barcelona. Recivido este aviso se hicieron rigurosos pregones por Barcelona para que la gente acudiese al campo, y poniendo todo conato en que saliese un conceller, la segunda fiesta de Navidad se fué en persona al consejo de ciento, en donde obrando con gran enerxía y ponderando que todas las demás unibersidades del Principado aguardavan que se moviese Barcelona, y que en palabra del Rey la dava de que solamente el día de los Reies duraría la campaña, y que desde luego licenciava para ese día á quantos fueran ([omitida carta de Dalmau de Queralt al Consejo de Ciento]).

    Obró la exortación, pues salió luego deliverado que partiese el conseller en cap, que era Luis de Galdes (D. Luis Juan de Caldes.). Ese mismo día se hecho vando, pena de la vida, que todos los de 14 años hasta los 60 de edad, con armas, acudiesen al sitio dé Salsas sin exceptuar á nadie, porque en el mismo pregón decía que los militares y not(arios) que no obedeciesen desde luego, se davan por nulos sus privilegios y sus escrituras de ningún valor, asigurando que al otro día de los Reies podrían todos volverse á sus casas. Estos bandos se continuaron también por toda Cathaluña por orden de S(u) E(ccellencia).

    Comovióse la Provincia á vista de la urgente necesidad y la ciudad de Barcelona, estimulando las cofradías por medio de dos cavalleros y con públicos vandos, ofreciendo á cada soldado que se alistaría veinte y cinco libras de entrada y el socorro y siendo mancevo de qualquier oficio ó facultad, como tubiese la práctica que pedía el oficio ú arte, de pasarlo maestro sin ningún gasto. Lo mismo decían las cofradías y añadían su entrada asimismo. Además de esto, el común de Lotje (La Lonja) dava su socorro y entrada asimismo. Todo esto se hacía con fervor y celo, que junto con haver de salir el conseller en cap, dava maior ánimo á la gente: lográronse tan felizmente estas diligencias, que en dos días se alistaron baxo las vanderas de la ciudad 400 hombres para ir con el conceller en cap. La Diputación, que no se descuidava, juntó también un competente número de gente, y despachada toda, partiendo el Conceller el día 30, se tubo aviso que entre la Provincia toda hizo juntar pasado de doce mil hombres municionados á su costa en esta última leva y socorro.

    El Conceller en capítulo se partió con tres galeras por mar que ofreció y dio el duque de Fernandina general de ellas. Salió el Conceller acompañado de los demás, vestido con su gramalla y dos mazas altas, y en pos de las quatro compañías, y saliendo la Puerta del Mar la soldadesca y artillería le hicieron salva real; llebava consigo dos consultores á modo de camaradas ó embajadores: havíase dispuesto un puente cubierto de baieta colorada para el embarco, pero parecióndole al xeneral de las galeras que era mucha preeminencia la puente, le salió á recivir con una faluca desde su galera, y sin dejar la faluca, dando la mano al Conceller, se embarcó éste y puestos en la Patrona de España, y la milicia en las otras galeras, á prima noche carparon y aportaron con mucha felicidad á Coplibre…, distante de Barcelona 23 leguas. Desembarcó allí el Conceller, y pasando por los lugares del Rosellón la buelta de Salsas, le cortejaron y agasajaron mucho; acompañóle el duque de Maqueda general de galeones, que con una escuadra se hallava en la playa de Rosas, y el diputado militar; y llegando al campo con sus mazas altas y 400 hombres, el exército celebró su arrivo con gran alborozo, saliéndole á recibir los señores de primera clase, y el señor Virrey fuera de su tienda. El enemigo se hallava á la vista procurando dar el socorro y romper las trincheras; pero viendo que entrava tanta gente á nuestro exército cada día, no se atrevió á ejecutarlo y se retiró. El Conseller llegó al campo á 4 de Henero (de) 1640.