Etiqueta: Corona de Castilla

  • Unión dinástica entre el Reino de Aragón y el condado de Barcelona, quedando Barcelona como socio rico pero subordinado y Ramón Berenguer IV como príncipe consorte de un bebé

    [Traducción del autor de los acuerdos de esponsales de Barbastro, 1137/08/11]:

    Yo Ramiro, hijo del rey Sancho, rey de los aragoneses, doy a tí Ramón, conde barcelonés, mi reino de Aragón, con mi hija, todo íntegramente, como lo dividió el rey Sancho el Mayor, abuelo de mi padre; y como lo dividí con el rey García Ramírez de los navarros, en Pamplona, exceptuadas las tenencias que el sobredicho rey Sancho [el Mayor] dio al rey Ramiro, mi abuelo, en Navarra […] Esto te doy y concedo a los hijos de los hijos tuyos que fuesen de generación de mi hija, por los siglos de los siglos. Tú, en cambio, convienes conmigo, en palabra de verdad, y pones tus manos entre mis manos, que no enajenes, ni hagas enajenar, este reino que te doy, durante la vida de los hijos de mi hija. […] Y que durante toda mi vida me tengas como padre y señor. […] Aunque te entregue el reino, sin embargo, no renuncio a mi dignidad.

  • Alfonso el Sabio pasa la Navidad con Jaime el Conquistador

    Pasa este solemne dia en Barcelona el rey de Castilla Alfonso X el sabio, que se dirigia á tomar posesion del imperio de Alemania. Fue recibido y festejado por D. Jaime el conquistador.

  • Con la Concordia de Segovia, la Corona de Aragón se une voluntariamente a la de Castilla

    Hablo se assi mesmo alli en Segovia arerca de la succession del Reyno. Porque algunos de los grandes que eran parientes del rey dezian, que pues el rey don Enrique fallecio sin dexar generacion, estos Reynos pertenecian de derecho al rey don Juan de Aragon padre del Rey: porque no avia otro heredero varon legitimo, que deviesse succeder en los Reynos de Castilla, salvo el, que era hijo del Rey don Fernando de Aragon, y nieto del rey don Juan de Castilla: y por consiguiente venia de derecho al rey don Fernando su hijo, marido desta reyna doña Ysabel, la qual dezian que no podia heredar estos reynos por ser muger, aunque venia por derecha linea. Dezian assi mesmo, que assi por pertenecer al Rey la succession destos Reynos, como por ser varon, le pertenecia la governacion dellos en todas cosas, y que la Reyna su muger no debia entender en ella.

    Por parte de la Reyna se alego, que segun las leyes de España, y mayormente de los Reyes de Castilla, las mugeres eran capazes para heredar, y les pertenecia la herencia dellos, en defecto de heredero varon descendiente por derecha linea: lo qual siempre avia sido usado y guardado en Castilla, segun parecia por las Chronicas antiguas, do se halla, que [blablabla: varias veces ya pasó que podía heredar una hija]. Y alegaron que no se hallaria en ningun tiempo, aviendo hija legitima descendiente por derecha linea, que heredasse ningun varon nascido por via transversal, como era el Rey don Juan de Aragon. Acerca de la governacion del reyno, se alego por parte de la Reyna, que pertenecia a ella, como a proprietaria del Reyno. Porque segun los derechos disponen, ningun reyno podia ser dado en dote, y si no se podia dar, menos el Rey podia governar lo que de derecho no pudo recebir. Especialmente no podia hazer mercedes, ni disponer de las tenencias de las fortalezas, ni en la administracion de la hazienda y patrimonio Real: porque estas tres cosas avian de ser ministradas por aquel que fuesse señor dellas: y no valian de derecho si se governassen por persona que no tuviesse facultad juridica para las ministrar.

    Esta materia se platico entre ellos, y al fin se hallo, que segun las leyes y la costumbre usada y guardada en España, estos Reynos debia heredar la Reyna, como hija legitima del Rey don Juan, aunque fuesse muger, por quanto era heredera por derecha linea descendiente de los Reynos de Castilla y de Leon, y que no podia pertenecer á ninguno otro heredero aunque fuesse varon, si era transversal. Assi mesmo se determino, que a ella como a proprietaria pertenecia la governacion del reyno, especialmente en aquellas tres cosas que dicho avemos.

    Hecha esta determinacion, la reyna dixo al rey:

    Señor no fuera necessario mover esta materia: porque do hay la conformidad, que por la gracia de dios entre vos y mi es, ninguna diferencia puede aver. La qual comoquier que se aya determinado, toda via vos como mi marido soys rey de Castilla, y se ha de hazer enella lo que mandaredes: y estos Reynos (plaziendo a la voluntad de dios) despues de nuestros dias, a vuestros hijos y mios han de quedar. Pero pues plogo a estos caballeros que esta pratica se vuiesse, bien es que la duda que enesto avia, se aclarasse, segun el derecho destos nuestros reynos disponen. Esto Señor digo, porque como vedes, a Dios no ha plazido hasta aqui, dar nos otro heredero sino a la princesa doña Ysabel nuestra hija: y podria acaecer, que despues de nuestros dias viniesse alguno, que por ser varon descendiente de la casa real de Castilla, alegasse pertenecerle estos reynos aunque fuesse por linea transversal, y no a vuestra hija la princesa por ser muger, en caso que es heredera dellos por derecha linea: de lo qual vedes bien señor, quan gran inconveniente se siguiria a nuestros descendientes. Y acerca de la governacion destos reynos devemos considerar, que plaziendo a la voluntad de Dios, la Princesa nuestra hija ha de casar con principe estrangero, el qual apropriara a si la governacion destos Reynos, y querra apoderar en las fortalezas y patrimonio Real otras gentes de su nacion que no sean Castellanos, do se podria seguir que el Reyno viniesse en poder de governacion estraña: lo qual seria en gran cargo de nuestras consciencias, y en desservicio de Dios, y perdicion grande de nuestros successores y de nuestros subditos y naturales. Y es bien que esta declaracion se aya hecho, por escusar los inconvenientes que podrian acaecer.

    Oydas las razones de la Reyna, porque conocio el Rey ser verdaderas, plugo le mucho: y dende en adelante el y ella mandaron, que no se hablasse mas enesta materia: y acordaron que en todas las cartas que diesen, fuessen nombrados el y ella: y que el sello uno fuesse, con las armas de Castilla y de Aragon. Assi mesmo en la moneda que mandaron labrar, estuviessen puestas las figuras del y della, y los nombres de ambos.

    Esta Reyna trabajava mucho en las cosas dela governacion destos Reynos, assi en lo tocante a las guerras que enellos acaecieron, como en la administracion de la justicia. Y enellas, y en las otras cosas que ocurrian: y quando era necessario que el Rey fuesse a proveer en unas partes y la Reyna a otras, aunque estavan apartados, nunca se hallo que el uno diesse mandamiento que derogasse a la provision que el otro uviesse dado. Porque si la necessidad apartaba las personas, el amor tenia juntas las voluntades. Y aunque algunos cavalleros y otras personas de dañadas intenciones, procuravan division entre ellos, dando a entender al Rey, que como varon devia tener toda la governacion: pero el Rey y la Reyna conociendo que estos tales procuraban divisiones entre ellos por sus proprios interesses, conformaron se tanto, que no davan lugar a ninguna division. El rey vista la grande sufficiencia de la Reyna, de todas las cosas se descargava, y se las remitia: y tambien las que ocurrian de los Reynos de Aragon y de Sicilia, aquellas que eran arduas y de gran importancia, porque tenia gran habilidad y buen seso natural. Cosa fue por cierto de gran doctrina y exemplo: porque el señorio pocas o ningunas vezes sufre compañia sin discordia. Pero con tanta providencia supieron governar, que parecio provision divina, para que con su conformidad fuessen bien proveydos tantos Reynos, y tan estendidos señorios como tenian.

  • Juramento del infante cardenal por virrey, pérdida de prestigio importante al quitar los sombreros para él, continuación y disolución de cortes

    Luego que llegó S. M. á Barcelona, se bolvieron á continuar las Cortes que havían quedado sin concluirse el año 26, por los desabrimientos que se dijo del de Cardona y Santa Coloma; pero viendo S. M. que ni aora podían terminarse en mucho tiempo por las controbersias que se sucitavan, y que hacía mucha falta su R(eal) P(resencia) en los reynos de Castilla, combinieron S. M. y los brazos en que quedase por presidente de ellas el señor cardenal su hermano, hasta su conclusión, con título y carácter de Virrey. Gombenidos en esto, se partió S. M., quedando el cardenal aquí, á quien se dispuso tomar el juramento algunos días antes del Corpus; y llegando el día señalado acudieron los puestos al Aseo como es costumbre, á donde, llegando el señor cardenal con aquel lucido acompañamiento que toca á su real persona, salieron los conselleres á recivirle, que ya se hallaban en la iglesia, y acompañáronle á el presbiterio, en donde, al prestar el juramento, dijo el protonotario: «Por mandado de S. A., que todos los que aquí asisten se quiten los bonetillos, hasta el señor duque de Cardona.» El conseller en cap, sin acordarse de su gran preeminencia, se descubrió, y los demás les siguieron; perdióse en un instante joya que á costa de mucha sangre y preciosos servicios en largas edades havía comprado esta novilísima y leal ciudad, de el ánimo y cariño de sus famosos Condes y Reies, y que tarde ó mui difícilmente la bolverá á cobrar. Juró el Infante, y vanos los castellanos, empezaron á publicar que ya habían conseguido que los conselleres de Barcelona no podían cubrirse delante los presidentes y personas reales, y esto con tales muestras de alborozo y burla, que eran otras tantas saetas para los corazones barceloneses; y no sé si de este día y con esta erida, se llagaron algunos tan en lo más sensible, que no sería error muy grande persuadirse que de los lances futuros tubo parte este suceso. Juntóse luego el Consejo de Ciento; intentaron desnudar la gramalla al conseller en cap, y deponerle para siempre de las bolsas (Es decir, quitar su cédula insaculada en las bolsas, lo cual equivalia á privarle del derecho de poder ser elegido para cargos concejíles); pero nunca falta en los comunes quien apoye ó al desdichado ó al elevoso, y así no prebaleció la resolución. Era este infelice el doctor Bernardo Sala: riñéronle la acción, y tomaron acuerdo de no concurrir jamás en público con el cardenal, ni poder ir juntos por ciudad tres conselleres, ni á pie, ni en coche, mientras estubiera el cardenal. Resolvióse hacer la visita que se acostumbra á los Virreyes después de su juramento, y provarlo (no) descubrirse; pero advertido de esto, excusóseles el Infante poderlo hacer, pues los despidió luego sin darles lugar á su intento. Con esto creció el desabrimiento, y con saver se havía tomado auto de estar descubiertos los conselleres delante personas reales: atribuíase á que el mandato de descubrirse lo havían aconsejado al Príncipe el conde de Oñate, su consultor, y el de Cardona, y publicóse también que el auto se havía embiado auténtico luego al Rey: visto todo esto por la ciudad, y movida de un papel que el Infante escrivió á la Ciudad, que insertava una carta del Rey en que dicen decía que en su real presencia, no sólo los grandes, pero ni el Infante, ni sus hijos se cubrían, sino con mucho gusto suio, ó aquellos que por mui relevantes servicios lo llebavan merecido; escrivió la Ciudad un memorial de cinco pliegos, que narrando los muchos y singulares servicios, desacía la última cláusula del papel, y haciendo constar de infinitos privilegios de los gloriosos Reyes, con copiosísimas gracias, concluía con infinitos exemplares de concurrencias del conseller en cap y Reyes, en que havía aquél siempre gozado la preeminencia de grande de España, á todas luces, y que en esta posesión se hallava Barcelona, sin que huviese merecido le despojasen della. Dióse el memorial al Infante, y se remitió al Rey, extendiéndose después por todo. Quedóse en silencio con esto la materia, y no sé io cómo quedará para cuando suceda el lance de venir el Rey.

    Día del Corpus siguiente, fué S. A. á la iglesia del Aseo en público á oír los divinos oficios: páresele un rico dosel de terciopelo carmesí con franxa de oro y estrado igual, y estubo sentado de modo que apenas se le veía el rostro, asistido de su consejo y familia, pero no de la Ciudad, que tampoco á la tarde concurrió en la procesión. Llebavan el tálamo seis sacerdotes revestidos, en vez de los conselleres: su Alteza hiva en el puesto que como á Virrey le competía, y el señor Obispo en el gremial. S. A. llebava una antorchita dorada encendida, y con una banderilla de damasco carmesí le hacían aire, y se seguía después su familia.

    A medio Junio enfermó S. A. de unas tercianillas, sangráronlo dos veces, y el día de San Pedro se hizo una procesión general de rogativas por su salud, y quiso Dios oírnos y dársela en breve mui buena. Su divirtimiento el tiempo que estubo acá, era el maior la caza y pesca, visitando algunas iglesias.

    Para el día 11 de Abril de 1633, le vino la orden á S. A. de su hermano nuestro Rey, para que pasase á Flandes con 18 galeras de España, Sicilia y Genova, que se hallavan en este puerto, y así ejecutó ese día por la tarde su embarcación en la capitanía de España, que nuebamente se havía adrezado: no quiso embarcarse por el puente que se le havía fabricado, por el de palacio, ni tampoco que se le disparase artillería, así porque llebava luto de su hermano Don Garlos, como por el dolor que mostrara de dejar á Barcelona, en donde vivía gustosísimo: embarcóse por el muelle mui silenciosamente, por un puentecillo que se havía hecho desde la tierra á galera: embarcóse luego la familia, pero no partieron hasta las once de la noche: fuese á Genova, en donde estubo algún tiempo; de allí pasó á Milán y también estubo algunos meses, en donde tomó mucha melicia, y no sin mucha contradicción de franceses, suecos y olarideses: ejecutó su pasaje disputándolo mui á menudo con las armas en la mano, y á costa de muchas vidas. El día 7 de Setiembre, 1634, tubo un fiero combate con los suedeses, y derramando mucha sangre de una y otra parte, consiguió la victoria contra veinte y seis mil hombres del Rey de Suecia, haciendo en ellos fiera carnicería y gran presa. Dios le prospere en sus felices sucesos para maior exaltación de la fee.

  • Villancicos para el archiduque Carlos en la catedral

    El 8 de Octubre de 1705 los aliados toman Barcelona y el 9 de Octubre, Carlos III establece en ella su Corte. Un mes después, el 9 de Noviembre, Barcelona organiza celebraciones religiosas en acción de gracias por la estancia en ella del rey Carlos III. Así, en la Catedral se cantan unos villancicos en los que se dice:

    Es de Carlos Soberano
    Monarca tan glorioso, de Espiritu tan fuerte y animoso,
    tan benigno y humano

    Es de ingenio tan claro
    prudente y entendido
    que sobre lo nacido
    a su juicio raro
    no se halla abilidad, arte ni ciencia
    que facil no aya sido a su Experiencia…

    [y]

    Ya que esta Esfera mejoro de Sol
    cuyos rayos benévolos están
    influyendo piadosos otro ser
    al Cuerpo siempre Fiel de esta Ciudad…

    [y]

    Que es esto Barcelona
    que nueva tan feliz tu voz pregona?

    Ayer entre pesares y solloços;
    y Oy entre alegrias y alboroços?
    Ayer metida en penas y tormentos
    y Oy triunfando en gozos y contentos?

    [y]

    Solo en Carlos
    hallo Oraculo, Solaz
    Libertad, Rey, Conde, Amparo
    ….
    y otras Señales, tan claro
    dizen, como el Padre Nuestro
    el que viene a libertarnos.
    Las cosas que han sucedido son un continuo milagro
    ….
    Son a Maria estos Cultos
    por nuestro Rey consagrados:
    porque esta Reyna es patrona
    del Austriaco cuydado:
    Y porque aquesta Conquista
    se deve al favor Mariano
    …. (Villancicos, 1705)

    Como vemos, en estos villancicos -y en actos posteriores- se dará la réplica a la imagen elaborada de Felipe: si éste es fuerte, valiente “animoso” –como se le llamó-, también lo es Carlos quien, al igual que Felipe, lucha valientemente en las batallas; si es inteligente, también lo es el segundo; si es joven, sano, bello y, por tanto, con un futuro de prometedora descendencia, también lo es Carlos; si es religioso y favorecedor de la religión, también lo es Carlos, insistiendo en este aspecto para tratar de eliminar el perjudicial efecto propagandístico del carácter protestante de parte de sus aliados, efecto muy explotado en el lado felipista. Al contrario, entre los seguidores de Carlos, se presenta a Felipe como miembro de una monarquía que ha abandonado las exigencias religiosas y que es esencialmente impía. Además, Carlos, en Aragón, Cataluña y Baleares, por la promesa de respetar sus fueros, es presentado como libertador de quien los oprimía, Felipe, cuyo abuelo, Luis XIV era causante de la guerra y de las pretendidas particiones entre los reyes europeos de los reinos que conformaban la corona española hasta estos momentos.