Las tropas de D. Juan II se apoderan de Monjuich por culpa (segun dice el dietario de la antigua diputacion) de aquells grans besties que lo tenien.
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Llega noticia de la canonización de Raimundo de Peñafort, el santo superyate
IVEVES a los diez de Mayo del presente año mil seys cientos y vno llego à las seis horas de la mañana a esta Ciudad de Barcelona vn criado del Duque de Sessa con despachos para la Magestad de nuestro Catholico Rey Don Phelipe III, el qual de passo dio vna carta de Monseñor Francisco Peña auditor de Rota para el P. Prior y Padres de este Convento de Santa Catalina Martyr de la orden de Predicadores, en que nos daua la tan desseada nueua de la Canonizacion de nuestro Padre San Ramon de Peñafort ya concluyda y celebrada por el Sumo Pontifice Clemente Octauo, leyose esta carta capitularmente a todos los religiosos que la escuchamos y rescibimos con lagrymas en los ojos, pregoneros de la alegria y consuelo interior. Del qual dimos luego claras muestras a toda la Ciudad, enarbolando vn estandarte en el chapitel de la Torre, en que estaua pintado el glorioso San Ramon passando la mar sobre la capa. Que como el Conuento esta casi situado en medio de la Ciudad y su Torre, allende de la belleza en la fabrica ochauada, es de las mas altas y vistosas de ella, el estandarte y la figura del Santo grandes y el repicar de las campanas desusado; todo esto en su modo fueron vozes que dieron la norabuena de la felice nueua al vulgo: que para el Virrey, Obispo, Conselleres, Diputados, Inquisidores y otros Señores de titulo que en la Ciudad se hallauan, ya mientras esso se ordenaua, fueron Religiosos como era razon de parte de todo el Conuento á darla. Y si la rescibieron todos grandes y pequeños con sumo contento y alegria, diganlo las obras…
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Alarma nocturna por las actividades de la armada «castellana»
No se descuidó la vigilancia de los consistorios, en medio de las fiestas, de los cuidados de la guerra que tanto amenazaba; y así para tener la gente diestra, se alistaron todos los moradores de Barcelona, hasta los ecclesiásticos y religiosos, dando á cada cofradía, iglesia y combento, en un papel, su puesto, obligación y señales para tomar las armas. Diéronlas á los que no las tenían, y con continuado exercicio procuraron tener disciplinados los ánimos para qualquier fragante. La gente sin oficio y vecinos á Barcelona la alistaron y agregaron á las compañías que pareció, y á toda se le señaló sus cavos y quanto era menester para el lance.
Corrían los mares las galeras de España y otras, para transportar la gente de una á otra parte, y ocasionaron no pocos recelos de que algún día no abordasen á tierra y ocasionasen algún daño. Aguardávase de día en día gente de Italia, y el día 3 de Noviembre de 1640, unas dos oras antes de cerrar la noche, señaló Monjuique armada de poniente, y bajó la guarda á dar aviso se descubrían alta mar muchas galeras y naves y que así se estubiese con cuidado.
Cerróse la noche, y empezó Monjuique á señalar muchos fuegos. La ci(uda)d, viendo esto, ó fuese por temor, ó por hacer prueva de los ánimos, dadas las siete de la noche, empezó la campana del relox á tocar arma y revato, y consecutivamente la Tomasa y demás campanas de las iglesias y combentos, y luego empezaron los atambores y trompetas á correr las calles, echando vandos pena de la vida que todo hombre estubiese á las armas y acudiese á sus puestos, y que las carretas y galeras de particulares acudiesen á la plaza de los Cabritos, para que de la sala de las armas se ministrasen municiones á donde sería menester prontamente. No se reconoció descuido ni pereza en persona alguna, porque las Compañías acudieron prontas á sus puestos. Los clérigos y frailes estavan en las lonjas y pórticos de sus iglesias y combentos, aguardando las órdenes, que ese era el que tenían; echóse fuera de la ciudad la compañía de cavallos de los mercaderes para correr la entrada, y subieron diez compañías á Monjuique, que entonces se fortificava.
Toda aquella noche se estubo en esta postura con las armas en la mano, hasta que con el día se vió no parecer ninguna vela en el mar y todos se retiraron á sus casas.
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Destrozado el ejército habsburgo en la Batalla de Montjuic
Avisos de 12 de Febrero de 1641.
Estando el Jueves pasado ya despedido el Señor Conde de Monterrey, y habiendo ya besado la mano á S. M., llegó una carta del Señor Condestable de Napoles, Virrey de Valencia, en que avisaba, como Don Pedro Santa Cecilia, General de los vergantines de Mallorca, le escribió con un barquero como el Señor Marques de los Velez habia tenido un mal suceso á vista de Barcelona. Con esto se suspendió la jornada y se turbaron los Ministros y la Corte: aguardaron á que llegase correo, que entró el Sabado, que confirmó la nueva en esta forma, refiriendo el suceso con puntualidad.
Que habiendo roto nuestro exercito á los enemigos en Martorrell, Villa del Señor Marques de los Velez, y de que se intitula Marques, y entrado el lugar con alguna pérdida de gente, y mucha resistencia, pasó adelante fiado en los viveres que esperaba por mar; y en la confusion que hallaría en Barcelona, viendo tan poderosa gente y victoriosa sobre ella. Llegó Sabado á 26 de Enero, dia de San Policarpo Papa y Martir. Convinieron á que se ganase á Monjuy, que es una eminencia elevada, desde donde se podria jugar la artillería y arrasar la Ciudad. Teníanla muy fortificada los enemigos: quedó resuelto se embarcase con todo el grueso: no se executó esta orden el día siguiente, sino que acometiesen siete tercios; y lo restante quedase abaxo de reten. Domingo, pues, marchó la caballería del cargo del Señor Don Alvaro de Quiñones, por el cuerno izquierdo; y la del Señor Duque de San Jorge por el derecho, yendo este Caballero con ánimo de mezclarse con la caballería del enemigo, y ocupar la puerta: cosa imposible y temeraria. Para esto hizo instancias con Don Alvaro, para que cerrase por aquella parte, y cogiesen en medio al enemigo, que estaba con su caballería al abrigo de la mosquetería de la muralla, y al reparo de una media luna que tenia delante de la puerta, y la artillería de la Ciudad. El Duque en fin embistió con su caballería, con todo denuedo y valentía; y al mismo tiempo la de Don Alvaro, pero con mas dicha y mas orden; porque el Duque como tan bizarro y. valiente se empeñó tanto, que le dieron dos mosquetazos, de que murió con lastima y pérdida general; y juntamente dos Capitanes de Corazas que le seguían Don Garcia de Cavanilas, y Don Fadrique Espatafora, sobrino del Señor Duque de Nochera. Hirieron al Comisario General Don Felipe Felinghon [Vellingen, Fellingham???], mataron su Teniente, algunos Caballeros y gente particular. Don Alvaro dispuso con mas cordura la gente de su cargo y caballería de las órdenes cerrando con el enemigo hasta el foso con mucho daño suyo; y luego se retiró, segun escriben, con la mas rara orden que se ha visto hasta hoy caballería, á tiempo. que los acrivillaban con artillería y mosquetería. La infantería que subió á ganar á Monjuy, ocupó con valor un trincheron, quiso abanzarse á parte que no pudieron sustentarla, y cejaron al trincheron mismo. El enemigo cobró ánimo con esto y con llegar su socorro; con que los nuestros desalentaron y perdieron lo ganado, y gente considerable: cerró la noche y se retiraron abaxo. Los Cabos que gobernaban estos Puertos eran Franceses, y muy soldados. Aquella noche hicieron nuevos reparos; cargó mucha gente, con que imposibilitaron el volver á embestirle, por estar nuestro exercito cansado, y sin haber comido en dos dias,con que se determinó por no arriesgarle todo retirarse á Tarragona. Murieron dos sobrinos del Señor Marques de los Velez, y el Señor Conde de Tiron [Tyrone], Maestre de Campo de Irlandeses, del Orden de Calatrava, Gentil-Hombre dé la Cámara del Rey [Shane O’Neill]; descendientes de los Reyes de Irlanda, y despues del Señor Conde de Tirconel [Tyrconnell], el succesor de aquella Corona. Murió tambien el Sargento mayor Don Diego de Cárdenas y Luzón.
En quanto á las disposiciones del enemigo, se dice que tienen á Barcelona muy pertrechada de todo lo necesario, para esperar un largo sitio, y gente para hacerse con otro mayor exercito. Y que si Mos de Espinan no les hubiera faltado (que dicen cumplió su palabra), con mucha infantería y caballería en Martorrell deshicieran el exercito del Rey. Añaden que todo el campo de Tarragona, menos la Ciudad, ha vuelto á tomar las armas, con pretexto de malos tratamientos que han hecho los soldados, aun en los lugares entregados sin resistencia. Dicen que el número es de ocho mil hombres, acaudillados de Don Josef Margarit, primo de Don Anton Armengol, Baron de Rocaforte, á quien ahorcaron en Cambriles, y de un hermano suyo, Monge Bernardo, y otros deudos y Cabos, que han ido por los mismos pasos del Señor Marques de los Velez, con ánimo de cortarle. Otrosí dicen que los Catalanes, deshauciados de clemencia y piedad, han dado la proteccion al Rey de Francia, y jurado por Conde al Delfin su hijo, y para esto, que ha entrado en Barcelona el Duque de Halwin [Halluin], con infantería y caballería: y que el Arzobispo de Burdeos corre el mar con buena armada, habiendo dexado otro golpe hacia Cantabria. Tambien se dice que el de Halwin ha preso á Mos de Espinan, por achacarle ha usado infidelidad con los Catalanes; y que él se disculpa, con que se vió oprimido en Tarragona con poca gente, para oponerse á un exercito tan pujante; y que asi pactó de volverse á Francia. Culpante estos otros de que se ha dexado sobornar y ha sido infiel al empeño en que se habia puesto por parte de su Rey, cosa que puede creerse siendo Francés. Hablase demás de esto en que la Villa de Perpiñan, la fuerza y guarnicion, se ha entregado á los naturales, opresos de la hambre, no se sabe con que certeza; pero si es asi viene á ser un mal golpe para las armas de S. M. Algo debe de haber, pues han llevado á la cárcel pública de esta Corte, á los Síndicos del Principado, y á Don Juan Grao de Monfal con su Agente.
[…]
Corre aquí voz de que los Catalanes han dado saco al gran Santuario de nuestra Señora de Monserrat, y muerto á puñaladas á su Abad. Y si esto es asi, no hay duda que tendremos en nuestro favor á Dios: pues enemigo que tanto le enoja, por nosotros hace: estimase el robo en casi un millon.
[…]
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Los burgueses y catalanes se preparan para defender la ciudad, los ingleses y holandeses el castillo de Montjuic
Some Paris letters advise from Spain, that the French and Spaniards have past the river Segar, in order to form the seige of Barcelona, tho with great losse.
The Dutch letters by way of Italy say they were twice repulsed, and that the allies did not doubt but to hinder their passing it till recruits came.
That the English and Dutch in Barcelona have undertaken to defend Fort Monjoui, and the burghers and Catalans the town.
That the priests and monks there are the feircest enemy the French have, and daily mount the guards.
That engineer Lapara, who is to command that seige, promises to reduce it in 12 dayes after the opening the trenches.
Letters from the Hague mention that monsieur Alegree, a French prisoner there, had produced letters of credence from monsieur Torcy, the French secretary, to make overtures for a peace; but he was told they would see this campagne first over, before they would hearken to any such proposalls.
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Felipe V llega por sorpresa y pone sitio a Barcelona y Montjuic
Le roi d’Espagne étoit parti à la fin de février dans le dessein de réduire le royaume de Valence ; mais sur les ordres du roi, pour ne différer pas le siège de Barcelone, il changea sa marche et arriva le 3 devant Barcelone, où il trouva Legal arrivé de la veille avec toutes les troupes françaises, et tous nos bâtiments qui débarquoient tout ce qu’il falloit pour le siège ; d’autres bâtiments portèrent toute la garnison de Girone dans Barcelone avec toutes sortes de rafraîchissements, où plus de dix mille hommes animés de la présence de l’archiduc prirent les armes et se joignirent à la garnison. La tranchée fut ouverte la nuit du 5 au 6, par le marquis d’Ayetone, mais le canon ne tira que le 12, encore fort faiblement. Le duc de Noailles, qui devoit y servir de maréchal de camp, tomba malade de la petite vérole qui fut très heureuse, et qui acheva de le guérir de tous ses maux. Laparat, ingénieur principal, et le chef des autres depuis l’élévation de Vauban au bâton, étoit chargé de ce siège, et y fut tué le 15 avril en allant reconnoître des ouvrages qu’il vouloit faire attaquer.
On prétendit qu’on fit une grande faute d’avoir attaqué par le mont Joui ; que cette fortification séparée de celle de la ville seroit tombée avec la ville, au lieu que sa prise n’influoit point sur celle de la place. Quoi qu’il en soit, ce mont Joui dura le double de ce qu’on avoit cru, consuma beaucoup de nos munitions et coûta bien d’honnêtes gens, et Laparat même, qui y fut tué et qui fut mal remplacé. Les troupes qui faisoient le siège étoient peu nombreuses ; leur fatigue étoit continuelle ; il n’y avoit de repos que de trois nuits l’une, et fort souvent beaucoup moins. Les petits combats y étoient continuels avec les miquelets qui troubloient les convois, et qui assiégeoient tellement les assiégeants qu’il n’y avoit pas de sûreté à cent pas du camp, qui étoit exposé à des alarmes continuelles. Nuls rafraîchissements de France ni d’Espagne, tout à l’étroit pour tout. Les sorties étoient très fortes. Les habitants y secondoient la garnison, les moines étoient armés, et combattoient comme contre des Turcs et des hérétiques. Pendant ces sorties, le camp étoit attaqué par dehors, et c’étoit tout ce que les assiégeants pouvoient faire que de soutenir ces doubles attaques à la fois, par la vigueur des assiégés et le nombre et l’importunité des miquelets.
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Asesinado el conceller en cap en el campanario de la catedral por querer impedir un asalto popular contra los sitiadores borbónicos; el papel de las mujeres aquel día
En est dia, á lo que debian ser tocadas las 7 del matí, alguns fills de perdició e instigats del sperit maligne, continuant son depravat obrar, y procurant commourer lo poble, y abent trobat lo Excm. senyor Conceller VI en la riera de sant Juan, lo feren seguir en la present Casa fent que prengués lo Estandart ó Pendó de santa Eularia, y quel pujás á Monjuich, com en efecte, per evitar tots disturbis, dit senyor Conseller prengué dit Estandart, lo qual per dita gent alterada se li entregá, y habentse feta la mateixa acció en la Casa de la Diputació, feren seguir un Consistorial ab lo Estandart ó Pendó dit de sant Jordi, y los conduhiren á Monjuich, y arribats allí, quedantse dit Pendó de sant Jordi, se quedá al mitx del camí de las líneas de comunicació, y lo de santa Eularia fonch enarbolat y posat en la muralla de la fortaleza ahont estigué fins á la tarde, que com millor se pogué se escondí ab lo pretext de serse troncada la asta de aquell, y amagadament sen baixá dit senyor Conceller junt ab dit Estandart, tornant aquella en la present Casa, habent precehit que estant dit Estandart enarbolat en dita fortaleza, se doná per los naturals que anaben ab dit Estandart, se envestí á cos descubert al enemich, en la qual envestida foren moris y nafrats molts de una y altre part.
E aprés de haber succehit axó, á lo que debian ser cerca de las 9 se ohí tocar á rebato en la Catedral y altres parts, lo que ohit per lo Excm. Consistorí, desitjant y procurant la major quietut, se resolgué lo fer cessar lo tocar ditas Campanas, se feren varias y diferents diligencias, y ohint que no obstant aquellas, la Campana de las horas y lo Thomas continuaban en tocar, lo Excm. senyor Conceller en Cap, associat de 4 Caballers y Ciutadans, sen aná de la present Casa á la Catedral, y puja en lo campanar, ahont se tocan las campanas, y al que fonch al cap de munt de la escala ó caragol, trobá alguns minyons que tocaban dit Thomas, y habentlos ne fet deixar, aparegueren alguns fills de perdició, qui instigats del esperit maligno, ab grans crits digueren que la Campana habia de tocar, y replicant dit senyor Conceller en Cap dient, no habia de tocar tant per ser orde de S. M. com per convenir á la quietut pública, no duptá un de dits fills de perdició poch tement á Deu, tirar y disparar un tir de pistola á dit Conceller en Cap, del qual restá ferit en lo bras dret passantli á la mamella, de la cual ferida en breu temps morí, cujus anima requiescat in pace. Amen. (Dietario de la ciudad).
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Cae Montjuic a los borbónicos, muriendo su ingeniero en jefe
Tessé envoya son fils porter la nouvelle que les ennemis avoient le 25 avril abandonné le mont Joui, lequel en fut fait maréchal de camp. La garnison sortit ensemble en plein jour, et entra dans Barcelone sans presque aucune perte.
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Las tropas aliadas entran en la ciudad, supuestamente desembarcando en barcas de pescadores
Le soir même du jour que le roi avoit appris à son réveil la cruelle nouvelle de la bataille de Ramillies, M. le comte de Toulouse arriva à Versailles, et fut trouver le roi chez Mme de Maintenon, où il demeura fort longtemps avec lui, ayant laissé le maréchal de Cœuvres pour quelques jours encore à Toulon. Il s’étoit tenu mouillé devant Barcelone jusqu’au 8 mai. Les frégates d’avis qu’il avoit envoyées aux nouvelles de la flotte ennemie lui rapportèrent qu’elle approchoit, forte au moins de quarante-cinq vaisseaux de guerre. Notre amiral, grâce aux bons soins de Pontchartrain, n’en avoit pas une bastante pour les attendre. Lui et le maréchal de Coeuvres eurent, avant partir, une longue conférence avec le maréchal de Tessé et Puységur, et tout au soir levèrent les ancres. Ils rentrèrent le 11 mai à Toulon.
Le départ de notre flotte et l’arrivée de celle des ennemis à Barcelone y changea fort la face de toutes les choses. Les assiégés reprirent une vigueur nouvelle, les assiégeants rencontrèrent toutes sortes de nouveaux obstacles. Tessé, voyant l’impossibilité de continuer le siège et toute la difficulté de la retraite en le levant, persuada au roi d’Espagne de faire entrer le duc de Noailles dans toutes les délibérations qu’il avoit à prendre là-dessus. Noailles étoit tout nouveau maréchal de camp. Il n’avoit jamais fait quatre campagnes ; sa longue maladie l’avoit retenu les étés à la cour, et la petite vérole dont il avoit été attaqué en arrivant devant Barcelone, et de laquelle il ne faisoit que sortir, l’avoit empêché de servir de maréchal de camp à ce siège, et assez longtemps même de savoir ce qu’il s’y passoit, mais il étoit neveu de Mme de Maintenon, et comme tel bon garant pour Tessé. Tous les embarras où l’on étoit furent donc discutés en sa présence. Il se trouva que les ingénieurs étoient si lents et si ignorants, qu’il n’y avoit aucun fond à faire sur eux, et que par la vénalité que le roi avoit mise dans l’artillerie depuis quelque temps, comme je l’ai dit en son lieu, non seulement ces officiers vénaux n’y entendoient rien du tout, mais avoient perdu sans cesse en ce siège, et perdoient encore tout leur temps à remuer inutilement leur artillerie, et à placer mal leurs batteries, pour se mettre dans la nécessité de les changer, parce que de ces mouvements de canon résultoit un droit pécuniaire qu’ils étoient bien aises de multiplier. L’armée assiégée par dehors, et depuis longtemps uniquement nourrie par la mer, n’avoit plus cette ressource depuis la retraite de notre flotte et l’arrivée de celle des Anglois, et nulle autre d’ailleurs pour la subsistance journalière. Toutes ces raisons persuadèrent enfin le roi d’Espagne de la nécessité de lever le siège, quelque résistance qu’il y eût apportée jusqu’alors.
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El ejército del Rey Sol huye de Barcelona bajo un eclipse solar tremendo, pactando con los migueletes en el camino
Après cela il fallut délibérer de la manière de l’exécuter et du lieu où l’armée se tourneroit. On convint encore qu’il n’y avoit nul moyen de se retirer par la Catalogne, pleine de révoltés qui tenoient la campagne, soutenus de tous ceux du royaume de Valence qui tenoient les places, et à travers cette cruelle multitude de miquelets qui les assiégeoient. Il fut donc résolu qu’on prendroit le chemin de la frontière de France, et que là, on délibéreroit de nouveau, quand on seroit en sûreté vers le Roussillon, de ce qu’on deviendroit.
On leva donc le siège la nuit du 10 au 11 mai, après quatorze jours de tranchée ouverte, et on abandonna cent pièces d’artillerie, cent cinquante milliers de poudre, trente mille sacs de farine, vingt mille de sevade[1], quinze mille de grain, et un grand nombre de bombes, de boulets et d’outils. L’armée fut huit jours durant harcelée par les miquelets en queue et en flanc de montagne en montagne. Le duc de Noailles, dont l’équipage avoit été constamment respecté par eux pendant le siège et dans cette retraite, parce qu’ils aimoient son père pour les avoir bien traités et avoir sauvé la vie à un de leurs principaux chefs, s’avisa de les appeler pour leur parler. À son nom, les principaux descendirent des montagnes et vinrent à lui. Il en obtint qu’ils n’inquiéteroient plus l’armée, qu’ils ne tireroient plus sur les troupes, à condition qu’on ne les brûleroit point. Cela fut exécuté fidèlement de part et d’autre, et de ce moment l’armée acheva sa marche en tranquillité, qui fut encore de trois jours, où elle auroit beaucoup souffert de ces cruelles guêpes.
L’armée n’en pouvoit plus ; elle perdit presque tous ses traîneurs et tous les maraudeurs dans cette retraite, en sorte qu’avec le siège il en coûta bien quatre mille hommes. Sa volonté néanmoins fut toujours si grande, que, malgré tant d’obstacles, elle auroit pris Barcelone, sans ceux de notre artillerie et de nos ingénieurs.
Arrivés à la tour de Montgris, il fut question de ce que deviendroit le roi d’Espagne. Quelques-uns vouloient qu’il attendît en France le dénouement d’une si fâcheuse affaire, et d’autres que, se trouvant dans cette nécessité, il poussât jusqu’à Versailles. Le duc de Noailles, à ce qu’il m’a dit, et que je ne garantis pas, ouvrit un avis tout contraire, et qui fut le salut du roi d’Espagne : il soutint que cette retraite en France, ou ce voyage à la cour perdroit un temps précieux, et seroit sinistrement interprété ; que les ennemis des deux couronnes le prendroient pour une abdication, et ce qui en Espagne restoit affectionné, pour un manque de courage et pour un abandon d’eux et de soi-même : que, quelque peu de suite, de moyens, de ressources qu’il restât au roi d’Espagne, il devoit percer par les montagnes du pays de Foix droit à Fontarabie, de là joindre à tous risques la reine et son parti, se présenter à ses peuples, tenter cette voie unique pour réchauffer leur courage, leur fidélité, leur zèle, faire des troupes de tout, pénétrer en Espagne, et jusque dans Madrid, sans quoi il n’y avoit plus d’espérance par les efforts que les ennemis alloient faire pour s’établir par toute l’Espagne et dans la capitale même.
La résolution en fut heureusement prise. L’armée s’arrêta en Roussillon ; et tandis que le roi d’Espagne s’en alla à Toulouse et par le pays de Foix gagner Pau, puis Fontarabie, avec deux régiments de dragons pour son escorte, quelques grands d’Espagne qu’il avoit avec lui, et le duc de Noailles qui voulut l’accompagner jusqu’à Fontarabie, le marquis de Brancas fut dépêché au roi pour lui rendre compte de tout, recevoir ses ordres, et les porter à Pau au roi d’Espagne. Brancas arriva le 28 mai à Versailles, sur le soir, et vit en arrivant le roi chez Mme de Maintenon, où Chamillart le mena.
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Luis XV de Francia y los franceses están en Cataluña
This days Dutch post sayes, duke de Noailles invested Gironne the 16th, and had sent a detachment towards Barcelona and the Segra.
From the Hague, that they were in great fear for Catalonia, there being little or no garison in Barcelona, and but a small one in fort Montjuich; that the duke of Anjou intends to offer that city an amnesty, and all privileges they can reasonably desire, in order to march with all his forces against Portugal.
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Berwick: la toma de Barcelona
Voici une lettre de M. le maréchal de Berwick du 14, qui nous instruira encore mieux que ce que nous avons appris:
«Toutes les brèches étant en état, et les débouchés faits tant dans le chemin couvert que dans le fossé, l’on donna, le 11, l’assaut général, au petit point du jour. M. de Dillon étoit lieutenant général de tranchée, et M. de Cilly, étant celui qui le devoit relever, s’y trouva aussi avec la nouvelle tranchée. L’attaque s’est faite par trente et un bataillons et trente-huit compagnies de grenadiers, soutenus de dix bataillons et autant de compagnies de grenadiers commandés par MM. de la Vere et de Guerchy, lieutenants généraux. Outre cela M. de Châteaufort, commandant les dragons, étoit détaché avec six cents dragons pour attaquer la redoute qui étoit à gauche à notre égard du bastion du levant; M. d’Armendaris, brigadier de cavalerie, soutenoit les dragons le long de la mer avec trois cents chevaux.
«L’attaque se fit en même temps de partout et réussit parfaitement. Les grenadiers et les bataillons s’étendirent d’abord le long du rempart, et ensuite attaquèrent de toutes parts les retranchements que les ennemis avoient fait faire derrière tout le front de l’attaque. Les ennemis furent pareillement chassés des retranchements; l’on s’empara aussi de beaucoup de maisons et de quelques places encore plus en avant. Les ennemis revinrent par plusieurs endroits à la charge, mais nos gens se maintinrent partout hors ceux qui, sans ordre s’étoient étendus sur le rempart jusqu’à la gorge du bastion de Saint Pierre, d’où ils furent obligés de revenir à cause du feu épouvantable qui sortoit des couvents et des maisons retranchées. Nos gens voulurent retourner par cinq ou six fois, mais il n’y eut pas moyen de s’y loger, et la perte y fut très-considérable. L’on travailla à faire une coupure sur le rempart auprès du bastion du midi, afin de faire de nouvelles dispositions, et, par le moyen des maisons, se porter en avantjusqu’à la Rembla [Rambla]. Le feu dura avec grande véhémence jusque sur les quatre heures après midi que les ennemis firent rappeler. Les députés sortirent et après quelques allées et venues; le lendemain 12 au matin, ils revinrent implorer la clémence de S. M. C. On leur a accordé la vie et promis de ne point permettre de pillage. Toutes les troupes réglées de la garnison se sont rendues à discrétion, toutefois la vie sauve. Les bourgeois doivent retourner dans leurs maisons de la ville et remettre leurs armes; outre cela, la ville a envoyé ordre à Cardonne de se rendre, et le même jour, 12, on prit possession du Mont-Jouy.
«J’oubliois de dire qu’après que la redoute fut prise, les dragons gagnèrent au plustôt la tête de l’attaque et se joignirent aux grenadiers; la cavalerie moula pareillement par les brèche dedans la ville. Nous avons perdu dans cette action au moins quinze cents hommes de tués ou de blessés, et les ennemis autant; il y eut plusieurs fougasses et mines qui nous firent beaucoup de mal, et qui dans quelques endroits ébranlèrent nos troupes.
«Barcelone a tenu soixante et un jours de tranchée ouverte, mais aussi on n’a guère vu une plus grande opiniâtreté que celle de sa garnison et de ses habitants.»
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Capitulación a Berwick
Don Jacobo Fitz-James, Duque de Fitz-James, Duque de Berwick, de Llíria y de Xérica, Par i Mariscal de Francia, Grande de España, Caballero de las órdenes de la Jarretiera y del Toisón de Oro, Gobernador y Teniente General de la provincia del Alto y Bajo Limosín, Plenipotenciario y Generalísimo del Ejército de las Dos Coronas en Cataluña.
Aunque han llegado muy tarde los de Barcelona a pedir la clemencia del rey, todavía el excelentísimo señor mariscal duque de Berwick tiene tanta benignidad que no quiere usar del rigor de la guerra, y con este motivo de conservar y no destruir los vasallos de S.M. se ha servido conceder por gracia la vida a todos los naturales, habitantes, moradores y demás personas que de presente se hallan en Barcelona.
Concede que no se saqueará la ciudad y que cada uno podrá vivir en su casa como antes, sin que por lo pasado se le haga ningún proceso de lo que ha hecho contra el rey, quedando cada uno en posesión de todos los bienes que gozaba.
En cuanto a las tropas regladas que hay dentro de la plaza, serán [ ] a discreción, conforme a las costumbres de la guerra en semejantes casos, pero se les concede la vida, sus equipajes y, por gracia particular, libertad en la forma que se ha ofrecido.
Todas las tropas y gentes de armas se retirarán mañana, día 13, al amanecer, dentro de la Rambla, y luego que lo hayan hecho enviarán al marqués Guerchy para que envíe guardias a todas las puertas de la Rambla, para impedir que ningún soldado del ejército pueda entrar, y para que también se envíen guardias a iglesias y conventos.
Hoy a las 6 de la tarde se entregará Montjuïc, donde las tropas que entrarán pondrán guardias en los parajes que se pidiere por conservar a los dueños la ropa y demás cosas que puede haber allí en Montjuïc.
Luego al instante se entregará el muelle.
Todas las armas de los soldados arreglados y demás tropas que están en la ciudad se pondrán en el Palacio y se quedará un oficial, el que irá de parte del general Guerchy a encargarse de ellas.
Darán el estado de todos los almacenes y de los caballos y de los soldados de a caballo.
Enviarán orden al Comandante de Cardona para que entregue su castillo.
Campo delante de Barcelona, a 12 de septiembre de 1714.
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Herido el científico Méchain inspeccionando una máquina de su colega Salvá, que hace de caballo
Un médecin célèbre, dont il avoit fait la connoissance à Barcelone, le pressoit depuis quelque temps de venir voir une machine hydraulique nouvellement établie dans une campagne voisine [San Andrés de Palomar]. Méchain avoit toujors différé, tant qu’avoient duré les observations astronomiques; mais au moment de retourner en France il ne put refuser cette satisfaction aux instances de son ami. Leur arrivée n’ayant point été prévue, ils ne trouvèrent pas les chevaux qui faisoient ordinairement le service de la machine. Le docteur, aidé de son domestique, se crut assez fort pour la faire jouer. Méchain, placé dans un endroit un peu élevé auprès du réservoir, admiroit la quantité d’eau qu’il voyoit affluer: tout à coup il entend des cris perçans, et en se retournant il aperçoit le docteur et son domestique entrainés par la machine que leurs premiers efforts ont pu mettre en mouvement, mais qui les maîtrise à son tour; il se précipite pour les secourir, et à l’instant la barre qui les a renversés leur échappe des mains, vient le frapper lui-même, et le lance contre un mur au pied duquel il tombe sans connoissance et baigné dans son sang. Le docteur tout froissé se relève et court à son ami qu’il croit mort, et qui reste plusieurs heures sans donner le moindre signe de vie. Enfin, à force de soins, on parvient à lui ranimer le pouls. On le transporte à la ville [Barcelona], où il arrive au milieu de la nuit; mais comme on n’a nul espoir de le rappeler à la vie, on remet au matin la visite de ses blessures. Le jour venu, en lui trouve le côté droit cruellement froissé, plusieurs côtes enfoncées, la clavicule démise et brisée. On le panse, un peu tard peut-être; rien ne lui rend la connoissance: il la recouvre enfin au bout de trois jours, et ne sent son existence que par une fièvre ardente, des douleurs de tête insupportables, et les regrets plus cuisans encore de voir passer dans l’inaction le temps le plus précieux de l’année, celui dont il se disposoit à faire un si bon usage, lui qui dans les premiers jours de son arrivée a Barcelone, ayant aperçu une comète nouvelle [C/1793 A1], s’excusoit, pour ainsi dire, d’avoir donné quelques instans à des observations pour lesquelles il n’étoit point envoyé. «Ce n’est pas ma faute,» nous disoit-il en faisant part de sa découverte à l’Academie des sciences, «je ne la cherchois pas.»
Deus mois entiers il fut condamné à l’immobilité la plus absolue. L’impatience trop légitime que le dévoroit retarda sans doute sa guérison. Son accident étoit arrivé dans les premiers jours du printemps; aux environs du solstice [1793 Jun 21 Fri at 01:19:45] il ne pouvoit encore se servir du bras droit. Les médecins et les chirurgiens les plus habiles de Barcelone croyoient que jamais il ne pourroit en recouvrer l’usage. Six mois auparavant il avoit observé le solstice d’hiver: celui d’été devoit lui donner une connoissance plus complète de l’obliquité de l’ecliptique. Il voulut au moins ensayer ce qu’il pourroit faire avec un seul bras. Il se faisoit placer auprès du cercle: son adjoint préparoit l’observation; Méchain ne se réservoit que le soin de donner à la lunette les mouvemens qui devoient placer le bord du soleil sur le fil. Pour apprécier les efforts que lui coûtoient ces observations dans l’état de gène et de souffrance où il se trouvoit, il faut avoir fait de pareilles observations, connoître la position de l’observateur, obligé de se courber pour apercevoir l’astre à la hauteur solsticiale, et songer qu’à la latitude de Barcelone le soleil est encore de 8 degrés plus élevé que nous l’avons à Paris. Cet essai convainquit Méchain qu’il n’étoit pas en état de reprendre la mesure de la méridienne. On lui conseilla les eaux et les douches de Caldas; cependant elles ne lui rendirent pas le libre usage du bras droit. Il apprenoit à s’en passer, et ce qu’il regretoit le plus, c’étoient six mois perdus dans l’inaction. S’il parloit de son accident, il ne le considéroit que sous ce point de vue; mais il n’aimoit pas à en parler, soit qu’il le regardât comme l’effet d’une complaisance qu’il n’auroit pas dù se permettre quand tout son temps appartenoit à la mission dont il étoit chargé, soit aussi (car ce scrupule peut paroître incroyable, quoique parfaitement dans le caractère de Méchain), soit, dis-je, qu’il voulût ménager le docteur, à qui il n’en resta pas moins sincérement attaché depuis. S’il se permet dans une de ses lettres ces mots dans lesquels on pourroit voir un reproche: «Sans lui ce malheur ne fût point arrivé», il ajoute aussitôt: «mais sans sa présence je n’existerois plus.»
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Montjuic, con vistas de Barcelona y el Llobregat, la fundición de cañones, el tribunal de comercio
The fortress of Monjoich, which lies to the south of the city, is remarkably strong, particularly on the side towards Valentia; but it is believed that the principal object of the government in building it, was to keep the free spirit of the Catalans in subjection, by commanding the chief town of the principality: it would require three thousand men to defend it against an enemy. The view of the city from the walls of the fortress is very complete. I cannot by any means allow that it contains a hundred and fifty thousand inhabitants; two-thirds of that number accords better with its general appearance, and even then perhaps the amount would be over-rated. There is nothing of magnificence in this prospect; any one who can imagine a pretty white town with a few ugly steeples rising out of it, backed by a range of hills which are sprinkled over with little pleasure-houses, will have an accurate idea of the general view of Barcelona. The prospect from Monjoich towards the south, is a fine plain, rich beyond description, through which the Llobregat flows into the sea, which it discolours to a great distance.
This plain is terminated by hills; and through an opening of these Montserrat is plainly discovered. The west side of the fortress is bounded by the sea, which washes the foot of the precipice on which it stands. In descending Monjoich, while we were meditating on its name, we observed a stone by the road-side, which had the remains of an Hebrew inscription; but I could neither learn its history, nor that of the mountain. At the inn we found the master of the mules; with whom we agreed for two good beasts and an attendant, to carry us to Montserrat on the following day. We are to pay four dollars for going, and the same for returning, for two mules; and three dollars a day for the time we choose to remain there.
The cannon-foundry at Barcelona is a magnificent establishment; and as the workmen are kept constantly in employ, the store of artillery must be immense. An officer of the engineers shewed us the furnace with the brass prepared which is to be melted tomorrow: and afterwards carried us into the workshop, where the operations of boring, scraping, polishing, and ornamenting the cannon, were going on with great alacrity. Another officer conducted us to the magazine of fire arms, sufficient for a 150,000 men; all are well kept, and shutters are making to preserve them still more carefully. We were next shewn the department where gun-carriages, artillery-carts, &c. are manufactured: a considerable number of persons were preparing wood and iron for these purposes. This superb cannon-foundry is inferior only to that of Seville. When the king was here, several cannon were cast in his presence. We observed in the principal workshop an image of the Virgin, placed in a conspicuous station, with candles before her; and the common prints of St. Francis and St. Anthony pasted upon almost every part of the walls of the manufactory.
The palace of the Tribunal of Commerce has precisely the appearance of an English town-hall, or sessions-house of the last century: the architecture, consisting of a front of four half-columns, and a pediment with the royal arms, is regular and neat, but perfectly insipid; it is the chief building in Barcelona. In its court are placed statues of Neptune, and the four quarters of the world, which are greatly admired in this city: the first is awkward in the design, and indifferently executed; the others are a most ludicrous confirmation of what we heard yesterday, that no women are suffered to be studied as models in the academy of Barcelona.
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Alegria y peleas al firmarse la retirada francesa
[Firmado Habert, general de división y gobernador de Barcelona, y Debains, coronel jefe de estado mayor. Orden del día 26/4/1814:] A consecuencia del armisticio arriba expresado, todas las hostilidades cesarán desde hoy 26 de abril, entre las tropas que componen la guarnicion de Barcelona y de sus fuertes, y las tropas españolas ó inglesas que forman su bloqueo.
A la noticia de tan interesante nueva suspendiéronse los trabajos, abrazáronse unos a unos á otros los habitantes de Barcelona, dando gritos de «¡viva España! ¡viva la paz!» y colmóse de vitores y obsequios á algunos militares españoles que se introdujeron en la ciudad. Tan súbito contacto entre individuos de uno y otro ejército, enemigos encarnizados pocos dias antes, debia producir lamentables consecuencias. Asi fué que á las pocas horas, un lance desagradable ocurrido entre oficiales franceses y españoles en un café, obligó á Habert á providenciar severamente que volviesen á su campamento acto continuo, y aun á alguno, para facilitar el mas cumplimiento de la órden, se le puso el caballo y el equipaje fuera del recinto. Los operarios que por cuenta del invasor trabajan en las fortificaciones, fueron despedidos aquel dia. Retiráronse acuadrillados por el Born, cantando, bailando, y vociferando contra los afrancesados, á uno de los cuales, el comisario de policia Pi, persiguieron á golpes.
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Sale el ejército francés y entran elementos del hispano-británico, incluso el Héctor de San Andrés; linchamientos y detenciones de traidores como un cierto Pujol
El 27 verificóse el relevo de todas las guardias de la ciudad y fuertes, en medio de un viento cual no habia memoria de otro tan espantoso, acompañado de espesa lluvia. El dia antes llegó á Habert una órden de Luis XVIII, para que á las 48 horas se hallase ya camino de la frontera. A las cinco y media de la madrugada del 28 acabó de desfilar por la puerta de D. Cárlos el ejército francés, no entregando su gefe hasta última hora los badajos de las campanas: tanto les tenia acobardados el tañido de las mismas. Un cañonazo disparado del fuerte de D. Cárlos anunció que acababa de salir el último soldado de la tropa invasora, y al punto se hizo salva real en las demás fortalezas.
A las diez entró al frente de su brigada por la puerta Nueva el invicto Manso, yendo por el centro del paseo de S. Juan á guarnecer la Ciudadela, de la que era nombrado gobernador, y cuyo punto ocupaban ya desde las tres de la madrugada, en que entraron por la puerta del Socorro, algunas compañias de su mando. El pueblo le acompañó en triunfo, gritando con el mayor entusiasmo: «¡Viva D. José Manso!» Inútilmente se esforzaba el héroe catalan en suplicar que no se diesen mas vivas que á España y á Fernando: su nombre era tan grato como éstos al arrebatado y numeroso gentio que le rodeaba. A la misma hora entraron por la puerta de Santa Madrona las divisiones de Sarsfield y Llauder. Este último nombrado gobernador de Monjuich, subió al castillo despues de revistada la columna en la muralla del Mar y Rambla, en donde arengó Sarsfield á la tropa concediendo perdon á los desertores que se presentasen.
Numerosas patrullas pasaron en seguida á prender á los que habian sido empleados de los enemigos. Adelantóse á ello el populacho, apedreando las casas de los afrancesados y á cuantos encontraba por las calles ó mal escondidos. Quiso guarecerse uno de ellos en una casa frente de la Aduana, donde protegiéndole un oficial español, fué conducido arrestado á la guardia de la puerta de Mar, en medio de afrontosos insultos. Sufriólos tambien en la Rambla D. Antonio Vago, tachado de amigo ó pariente de Godoy y ex-contador de ejército francés, el cual fué arrestado en el convento de la Trinidad. Capturóse tambien á un lego agustino, al verdugo y á dos paisanos, vulgarmente apellidada de los Jusepets, se presentaron de rejas á dentro, temerosos de mayor mal. Otros mas comprometidos habian intentado fugarse por mar, pero volviéndoles el huracan al puerto, acudió allá la multitud, y apelando á las piedras, descalabró á un ex-polizonte. Todavia fueron por la noche reducidos á prision los ex-adjuntos de la mereria D. José Pujol y D. N. Mercader, junto con los PP. Llosada y Malet. Posteriormente y en distintos puntos del principado, fuéronlo igualmente los intrusos canónigos Postius y Sopena, con otros varios.
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Stendhal: sufrimiento de los españoles bajo el proteccionismo catalán, real cleptocracia, autenticidad española, Real Academia, afrancesados, terror del Conde de España, teatro, relación arriero-mulas, religiosidad
[E]nfin, le lendemain vers midi nous avons aperçu la citadelle de Mont-Joui, qui domine Barcelone. A deux lieues de la ville, nous avons loué d’un jardinier une petite voiture à porter des legúmes; nous étions excédés de fatigue. C’est dans cet équipage que nous avons paru à la Rambla, joli boulevard situé au milieu de Barcelone. Là se trouve l’auberge de Cuatros Naciones …, où enfin nous avons trouvé un dîner [toda la comida en Mataró estaba estropeada por el uso de aceite rancio]: ce plaisir a été fort vif.
Après dîner nous nous sommes occupés du visa de nos passeports; je veux partir demain pour retourner en France. Mes compagnons, vifs et résolus, et partant assez aimables, mais dont les allures me sont fort suspectes, ne me semblent pas plus curieux que moi de faire un long séjour à Barcelone.
Au sortir de la police, qui nous a reçus avec un silence inquisitorial et de mauvais augure, nous sommes allés acheter des pâtés. J’ai acheté, d’un marchand italien, une bouteille d’huile de Lucques et un morceau de parmesan. Après quoi, délivré de tout souci, je me suit promené par la ville, jouissant du délicieux plaisir de voir ce que je n’avais jamais vu.
Barcelone est, à ce que l’on dit, la plus belle ville d’Espagne après Cadix; elle ressemble à Milan; mais, au lieu d’être située au milieu d’une plaine parfaitement plate, elle est adossée au Mont-Joui. On ne voit point la mer, de Barcelona; cette mer, qui ennoblit tout, est cachée par les fortifications qui sont au bout de la Rambla.
Je n’ose dire les réflexions politiques que j’ai faites pendant un séjour de vingt heures; et pourtant jamais je n’ai tant pensé.
Parmi les cinq ou six légions de la garde nationale de Barcelona, il en est une composée d’ouvriers qui fait peur à toutes les autres. Quand les carlistes approchent, on se réconcilie avec cette légion qui porte des blouses et que l’on suppose capabale de faire le coup de fusil. Quand on n’a plus peur des carlistes on cherche querelle aux gens à blouses et on les accuse de jacobinisme. La légion énergique dit, pour sa défense, qu’elle suit les principes du célèbre Volney, auteur des Ruines. Volney, Raynal, Diderot et les autres auteurs un peu emphatiques à la mode en France lors de la prise de la Bastille, sont les oracles de l’Espagne.
Il faut toutefois observer qu’à Barcelona on prêche la vertu la plus pure, l’utilité de tous, et qu’en même temps on veut avoir un privilége: contradiction plaisante.
Les Catalans me semblent absolument dans le cas de messieurs les maîtres de forges de France. Ces messieurs veulent des lois justes, à l’exception de la loi de douane, qui doit être faite à leur guise. Les Catalans demandent que chaque Espagnol qui fait usage de toile de coton paye quatre francs par an, parce qu’il y a au monde une Catalogne.
Il faut que l’Espagnol de Grenade, de Malaga ou de la Corogne n’achète pas les cotonnades anglaises, qui sont excellentes et qui coûtent un franc l’aune, par exemple, et se serve des cotonnades de Catalogne, fort inférieures, et qui coûtent trois francs l’aune. A cela près, ces gens-ci sont républicains au fond et grands admirateurs de Jean-Jacques Rousseau et du Contrat social; ils prétendent aimer ce qui est utile à tous et détestent les priviléges de la noblesse qu’ils n’ont pas, et qu’ils veulent continuer à jouir des priviléges du commerce, que leur turbulence avait extorqués jadis à la monarchie absolue. Les Catalans sont libéraux comme le poète Alfieri, qui était comte et détestait les rois, mais regardait comme sacrés les priviléges des comtes.
Nos fabricants de fer de la Champagne et du Berry ont au moins un raisonnement à leur service: si vous recevez les excellents fers de Suède, le fer sera pour rien et les Suédois pourront acheter les vins de France, mais nos usines tomberont. Tous les trente ans il y a dix ans de guerre. Alors vous ne pourrez plus recevoir les fers de Suéde, et que deviendrez-vous?
La Rambla m’a charmé; c’est un boulevard arrangé de façon que les promeneurs sont au milieu, entre deux lignes d’assez beaux arbres. Les voitures passent des deux côtés le long des maisons es sont séparées des arbres par deux petits murs de trois pieds de haut qui protégent les arbres.
On ne parle que d’intervention; je trouve peu digne de la fierté espagnole de demander toujours la charité. Qui nous a aidés en 1793 et 1794? Toute l’Europe nous faisait une guerre acharnée. Un grand homme, Pitt, avait juré la perte de la France. Aucun roi ne fait la guerre à l’Espagne, et surtout il n’y a plus de grands hommes.
En 1792, la France avait des hommes tels que Sieyès, Mirabeau et Danton. Ces deux derniers ont volé. Qu’importe? ils ont sauvé la patrie; ils ont faite ce qu’elle est. Sans eux nous serions peut-être comme la Pologne, et l’ordre régnerait à Paris (Allusion aux paroles prononcées à la Chambre des députés par le comte Sébastiani, ministre des affaires étrangères, à propos de la capitulation de Varsovie, qui avait eu lieu le 8 septembre 1831), de même qu’à Varsovie. L’Espagne serait heureuse d’avoir de tels hommes, dût-elle les payer deux millions chacun: ce n’est pas le quart de ce que ses rois ont volé chaque année.
Supposons un général qui, depuis sept ans, eût gouverné Alger avec talent; qu’importerait qu’il eût volé sept millions?
– Barcelone, le …. 1837 [sic].
J’ai une inclination naturelle pour la nation espagnole; c’est ce qui m’a amené ici.
Ces gens-là se battent depuis vingt-cinq ans pour obtenir une certaine chose qu’ils désirent. Ils ne se battent pas savamment; un dixième seulement de la nation se bat; mais, enfin, ce dixième se bat, non pour un salaire, mais pour obtenir un avantage moral. Chez les autres peuples, on voit des gens qui se battent pour obtenir des appointements ou des croix.
J’aime encore l’Espagnol parce qu’il est type; il n’est copie de personne. Ce sera le dernier type existant en Europe.
Tout ce qui est riche ou noble, en Italie, est une copie du grand seigneur français, tremblant toujours de ce qu’on dira de lui. Les grands seigneurs espagnols que nous avons entrevus à Paris ne sont pas copies. Chez eux je ne vois nullement le besoin d’être rassurés sur l’estime qu’ils se portent, et ils n’ont aucun souci de l’opinion des cent nigauds bien vêtus rassemblés chez l’ambassadeur voisin.
Que ne fait pas au contraire le grand seigneur allemand ou italien: 1º pour pénétrer dans le salon de l’ambassade voisine; 2º pour y faire effet? L’Espagnol y vient plutôt comme curieux, pour voir ces singeries, puisqu’il est à Paris.
Je brûlais d’aller voir le jardin de Valence. On me dit qu’il y a des moeurs singulières. Les artisans travaillent assis. Tous les samedis on peint en blanc l’intérieur des maisons avec de la chaux et les planchers en rouge.
On m’assure, ce qui est bien autrement difficile à croire, que les Espagnols commencent à ne plus tant respecter les moines.
Un mois après l’entrée des Français (1808), les moines prédirent que le jour de la Toussaint tous les Français seraient exterminés par le feu du ciel. Les bons Espagnols croyaient si fermement en cette prédiction, bien justifiée par tous les excès des Français, que lorsque, le jour de la Toussaint arrivé, elle ne s’accomplit pas, ils commencèrent à douter des moines.
Étranges voleries dont on me fait le récit authentique, un chef volait l’autre. Haute probité du maréchal Saint-Cyr, du maréchal Suchet. Étonnante, incroyable bravoure des Français au siége de Tarragone, à la prise du fort Olive par M. Duchamp.
La bataille de Vittoria n’a jamais existé, me disait ce soir le lieutenant-colonel P… On portait comme morts à cette bataille les hommes et les chevaux que quelques régiments se faisaient payer en sus de ce qui existait. Extrême incapacité du maréchal et du roi qui commandaient l’armée française à Vittoria. Ils ne défendirent pas le passage que jamais l’armée anglaise n’aurait osé forcer. Les troupes étaient affamées de rentrer en France; il eût fallu un caractère de fer, un autre maréchal Davoust pour les empêcher de quitter l’Espagne en courant. Tout cela m’a été raconté avec l’accent et l’enthousiasme de la vérité; mais je n’ai été témoin d’aucun de ces faits.
Cet Espagnol, qui garde un silence farouche depuis le commencement de la soirée, disait-on ce soir aux Cuatro Naciones, se repaît, dans l’intérieur de son âme, des chimères les plus ravissantes.
Remarquez bien ceci: ce n’est pas la réalité, c’est son imagination qui se charge de les lui fournir. Il résulte de là que, dans les moments de passion, la lorgnette du raisonnement est entièrement troublée; il ne peut plus apercevoir rien de ce qui exist réellement. Beaucoup d’Espagnols sont de bonne foi dans leur prétention de caste et de rang. Tel est évidemment pour moi don Eugenio (on prononce Eou-Kénio), le plus aimable de mes compagnons de voyage.
Il me dit que l’Académie de langue espagnole s’est appliquée constamment à rapprocher l’orthographe et la prononciation. L’Académie française a fait le contraire et en est toute fière. Pour moi, toutes les fois que je vois une femme faire des fautes d’orthographe, je trouve que c’est l’Académie qui est ridicule. Le meilleur administrateur que j’aie vu dans mon voyage, homme d’un esprit supérieur et profondément occupé du fond des choses, cherche souvent ses mots après avoir fini sa lettre. C’est qu’il pense aux choses plus qu’à la forme baroque. Que de temps perdu! L’usage s’est laissé guider par le pédantisme d’une société, dans le sein de laquelle les gens d’esprit, les Duclos, les Voltaire, n’ont pas la parole.
M. Sutto nous disait au souper des Cuatros Naciones:
– Hier, j’étais assis à côté de madame Alber (Anglaise); j’ai été obligé de changer de place, tant son langage était vulgaire; je n’ai pu surmonter mon dégoût.
– Ce qui nous déplaît le plus dans la ville oû nous sommes nés, dit M. Ipol, jeune philosophe, c’est ce langage vulgaire qui annonce des manières et des sentiments bas, et c’est précisément ce langage du peuple qui nous plaît le plus à l’étranger. Il est près de la nature, il est énergique, et la vulgarité que nous ne voyons pas ne peut nous empêcher d’être sensibles à ce premier mérite de toute langue poétique. A Barcelone, un arieros (muletier) m’enchante par son langage, sa personne me plaît; c’est un grand garçon, fort, vigoureux, rempli d’une énergie sauvage, dont la vue réjouit l’âme. A côté de lui, qu’est-ce qu’un grand d’Espagne? Un petit homme, haut de quatre pieds dix pouces, qui vous répète des articles de journaux sur les avantages d la liberté, se regarde attentivement dans toutes les glaces qu’il rencontre, et croit être un Parisien, parce qu’il est abonné au journal des modes. Eh! monsieur, avant tout, soyez Espagnol!
A Barcelone, le grand problème était de rentrer en France. Tout calcul fait, nous avons osé prendre une voiture attelée de mules. Mes sept compagnons m’ont l’air de gens qui émigrent. On émigrerait à moins. La vie, en Espagne, est fort désagréable, et cet état de choses peut fort bien durer vingt ou trente ans encore.
Plusieurs de mes compagnons ressemblent tout à fait à don Quichotte; c’est la même loyauté et la même absence de raison, dès qu’on arrive à certains articles. Les cordes qu’il ne faut pas toucher, c’est la religion out les priviléges de la noblesse. Ces messieurs me prouvent sans cesse, avec beaucoup d’esprit et une vivacité charmante, que les priviléges de la nobles sont utiles au peuple. Ce qui fait que je les aime, c’est qu’ils le croient.
L’un d’eux a eu une dispute avec les autres, parce qu’il m’a dit: «Le peuple espagnol, au fond, n’est enthousiaste ni du gouvernement des deux chambres, ni de don Carlos; je n’en veux pour preuve que la course de Gomez, qui, avec quatre pauvres mille hommes, a traversé toute l’Espagne, de Cadix à Vittoria. Si l’Espagne avait été libérale, Gomez eût été écrasé. Si l’Espagne eût aimé don Carlos, Gomez eût réuni cent mille hommes.»
Au moment de partir, nous allons prendre du chocolat dans la boutique d’un certain Piémontais, cachée dans une petite rue; je croyais presque qu’on me menait conspirer. Je me suis muni de vingt oeufs durs à l’auberge, j’ai du pain, du chocolat, etc.; en un mot, je ne serai pas réduit à dîner avec du pain trempé dans du vin qui contient un tiers d’eau-de-vie, ce qui fait mal à l’estomac.
Mes compagnons espagnols sont d’un esprit bien supérieur à ceux que j’avais en venant. Par exemple, j’ai donné à entendre fort poliment que parler politique trois heures par jour me semblait suffisant. Ces messieurs me parlent avec beaucoup de plaisir de leurs grands poëtes dramatiques, dont la plupart ont des noms gutturaux abominables à prononcer. Ils prétendent que c’est par une véritable bizarrerie que les étrangers n’ont distingué parmi tan d’hommes supérieurs que Calderón et Lope de Véga; ils me citent Alarcon et d’autres noms qui m’échappent; tous ces poëtes ont, selon moi, un grand mérite et un grand défaut.
Leur mérite, c’est que leurs pièces ne sont point une imitation plus ou moins élégante des chefs-d’oeuvre qui ont fait les délices d’un autre peuple. L’Espagne monarchique, obéissant à un honneur exagéré si l’on veut, mais tout puissant chez elle, faisant le bonheur ou le malheur de chaque homme, n’a point imité les tragédies par lesquelles Sophocle et Euripide cherchaient à plaire à la démocratie furibonde d’Athènes. Les pièces de fray Gabriel Tellès, par exemple, sont faites uniquement pour plaire aux Espagnols de son temps, et par conséquent peignent le goût et les manières de voir de ces Espagnols de l’an 1600. Voilà leur grand mérite.
Le principal défaut des pièces espagnoles, c’est que, à chaque instant, les personnages récitent une ode remplie d’esprit sur les sentiments qui les animent, et ne disent point les mots simples et sans esprit que me feraient croire qu’ils ont ces sentiments, et qui, surtout, les exciteraient chez moi.
Rapidité des mules espagnoles; elles ont chacune un nom: la Marquise, la Colonelle, etc. Le conducteur raisonne sans cesse avec elles: «Comment, Colonelle, tu te laisseras vaincre par la Marquise?» Il leur jette de petites pierres. Un jeune garçon, dont j’admire la légèreté, et qui s’appelle le Zagal, court à côté des mules pour accélérer leur marche; puis, quand elles ont pris le galop, il s’accroche à la voiture; ce manége est amusant. De temps en temps, ces mules donnent des coups de collier et galopent toutes ensemble; il faut ensuite s’arrêter cinq minutes, parce qu’il y a toujours quelque trait de cassé. Cette façon d’aller, propre aux peuples du Midi, est à la fois barbare et amusante; c’est le contraire des diligences anglaises, avec lesquelles j’ai fait cent quatre lieues en vingt-trois heures (de Lancastre à Londres).
On nous parle sans cesse des carlistes; il est bien vrai qu’ils étaient près d’ici il y a huit jours; mais il me semble que maintenant ils sont à plus de dix lieues, vers l’Èbre. A la moindre alarme, mes compagnons se mettent en prière; ils appartiennent pourtant, trois du moins, à la haute société. Un Français n’oserait jamais prier, même en croyant à l’efficacité de la prière, de peur qu’on ne se moquàt de lui. Ce qui me charme dans mes Espagnols, c’est l’absence complète de cette hypocrisie, qui n’abandonne jamais l’homme comme il faut de Paris. Les espagnols sont tout à leur sensation actuelle. De là folies qu’ils font par amour, et leur profond mépris pour la société française, basée sur des mariages conclus par des notaires.
Un Français voyageait dernièrement du côté de Valence; il était porteur de quatre-vingts onces d’or (l’once vaut en ce pays-ci quatre-vingt-deux francs). Ce Français était bien coupable; il avait, de plus, une chaîne d’or à sa montre et quelques bagues. Les autorités d’un village où il voulut passer la nuit l’ont fait accabler de coups de bâton; quand il n’a plus pu se défendre, on lui a enlevé la chaîne, les onces, les bagues, et on l’a jeté en prison.
Au bout de neuf jours, voyant qu’il ne mourait point, on l’a poussé hors de la prison, et il a été obligé de mendier pour arriver jusqu’a Valence.
Le consul de France a été indigné; il s’est hâté d’écrire à son ambassadeur, lequel a écrit au gouvernement de la reine, qui a ordonné une enquête. Les autorités du village, les magistrats chargés de cette enquête ont déclaré que le Français était un carliste; la vérité leur était bien connue; mais ils ont considéré que l’alcade du village et ses adjoints, qui avaient dévalisé le Français, seraient déshonorés si la vérité était connue.
Ces messieurs ont donc déclaré que le Français était un calomniateur, et, en conséquence, l’ont condamné à la prison.
Pour n’être pas jeté en prison à Valence, le Français a dû chercher un refuge dans la maison du consul. Celui-ci a écrit de nouveau à Madrid; l’ambassadeur n’a pas craint de retarder le succès de ses grandes négociations en poursuivant le redressement d’une injustice qui n’intéressait qu’un seul Français; et enfin l’alcade voleur ou les juges, je ne sais lesquels, ont été destitués.
Il me semble que, depuis la mort de Ferdinand VII, l’esprit public, en Espagne, a fait un pas immense; les prêtres et les moines ont perdu tout crédit politique: l’opinion veut les réduire à administrer les sacrements.
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La Audiencia Real, la Catedral, los jardines de la Ciudadela, los pavos, las murallas
I went on shore with one of our party to M. Gauttier d’Arc’s house, which, as is usual in Spain, consists of one floor, and in this case is a very handsome suite of fine large rooms. Our host was soon ready to go out with us, and his taste and information making him a valuable guide, we were delighted to profit by his kindness. And first we reached the Audiencia Real, a very curious and beautifully decorated old building,—a mixture of Moorish and later Gothic,—where the states of Catalonia formerly assembled, and which is still used on occasions of the sovereign holding audiences. There is a beautifully carved archway, and a very handsome and picturesque staircase (with the cloisters up stairs enclosed with glass) leads to the first floor, with beautifully ornamented architecture, from whence a door opens to a small square garden with fountains, and enormous orange-trees covered with fruit. In a room beyond is kept an exceedingly curious piece of needlework, of the date of 1500, of St. George killing the dragon, exquisitely worked, —the figures with much expression; and a most elaborate landscape of trees, houses, castles, rivers, horses, fields, and figures.
A curious missal may also be seen, if asked for, though they do not appear to take much care of it. It is on vellum, beautifully illuminated, and extremely well printed. It was executed at Lyons for the city of Barcelona, and is dated 29th April, 1521
The Audiencia Real is well worth seeing by those who come to Barcelona, though it is not much spoken of.
We next went to the cathedral; and wishing to walk over it more at leisure, we waited till mass was over, which to-day was numerously attended. The tribune of the former Counts of Barcelona remains on high, behind a grille; and midway up one side still exists a small but unattainable door, formerly leading to the chambers of the Inquisition, which joined the old cathedral.
In a side-room under many locks is an iron door, which lifts up with a strong pulley, within which is kept a very fine gold reliquary, hung all over with jewels, the gifts of different sovereigns, and among them the collar of the Toison d’Or, which the emperor Charles the Fifth gave when he held a chapter in the cathedral, when he first came to Barcelona in 1529. The arms of Henry the Eighth of England, among those of other knights, are painted on the seats round the choir, the carving of which and of the pulpits is beautiful, as well as most of the details of the building. I had never before heard of the beauty of this cathedral; and though much smaller, yet from its mournful grandeur as a whole, and exquisite detail, it is, in my opinion, to be admired next to Seville. We next ascended one of the towers, and came to a small habitation half-way up, where Mr. Hawke was residing, for the sake of drawing the details of the interior. The roof of the cloisters makes a fine terrace, and the view from the higher roofs of the cathedral, extending over the town to the mountains of Monserrat, is very fine. We then descended, and crossed the Rambla to a street in which we saw what little remains of the house of the unfortunate avocat who was murdered by the mob, two or three months ago, for calling out «Viva la Reina» on the previous evening. He killed ten men before he was himself assassinated. The assailants got possession of his house by making an opening through a side wall. Next day they dragged his dead body before the windows of M. Gauttier d’Arc, and before those of the Queen Christina.
On our way back to the ship we were joined by our consul, and several more of our friends, and walked round a public garden beyond the custom-house, laid out in parterres, fountains, and pieces of water, and called the General’s Garden. The citadel, which is on the north side of the mole, was built by Philip the Fifth, from the designs of Vauban, after he had reduced the Catalonians; and has six strong bastions, and covers a great extent of flat ground by the sea-side. Our friends accompanied us to the pier, where we took leave of them with gratitude for the kindness which, in spite of weather, had made our stay at Barcelona so pleasant. Had the season been less advanced, we should have liked to have complied with their proposal of escorting us to Monserrat, and some of the villages on the coast, which are said to be beautiful. We afterwards paid a parting visit to M. Rigault de Genouilly in the «Surprise,» to thank him for the assistance he had given us.
In the evening, we returned to the General’s Garden, and by a long alameda to the walls. There was great excitement in this part of the town, created by immense flocks of turkeys, which were promenading about on some waste ground, each flock directed and occasionally thrashed by six or seven peasants (the number being proportioned to the size of the flock), who surrounded by crowds of people, were admonishing their charge with long canes. The streets and walks were quite full, the population of Barcelona being immense. To-morrow all would be let loose, as it is the «fair of turkeys,» every individual considering it a positive duty to have one of these birds for Christmas-day, an occasion on which it is said all Barcelona goes wild. The poor people, who have no means of roasting them at home, send them to the bakers; so that sometimes these latter have six or seven thousand turkeys to dress.
We made the circuit of the walls, and found their strength very great. The fortifications which surround the town are admirably constructed; they are flanked on the eastern side by the low but formidable works of the citadel, and on the western by the towering ramparts of the fortress of Monjuich.
We returned by the Rambla and the rampart over the sea, under one end of which is a prison; and on the esplanade above, the troops were assembled, and the band playing; crowds of people extended all the way down the mole. The great walk on the walls, reaching the whole length of the harbor, was, as well as the mole, constructed by the Marquis de la Mina, who died in 1768.
Some troops were embarking on board the «Manzanares,» a fine Spanish twenty-gun brig for Port Mahon: these we were, however, destined to meet again sooner than any of us expected. In the evening we had a visit from M. Eigault de Genouilly, who came to give us advice and directions about our navigation through the straits of Bonifazio, by which we intended to proceed on our course to Civita Vecchia,
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Una sublevación empieza con desórdenes en la puerta del Ángel
Desórdenes en la puerta del Angel que se propagan por la ciudad, siendo orígen de graves sucesos, que terminan con el bombardeo de la ciudad por el regente Espartero.