Cuéntase que desde una casa de [los arcos de los Encantes] presenció el rey de Aragón D. Pedro el Ceremonioso el combate naval que en Junio de 1359 se trabó en el mismo puerto de Barcelona entre las armadas catalana y castellana.
Ardía en 1359 la guerra entre los dos Pedros, el de Castilla llamado el Cruel y el de Aragón conocido por el Ceremonioso, más vulgarmente por el del Punyalet ó sea el del puñal, y que bien pudiera serlo también por el Cruel, quizá con más propiedad que el castellano. El domingo 9 de Junio del citado año púsose el rey Don Pedro de Castilla á la vista de Barcelona con una escuadra numerosa é imponente. Hallábanse sólo en el puerto de nuestra ciudad 10 galeras bien armadas y algunas naves, entre las cuales descollaba una de gran porte, mandadas por los generales Bernardo de Cabrera, conde de Osuna, y Hugo, vizconde de Cardona.
Al divisar el rey de Aragón la escuadra enemiga, mandó poner en buen orden la suya, disponiendo que la citada nave de gran porte se situase dentre de las Tascas, delante del convento de San Francisco de Asís; se extendiesen en línea las restantes desde este punto hasta el sitio frontero á la calle del Regomir, y se montasen cuatro máquinas llamadas brigolas de dos cajas para defender desde tierra las embarcaciones. Armóse también al momento toda la ciudad, dividiéndose la gente en compañías según sus oficios y gremios, enarbolando cada una su bandera respectiva, y entraron en la plaza, procedentes del Vallés, otras muchas compañías de ballesteros capitaneadas por renombrados caballeros.
Si se ha de dar crédito al cronista castellano López de Ayala, por la noche los marineros de nuestra escuadra echaron muchas anclas en el mar delante de la línea de batalla, para que cuando los buques enemigos intentaran acometer, se enclavaran y detuvieran en ellas; celada que descubrió á los de Castilla un esclavo que estaba en Barcelona y se pasó al enemigo. No obstante esto, á la mañana siguiente las naves castellanas pasaron las Tasca, y trabáronse de combate con las nuestras. Empeñada fué la lucha y heróicos esfuerzos se hicieron por los nuestros, que, como con gallarda frase dijo Zurita, más temían la afrenta de no vencer que el peligro de ser vencidos.
Duró el combate hasta el anochecer, en que la escuadra castellana tuvo que retirarse vencida, contribuyendo mucho al triunfo los ballesteros de Barcelona y del Vallés que cubrían lo largo de la playa, causando con su certera puntería grande estrago entre sus enemigos. También contribuyó mucho á decidir la victoria en favor de los barceloneses una bombarda puesta en el castillo de proa de la nave más grande. Sus disparos, que fueron, sin duda ninguna, la primera aplicación de la artillería á la marina, hicieron tanto estrago en una de las naves del rey de Castilla, que le llevaron los castillos y el árbol, hiriendo mucha gente con dos solos tiros que disparó.
La armada castellana se retiró vencida y perseguida por la nuestra.
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