Por circunstancias que no son del caso, y rebajado el valor de la obra a 700 ducados por los escultores tasadores Rossi y Ammaniati, comisionados para ello por los Síndicos de Florencia en 1570, nada percibió en definitiva el escultor insigne por su obra, que estuvo colocada en el Palacio Pitti hasta 1576, en que fué regalada por tan generoso prócer al rey Felipe II.
El rey de España, a la sazón en El Pardo, ordenó que se trajera procesionalmente a hombros desde Barcelona, para lo cual comisionó a Bautista Cabrera, al frente de cincuenta peones, a fin de llevar a cabo tan piadoso cometido.
El día 14 del mes de Noviembre de aquel año llegó el Crucifijo a S. Lorenzo de El Escorial, «colocándose en la Sala Capitular, en el lienzo de la puerta, hasta que otra cosa se determinara».