Etiqueta: bombardeo

  • El sobrino nieto de Andrea Doria dispara contra la ciudad por no recibirle como persona real

    … llegó al Puerto de Barcelona con una escuadra de galeras el Generalisimo Juan Andrea Doria, y ya que hubo saltado en tierra, quiso entrar en la ciudad escoltado por una compañía de archeros, bien asi como fuese persona real. Opúsose á ello el Conceller en cap Francisco Benito Soler [médico], y mandó cerrar la Puerta del Mar, obligando de antemano á que se retirase la parte de acompañamiento que ya se hallaba en ella. Irritado Doria embarcóse nuevamente, levó anclas, disparó una andanada de artillería contra la ciudad, é hizose á la vela hácia poniente.

  • Una sublevación empieza con desórdenes en la puerta del Ángel

    Desórdenes en la puerta del Angel que se propagan por la ciudad, siendo orígen de graves sucesos, que terminan con el bombardeo de la ciudad por el regente Espartero.

  • La población huye por miedo de bombardeos desde Montjuic

    Desercion de todos los habitantes de Barcelona por temor de un bombardeo desde el fuerte de Monjuich cuya guarnicion no se había declarado todavía contra la regencia del general Espartero.

  • La Jamancia: fracaso de la insurrección, el Gobierno espera que Barcelona se rinda

    La insurrección catalana sigue en decadencia lo mismo que cuando escribíamos nuestra última crónica: gran lección deben recibir en ello los revolucionarios, Barcelona bloqueada por las tropas leales, la patulea encerrada en la ciudad recibiendo los fuegos de Monjuich y la ciudadela: Atmeller sitiado en Gerona y á punto de rendirse al general Prim; Martell derrotado en Aragón, después de haber sido hostilizado por los pueblos donde intentaba penetrar: los rebeldes de Zaragoza bloqueados también dentro de sus muros, caidos de ánimo y escasos de medios de defensa: los revoltosos de Almería y de Granada sometidos aquellos por el temor, estos por la fuerza de las armas, y la rebelión de otras muchas ciudades ó impedidas á tiempo ó sofocadas y castigadas en el momento de estallar; tal es el estado que tiene hoy el levantamiento centralista. El cuadro de esta situación es pues algo mas halagüeño que lo fue en un principio; pero está muy lejos de ser satisfactorio. Cierto es que las fuerzas que proclaman en Cataluña á la junta central son inferiores en número y en recursos á las que defienden la causa del Gobierno; y la prueba es que siempre que han venido á las manos han salido vencedoras las últimas. Díganlo los campos de Besos y los pueblos de San Andrés, de Sabadell, de Mataró: díganlo las fortalezas de Gerona y de la ciudadela, díganlo en un las innumerables partidas sueltas de patulea que han sido desarmadas y presas por los somatenes del pais. La acción de Mataró fue empeñada, sangrienta: unos y otros pelearon con valor, con furia; los rebeldes emplearon en ella todo su esfuerzo; pero las tropas leales llevaron al cabo la mejor parte, no sin haber sufrido considerable pérdida. Acosado Atmeller por sus paisanos y burlado en sus esperanzas de sublevar el pais se encerró en Gerona donde los rebeldes comenzaban á desconfiar de su triumfo: Prim le cerca; asalta los fuertes que defendían la plaza, y le obliga á pedir un armisticia que él concede generoso, y cuyo resultado será necesariamente la rendición de la ciudad. Impacientes los rebeldes de Barcelona asaltan la ciudadela, aprovechando un momento en que suponían descuidada su defensa; pero ni uno tan solo logró subir á sus murallas, siendo rechazados todos, con un vivísimo fuego que dejó los fosos sembrados de cadáveres. ¿Qué mayor desengaño, apetecen los ilusos?

    El Gobierno se propone acabar con la insurrección economizando cuanto pueda la sangre de los insurrectos: para ello ha marchado una parte de las tropas al mando del bizarro general Prim sobre las fuerzas rebeldes que recorren la provincia con la esperanza de que las de Barcelona se rindan á discreción cuando dejen de aguardar extraños auxilios. Bloqueada entre tanto esta plaza ó incomodados sus detentadores por el fuego continuo que hacen sobre sus fuertes las baterías enemigas vánse agotando sus medios de defensa sin que les sea fácil reponerlos. Y como las partidas rebeldes no pueden medrar ni aun conservarse en las provincias que recorren por la activa persecución que sufren y la resistencia que hallan en los vecinos de los pueblos, y ni Gerona ni Zaragoza pueden aguantar largo tiempo el asedio, solamente ocurriendo nuevas insurrecciones ó defecciones de tropas podría prolongarse la ocupación de Barcelona por los rebeldes.

    Este plan es el mas humano, el mas generoso que podía imaginarse: distínguese mas por su lenidad que por su conveniencia. Nosotros nos congratulamos por ello, enemigos como somos del rigor innecesario contra los criminales políticos. Pero la prensa revolucionaria ha clamado contra él á grito herido y porque los sitiadores de Barcelona no consienten á los rebeldes levantar fortificaciones contra ellos, porque les destruyen las que edifican y los incomodan con sus fuegos, acusan al Gobierno de bombardear ciudades y de inconsecuentes á los que hoy le defienden y censuraron en otra ocasión los bombardeos mandados por Espartero. Este cargo merece respuesta , no tanto para convencer á sus autores, cuanto para que no pase como incontestado un hecho inexacto, y para esclarecer un punto digno de dilucidarse. Barcelona no ha sido bombardeada: tan atroces medios de gobierno no son propios de generales valientes y leales. Es cierto que las baterías de Monjuich y de la ciudadela dirigen sus fuegos contra los fuertes de los enemigos atacándolos con balas y granadas; pero entre esto y bombardear una ciudad hay mucha diferencia. Compárense sino los resultados del que los ayacuchos llaman ahora bombardeo, y dura por espacio de muchos dias, con el que se hizo por su orden en la misma plaza en noviembre último, y duró apenas doce horas: compárese con el que Van-Halen dispuso contra Sevilla por mandado de Espartero. Dos ó tres edificios solamente han padecido ahora según las exageradas relaciones de los diarios anarquistas, y en los dos bombardeos á que nos referimos mas de cuatrocientas casas quedaron enteramente arrasadas. Bombardear una plaza es obligarla á la sumisión destruyéndola: bloquearla y atacarla como lo hacen los sitiadores de Barcelona es privar á sus detentadores de los medios de conservarla, y forzarlos á abandonar su defensa: lo primeso es un acto de barbarie, lo segundo un acto de justicia: en el primer caso se castiga á una población pacífica por el delito de unos pocos rebeldes: en el segundo solo los criminales sufren las consecuencias de su delito. Nosotros reprobamos el bombardeo sobre todj cuando hay otros medios igualmente seguros de llenar su objeto; pero de aquí no se sigue que debemos santificar todas las insurrecciones tjue logran guarecerse detrás de unas murallas. Salgan en buen hora al campo raso los rebeldes que tienen en tanta estima á la capital del principado, ó cesen de hostilizar á las tropas de la ciudadela y de levantar obras de defensa contra ellas, y verán entonces como no corre la ciudad el menor riesgo ni en sus habitantes ni en sus edificios : verán entonces como llegado el «lia del ataque se rinden á discreción sin que recaiga su culpa sobre los inocentes. Barcelona recibe mas daño de los que se llaman sus defensores que de los leales que la-cercan: no es del Gobierno ni de las tropas de quienes puede temer su ruina, y debiera guardarse, sino de los furiosos que se llaman sus hijos, y amenazan públicamente con entregarla á las llamas antes que abrir sus puertas á los defensores de la Constitución y de la Reina. Léase sino el Constitucional de Barcelona, y se verá la manera que tienen los revolucionarios de entender el patriotismo.

  • La Jamancia: hambre, fusilería, decoraciones militares

    (miércoles).

    Hoy á las 9 menos cuarto de la mañana han empezado la ciudadela y fuerte de D. Carlos á disparar contra el baluarte del mediodía y bateria de san Sebastian. Monjuí tambien ha hecho algunos disparos contra Atarazanas y la Ciudad, y el fuerte pio y la Ciudadela contra el rebellin de san Pedro y Puerta nueva. El fuego aunque lento ha durado todo el dia.

    A las diez de la noche el fuerte de D. Carlos ha disparado cuatro cañonazos con bala al baluarte del mediodia. Tampoco hoy ha entrado ganado de ninguna especie.

    La Junta Suprema ha publicado con esta fecha un decreto concediendo la cruz llamada de hierro á los que se han pronunciado desde el 1.° de Setiembre de este año, y han contribuido á la defensa de la bandera de Junta Central (1).

    (1) JUNTA SUPREMA PROVISIONAL DE LA PROVINCIA DE BARCELONA.
    Deseando esta Junta remunerar debidamente los inmensos sacrificios que han prestado, y los gravisimos compromisos que han arrostrado los valientes del ejercito, Milicianos nacionales y de cuerpos Francos, desde que nuestros enemigos pusieron un riguroso sitio a esta Ciudad, decreta:

    ARTICULO. 1.° Se concede una cruz laureada, denominada de Hierro, cuyo modelo se ha presentado á la aprobación por la seccion de guerra, á todos los patriotas que desde el dia 1.° de setiembre de este año se pronunciaron á favor de la bandera de Junta Central, y han permanecido dentro del recinto de esta plaza con las armas en la mano, ó contribuyendo de otro cualquier modo á la defensa de nuestra justa causa.

    Art. 2.° La cruz concedida en el articulo antecedente tendrá en el anverso la inscripcion: Barcelona agradecida: y en reverso: á los sitiados en el bombardeo de 1845; y la llevaran los agraciados, pendiente de una cinta encarnada en el pecho, y los concejales del Excmo. Ayuntamiento que han permanecido en esta Ciudad, y Autoridades todas colgada del cuello.

    Art. 3.° Todas las personas comprendidas en este decreto, podrán ademas usar de la placa de distinción igual á la cruz, con la inscripcion del anverso y del reverso.

    Barcelona 8 de noviembre de 1843.
    El presidente Rafael Degollada.— Vicente Soler.—José Masanet.—Agustin Reverter.—Antonio Benavent.—Miguel Tort.—Tomas Maria du Quintana.—José de Caralt.—Vicente Zulueta.—Tomas Fábregas.—Antonio Rius y Rosoll, vocal secretario.

  • Bombardeo Plaza España, defenestración piano, saqueos posteriores

    Cuenta papá que las tropas de Franco se levantaron en Africa el 18 de julio. Al día siguiente una bomba los sacó de la cama. Su papá, el yayo José, fue a investigar a la luz de un día sin sol. «Quedaros tranquilos en casa, voy a ver qué ha pasado». Al volver, cuenta papá, el yayo José explicaba que jamás había visto tanta «carne en la calle». La Plaza España de Barcelona había sido bombardeada. Transeúntes, gente de a pie, los primeros obreros que esperaban el metro, inocentes todos: muertos. Bastó y sobró para que la familia se preparara para salir a la calle.

    Cuenta, ahora la historia, que el pueblo de Barcelona se enfrentó al ejército y lo venció. Un pueblo que se agrupaba alrededor del anarcosindicalismo. Las bravías teorías de Bakunin, Proudhon y Malatesta, eran anatema de las de Marx y Lenin. Los anarquistas no estaban ni con unos ni con otros. El primer frente, después de espantar al ejército, fueron las iglesias, conventos y colegios de curas y monjas. El clero temblaba y huía por los pasillos subterráneos.

    Cuenta papá que lo que vio aquellos días, cuando apenas era una adolescente, lo acompañó en sus recuerdos hasta el día de hoy. Papá vio como quemaban los cuadros y las esculturas de las iglesias. Como los gitanos de la calle Los Ladrilleros, en nombre del anarquismo lanzaban un piano de cola de alto balcón del convento de la calle Guadiana de Sans [es decir, el Colegio Sagrada Familia de las Hermanas de la Sagrada Familia de Urgel, ve por ejemplo Manuel García Gargallo, L’ensenyament de l’església a la ciutat de Barcelona, ahora parte de la Escola Joan Pelegrí]. La fuerte impresión de ver las monjas momificadas emparedadas en los subterráneos pasillos que comunicaban del convento al de los curas. «Monjas con sus fetos en brazos…».

    El escarnio esperpento de Valle-Inclan finalizaba en la Diagonal donde en desfile carnestolendo al grito de «a las barrricadas» proclamaba el triunfo de la Revolución. Camiones llenos de obreros, gitanos, chulos y todas «las putas del barrio chino» que se iban para el frente de Aragón. Así lo vio papá y así me lo ha contado una y otra vez. Después la historia comenzó a complicarse. Lo que pretendió ser un golpe de Estado militar se transformó en una guerra civil. Una apretada guerra mundial que sirvió de ensayo general para la gran guerra. La última guerra idealista del siglo de las guerras.

  • 52 muertos en bombardeos aéreos

    52 muertos en bombardeos aéreos, de los cuales 48 identificados y 4 no.

  • Langston Hughes: un bombardeo aéreo

    HUGHES BOMBED IN SPAIN
    Tells of Terror of Fascist Raid
    Women, Children Huddled in Fear as Bombs Explode
    By LANGSTON HUGHES
    MADRID, Spain–I came down from Paris by train. We reached Barcelona at night. The day before there had been a terrific air raid in the city, killing almost a hundred persons in their houses and wounding a great many more. We read about it in the papers at the border: AIR RAID OVER BARCELONA.
    «Last night!» I thought, «Well, tonight I’ll be there.»
    […]
    It was almost midnight when we got to Barcelona. There were no lights in the town, and we came out of the station into pitch darkness. A bus took us to the hotel. It was a large hotel several stories hight which, before the Civil War, had been a fashionable stopping place for tourists.
    We had rooms on an upper floor. The desk clerk said that in case of air-raids we might come down into the lobby, but that a few floors more or less wouldn’t make much difference. The raids were announced by siren, but guests would be warned by telephone as well. That night there was no bombing, so we slept in peace.
    [The next day.]
    At midnight, the public radios began to blare forth the war-news, and people gathered in large groups on corners to hear it. Then the cafe closed and we went to the hotel. I had just barely gotten to my room and had begun to undress when the low extended wail of the siren began, letting us know that the fascist planes were coming. (They come from Mallorca across the sea at terrific speed, drop their bombs, and circle away into the night again.)
    Quickly, I put on my shirt, passed Guillén’s room, and together we started downstairs. Suddenly all the lights went out in the hotel, but we heard people rushing down the halls and stairways in the dark. A few had flashlights with them to find the way. Some were visibly frightened. In the lobby two candles were burning, casting weird, giantlike shadows on the walls.
    In an ever increasing wail the siren sounded louder and louder, droning its deathly warning. Suddenly it stopped. By then the lobby was full of people, men, women, and children, speaking in Spanish, English, and French. In the distance we heard a series of quick explosives.
    «Bombs?» I asked.
    «No, anti-aircraft gun,» a man explained.
    Everyone was very quiet. Then we heard the guns go off again.
    «Come here,» the man called, leading the way. Several of us went out on the balcony where, in the dark, we could see searchlights playing across the sky. Little round puffs of smoke from the anti-aircraft shells floated against the stars. In the street a few women hurried along to public bomb-proof cellars.
    Then for a long while nothing happened. After about an hour, the lights suddenly came on in the hotel again as a signal that the danger had passed.

  • Edwin Rolfe: los bombardeos de principios de marzo

    [March 10, 1938, carta a su mujer, Mary]

    Less than a week ago there were nine air bombardments over the city in a period of 25 or 26 hours. They come at night these days, when it’s hard to sight them. In the evening mostly – and the first thing you hear is the muffled sound of an explosion, maybe two or three – the first bombs. Then the much sharper crack of anti-air guns is heard, and the worst sound of all, the warning signal begins to screech. If you go downstairs to the entrance of the house, which most of us do, you see the flares in the sky, and the momentary splotches of light; and the sky is criss-crossed with light beams trying to locate the bombers. And then the central power control shuts off all the light in the city, and we’re in complete darkness… [Aerial] bombardment is a little more terrifying [than the artillery barrages he had experienced in Madrid]… You never know where they are and in which direction they’re going. And even the tougher-minded remember what a building looks like after a 400-pound bomb has struck. You have to be calm about it; and you remember that there are 1,600,000 people in this refugee-swollen city, and that it will take more bombs than the fascists have to even make a dent in a city as large as this and on a population as big. But young women and old women can’t take it calmly; they cry in a soft, low, terribly-scared sort of whimper. Sometimes the kids cry too, but not so often; they generally play around with each other as if there’s nothing going on, and if their mothers let them, they go out to watch the searchlights in the sky.