Diumenge XIII de maig M.D.VIIII lo ilustre Senyor Don Enrich Infant / de Aragó y Sicilia, ultra altres grans bens ha fets en / aquesta Santa-Casa, pusá la primera pedra en la obra de la present font essen / conssellers los magnifics mossens Joan Llull -Antic Almogaver- Ju / an Carles Bellafila – Miquel Ublu – Pere Levall – lo cuals ab lo / consell jeneral d’aquesta insigne ciutat donaren laigua / al present hospital. De Deu ne agen lo premi en Paradís. Amen.
Etiqueta: Virrey de Cataluña
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El virrey Fadrique de Portugal pone la primera piedra del baluarte de mediodía
Se puso la primera piedra para el baluarte de medio dia, delante de la Torre nueva, por Don Fadrique de Portugal entonces Virrey de Cataluña. (La torre nueva no existe, mas sí el baluarte que domina al muelle.)
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Carlos V ordena a su nuevo lugarteniente general en Cataluña, Rossellón y Cerdaña, Francisco Borja, encantarles a todos, armar a sus instituciones y desarmar a todos los demás, poner orden en los conventos, y mejorar el pan, que es un desastre
Lo que vos, el ilustre don Francisco de Borja, Marqués de Llombai, nuestro primo, haveys de hacer en el Principado de Cathalunia y Condados de Rossillon y Cerdaña con el cargo de nuestro lugarteniente general, de que hos havemos proveydo, es lo siguiente:
[…]
A la entrada de Cathalunia haveys de jurar luego alli para poder ejercer el dicho cargo, y otra vez tornareys a jurar en Barcelona, y jurado que hovieredes a la entrada,……haveys de hazer dos cosas: la una es encantarles a todos, que no os pongan por comisarios personas repellidas en tiempo del arçobispo, ni personas que tengan pendencias o bandosidades en la tierra,…… Y la otra es que no se embie comisario que vos no tengays memoria de su nombre y comission, para pedir después razon della, y cuando no hoviesse bien servido, revocarlo y no serviros mas del, que de [e]sta manera todos bos temeran y haran lo que deven, y la justicia criminal llevar a buena execucion.
[…]
En lo del abuso de las armas, según dicho es, conviene mucho que tengays mucha advertencia assi dentro de Barcelona commo por la tierra. Porque se anda tan desonestamente que no puede ser mas, trayendo por Barcelona señaladamente de noche rodelas y lanças y otras armas prohibidas, y fuera de Barcelona arcabuzos, escopetas y ballestas. Y demas de guardar la pragmatica, que es bien bastante, no dexareys de yr en persona por la Ciudad a horas hurtadas, señaladamente de noche, para prender y castigar lo que contravinieren la dicha pragmatica. ….. Solia, según nos dicen, el dicho arçobispo quando se tomava algun principal delinquente por algun ordinario de la provincia, hazerlo traer a Barcelona para castigarlo y aunque esto parezca necesario alguna vez por buen respecto, pero no nos parece que ordinariamente se deva hazer lo uno, porque es mas terror essecutar la justicia donde son mas conocidos y tienen voluntades y odios y donde cometieron los delictos, y lo otro porque se hazen costas superfluas a nuestra corte en llevarlos…..
[…]
En la ciudad de Barcelona segun vos mesmo lo vereys se hazen muy mal pan y peor que en toda Cathalunia despues que la ciudad ha tomado a su cargo la fleca y deshecho o sospendido el officio de los flaqueros y esto no se sabe a que atribuyrlo. Informarhos heys dello …….que se haga buen pan continuamente que sea bien cozido y ligero y de buena manera que demas que haran lo que deven, sera mucha honra de la ciudad …
Las obras y fortificacion de la marina alla vereys lo que [e]sta hecho y lo que queda por hazer conforme a los designos que nos dexamos y al apunctamiento que se tomo con la ciudad. ….
La ciudad tiene officio diputado para hechar las inmundicias a mar y teniendo fama y hechos antiguamente de la mas limpia ciudad agora se descuydan mucho y [e]stando alli nuestra Corte y ahun despues ninguna differencia hay de la dicha ciudad a otras muy suzias pero vos mesmo lo vereys andando por ella y todas las vezes que la hallar[a]des suzia lo rennireys mucho, y si menester fuere hechareys preso al que tiene cargo desto, para que no curando de hazer su offisio sea castigado.
Los otros vicios de juegos y abusos de la ciudad todos los remediareys por el pregon general que se hara al principio de la governacion del lugarteniente general que ya sta ordenada la forma y mirareys que se castigue conforme al dicho pregon.
[…]
La dissolusion y mala costumbre y demasiada libertad que hay en algunos monasterios de frayles y monjas de Barcelona y en Cathalunia causa deservicio de Dios y deshonra y derreputacion de la misma ciudad y tierra e infama a la religion y es cargo de consciencia dexarlo assi perseverar sin remedio …..
[…]
Despachada en la nuestra ciudad de Toledo, a veynte y seys del mes de Junio del año del nascimiento de nuestro señor M D XXX VIIII.
YO EL REY
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Entra el nuevo virrey, Francisco de Borja
Entra el marqués de Lombay D. Francisco de Borja en calidad de lugarteniente general nombrado por Cárlos I. Dicho marqués es conocido en el dia por S. Francisco de Borja.
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Entra el virrey García de Toledo en el primer coche visto en la ciudad
Magnífica entrada del lugarteniente general D. García de Toledo con su esposa D.ª Victoria Colonna. Traia un carro tot daurat de dins y de fora á la italiana tirado por cuatro caballos con guarniciones de terciopelo. Sin duda este fue el primer coche que se vió en Barcelona.
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García de Toledo visita los baluartes
El nuevo lugarteniente D. García de Toledo visita los baluartes, y se hace gran salva de artillería.
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Fiesta de toros y cañas para celebrar la boda de Felipe II
El lugarteniente general D. García de Toledo celebra con fiesta de toros y cañas en el Born el casamiento de Felipe II con la infanta de Francia D.ª Isabel.
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Entra el nuevo virrey, Diego Hurtado de Mendoza y de la Cerda
Entrada y recibimiento del nuevo lugarteniente general don Diego de Mendoza y de la Cerda.
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Remisión papal de los pecados de Cataluña relacionados al bandolerismo
A 10. de Deziembre se publicó el Jubileo plenissimo, concedido por el Papa Paulo V. à peticion de los Deputados, à toda la Provincia, y en desagravio de las ofensas, y desordenes executados en ella por los Vandoleros, y parcialidades de los Narros, y Cadeles, quietadas por el zelo, y grande aplicación del Duque de Alburquerque entonces Virrey del Principado: bendixose la Provincia, hizieronse Processiones, è imploróse el favor, y misericordia del Señor, en el discurso de las dos semanas que durò el Jubileo, para que usasse de piedad con la Provincia.
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Los inquisidores queman a un hereje anciano
Ultimo día de Maio se hizo pregón público á son de trompetas y caxas, con asistencia de muchos ministros del Santo Tribunal, á cavallo todos, señalando el día y puesto para el auto general: asistieron á este pregón los señores inquisidores, precediendo antes su estandarte y multitud de oficiales.
Señalado el día en que se havía de celebrar el auto, dispusiéronse luego los tablados en el Born [1], en la sera [2] que da al mar: se fabricó uno bajo las ventanas que suelen tener los señores conselleres para ver las fiestas: éste era mui alto; havía de servir para los reos; púsose sobre él un altar que cubría un dosel, en el qual estaban las armas de la Santa Inquisición, una cruz, espada y ramo de laurel bordado en el mismo dosel: enfrente este tablado, se hizo otro menor, con las gradas por los lados, y en él muchos bancos y sillas, que havía de servir para los ministros y oficiales de la santa Inquisición: otro se dispuso en la sera que el primero, entre las ventanas del señor Virrey y Ciudad: tenía colgado sobre él un paño de terciopelo negro, bordado en medio un escudo de las armas reales, y al un lado un brazo con una espada desnuda, y al otro lado otro brazo con un ramo de laurel: havía tres sillas en este tablado para los inquisidores, y de este tablado salía una puente que pasava la plaza, y en media de ella, elevado 4 palmos, un púlpito pequeño para estar el reo mientras se le leía la sentencia. Todo esto dispuesto, llegado el día veinte, que era un domingo, por la tarde salió una procesión asistida de todas las religiones y el clero de Santa María del Mar, como á parroquia en cuio distrito hera la función: llebaban por guiones las dos vanderas de la Pasión; seguíanse luego unos quarenta familiares ó alguaciles del Tribunal con sus baras; después destos, cinco ó seiscientos familiares con velas verdes encendidas en la mano y sus insignias ó veneras del Santo Oficio en los pechos: sucedía á éstos la cruz de la parroquia, y á ella las religiones y clero de Santa María; cerraban la procesión el preste con capa pluvial, y diácono y subdiácono, y tras éstos trahía un monecillo una cruz grande hueca de madera de color verde. En esta forma, después de haver pasado por los puestos acostumbrados en procesiones generales, llegaron al Born y al tablado de los familiares, y sin subir ninguno, pasaban apagando las velas; la cruz de la parrochia esperó al clero al pie del tablado, y suviendo éste, pasó la puente y colocaron en el tablado de los reos la cruz verde, y vanderas á los lados con quatro velas encendidas, y religiosos trinitarios que estubieron toda la noche de custodia.
Al otro día por la mañana, ya al amanecer, no cavía la gente por las calles, porque con la anterior noticia havían acudido de toda la provincia: á las siete horas el señor Virrey y Conselleres acudieron á sus puestos. Llovió algún poco aquella mañana, pero serenóse luego, y así salieron de las casas de la Inquisición los religiosos dominicos, llevando por guía un Santo Crucifixo grande, y á sus lados dos religiosos con unos azotes en las manos. Tras de los religiosos seguían los penitentes, que eran diez: dos mugeres, una por dos veces casada, la otra por hechicera; quatro hombres por casados dos veces, viviendo la primera muger; un mercader de Manrresa, por haber concurrido en la precha (Sermón luterano) estando en Francia y comer carne en los viernes, y tres renegados que havían aportado las galeras de Florencia, los dos jóvenes y el último ya viejo y pertinaz: á éste le hiban exortando dos religiosos. Todos los reos vestían sus túnicas, unos verde y otros amarilla, con cruces coloradas, corozas en la caveza y en ellas pintado el delito. Empos destos, venían los familiares, calificadores y ministros del Santo Oficio á cavallo, y los señores inquisidores venían los últimos, y tras ellos el procurador fiscal del Santo Tribunal. Llegaron al Born, y tomando sus puestos cada uno como está dicho, depositaron el Santo Christo sobre las gradas del tablado en donde estavan los penitentes, y se dió principio al auto con un sermón que predicó el padre Chrisóstomo Bonamic, dominico: duró dos horas el sermón; leióse después el cartel por un religioso dominico, y luego suviendo un reo al púlpito que les tenían ya hecho en el puente, se le leyó su proceso y sentencia, condenando quién á galeras, quién á destierro y quién á azotes. El de Manrresa salió penitenciado en haver de pagar mil ducados y estar tres años en un combento. El último fué el viejo renegado; á éste condenaron á quemar, y leída la sentencia lo entregaron á la real justicia, y el Consejo Real, que también asistía, proveió allí luego la execución de la quema, y llebándole prontamente los ministros con el verdugo fuera de la ciudad, al puesto que llaman el Cañet, se le dio garrote y quemaron el cuerpo. Los otros que quedaron en el tablado se postraron, y cantando los religiosos franciscos el psalmo del Miserere, los inquisidores les davan con unas barás encima, y absueltos, los restituyeron á las cárceles de la Inquisición y dió fin el auto. Al día siguiente se executaron las sentencias de azotes, destierros y galeras, según el estilo ordinario.
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Entra el duque de Feria, virrey de cataluña, y da una fiesta impresionante en honor de su nuevo hijo
Aplazaron para la jura del duque de Feria por virrey de Cathaluña, el día 11 de Junio de 1629, y así ese día por la tarde se salió el Duque al lugar del Hospitalete. Empezóse á llenar el camino de gente y á pasar correos de una y otra parte, con las embaxadas que se acostumbra, de Consejo, Diputación y Ciudad: á cosa de las quatro de la tarde salió el Consexo Real con sus mazas altas y á cavallo, hasta el lugar de Sans, en donde hizo alto y despachó al Morondon (Juan Miguel de Monredon, alguacil real, que en 1.º de Mayo de 1640 le quemaron vivo con los suyos dentro de una casa, los amotinados de Santa Coloma de Farnés.) con aviso de que aguardava: estava el Duque en Provenzana, también parado, con el de Alcalá y su hijo, y respondió á la embaxada que no se moviera el Consejo, y despachó luego el Duque otro correo al Cons(ej)o y partió, y llegando á vista del Consejo, dexó su coche y montó en un hermoso caballo blanco, que con aderezo bordado de oro y plata le tenían prevenido; también estava aprestado el pendón ó guión con un Santiago á cavallo bordado en él; precedieron antes de llegar el Duque dos trompetas, con sus armas en las pendientes y mucha parte de su familia. Llegó el Consejo, y dándole la enhorabuena le pusieron en medio del Conseller y Regente. El Duque era hombre mui grueso, su vestido no se podía divisar de qué era, por solo se descubría la bordadura de plata y oro. Empezóse á caminar llebando delante las dos trompetas, el capitán de la guardia, los alabarderos y seis lacaios con librea verde y franxones de oro: venía después el Consejo y la persona del Duque, y detrás un cavallero de su familia, que vestido con baquero de terciopelo carmesí con franxas de oro, trailla el pendón; y después seguían algunos cavalleros cathalanes y el resto de la familia del Duque. Con esta orden se llegó hasta donde aguardavan los diputados, que ya tienen puesto señalado; hecha la ceremonia ordinaria, el Consejo quedó atrás y (el) Virrey se puso en medio de los diputados, hasta que llegando cerca de la Cruz Cubierta, en donde aguardaba la Ciudad, después de dado el parabién y aquellas sólitas ceremonias, se puso al lado del Virrey el Conseller sigundo, Buenaventura Gualvez, que por hallarse el Conseller en Cap enfermo, que era Bartholomé Sala, no pudo asistir, ni tampoco el cuarto, porque el día antes le hablan sacado á suerte por muerte de Pablo Magarola: suplieron estos lugares los cónsules de Lloixe [Llotja/Lonja] que llaman los Diputados. Se retiraron como acostumbran y puestos en esta forma entrando por la puerta de San Antonio, calle del Carmen, Puerta Ferriza y Plaza Nueba, llegaron al Aseo, en donde recivido por el Cavildo y conducido al altar maior prestó el juramento que es de estilo, y vuelto bajó á hacer oración á Santa Eulalia, y saliendo después tomó su cavallo, y pasando el guión ó penda (Pendón) delante, con el mismo acompañamiento, y por las casas de Diputación, Ciudad, calle del Rogomí y calle Ancha, le cortejaron hasta palacio, en donde todos se dispidieron.
No truxo á su muger por quedar en Madrid y á últimos días de parir, ni vino dama alguna con él. Dentro de pocos días le llegó la noticia del parto que havía sido mui feliz, encomendándole Dios un hijo; y para celebrar esta alegre nueva, se publicó un sarao que se tubo en casa del conde de Eril, en frente de Junqueras, en el jardín de la misma casa. Para maior capacidad del concurso, dispúsose un grande tablado algunos palmos en alto de tierra, y al deredor colgado de ricas sedas de tapicería, y por cielo una grande vela con que venía á quedar como un gran salón, y en medio del teatro havían puesto unas divisiones para poder danzar y hacer los juegos sin estorbo alguno. Asistieron el Virrey, duques de Alcalá y hijo y nuera y todas ó las más damas cathalanas; hiciéronse torneos, monerías, danzas y bailes; empezóse el sarao á las nuebe de la noche, y acavó á las seis de la mañana; el señor Virrey dio una rica colación y, sigún se dixo, le costó el festín pasados de mil ducados, porque todos asiguraban que ni por el Rey se podía hacer cosa maior.
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Sale el virrey para mejorar las fortificaciones de Perpiñán y el Rosellón y/o esquivar la compañía de algunos grandes de España
Jueves á 20 de Julio 1629 partió por la tarde el señor duque de Feria, Virrey …, para la villa de Perpiñán, con dos galeras de España que estaban en este puerto de Barcelona; y á lo que se dijo, era para añadir algunas fortalezas al castillo y plazas marítimas del Rosellón, por los recelos de la guerra de Francia en Italia y para hacer plaza de armas y banderas de soldados. Al otro día, que era 21, partieron el Conseller y Regente con algunos jueces de corte, por tierra, y según se decía, para hacer executar algunas sentencias en los que se havían lebantado con las represalias y mano armada contra la ciudad de Barcelona. Partióse el Virrey tan aceleradamente, sigún se murmurava, por no hospedar á tres grandes de España que pasavan de Madrid á Italia.
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Entra el gran estratega militar Ambrogio Spinola, destrozado politicamente por Olivares
El día 10 de Agosto á las siete de la mañana entraron el duque de Lerma, y á poco rato los marqueses de Espinóla y Santa Cruz. Entraron por la Puerta de San Antonio con gran lucimiento de cavalleros y familia con ricas libreas. Hospedáronse en la Merced por la ausencia del Virrey. Pocos días antes habían llegado de poniente 11 galeras, siete de España con la Patrona Real, y quatro de Genova con la capitana de Espinóla: éstas trahían embarcada desde Cartagena la ropa y familia destos tres señores, y así dentro muí pocos días se embarcaron estos señores, y con ocho galeras pasaron á Italia. Por Barcelona se decía que Espinóla pasava de gobernador de Milán: el de Santa Cruz quedava en Génova, y que el de Lerma pasava también á Milán, porque Espinóla era ya muy viejo, y que si faltava entraría en su lugar. Pasó también un cavallero milanés casado con una dama de la Reina, hombre muy rico y que gastava gran lucimiento. Este havía ya llegado á Barcelona al otro día de la partida del de Alcalá. La noche que partieron las galeras tuvieron borrasca, y una de ellas bolvió aquí para mudar la entena del trinquete, que en la borrasca se le havía roto: las otras siete le aguardaban y así carpó luego.
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Pasa por la ciudad el duque de Alba camino a su jubilación como mayordomo mayor del rey tras unos años dificiles como virrey de Nápoles
Lunes á 24 de Septiembre 1629, cerca del medio día, llegaron quince galeras de lebante, nueve de Nápoles y seis de España. Venía con ellas el duque de Alva con su familia, que, con arribo del de Alcalá á Nápoles, acabó de ser Virrey. Desembarcó y luego se partió para Madrid. Dos días antes havía llegado con una galera el hijo maior del Duque, que por haver tenido algunos disgustos con su padre, se adelantó, y en haviendo desembarcado se partió luego á Navarra, y sigún se hablava para ajustar sus cosas, porque presto bolvería Virrey de Cathaluña.
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Noticia del nacimiento del primer hijo de Felipe IV desencadena grandes fiestas
Sávado á 10 de Noviembre, llegó carta de S. M. á la ciudad de Barcelona, como Dios se havía servido dar un Príncipe á España con felicísimo parto de la Reina Nuestra Señora: fué nueva de summo regocijo, y para monstrarlo, se dispusieron fiestas así divinas como humanas. El día siguiente, que era domingo, á medio día, se hizo salva real con toda la artillería y las iglesias tocaron las campanas como en la maior festividad. Aquella semana se pasó, y el domingo siguiente, á 18 de Noviembre, se hizo una procesión tan igual á la del Corpus, que sólo se diferenciava en llebar á la custodia un Niño Jesús en vez del Sacramento; aquella misma noche se dio principio á lucidísimas luminarias que duraron los días 18, 19 y 20 con tal grandeza, que las luces arteficiales desmentían á las del sol; porque en donde las achas y luces de las casas no se mostravan, suplían los calderones de tea por las esquinas, y otros basos de aceyte por las paredes; á esto se seguían músicas y valles por todas las esquinas y calles, con ricas y vistosas máscaras, que podían competir con las maiores carnestolendas que ha tenido Barcelona. No se permitió en aquellos días que travajasen los oficiales, ni que las tiendas se parasen, y á quien lo contrario hacía lo pecuniavan. El concurso y bullicio de la gente era inexplicable: pararon aquí las fiestas hasta que llegó el Virrey, que desde á Julio estava en Perpiñán, y en el ínterin se prepararon las fiestas de á cavallo. Entró el duque de Feria sávado á 8 de Diciembre 1629, día de la Concepción, y el miércoles, día 12, se hizo un torneo de á cavallo en quadrillas, con ricas libreas y costosísimas galas, y no menos artificiosas invenciones; la Diputación dio una corrida de 15 toros en la Plaza de(l) Born, atajándola desde la esquina de la calle de Moncada á la Vidrería, que corría un lienzo de madera: cerradas las demás bocas calles y fabricados tablados en quanto dava lugar el sitio; dispuesto todo, se hizo la corrida un lunes día 17, estando la plaza tan rica y poblada de gente en el ventanaje y tablado, que era cosa de pasmar; asistieron el Virrey, Consejo, Ciudad y Diputación en forma de comunes; en diversos puestos pusieron algunas estatuas en medio la plaza, á que enbestía el toro hacióndola(s) pedazos; quando algún toro, ó por no ser fiero ó por cansado, no dava gusto, tocaban un clarín y salía luego una baca mansa y el toro la seguía y sino lo dexarretaban y matavan allí. Inquietávanlos desde los tablados con flechas y picas para enfurecerlos: sacaron un perro grande que, enbistiendo al toro, le hasía de las orexas haciéndole venir á tierra, ó arrancándosela(s), que era cosa que dava mucho gusto. Dio fin la corrida con un toro que havían vestido de cuetes, que á pocos pasos del corral el peso y el fuego le echaron en tierra; despedía fuego como si fuera un infierno, y con unos bramidos que atemorizava; acabado de quemar se levantó, y enbestía de modo que se hacía hazer plaza á más de á paso. Diéronse tres prisos (Premios. Designanse indistintamente en esta crónica con los nombres de triunfos ó prisos.) á los toreadores, una salvilla de plata, un vaso y pilita de agua vendita, también de plata: los dos primeros ganaron los soldados, y el {tercero) un carnicero francés llamado Estela.
El día 20 de Henero 1630, se corrieron otras fiestas con mucha gala y ricas libreas, bien que como los días son cortos en Enero, y se empezó tarde, no se lució bien la fiesta, y con ésta se dio fin á todas las de esta ocasión tan deseada y alegre para toda España.
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La multitud intenta matar a los consejeros por privarla de pan, y come sin hornear la masa facilitada por el Virrey (un pijo asqueroso)
No cabe en humano encarecimiento la suma necesidad y la hambre que se padeció no sólo en Barcelona, pero por Gathaluña, desde primeros de Diciembre de 1630 hasta el Junio de 1631. Llegó á baler el trigo á dos doblones la quartera (0’7232 de hectolitro), y el arroz y abas á treinta y seis y á quarenta rreales, sin que se hallase ni de uno ni de otro, y lo poco que se encontraba lo trayan por mar, malo, puerco y ediondo, y á ningún precio se hallaba ni pan ni trigo, y estando ya en Marzo creció más la necesidad, pues cesaron de vender pan en las tablas públicas y el sacar trigo á la plaza. Llegó esto á extremo que la gente y los niños hiban {gritando) vía fora fam (Vía fora, grito de alarma, de cuya traducción da una idea el «échate afuera,» castellano. El vía fora es popular en Cataluña, y así se grita vía fora lladres, pidiendo auxilio contra ladrones; vía fora foch y por razón de incendio, ó simplemente vía fora, vía fora, invitando á las gentes á echarse á la calle.) por las calles; y dia de Santa Madrona, commovida la plebe, quiso dar saco á la aduana. Entendieron(lo) los Conselleres, y encaminándose á ella, así como los vio el tumulto, dio tras ellos con ánimo á lo que se veía de matarlos, por lo mal prevenidos que se hallaban para un lanze como este y que les constava tan de antemano, retiráronse los Conselleres en un baluarte para defenderse, en donde como asediados estubieron, hasta que entendido por el Virrey, tomando su guardia y carroza fué al baluarte, y después de larga conferencia los sacó consigo, y yendo á la aduana, repartieron el pan que havía amasado, y se dio orden que incesantemente se amasase; pero sucedía que la estava aguardando así cómo lo sacavan del orno, y medio cocido, á puñadas hasían de él, y á beces sucedió robar la masa medio hecha, y llegó esto á estado, que mandó la Ciudad que ningún orno cociera pan de particulares, que no fuesen masadas competentes, sigún la gente de la casa; pero ni con esto se asiguraba, porque en los hornillos de las casas cada uno se cocía, y era forzoso, porque no estava sigura la masa en saliendo de casa. Esto pasava aquí dentro: ¡qué sería en la provincia, y aquí en los lugares vecinos que se socorrían de Barcelona! Fué preciso poner guardias para que uo dejasen salir pan, pero ni eso bastava, porque entre las cargas del fiemo, y cosas á este tono, sacavan para algunos el pan ó la arina. De á fuera solían traer alguna poca, pero á dos rreales de á ocho la arroba, apenas la de(ja)van tocar en los sacos, y si algún particular tenía algún poco de trigo, por mucha amistad á los amigos, les vendía á siete y ocho libras la quartera, moneda de plata castellana. Con estas penalidades se pasó aquel hivierno, manteniéndose los pobres y los niños con arroz, hasta llegar al segar los ordios (Centenos.), que anticipando las siegas, y haciendo secar el grano al calor de los ornos, empesó la pobre gente á socorrerse. Con eso asiguravan que en la ribera del Ebro y campo de Tarragona, mucha gente pereció miserablemente á mano de la pura necesidad y hambre.
Es cosa bien singular de nuestra vanidad la que voy á decir: estando en medio destas angustias, llegó la nuera del duque de Cardona, Virrey, y se hicieron aquel año las maiores y más célebres carnestolendas que aya visto Barcelona, y aunque el obispo quiso privarlas, interpúsose el Virrey con que su nuera deseava verlas, y así benció, y se tubieron tan singulares como he dicho, sin que para los bayles y fiestas se echase menos el pan, ni se conociesen los ahogos y travajos que se padecían.
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Juramento del infante cardenal por virrey, pérdida de prestigio importante al quitar los sombreros para él, continuación y disolución de cortes
Luego que llegó S. M. á Barcelona, se bolvieron á continuar las Cortes que havían quedado sin concluirse el año 26, por los desabrimientos que se dijo del de Cardona y Santa Coloma; pero viendo S. M. que ni aora podían terminarse en mucho tiempo por las controbersias que se sucitavan, y que hacía mucha falta su R(eal) P(resencia) en los reynos de Castilla, combinieron S. M. y los brazos en que quedase por presidente de ellas el señor cardenal su hermano, hasta su conclusión, con título y carácter de Virrey. Gombenidos en esto, se partió S. M., quedando el cardenal aquí, á quien se dispuso tomar el juramento algunos días antes del Corpus; y llegando el día señalado acudieron los puestos al Aseo como es costumbre, á donde, llegando el señor cardenal con aquel lucido acompañamiento que toca á su real persona, salieron los conselleres á recivirle, que ya se hallaban en la iglesia, y acompañáronle á el presbiterio, en donde, al prestar el juramento, dijo el protonotario: «Por mandado de S. A., que todos los que aquí asisten se quiten los bonetillos, hasta el señor duque de Cardona.» El conseller en cap, sin acordarse de su gran preeminencia, se descubrió, y los demás les siguieron; perdióse en un instante joya que á costa de mucha sangre y preciosos servicios en largas edades havía comprado esta novilísima y leal ciudad, de el ánimo y cariño de sus famosos Condes y Reies, y que tarde ó mui difícilmente la bolverá á cobrar. Juró el Infante, y vanos los castellanos, empezaron á publicar que ya habían conseguido que los conselleres de Barcelona no podían cubrirse delante los presidentes y personas reales, y esto con tales muestras de alborozo y burla, que eran otras tantas saetas para los corazones barceloneses; y no sé si de este día y con esta erida, se llagaron algunos tan en lo más sensible, que no sería error muy grande persuadirse que de los lances futuros tubo parte este suceso. Juntóse luego el Consejo de Ciento; intentaron desnudar la gramalla al conseller en cap, y deponerle para siempre de las bolsas (Es decir, quitar su cédula insaculada en las bolsas, lo cual equivalia á privarle del derecho de poder ser elegido para cargos concejíles); pero nunca falta en los comunes quien apoye ó al desdichado ó al elevoso, y así no prebaleció la resolución. Era este infelice el doctor Bernardo Sala: riñéronle la acción, y tomaron acuerdo de no concurrir jamás en público con el cardenal, ni poder ir juntos por ciudad tres conselleres, ni á pie, ni en coche, mientras estubiera el cardenal. Resolvióse hacer la visita que se acostumbra á los Virreyes después de su juramento, y provarlo (no) descubrirse; pero advertido de esto, excusóseles el Infante poderlo hacer, pues los despidió luego sin darles lugar á su intento. Con esto creció el desabrimiento, y con saver se havía tomado auto de estar descubiertos los conselleres delante personas reales: atribuíase á que el mandato de descubrirse lo havían aconsejado al Príncipe el conde de Oñate, su consultor, y el de Cardona, y publicóse también que el auto se havía embiado auténtico luego al Rey: visto todo esto por la ciudad, y movida de un papel que el Infante escrivió á la Ciudad, que insertava una carta del Rey en que dicen decía que en su real presencia, no sólo los grandes, pero ni el Infante, ni sus hijos se cubrían, sino con mucho gusto suio, ó aquellos que por mui relevantes servicios lo llebavan merecido; escrivió la Ciudad un memorial de cinco pliegos, que narrando los muchos y singulares servicios, desacía la última cláusula del papel, y haciendo constar de infinitos privilegios de los gloriosos Reyes, con copiosísimas gracias, concluía con infinitos exemplares de concurrencias del conseller en cap y Reyes, en que havía aquél siempre gozado la preeminencia de grande de España, á todas luces, y que en esta posesión se hallava Barcelona, sin que huviese merecido le despojasen della. Dióse el memorial al Infante, y se remitió al Rey, extendiéndose después por todo. Quedóse en silencio con esto la materia, y no sé io cómo quedará para cuando suceda el lance de venir el Rey.
Día del Corpus siguiente, fué S. A. á la iglesia del Aseo en público á oír los divinos oficios: páresele un rico dosel de terciopelo carmesí con franxa de oro y estrado igual, y estubo sentado de modo que apenas se le veía el rostro, asistido de su consejo y familia, pero no de la Ciudad, que tampoco á la tarde concurrió en la procesión. Llebavan el tálamo seis sacerdotes revestidos, en vez de los conselleres: su Alteza hiva en el puesto que como á Virrey le competía, y el señor Obispo en el gremial. S. A. llebava una antorchita dorada encendida, y con una banderilla de damasco carmesí le hacían aire, y se seguía después su familia.
A medio Junio enfermó S. A. de unas tercianillas, sangráronlo dos veces, y el día de San Pedro se hizo una procesión general de rogativas por su salud, y quiso Dios oírnos y dársela en breve mui buena. Su divirtimiento el tiempo que estubo acá, era el maior la caza y pesca, visitando algunas iglesias.
Para el día 11 de Abril de 1633, le vino la orden á S. A. de su hermano nuestro Rey, para que pasase á Flandes con 18 galeras de España, Sicilia y Genova, que se hallavan en este puerto, y así ejecutó ese día por la tarde su embarcación en la capitanía de España, que nuebamente se havía adrezado: no quiso embarcarse por el puente que se le havía fabricado, por el de palacio, ni tampoco que se le disparase artillería, así porque llebava luto de su hermano Don Garlos, como por el dolor que mostrara de dejar á Barcelona, en donde vivía gustosísimo: embarcóse por el muelle mui silenciosamente, por un puentecillo que se havía hecho desde la tierra á galera: embarcóse luego la familia, pero no partieron hasta las once de la noche: fuese á Genova, en donde estubo algún tiempo; de allí pasó á Milán y también estubo algunos meses, en donde tomó mucha melicia, y no sin mucha contradicción de franceses, suecos y olarideses: ejecutó su pasaje disputándolo mui á menudo con las armas en la mano, y á costa de muchas vidas. El día 7 de Setiembre, 1634, tubo un fiero combate con los suedeses, y derramando mucha sangre de una y otra parte, consiguió la victoria contra veinte y seis mil hombres del Rey de Suecia, haciendo en ellos fiera carnicería y gran presa. Dios le prospere en sus felices sucesos para maior exaltación de la fee.
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Muere el obispo y ex-virrey Joan Sentís
Jueves á 7 de Octubre 1(6)32, murió el señor Don Juan Sentís, dignísimo obispo de Barcelona, natural de la Rivera del Ebro, en Cathaluña; murió ya viejo; havía sido Virrey: sintióse mucho su muerte por sus amables prendas y caritativo celo. En los tres días que estubo su cuerpo descubierto en el palacio, acudían las parroquias y religiones á cantarle sus responsorios, y toda Barcelona á besarle la mano. El último día, en procesión general, con asistencia de Ciudad, arzobispo de Tarragona y otros obispos de Cathaluña que se hallavan á la sazón aquí, lo pasearon por las calles, y celebrando de pontifical sus exequias el obispo de Vique Magarola, se le dio sepultura en la capilla de la Virgen del Rosario en la Aseo, por haverle señalado su ilustrísima. Predicó el padre Serrano, de San Francisco, sujeto célebre, y todo se hizo con mucha pompa y magnificencia.
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Entra como nuevo obispo el castellano García Gil de Manrique, ya presidente de la Diputación del General
Viernes á 24 de Febrero 1634, entró el obispo de Gerona (1) por obispo de Barcelona; hera ombre ya de años, castellano, á quien con asistencia de Ciudad y puestos, se le hizo la entrada que se suele hacer á los señores obispos.
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El virrey no consigue acceder a las cuentas municipales, y, convencido luego de que no podrá cobrar los impuestos reales debidos, se traslada con gran parte de la administración pública a Gerona
Hallávase virrey de Cathaluña el duque de Cardona este año 1634, y pretendía que la Ciudad pagase los quintos que se devían al Rey desde el juramento de su padre: resistíase la Ciudad, y entre demandas y respuestas se empeñó el negocio de calidad, que havía resuelto el de Cardona, mano armada, la víspera de Corpus irse á casa [de] la Ciudad y tomar los libros para ver lo que se devía y pagarse. Interpúsose la nobleza aconsejando al Duque no lo ejecutase, porque era perderse y arriesgar toda Barcelona á un lebantamiento, sigún estaban obstinados los conselleres.
Viendo el Duque que nada conseguía en su petición, y el Rey que no podía vencer á la Ciudad, resolvió mudar la corte; y así el día 4 de Agosto 1634, se partió el de Cardona con toda su familia y casa y gran parte del consejo á Perpiñán, con título de ir á fortificarle. Estubo allí hasta primeros de 1635, y viendo que era poco saludable el país, trasladóse á Gerona, á donde mandó el Rey, pena de privación de oficio, acudieran todos los jueces, ministros y oficiales, cuio despacho y orden llegó á 4 de Maio 1635; y así todos acudieron allá con sus familias, mujeres y casa.
Acabó su govierno el de Cardona en 19 de Maio 1636, y también mandó el Rey acudiese á Gerona el governador para despachar con el consejo, en donde estubo la corte y audiencia hasta el nuebo juramento, que ya en adelante se dirá.