Etiqueta: Ciudadela de Barcelona

https://lh6.googleusercontent.com/-eG32lhZYGGs/TPo6TvV5iBI/AAAAAAAAsqk/dDBZS2omPrc/s560/ciudadela_inquisitorial.jpg////Ejecuciones absolutistas en la esplanada de Barcelona, con Carlos de España, el espía Murri, y Mossos d’Esquadra////Ciudadela inquisitorial////

  • La Jamancia: llegan voluntarios del Llobregat, expropiaciones

    (Domingo)

    Hoy amanecimos sin novedad.

    A las ocho en punto de la mañana la Ciudadela ha disparado una granada á la plaza de san Jayme. En todo el resto del dia no ha habido ningun otro tiro de cañon.

    Esta misma mañana han entrado 35 jóvenes armados que dicen ser nacionales del Hospitalet y de san Boy que han venido á secundar el pronunciamiento.

    A noche fué una comision de la Junta al Hospital general, y en la convalecencia encontró un cofrecito lleno de dinero, el cual segun dijo el Sr. Prior era propiedad de varios particulares. Entre la cantidad que encerraba dicho cofrecito y otras dos partidas de dinero que hallaron en otros dos puntos de la misma casa, se asegura que habia mas de 40,000 duros que se apropió la Junta pata hacer frente á los gastos de la revolución (1).

    [
    (1) JUNTA SUPREMA PROVISIONAL DE LA PROVINCIA DE BARCELONA.
    No siendo conveniente la aglomeracion de muchas personas en las casas de los desafectos, que han abandonado la Capital, là Junta decreta:
    Art. 1.° Se prohibe la reunion de mas de dos hombres en las casas ó en las fábricas, cuyos dueños no permanezcan en esta ciudad.
    Art. 2.° Se prohibe igualmente que en las fábricas ó establecimientos cuyos dueños permanezcan en esta duerman otros hombres que los que formen parte de la familia.
    Art. 3.° Los que habiten casas cuyos dueños estén ausentes, pasarán nota de sus nombres, calle y número de la casa que habiten á la secretaria de la Junta, desde las 10 de la mañana á las 5 de la tarde, en el preciso término de 48 horas.
    Art. 4.° Los contraventores pagarán una multa desde mil, á diez mil reales á Juicio de la Junta, ó serán destinados al trabajo de obras de fortificacion por el tiempo que determinare la misma.
    Barcelona 29 de octubre de 1843.
    El presidente, Rafael Degollada.—Vocales. Vicente Soler.—Agustin Reverter.—Antonio Benavent.—Miguel Tort. Tomás Maria de Quintana.—José de Caralt.—Vicente Zulueta.—Tomás Fábregas.—Antonio Rius y Rosell, vocal secretario.
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  • La Jamancia: poco ganado, poca fusilería

    (Lúnes)

    En la madrugada de hoy han entrado 53 carneros y 15 machos cabríos.

    No se oye ningun tiro.

    A las 10 y ½ de la mañana la Ciudadela ha disparado un cañonazo sin bala, y luego se han oido dentro de su recinto músicas de regimiento que han ido recorriendo sus baterías y murallas tocando el himno de Riego. En seguida se ha oido un gran repique de campanas en la Barceloneta que ha durado cerca de una hora.

    A las once y media la Ciudadela y fuerte de Don Cárlos han hecho salva tambien sin bala. Monjuí no ha disparado ningun cañonazo.

    Por la noche se ha sabido que el general Sanz habia recibido el parte oficial de la entrada de Concha en Zaragoza.

  • La Jamancia: traición por parte de algunos, más sueldo para otros

    (Viernes)

    Esta tarde ha habido otra vez revista de comisario.

    Anoche las dos compañías de Salvaguardias tenian determinado pasarse á las tropas del gobierno que guarnecen la Ciudadela y entregar á este el baluarte del Medio-dia y toda la línea hasta el puente del Borne; pero se ha descubierto la conspiración y han sido presos el capitan de las mismas D. Ildefonso Vargas, y el teniente D. Vicente Cervelló, acusadores que fueron del capellan del presidio D. Melchor Bofill, y los han llevado á Atarazanas donde los hubieran fusilado acto continuo á no haber sido por D. José Molins, gobernador en aquel entonces de dicho fuerte, quien lo impidió diciendo; que si querian, los fusilasen en Barcelona á la vista del público, pero que de ninguna manera lo consentiria alli dentro. Desde alli los han trasladado á la cárcel para ser juzgados por la comision militar.

    La Junta ha publicado hoy dos decretos (1) sobre recompensas y premios militares.

    (1) JUNTA SUPREMA PROVISIONAL DE LA PROVINCIA DE BARCELONA.
    Deseando esta Junta renumerar debidamente los importantes servicios, que han prestado y están prestando á la causa de la libertad los gefes y oficiales del ejército y cuerpos francos, decreta:

    Art. 1.° Se concede á todos los gefes y oficiales del ejército y cuerpos francos, que se han adherido al actual pronunciamiento, el ascenso inmediato al empleo que tenían en 1.° de setiembre de este año.

    Art. 2.° Para la obtencion de esta gracia, pasarán los comandantes de los cuerpos una relacion de los comprehendidos en ella, por conducto del gobernador de la plaza, y en su virtud se les estenderá el correspondiente despacho.

    Art. 5.° Los agraciados no disfrutarán el sueldo del empleo inmediato que obtengan, hasta nueva resolucion de la Junta.

    Barcelona 3 de noviembre de 1843. — Siguen las firmas.

    JUNTA SUPREMA PROVISIONAL DE LA PROVINCIA DE BARCELONA.

    Los estraordinarios sacrificios que ha hecho y está haciendo la benemérita Milicia nacional desde que se enarboló la bandera de Junta Central, que con tanto heroismo defiende, ecsige una justa recompensa y en su virtud esta Junta decreta:

    1.° Se concede á los comandantes y oficiales de la Milicia nacional de esta Ciudad que sirven en las filas de la libertad sosteniendo con bizarría la bandera de Junta Central el carácter de Milicias provinciales.

    2.° Los sargentos, cabos y demas nacionales quedarán ecsentos de quintas en los sucesivos reemplazos ya sean personales ya pecuniarios.

    3.° Los comandantes de los cuerpos presentarán á esta Junta dentro del término de 48 horas una lista nominal de todos los sugetos compreliendidos en los artículos l.°y 2.° para estender á los unos los correspondientes despachos y las oportunas certificaciones á los segundos.

    Barcelona 3 de noviembre de 1845.
    El presidente, Rafael Degollada. — Vocales.—Vicente Soler. — Agustin Reventer. —Antonio Benavent. — Miguel Tort.—Tomás Maria de Quintana. —José de Caralt. — Vicente Zulueta. — Tomás Fábregas. — Antonio Rius y Rosell, vocal secretario.

  • La Jamancia: deserciones

    (Lunes)

    Anoche á las doce dadas, los individuos de la guardia del rebellín de san Pedro han observado que se pasaban á las tropas del gobierno el sargento de la misma. Inmediatamente han dado parte al señor Gobernador de la plaza, quien ha mandado tocar generala y ha mudado el santo en todos los puntos de la ciudad. A las siete y cuarto de la mañana, Monjuí ha disparado cuatro tiros de cañon porque ha visto que trabajaban en las baterias del mismo fuerte.

    A las 2 y media de la tarde pasaba una partida de tropa desde la Barceloneta á la puerta de D. Cárlos. El destacamento que hay en el baluarte del mediodia, ha disparado contra ellos varios tiros de fusil habiéndoles herido un individuo: el fuerte de D. Cárlos que lo ha observado ha disparado un metrallazo y varias balas rasas contra dicho fuerte; y en seguida la Ciudadela y Monjuí se han hecha una seña, y juntos han empezado á arrojar balas rasas y granadas, aquella contra el baluarte del mediodia y bateria de san Sebastian, y esta contra dicha bateria y Atarazanas. Este cañoneo ha sido lento pero ha durado hasta las nueve de la noche.

  • La Jamancia: el círculo se estrecha

    (Martes).

    Hoy á las ocho y media de la mañana, viéndolos de la Ciudadela que los centralistas estaban recomponiendo las baterias y parapetos del baluarte del mediodia, y las barricadas inmediatas al matadero, han empezado á metrallazos y balas rasas contra aquellos fuertes. El de D. Cárlos ha tomado tambien parte en la refriega haciendo fuego contra dicho baluarte.

    Hace dos dias que las tropas del gobierno están construyendo dos baterias en las faldas de Monjuí. Veremos de que clase de piezas las montan.

    Hoy me ha asegurado una persona que se roza mucho con los vocales de la Junta, que habiendo preguntado á D. Vicente Soler individuo de la misma, á cuantos millones de reales ascendia el dinero en efectivo que se habian llevado de las casas de varios particulares, este le contestó, que con su intervención, no pasaban de dos millones de reales.

    Los fuegos de artillería han continuado todo el dia, aunque muy lentos y con algunos intervalos. Monjuí ha disparado contra Atarazanas esparciendo algunas granadas contra la poblacion.

  • La Jamancia: hambre, fusilería, decoraciones militares

    (miércoles).

    Hoy á las 9 menos cuarto de la mañana han empezado la ciudadela y fuerte de D. Carlos á disparar contra el baluarte del mediodía y bateria de san Sebastian. Monjuí tambien ha hecho algunos disparos contra Atarazanas y la Ciudad, y el fuerte pio y la Ciudadela contra el rebellin de san Pedro y Puerta nueva. El fuego aunque lento ha durado todo el dia.

    A las diez de la noche el fuerte de D. Carlos ha disparado cuatro cañonazos con bala al baluarte del mediodia. Tampoco hoy ha entrado ganado de ninguna especie.

    La Junta Suprema ha publicado con esta fecha un decreto concediendo la cruz llamada de hierro á los que se han pronunciado desde el 1.° de Setiembre de este año, y han contribuido á la defensa de la bandera de Junta Central (1).

    (1) JUNTA SUPREMA PROVISIONAL DE LA PROVINCIA DE BARCELONA.
    Deseando esta Junta remunerar debidamente los inmensos sacrificios que han prestado, y los gravisimos compromisos que han arrostrado los valientes del ejercito, Milicianos nacionales y de cuerpos Francos, desde que nuestros enemigos pusieron un riguroso sitio a esta Ciudad, decreta:

    ARTICULO. 1.° Se concede una cruz laureada, denominada de Hierro, cuyo modelo se ha presentado á la aprobación por la seccion de guerra, á todos los patriotas que desde el dia 1.° de setiembre de este año se pronunciaron á favor de la bandera de Junta Central, y han permanecido dentro del recinto de esta plaza con las armas en la mano, ó contribuyendo de otro cualquier modo á la defensa de nuestra justa causa.

    Art. 2.° La cruz concedida en el articulo antecedente tendrá en el anverso la inscripcion: Barcelona agradecida: y en reverso: á los sitiados en el bombardeo de 1845; y la llevaran los agraciados, pendiente de una cinta encarnada en el pecho, y los concejales del Excmo. Ayuntamiento que han permanecido en esta Ciudad, y Autoridades todas colgada del cuello.

    Art. 3.° Todas las personas comprendidas en este decreto, podrán ademas usar de la placa de distinción igual á la cruz, con la inscripcion del anverso y del reverso.

    Barcelona 8 de noviembre de 1843.
    El presidente Rafael Degollada.— Vicente Soler.—José Masanet.—Agustin Reverter.—Antonio Benavent.—Miguel Tort.—Tomas Maria du Quintana.—José de Caralt.—Vicente Zulueta.—Tomas Fábregas.—Antonio Rius y Rosoll, vocal secretario.

  • La Jamancia: más muralla y fusilería, negociaciones

    (Jueves).

    A noche los de la ciudad siguiendo las instrucciones de un injeniero belga han levantado una pared de mas de veinte palmos de alto para librarse de los fuegos de Monjuí, y tal vez de la font trabada, en la muralla del extremo de la calle del conde del asalto.

    Hoy á las siete de la mañana lo ha observado Monjuí, y ha empezado á disparar contra dicha pared balas rasas, las cuales han causado varias desgracias por aquellas cercanias habiendo caido una dentro el patio de las mugeres en la cárcel. Tambien el fuerte de D. Cárlos y la ciudadela han hecho fuego contra el baluarte del mediodia. Esto ha durado todo el dia pero con algunos intervalos.

    A la tarde han entrado dos oficiales de parlamento, uno de la division de Prim, y otro de la de Ametller. Ambos, segun se asegura, han venido de Gerona dirigidos á la Junta Suprema para hacerle saber que aquella ciudad habia reconocido ya el gobierno de Madrid.

    Al punto se han reunido la Junta y los comandantes de los batallones, y despues de varios debates se ha acordado que pasasen los dos comisionados de Gerona con otros dos de esta ciudad al cuartel general de Gracia para hablar con el capitan general Sanz.

    Parece que esta noche duermen aqui los dos oficiales parlamentarios.

  • La Jamancia: división sobre la capitulación

    (Lunes).

    Tampoco hoy ha habido fuego de cañon.

    Esta mañana el capitan general se ha trasladado desde Gracia á la ciudadela.

    A las 10 de la mañana ha tenido lugar la reunion convocada ayer. Se ha leido en ella el convenio (que trasladaremos mas adelante), y observando que por ser demasiado numerosa la concurrencia no podia deliberarse con acierto, se ha acordado que á las seis de la tarde se celebraria otra reunion en la cual tomarán tan solo asiento los vocales de la Junta suprema, todos los concejales, dos individuos por cada Batallon, y uno por cada partida suelta y por cada clase de empleados. Los SS. Soler y Ronquillo han pasado á eso de las dos de la tarde á la Ciudadela para manifestar lo acordado al capitan general. Esta tarde ha cundido la voz de que habia llegado un propio de Gerona con noticias favorables á los centralistas, de cuyas resultas han empezado á recorrer las calles algunos grupos dando vivas á la Junta Central, profiriendo espresiones hostiles contra la Junta suprema.

    A las siete de la noche han sacado de la cárcel de la Alcaldia á D. José Masanet, y lo han encerrado en un aposento del real palacio con una buena escolta para custodiarlo.

    En la misma hora ha empezado la sesion que estaba emplazada desde esta mañana. Parece que el Sr. Degollada, ha leido una comunicación de Ametller en que decia á la junta que se sostuviese á todo trance. Esta lectura y los esfuerzos de los que estaban contra la transaccion, han hecho que ganasen la votacion los que no querían admitir convenio. En vista de esto los consejales se han retirado y acordado comunicar al Capitan general lo que pasaba.

    A las 9 de la noche los Sres. Soler y Ronquillo, despues de correr muchos peligros han podido penetrar en la Ciudadela y enterar de todo al general.

    La ciudad presenta hoy un aspecto el mas sombrio: los que empuñan las armas están divididos, y los demas habitantes no se atreven á salir de sus casas.

  • La Jamancia: relativamente tranquilo, negociaciones

    (Viernes).

    A noche Monjuí ha disparado algunas balas rasas y granadas contra las atarazanas y las baterias de las murallas que miran á aquel fuerte.

    Esta mañana en una casa de la Boria, tienda de latonero, queriendo algunos individuos de la misma descargar una granada que no habia reventado, ha estallado dicho proyectil con el roze del martillo y demás instrumentos que se valian para verificarlo, habiendo herido de gravedad á cuatro personas.

    Hoy á la una de la tarde ha salido una comision para llevar al capitan general la comunicacion que viene en la nota. (1) A las cuatro ha regresado la comision portadora del pliego. A los 5 ha entrado el capitan general en la ciudadela donde debia avistarse con los señores Caralt, Prats, Parreño, Montoto, y Balzo, comisionados para conferenciar sobre el convenio. Como dichos comisionados no pudieron presentarse á la hora convenida se ofició al citado general, que lo verificarian mañana á las diez de la misma.

    En vista de la generosa oferta de D. Laureano Sanz de entregar sus dos hijos en clase de rehenes, el cónsul de Grecia le ha dirigido la comunicacion que se copia en la nota (2).

    (1) JUN?? SUPREMA PROVISIONAL DE LA PROVINCIA DE BARCELONA.

    Comunicacion que ha dirigido por el órgano de la Junta Suprema al Excmo. Sr. Capitan General, la reunion de los cuerpos de esta guarnicion.

    Excmo. Sr.

    Reunidas en el salon de costumbre, por medio de comisiones, las fuerzas de esta guarnicion y otras corporaciones para tratar de la comunicacion de V. E. del dia de ayer, relativa á la noticia de haberse declarado mayor de edad á la Reina Doña Isabel II, con cuyo motivo propone V. E. de nuevo el convenio cuyas bases remitió en 11 del actual, se ha acordado contestar á V. E. que se hallan dispuestos á admitir un acomodamiento con tal que sea honroso.

    La bandera de Junta Central proclamada dentro de estos muros, y que han enarbolado varias otras provincias, es la misma que abrazó y juro sostener el Ministro universal D. Francisco Serrano, al encargarse de las seis carteras por especial decreto de la Junta de Barcelona, bandera que esta guarnicion defiende con honor y bizarria, mientras otros pueblos la han secundado: bandera que levantó la ciudad de Barcelona inscribiendo en ella el sacrosanto lema de union de todos los liberales. Bajo de este concepto esta rica Capitaly sus valientes defensores no pueden ser considerados como rebeldes, y cuando se trata de un acomodamiento, deben mediar los pactos que se hacen á hombres libres, que profesan principios fijos, que los abrazan por conviccion y los defienden con heroismo.

    En el sistema representativo que nos rige, el órden de mayorías es la Suprema Ley, á él deben sujetarse los que se precian de ser liberales; los defensores de esta ciudad sin querer indagar las causas de que la bandera de Junta Central no ondee triunfante en todas las provincias de España, respetaran el hecho, y sin pretender dar la ley á las demas recibirán y obedecerán al gobierno que el resto de la nación haya recibido y obedecido.

    Al volver á formar una misma familia con esta gran nacion, á que se honran de pertenecer, no es justo, legal ni politico que se les trate como á un pais conquistado. La razon, la sana moral y la conveniencia pública aconsejan un entero olvido de lo pasado, y aun el que se sancionen algunos actos que ha llevado en pos de si un pronunciamiento, que jamás podrá dársele el nombre de rebelion.

    El haberse declarado la mayoria de S. M. es un hecho importante para toda la nacion: los defensores de esta Capital no entrarán en cuestiones de derecho y lo recibirán como un hecho consumado, sin acordarse de otra cosa, que la que ha sido declarada mayor edad antes del tiempo que prescribe la Constitucion, es la Reina de las Españas, que piensa inaugurar su reinado, segun la comunicación de V. E., abrigando bajo su manto á todos los Españoles.

    Los que defienden con tanto valor á esta ciudad, podrán sin faltar á su honor, prestarse á un tratado razonable, cual conviene á su dignidad, de otra suerte están resueltos á envolverse en las ruinas de la segunda Capital de España.

    Las amplias facultades con que S. M. ha investido á V. E., allanan el camino de dar cima, á la grande obra de reconciliacion.

    En este concepto la guarnicion de la ?laza, ??? medio de su fiel órgano la Junta Suprema, que es la única Autoridad; que actualmente acata y reconoce, propone á V. E. el que cinco comisionados que nombrará dicha guarnicion, pasen a este cuartel general para tratar del convenio y de su ejecucion.

    Barcelona 17 de noviembre de 1843.== El Presidente, Rafael Degollada. — El vocal secretario, Antonio Rius y Rosell.

    (2) Excmo. Sr.==Barcelona 16 noviembre de 1843.== Si los leales y francos antecedentes de V. E. no fuesen tan conocidos ya en la España, y en particular en Cataluña, la circunstancia de ofrecer V. E. sus dos hijos en garantia para estar cerca de la Junta y comprometidos, seria una solemne prueba de la ilimitada confianza que V. E. merece y que la Junta no puede menos de apreciar, y que á ningun título debe esta admitir, porque los hijos de V. E. no pueden ni deben separarse del lado de tan buen padre. Los temores, segun veo, (y en mi concepto fundados), que tiene la Junta de ser víctima del furor del pueblo, y aun de sus mismos francos y nacionales, son los que han dado lugar á solicitar una seguridad; pero si desgraciadamente tuviesen desconfianza en lo que V. E. promete, cosa que no creo, ni dicha Junta me ha significado jamás en las entrevistas motivadas por la conclusion que nos ocupa; la he manifestado, que renunciando á todas las inmunidades que mi carácter de representante estranjero pueda concederme, pasaré á Atarazanas ó al punto que la misma Junta designe, como garantía de cuanto V. E. ofresca en la Capitulacion y fuera de ella: han respondido sus individuos que en tanto no les cabe ninguna duda en que V. E. cumplirá ecsactamente lo pactado y ofrecido, que no conocen necesario que los hijos de V. E. se separen de su lado, ni admitir mi garantía, que he ofrecido á la Junta con la mayor sinceridad.

    Por la comunicacion que V. E. recibirá con un parlamento, se enterará V. E. de los deseos sinceros que hay en esta, de parte de toda la fuerza armada de concluir de una vez; por lo tanto suplico á V. E. se sirva acceder á la peticion, y se digne recibir una comision para tratar del convenio y de su ejecucion.

    Le mayoria de la fuerza armada que hay en esta se ha pronunciado decididamente en favor de la transaccion, y no dudo que al momento que V. E. tenga á bien recibir la comision, que espera la superior orden de V. E. para presentarse, quedará definitivamente arreglado, y esta fuerza rebelde sometida á S. M., porque la poblacion, es por demas decir á V. E. que no ha sido desleal ni á su Reina ni a su Patria.

    Saludo a V. E. con la mayor consideracion y respeto. = El Cónsul general de Grecia y encargado del consulado general de Portugal. = Pedro Olivas. =Excmo. Sr. D. Laureano Sanz, Capitan general de Cataluña, y gefe de su Ejército.

  • La Jamancia: negociaciones, robos, fusilería, carne

    (Sábado).

    Hoy apesar de estar las autoridades en continuas contestaciones con el general Sanz, sobre las bases de la capitulacion apenas ha cesado el tiroteo en toda la línea.

    Esta mañana á las diez se ha presentado y dirigido á la ciudadela por la puerta principal, la comision compuesta de los cinco individuos que hemos citado mas arriba á Gn de acabar de arreglar los pactos de la transaccion. A las cuatro de la tarde ha regresado á Barcelona por la misma puerta; y al cabo de una hora se tocaba ya orden general por todos los cuerpos de la plaza, sin duda para enterarles de los capítulos que habian quedado sentados entre los comisionados y el general Sanz.

    Mas tarde se veian ya algunos grupos en la Rambla compuestos de anti-transaccionistas. Mucho se teme que aun esta vez no hagan ilusorio el convenio.

    La parte sana de la población deja ver la ansiedad que es facil de suponer.

    Esta mañana se ha descubierto que se habia robado de casa el señor Planas, que está al pié de la bajada del baluarte del Medio dia, todo cuanto habia en sus aposentos. Los factores de ese robo no pueden ser otros que los individuos que estan destacados en dicho fuerte, por no permitirse á los demas el paso hasta aquel punto.

    En la noche pasada se han cometido varios robos en distintas habitaciones cuyos dueños están ausentes por causa de las actuales circunstancias.

    A pesar de las negociaciones no por eso dejan de proseguirse con el mayor ardor los trabajos de las baterias en la línea del bloqueo.

    Anoche entraron en la plaza 110 carneros.

  • La Jamancia: la Junta se rinde y el ejército vuelve a entrar

    (Lúnes)

    Hoy ha sido un dia muy bullicioso á la par que alegre para los pacíficos habitantes de esta ciudad desventurada.

    Esta mañana ha desaparecido ó ha sido puesto en libertad el vocal de la Junta D. José Masanet, en el acto de ser trasladado del palacio del general que le servia de cárcel. Segun parece ha habido inteligencia con el gefe que le conducia, pues se asegura que Masanet no alcanzó la libertad hasta haber entregado á aquel una libranza firmada por su mano, valor de 4000 reales.

    Esta misma mañana han sido despedidos de la casa moneda los operarios despues de haberles entregado sus correspondientes salarios.

    La Junta se ha despedido hoy de los habitantes de esta ciudad con la alocución que puede leerse en la nota (1 [no OCR]). Tambien el Ayuntamiento ha dirigido á sus representados una proclama concebida en estos términos. Véase la nota (2 [no OCR]). Pertenece ademas á la historia de este dia la proclama dirigida por el Capitan general á las tropas de su division (3 [no OCR])

    A medio dia ha entrado un regimiento procedente de la Ciudadela y ha relevado todos los puntos de la ciudad.

    El Excmo. Sr. Capitan General, usando de las facultades de que se halla revestido, ha nombrado con esta fecha un nuevo Ayuntamiento constitucional, compuesto de los sugetos que siguen:

    ALCALDES.
    D. José Bertran y Ros, Magistrado sin ejercicio por ahora y propietario.
    D. Baltasar de Eixalá, abogado.
    D. Luis Gonzaga Pons y Fuster, abogado.
    D. Buenaventura de Sans, hacendado.
    D. Tomás Coma, fabricante y propietario.
    D. Juan Nadal, herrero de la Barceloneta y propietario.

    REGIDORES.
    D. Rafael Maria de Duran, hacendado.
    D. Cayetano de Amat, baron de Maldá.
    D. Cayetano de Vilallonga, baron de Segur.
    D. Domingo Serra, fabricante y propietario.
    D. José Folgnera, confilero y propietario.
    D. Francisco Viñas, comerciante y propietario.
    D. Francisco Fradera, platero y propietario.
    D. Cayetano Lopez, médico, de Gracia.
    D. José Prat, comerciante.
    D. Buenaventura Vives, maestro alfarero y propietario.
    B. Francisco de Asis Soler, arquitecto.
    D. Juan Claros, hacendado.
    D. José Boix, carpintero, de Gracia.
    D. Joaquin Portell, farmacéutico.
    D. Rafael Pla y Carreras, alfarero y propietario.
    D. Antonio Martí, maestro de velas y propietario de la Barceloneta.
    D. Joaquin Ruira y Lacrea, abogado y propietario.
    D. Estevan Bosch , comerciante y propietario.
    D. Ginés Guasachs, labrador y propietario, de Gracia.
    D. Antonio Soqué, médico y propietario.
    D. Francisco Ribas, zapatero y propietario.
    D. Pedro Martir Colominas, panadero y propietario, de la Barceloneta.
    D. Jaime Comas, corredor y propietario.
    D. Narciso Fonolleras, abogado y hacendado.

    SINDICOS.
    D. Juan Agell, profesor de fisica y propietario.
    D. Juan Costa y Fuxench, abogado.
    D. Tomás Illa y Balaguer, fabricante.
    D. Francisco Esteve y Tomás, abogado y propietario.
    D. Ignacio Vieta, tendero de paños.

    A las dos y cuarto han salido de la misma Ciudadela el capitan general Sanz con su estado mayor y precedido de unos 100 hombres del Batallon de Zapadores. Entre los edecanes y á sus dos lados iban el vocal de la Junta D. Antonio Rius y Rosell, y el Alcalde primero Constitucional D. José Soler y Matas, cerrando la marcha como unos 2000 hombres de tropa. Ál salir de aquel fuerte para dirigirse á la muralla del mar, han tenido que detenerse interin estaban los zapadores construyendo un especie de puente de tablones sobre la cortadura que habian abierto los centralistas desde el Palacio hasta la esquina de la Aduana á fin de tener un camino cubierto para pasar al baluarte del mediodia.

    Cuando llegaron á la plaza del palacio tuvieron que detenerse otra vez por causa de las barricadas que habia en todas las bocas calles. Entonces el general ha mandado un edecan al comandante de zapadores mandándole que dividiese la fuerza en cuatro partes para destruir las barricadas que encontrasen al paso empezando todos juntos por la de la calle de la Espaderia por ser la mas fácil de derribar. En seguida se dirigieron por la calle de Baix, Encantes, plaza de S. Sebastian, Fusteria, calle Ancha, todo eso relevando las guardias donde las encontraban, y en llegando á la calle de S. Francisco de Asis subieron á la muralla de mar para dirigirse desde ella á la rambla. En esto entraba por la puerta de santa Madrona el general de division D. Ricardo Schelly con unos 3,000 hombres entre infanteria, Caballeria y Artilleria de carga, cuya fuerza unida á la que venia con el general se estendió por la rambla formada en masa, escepto la caballeria y Artilleria que formó á dos de fondo en batalla. Despues de esto y á poco rato ha ido llegando la Milicia nacional por batallones y con sus músicas y leones ó banderas correspondientes.

    Las dos compañias sueltas llamadas la una de Muns, y la otra del Noy Buxó fueron agregadas al 7.° y al 4.° Batalln de Milicia nacional, cuyos dos batallones colocaron al lado de sus gastadores los 16 trabucaires que tiene cada una de las dos citadas compañias. La fuerza de la milicia se ha colocado al lado de la tropa ocupando el trozo de Rambla que media desde la plaza de S. José hasta los estudios. Sobre las cuatro y media de la tarde ha pasado por delante de la fuerza armada el Capitan general acompañado de los citados Sres. Rius, Soler y Matas y del E.M., todos á pié habiendo sido saludado con unánimes aclamaciones de viva el general Sanz: este correspondia al saludo popular con el sombrero que llevaba en la mano y diciendo con afabilidad, nada de vivas á personas, señores: viva la unión, viva la Reina Doña Isabel II, y viva la Constitucion de 1837.

    Terminada esta especie de parada que se ha celebrado con la mayor tranquilidad, la Milicia nacional ha ido á depositar sus banderas en las casas consistoriales, retirándose en seguida los individuos á sus casas con su correspondiente uniforme, armamento y municiones.

    Un poco mas tarde se ha retirado tambien la tropa de la rambla á los cuarteles que les estaban designados, aposentándose algunos Batallones en las principales de la Milicia nacional.

    Esta noche ha quedado un reten de un Batallon de Infantería y unos 100 caballos en la rambla frente al teatro, desde donde han despedido patrullas para recorrer las calles de la ciudad.

    Sin embargo de que el general habia ordenado que no se permitiese la entrada del paisanage en la ciudad hasta al cabo de tres dias de ocupada esta, hoy ha dispuesto por medio de un bando (1 [no OCR]) que desde mañana á las dos de la tarde puedan entrar los emigrados y las tropas que forman la línea del bloqueo.

    Hoy se han remitido al cónsul de Grecia los pasaportes para los que creyéndose comprometidos, han querido pasar al estrangero. El capitan general ha espedido hoy un bando para los que deseen entregar las armas, lo verifiquen en el local de Atarazanas ó en el Colegio Episcopal. Véase en la nota (1 [no OCR]).

  • La Jamancia: empieza la reconstrucción

    El capitan general ha espedido hoy otro bando sobre la devolucion de los efectos de vestuario, equipo, y monturas pertenecientes al Ejército (1 [not OCRed]).

    Tambien ha publicado otro ordenando la presentacion en el fuerte de Atarazanas de los individuos de cuerpos francos, soldados y presidiarios que habian empuñado las armas en favor de la Junta Central (2 [not OCRed]).

    El Ayuntamiento Constitucional de cuya creacion hablamos en el diario de ayer, ha publicado tambien con esta fecha la alocucion que en la nota (3 [not OCRed]) se traslada, digna bajo todos conceptos de ser leida y conservada por las sabias máximas que en ella se consignan.

    Don Gregorio Villavicencio se ha despedido hoy dentro el buque se halla á bordo, de los nacionales de Barcelona con el siguiente escrito (4 [not OCRed]).

    Esta mañana he recorrido toda la línea de los centralistas empezando por el fuerte de san Pedro, y siguiendo por el paseo de S. Juan, calle del rech condal hasta la pescaderia y pasando en seguida á visitar el Jardin del general, lavadero nuevo, matadero, baluarte del medio dia, muralla nueva del mar, plaza de san Sebastian etc., y confieso que me han dejado atónito tanto las fuertes barricadas que hay en todo este espacio, como las muchas desgracias que se notan en los edificios del mismo.

    En primer lugar la casa mas próxima al peso de la leña, está medio arruinada. Las inmediatas, aunque no han sufrido tanto se ven acribilladas de balas y cascos de granada disparadas desde la ciudadela, y fuerte pio. De la pared que circunbala el mismo peso de la leña ha venido al suelo cuasi la mitad. La puerta nueva está intransitable. El Jardin del general ha sufrido tambien muchísimo y la mayor parte de los árboles del paseo que hay desde el pié del Jardin hasta el pié de la misma Ciudadela, están ó acribilladas de metralla ó derribados por el suelo. Tambien ha venido abajo el lavadero, parte de la pescaderia, y del matadero. Las casas inmediatas están echadas á perder.

    El baluarte del medio dia puede decirse que no ofrece mas que un monton de ruinas, y de los edificios que hay detras del mismo, el de Gorgas casi ha venido todo al suelo y los demás están muy mal parados particularmente en sus frontis. La casa X¡fré, la de la señora Martorell, y el frontis de la casa Lonja, que mira á la manzana de las casas del citado Xifré han sufrido descalabros de consideracion. Ademas de estas desgracias son infinitas las que han causado las granadas y demas proyectiles en el interior de los edificios en otros varios puntos de la poblacion.

    En cuanto a las baterias, barricadas y parapetos que ocupaban los centralistas, los principales son:

    En la muralla de tierra, frente al huerto de san Pedro habia una cortadura de unos veinte palmos de profundidad, y detrás de ella una bateria con dos obuses que miraban á la Ciudadela.

    Detras de la misma pared del peso de la leña habia otra pieza de artillería que no llegó á hacer fuego y que apuntaba tambien al mismo fuerte.

    Al pié de la muralla al lado de la puerta nueva se alzaba tambien una barricada hecha de vigas y precedida tambien de un foso de unos diez palmos de profundidad. La puerta nueva estaba defendida por dos piezas de grueso calibre y dos morteros, y desde ella hasta la calle del mismo nombre habia una zanja que servia de camino cubierto para pasar á dicha puerta sin ser ofendidos por los de la cindadela.

    Todas las calles que miran á la muralla de tierra y á la misma puerta estaban defendidas con barricadas hechas de vigas y piedras y precedidas todas de un profundo foso.

    En el molino de la sal ó sea el cuartel de caballeria de san Agustin se veia una barricada de piedras construida á modo de tambor y seguida de otra barricada. A la primera la precedia un foso y á la segunda le servia de tal la asequia del rech que descubrieron al intento.

    La boca calle de los asabonadors estaba tapada con otro tambor de piedras con foso. La mayor parte de las casas situadas en el mismo rech estaban todas tapiadas por la parte de adentro, en particular las puertas y ventanas que miran al paseo de san Juan. El puente llamado den Viromba ó del borne y todas las calles que desembocan en el paseo de san Juan estaban guarnecidas de tambores con fosos, detras de los cuales corria la asequia del rech condal descubierta y detras de ella se alzaban otras dos barricadas de piedra precedidas tambien de fosos. Todos estos parapetos y los que se enumerarán estaban guarnecidos de aspilleras. Todas las calles inmediatas á dichos puntos y la del rech condal están casi todas desempedradas.

    La entrada de la pescaderia por la parte de la Aduana está obstruida por una gran barricada de vigas y piedras de unos ocho palmos de grueso precedidas de un ancho foso. Lo mismo estaban las calles de detrás del matadero. Desde el ángulo del real palacio que mira á la Cindadela basta la calle por donde se entra al baluarte del mediodia, había una cortadura de unos diez ó doce palmos de profundidad por la cual se pasaba á dicho baluarte sin que los de la ciudadela pudiesen molestarles.

    La puerta del mar estaba también aparédada; y todas las calles que desembocan á la plaza de palacio y á los encantes están asi mismo obstruidas con fuertes barricadas precedidas todas de fosos.

    Al pié de la muralla del mar se veia una cortadura muy profunda que servia para pasar desde la plaza de san Sebastian á las casas de la manzana Xifré sin ser vistos ni molestados por los de Monjuí y la Ciudadela. A los estremos de esta cortadura formaron una bateria que es la que hemos llamado de san Sebastian, compuesta de piezas de artilleria de grueso calibre, y dos obuses mayores. En toda la calle Ancha no hay ninguna barricada. En la de Trenta claus hay dos: al extremo de esta
    calle al pié de la muralla de tierra habia un mortero y un obús. Tambien en la calle del conde del Asalto á unas 150 varas antes de llegar á la muralla hay un cañon de á ocho defendido por una barricada con un foso.

    A demas de las diferentes piezas de artilleria de todas clases y calibres que guarnecen la muralla, hay dentro de la plaza de la Constitución, dos obuses, dos cañones de á ocho, y cuatro morteros de los cuales el uno mira á la Ciudadela, otro a la Barceloneta, y los dos restantes á Gracia.

    Además de las barricadas y parapetos que acabamos de enumerar habia muchos otros esparcidos por la Ciudad; pero donde eran mas fuertes y numerosas era en el centro de la misma, en las calles de los Gigantes, bajada de S. Miguel, calle de la Ciudad, de la Esperanza, de Basea , de la Plateria, extremo de la Boria, Tapineria, de la Inquisicion, bajada de la Canonja, y escaleras de la Catedral.

    En estas arrancaron las baldosas que sirven de escalones y formaron con ellas una muralla con aspilleras en el llano de la misma Catedral. Además habia una fuerte barricada con foso en la plaza Nueva, otra en la calle de los Baños esquina á la bajada de Sta. Eulalia, otra en el Call, y otra en final extremo de la calle de Fernando 7.° al pie de las casas nuevas de la Enseñanza, á donde habia un obus que miraba á la Rambla. Entre todos los fuertes, baterías de la ciudad, y barricadas, tenian los Centralistas 47 cañones de diferentes calibres, 11 morteros, 11 obuses de á nueve, y 11 de á siete; Total 80 piezas de artillería.

    A las dos de la tarde, hora en que se ha permitido la entrada y salida por las puertas de la ciudad, conforme al bando de que hablamos ayer, el Capitan general ha dado orden á los cuerpos de artilleria para que pasasen inmediatamente á recoger
    dichas piezas.

    Siguen apostados en la plaza del Teatro un escuadron de caballería y algunas compañías de infantería.

    Esta tarde, usando del permiso concedido por el Capitan general, han salido al campo y llegado hasta Gracia, muchos nacionales con sus uniformes y sables, habiendo cometido algunos desmanes é insultado á los expatriados que regresaban á la
    ciudad. Esta noche les hemos oido cantar en algunos puntos la cancion de la Paella, habiéndose reunido muchos de ellos en la plaza del Rey, donde hay la principal del séptimo batallon, habiendo dado vivas á la Junta Central. A poco rato se ha presentado allí el mismo general Sanz, seguido de alguna fuerza de infantería y caballería, habiendo capturado unos 30 ó 40 que fueron conducidos á la mañana siguiente á la Ciudadela.

    Véase la órden de la plaza de este dia (1 [not OCRed]).

    La Diputacion provincial interina instalada en Gracia en cuatro de octubre, con el titulo de Junta de Armamento y Defensa, dirige á los habitantes de la Provincia una corta alocucion felicitándoles por la terminacion de la revolucion de la Capital (2 [not OCRed]).

  • La Jamancia: capitulación, regreso refugiados, huida líderes

    (Miércoles).

    Con motivo de las occurencias que tuvieron lugar ayer noche, á las ocho de la mañana se ha publicado, con todas las formalidades acostumbradas en semejantes casos, el bando del desarme de la Milicia Nacional (1 [not OCRed]).

    Las plazas y mercados empiezan á verse ya muy concurridos y provistos de todo; y si bien se notaba al principio alguna escasez de carne, se ha remediado esta con los carneros que han entrado esta misma mañana.

    Es estraordinaria la afluencia de emigrados y forasteros que llegan á esta ciudad, aquellos para restituirse á sus hogares despues de una espatriacion de cerca de tres meses, y los segundos para ver las barricadas y baterías formadas por los centralistas y los estragos causados en los edificios por las balas y granadas. Las calles están muy concurridas, y todos los semblantes respiran alegría y confianza de que no volverán á reproducirse las pasadas escenas. El bando de desarme de milicia es sin disputa lo que mas ha contribuido á infundir en los ánimos aquella confianza.

    Siguen aun los artilleros del tren retirando de las baterías y barricadas las piezas que las defendian y trasladándolas a la Ciudadela, y los zapadores derribando los parapetos y llenando en parte sus fosos para facilitar el paso por las calles que se hallaban obstruidas por aquellos, á los transeuntes y á la tropa.

    Tambien continua delante del Teatro el fuerte reten de que tienen noticia ya nuestros lectores.

    Esta tarde han salido para Portvendres en el vapor Fenicio los individuos que fueron de las Juntas Suprema y de armamento y defensa, y un gran número de los que se creían mas comprometidos, en especial gefes del ejército y de cuerpos francos.

    No podemos menos de trasladar la órden general del ejercito de este dia, puesto que por ella se dejan ver en parte las medidas tomados por el Capitan general para quo no vuelva á trastornarse el órden público. Véase la nota (2 [not OCRed]).

  • La Jamancia: vuelve el obispo, mucha actividad

    Hoy parece un dia de feria: tanta es la concurrencia y animacion que por todas partes se nota.

    El cuerpo de artilleria sigue trasladando á la Ciudadela las piezas de artilleria y cureñas que habia en la ciudad y sus fuertes, como asi mismo muchímas carretadas de fusiles de los que presentan los ex-milicianos en Atarazanas.

    A las cuatro de esta tarde ha entrado en Barcelona el Exmo. é Ilmo. Sr. Obispo de esta diócesis con su acompañamiento, procedente de Víllafranca, donde ha permanecido todo el tiempo de la revolucion, le cogió ya fuera de esta ciudad mientras estaba haciendo la visita.

    Los Alcaldes constitucionales han publicado con esta fecha el siguiente bando (1 [not OCRed]).

  • La Jamancia: devolución bienes, liberación rebeldes

    (Domingo).

    Continuan los retenes en los mismos puntos que dejamos apuntados en otro lugar.

    Hoy á la 3 de la tarde han salido de Atarazanas cuatro carros cargados con las prensas, cajas y letra que embargaron los centralistas el dia 4 de setiembre de la redaccion del Imparcial, todo lo cual ha sido devuelto á sus dueños.

    Hoy al medio dia el Capitan general ha ido en persona á la Ciudadela y puesto en libertad á los nacionales que fueron presos en la noche del 21 en la plaza del Rey, exortándoles individualmente y al despedirles que en adelante solo cuidasen de su trabajo y no se metiesen en bromas.

    Tambien hoy ha vuelto á abrirse el teatro de santa Cruz despues dé haber estado cerrado mas de dos meses y medio. El Liceo está dando funciones hace ya dos dias.

    Hoy ha visto la luz pública el primer número del periódico el Artesano, cuyo prospecto se publicó á fines de Agosto último.

  • La Jamancia: anunciadas fiestas para celebrar la coronación de Isabel, Sanz deja Barcelona

    (Miércoles)

    Hoy han vuelto los carros del tren de artilleria á trasladar morteros, obuses, balas y granadas desde los puntos fortificados que ocupaban los centralistas á la Ciudadela.

    El Ayuntamiento ha publicado con esta fecha el programa de las fiestas que deben celebrarse en esta ciudad en los tres primeros dias del mes de diciembre para solemnizar el advenimiento al trono de Isabel II. Con este motivo se están construyendo en las plazas de Palacio, de la Constitucion, de la Boqueria y del Padró los tablados que deben servir para la proclamacion.

    A las 10 y ½ de la noche el Exmo. Sr. Capitan general Sanz, acompañado del gefe del estado mayor el Sr. general Lasauca, tres ayudantes de campo y un escribiente, se han embarcado en el vapor de guerra Isabel II para Rosas, desde cuyo punto debe pasar á Figueras, dejando encargado el mando al segundo cabo D. Jacobo Gil de Avalle.

  • Misa en la catedral, Domingo de Resurrección. Una cabalgata a Gracia y Montjuic. La «Compañia Anglo-Americana» en la plaza de toros. Apertura del gran teatro del Liceo de Isabel II: el Liceo, bonito, las mujeres, feas

    High Mass on Easter Sunday

    Our first enterprise, on Easter Sunday, was to endeavor to mount one of the Cathedral towers, and to have, as it was a bright day, a bird’s-eye view of the city and its environs. In prosecution of our plan we entered the body of the church, about half an hour before high mass had ended. The aisles which we had seen all lonely the day before, were crowded with zealous worshipers—the high altar was blazing with a multitude of soft lights; the ceremonial and vestments were very rich; the choir was full, and a fine orchestra (for Barcelona is very musical) aided the sweet-toned organ. High over all, the morning sun streamed through the painted windows, and you could see the incense which was fragrant hefore the altar, curling around the capitals, and clinging to the arches. The whole was deeply impressive, and I could not but observe the contrast of the congregation, in its silent and attentive worship, with the restless, and sometimes noisy devotions of which I had seen so much in Italy. Here were no marchings to and fro; no gazing at pictures; no turning of backs upon the altar; no groups, for conversazione, round the columns; nothing to mar the solemnity of the occasion, or break the echoes of the majestic music, as they swept along the lofty roof, seeming almost to stir to motion the old pennons that hang above the altar, so high, and now so much the worse for time, that their proud quarterings are visible no more. At last, the service came to its end, and the people went their ways to—buy tickets for the theater. At all events, we met a considerable portion of the congregation, thus occupied, when we went down the street soon after. The sacristan would not allow us to ascend the tower without a permit, which it was then too late to procure, so that after straying a little while through the beautiful cloisters, where fine orange and lemon-trees and bright, fragrant flowers charmed away the sadness of the worn gray stone, we returned to our Fonda, to seek the means of visiting some of the environs.

    A ride to Gracia—Montjuich

    After we had waited for an hour, a fellow made his appearance in the court-yard, driving a huge lumbering vehicle, covered with green and gold, very square and peculiar in shape, but, on the whole, sufficiently coachiform, and drawn by a pair of long-tailed blacks, with collars, on which jingled many bells. We made our bargain, and were cheated, of course, as we afterward found; horse and coach-dealing being, here as elsewhere, greatly subversive of moral principle. Away we went, up the Rambla, at a great pace, to the astonishment and apparent amusement of the crowd. Once outside the walls, our coachman gave us the benefit of slow jolts over a rough road to Gracia, a little village some two miles from the city, which is surrounded, and in some degree formed, by country-houses and their appurtenances. No doubt, in the summer season, this excursion may be a pleasant one, but the cold driving wind which came down from the mountains as we took it, made it bleak enough to us. Hedges of roses, it is true, were in luxuriant bloom, and the fertile fields of the Pla (plain) were as green as spring could make them. The aloe and the prickly-pear too, did their best to look tropical, but it was a useless effort, for the wind beat and battered them rudely, and they and the painted torres (towers), or country-boxes, looked uncomfortably out of place, naked, desolate, and chilly. To turn our backs upon the breeze, we directed our driver to carry us to Montjuich, which, as I have said, is a commanding eminence to the southwest, on the left hand as you enter the harbor. Creeping slowly around the outside of the city walls, which are heavy, strong, and well guarded, we passed by the quarter where the forest of tall chimneys indicated the business hive of the manufacturers, and then, crossing a fertile plateau beautifully irrigated and in high cultivation, we were set down at the foot of Montjuich. Up the hill we toiled, faithfully and painfully, on foot. Ford calls it a «fine zig-zag road.» I will testify to the zig-zig—but as to the fineness must beg leave to distinguish. At last we reached the fortress, which sits impregnable upon the summit, and to our chagrin were quietly informed by the sentinel at the postern, that we could not enter, without a permit. This we had not provided, through ignorance of its necessity, and we accordingly put in our claim to their politeness, as strangers. The sentinel called the corporal, the corporal went to his officer, the officer hunted up the governor, and by the same gradations a polite message descended to us, to the effect, that, as we were strangers, the usual requisitions would be waived, if we knew any body in the castle by name, whom we could go through the form of asking for. We knew no one, and being reasonable people, went on our way in ill humor with no one but ourselves. Not being, any of us, military men, which in a company of three, from our land of colonels, was quite a wonder, we persuaded ourselves that we had not lost much, for from the base of the fortress we had a charming view of the white city; its fine edifices, public and private, with their flat roofs and polygonal towers; the harbor, with all its festive banners streaming; the green valley, carrying plenty up into the gorges of the hills; and the sea, rolling far as eye could reach, a few dim specks of canvas here and there whitening its bosom.

    The Plaza de Toros, and Yankee Company

    Returning to the city, we crossed to the Garden of the General, a sweet little spot, prettily laid out, and planted with box and innumerable flowering shrubs, which were in delicious fragrance and bloom. There were fountains and aviaries there; fish-ponds, duck-ponds, and even goose-ponds, and all manner of people, of all sorts and ages. This garden, with a little walk beside it, is the last of a series of beautiful promenades which lead into each other, traversing the whole city, from the groves upon its outskirts to the splendid terraces along the shore.

    By this time we were well-nigh fatigued enough, but there was still an exhibition to be witnessed, which it did not become us, as good patriots, to neglect. The Plaza de Toros, or bull-amphitheater, was the gathering-place of the whole population; not, however, to behold the fierce combats peculiar to its arena, for with such things the tumultuous burghers of Barcelona were not to be trusted. A harmless substitute there was, in the shape of the «Compañia Anglo-Americana,» or Yankee company, who were delighting the sons of the troubadours with their gymnastics. Every body remembers the remoteness of the regions, into which the Haytien dignitary had the assurance to say that our estimable countrymen would follow a bag of coffee. Here was a parallel case. As we entered, Jonathan was performing a hornpipe, on stilts, much more at his ease (it being Sunday) than if he had been at home within sight of Plymouth Rock. He then gave them a wrestling match, after the manner which is popularly ascribed to «the ancients;» afterward, a few classical attitudes, with distortions of muscle, according to the Michael Angelesque models, and, finally, made his appearance as a big green frog, so perfectly natural, both in costume and deportment, that in Paris he would have run the risk, scientific and culinary, of having his nether limbs both galvanized and fried. We paid him the respect of our presence and applause for a little while, and lingered to witness the excitement of the immense assemblage, so strange and picturesque, and to hear their wild cries and saucy jests. The afternoon then being quite well advanced, we were trundled home, in due magnificence, to a worse dinner than we had earned.

    Opening of the Great Opera House—Social Habits of the Barcelonese—Musical Tastes

    About seven in the evening, a kind gentleman of the city called, by arrangement, to conduct me to the opening of the new Opera-house, the Liceo de Ysabel Segunda. There was a crowd around the entrances, and we found it difficult to make our way in, so that I had time enough to see that the façade, which looked paltry by day-light, was no better with the benefit of the grand illumination. The front, however, and some few of the minor arrangements of the interior, were all that could be reasonably found fault with; for the establishment is really magnificent, and full of the appliances of taste and luxury. Its cost was one hundred and fifty thousand dollars; and the stockholders had no doubt of being able to realize the interest of this large sum, and more, from the rent of the elegant shops upon the ground floor. I mention this fact, as an evidence both of enterprise and prosperity. The grand circle of the theater is larger, by measurement, than that of the San Carlo at Naples, or the Scala of Milan; and being finished, like the Italian Opera-house at Paris, with balconies, or galleries, in front of the boxes and slightly below their level, it has a far more graceful and amphitheater-like effect than the perpendicular box-fronts of the Italian houses, and especially the close, dingy walls of the Scala. The ornaments, though abundant, are neither profuse nor tawdry. The magnificent gas chandelier, aided by a thousand lesser lights, developed all the beautiful appointments of the boxes, with their drapery of gold and crimson, and the fine seen, cry, dresses, and decorations of the stage. I had seen nothing but the Italiens of Paris to rival the effect of the whole picture. The boxes of the lower tier are private property belonging to the contributors, or members of the Lyceum. My intelligent companion informed me that this is a species of property in very general request, there being scarcely a respectable family without a box, or, at all events, some special accommodations of its own, in some one of the theaters. The rights of the owners, he told me, are the subject of litigation almost as often as those relating to real property. They (the boxes and the law suits) descend from father to son.

    Each box in the Liceo has two apartments, as usual in Europe. In the outer one, which you enter from the lobby, and which is a sort of retiring room, you leave your cloak and hat, and perhaps meet those members of the family you visit, who are not interested in the performance and prefer a quiet chat. The inner boxes, of course, open on the body of the theater, and every one was in them on the evening of my visit. The assemblage was immense, and it would not be easy to find, any where, one indicating good taste and refinement more decidedly. The gentle sex must pardon me, however, for admitting that, to my eye, beauty was the exception that night, rather than the rule. I had expected more, for M. de Balzac had said somewhere of the Catalonian women, that their eyes were composed of «velvet and fire;» but I soon discovered that the remark had less foundation in fact, than in that peculiarity of the French imagination, which is so fond, in the descriptive, of mingling fancy with fancy-goods. I may be wrong, it is true, for the Imperial Frederick, seven centuries ago, in his best Limousin, declared—

    «I love the noble Frenchman,
    And the Catalonian maid.»

    And yet, I should not wonder if both the Gaul and the fair Catalan have undergone a change since those days.

    I learned, in the course of conversation in the evening, that the theater has much to do with the social enjoyments of Barcelona. Morning visits form the principal intercourse of ladies in their own houses. Evening parties are very rare, and it is only at the theaters that the higher classes meet, with freedom and frequency. The usages of etiquette are very easy and pleasant. If you are a friend, you drop in sans façon, and drop out when you like. If you are a stranger, you are presented to the lady of the box, and that formality gives you the freedom of the circle, and of all the conversation that goes round it—imposing the payment of no tribute but that of your best bow to each and all, when it pleases you to retire. There is no knowing what a quantity of pleasant business you can attend to during the progress of a long opera—making your pilgrimage to many shrines. Neither is it easy to calculate how much aid and comfort you may find from a solo or an orchestral movement, in those pauses of conversation, which, under ordinary circumstances, are so often uncomfortable, if not melancholy. It is difficult to discover whether fondness for music produced this custom in Barcelona, or whether the custom produced the fondness. One thing, however, is very certain: the Barcelonese are good musicians, and generally keep an excellent company. My friend the marquis, who was himself a director of an opera at home, informed me, that they pay so liberally for good artists, as to take a great many of the best second-rate performers from Italy. Their musical predilections are of long standing. A gentleman who knew, told me, in proof of it, that some of the earliest republications of Metastasio’s works were made at Barcelona. The prices of admission to the theaters are very low—so much so, that there is scarce a laborer too poor to find his way to the opera, on Sundays or feast days. By the returns of the ticket-offices, as published in the journals, the day after Easter, there were four thousand six hundred spectators at the opening of the Lyceum; over one thousand attended the Teatro nuevo; and between nine hundred and one thousand were at the Teatro principal. As music is what they generally hear, it will not seem strange that the humblest of them should be fond of it, and generally fair judges of its quality. This last, however, is more than I can honestly profess to be; and, therefore, I was rather pleased than otherwise that they had selected a historical play, for the opening of the Lyceum. It was by Ventura de la Vega, a living poet of considerable reputation and merit, and was founded on the popular and noble story of Ferdinand the First of Aragon, called «He of Antequera.» The piece of itself is full of fine passages, with excellent dramatic situations and effect, and was gotten up with great brilliancy. The part of Ferdinand was by the famous La Torre, considered the first master, and one of the best performers in Spain. He is a quiet actor, of fine personal appearance; something like Charles Kemble in his style, and, unhappily, a good deal like him in his voice, for he is growing old. His reading and articulation were admirable, but a great deal was lost, the house being too large for any thing but opera, ballet, or spectacle.

  • François Arban sube al calesero y segundo aeronauta catalán, Eudaldo Munné, en un globo aerostático para agradecerle su salvación de la población salvaje de San Andrés de Palomar

    Sin embargo del mal tiempo se ha verificado en todas sus partes el programa ofrecido para la ascension del señor Arban con su intrépido compañero el jóven catalan don Eudaldo Munné. La atmósfera se ha presentado cargada todo el dia, de modo que llegaba á temerse que no se verificaria la funcion, mas el deseo que habia por parte del público para presenciar el arrojo y decision del compatricio y el empeño que este manifestaba de llevar á cabo lo que la tenia ilusionado desde muchos dias, decidieron por fin á Mr. Arban á emprender su viaje. Eran las cuatro de la tarde y ya todas las afueras de la parte de mar estaban atestadas de gentío, mientras iba concurriendo á la plaza de toros un sin fin de personas de lo mas escogido de la ciudad. Hecho ya el preparativo de costumbre y arreglado el globo, Mr. Arban ha dado la vuelta por la plaza, como la otra vez, repartiendo ramos, versos y dulces á manos llenas. Luego el valiente compañero, mostrando un admirable espiritu, y despues de saludar al público, que le ha devuelto el saludo con mil entusiastas aclamaciones, se ha colocado en el cesto, sin cubrirse siquiera con el gaban que para guarecerse de la humedad le tenian preparado; y á poco rato, se ha dejado suelto el globo, que con suma rapidez se ha remontado, tomando una direccion N.O.; no obstante, la ascension no ha podido ser á la altura á que llegó Arban el domingo pasado, en razon á que las nubes estaban tan bajas que cubrieron muy pronto el globo, pues que á no ser asi, acaso el viaje hubiera sido muy largo é interesante al mismo tiempo para los aéreos viajeros.

    Al dar la vuelta por la plaza Mr. Arban, varios aficionados á tales funciones le han regalado una corona de laurel que el viajero al remontarse ha arrojado al palco de la presidencia para demostrar asi su gratitud.

    Observado el globo al llegar á su mayor altura con un buen telescopio, y despues que Mr. Arban habia arrojado ya todo el lastre con el intento de remontarse mas, se ha visto que aun á tal distancia y acaso peligroso punto respecto al estado de la atmósfera, Munné con la misma serenidad y gozo que ha mostrado al partir, saludaba á la ciudad y á los habitantes que le admiraban.

    La descension se ha verificado en una viña, sobre el punto donde existió el convento de San Gerónimo de Valle de Ebron, término de San Genis de Horta, á los 50 minutos de haberse remontado. Las primeras personas que han acudido para felicitar á lso dos intrépidos viajeros han sido el señor cónsul general de Francia y su señora que habian salido montados con este objeto, y un capitan de caballería con el piquete destinado á darles proteccion en caso necesario.

    Se han remontado sobre tres mil metros, y despues de haber atravesado la capa de espesas nubes que cubria el horizonte, han disfrutado un sol radiante y puro, que sin embargo no impedia que el termómetro estuviese bajo cero.

    Cuando estaban cerca la tierra una ráfaga de viento les impelió con tal fuerza, que hubieron de temer que se les rompiese la cuerda en que estaba aferrada el áncora; pero agarrado Munné á la cuerda, mientras Arban que tambien le ayudaba en esta tarea, mantenia abierta la válvula, han conseguido saltar á tierra sin mas percance que el de pequeñas escoriaciones y rasguños en las manos.

  • Noche de San Juan

    Solemnes vísperas en la iglesia de san Juan Bautista, preludios de la fiesta que se celebrará mañana.

    Apenas huyen del horizonte los últimos rayos del crepúsculo dejando brillar algunas estrellas en el firmamento, cuando este aparece enrojecido por la llama de mil hogueras que se encienden en las quintas y poblaciones del llano que tenemos á la vista. En la ciudad se ha perdido esta costumbre á puro prohibirla las autoridades, para evitar algunas desgracias que con harta frecuencia sucedían. En el campo hay mas libertad, y el labrador enciende la hoguera de san Juan, si nó dominado por la idea religiosa que dominó á sus padres, por pura costumbre y para divertir á la caterva de chiquillos que saltan de parte á parte con peligro de chamuscarse la ropa, y tambien para deshacerse de todos los despojos de vegetales arrinconados, y que solo le sirven de estorbo en la era y en el estercolero.

    Lo que brilla y alborota
    una fiesta de san Juan!

    decia el bueno de Lope de Vega en su comedia titulada: Las flores de D. Juan. ¡Vive Dios! que si tal era en aquellos tiempos la fiesta , no se queda atrás en nuestros días en eso del brillo y del alboroto con motivo de salir las gentes á coger la verbena (buscar la bonaventura). A fe de quien somos que si trasnochando ó madrugando mucho se halla buena ventura, se la auguramos grande á todos los de la clase menos acomodada, á todos los que viven en los chiribitiles y desvanes caldeados por el sol de la estacion, y á todos los que no tienen otra cama en que dar descanso á sus miembros fatigados por el trabajo diurno, que un mal jergon sobre cuatro tablas.

    La supersticion ha inventado mil paparruchas que envuelven la noche de san Juan en cierto misterio poético. Dicen las viejas que á media noche se oyen los pasos de la hija del rey Herodes , condenada á bailar eternamente por haber pedido la muerte del Bautista en premio de su gracia en la danza. En la misma hora quieren algunos ver ciertos augurios de dicha ó de adversidad en el modo con que se combina el blanco de un huevo con el agua, ó en la casualidad de recoger una de las tres habas que se arrojan debajo de la cama, una mondada, otra á medio mondar y otra con el hollejo; siendo la primera, señal cierta de pobreza, la segunda, de mediana fortuna, y la tercera, de una prosperidad á pedir de boca.

    Ruidosa por demás es la noche. A las diez de la misma se derrama por esas calles un sinnúmero de cuadrillas de jóvenes de ambos sexos cantando unos al son de guitarras y bandolines y panderetas , berreando otros al chillido de un pito, y al baqueteo de un tambor y desgarrado rascar de cierto instrumento formado de pedazos de caña de á cuarta, atados unos con otros por los estreñios con que se imitan las castañuelas. (Este instrumento carece de nombre : póngale cada cual el que le venga en gana).

    Despues de la media noche estas comitivas van á dar fondo al paseo Nuevo, llamado paseo de san Juan, donde una infinidad de puestos de licores, bizcochos, anises y azucarillos etc. etc. ofrecen á la concurrencia con qué refrescar el paladar y suavizar la garganta enronquecida con la fuerza del canto. Retozan unos, gritan otros, cantan los de mas allá, y tiéndense estos sobre la yerba del glacis de la ciudadela allí contigua. El amor no deja de tener su papel en este drama, que tambien enamora el zafio á su manera, y si no pone algunas veces á raya sus modales bruscos, tambien lleva por ello su castigo, que de achaque de honor muy bien á la zafia se le alcanza, y si nó con razones, al puñete lo defiende. Donde la impudencia no opone ni las razones ni los puños, la naturaleza da una satisfacion á la sociedad envolviendo el escándalo en la oscuridad mas tenebrosa.

    Raya el alba, y todo este gentío del paseo de san Juan se distribuye y sale al campo, dirigiéndose hácia los cerros que estan á la vista para gozar de la frescura del agua de las fuentes que en ellos manan. La fuente llamada Trobada en la falda de Monjuich es la que mas concurrencia atrae.

    Dejemos á esas gentes solazarse hasta que vuelvan á sus casas rendidos de fatiga é instigados por el ardor de los rayos del sol. Rajemos á la ciudad porque ya ha amanecido el dia de san Juan, del cual vamos á rezar del mejor modo que podamos y sepamos.

  • Ejecución del coronel Blas de Durana, ya suicidado, por el asesinato de la baronesa de Senelles

    El coronel Durana.

    Consagremos la última página de los recuerdos de la Ciudadela, á la memoria de un militar tan desgraciado como querido de cuantos tuvieron ocasion de apreciar la belleza de las prendas que le adornaban.

    La calle de la Union fué á las primeras horas de la noche del 19 de junio de 1855, teatro de un drama horroroso.

    Durante el dia pudieron observar los vecinos, á un jóven de unos treinta años, rubio, de arrogante figura, y vestido con elegancia, que sin desamparar el portal de la casa número 21, parecia acechar con particular interés la entrada y piso primero de la casa número 32, en frente de aquella.

    Por las maneras del jóven, y por el individuo que en traje de asistente se le acercaba á hablarlo de vez en cuando, se hubiera desde luego tomado por militar al perenne observador.

    Su pálido rostro y su brillante mirada, indicaban que algun estraordinario sentimiento le tenia misteriosamente clavado en aquel sitio.

    En la habitacion, objeto de su vigilancia, vivia con su hermano y cuñada la baronesa de Senelles, ausentada por algunos dias de la casa y compañia de su esposo, residente en una de las ciudades de la alta montaña, al objeto de pasar la octava del Corpus con su distinguida familia.

    La baronesa se hallaba en estado interesante.

    Dieron las ocho, hora en que empezaba la funcion en los teatros públicos, y a poco aparecieron en el portal los hermanos de la baronesa.

    Esta bajaba mas despacio la escalera poniéndose los guantes.

    Casi al mismo tiempo penetró en la casa el jóven que hasta entonces habia estado de centinela en el portal fronterizo, subió algunos escalones, y encontrando en la primera meseta á la infortunada baronesa,

    —Toma, infame,—le dijo asestándola una terrible puñalada, que la derribó contra la reja de hierro que en aquel paraje se halla.

    —¡Ah! ¡favor! ¡socorro!—pudo apenas gritar la infeliz.

    El asesino no cesaba de ensañarse en su victima, sepultándole en el cuerpo hasta trece veces el puñal homicida.

    A los gritos desesperados de los hermanos de la baronesa, acudieron algunos milicianos y vecinos.

    Penetraron los primeros don Francisco Lladó, don Miguel Coll y don José Casas y Cortés, cabos aquél y éste, y sargento el segundo del cuarto batallon de milicia, quienes hallaron al matador, contra el cual apuntó Casas el fusil, contemplando como enagenado á la ya exánime señora, y teniendo aun en una mano el arma ensangrentada y en la otra un rico abanico roto y un pañuelo blanco.

    El rostro, las manos y el vestido del matador estaban manchados de sangre.

    No se inmutó el criminal a la órden de alto. Manifestó que habia herido á aquella mujer deliberadamente y con la mayor premeditacion. Levantó los brazos para que su aprehensor le registrare los bolsillos y se convenciere de que no llevaba otras armas, y dijo que estaba dispuesto á seguirle á donde quisiese llevarle.

    Como otros de los milicianos que habian ido acudiendo se dispusiesen á asegurar al asesino,

    —No hay necesidad de ello,—les dijo—respeten Vds. al menos mi calidad, en la conviccion de que no he de oponer resistencia alguna. Me llamo Blas de Durana y soy coronel del quinto batallon de cazadores de Tarifa.

    Era hijo del bizarro brigadier que supo hallar gloriosa muerte en la famosa batalla de Peracamps, y hermano de militares no menos distinguidos del ejército español.

    El instrumento del delito era un puñal ordinario, que tenia la figura de un cuchillo de monte, con vaina de cuero. La punta estaba algo torcida de resultas de la violencia de los golpes.

    Acompañado por uno de los alcaldes constitucionales, y escoltado por numeroso grupo de milicianos armados y pueblo, fué conducido el delincuente por la calle de Fernando, á las casas Consistoriales.

    Su victima, que habia dejado de existir á los quince ó veinte minutos, fué al dia siguiente estraida de la casa mortuoria y conducida al cementerio, en medio del general sentimiento de dolor por su desgracia y de indignacion contra el que la habia causado.

    Llegó Durana á las casas Consistoriales en el momento en que se verificaba el relevo de la guardia de este punto, saliendo la artillería y entrando los zapadores.

    Como aun no estaba hecha la entrega, el capitan de artilleria don Francisco Soler y Matas se hizo cargo del preso. Al encerrarlo, el carcelero pasó á registrarle, y no encontrándole ninguna arma, enseñó el reloj y dinero que solo llevaba en el bolsillo.

    Habiendo manifestado el capitan Soler que un preso no podia conservar nada en poder suyo, respondió Durana:

    —Está bien; mas antes que entregarlo al carcelero, quiero hacer un regalo de todo lo que poseo al caballero capitan, para que conserve de mi este recuerdo; pues yo ya sé la suerte que me aguarda.

    Escusóse el capitan, diciéndole que no lo admitia sino en clase de depósito, y que se lo devolveria al hallarse en mejor situacion; pero fué tal la insistencia del preso, delante de las varias personas que habia alli reunidas, que el capitan se vió precisado á aceptar el reloj y leontina de oro, un lente, y diez y seis duros y medio en varias monedas de oro y plata; todo lo que se le obligó despues á entregar al fiscal.

    El 20, á las seis y media de la mañana, fué conducido el desgraciado coronel á la Ciudadela, en un coche donde iban tambien tres mozos de la Escuadra.

    Con una celeridad de que hay pocos ejemplos, instruyóse el sumario, recibióse al acusado la confesion con cargos, estendió el fiscal la acusacion, pidiendo la última pena, y á los dos dias ya habia sido remitida ia causa en consulta al tribunal Supremo de Guerra y Marina.

    A las seis de la tarde del 24, en la sala de visitas del palacio de la Capitania general, con todas las formalidades de estilo y á presencia de muchas personas, fué leida y publicada por el general Zapatero, la sentencia del juzgado del tribunal de la Auditoria de guerra, en virtud de la que se condenaba al coronel Durana á la pena de muerte en garrote vil, como autor del asesinato premeditado y alevoso, sin ninguna causa atenuante, perpetrado en la noche del martes, en la persona de doña Dolores Parrella de Plandolit, baronesa de Senelles.

    Se le impuso además una indemnizacion de seis mil reales vellon,—que fué aceptada,—para los hijos de la victima, y el pago de todas las costas del juicio.

    El procurador don José Condeminas apeló en el acto, en nombro de su defendido, del fallo que acaba de leerse y notificarse.

    Acto continuo el escribano don José Cantallops, con los demás dependientes del tribunal, se trasiadó al calabozo que ocupaba el procesado en el primer piso de la torre de la Cindadela, y á presencia de los mismos, del ayudante de aquella plaza y del oficial de la guardia, le notificó el fallo que acababa de pronunciarse.

    Durana, que habia recibido corlesmente á todas aquellas personas, oyó la lectura de la sentencia con admirable serenidad, y con pulso seguro, suscribio la diligencia de notificacion, manifestando tan solo sentir la clase de suplicio que se le imponia.

    —He sido soldado—añadio—desde los primeros años de mi vida, y hubiera deseado acabar como tal mi existencia, pues no me amedrenta la muerte.

    Con todo, esta vez negó que hubiese obrado con la premeditacion que se suponia, pues quiso haber ejecutado el crimen en un momento de arrebato.

    Antes de terminar junio, fué trasiadado al castillo de Monjuich, por temor de que lograse evadirse, y considerando que, confiada su guarda al cuerpo de artilleria, habia de estar en mas seguridad que si continuase custodiándolo el arma de infantería, en la que podia contar el procesado con muchas amistades.

    Mas Durana desechó siempre toda idea de fuga. Solo habia pedido á sus amigos un veneno que llevaba constantemente en el bolsillo, para tomarlo cuando se perdiese toda esperanza de salvacion legal.

    Los que se lo dieron, luciéronle dar sin embargo palabra de no hacer uso de él hasta recibir una carta encabezada con una cruz.

    En el castillo se le tuvo al principio en la mas rigurosa incomunicacion, pero despues se le permitio pasear por la muralla, bajo la responsabilidad de los oficiales de artilleria que le acompanaban.

    La causa en la que se condenaba á Durana á la pena demuerteen garrote vil, con arreglo al articulo 89 del código penal, y demás accesorias, llegó el 27 de junio al Tribunal Supremo, que la pasó para el apuntamiento al relator, quien la devolvio el 29, en cuyo dia la recibio el letrado defensor D. Paciano Massadas.

    Este digno letrado y dipuiado á córtes—aunque no conocia al coronel—por uno de esos nobles impulsos, dignos de corazones elevados en el ministerio de la abogacia, aceptó el encargo de patrocinarle.

    Concediosele el término de veinte y cuatro horas, dentro de las cuales presentó la defensa, articulando por otrosies la prueba de que con intervalos de mayor ó menor tiempo, Durana tenia accesos de locura, comprobada por actos estertores en sus gestiones, asi públicas como privadas; y que de resultas de su ardiente pasion por la señora doña Maria de los Dolores Parrella, los celos le escitaron la locura, no obstante que dicha desgraciada señora no le correspondia, ni se presumia le hubiese dado motivos de esperanza.

    Esta prueba fué denegada, previa audiencia del fiscal.

    El defensor suplicó, se admitió este recurso, que fué mejorado en horas, evacuado el traslado al fiscal, y sin que precediera vista publica, citacion ni señalamiento, se confirmó con costas el auto suplicado.

    El abogado defensor, impulsado por su celo, reclamó la nulidad de esta providencia, y el Tribunal, dando una prueba de grande rectitud, y con sacrificio hasta del amor propio, si se quiere, dejó sin efecto la providencia confirmatoria con las costas de la denegacion de pruebas, y dió lugar á la vista pública que sobre este incidente se verificó.

    Leida la relacion, hecha por el señor Zurbano, tomó la palabra Massadas, y en un discurso de buenas formas, y nutrido de doctrina juridica, trató de demostrar que Durana habia tenido durante el curso de su vida varios accesos de locura, citando entre otros el de haber mandado rapar la cabeza á los soldados de su compañia en la espedicion de nuestro ejército á Italia, por cuyo hecho fué separado del mando por el general de la division Fernandez de Córdoba. Añadió el defensor que, salva la honra de la desgraciada baronesa, los celos de que estaba poseido el don Blas, produjeron el desarreglo mental de que friamento y en otros actos habia dado el coronel evidentes muestras.

    El señor Massadas dirigió su peroracion á manifestar tambien, que la prueba propuesta no era igual ni contraria á la de primera instancia, y asimismo procuró evidenciar que era procedente, mejorando una alzada que habia sido admitida en el efecto resolutivo.

    El fiscal de S. M. no asistió á la vista.

    A la una y media de la tarde se notificó al procurador del procesado el nuevo auto confirmatorio de la denegacion de prueba. No satisfecho el defensor con los esfuerzos practicados, aunque vanamente, en el desempeño de su noble ministerio, insistio todavia en la práctica de las diligencias de prueba pedidas, y otras sobre nuevos hechos que acababan de llegar á su noticia, bien admitiéndosele otro recurso de súplica, ó para mejor proveer.

    Referiase Massadas á ciertos documentos, que en su creencia habian de arrojar alguna luz para mejorar la condicion del reo.

    Pucos momentos despues le fué notificado el señalamiento del punto definitivo, del cual pidio el abogado suspension.

    Al mismo tiempo la madre y los hermanos del coronel, profundamento afligidos, no cesaban de implorar gracia y perdon para el reo, ínterin la accion de los tribunales proseguia su marcha con la rapidez propia de tan grave suceso, que tenia justamente estremecida la conciencia pública, llenando de dolor y amargura dos familias apreciables, la de la desgraciada victima y la de su ciego sacrificador.

    La sentencia de muerte fué confirmada.

    El 12 por la tarde, fué bajado el reo del castillo, y vuelto á conducir al primer piso de la torre de la Ciudadela, en donde á las seis y cuarto se le notificó el fallo del Supremo Tribunal.

    Oyó la lectura silenciosamente, y firmó luego con mano segura, tambien sin proferir palabra, la triste diligencia.

    Despues se lamentó, como siempre lo habia hecho, de la clase de suplicio que se le imponia, manifestándose pesaroso de no poder terminar sus dias de un modo mas conforme al noble ejercicio de las armas.

    Tan luego como se constituyó en capilla, admitió los ausilios espirituales de los párrocos castrenses, escusándose de recibir á otras personas y tambien á los hermanos de la Paz y la Caridad.

    Estos sin embargo, cumpliendo con los deberes de su benéfica institucion, permanecieron coustantemente junto á la torre, para poder acudir con mas oportunidad cuando se les necesitase.

    Precisamente se habia acordado que no salieran las campanillas á recorrer las calles de la ciudad pidiendo por el reo, y que no asistiese á la ejecucion la congregacion de la Sangre; pero si que se celebrasen las demás ceremonias religiosas, propias de tan tristes actos, corriendo los gastos de cuenta del infeliz Durana, y tambien la devota funcion religiosa que siempre acostumbra á celebrar en la iglesia del Pino la Real Cofradia de los Desamparados.

    El coronel pasó el dia 13 tranquilo y resignado con su suerte.

    Varias veces se reconcilió con los sacerdotes que le acompañaban, y se confesó.

    Las horas que le dejaban libres sus deberes religiosos, las empleaba escribiendo, otorgando testamento y conversando con diferentes personas.

    Tambien quiso que se le sacase el retrato al daguerrotipo, para legar este último recuerdo á su desconsolada madre.

    El reloj y lentes que á su instancia se le habian devuelto, quitándosele sin embargo á aquél el cristal, fusron legados á su hermano don Marcelino.

    Al piquete que debia escoltarle, dejó una onza, y varias monedas á otras personas.

    Para las siete de la tarde ordenó que se le trajese de la fonda la comida, y manifestó el deseo de tener á la mesa á varios amigos.

    Sin embargo, solo le acompañaron en ella los dos sacerdotes y el oficial de la guardia y capitan del 9 de Soria, don Ramon Figuerola.

    Con éste habló largo rato hasta las diez de la noche en que lo dijo que deseaba descansar. Animóle con algunas copas de Jerez, lo abrazó con efusion, y se dispuso para acostarse, prescribiendo al centinela que cuidara de cumplir con su deber.

    Entonces fué cuando, recatándose de los capellanes que no le habian dejado, quitó el lacre del pomo que encerraba el veneno, cubrióse el rostro, tragó el tósigo de muerte y se estiró en la cama encomendando su alma al Criador.

    A las cuatro de la madrugada del 14, en que debia tener lugar la ejecucion, levantóse uno de los párrocos para decir la misa.

    Durana parecia profundamente dormido.

    Acercóse el capellan á su cama.

    El coronel se agitó en aquel instante presa de una terrible convulsion.

    Su rostro estaba amoratado.

    —¡Este hombre se muere! gritó el capellan despavorido. Todos acudieron al lecho del moribundo.

    Aun habia tiempo para administrarle la Estremauncion.

    No parecia sino que esperaba aquella pobre alma este último ausilio para desprenderse del cuerpo y remontarse á las eternales regiones de lo infinito.

    Con la velocidad del rayo se dió aviso al auditor de guerra, al capitan general y á las demás personas á quienes importaba tener conocimiento del suceso.

    Llamóse tambien á algunos facultativos, que sangraron y suministraron á Durana ausilios ya ineficaces.

    Dos cartas se encontraron junto al cadáver.

    La una era sobre asuntos particulares, y en la otra, despues de varias protestas y reflexiones, decia que no se culpase á nadie de su muerte, pues que él mismo se la habia dado por medio de un veneno que desde mucho tiempo tenia prevenido, á fin de evitar la infamia del patibulo.

    Sin pérdida de momento se presentó el auditor con el tribunal para proceder á la formacion de las oportunas diligencias, dando las órdenes convenientes para que se llevase á efecto la ceremonia de la ejecucion de la sentencia.

    A la hora prefijada (las 8) estaba formado el cuadro en el glácis de la Ciudadela.

    A las ocho y cuarto empezó á salir para el lugar del suplicio el funebre acompañamiento.

    La sentencia iba á ejecutarse en un cadáver.

    Los restos del desgraciado Durana, cubiertos con la hopa negra, eran llevados en camilla destapada por cuatro presidarios.

    Estos mismos subieron el inerte cuerpo del coronel al funesto cadalso y sentáronlo sobre la fatal banqueta.

    El ejecutor cumplio en seguida con su triste ministerio.

    Un silencio aterrador reinó en el gran gentio que habia acudido á presenciar la ejecucion.

    Hasta el medio dia permanecio el cadáver espuesto á la pública espectacion. Despues de esta hora las hermanas de la Cofradia de te Virgen de los Desamparados le vistieron el escapulario, y colocándole en un coche fúnebre, le acompañaron al cementerio, seguidos de los facultativos que verificaron la autopsia.

    El infortunado coronel se» habia envenenado con cianuro mercúrico.

    Tal fué la suerte de un jóven de distinguida familia, que á la temprana edad de treinta años, acababa de alcanzar en el ejército el grado de coronel, habiendo adquirido por sus servicios varías cruces militares y desempeñado honrosos cargos.

    La pasion del amor le estravio como á tantos otros.

    Antes de morir pidio perdon á la familia agraviada, y á duras penas la obtuvo del ofendido esposo.

    No hay duda que seria mal correspondida esa pasion cuando á tal estremo arrebató á Durana el desvio de la noble dama de sus pensamientos. Por lo menos el desgraciado dejó siempre ileso el honor de la baronesa de Senelles.

    La continua persecucion con que a esta señora molestaba de mucho tiempo fué causa de que á instancias de la misma ó de su esposo se le desterrase á Lugo por el capitan general de Cataluña.

    Esta órden exaltando el resentimiento del coronel Durana, le condujo, probablemente, al asesinato y al patíbulo.