Etiqueta: Estaciones del año

  • Ceremonias y costumbres del año nuevo

    Buen principio de año te conceda Dios, benévolo lector, que en ganar las albricias no queremos ser menos que tu criado, ni que tus vecinos, ni que tu limpia-botas, ni que el mozo del café en que acostumbras pasar algunos ratos. Vamos á empezar nuestra tarea y á cumplir nuestra solemne promesa de ponerte al corriente de todas las costumbres buenas y malas de nuestra ciudad, porque has de saber que en Barcelona hemos nacido, aunque nada te importe saberlo.

    En el presente dia como en todos los demás puedes hacer cuanto te venga en gana, pero es justo te digamos lo que podrás hacer si pretendes ser tan curioso como lo hemos sido nosotros por espacio de un año.

    En primer lugar no puedes ignorar si eres católico (porque puedes ser judío ó protestante), que el primer dia del año es fiesta de precepto, puesto que celebramos el aniversario de la circuncision del Señor.

    Puedes asistir á los divinos oficios que celebra la parroquia de Sta. María del mar cantados por la música de la capilla. El cuerpo municipal asiste á la funcion, y la parroquia regala á los regidores que asisten un roscon ó tortell.

    Al salir de esta funcion puedes felicitar los dias á alguno de tus conocidos que se llame Manuel, y sino, te viene á pedir de boca la inmediacion de la muralla del mar para ir á tomar el sol. Dirás tal vez, si eres forastero, ¿qué mas da ir á la muralla del mar que á otra parte cualquiera? Vas á saberlo. Cógete del brazo, y mientras llegamos estáme atento.

    Si la índole de un pueblo forma sus costumbres, á nuestro cargo tomamos el probar hasta la evidencia que nó sin fundamento se ha hecho proverbial la laboriosidad de los barceloneses. Vedlo aqui sino; que como no sea domingo ó fiesta de guardar no hay para qué cansarse, lo mismo asomarémos por los paseos que por los cerros de Úbeda. ¿A qué irse á holgazanear todos los dias? Cada cual tiene sus quehaceres y no nos reluce aqui tanto el pelo; pero llega nuestra hora en un domingo ó disanto y salimos entonces los barceloneses á lucir nuestros dijes y preseas de manera que pocos pueblos nos llevan ventaja en ello, y allá se las aviene el que se lo quita al cuerpo para buscar con que ataviarlo.

    Suponte que amanece en nuestra ciudad uno de aquellos dias en que el termómetro de Reaumur marca cuatro ó cinco grados sobre cero, que es lo regular, brillando el sol en una atmósfera serena y pura, uno de aquellos dias en que la mar que tenemos á la vista mueve apenas su azulada superficie y con suave murmullo juguetea entre las rocas. ¿Quién no va entonces á la muralla del mar, liceo de la elegancia, emporio de las galas, museo de la coqueterías y punto de reunion en los dias festivos de invierno? ¡Cuánta gente, qué bullicio, qué conjunto tan heterogéneo! Allí un sombrerito, acá una mantilla, allá un frac á la inglesa, acullá un gaban parisiense, un casacon del siglo de Luis XIV, un peinado á lo Villamediana, unas barbas de turco, unas botas marroquíes, un albornoz árabe, el aire español, y en los labios nuestro acento con que parodiamos la lengua de los Berengueres. Todos nos cercan y cercamos á todos, y nos codeamos unos con otros, y nos pisamos y los miramos y nos saludan, y con ganas ó sin ellas hay que corresponder á sus cortesías. La dificultad consiste en hallar el principio de ese círculo vicioso. ¿Cómo dar la preferencia á un grupo sobre los demás cuando todos nos parecen bien y nos ofrecen alguna particularidad? Alto, señores, pare la rueda: nada, no hacen caso; pues entonces emprendamos la marcha desde un estremo del paseo, y por aqui cortemos el hilo de esta enredada madeja, y caiga en quien caiga la suerte de ser el primero en verse espuesto al lente ustorio de nuestras observaciones.

    Preséntase desde luego una robusta mamá cogida del brazo de un barrigudo papá, y mas adelante sus dos pimpollitos de doce á catorce años: lindas muchachas; prometen mucho. Síguenles la pista dos jovencitos que empiezan á hombrear y con quienes coquetean, como que los conocen de verlos muy á menudo en la puerta del colegio. Ya se esconden los dos mozuelos de la vista de los papás, ya vuelven de improviso á la carga, y pasan y repasan y se empujan y disputan y dan suelta á palabras que no es bien que aqui se digan.

    ¿Qué voces son esas? ¿hay quienes se hablan de uno al otro lado del paseo? ah! es una comitiva de jóvenes de ambos sexos. Ellas, á cual mas alegre, pizpereta y vivaracha. ¿Riñen acaso? nó señor, ¡qué quiere V.! la fuerza del acento del pais.

    Cuán tiesa y espetada se viene aquella! cuántas joyas, cuánta pedrería, cuánta blonda! parece una imágen que se ha salido del altar. A pedir de cogote sentara aqui bien mutatis mutandis lo de nuestro poeta Moreto.

    Mucho moño y arracadas,
    Valona de canutillos
    Mucho collar, mucho afeite,
    Mucho lazo, mucho rizo
    Y verás qué mala estás.

    No es nada lo engalanado que se viene el que la lleva del brazo: novios deben de ser segun las dulces miradas con que mutuamente se corresponden. Pasemos de largo no se los estorbe y háganse á pesar de los ojos envidiosos que lo noten y de las malas lenguas que lo ridiculicen los arrumacos que les vengan en gana.

    ¡Ola, secretitos hay! ¡qué tendrán que decir esas elegantes que vuelven la cara para mirar á los novios! Con corta diferencia deben de decir lo que aquellas del otro lado, y las que se vienen hácia acá y las que nos vienen siguiendo: si el sombrerito es de moda, si el vestido le va bien ó mal, si es bonito ó feo el aderezo, si el prendido es de bueno ó mal gusto, con otras cosas sobre el casamiento y la dote y la boda que no queremos decir, porque ya estan al alcance del lector.

    Adieu mon cher, addio carissimo. ¿En dónde estamos? ¿son franceses, italianos ó españoles? son tres pisaverdes, enfáticos de sobra, y por demás lenguaraces. No son amores callejeros los que sacan á corro; aventuras de otra calaña los entretienen. En todas ellas han hecho el papel de protagonistas, y es bien creerlo porque ellos lo dicen, si bien no salgo fiador de la veracidad de sus palabras, porque como por despejo y no por mengua se tienen semejantes aventuras, á trueque de ser reputados en mucho es forzoso mentir á rienda suelta. Sígalos oyendo aquel á quien mayor curiosidad le aguijonee, y como eche el resto á su credulidad, de seguro va á dar al traste con las mejor sentadas reputaciones.

    Llegamos en esto al estremo del paseo y es fuerza dar la vuelta, y nos hallamos con la singularísima novedad de tener que saludar al que cinco minutos antes saludamos, y de sonreirnos á la que se sonrió, y llegamos luego al sitio en donde principiamos nuestras observaciones, y es preciso desandar lo andado, y vuelta á hacer lo mismo que hemos hecho antes y que harémos despues y un poco mas tarde, y hasta que den las dos, á cuya hora no todos los estómagos barceloneses resisten algunas vueltas de mas en la Rambla por via de apéndice al paseo de invierno.

    Seamos de los aficionados á este apéndice y verémos como las gentes que han paseado se dirigen á sus casas á celebrar la fiesta con una buena comida, quizás en compañía de algunos parientes ó amigos. El turron y sobre todo los barquillos son los postres necesarios de la de este dia. El parroquiano viejo de Sta. María del mar no abandona por mucho que le contradiga la generacion que debe sucederle, la antigua costumbre de comer sopa de fideos aderezados con azúcar y canela, y no se olvida de acudir por la tarde á su parroquia á oir el rosario y los villancicos alusivos á la festividad que canta la capilla.

    Los teatros dan funcion tarde y noche, costumbre que continúa todos los domingos y disantos del año, y otros dias que no lo son, y que en su lugar correspondiente señalarémos.

    En este dia se inauguran los bailes de máscara en el salon grande ó en el gran salon (albarda sobre albarda, y perdone el que se crea culpado) de la casa Lonja. Se empieza á la hora que señalan los anuncios, y se paga de entrada la cantidad que se fija, pero no se admiten cuartos ni moneda que deba pesarse. No dirémos aqui lo que es este baile; su vez le llegará, que ya va haciéndose pesado el articulillo. Hay tambien baile en la Patacada, y hablarémos de él el dia 8 de diciembre en que suelen comenzarse.

    Una advertencia harémos, y es, que no crea el buen lector que el paseo de la muralla del mar que hemos descrito, sea una particularidad del dia presente, puesto que es costumbre de todos los festivos de la estacion en que nos hallamos, con tal que el tiempo lo permita.

    En los cuatro primeros dias del año las cuarenta horas estan en la Catedral, despues pasan otros cuatro á Sta. María, y van turnando en las otras iglesias, aunque nó de un modo igual en todos los años. Hasta la Pascua de Resurreccion estan en cada iglesia cuatro dias, desde la Pascua en adelante solo tres. En la Semana Santa no las hay en ninguna iglesia. Las horas de esposicion varian segun las estaciones. Los periódicos dicen todos los dias la iglesia en que se hallan, y además cada semestre se vende un impreso en que se lee todo lo que conviene saber acerca de este punto.

  • La matanza del cerdo, entre el 1 y el 20 de enero

    Segun el refran, á cada puerco le llega su San Martin, y á fe que ese es uno de los refranes cuya veracidad acredita mas á menudo la esperiencia. El San Martin de los puercos muertos y hechos gigote para ser vendidos al público, no tiene dia fijo, ó por mejor decir llega todos los dias, porque los tales caen al golpe de la cuchilla en todas las estaciones del año; mas para los puercos destinados á la despensa de las casas particulares, el San Martin suele llegar desde el 1.º al 20 de enero, y por esto lo hemos fijado en el dia 10, como punto equidistante de esos dos estremos. La matanza del cerdo proporciona enlas casas una diversion de un par de dias, pues si bien trae mucho tragin, este, cuando mas, es de la ama de casa y de los criados, pero todos los otros asistentes se divierten que es una bendicion de Dios. Ya antes del dia señalado para el sacrificio se preparan las mesas que han de servir de piedra anatómica. Dispónense los delantales, mandiles y rodillas que se necesitan en crecido número, los lebrillos, barreños, ollas, pucheros y demas cacharrería, y en el hogar, la gran caldera donde deben ser cocidas las butifarras, morcillas y demás embuchados. Convídanse un par de amigas de las de mas confianza y pulcritud acreditada; y arreglado todo de esta form, se aguara la hora señalada para el degüello de la gruñidora víctima.

    No es cosas de pintarles á nuestros lectores el acto del sacrificio con el derramamiento de sangre y los últimos suspiros del cerdo; no vendria á cuento relatarles como lo sollaman, remojan, afeitan, lavan, abren, desentrañan, amputan, decapitan y destrozan; ni les haria gracia ninguna la descripcion de cómo puesto sobre las mesas, con cien cuchillos le van sacando la carne de todas partes, dejándole los huesos mal roidos, y luego se la cortan, recortan y desmenuzan para meterla apretadamente dentro de un intestino, nó sin cortarse el dedo alguna de las colaboradoras y mezclar su sangre con la del cerdo; y menos agradecerian nuestros lectores que siguiendo paso á paso los que le hacen dar al todo y á las partes del animal, los entretuviéramos hablando dos dias, que es el tiempo que dura esa faena, grave de suyo, y acaso la mas importante para una hacendosa y económica ama de casa. Por cuyas razones harémos gracia al lector de todos esos sangrientos y pringosos pormenores, con la esperanza de que no lo habrá á enojo. Se da por entendido que en esos dias las dos amigas que vinieron en calidad de ausiliares, comen en la casa, y aun á veces duermen en ella; mas el papel de protagonista está reservado á la mondonguera, matrona reverenda, frescota, gorda y peripuesta, que es allí el tribunal sin apelacion para decidir todas las dudas, fijar el grado de desmenuzamiento y el punto de sabor que ha de tener el gigote antes de estivarlo en los intestinos. Cuando la tal ha resuelto que todo está en su punto, se toman un par de cucharadas de la carne ya preparada, se frien y se prueban, á lo cual se llama tast y es una de las ceremonias mas augustas de la solemnidad toda. Aquella cala y cata resuelve la cuestion, se añade la especia que falta, si es que falta alguna, y se comienza á embutir á mas y mejor. Las dos amigas que tomaron parte en la funcion, al dia siguiente se encuentran en su casa con un abundante y escogido present, en que estan representadas sin faltar una, todas las partes del cuerpo del animal, y todas las obras artificiales que con su carne y sangre han sido confeccionadas. Toda la gente de la casa ha tomado parte en la funcion, aunque nó en las confecciones, pues las mugeres no permiten que los hombres se arrimen siquiera á las mesas, cosa que sin la prohibicion tampoco harian, porque no son para nosotros tales pringamientos. Si á pesar de esto se introduce en el laboratorio algun varon, cuélganle las mugeres en la chaqueta, levita, bata ó lo que lleve, el rabo del cerdo, y luego le dan una grita y hacen burla de él, y es uno de los lances mas divertidos de todo ese negocio. Si en la casa hay familia menuda, es indispensable hacer para cada individuo de ella una butifarra que esté en armonía con el tamaño de los pequeñuelos, y de ese regalo debe dejárseles disponer á su antojo. Al present hecho á las colaboradores, siguen otros á un par de casas de parientes y á tres ó cuatro de amigos, para lo cual se tiene muy en cuenta si el año pasado mataron cerdo y si enviaron present. Tambien se mide la abundancia y la clase de trozos que lo constituyen, por el número de personas que hay en la familia agasajada y por el grado de amistad ó cariño que se le profesa; de suerte que una entendida ama de casa al ver el present, conoce cuántas onzas de cariño le profesa y cuántas onzas de importancia le da la matrona regalante. A este present se contesta ocho dias despues con otro escrupulosamente igual en cantidad, calidad, colocacion y demas circunstancias.

    En la caldera en que se han cocido las butifarras, morcillas etc., queda una gran cantidad de caldo gordo y sabrosísimo que en catalan se llama brou bufat, y este se distribuye entre las vecinas de las tiendas y de los pisos altos, la tia de la cocinera, la hermana de la nodriza, una hija casada que tiene el zapatero de enfrente, la muger del sereno y otras y otras, de las cuales algunas piden brou bufat como cosa que les ahorra gasto de manteca ó tocino para un guiso, y otras por un capricho del paladar, pues convienen los aficionados en que es cosa que tiene mil sabores.

    Con esto dan fin los lances de la matanza, y el cerdo ya muy bien colgado en la despensa, entra en la línea de las provisiones domésticas, y va saliendo de trozo en trozo hasta que la familia devora el último hácia fines del verano, con no poco sentimiento del ama de casa que ve muy distante aun el dia 10 de Enero del año próximo, en que se repetirá la misma funcion con distinta víctima y con los mismos victimarios.

  • San Pablo y sus gitanos, chuchería y dentistas, niños epilépticos y barbas

    Es cosa muy original que para celebrar las festividades se hayan de comer golosinas y manjares esquisitos, cuando los santos cuyas fiestas se celebran predicaban y practicaban la abstinencia. En Navidad turrones, jaleas, barquillos y aves bien cebadas: en el dia de todos los Santos los panellets de mil formas y tamaños: en el dia de Sto. Domingo es de rúbrica comer melones; en la octava del Corpus con achaque de las procesiones hay grande gasto de vizcochos y sorbetes: en Pascua corderos; por San José requesones, y los buenos de San Antonio y San Pablo traen roscones. Y á fe que poco mas hay que decir del santo de este dia. En la parroquia de San Pablo se celebra con solemnidad su fiesta, y como los feligreses son gitanos, andan los tales un poco movidos, y comen tambien sus roscones ó tortells. Antiguamente la confeccion de estos estaba esclusivamente encomendada á los panaderos; mas desde que los barceloneses anivelándose con los hijos de otras provincias de España se han vuelto golosos y han ido naciendo pastelerías con grave perjuicio del bolsillo, y con gran provecho de los dentistas, los tales roscones se confeccionan en todas las pastelerías, á pesar de lo cual conservan el primer lugar la modesta panadería de San Jaime, cuyos tortells gozan merecida fama y contienen las mismas materias que los que salen de las pastelerías. A los de estas suele perjudicarles mucho la manteca, que si les da un agradable lustre esterior, les comunica con harta frequencia una rancidez nada agradable. Pero el hecho es que hoy todo el mundo come roscones, desde el trabajador que se concreta á uno de dos reales, hasta el opulento magnate que hinca la careada muela en uno tamaño como rueda de coche.

    En semejante dia las madres acuden á San Pablo á inscribir á sus hijos en una especie de cofradía, cuyo objeto es rogar al santo que libre á las criaturas de accidentes epilépticos. Al tiempo de inscribirse se da de limosna un real, y despues un sueldo ó sean diez y ocho maravedises todos los años.

    Junto con los roscones llega á Barcelona el frio segun lo enseñan el refran quand lo dia creix lo fret neix, aquel dicho de que los barbuts traen el frio; y por barbuts entendemos acá San Anton y San Pablo. El refran pase; mas el otro dicho, hoy no es verdad, pues si con los barbudos viniese el frio, merced á la moda hace muchos años que no tendríamos verano. Lo que hemos perdido en sencillez lo hemos ganado en barbas.

    En la noche de este dia hay baile de máscaras en la lonja.

  • La calle del Call y sus tiendas de telas

    Hay en esta ciudad un calle mas tortuosa que una S, formada por dos líneas de casas que difícilmente pueden dar idea de dos paralelas, á la que tienen salida mas tiendas que portales, y cuyo nombre ha llegado mutilado hasta nosotros. Antes que un mal entendido celo por la religion, ó la envidia de las riquezas que poseian los judíos diese al traste con la caridad que Cristo nos enseña, y con la hacienda y vida de estos proscritos, llamábase la tal calle, Call dels jueus. Su creencia hizo odiosos á los judíos, sus usuras les captaron enemigos implacables, y asi es que hoy en que existe entre nosotros uniformidad de creencias y que en cuanto á usuras estamos en el mejor estado posible, seria un sarcasmo, una anomalía, una imprudencia que no suprimiéramos la segunda mitad del nombre, porque podrian herirse, y con razon, algunas susceptibilidades, atendida la acepcion en que se emplea la palabra jueu, para zaherir á un usurero y á un desapiadado vendedor. Por esto damos á la susodicha calle el nombre de Call, asi, á secas. Pues en esa calle tortuosa, con mas tiendas que portales y con nombre mutilado, es donde hallan las elegantes mil tentaciones y de la cual salen mutilados los bolsillos.

    No vayas á creer, lector nuestro, que en esa calle hay rateros y cortabolsas y ladrones, nó, no creas tal, pero hay tiendas de géneros de seda, de lana y de algodon, y de algodon, seda y lana, y de lana y algodon, y de seda que parece algodon y do algodon que parece lana, y de lana que no es lana, y los hay nacionales y estrangeros, y estrangeros nacionales y nacionales de estrangis. Pasa una elegante por delante de esas tiendas ¿cómo no preguntar la calidad, la patria y el precio de los tales géneros ? — ¿Es estrangero? — Nó señora, del pais. — Es feo: no tienen gusto nuestros fabricantes. — Este corte acaba de llegar de Lyon, (mientes bellaco). — Ah ! este es mejor. A ver el que sacó V. el otro dia. — ¿Y el pañolon, aquel que tenia V. dias pasados? ¿y los fulards que dijo V. estaban en la aduana? ¿Y los rasos? ¿ y los tules? ¿y los groes? ¿y las sargas?…. Seria nunca acabar si insertáramos aqui todas las preguntas que suelen hacerse á los pacienzudos tenderos, y todas las exigencias de las que van á sus tiendas, obligándoles á desdoblar todos los géneros en el mostrador para decirles al cabo, esto es caro, esto es feo, esto no me sirve, no traigo dinero, volveré otro dia. Sin embargo ocasiones se le ofrecen al tendero para vengarse de estas impertinencias, porque viene el carnaval, viene el verano, viene el invierno, y el deseo de lucir hace necesarios trages nuevos, y es entonces el sonar del oro, y el menguar de los bolsillos, y el mentir de las lenguas. — Esto es estrangero. — Mañana mandaré á V. el importe. — Doce varas. — Mira, querido, me han llevado 800 reales.

    Esto y mil zarandajas mas suceden en la calle del Call y en otras que se le parecen, y esto sucede hoy por la sencilla razon de que es dia de misa, y todos los dias de misa la elegante va á oir la de las 12, y como ya se halla vestida, algo ha de hacer, y no es lo menos el pasar revista á las tiendas, y enterarse de las modas, y apurar la paciencia de los tenderos y esponerse á que estos apuren los bolsillos mas provistos.

    Nadie tome vela en este entierro, que no echamos la culpa á nadie: hablamos con todos y con ninguno.

  • Empieza la primavera

    En Barcelona como en otras partes comienza hoy la primavera, que en honor de la verdad no suele ser aqui la estacion mas hermosa del año. Cierto que ya los árboles comienzan á echar hoja, y que la linda y olorosa violeta alfombra los jardines y ribazos, y que le hacen cortejo otras flores; pero acostumbran á reinar vientos incómodos, y el estado de la atmósfera cambia con harta frecuencia. Verifícase en nuestra ciudad aquel dicho de que, marzo ventoso y abril lluvioso traen á mayo florido y hermoso, pues efectivamente lo es en Barcelona el mes de mayo.

    Hoy en las iglesias de Ntra. Sra. de la Enseñanza y de Sta. Clara hay funcion en honor de san Benito.

  • Día de San Jorge, 1848

    Muchas naciones, ó por mejor decir, muchos principes han invocado á san Jorge como protector de sus armas; pero en la corona de Aragon se le ha tributado además un culto particular desde 1094 en que fue dada la batalla de Alcoraz, ganada por el rey D. Pedro I de Aragon al ejército que el rey árabe de Zaragoza Almozaben enviaba á Abderrahman, que lo era de Huesca en donde se hallaba sitiado por los aragoneses.

    La ciudad de Barcelona adoptó mas adelante el estandarte de san Jorge (cruz roja en campo blanco), el apellido de guerra de los barceloneses fue san Jordi, firám, firám, y la antigua diputacion de Cataluña dió culto al santo en la capilla que dispuso al efecto en su palacio, y se conserva todavía en el claustro del edificio que en la actualidad pertenece á la Audiencia territorial.

    De lamentar es que se haya profanado el trabajo con que el arte adornó la puerta de la referida capilla, enjabelgándola quizá con pretensiones de adornarla. ¡Tantas cosas se estropean por el prurito de quererlas mejorar, que estábamos por no llamar la atencion del público acerca de la tal enjabelgadura! Por otra parte creemos que nuestras palabras valen tan poco, que tenemos por cierto que no servirán para maldita la cosa.

    Hechas estas advertencias en obsequio del arte, que importa á los menos, pasemos á la costumbre del dia, que importa á los mas de nuestros lectores, que por esto han gastado sus realejos. ¡Cómo ha de ser! siempre cuesta algo el ser curioso.

    Amanece un hermoso dia, como dia de primavera en Barceona, algo ventoso sí, pero que no influye en la costumbre, puesto que el lugar de la escena no es al raso, sino en el edificio de la Audiencia y Diputacion provincial. Inútil será por tanto decir que en el dia de hoy tienen asueto los curiales, que es como dar largas al litigante de mala fe.

    En la citada capilla de san Jorge se rezan muchas misas, y en el claustro junto á la puerta de la misma se levanta un tablado en el cual una orquesta de ciegos toca varias piezas. Colgado á la altura correspondiente sobre el tablado, se pone de manifiesto un hermoso y rico tapiz que debió ser un frontal de altar, y en él hay un bordado al realce representando una de las hazañas del santo.

    Hay feria de flores, como cosa abundante en la presente estacion. Hace algunos años que la autoridad dispone se coloquen los puestos de esta feria en la calle del Obispo; sin embargo era costumbre colocarlos en el vestíbulo y patio bajo del edificio. Oportunidad hay para que los galanes obsequien á la contertulia, á la novia del amigo, á la jóven cuyo corazon se pretende rendir, á la señora en fin de sus pensamientos, con un ramillete de rosas que son las flores que dan el nombre á la feria.

    En este dia se franquea al público el paso por las salas del tribunal, á las cuales se entra por el patio de los naranjos (1), lugar espacioso y de solaz para los abogados y procuradores que suben á estrados, para todos en fin los que tienen que ir á las oficinas del tribunal á evacuar sus diligencias. El público tiene ocasion de contemplar aquellos escaños donde se pronuncian los fallos que han cortado las cuestiones mas delicadas, en donde la ley ha descargado su terrible golpe sobre la cabeza del criminal. Prescindiendo de estas reflexiones, recorren otros la serie de retratos de los condes de Barcelona que adornan las paredes de aquellas salas, y respecto de ellos debemos hacer presente á nuestros lectores, que no respondemos de la semejanza por lo que hace á los personages que existieron antes de Felipe II, en cuya época los pintó por encargo de la antigua Diputacion el pintor italiano Felipe Ariosto, conforme puede verse en la efeméride del 1.º de julio.

    Suele ser muy numeroso el concurso que asiste á visitar la capilla del santo y las salas del tribunal, por la mañana para gozar el olor de las flores de la feria, y al mediodía para recrear la vista en el conjunto de hermosas, que con cara de primavera acuden á pasear por el edificio.

    Las mesas del claustro en que despachan los procuradores, ya para oir notificaciones, ya para escuchar á las partes (voz forense), sirven en este dia para la familia del curial si es casado, para la novia ó las amigas si es soltero, y para los deudos, ó principales si tiene causas que llevar y efectos que cobrar. Desde estos mostradores se puede gozar de la vista de los paseantes que no son ni curiales ni pertenecen á familia de curial, y allí, si conviene, puede la muy bellaca y linda barcelonesa oir notificaciones, y consentir fallos, y elevarlos en grado de suplicacion, y hacer todo lo que cuadre á sus intereses, como procurador en causa propia.

    (1) No es pulla, que asi se llama, sin duda por los que allí hay plantados. (Véase el dia 28 de enero).

  • Lunes de Pascua, 1848

    Lunes de Pascua.

    Este dia es para el pueblo de Barcelona primo hermano, si nó hermano carnal, del miércoles de ceniza, sin que obste para ello la diferencia esencial que hay entre el uno y el otro. Cierto que en las iglesias se celebra la Pascua con la misma solemnidad que en el dia anterior, cierto que es fiesta de precepto, cierto que la religion consagra este dia como de general regocijo; mas en lo esterior nada de ello se trasluce: y aunque en esta parte el dia es muy diferente del miércoles de ceniza, las costumbres populares han acabado por dar al uno y al otro un mismo carácter público. En ambos días la ciudad queda desierta , y sus habitantes se trasladan á la vega inmediata y la cubren toda entera, dándole la traza de un campamento en que estan distribuidas mas de cien mil personas. Como ya la Pascua de resurreccion suele venir hácia la primavera, el tiempo convida para salir al campo, cosa que siempre ha sido muy del gusto de los barceloneses, y que de cada dia va siéndolo mas, porque solo echándose fuera de la ciudad es posible respirar libremente. Cual si hubiese un empeño general en hacinar gentes dentro de Barcelona, toda su área se ha cuajado de casas, que no pudiendo crecer en latitud lo hacen en altura, y si no estuviera prohibido, á la hora de esta habría muchas gentes que habitarían al nivel de las campanas de las torres. Esta angostura y este apretamiento hacen diariamente mas apetecible la salida al campo, y por esto es tan crecido el número de personas que van á comer á él todos los domingos: pero el miércoles de ceniza y hoy son sin disputa los dos días en que mas personas rinden homenage á esta costumbre. El dulce ambiente de la vega , el verdor que ya cubre los árboles y la belleza de las huertas, que son un modelo de que distan mucho las de España y del estrangero; son en esta estacion otros tantos alicientes para atemperarse á la moda. Barcelona es en tal día verdaderamente triste; y al recorrer sus solitarias calles, bien podría uno esclamar con el profeta: ¡Quomodo sedet sola civitas plena populo!

    ¿Ya qué, y á dónde va tanta gente? A derramarse por la llanura hasta una hora de distancia de la ciudad, y á comer lo que á cada cual le permiten sus haberes y su carácter; porque hay pobre manirolo que hoy lo gasta todo, mientras no falta rico económico que va al campo y ahorra. ¿Quién es capaz de formarse una idea ni aproximada de la muchedumbre de carruages que cruzan por todos los caminos inmediatos, y en especial de los que suben y bajan por el paseo de Gracia? Para concebirlo es preciso haber estado en Barcelona, ciudad que en esto como en muchas otras cosas, deja á una distancia inmensa á todas las poblaciones de España. El coche, la carretela, el galerín, la media-fortuna, el inmenso omnibus, el omnibus chiquito, el tilbury y con mas abundancia que todos ellos juntos la tartana, trasladan á millares las personas desde la ciudad á Gracia, Sans, Sarriá, San Andrés, Horta y San Gervasio, mientras muchos millares mas siguen á pie las mismas rutas, y otros millares mas se separan del camino antes de llegar á uno de esos pueblos, y plantan sus reales en mitad de un campo, á la sombra de un árbol, ó al arrimo de una casa de labranza en donde se vende vino. Allí se salta, se baila, se juega , se canta, se tocan la guitarra y el pandero y las castañuelas, y se grita, y se come, y se bebe mucho, y no se riñe ni se emborracha. Es menester que lo sepan los que no lo ven: estas fiestas populares nunca ofrecen en Barcelona el triste y asqueroso espectáculo de un borracho, ni jamás es turbada su alegría por cuchilladas ni riñas. En esto sí que tienen que aprender algunos nacionales y muchísimos estrangeros. De entre estos, que los hay aqui, y nó pocos, suele alguno embriagarse, y los muchachos le persiguen y se burlan de él, y á veces lo apedrean; y es bueno que lo hagan, pues esto prueba el desprecio con que lo miran, y el convencimiento que tienen de que es una cosa mala, cuyo castigo decreta la reprobacion general y ejecuta la muchachería.

    Las panderetas, las guitarras y las canciones van conduciendo á la ciudad á esa muchedumbre que, cual un magestuoso rio de carne humana, se desliza suave y uniformemente por las puertas, apurando antes de llegar á los guardas, la última gota que en el porron ó bota quedaba. Desbándase á derecha é izquierda luego de haber entrado: tras de la muchedumbre vienen los carruages, y cierra esa dilatada marcha el piquete de caballería que fue á Gracia, y vuelve sin haber tenido nada que hacer en todo el dia. A las diez de la noche toda esa muchedumbre yace en profundo silencio.

  • Maravillas y costumbres de la primavera

    La primavera se adelanta y la naturaleza se sonrie á nuestros ojos, desplegando todas sus galas y toda su magnificencia. Las mieses muestran ya su espiga lozana formando la esperanza del labrador, que al cerrar su puerta deja todas sus riquezas fiadas á la buena fe de los hombres y á las alteraciones de la atmósfera. Para prevenir la osadía de un malévolo tiene un perro; para alcanzar el favor de la Providencia divina tiene el fervor de sus oraciones; y pensando en la oportunidad de la lluvia, no deja de repetir durante el dia y á todas horas el refran: per maig cada día un raig.

    El verdor de los campos, la fragancia de las flores, la frescura del aire, el ardor de los rayos del sol que inflama los corazones, todo convida al muelle goce de los mas puros placeres. La antigua Grecia cuya mitologia no ha tenido rival al tratarse de materializar las ideas, consideraba la mansion de los bienaventurados en una perpetua primavera, y las bellas artes representaban esta estacion bajo la figura de una hermosa ninfa teniendo una guirnalda de flores en las manos, y sentado á sus pies un cupidillo reconociendo la punta de sus flechas. El hermoso espectáculo que presenta la naturaleza durante la primavera, no puede menos de llamar la atencion del hombre, quien al olfatear una flor ó al tender la vista por la campiña, sin echarlo de ver quizá, rinde un homenage de admiracion al Criador.

    No somos por acá tan sordos á la voz de la naturaleza, y por esto salimos los barceloneses á gozar en ciertos dias y en ciertas horas del bello espectáculo que nos ofrece. Ya durante este mes comienzan á venir á Barcelona los habitantes de otras provincias que acuden a tomar baños de mar y anticipan su viage para gozar de las procesiones del Corpus, célebres en Barcelona como lo son aqui todas las procesiones.

    Hanos parecido muy á propósito el dia 1.° de mayo para poner á nuestros lectores al corriente de las costumbres propias de la primavera , porque al cabo es dia 1.° y por consiguiente privilegiado, y le hallamos colocado casi en la mitad de la estacion. Por otra parte nuestras razones tenemos para no haber dado cuenta al lector de las costumbres de primavera el dia en que esta tuvo principio, porque una de ellas mal se aviene con las sábanas, y las mañanicas de abril son muy buenas de dormir, segun reza el refran. Y no decimos esto asi, á humo de pajas, que ya verás, lector querido, cuán á pelo viene.

    Supon un domingo ó disanto: debes levantarte á las siete, por lo tanto vestirte al desden, que es como si dijera un franchute á la negligé, ir á misa, y luego dirigirte á la Rambla donde está el mercado de las flores. Allí las ramilleteras te convidarán con las mas vistosas producciones de la naturaleza; y las bellas barcelonesas, las madrugadoras, te convidarán con los atractivos con que la estacion y, mas que todo, la hora las engalana. Su trago y su tocado al desden, su desden nada esquivo, y la color del rostro pálida como la azucena. Allí te parecerán mejor estas jóvenes, que en el paseo de invierno adornadas con todas sus blondas y sombreritos, con sus narices rojas, efecto del aire frio, y sus ojos dormidos y su gesto lloron, efecto de los rayos del sol. Y cuenta que á las madrugadoras debe de alcanzárseles muy bien, que á la muger, mas que las galas que cercenan las fortunas , le valen la amabilidad y sencillez, que nada cuestan. Obséquialas , queridísimo lector, obsequia á esas bellas en cuyo trage no hay ficcion, en cuyo rostro no hay doblez; obséquialas con un ramillete, y no te pesará. Y vosotras, lindísimas criaturas, aceptad los obsequios de esos jóvenes, y apartad la vista de esos camastronazos de á 40 del pico , que pasean primero, y se pierden despues entre las filas de puestos del mercado de la Bocaría, saben ellos por qué, y lo sabemos nosotros, aunque no nos cumple por ahora decirlo.

    Si no tienes , querido lector quien te dispierte para madrugar, nada temas que no falta en esta ciudad quien en la presente escion lo hace sin reparar en ello. Es el tal un labriego que arrea un borriquillo cargado con un seron donde conduce algunas vasijas, que al amanecer llena del agua ferruginosa de algunas de las caña desde el mas añejo entremés hasta el mas romántico drama de nuestros tiempos, y desde el mas devoto novenario á las peores coplas que puede escribir la pluma mas mugrienta y asquerosa mojada con la tinta mas fétida que confeccionarse puede. Esas tiendas de quita y pon, llamadas paradas de romansus, dan una perfecta idea del estado en que se halla entre nosotros el gusto por las obras literarias, y no añadimos de las costumbres del pais, por no llamar la atencion de la autoridad, quien puede tomarlo á pechos, y hacer pasar las sobredichas coplitas por debajo de la mas rígida férula censoria.

    Pero echamos de ver, lector querido, que con este introito vas á llamarnos al órden. Nó, nó, nada temas, volverémos al carril. Vas á verlo. Dirigímonos tambien algunas mañanas hácia el paseo de San Juan ó de la esplanada, y huroneamos en los puestos de ropavejeros que allí se colocan, y á cuyo conjunto suele darse, quizá irónicamente , el nombre de Fira de Bellcaire, y leemos toda suerte de librajos que hallamos ya tirados por el suelo, ya dispuestos en desordenado órden sobre una desvencijada mesa. Otro tanto hacemos en los Encantes los lunes, los miércoles y los viernes de cada semana, que son los dias en que se permite á los prenderos y chamarileros la venta de sus géneros adquiridos en una almoneda de un eclesiástico que murió intestado, ó en la de un solteron que legó su ajuar á el ama de gobierno, ó en la del mercader declarado en quiebra, ó del empleado nómada á quien se le destina al otro estremo de la península.

    En aquellos puestos se pueden comprar á la voz de los corredores, objetos nuevos y renovados, viejos que parecen nuevos, y nuevos que pudieran ser buenos. El anticuario adquiere allí por poco dinero un objeto de gran valor, el cómico compra allí lo que no halló en las tiendas, el aficionado á los muebles por el gusto del siglo de Churriguera (Dios le bendiga al aficionado) compra allí sillas y mesas rotas y raidas para darles nuevo lustre, y hacerlas figurar en su salon que llama á la renaissance, y el aficionado á la lectura hojea libros buenos y malos, y los compra por la mitad del precio que pidió el vendedor, ó por el valor que este conoce que le da el comprador.

    Al número de estos aficionados tenemos la desgracia de pertenecer, y héte aqui que dias atrás dimos con un cuaderno descuadernado, manuscrito, redactado en catalan, en cuya primera hoja se leia: Diari den Pere del aguait 184…. (el último guarismo se pierde en el mugre del sobado borde del papel). Poco debe importar el precio en que lo mercamos.

    ¡Grande adquisicion! dijimos para nuestro capote. Esto aumentará el volúmen de nuestros mamotretos, y al paso que ha de ahorrarnos trabajo, ha de proporcionar solaz al público, cuando insertemos en nuestro Añalejo, vertidos en lengua española, algunos de los renglones que hagan referencia á nuestro pais. Por de pronto ahí va el artículo del 3 de mayo en Barcelona.

    He salido á la calle llevando del brazo á mi hermana, y nos han acometido distintas veces enjambres de niñas, y entre ellas algun niño, con sendos platos cubiertos de rosas en las manos. En ademan de pedir limosna, me han interpelado las que á mí se han dirigido con este piropo: Vosté senyó galan que te cara de diamant, un dineret per Sta. Creu: y los que á mi hermana se han dirigido le han dicho: Vosté Sra. hermosa que te la cara de rosa, un dineret per Sta. Creu.

    Pesadillos han estado algunos de los tales chicuelos, y hannos seguido largo trecho repitiendo sus obsequios, y estos han sacado estrena , que es ya subido que pobre importuno saca mendrugo, segun el refran nos dice.

    Hemos entrado mi hermana y yo en una iglesia á oír misa , y he ido á la sacristía para saber en qué altar se celebraría, y cuatro monacillos pedigüeños por demás, me han acometido con la cantinela arriba transcrita. A mi vez he querido tomar represalias, y asiendo por el cuello de la sotana al que mas vivaracho me ha parecido, le he ofrecido buenas estrenas si confesaba en qué queria emplear aquel dinero. Halo confesado, que el muchacho era lenguaraz de sobras, y hame dicho — ¿no ve V. aquel altarito que hemos guarnecido en aquel rincon, con aquellos floreros y con aquellas velitas? pues allí al pie depositamos lo que recogemos, y el capital sirve para una merienda. Y no somos nosotros los únicos que se ocupan en el dia de hoy en este negocio; porque vea V. , mi hermana con las chicas de la vecindad hacen lo mismo, y tambien guarnecen un altarito, y luego meriendan á la salud de qué sé yo, á la salud de su estómago.

    Pedigüeña es la costumbre ; inocente es por demás, y trasciende hasta el interior de las familias. Por lo que he visto en las casas en donde hoy he estado de visita, no he podido menos de compadecer al barcelonés á quien Dios le ha dado sobrinitos que obsequiar, ó ahijados que contentar, ó deudos con quienes cumplir, porque al salir de casa, debe llenarse los bolsillos de monedas para responder á todas las exigencias y compromisos en que puede verse atollado.

    Esta es la traduccion. Si es buena ó mala júzguelo el público, pues por lo que á nosotros atañe, solo podemos decir que es fiel y exacta. Si es mala, consolarános la idea de que no serémos los únicos malos traductores que á destajo embadurnan papel en nuestros tiempos.

  • Segundo día de Pascua de Pentecostés

    Segundo día de Pascua de Pentecostés.

    Fiesta de precepto, y supuesto que nada ofrece de particular, aprovechamos la ocasion para indicar la costumbre de nuestros menestrales y jornaleros en los dias festivos del verano, de salir al campo á solazarse. Todas las fuentes que manan en la cordillera de montañas que tenemos á la vista se ven rodeadas de gentes. Al amanecer deja el jornalero su habitacion bien cerrada, y en compañía de su familia y de algunos amigos, y cargado con su guitarra y con algunas provisiones de boca de las que no se hallan en las afueras de la ciudad, sale de ella para no volver hasta despues de puesto el sol, cansado de triscar por esos cerros, de cantar al son de su vihuela, y de charlar con sus amigos. El deseo de dar al cuerpo mayor ensanche del que le ofrecen las paredes del taller le obliga á salir al campo, una razon de economía le induce, sin duda alguna, en los dia que no devenga el jornal, á buscar en los pueblos vecinos los alimentos de primera necesidad, que un principio económicamente económico carga de impuestos en las mas numerosas poblaciones.

  • Antonio de Padua y los albañiles; patrones de tienda

    En la iglesia parroquial de los santos Justo y Pastor se celebra con mucha solemnidad la Resta de san Antonio de Padua. La concurrencia no es nada reducida pues son muchos los devotos, entre ellos algunos albañiles y canteros, y todos aquellos cuyas diarias ocupaciones los ponen en peligro de sufrir una caida ó fractura de miembros.

    Habrán visto nuestros lectores en el fondo y á poca distancia del techo de algunas tiendas un altarito con la imágen de un santo; pues aquel santo suele ser el patron de la casa, á quien sus dueños tienen devocion particular. La purísima Concepcion, la Virgen del Cármen y san Antonio son los que estan mas en boga, y sino fuera porque la costumbre de estos altaritos va de capa caida, añadiríamos de buen grado el nombre de santa Filomena. En la fiesta de cada uno de estos santos, los tales altaritos aparecen adornados con flores si la estacion lo permite, é iluminados con algunas velas de cera. Estas velas abundan en los altaritos de la purísima Concepcion en el dia de su fiesta, por falta de flores tal vez, tal vez porque los cereros la tienen por patrona: en los de san Antonio abundan las flores porque su fiesta cae en la primavera, siendo notables las coronas de mata de esparraguera, retama y siemprevivas, que para adorno delos altaritos del santo venden dispuestas las ramilleteras de la Bocaría. No faltan tampoco las azucenas, como que llevan en el pais el nombre de lliris de sant Antoni.

    Con esto y con dar los dias á todos los Antonios concluimos el artículo, nó sin advertir á los que asi se llamen que espresen al firmarse si son de Padua, para no confundirse con los que celebran sus dias por san Antonio Abad, ó san Anton, pues al paso que evitarán la repeticion de dias y los quid pro quos, darán cierto realce á su nombre, asi como si dijéramos, un cierto saborcito de nobleza, cuya ejecutoria se hallará consignada en las páginas del calendario.

    Otro tanto decimos á los Franciscos de Paula y á los de Asís y á los de Sales, y á las Catalinas de Rizzis, y á los Tomases de Aquino y á los Domingos de Guzman y á los Juanes de Dios, etc. etc.

  • La Santísima Trinidad

    La Santísima Trinidad.

    El domingo que precede a la fiesta del Corpus celebra la Iglesia la de la santísima Trinidad. Ninguna costumbre que de notar sea ofrece este dia, aunque es consiguiente la solemne funcion que tiene lugar en la parroquia de san Jaime, por hallarse establecida en el templo que perteneció á los PP. trinitarios calzados. Esta funcion suele ser muy concurrida por estar la iglesia situada en una de las mejores calles de la ciudad, cual es la de Fernando VII.

    Por lo demás este domingo es como cualquiera otro dia de fiesta de la primavera con respecto á poder madrugar, y dar un paseo por el mercado de las flores, ó esperar el mediodía para ir á estrujarse en la rambla de capuchinos por la acera de la fonda de Oriente, donde el resol deslumhra , el polvo sofoca, el calor fastidia, y el continuo paso de carruages pone á los concurrentes en un continuo peligro de verse estropeados. Pero van allí algunas hembras, y este es el reclamo: donde van ellas allí van ellos; aunque á conocer ellas los visages que los rayos del sol les obligan á poner, por Dios que no fueran allí á lo que van. ¿Yá qué van? ¿á tomar el fresco? no lo hace; ¿á hacer ejercicio? es muy mal sitio; ¿á parecer bien? díganlo ellos.

  • Octava del Corpus

    [This excerpt deals principally with the eve of Corpus, the Wednesday.]

    El Corpus es fiesta movible, y la colocamos entre majo y junio, ja porque suele venir á últimos de aquel ó primeros de este, ja porque le corresponde este sitio atendidos los sitios en que hemos colocado otras fiestas movibles.

    El dia del Corpus, lector mio de mi ánima, es un dia famoso, y lo mas grande de él, dejando á un lado la parte religiosa á cuya grandeza ninguna otra iguala, es la afluencia de forasteros en Barcelona y la abundancia de bizcochos. Estos se confeccionan en Barcelona mismo, pero aquellos vienen de fuera de la ciudad, de donde se los llama forasteros. Esta es la época en que mas abundan, pues unos porque viajan un poco, otros porque vienen exprofeso á ver la capital, otros porque han de tomar baños, y otros finalmente para ver las procesiones, lo cierto es que en esta época vienen muchos, y son otras tantas gangas para ciertas gentes, y otras tantas calamidades para aquellas personas á quienes vienen recomendados. Para las fondas, casas de pupilage, pastelerías, cafés, teatros, tiendas y alquiladores de carruages son los forasteros una bendicion de Dios, una lluvia de maná, una cosecha riquísima; pero mientras esos prójimos se rien con la venida de los tales, no falta quien por la misma venida se pela las barbas. En una ciudad como Barcelona en donde todo el mundo está envuelto en mil negocios, agobiado por los quehaceres, yendo á caza de minutos para salir de angustias, el forastero es una quinta esencia de incomodidades, un terremoto para los negocios, una langosta para los bolsillos, un despiadado consumidor de tiempo y un asesino de la paciencia. Si algun día, ó si quizás ahora mismo tienes, lector amigo, algun forastero en tu casa, no te queda mas recurso que encomendarte á todos los santos del cielo, convertirte todo en paciencia, coger esa alhaja, recorrer con él ó ella toda la ciudad, ver otra vez lo que has visto mil, esplicárselo muy bien aunque no sepas lo que es, buscar una esquela para entrar en el Laberinto, y despues llevarlo al tal Laberinto, despues á la torre de Gironella y al desierto de Sarriá, despues un dia á Gracia, deteniéndote en el criadero y largándote hasta San Gervasio á ver las torres de Gil y de Brusi y el colegio de Carreras: es menester que algunos dias me lo lleves á comer á la fonda si vive en pupilage, y á tu casa si vive en fonda, tienes que meterlo en un palco en ambos teatros, y nadie en el mundo te libra de acompañarle á desempeñar los mil encargos que trae de su pueblo. Luego es indispensable que lo presentes al sastre ó á la modista, y á todo esto pierdes horas, faltas á citas y riñes con amiga ó con amigo, ó con este ó con aquella. Añade á esas gracias que todo lo pregunta y todo quiere saberlo, que tienes que remolcarlo por las calles, que tropieza con todo el mundo, que se queja de las distancias, de las escaleras, del ruido, de tener que comer tarde y retirarse idem, y levantarse otro tanto. Y todavía has de juntar á esto la necesidad de presentarlo á todos los amigos que te paren en la calle, y a los compañeros de palco, y á las personas que convidas á comer para mas obsequiarlo. Y á todas has de repetir la misma frase, que es un forastero que ha venido á ver Barcelona, y á tomar baños y á ver las procesiones del Corpus. Te juro, lector amigo, que es divertidísimo, y que si este año tienes forastero, es un lance en que andan envueltas mil gracias á cuál mas graciosa. Si se contentaran con los baños y con las procesiones, vaya muy enhorabuena; mas si por fortuna no gustan de laberintos, ni torres, ni Gracias, ni teatros, cosa que la reputo por imposible, no te escapas por lo menos de hacerles ver todos los neoramas, dioramas y panoramas, el valenciano monstruo, ó la chiquilla que recorta papeles con los pies, ó el lobo marino, ú otra de las muchas cosas raras que suelen estacionarse por este tiempo en Barcelona.

    Cierto que los forasteros aumentan el movimiento y la animacion de Barcelona, cierto que vienen á gastar su dinero en beneficio de los barceloneses, cierto que cuando uno va á su tierra son hospitalarios y obsequiosos, acaso mas que nosotros ; pero como nosotros estamos metidos en tantos negocios y no tenemos tiempo para rascarnos la cabeza, la venida de un forastero á quien tengamos obligaciones ó gusto de obsequiar es una calamidad verdadera, y si viene en Corpus, nos agua todo el placer de su famosa octava, temporada en que con este artículo hemos tenido intencion de introducir á nuestros lectores. Hé aqui pues que ya han llegado los forasteros y que amanece el día que precede al de Corpus Christi.


    Ha llegado la semana mas hermosa del año, alegre como el cielo que la favorece, bulliciosa por demás, santa como la institucion que da lugar á ella.

    No nos entretendrémos en esplicar que la festividad del Corpus se celebra en memoria de la institucion de la Eucaristía, ni tampoco dirémos las razones que tuvo la Iglesia para no celebrarla en su verdadera época, esto es, en el jueves santo; pero habiendo de ser llevado en triunfo el sagrado cuerpo del Salvador y espuesto á la vista de los Fieles, no se pudo elegir estacion mejor ni que mas contribuyera á la alegría, que la primavera, cuando el brillo de los rayos del sol es mas intenso que ardiente, cuando la naturaleza tiene toda la hermosura de la estacion, y se ha realizado la esperanza de ver en sazon el fruto que da al hombre el primero de sus alimentos.

    Hablamos de la fiesta del Corpus principiando por la víspera, porque en ella se inauguran las costumbres particulares de la época, con la salida de los gigantones y la tarasca, y el leon, y el águila; en una palabra, de todos los monigotes de la municipalidad. Verdad es que de algunos años á esta parte van desapareciendo muchos de ellos, de modo que ya en el dia solo debemos dejar en la costumbre los gigantones. La intencion del que inventó esas figuras de 16 á 18 pies de elevacion para que precediesen á las procesiones fue muy laudable, puesto que trató de materializar la idea de que hasta lo mas grande y lo mas terrible de la naturaleza todo está sometido al Hacedor supremo.

    No hace muchos años que los gigantones de la municipalidad ó por mejor decir ella, la gigantona, nó la municipalidad, sacaba las modas del peinado y del corte del vestido, en lo que se invertia una cantidad nó de las menores entre las que figuraban en las cuentas municipales. Por lo tocante al giganton era mas aferrado á la suya, y ya fuese por su comodidad ya por no lucir sus piernas, lo mismo se hubiera presentado el buen señor sin su trage turco, ajado y mal dispuesto, como ahora llueven lechugas. Al cabo siempre son ellas mas caprichosas, y los Sres. del ayuntamiento se mostraban obsequiosos con la gigantona satisfaciendo sus caprichos; y bien merecia todas esas atenciones puesto que la fama pública la designaba como la pubilla de la ciudad. En el dia no sabemos si con la edad ó por la escasez de los tiempos esta señora ha perdido el humor y no es tan exigente, ó si ha cedido á las exigencias de su marido (cosa rara y trocatinta singular), y renegando de su fe ha vuelto á vestir su trage de odalisca. De todos modos, en lo que no ha cabido variacion alguna ha sido en la danza con que la gravedad del giganton y la espetada presencia de la gigantona suelen llamar la atencion del público y particularmente de los chiquillos, lo que vale sendos maravedises á los faquines á quienes se cede llevar sobre los hombros tan pesada carga. La pavana bailada por los gigantones al son de un caramillo chillon y desafinado y del baqueteo de un tamboril, es lo mas cuco que presentarse puede; bien que esta orquesta es muy digna de la gaita que suele acompañar á los gigantones de las parroquias que los tienen, cuales son la de Sta. María del mar, la del Pino etc. Es eventual la salida de estos personages en la semana del Corpus, por lo que no podemos fijarla como costumbre. Sin embargo debemos esceptuar una de las parejas de las dos que posee la parroquia del Pino, á saber la pareja menor, y cuya elevacion no pasa de diez pies, pues indefectiblemente sale á hacer sus travesuras por esas calles de Dios, mofletudo y mal dispuesto él, cuanto bonita, rubia y desproporcionada ella: ó comprar cabeza ó vender caderas.

    Hé aqui descrito en pocas palabras el carácter, los usos y las costumbres gigantonescas: veamos ahora la mision que les toca cumplir en esta temporada: preceder á las procesiones, marcar la carrera que deberán seguir recorriéndola la víspera, acompañados de dos timbaleros á caballo, vestidos con un baladran del color que tiene adoptado la parroquia cuya procesion anuncian. El toque de esos timbales ha dado lugar á que el vulgo haya hallado una letra que apropiarle, letra que debe de ser tan antigua, que no nos ha sido posible hallar su origen, aunque para ello hemos revuelto todos los archivos incluso el de la Aduana nacional. Esta letra es corta, y el poeta que escandió los versos no tuvo mas en cuenta su cadencia que la poesía:

    Trampas, trampas,
    Tot son trampas.

    Idea grande, sublime, clara y verdadera, y que ha valido á los que tocan su música el título alto, sonoro y significativo de Trampas.

    Celebrándose pues mañana la procesion de la catedral, claro está que desde hoy se ha de señalar la carrera, que aunque con corta diferencia siempre es la misma, sin embargo esta costumbre de señalarla no solo para la procesion de mañana sino tambien para las que tienen lugar durante la octava, es muy laudable, pues de este modo los vecinos de las calles de la carrera estan libres de toda eventualidad al hacer provision de bizcochos, bebidas etc. etc. si es su intencion obsequiar á los que les favorezcan para ver la procesion, ó al disponerse para ir á favorecer á algun amigo con el mismo favor, si no quieren que les favorezcan con él los amigos.

    Los gigantones de la municipalidad acompañados de las trampas salen á las cinco de la tarde, y recorren la carrera de la procesion que celebrará mañana la catedral, dirigiéndose despues á casa de cada uno de los concejales á obsequiarlos con un baile, lo que da lugar á que la calle donde vive el concejal se llene de chiquillos, y haya gritos y chiflidos á cada vuelta de la gigantona. Y aqui es el asomar de la señora concejala al balcon y darse el debido tono, aqui la algazara de los concejalitos, unos que piden á su papá que los haga subir, otros que lloran porque les tienen miedo, y aquí últimamente es el mostrar el señor concejal su liberalidad dando algunos reales á los asistentes de tan altos personages.

    No debemos pasar en silencio la costumbre que tiene lugar durante la octava del corpus, de estar de manifiesto en la sacristía de la catedral la gótica silla de plata sobredorada en que se coloca el viril que va á la procesion general del dia de mañana, y que era otro de los muebles que adornaban el palacio que tenian en esta ciudad los antiguos reyes de Aragon. Un monacillo mas poeta que erudito hace una relacion circunstanciada de la procedencia de la tal silla y de las alhajas que la adornan. Está de manifiesto algunas horas antes de reservar el santísimo Sacramento.

  • ¡Verano!

    Hemos de hablar del paseo nocturno del verano, y ningun día nos ha parecido mas á propósito que el de la llegada del Sr. Apolo el de la rubia guedeja á su mansion veraniega, entrándose por el signo de Cancer (para el que no sepa jota de astronomía no hemos dicho nada, pero plácenos echarla de eruditos). Y como esta llegada del tal señor lo mismo puede suceder en el dia 21 que en el 22, puede rezarse del paseo de verano en cualquiera de estos dos dias, dejando al arbitrio del calendario el consignarlo al que fuere oportuno, pero plácenos hablar de ello en el dia 21, aunque por otra cosa no sea que por obsequio á la antigüedad. El paseo nocturno de verano en la rambla de capuchinos tiene un atractivo tal, que difícilmente sabríamos pasar sin él. Asi es que apenas vemos colocadas las sillas á lo largo de las dos filas de árboles, nos viene en gana tomar cuatro por nuestra cuenta y echar un sueño al pie del candelabro de gas, para no ser observado de los curiosos. ¡Y cómo no descabezar un sueño cuando inclinada la silla en que estamos arrellanados apoyando el estremo superior del respaldo en el susodicho candelabro, tendemos cada una de nuestras piernas sobre el asiento de otras dos sillas, teniendo por delante la cuarta donde yace tendido nuestro sombrero? porque nuestro sombrero nocturno es muy digno de una silla de las que estan en la Rambla, y está tendido cuando no está ni boca abajo ni boca arriba. Digan que nó!

    No vayan á creer nuestros lectores que es broma; ¡cuántas veces hemos tomado esta postura! y cuántas en esta postura hemos descabezado un sueño! Y cuántos ensueños nos han acometido! y cuántas cosas hemos visto en sueños! ¿Si contaré uno de ellos?… pero nó, que se atufarían los señoritos ó se enfadarían las señoritas. ¿No son Vds. curiosos? pues hagan aqui punto final y no pasen adelante en la lectura, que para los curiosos hablamos, y á quien Dios se la diere san Pedro se la bendiga, y quien escucha su mal oye, y qui no vol pols que no vagi á la era.

    Soñé con este , con el otro , con el de mas allá, soñé con todos los que van á la Rambla.

    Sentados al pie de un árbol y formando corro, vi una docena de personas entre varones y hembras: la
    conversacion era general. Sin embargo una hembrita que no llegaba á los 20 parecia estar algo pensativa volviendo de continuo la cabeza hácia un jovencito que se hallaba sentado á sus espaldas. Se levantó de repente este jóven y se perdió de vista entre los paseantes, y tambien de repente se levantó la señorita para coger la silla en que aquel estuvo sentado, fingiendo quererla para poner los pies en ella; pero tambien de repente se levantaron las mamás, y siguió toda la comitiva, nó sin que la susodicha se entretuviera un rato como huroneando en la enea del asiento. Por lo despechada que tuvo que abandonar su tarea conocí que no habia dado en el hito, lo que escitó en mí la curiosidad , y traté de concluir lo que ella habia comenzado. ¡Ah picaronazas lectoras, que bien acertais lo que hallé!!… Pues el contenido de la entendida carta protestaba contra la oposicion de los papás, y decia…!vah! decia lo que dicen todas las cartas de los amantes, y que vosotras sabéis á las mil maravillas, y por consiguiente que no necesitais que os lo digamos.

    Luego soñé con una mamá muy remilgada, con sus cuarenta del pico, que iba acompañada de una hija tan espetada como ella sola. Nadie se les acercaba, y primero se paseaban arriba y abajo, y luego se sentaban en órden de batalla, y dale que dale á los abanicos , y… nada , ni un alma de cántaro se acercaba á darles siquiera las buenas noches.

    Soñé en seguida con una comitiva que por ahorrar unos maravedises en el alquiler de sillas daba mas vueltas por la Rambla que da una yunta á lo largo del campo.

    Soñé con unos enamorados que sin dar el brazo á sus novias iban tan pegaditos que daba calor solo el verlos.

    Soñé con unas mamás con las mantillas torcidas, mal perjeñadas y vestidas con descuido, sin corsé y dándose aire con desvencijados pericones, y hablando de sus achaques y de las criadas, etc., etc., confiando demasiado en la edad de sus hijas que paseaban á veinte pasos de distancia, bien ataviaditas y mejor acompañadas por algunos jóvenes. Al encontrarse ambas comitivas bien podian las buenas señoras insinuar á la seccion jóven el hallarse cansadas y el ser hora de retirarse á casa; pero quid! hasta las diez no era cosa de salir del pantano. Y allí al despedirse era el gritar y el besucarse, y los chicoleos de los jóvenes y los secretitos de ellas, y las citas para tal hora, y el preguntarse el trage que se pondrían al dia siguiente.

    Soñé con el paseo en dia de fiesta, y era cosa de no entenderse y de caer mareado por el continuo pasar de gentes como sombras, sin poder verles el rostro.

    Soñé con el paseo la víspera de un día de fiesta, y observé que era muy poca la concurrencia, siendo el número de ellos superior al de ellas, y luego las vi á estas en su casa aplanchándose el vestido y cosiéndose la valona ó la manteleta para el dia siguiente.

    Pero ¡qué cosas tan inconexas se ven en sueños! Vean Vds. amables lectores. ¿Creerían Vds. que hasta soñé con el paseo en un día de entre semana; y en el momento en que se hallaba en su mayor animacion, apareció el sol en el punto del mediodía, y fue tal la confusion y el huir de las gentes, que en menos de un decir amen me hallé solo en medio de la Rambla, cuyo piso estaba sembrado de zapatos viejos, medias sucias y remendadas, sombrenlos ajados, con flores mas ajadas todavía, guantes con los dedos descosidos y raidos por la punta, abanicos partidos, vestidos hechos girones y llenos de zurrapas, y mil otras cosas que dejo en el tintero porque asi me place, que no deja de ser una razon muy sólida?

    Y despues de haber soñado tamañas cosazas, ¿qué dirian Vds. que me dispertó? Me dispertó el que cuida de las sillas al quitarme las dos en que tenia puestos los pies, con protesto de que las necesitaba, y me dispertó además cierta comezon nada agradable en ambas piernas. Nos que somos zelosos como el que mas de nuestra comodidad, y que de achaque de historia natural bien poco ó nada se nos alcanza , echamos un bufido al guarda-sillas y tuvimos la comezon de las piernas por efecto de un hervor de la sangre en la estacion presente. Rascamonos, desperezámonos y fuímonos.

    Esto soñé y esto vi, y protesto de toda alusion. El que no crea en mi sueño peor para él, que si no podemos decir con uno de nuestros poetas antiguos es una verdad que parece sueño, no andarémos tan fuera de razon si trocando el vocablo decimos, es un sueño que parece una verdad.

  • Octava del Corpus

    Octava del Corpus

    Jueves

    SS. CORPUS CHRISTI.

    Qué campo mas vasto se ofrece á la vista del escritor de costumbres en esta festividad! Mucho tiene que recorrer, muchos puntos que examinar y sobre todo mucho que decir. Asi corra nuestra pluma con la misma rapidez que nuestra vista, que no va poco del decir al ver, por mas que les parezca á muchos una misma cosa. ¡Las procesiones del Corpus! ahí es un grano de anís! La carrera de la procesion, el formar quizá parte de esta, la inauguracion de las costumbres veraniegas, son tres cosas que deben ocuparnos y que merecen cada cual un artículo separado. Empezarémos dando
    una idea de las costumbres del primer dia de la octava.

    Es jueves y es fiesta de precepto. La Iglesia celebra este dia con toda solemnidad. Es preciso asistir á la funcion de la catedral, y si para ello, lector querido, se te antoja entrar por una de las puertas del claustro, serás espectador de una escena tan estravagante como curiosa.

    La fuente de S. Jorge situada debajo de la glorieta del claustro, la hallarás engalanada con mil flores de retama y algunos claveles. Una red de mallas de bramante formando un canastillo y guarnecido de cerezas rodea el surtidor, y sostenida por el chorrito que forma, la cascara entera de un huevo, y al rededor de la verja que cierra la fuente, un enjambre de chiquillos divirtiéndose con el sube y baja del huevo, y esperando el momento en que perdiendo el equilibrio se cae en la red, cuya forma cónica le obliga á colocarse otra vez sobre el surtidor que vuelve de nuevo á elevarle. Un grito agudo entre lúgubre y alegre sucede á este lance, que repitiéndose á menudo , produce una algarabía que
    no cesa en toda la mañana. ¿Qué alusion puede darse á esta costumbre? ¿Cuál es su origen? Es cosa, lector curioso, que no sabemos decirte, y si consignamos aqui esta costumbre, no es mas que para que no te quedes tocando el violon cuando oigas decir en este pais que per Corpus balla l’ou.

    Despues del oficio solemne debieran celebrarse las procesiones, pero en esta ciudad como en todo el antiguo reino de Aragon se celebran por la tarde, lo que contribuye muy mucho á la animacion que reina en el público, que libre ya de los ardientes rayos del sol, goza á la luz del crepúsculo del hermoso aspecto que presentan las calles de la carrera.

    Sin embargo no debemos pasar en silencio que en la colegiata y parroquia de santa Ana se celebra la procesion por la mañana; y aunque solo da la vuelta al patio que circuye la iglesia, sin embargo llama la atencion de muchas gentes, y es causa del bullicio que reina al mediodía en la calle contigua.

    A las cinco de la tarde la tropa de la guarnicion se halla ya cubriendo la carrera; la afluencia de gentes en ella es mucha, y los lances á que da lugar no son para callados. Ahí los endilgamos.


    La carrera de las procesiones

    Si tienes la fortuna, lector amigo, de ser todavía jóven ó de tener el mismo buen humor que si lo fueras, al oir las 5 de cualquiera tarde de las de la octava del Corpus, ponte la levita, encasquétate el sombrero, dale el brazo á un amigo de tu humor ó de tus años, y échate á recorrer las calles de la carrera y á sufrir los estrujones que en medio de sus oleadas te dará de tiempo en tiempo el pueblo ciudadano. No creas que en la carrera de la procesion falte con que divertirte. Las angostas calles de Barcelona estan en tales días angostísimas, merced á los asientos que se ponen en las aceras para comodidad de los que quieran sentarse, é incomodidad de los que caminan. Allí aparecen los tablones de los carpinteros, salen á relucir las sillas que por la mañana se alquilan en las iglesias, los taburetes de las tiendas, los bancos de las tabernas y las tablas de esas antiguas camas pintadas de azul y verde con su faja blanca, restos de la moda del siglo pasado. En cada tienda se forma un anfiteatro con su gradería que va subiendo hácia el techo á medida que se aleja de la puerta, y que es ocupado por las muchachas y por los hombres, aunque nó indistintamente. En primer término aparecen los chiquillos y las niñas que se divierten arrojando flores de retama al rostro las muchachas de á doce años, y tras ellas las jóvenes casaderas, de las cuales se traspapela alguna entre las niñas, no sé si para cuidarlas, ó para ponerse mas á tiro de los mozalbetes que pasean la calle. Allá en lontananza se dejan ver las madres y una que otra vieja que representa la autoridad veladora, y hácia el rincon de la tienda se descubre el rostro de los varones, cuya cabeza asoma entre hombro y hombro de aquellas
    venerables matronas. El tendero oficioso y ojialegre procura colocar á los convidados en el sitio mas á propósito y sobre todo mas visible, y anda afanado poniendo tablas y tablas, é invitando á entrar á cuantos conocidos pasan por la calle, se rie, da caramelos y retama á los niños, acomoda á las viejas, y sin perjuicio da conversacion á los hombres que hablan de política, y de pagas si son empleados, ó de contribuciones si tienen que pagarlas. La señora tendera tambien da sus puntadas en eso de distribuir á los convidados, nó segun el local, sino con arreglo al número de los que es preciso acomodar, quepan ó no quepan; y en los paréntesis de este tragin, corre á la cocina para que la muchacha vaya deshaciendo el chocolate, y renovando el agua del cubo donde se refresca la limonada ó la orchata que confeccionó la misma mano de la señora tendera, la cual va tan emperegilada y recompuesta como el dia en que satisfizo con el himeneo las legítimas ansias del ciudadano tendero. Pasar la procesion por casa es un acontecimiento célebre; el dia en que eso sucede es un dia notable, se piensa en el con un mes de anticipacion, se discute en conferencia matrimonial á quién se convidará, se delibera acerca del refresco y de la variedad de bebidas, ó de si será eso del azucarillo con un vaso de agua antes del chocolate, cual si para tomar chocolate fuese preciso llenarse el estómago de agua. Y aun suele haber acaloramiento en esas discusiones, porque la esposa quiere gastar mucho, y el marido nada, so pretesto de los tiempos, cual si en el mundo hubiese habido algun tiempo en que fuese cosa buena dar un refresco.

    Sigues, lector amigo, la carrera, y á cada paso te convidan con un asiento por dos ó tres cuartos, en cuyo asiento has de aguardar una hora, haciendo rostro á los empujones de la multitud de barbiponientes que mirando á los balcones andan de medio lado pisándote y cayéndose casi encima de tu cuerpo. Allí podrás tomar asiento al lado de una vieja que te habla de las procesiones de tiempos pasados, ó puedes elegirlo cerca de la jóven en donde has de aguantar la porrada de los que pasando le echan una flor, y acaso se rien de tí comparando tu rostro con el de la niña que tienes al lado. Por todas partes chiquillos que gritan, otros que se meten entre las piernas de los paseantes, acá se pelean dos mugeres por un asiento, allí riñen veinte de ellas con un hombre que quiere pasar hácia una bocacalle obstruida por los bancos, atraviesa y grita el valenciano del agua de limon, acá se levanta en alto una silla, luego cruza por delante de tu cara una tabla que ha de ser colocada en la acera de enfrente, todos gritan, las gentes se llaman sin verse, y entre tanto cae retama, y por retaguardia empujan á los que siguen la carrera porque llegan los gigantones, y todo es ruido y apretura.

    En la carrera de las procesiones se ve el plantel femenino que ha de sustituir á las mugeres de ogaño, y esto da lugar á reflexiones acerca de si degenera ó nó la especie humana. El barbilindo citado ya por la esquisita pasa por la calle, levanta los ojos y vuelve á pasar, recogiendo una mirada descendida desde un primer piso, ó tal vez una hoja de retama soltada como de casualidad para que venga á caer sobre el sombrero. En fin los soldados de caballería andan ya tan cerca que no es posible aguantar en la calle, y al que no tomó asiento no le queda mas recurso que apretarse en la bocacalle
    ó colarse en una tienda.

    Aqui termina la carrera, y comienza lo que te dirá, lector mio, el artículo siguiente.


    Procesion del dia del Corpus.

    En otros tiempos cuando estaban organizados los gremios, se veian desde por la mañana sus estandartes ó guiones desplegados colgando de su asta puesta horizontalmente en la ventana ó balcon de la casa de los respectivos mayorales ó prohombres. En aquella época que, por haberla
    alcanzado nosotros, no podemos menos de recordar consignando la costumbre en el Añalejo, era cosa de ir á la catedral á las cinco de la tarde del dia del Corpus á presenciar el arreglo de la procesion. A los pies de la iglesia los concejales obreros segun el ceremonial, llamaban por el órden señalado la bandera de de cada uno de los infinitos gremios que en esta ciudad se hallaban establecidos, y no pareciendo á la tercera vez que era llamada, se conminaba al gremio con una multa. Era cosa de ver los trages que vestían algunos de los que formaban el acompañamiento de estos enormes estandartes:
    fraques prestados, corbatas colosales, y sobre todo el mosqueador (ventall) de paja, guarnecido de baldés plateado con flores de seda deshilacliada. En el dia ha desaparecido todo este aparato, asi como la costumbre de querer vestir un trage que mal sentaba con las maneras y aire de
    que lo vestia; porque en el día ¿ quién no ha contraido ya las maneras y el aire para vestir un frac ó una levita? ¿y quién no cuenta ya el frac y la levita entre las prendas de su vestuario?

    No nos ocuparémos del ceremonial antiguo donde figuraban tantos gremios y tantas comunidades religiosas; dejemos á aquellos tiempos lo que tuvieron de verdad, y ocupémonos de lo que vemos en los nuestros. Tampoco queremos relatar aqui el órden con que va dispuesta la procesion, porque no nos incumbe, al paso que fuera redundancia, pues dueño es el lector de examinarlo por sí mismo, y está demasiado á la vista para que llamemos la atencion sobre el particular. Baste decir que la procesion que celebra la Sta. iglesia catedral es tan distinta de las que se celebran durante la octava, que no fuera razon tomarla por tipo de las demás.

    Sale la procesion á las 5 de la tarde precedida de los gigantones y timbaleros, abriéndose paso por entre el gentío que ocupa las calles de la carrera, y dominando aquel bullicio se oye la voz de la que vende flores de retama, y la del chiquillo que vende mosqueadores de carton y caña: los vecinos colocan colgaduras en los balcones y ventanas. Llega la procesion: á las cruces de las parroquias
    y de algunos conventos, siguen las comunidades de presbíteros entonando con toda solemnidad el himno con que se saluda la hostia consagrada. Los fuertes de la plaza anuncian con el estruendo de los cañones que el Santísimo ha salido del templo. Levanta el concurso un confuso rumor que bien puede traducirse por un respeto religioso: las voces de mando de los gefes del ejército se dejan oír entre aquel bullicio. — ¡Rindan! au:—las bandas de tambores y las músicas militares rompen la marcha real: descubierta la cabeza rinde el soldado las armas y mira impasible las enseñas, que en ningun tiempo sufre ver abatidas, desplegadas á los pies del Santo de los santos que aparece con todo el esplendor de su grandeza entre nubes de oloroso incienso. Dobla el pueblo la rodilla para adorarle; y si la mal llamada despreocupacion de nuestros tiempos induce á algun espíritu altivo á no inclinar su cabeza, la indiferencia misma del público no deja de ser un castigo el mas significativo de su irreverencia, Los individuos del cuerpo municipal llevan las varas del palio, y cierran la procesion
    las autoridades locales. Cuando el Santísimo llega á la vista de algun punto militar, y cuando entra de
    nuevo en el templo, le saludan los fuertes con las salvas de ordenanza.

    La tropa desfila y vuelve á sus cuarteles: ningun lance ha obligado á la autoridad á hacer uso de las medidas que tiene dispuestas para prevenirlo, la carrera queda despejada, y el piso de las calles sembrado de flores de retama, que con el continuado pisoteo exhalan muchas veces un olor nada agradable. Las casas de la carrera se ven iluminadas; sus dueños ofrecen bebidas y refrescos á la concurrencia. Una polca, un rigodon, un valz improvisados despues de un sorbete, el brillo de las luces, el calor de la estacion, son cosas capaces de hacer salir los colores al rostro de color mas quebrado,
    y de empaparlo en sudor como se empapa en agua el azucarillo que se toma para suavizar la sequedad
    de la garganta.

    Los que no asisten á alguna de estas reuniones pasan lo restante de la noche en la rambla de capuchinos, sitio destinado para el paseo nocturno de verano, que se inaugura en el dia de hoy, y que ofrecemos bosquejar mas adelante y en lugar mas á propósito; pues por ahora deben llamar nuestra atencion las costumbres propias de la octava del Corpus. Si esta festividad es muy alta y el calor aprieta, quizás empieza el paseo algunos dias antes; pero esto es de hecho, porque de derecho le pertenece al dia del Corpus su inauguracion con toda la solemnidad, lujo y estrujones consiguientes.


    Procesiones de la octava del Corpus.

    Estas procesiones tienen un carácter enteramente distinto del de la que celebra la Sta. iglesia catedral, como hemos dicho en el artículo anterior. Ni son los gremios los que asisten, ni todas las comunidades se reunen para celebrarlas, ni la tropa de la guarnicion cubre la carrera, ni se encarga el cuerpo municipal del palio. Los gigantones es lo único que no sufre alteracion; y en estas como en la primera procesion abren la marcha las trampas, es decir los timbaleros, (véase el artículo
    de la víspera del corpus ) que no hacen mas que cambiar de color; y en estas procesiones mas que en la primera se ven atacados por los tiros de flores de retama de los traviesos chiquillos que invaden los bancos de la carrera. La guarnicion solo da una guardia de honor para acompañar al santísimo Sacramento, los obreros de la parroquia encargan el palio á algunos parroquianos de mas nota, y en union con el cura párroco y con el objeto de hacer mas lucida la procesion, ofrecen un pendoncito á un colegio ó á un hijo del concejal parroquiano, y el pendon principal á alguna de las autoridades
    civiles ó militares, ó al gefe de algun cuerpo de la guarnicion.

    La obligacion de los favorecidos es la de convidar á sus amigos, teniendo en cuenta que es mengua que el acompañamiento no corresponda á la categoría del pendonista. Desde luego es preciso que busque una música militar que le acompañe, y contribuya con un repertorio de piezas escogidas al mayor lucimiento de la procesion. Para el convite no es preciso devanarse los sesos, pues es sabido el formulario de las targetas:

    F. N. caballero etc. etc… nombrado pendonista para la procesion t….. espera le acompañe U en ella; con lo cual, á mas de hacerle un particular favor, contribuirá al mayor lucimiento de tan religioso acto.

    Sr. D.

    Búscanse luego los dos que deben llevar los cordones: otro compromiso. Se consulta, y se halla al cabo un medio de quedar bien con todos los que pudieran tomar á desaire el menor olvido. Se vencen dificultades y se ha llamado á un repostero para que confeccione el refresco.

    Resúmen.

    Esquelas de convite,
    Música militar,
    Compromisos,
    Refresco,
    Incomodidad,

    suman 8000 quebraderos de cabeza que solo pueden tolerarse en gracia de tan religioso acto.

    Esto por lo que hace al favorecido por los obreros y párroco, que en cuanto al jóven de buen tono favorecido por el pendonista debe procurarse tres ó cuatro hachas de cera; y si no es militar y en consecuencia no tiene asistente, ó siendo paisano no tiene criado, debe buscarlo y hacer que se vista con la correspondiente decencia. Debe ir á la procesion bien peinado y mejor dispuesto, con la mano de la acera apoyada en la parte posterior de la cintura, y con la opuesta llevar el hachon, que debe quebrar por el medio y hacer que se corra lo mas que sea posible, y debe cambiar de hacha á cada momento, y gastar la media docena que el criado lleva.

    Otro tipo se halla en las procesiones, y es el que toma el buen tono por la parte mas dulce, y embrazando su bien acepillado sombrero, lleva la copa llena de caramelos que distribuye á discrecion entre los amigos y conocidos, y amigas y conocidas que baila al paso. Este tipo tiene algunas modificaciones, y no pocas veces se viene á la procesion sin sombrero, y entonces lleva la provision de dulces en un pañuelo que cuelga del brazo. No tiene criado y por esto no lo lleva, y lo mas que hace es hacer que le siga el aprendiz de su taller. Tampoco se jacta de pródigo haciendo correr el hacha, pero habla con todos los que miran la procesion en los bancos, chamusca la cola á todos los perros que pasan, y permite á algunos pílletes que vayan sorteando los movimientos que al andar se da al hachon, á fin de recoger la cera que en el pábilo se derrite.

    Una particularidad ofrecen estas procesiones, y son los niños ó niñas de 6 á 10 años que asisten á ellas vestidos de san Miguel, san Juan, santa Magdalena, y sobre todo de santa Filomena. El san Juan va seguido de un corderito bien encintadito (y no somos escrupulosos, que por tal lo tomamos aunque sea carnero). Á todos estos chiquillos los acompañan unos mozuelos de á 16 años, que al fin de la carrera tiene que cargar con el santo y la peana.

    La procesion ha regresado á su iglesia. Las calles de la carrera quedan como hemos descrito en el artículo anterior. En las casas de los particulares se sirven refrigerios segun la posibilidad de su dueño, y se improvisan bailes al son del piano, y cuando no , hay el recurso de Barcelona: dar unas vueltas por la Rambla.

    Falta ahora dar al forastero noticia exacta del número de procesiones que se celebran en esta ciudad, y de sus particularidades. Las procesiones salen á las 6 de la tarde inmediatamente despues de haber reservado en la catedral. Hemos hecho especial mencion de las que se celebran el jueves, y con ellas debe suponerse que encabezamos la lista.

  • Octava del Corpus

    Octava del Corpus

    Lunes.

    Procesion de san Miguel del puerto. Las calles de Barceloneta presentan un aspecto muy vistoso por el sinnúmero de banderas y gallardetes que los vecinos cuelgan en la carrera. Muchos niños y niñas representando los santos Telmo, Magdalena etc., etc.

    En el mismo dia y á la misma hora se celebra intramuros la de la parroquia de san José ó santa Mónica. Antes de regresar á la iglesia es de rúbrica que pase del un estremo al otro de la calle del Conde del Asalto, en la cual producen buen efecto las luces, no solo por la ostension de ella, sino tambien por la perfecta alineacion de los edificios.

    La tal calle tiene un carácter particular distinto del que tienen los demás barrios de Barcelona, y la animacion que en ella reina en ninguna otra se observa. Jóvenes pizperetas y vivarachas que se ven en todos los paseos, y en todos los bailes y conciertos de los casinos, que se reproducen donde quiera que se reunan una docena de personas para pasar el rato y divertirse. No podrémos decir si todas estas jóvenes tienen en ella su habitacion, pero sí podemos asegurar que en cualquier fiesta que allí tenga lugar siempre aparecen los mismos tipos. Desde las 5 de la tarde los balcones son otros tantos puntos á donde dirige sus ávidas miradas el jóven militar, el jóven empleado y el jóven dependiente de un escritorio. Ellas festivas siempre, en trage sencillo de verano y con un ramilletito de rojos claveles donosamente prendido en un lado de la cabeza, muestran la sonrisa en los labios como para corresponder á aquellas miradas. Se saludan unas á otras y estas á ellos, y se vuelven á saludar, y pasan y repasan los mozalvetes hasta que llega la procesion, la cual no ofrece particularidad notable sino el ir precedida de una comparsa de enanos.

    Como el teatro de santa Cruz se halla dentro del distrito de la parroquia, se nombra pendonista á uno de los actores que se hallan ajustados en él. Los chiquillos vestidos de santos, y las escuelas no son las que tienen en la procesion la menor parte.

  • Asunción de María, fiesta mayor de Gracia

    Las funciones religiosas que tienen lugar en el dia de hoy con motivo de celebrar la Iglesia la fiesta de la asuncion de la Vírgen N.ª S.ª son muchas; de modo que su número iguala casi al de los templos que se cuentan en la ciudad. Sin embargo esceden á todas en magnificencia y solemnidad las de la Sta. iglesia catedral y de las parroquias de Sta. María del mar, y de Ntra. Sra. de los Reyes ó del Pino.

    Hoy es la fiesta mayor del barrio estramuros de la ciudad llamado de Gracia, con cuyo motivo hay solemne funcion en su iglesia parroquial, bailes en la plaza (balladas), y en varios salones. Oportuna ocasion es esta para dar á nuestros lectores una idea de lo que son las fiestas mayores de los pueblos de esto llano, puesto que el tal barrio tiene, digámoslo asi, una existencia anómala, porque sin hallarse dentro de los muros de la ciudad, forma parte de ella, y por consiguiente está bajo la jurisdiccion do nuestro Añalejo: y siendo un barrio de la misma, conserva las costumbres de los pueblos y aldeas inmediatas.

    Demos por concluida la funcion de la parroquia, que es mas ó menos solemne segun las circunstancias políticas, financieras (perdónese el término), y segun el gusto del párroco y humor de los parroquianos. Y si la damos por concluida es por no meternos en lo que no nos cumple, y sobre todo por ahorrarnos el trabajo de encarecer lo reducido de aquel templo, el calor que en él se sufre y los pisotones con que mutuamente se obsequian los concurrentes.

    No podemos sin embargo pasar por alto la gravedad del payés antenapoleoniano, con su chaqueta y calzon negros, su chaleco de terciopelo rayado y boton de cascabel de plata, ceñidor de seda, polainas de cuero encima de unas medias cenicientas que en mejores tiempos usó de seda, zapatos con grande hebilla de plata, gaban de paño, el pelo recogido en una redecilla, y sombrero de copa baja con alas de á medio palmo. Tipo es este del cual el cambio de costumbres no ha dejado en nuestros tiempos mas que algunos pocos ejemplares para muestra de lo que fue, porque en las ediciones modernas si bien se ha consentido el calzon, pero se le ha refundido en un pantalon zanqui-corto, se ha desechado la redecilla, se ha cortado la coleta, y se ha preferido dejar al aire la calva tal vez para tener mayor espacio en que formar la primera cruz al santiguarse. Esto es en cuanto á lo añejo, á la generacion de antes de la venida de Cárlos III á España y antes del rebombori del pa (1); que en cuanto á la generacion que domina, á la generacion que nació despues que muriese la Inquisicion, y despues de haber empezado la gloriosa lucha da la libertad contra la tiranía, este es otro cantar. El jóven payés ha desechado aquel pantalon de anchos cañones ajustado al cuerpo hasta los sobacos, y aquel simulacro de chaqueta de cuello derecho, y en cuyas espaldas apenas babia la tela suficiente para unir las dos mangas, y se ha vestido segun los figurines franceses, y solo le falta que cuelguen los dos faldones de su chaqueta para no distinguirse del pisaverde que marea los árboles de la Rambla con sus continuados paseos. La jóven payesa, que en los dias de labor la habrémos visto quizá atravesar senderos y saltar ribazos sufriendo impertérrita los abrasadores rajos del sol vistiendo una ligera saya de indiana, la vemos entrar hoy muy espetada en las iglesias zarandeando que no arrastrando sedas, y guardando melindrosa su cútis de los rayos del sol con su abanico, y quizá con una sombrilla.

    Si hubiéramos escrito el Añalejo 16 ó 20 años atrás, hubiéramos hecho aqui mencion especial del contrapás, danza que tenia lugar inmediatamente despues de concluida la funcion de la parroquia. El contrapás es el baile serio de los payeses, que se bailaba con toda la gravedad de que puede ser capaz una danza, dando las parejas sueltas algunos pasos hácia adelante y otros hácia atrás, repitiendo la misma ceremonia hasta haber dado la vuelta al rededor de la plaza. Los recien casados salian á lucir sus galas en el contrapás, siendo objeto de la curiosidad de unos, de la crítica de otras y de la envidia de todos. Bailaban, ellas con la mantilla puesta, un ramillete de flores en una mano, y el abanico en la otra; ellos con su gaban ó capa y sombrero puestos por mas que el sol achicharrara. Concluido el contrapás quitábanse ellas con donaire su mantilla, arrebujaban ellos su capa, y se daba principio á la contradanza.

    Poco despues del mediodía dábase tregua al baile para ir a comer y saborear los capones, los ánades, pavos, etc. que la mano de la ama de casa habia sazonado en sendas cazuelas con sus correspondientes especias, y con lo que, al paso que se celebraba la fiesta mayor se obsequiaba á los forasteros.

    Pero en el dia todas estas ceremonias van desapareciendo por puntos, no quedando de ellas mas que unas ligeras reminiscencias, y se han dejado para los pueblecitos en que la patarata de la civilizacion no ha alcanzado civilizar á sus vecinos. El barrio de Gracia en aquellos tiempos no era mas que una aldea, y perteneciendo en el dia á la ciudad quiere parecerse á ella, al paso que siente dejar sus costumbres de loque fue un tiempo.

    Despues de comer empieza de nuevo el baile en la plaza. El ball rodó, las contradanzas españolas y los valzes son las únicas danzas que allí se permiten. Para poder bailar es preciso que se adquiera éste derecho comprando un ramillete de flores ó un abanico en la mesa que se halla colocada al pie del tablado de los músicos, cuyo ramillete ó abanico debe regalarse á la pareja que se escoja. El producto de esos regalos sirve para la iluminacion y funciones con que se obsequia á la Virgen, de lo cual cuidan las jóvenes casaderas, de entre las cuales se nombran las sacristanas con el encargo de ceder á una sociedad de payeses (colla) por una cantidad alzada el derecho de dar el baile en la plaza: Estas sacristanas estan obligadas á recoger las limosnas que durante el año dan los vecinos, y hé aqui por qué bien ataviadas y bien dispuestas, con cara de pascuas se presentan los domingos del verano en las quintas de los particulares á la hora en que estos se hallan de sobremesa, á pedir para la iluminacion de la Virgen, cuya imágen llevan muy encintada y enramada en una bandeja cubierta de flores. —Tú, lector querido, que te encuentres en un lance como el que acabamos de mencionar, no te llames andana; y cualesquiera que sean tus creencias, da tu limosna, que al cabo es por amor de Dios. A eso se llama adorar al santo por la peana adorar al supremo Hacedor en sus obras. —Cuando las collas no habian adoptado el medio de dar los bailes en salones, el baile de la plaza estaba mas concurrido, y entonces el producto de los ramilletes y abanicos era algo mas crecido: por esto las sacristanas se ven en la precision de que la cuesta rinda en el dia mayor producto, escitando el celo de los devotos por los medios que les dicta su talento, á fin de que sean mas crecidas las limosnas.

    Como hemos dicho otras veces, los bailes de los payeses van tomando con los rigodones y polcas un carácter distinto del que deberían tener, y van perdiendo mucha parte de su fisonomía particular. Lo único que han conservado los payeses es no cambiar de pareja durante el baile. Mucho será que el espíritu enciclopédico, variable, veleidoso, en una palabra coqueton de la época, no ejerza su indujo sobre esta costumbre. En esta parte los bailes de la sociedad llamada culta, ha rendido
    parias con sobrada sumision al tal espíritu, de modo que hasta incurren en la nota de ridículos y babosos los que por quererse bien, danzan, juntos dos ó tres veces durante un baile. Pero no nos metamos en comparaciones ni paridades: á su vez hemos rezado lo que pasa en estos bailes y fuera aqui inoportuno. Cada cosa en su tiempo y los nabos en adviento dice el refran, que tambien por la oportunidad nos viene en gana traducir aqui libremente en lengua del pais, cada cosa en son temps com las figas al agost. ¡(Qué cosas tienen las lenguas!)

    Para concluir este artículo ligero, como de verano, solo debemos hacer mencion de otro refran que tiene como el que acabamos de decir, analogía con el mes en que estamos, y no solo con el mes sino tambien con el presente dia: per la Mare de Deu de agost á las 7 ya es fosch. Verdad de Perogrullo que no necesita comentarios, y que nos ahorra mas de cuatro palabras, y por consiguiente mas de cuatro oportunidades en que pueda el muy ladino criticon hincar su afilado diente.

    El domingo que sigue á la fiesta del presente dia, celebra la Iglesia la fiesta de S. Joaquin, padre de la Vírgen Ntra. Sra. Funcion en la parroquia de Sta. Ana.

    (1) Alboroto popular con motivo de la carestía y mala calidad del pan que se notó en Barcelona poco antes de la guerra que en 1792 tuvimos con los franceses.

  • La tiranía de las actuales circunstancias, los baños y las aguas, un viaje a Francia en buque de vapor

    Las generaciones que en la actualidad pululan sobre la tierra estan presenciando la caida de todo lo que existia en los tiempos de nuestros abuelos; esto en cuanto á los que presencian, que en cuanto á los actores en el drama, allá se van en número, si no escede. Pero prescindiendo de esta cuestion, es lo cierto, que el grito de alarma está dado.

    Recedant vetera nova sint omnia, latinajo mas manoseado que mango de escoba, y que vale tanto como decir: enhoramala lo añejo, venga lo nuevo. Y cuenta que no solo se dirigen los ataques á lo añejo, sino hasta á lo que tiene visos de tal, de modo que á cualquiera cosa que se tenga mala voluntad, no hay como darle una genealogía que remonte á dos siglos atrás, y asunto concluido, se lo llevará la diabla como tres y dos son cinco. Vean Vds. sino, lo que ha sucedido con la tiranía, y los abusos y los yugos. A dos por tres (lo demostramos todo matemáticamente) se le antojó á un quidam ó á un periodista que todo se sale allá, decir que todo esto era añejo y rancio y chocho, y no hubo mas, vino al suelo irremisiblemente. Pero la tiranía que no ha caido, el abuso que no se ha desterrado, el yugo que no se ha roto y que no solo ha quedado en pié tal vez para muestra, sino que no ha sufrido el menor ataque, es una tiranía la mas tirana de las tiranías, un abuso el mas perjudicial de todos los abusos, un yugo el mas pesado de todos los yugos que pueden uncirse á la mas recia y enhiesta cornamenta, las actuales circunstancias.

    Desde que el hombre se halló comprometido á hacer lo que no pudo ó no le vino en gana, existen actuales circunstancias. Ved, amables lectores, cuántos siglos cuentan de antigüedad estas buenas señoras; y bajo cualquier aspecto que se miren, su tiranía está patente. Por las actuales circunstancias no puede disfrutar el pais las ventajas de las leyes ni de las instituciones ; por las actuales circunstancias no se toma tal ó cual carrera; por las actuales circunstancias no se atreve uno á casarse (échele V. un galgo al socarron); las actuales circunstancias impiden hacer ciertas especulaciones ventajosas; las actuales circunstancias le dejan á uno el bolsillo mondo y lirondo; las actuales circunstancias no permiten que tengamos dos ó tres mil compradores del Añalejo; y las actuales circunstancias en fin hacen contraer ciertas costumbres, que de otro modo no solo no se contrajeran sino que merecerían la reprobacion de la mayor parte. Vamos á esplicarnos.

    Para muchas dolencias crónicas sobre todo de aquellas que segun las edades de los que las padecen cambian de nombre, está reconocida la eficacia de las aguas ferruginosas y de las sulfurosas y de las carbónicas y de las termales y de las salobres del mar. Verdad es que para los mas las aguas y los baños solo son un pretesto para descansar de las tareas que los ocupan durante el año, porque los establecimientos de aguas y baños ofrecen la ventaja de gozar de la libertad del campo sin salirse de la sociedad en que se vive. Que los baños y las aguas no son sino un pretesto para mudar de método de vida, que por bueno que sea el que comunmente se sigue siempre es monótono, está á la vista si se atiende á que los forasteros se vienen á Barcelona á tomar baños, mientras los barceloneses se van á tomar baños y aguas á Caldas, á Caldetas, á la Puda, á San Hilario, á la Espluga y á Argentona; esto se entiende siempre mientras lo permita el tirano del mundo, las actuales circunstancias. Empieza la primera temporada despues de la octava del Corpus, y la segunda en los últimos dias de la canícula. De los baños correspondientes á aquella rezamos cuanto era debido en los artículos de la octava del Corpus; y estando para salir la canícula, de derecho les corresponde este lugar á los pertenecientes á esta.

    A las actuales circunstancias es debido el que á los muchos establecimientos de aguas y baños del pais se bajan preferido los ultra-pirenaicos; y cuenta que si con respecto á esta preferencia decimos actuales circunstancias, lo mismo pueden ser de ayer que de hoy que de mañana, porque el epíteto está tan íntimamente unido al sustantivo, que sin él perdería este toda su sustancia. Ya es costumbre por no decir que está de moda, en la temporada de verano el pasar á tomar los baños á Vernet en Conflent en el otro lado del Pirineo, lo que tiene el doble mérito de estar en pais estrangero. Ya es muy vulgar el ir á tomar baños y aguas á los establecimientos del país. Ya se ve, estan maldispuestos, tan mal servidos… en una palabra, el buen tono no lo permite porque este otro tirano obliga á cargar con todo el ajuar doméstico que tiene relacion con el vestuario, llevar cofres y mas cofres llenos de esencias y pomadas, y sombrenlos de negligé y de sacíeté y de soirée, (perdona lector que hablamos de Francia). Esto sin contar la exigencia de las actuales circunstancias, de tener que hacer el viage por mar, exigencia cuyos lances, Dios mediante, no se nos han de quedar en el tintero, haciendo mencion de ellos á continuacion del presente artículo.

    Pero por mas que el buen tono pretenda introducirse en los establecimientos á donde llama á sus esclavos, las circunstancias le obligan lo mismo en Francia que aqui á ser menos exigente que en las poblaciones donde se tiene la residencia; y por esta razon muchos puntos de contacto tiene la sociedad bañista de Vernet con la de los establecimientos de nuestro pais.

    Las relaciones que se contraen en todos los establecimientos de aguas y de baños son poco duraderas como de aguado origen. Llega uno al establecimiento, y es amigo de todo el mundo, y todo el mundo se hace su amigo; hasta cuidados mutuos se prodigan los concurrentes ni mas ni menos que si hubiesen empezado juntos el a. b. c. La franqueza, la liberalidad, los goces honestos, todas las virtudes sociales parece que reinan en los establecimientos de aguas y baños. Hoy se prepara una merienda, mañana se hace una romería, pasado mañana se da un baile, sin que ninguna etiqueta del buen tono se cruce para interrumpir el curso armónico de la acuátil sociedad. Hasta las mugeres viven juntas y son amigas. Llega el día de la partida: — en tal calle n.º tantos tienen Vds. una casa á su disposicion. — Vengan Vds. á vernos. — Llegan á la ciudad: se obsequian mutuamente con una visita, ya no hecha á una hora de franqueza, sino ala que el buen tono prefija. Verdad es que parece quieren reproducir la libertad de la temporada de los baños, pero no lo consiguen, porque en esto tambien ejercen su poderosa tiranía las actuales circunstancias.


    Suponte, lector querido, ó queridísima lectora, que las actuales circunstancias te obligan á ir á Francia á tomar baños ó á beber aguas, y que otras circunstancias actuales tambien, como por ejemplo, realistas, carlistas, trabucaires, matinés, ó lo que sean, te aconsejan que hagas el viage por mar, á fin de no arriesgarte á dar con esos señores, de quienes cada uno cuenta mil cosas que te disgustan. Dando pues por sentadas y por simultáneas las actuales circunstancias de las dos clases, te encuentras en el caso preciso de ir á tomar baños ó á beber aguas á Francia, y de hacer el viage por mar, viage que yo tengo por cosa averiguada que lo harás en buque de vapor, pues eso de barcos de vela es muy ramplon, prosaico y anticuado.

    Quisiera yo saber si hay alguno de mis amados lectores, sean varones ó hembras, que no haya viajado nunca en buque de vapor. Si lo hubiese, puede hacerse cargo de que no ha probado cosa de gusto. Por supuesto que dejo á un lado eso de levantarse dos horas antes de lo regular, y doy al viagero por levantado y vestido y encaminado hácia el muelle nuevo, que no es poco darle todo esto por hecho. Atraviesa un angosto puente sorteando los cuerpos de curiosos que entran y salen, del faquin que viene con el baul ó la maleta que debieron embarcarse la tarde antes, y concedo que sano y salvo
    llega al fin de la tabla y pisa la cubierta del buque. Allí todo es confusion, voces, algarabía y falta de inteligencia, de suerte que mas que otra cosa parece un fac-simile de sesion parlamentaria. El capitan pide pasaportes, y entre la multitud tiene que ir pescando á los viageros con tales dificultades, que no parece sino que busca un hombre de bien. Suena una campana, y se manda salir á todos los que no emprenden viage; pero ellos continúan hablando y entrando cofres y mas cofres, y vienen y van personas. A todo esto, los que llegaron primero toman posesion de los bancos, cogiendo para el caso de marearse, ese instrumento recolector igual á una sarten sin mango, cubierto con una tapadera cóncava en medio de la cual hay un agujero redondo por donde se va destilando lo que arrojan los ciudadanos mareados. Continúa el ruido y el no entenderse ni poder dar un paso, hasta que el segundo toque de campana obliga á despejar á los bienaventurados que se quedan en tierra. Aqui entran los abrazos y los besos y los lloros y los mocos y los encargos de saludos y los adioses y los ahures y—cuida el chico,—y no dejes de escribir,—vuelve luego que puedas—y las recomendaciones al capitan del buque, y otras mil zarandajas, cuya esposicion seria nunca acabar. Marchan aprisita, retiembla el movedizo puente, y salidos en fin todos los profanos, quedan en el buque los que pagaron para que los mezcan segun sea la mar y el viento. En fin se suelta el último cabo, las palas comienzan á azotar el agua, y el buque se separa de la tierra. Alzanse pañuelos, y otros pañuelos responden, y quiere Dios que al cabo se den todos por despedidos. Ya se marcha.

    Ola! las ruedas se paran; nos detenemos. ¿Qué será? Un viagero dormilon ó una viagera elegante que habiendo acudido á esta cita mas tarde de lo que suelen á otras, vienen en una lancha y se los aguarda. Llegan, traen equipage , sube este, suben ellos, el buque está parado, se pierde tiempo y por uno ó dos se incomoda á doscientos. Ya estan dentro, se alza la escala, se cierra la porta y al fin echamos á andar de veras. Comienza el viagero á pasear una ojeada por los rostros de sus conavegantes, y no ve mas que caras nuevas: este va á Francia, aquel pasa á Italia, uno viene de Málaga, otro de Alicante y otro apenas ni él mismo lo sabe. Casi todos los viageros estan tan frescos y tan alegres, salvo una corta minoría cuyos individuos dejan aqui alguna cosa que les interesa, ó van á punto en donde no les interesa cosa alguna. Todos estan en cubierta y hácia la popa contemplando como la tierra va nivelándose con el mar, y acaba por perderse de vista. Los jóvenes dirigen la visual á las muchachas, y aun se les arriman con aquella libertad que solo dan un día de campo y un viage. Todos los viageros estan animados; pocos temen marearse; sin embargo como siempre hay gentes que se previenen para lo que pudiere tronar, una que otra señorita saca un limon y lo muerde para abrirle un boquete, nó precisamente porque eso prive de marearse, sino para neutralizar el hedor del carbon de piedra de cuyo humo sale una buena parte por la base de la chimenea. — Se marea V.?— Nó señor, al menos no me he mareado otras veces. — Ha viajado V. en vapor? — Nó, sino en buque de vela. — Entonces no tenga V. cuidado, en barco de vapor se marea uno menos. — No lo crea V., este temblor marea mas que el movimiento regular de un barco de vela, y luego ese humo, ese humo —Es buen preservativo el limon? — Dicen que sí. —Ca! no lo crea V.: eso es lo mismo que la carabina de Ambrosio cargada de salvado.—Sin embargo en teniendo limones yo voy segura de que no he de marearme. —¿Ha comido V. alguna cosa?—Nó señor, estoy en ayunas; pero voy á tomar una taza de té, pues dicen que eso dispone bien el estómago. — Para marearse, interrumpe un militar de los que comieron el rancho que los franceses tenian preparado para ellos en Bailen. — Perdone V., tomando té no tenga V. cuidado. —V. hará lo que guste; mas si toma V. té , dése V. por mareado. Otra cosa seria si tomase V. una taza de caldo.—Amigo mio, dice un jóven á quien no le hace gracia que el militar le intercepte el paso hasta la linda viagera , yo tengo en esto mucha esperiencia, y le aseguro á V. que el mejor preservativo es un buen almuerzo. — Eso no prueba á todos, observa un empleado que va á Francia á gastar sus ahorros y los agenos, lo mas seguro es tenderse en la cama antes que se sienta uno mareado, estarse quieto, taparse bien la cabeza y no haya miedo. — Se siente V. mala ? — Nó señor; pero á la verdad me incomoda el humo, y aun mas que el humo esos jóvenes que meten tanto ruido. —Qué quiere V.! como que no se marean. — Oh! eso es muy bueno ; yo me distraigo , canto , no paro un momento, porque en logrando uno estar siempre distraido, se está tan seguro á bordo como en casa. — Esa señorita se ha dormido!—Nó señor , estoy muy dispierta , pero sé que en arrebujándose una en un rincon sin menear pie ni mano y con los ojos cerrados está salvada.— V. no se marea?—Nó señora, yo soy de bronce, hijo de puerto de mar, he viajado mucho y de todos los modos como puede viajarse, y siempre tieso. — No tiene V. poca suerte.

    Y de este modo se continúan las conversaciones, y la broma y la franqueza, y todo el mundo se alimenta de esperanzas, salvo algunos que van á alimentarse con el pescado frito ó el viftech de la cocina del vapor, dentro de la cual nada está tan asado como la carne del fondista. ¿No te parece, querido lector, ó amada lectora, que es muy salado eso de viajar en vapor? ¡Ah! sábete que los viages en vapor son como los ministerios; todos prometen mucho y suelen acabar por ensuciarla. En lo mas animado de la bulla una señorita sentada en el banco verde y en la esquina inmediata á la escalera de estribor, palidece de repente, se pone la mano en la boca del estómago, le dan trasudores, y escondiendo la pupila bajo el párpado superior, saca el pañuelo y anda buscando con los pies esa sarten vomitoria de que nó en vano sehabia provisto. —¿Qué tiene V., señorita? — ¡Ah! me muero, me muero. — Se arrodilla, baja la cabeza, y allá va la cena de la noche anterior. Es la señorita del limon. Se acabó la jarana, no se oye una palabra, la mitad de los viageros han desaparecido, y los demás se van tendiendo por el suelo, porque en los vapores muchos viageros no tienen mas recurso que estarse en pie ó revolcarse por la cubierta. Vuelve uno la vista y echa de menos á los que cinco minutos antes daban y recibian conversacion. Pero señor, ¿qué se ha hecho esa gente? Todos los que tenían litera se han metido en ella nó por otra cosa sino porque estaban mareados. A la derecha yace moribundo el amigo de los vapores; el aficionado á los barcos de vela le hace duo en el sacar los hígados, y el de la taza de té la ha soltado y tras ella todo lo que comió en media semana. Mira, lector mio, qué grupo tan hermoso! El militar de Bailen pertrechado con el seguro específico de una taza de caldo, sostiene la frente de su anciana esposa que está perdida, y tiene que desocupar pronto para dejar la sarten al buen marido, que comparte sus bascas y sudor frio, pero que á fuer de militar antiguo, en medio de ese trabajo ciñe la espada y lleva puesto el sombrero de á tres picos cubierto de hule y con la borlita en las dos puntas. Hácia el lado del timon está una mareada hermana de un marcadísimo hermano que se sentía muy valiente; pero que al fin á impulsos de la simpatía ha dado á la mar lo que comió no hace todavía media hora. Una niña de seis años completa el terceto, y toda la familia queda purgada hasta la época de los panellets. ¿Te acuerdas, lectora querida, del jóven que aconsejaba un buen almuerzo? Pues ahí está hecho una miseria. Es verdad que ha almorzado; pero tambien ha desalmorzado, y ahora no teniendo que sacar, aprieta los dientes por temor de sacar el alma. El empleado tomó la eficaz medicina de meterse encama; pero la ha puesto como de perlas, y aburrido de verse solo y abandonado dentro de la artesa, se ha subido á cubierta para que lo dé el aire, que es escelente remedio para el que no se marea. Aquella cuadrilla de jóvenes que sin consideracion á nadie metían tanta bulla y divertían á todos los pasageros, callan, por fin aunque nunca han tenido la boca tan abierta como ahora. El que abogaba por la distraccion, ahí está sudando la gota gorda: la niña callada, quieta y delos ojos cerrados quiere y pide al cielo que la saque de tal estrechez; y el hijo de puerto de mar, ese grande viagero y hombre de bronce, dió consigo patas arriba, y sus ayes y suspiros completan el coro. ¿Y qué haces tú, lector mio, si aciertas á encontrarte en la comitiva? Quiera Dios que no imites á ninguno de tus compañeros, y que logres poner el pie en la famosa Portvendres llevando á Francia todo lo que de España llevaste encerrado en tu estómago; mas nó por esto te enorgullezcas, porque ya sabes el refran de que á cada puerco le llega su san Martin, y si á la ida te has salvado, no creas que esto sea una garantía para la vuelta.

  • Maitines en la Basílica en la víspera de la fiesta de la Virgen de la Merced, poca gente en la Rambla por el frío

    Hoy por la tarde en la Iglesia de la Merced se cantan solemnes maitines en obsequio de la Vírgen Ntra. Sra., á quien se dedicarán mañana los debidos cultos por las mercedes hechas en distintas ocasiones á la presente ciudad, sobre todo en las varias epidemias que ha sufrido. El coro de monacillos dedicado al servicio de la Vírgen suele tomar parte en esta funcion, cantando la salve y el salutate Mariam. La devocion á la Virgen de las Mercedes es mucha en la presente ciudad, y asi es que la concurrencia á la funcion no es nada escasa.

    Quizá por esta razon no está concurrido el paseo nocturno de la Rambla, de modo que si hemos de señalar el dia último del paseo de verano, no nos parece fuera de razon fijar tan notoria costumbre en el de hoy en que desierta la mas numerosa parte de sus favorecedores, y en que á decir verdad, por mas que la estacion esté atrasada, no es los mas á proposito el relente de las noches que irán pasando para librarse, cuando menos las pacienzudas mamás, de un constipado ó de una jaqueca. Y aunque haya quien tenga el pecho de bronce y la cabeza de hierro, y resista algun paseo entre aquellas dos calles de árboles, sin embargo es preciso confesar, que por instantes van desbandándose los concurrentes, dejando bien apisonado el terreno á puro pasearlo, y que con ellos desaparecen aquellas sillas, fieles testigos de escenas de toda clase, desde las mas tiernas á las mas duras, desde las de mas buen tono á las mas vulgares, desde las mas razonables á las mas ridículas y feas, desde las mas pulcras á las mas…… qué se yo, á las que Vds. quieran.

  • Se acerca el invierno

    La naturaleza progresivamente va perdiendo su alegría. Con la vendimia ha desaparecido del campo el verdor que lo engalanaba: los árboles se despojan de sus hojas, reinan las brisas al levantarse y al caer el sol cuyos rayos pierden su intensidad al través de las nubes que flotan en la atmósfera; en una palabra, todo anuncia ha proximidad del invierno. Hasta á las costumbres trasciende esa tinta fria y melancólica de la naturaleza. Ha dado las últimas boqueadas el paso nocturno de verano: el que pasaba en él las fugaces horas de aquellas noches, se abona por poco que lo permitan sus posibilidades, en uno de los teatros de su devoción, para pasar las largas veladas de invierno: los escolares sacuden el polvo de los libros de texto para dar principio á sus tareas, y asisten hoy á la inaugural de la Universidad literaria: el menestral empieza sus velas, y sobre todo á prima noche se dejan oir las chillonas ó aguardentosas y hombrunas voces de las castañeras, que pasean las calles al grito de calentas y grossas qui’n vol ara que fuman, grito levantado con un tonillo, cuyo efecto solo puede sentir el barcelonés acostumbrado a considerarlo como el principal preludio del invierno.

  • Fiesta de Todos los Santos

    La fiesta de todos los Santos.

    Este es uno de los dias mas notables en Barcelona, nó porque sea aniversario de acontecimiento alguno célebre, sino sencillamente porque todas las bocas de los habitantes se abren para comer los dulces conocidos con el nombre de panellets (panecillos), y las castañas. Por la mañana hay funcion solemne en todas las iglesias. Durante el dia entero y aun por la noche recorren las calles gentes de todas las clases de la sociedad mirando las dulcerías, y comprando cada uno lo quo le permite su bolsillo ó le aconseja la propia ó agena golosina; y además el pueblo toman billotes de á uno, dos y cuatro cuartos en las infinitas rifas que en confiterías y puestos ambulantes se celebran de dulces, panellets y botellas de licores.

    Adelantada ya la mañana acude la gente á visitar los pocos cafés en que se arreglan mesas de dulces y fiambres, en donde se descuelga tambien alguna rifa. Antiguamente todos los cafés rivalizaban en lujo y gusto; pero desde que en Barcelona ha entrado la mode de las confiterías, cosa absolutamente desconocida hasta hace muy pocos años, los cafés han abandonado casi de todo punto esa costumbre, dejando el trabajo y el honor de arreglar simétricamente los platos de dulces a las confiterías, bajo cuya jurisdiccion caen naturalmente los panellets y comparsa. Per una anomalía particular, todo el lujo y aparato de las nuevas tiendas no pueden lograr que la humilde del horno de san Jaime esté atestada de gente que andan á la greña para comprar panellets en esa casa, cuyas pastas, cuyo sistema y cuya apariencia son un monurnento de nuestros antiguos tiempos. Si resucitaran los hombres de un siglo atrás no conocerian Barcelona, pero conocerian el horno de san Jaime que se halla in statu quo.

    Movida la gente, alegres las doncellas y los mozos nada tristes, ellas porque son golosas, y ellos porque las engolosinan, llega el mediodía, y a esta hora la elegancia se presenta en la Rambla á dar y recibir empujones, ojeadas significativas y acaso alguna cita. El paseo este es como los demás de su clase, pero es notable que las gentes salen por primera vez vestidas de invierno; de manera que en Barcelona no puede hacer frio antes de este dia, ni en él puede dejar de hacerlo, no sea que queden feos los conservadores de ha moda.

    En la velada de hoy se celebra lo que se llama la castañada. Cada familia segun sus facultades come castañas y panellets. Usanza es que á la golosina preceda el rezo, que consiste en tres partes de rosanio para el buen poso de los difuntos. Las casas á donde concurren contertulios suelen convidarlos a comer panellets en la noche esta; y en las de mas tono, dando latitud á las costumbres antiguas, la castañada va tomando poco á poco el carácter de cena. Acabará por esto, y es buena idea, porque castañas y panellets son cosa muy empalagosa. Antiguamente los teatros estaban cerrados; pero ahora creyendo que es posible miscere sacra profanis, hay funcion teatral lo mismo que en cualquiera otra noche. Los que acuden á los coliseos, nó por esto pierden los panellets, sino que los comen mas tarde. A las doce de la noche cada uno está en su casa muy tranquilo, salvo algun mozo casquivano, ó vejete de mala estofa que está en la casa agena.

    En este dia se comienzan cada dos años las elecciones para renovar la mitad de las personas que componen los ayuntamientos. Dichas elecciones duran tres dias.