Etiqueta: canción

  • Lunes de Pascua, 1848

    Lunes de Pascua.

    Este dia es para el pueblo de Barcelona primo hermano, si nó hermano carnal, del miércoles de ceniza, sin que obste para ello la diferencia esencial que hay entre el uno y el otro. Cierto que en las iglesias se celebra la Pascua con la misma solemnidad que en el dia anterior, cierto que es fiesta de precepto, cierto que la religion consagra este dia como de general regocijo; mas en lo esterior nada de ello se trasluce: y aunque en esta parte el dia es muy diferente del miércoles de ceniza, las costumbres populares han acabado por dar al uno y al otro un mismo carácter público. En ambos días la ciudad queda desierta , y sus habitantes se trasladan á la vega inmediata y la cubren toda entera, dándole la traza de un campamento en que estan distribuidas mas de cien mil personas. Como ya la Pascua de resurreccion suele venir hácia la primavera, el tiempo convida para salir al campo, cosa que siempre ha sido muy del gusto de los barceloneses, y que de cada dia va siéndolo mas, porque solo echándose fuera de la ciudad es posible respirar libremente. Cual si hubiese un empeño general en hacinar gentes dentro de Barcelona, toda su área se ha cuajado de casas, que no pudiendo crecer en latitud lo hacen en altura, y si no estuviera prohibido, á la hora de esta habría muchas gentes que habitarían al nivel de las campanas de las torres. Esta angostura y este apretamiento hacen diariamente mas apetecible la salida al campo, y por esto es tan crecido el número de personas que van á comer á él todos los domingos: pero el miércoles de ceniza y hoy son sin disputa los dos días en que mas personas rinden homenage á esta costumbre. El dulce ambiente de la vega , el verdor que ya cubre los árboles y la belleza de las huertas, que son un modelo de que distan mucho las de España y del estrangero; son en esta estacion otros tantos alicientes para atemperarse á la moda. Barcelona es en tal día verdaderamente triste; y al recorrer sus solitarias calles, bien podría uno esclamar con el profeta: ¡Quomodo sedet sola civitas plena populo!

    ¿Ya qué, y á dónde va tanta gente? A derramarse por la llanura hasta una hora de distancia de la ciudad, y á comer lo que á cada cual le permiten sus haberes y su carácter; porque hay pobre manirolo que hoy lo gasta todo, mientras no falta rico económico que va al campo y ahorra. ¿Quién es capaz de formarse una idea ni aproximada de la muchedumbre de carruages que cruzan por todos los caminos inmediatos, y en especial de los que suben y bajan por el paseo de Gracia? Para concebirlo es preciso haber estado en Barcelona, ciudad que en esto como en muchas otras cosas, deja á una distancia inmensa á todas las poblaciones de España. El coche, la carretela, el galerín, la media-fortuna, el inmenso omnibus, el omnibus chiquito, el tilbury y con mas abundancia que todos ellos juntos la tartana, trasladan á millares las personas desde la ciudad á Gracia, Sans, Sarriá, San Andrés, Horta y San Gervasio, mientras muchos millares mas siguen á pie las mismas rutas, y otros millares mas se separan del camino antes de llegar á uno de esos pueblos, y plantan sus reales en mitad de un campo, á la sombra de un árbol, ó al arrimo de una casa de labranza en donde se vende vino. Allí se salta, se baila, se juega , se canta, se tocan la guitarra y el pandero y las castañuelas, y se grita, y se come, y se bebe mucho, y no se riñe ni se emborracha. Es menester que lo sepan los que no lo ven: estas fiestas populares nunca ofrecen en Barcelona el triste y asqueroso espectáculo de un borracho, ni jamás es turbada su alegría por cuchilladas ni riñas. En esto sí que tienen que aprender algunos nacionales y muchísimos estrangeros. De entre estos, que los hay aqui, y nó pocos, suele alguno embriagarse, y los muchachos le persiguen y se burlan de él, y á veces lo apedrean; y es bueno que lo hagan, pues esto prueba el desprecio con que lo miran, y el convencimiento que tienen de que es una cosa mala, cuyo castigo decreta la reprobacion general y ejecuta la muchachería.

    Las panderetas, las guitarras y las canciones van conduciendo á la ciudad á esa muchedumbre que, cual un magestuoso rio de carne humana, se desliza suave y uniformemente por las puertas, apurando antes de llegar á los guardas, la última gota que en el porron ó bota quedaba. Desbándase á derecha é izquierda luego de haber entrado: tras de la muchedumbre vienen los carruages, y cierra esa dilatada marcha el piquete de caballería que fue á Gracia, y vuelve sin haber tenido nada que hacer en todo el dia. A las diez de la noche toda esa muchedumbre yace en profundo silencio.

  • Primera representación, por 2.300 músicos, de una cantata nacional de Clavé: ¡Gloria á ESPAÑA, la heróica matrona!

    ¡GLORIA Á ESPAÑA!

    CANTATA NACIONAL

    escrita para la 4.ª Gran fiesta musical de Euterpe celebrada en Barcelona los días 4, 5 y 6 de junio de 1864, y ejecutada por 2,000 coristas y 300 profesores de orquesta y banda.

    ¡Gloria á ESPAÑA, la heróica matrona
    Que humilló la extranjera arrogancia,
    Invencible en Sagunto, Numancia,
    Covadonga, Gerona y el Bruch!
    ¡Gloria á ti, gloria á ti patria amada!
    ¡Gloria á ti, cuyos tersos blasones
    Esculpieron preclaros varones
    Con su esfuerzo, saber y virtud!

    Eres cuna del Cid y Pelayo,
    De Cervantes, Mariana y Herrera,
    De Velázquez, Murillo y Rivera,
    De Isidoro, Capmany y Feijóo;
    De Ensenada, Cisneros y Aranda,
    De Lanuza, Clarís y Padilla,
    De Argensola, Quevedo y Ercilla,
    De Churruca, Marquet y Quirós.

    ¡Gloria á ESPAÑA! dó en paz hoy florecen
    Con las ciencias, la industria y las artes;
    Dó el progreso derrumba baluartes
    Que en talleres se ven transformar.
    Himno santo de amor reproduzcan
    Del Pirene las cóncavas breñas,
    Y desplieguen sus nobles enseñas
    Euterpenses legiones de paz.

    Nunca turbe la guerra intestina
    De la ESPAÑA el fecundo sosiego;
    Más si un día con ímpetu ciego
    Nos amaga extranjera invasión,
    Nuestro pecho, pavés de la patria,
    Hará ver á su saña iracunca
    Que no sufre infamante coyunda
    El denuedo del libre español.

    Ya el pueblo en lid artística,
    Templando el ardor bélico,
    Con cánticos de júbilo
    Dilata el corazón;
    Y auguran días prósperos
    Las euterpenses flámulas,
    Inmaculado lábaro
    De fraternal amor.
    ¡Gloria á ESPAÑA,
    Que no empaña
    Con fratricidios hórridos
    Su límpido blasón!

    Nunca turbe la guerra intestina
    De la ESPAÑA el fecundo sosiego;
    Más si un día con ímpetu ciego
    Nos amaga extranjera invasión,
    Nuestro pecho, pavés de la patria,
    Hará ver á su saña iracunca
    Que no sufre infamante coyunda
    El denuedo del libre español.

    ¡Gloria á ESPAÑA,
    Que no empaña
    Con fratricidios hórridos
    Su límpido blasón!

  • Carta de amor (con canción) de un poeta-marinero holandés a una chica del Barrio Chino

    S. Maria Lecina, Calle San Pablo 74
    Piso 1º 1ª
    Barcelona, Espana

    Hooggeachte Mejuffrouw,

    In de maand Juni van dit jaar maakten eenige Hollandsche zeelieden en reizigers kennis met u en uwe vriendin Pepita, de bloemenverkoopster. Een daarvan zat aan uw linkerzijde, waar uw hart klopte onder uw linkerborst en hij zag beide, maar niet meer, omdat zijn hart van een ander was. Hij beloofde u te schrijven uit andere havens, maar hij schreef alleen uit Genua. U waart hem niet ongenegen, maar u zult hem thans vergeten zijn.

    Hij echter voer verder, doch kon uw naam en Spanje niet vergeten. En daar het lot wilde dat hij een dichter was en lang op zee voer zonder een andere vrouw te zien, wilde het lot verder dat uw naam en Spanje een lied werden, dat hij u hierbij zendt.

    U zult het niet kunnen verstaan, gelijk hij u nauwelijks verstaan kon, maar u zult er uw naam honderd maal in lezen als refrein.

    Het is de geschiedenis van een Spaansche vrouw en een zeeman die elkander al spelende met de liefde zeer lief krijgen zonder dat zij het willen, die beide aan deze liefde sterven en beide op deze wijze God leeren kennen.

    Ik betreur het uw taal niet genoeg machtig te zijn om u eene Spaansche vertaling te zenden. Deze brief wordt door een ander voor mij in uw taal geschreven. Ik dank u voor uwe schoonheid, die mij dit lied deed dichten, ik hoop vooral dat u het zult willen bewaren als de herinnering aan een onbekend man, die u dankbaar blijft, ook zonder uw gunst genoten te hebben, en die om te dichten genoeg had aan uw aanblik.

    Geloof mij in bewondering de uwe.

    J.W.F. Werumeus Buning