Etiqueta: Cortes Generales

  • Cosas que sobran (no se preve una muy importante), y cosas que faltan

    Sobran españoles con ganas de ser diputados á Cortes; y si los eligiesen faltarían diputados con resolucion de ser españoles.

    Sobran conservadores de abusos, porque pocos condenan lo que les da utilidad. Falta que muchos conozcan que, con el mismo derecho que unos quieren conserbar beneficios que tienen, otros quieren recobrar derechos que les usurparon.

    Sobran memoriales y falta razon. Sobran empeños y falta justicia.

    Sobra papel, y falta dinero. Sobran préstamos, y falta crédito.

    Sobran pretendientes, desde que la esperiencia acredita que un pretendiente puede durante su pretension vivir ya á costa de lo que pretende. Falta un no ha lugar muy terminante.

    Sobran casacas bordadas; y faltan hombres para llevarlas.

    Sobran empleos y sueldos: faltan empleados que los ganen.

    Sobra el ministerio de Marina; desde que no hay marina para un ministerio.

    Sobrará probablemente luego un Ministerio de Hacienda, porque falta hacienda que ocupe al Ministerio.

    Sobran rutinas, imitaciones serviles, y apegos á ridiculeces, y disparates. Falta docilidad para guiarse por la razon, la verdad, la esperiencia y el cálculo.

    Sobran nuevos hombres; y faltan hombres nuevos.

    Sobran en varios encargos amovibles siempre unos mismos hombres que se hacen inamovibles. Falta que se convenzan de que es ya hora de relevo; y que atiendan á que los que no tenian mas que doce años de edad, cuando ellos ya manipulaban en todo, tienen ahora veinte y cinco ó treinta, y son aptos para hacer algo.

    Sobran escuelas y cátedras: faltan maestros y catedráticos.

    Sobran verdades: falta escucharlas.

    Sobran jubilados, escedentes, cesantes y pensionados: faltan disposiciones para que los padres cuenten que sus hijos han de vivir de una carrera ú oficio; pero no á costa del Estado.

    Sobran murmurones apáticos, y egoístas: falta obligarles á que por algun tiempo den personalmente el ejemplo del acierto y de la actividad.

  • Aprobada una reforma arancelaria que daña las exportaciones andaluzas para conservar el mercado interno de los algodoneros catalanes y los terratenientes trigueros castellanos

    De fábricas y fabricantes me suenan, así como á gran distancia, algunos nombres: Domingo Serra, Vilaregut, Escuder, Juncadella, Alexandre, D. Juan Güell y Ferrer, á quien mis paisanos decretaron una estatua que tendrá, supongo, las narices tan largas como las poseía en vida el ilustre campeón del proteccionismo. Fundición, maquinaria, sedería, paños; pero el rey algodón era quien privaba. Había el fabricante gordo y el pegujalero: de éstos se conocían algunos en la calle de San Pedro, con tres ó cuatro telarcicos antiguos, viviendo al día y atando los dos cabos. Las fábricas grandes estaban desparramadas por toda la población, del barrio de San Pedro al barrio de San Pablo; también en Sans y en otros sitios de las cercanías.

    Vivían los fabricantes [barceloneses] en una perpetua bienandanza encerrada en unos aranceles y en una lógica. Los aranceles eran aquellos draconianos de 1840 que os prohibían hasta mirar con buenos ojos al extranjero. La lógica se reducía á lo siguiente: sin aranceles no hay fabricante, sin fabricante no hay ciudad, sin ciudad no hay Cataluña; luego para ser catalán hay que empezar pidiendo la venia al fabricante. Con esto, con un buen General, con un buen Jefe político, con algunas plazas en el Ayuntamiento y en la Diputación provincial, los señores del algodón empezaban á hacerse indiscutibles; y, desembarazados de guerras extrañas, tenían el campo por suyo, confiados en que nunca había de acabárseles el pan de la boda. Además, por si acaso á algún pícaro madrileño ó á algún extraviado Ministro de Hacienda se le antojaba escurrirse con pinitos libre-cambistas, se hacían representar en la Corte por comisionados especiales, sin perjuicio de Madoz, que sacaba el Cristo en el Congreso. Todavía remacharon el clavo, creando en 1847 la Junta de fábricas y en 1848 el Instituto industrial: corporaciones ambas utilísimas si, en lugar de hacerse batalladoras y de acusar, más tarde y más de una vez, instintos separatistas, se hubiesen limitado, como rezaban los respectivos estatutos, la primera á armonizar los intereses de todas las clases industriales, y el segundo á reunir, en un punto céntrico, todos los elementos de instrucción y perfección que para la ilustración mutua puedan alcanzarse. De letrado consultor tenían los fabricantes á D. Juan Illas y Vidal, hombre de grande ingenio y travesura, á quien comparábamos con Thiers por lo chiquito y lo expedito de lengua; y habían designado para representarles en la Cámara, como legado à látere, á don Tomás Illa y Balaguer, persona de mucha autoridad y antiguo industrial retirado de los negocios. Mi excelente amigo D. Tomás perdió el pleito en 1849, cuando se hizo la primera reforma arancelaria. Recuerdo que terminó su último discurso diciendo con Francisco I: «Todo se ha perdido menos el honor.» El honor fué lo que menos perdieron: díganlo los progresos de la industria catalana, precisamente desde la reforma de 1849.

  • El Estatuto de 1932 en la prensa norteamericana

    FREEDOM GIVEN TO CATALONIA
    Spain Tries New Experiment, Creating New Nation
    Fifty-Year-Old Battle for Autonomy Is Finally Won
    (Special Cable to the New York Times and Montreal Gazette.)
    Madrid, September 8.-After the practical rounding out of Spain’s constitution in a period of more than 18 months, the Cortes tonight finished its task of creating a new nation by voting the last article of the Catalan autonomy statute.

    For 50 years the Catalan problem has caused unceasing strife in Spanish political circles and innumerable government crises. The Spanish Republic is turning away from the intense centralization, which has been the tendency of the other European nations recently, and is offering the world an experiment in a new way of dealing with minorities.

    The statute has been passed by the Republic despite obstructionism and one rebellion after another. It has been passed, however, with the Right-wing press suppressed by a governmental edict and with the jails full of its opponents.

    In Catalonia, where it is regarded as victory in a century-long struggle, it was greeted with wild joy. In many quarters, however, it is viewed as destructive of Spain and her unity, which began wiht the crusades of Ferdinand and Isabella. Whether good or bad, it shows Spain has built on new internal principles.

    The statute will be formally voted in its entirety tomorrow, along with the land-reform bill. It will become effective on January 1, which will allow time to get the new state’s structure in working order. The Cortes will adjourn until October 1.

    It is possible that on readjournment the Socialists will leave the Government and new national elections will be called.

    [Cataluña es una región autónoma, etc etc]

    Under the statute not only can the old red-and-yellow-striped banner with which [Roger de] Flor stormed Istanbul when Catalonia was a great Mediterranean power float side by side with the Spanish flag, but Catalan is declared like Spanish, to be the official language. Translation into Spanish always will be demanded for whatever purpose.

    [Devolución de educación, orden público regional, fiscalidad, etc etc]

  • José Antonio: el encaje de Cataluña en España

    [Discurso en el Parlamento el 30 de noviembre]

    … hay muchas maneras de agraviar a Cataluña, como hay muchas maneras de agraviar a todas las tierras de España, y una de las maneras de agraviar a Cataluña es precisamente entenderla mal; es precisamente no querer entenderla.

    Lo digo porque para muchos este problema es una mera simulación; para otros este problema catalán no es más que un pleito de codicia: la una y la otra son actitudes perfectamente injustas y perfectamente torpes. Cataluña es muchas cosas, mucho más profundamente que un pueblo mercantil; Cataluña es un pueblo profundamente sentimental; el problema de Cataluña no es un problema de importación y exportación; es un problema dificilísimo de sentimientos.

    Pero también es torpe la actitud de querer resolver el problema de Cataluña reputándolo de artificial. Yo no conozco manera más candoroso, y aun más estúpida, de ocultar la cabeza bajo el ala que la de sostener, como hay quienes sostienen, que ni Cataluña tiene lengua propia, ni tiene costumbres propias, ni tiene historia propia, ni tiene nada. Si esto fuera así, naturalmente, no habría problema de Cataluña y no tendríamos que molestarnos ni en estudiarlo ni en resolverlo; pero no es eso lo que ocurre, señores, y todos lo sabemos muy bien. Cataluña existe con toda su individualidad, y muchas regiones de España existen con su individualidad, y si queremos conocer cómo es España, y si queremos dar una estructura a España, tenemos que arrancar de lo que España en realidad ofrece; y precisamente el negarlo, además de la torpeza que antes os decía, envuelve la de plantear el problema en el terreno más desfavorable para quienes pretenden defender la unidad de España, porque si nos obstinamos en negar que Cataluña y otras regiones tienen características propias, es porque tácitamente reconocemos que en esas características se justifica la nacionalidad, y entonces tenemos el pleito perdido si se demuestra, como es evidentemente demostrable, que muchos pueblos de España tienen esas características.

    Por eso soy de los que creen que la justificación de España está en una cosa distinta: que España no se justifica por tener una lengua, ni por ser una raza, ni por ser un acervo de costumbres, sino que España se justifica por una vocación imperial para unir lenguas, para unir razas, para unir pueblos y para unir costumbres en un destino universal; que España es mucho más que una raza y es mucho más que una lengua, porque es algo que se expresa de un modo del que estoy cada vez más satisfecho, porque es una unidad de destino en lo universal.

    Con sólo esto, veréis que en la posición que estoy sosteniendo no hay nada que choque de una manera profunda con la idea de una pluralidad legislativa. España es así, ha sido varia, y su variedad no se opuso nunca a su grandeza; pero lo que tenemos que examinar en cada caso, cuando avancemos hacia esta variedad legislativa, es si está bien sentada la base inconfundible de lo que forma la nacionalidad española; es decir, si está bien asentada la conciencia de la unidad de destino. Esto es lo que importa, y es muy importante repetirlo una y muchas veces, porque en este mismo salón se ha expuesto, desde distintos sitios, una doctrina de las autonomías que yo reputo temeraria. Se ha dicho que la autonomía viene a ser un reconocimiento de la personalidad de una región; que se gana la autonomía precisamente por las regiones más diferenciadas, por las regiones que han alcanzado la mayoría de edad, por las regiones que presentan caracteres más típicos; yo agradecería –y creo que España nos lo agradecería a todos– que meditásemos sobre esto: si damos las autonomías como premio de una diferenciación, corremos el riesgo gravísimo de que esa misma autonomía sea estímulo para ahondar la diferenciación. Si se gana la autonomía distinguiéndose con caracteres muy hondos del resto de las tierras de España, corremos el riesgo de que al entregar la autonomía invitemos a ahondar esas diferencias con el resto de las tierras de España. Por eso entiendo que cuando una región solicita la autonomía, en vez de inquirir si tiene las características propias más o menos marcadas, lo que tenemos que inquirir es hasta qué punto está arraigada en su espíritu la conciencia de la unidad de destino; que si la conciencia de la unidad de destino está bien arraigada en el alma colectiva de una región, apenas ofrece ningún peligro que demos libertades a esa región para que, de un modo o de otro, organice su vida interna.

    ¿Es éste el caso de Cataluña? Los que le concedieron el Estatuto debieron presumir que sí. 0 los que le concedieron el Estatuto fueron traidores a España, sospecha para la cual debiéramos todos tener nuestros motivos, o los que le concedieron el Estatuto pensaron que la conciencia de la unidad de destino estaba tan arraigada en Cataluña que el Estatuto no iba a ser nunca instrumento de disgregación y podía ponerse en sus manos sin ningún peligro para la unidad. Ahora bien: aquello que, en el mejor caso, fue una presunción de los que concedieron el Estatuto a Cataluña, ha sido evidentemente destruido por la prueba en contrario. Los dos años de experiencia de Cataluña han sido dos años de deshispanización, y si en dos años se avanzó lo que se avanzó en el camino de la deshispanización, con el instrumento puesto en manos de los que ejercieron el gobierno de Cataluña no es ya temerario, sino que, por el contrario, la presunción se invierte, pensar que si dejamos entregado este Estatuto en manos semejantes (porque ninguna garantía tenemos de que el pueblo catalán piense cambiar de directores), probablemente comprometemos, ponemos en trance de pérdida definitiva, el sentido de la unidad de destino nacional que debemos exigir arraigado en todas las tierras de España.

    […]