Etiqueta: barco

http://lh6.ggpht.com/_nuwVlhsiZ04/TPgX0WvAf8I/AAAAAAAAsok/687nKTNQxSU/s560/barco.png
//// Arquitectura naval
//// Calendario de Ortiz de la Vega
//// http://books.google.com/books?id=sGt35Ds6ldAC&pg=PA69

  • Hambre grandísima y subida de precios, peste

    Hambre grandisima hubo en Barcelona á 15 de Abril de 1333, de modo que subió la quartera del trigo á 42 libras, la de cebada á 24, la de espelta á 13, la de arroz blanco á 31 libra, y la del panizo y mijo á 28 libras. Duró dos meses y ocho dias, hasta que llegaron diez laúdes de Tortosa cargados de trigo, y de Sicilia 4 naos, la de la Ciudad, la de N. Agustí, la de N. Abadía, y la de Nicolao Sala.

    Aquel año hubo tambien grandes mortandes en Barcelona, donde murieron en poco tiempo el número de 100 personas, y hubo casa donde no quedó ningun vivo.

  • Se ahogan 60 personas al hundirse un barco procedente de Génova

    Tempestad marina en las costas de Barcelona, donde se hunde un barco procedente de Génova y fallecen 60 personas.

  • Un marinero jura que Nuestra Señora de Montserrat le salvó los cojones

    De uno librado de una fusta de moros y de otros peligros. Milagro 276.

    Simeon Creus vezino dela Ciudad de Barcelona a 3 de Hebrero mil y quinientos cincuenta y quatro, llego aesta sancta casa, y afirmo con juramento que partiendo de Barcelona para yr a Caliz en una Nave mediana, les acometio una fusta de moros de xxij bancos y haciendo los de la nave armas en su defensa, el dicho Simeon, encomendandose a nuestra Señora de Montserrate, como lo tenia por particular devocion: acaescio que dandole una pelota de un mosquete en un muslo, y passandole otra pelota de cañon por entre las piernas, de ninguna recibio daño, de lo qual dando infinitas gracias ala Reyna delos Angeles. Libre de aquel peligro, traxo la pelota a esta sancta casa. Testigos fueron el padre fray Antonio Bernach y fray Pedro de Medina.

  • Nuestra Señora de Montserrat salva a cuatro pescadores de los moros

    De como se libraron unos pescadores de 4 fustas de moros. Milagro 309.

    A 16 de Agosto año 1572 vinieron a esta sancta casa de nuestra Señora de Montserrate Simón torrente Patron y Bernat Iuanot y Antonio Calvete, y Iuan Custurer naturales dela ciudad de Barcelona, los quales juraron que estando pescando enel estaño de Zeniclar les salieron 4 fustas de moros y les dieron caça dos horas y como se viessen puestos en tan gran aprieto y que humanamente no se podian salvar de las dichas fustas acudieron al socorro divino, tomando por intercessora ala madre de Dios de invocacion de Montserrate les quisiesse ayudar. En la misma hora huyeron los moros a la mar, y los sobredichos se salieron en tierra salvos, y vinieron a esta sancta casa a dar gracias por esta crecida merced que de nuestro Señor avian recebido, mediante la intercession dela virgen sancta Maria nuestra Señora. Fueron testigos a esta confession los padres fray Guido Barra, fray Simón de sancta Cruz, y otros padres.

  • Primeras fiestas en Barcelona de Santa Teresa de Jesús, que celebra su beatificación venciendo a un cocodrilo volante

    En el otro estremo de la ciudad en una plaça que llamamos el pla den Llull, se apercibió una nave de buen tamaño muy hermosa, y bien adereçeda, y compuesta, con flamulas, y gallardetes de muy fina seda, con todas las xarcias, y velas que suelen tener las que navegan. En el castillete de popa, se hizo un estrado eminente, al pie del qual en las quatro esquinas se pusieron quatro niños muy hermosos, vestidos muy ricamente de los varios colores, con que se diferencian las quatro virtudes cardinales, cubiertos de joyas de gran valor, cada uno con las insignias de su virtud. Don Joseph de Josa, empuñanod la espada desnuda, representava la justicia: don Ramon Roig y de Mendoça abraçado con una coluna, significava la fortaleza: y Joseph de Aguilar mirandose en su espejo, descubria la madurez de la prudencia: y Francisco Maria de Giudice, hijo de un cavallero Ginoves Tesorero de la santa Cruzada, con el caliz en una mano, y jarro de agua en la otra, dando el devido punto a los regalos dela vida presente, tenia en si una imagen de la templança. Por la plaça de la nave, estavan repartidos doze fraylezitos niños, de los que traen el habito por devocion. Sobre el estrado se puso una imagen de nuestra Santa muy hermosa, vestida de muy rica seda, y cubierta de muchas joyas de perlas, y diamantes, y otras piedras preciosas muy finas, y de gran valor. Acudieron a acompañar esta nave una encamisada de cavalleros, cuyo capitan era don Juan de Boxados, a quien seguian el Conde de Peralada, y don Joseph de Cardona, don Guerau de Guardiola, don Luys de Rajadell señor de Jorba, don Joan Sarriera, don Pedro Aymeric, don Jayme de Llupia, don Miguel Clariana, Francisco de Oriz señor de Oriz, don Ambrosio Gallart, y Nicolas Bonet, todos ricamente vestidos con vaqueros de tela de plata y leonado, y unos volantes de lo mesmo, echados por las espaldas, con unas borlas que colgavan de los ombros, y les dava gracia de invencion maravillosa, y en los sombreros muchas plumas de los mesmos colores: los cavallos con ricos jaezes y adereços de guarniciones a la Francesa, que llaman corcheas, de plata, con lazos de leonado: trayan por Maestre de campo, a don Francisco de Pau y de Rocaberti. Y van guiando en la delantera los atabales y trompetas a cavallo, vestidos de los mesmos colores, y al pie de dozientas achas de cera blanca, sin otras de que la nave estava cercada y se alumbrava. Immediato a la nave, delante della venia un carro triumfal tirado de dos muy briosos frisones, en que estavan un juego de menestriles, revezandose en musicas muy regaladas. Con todo este ruydo de acompañamiento, musica, y luminaria, vino la nave, en que estava la Santa sulcando la tierra desde el puesto sobre dicho por la calle de bonayre: y por las espaldas de la casa de la contratacion (que llamamos lonja) dio la buelta a la calle ancha, de donde con viento en popa, y velas hinchadas, llegó a la puerta que sale a la rambla. Serian las nueve horas y media de la noche, quando la multitud de gente que estavan esperando, començó a alcançar de vista la nave de nuestra Santa, y causó en todos comun alegria y ternura de devocion. Llegó delantero don Francisco de Rocaberti, como Maestre de campo, haziendo plaça con su cavallo entre la multitud de pueblo, que la tenia muy bien ocupada. y parando la nave frontero del portal de la boqueria, con las dozientas achas, puestas a dos lados, se hizo una muy buena calle hasta la puerta ferriça, por la qual entraron primero juntos los cavalleros, haziendo su caracol con muy linda gala, y gallardo ayre: y parando delante la nave de la Santa, con su bendicion y cortesia, corrieron y rompieron a su gala cada uno cinco lanças, y assentaron campo en el cabo de la puerta ferriça todos juntos. Vino luego la nave, acercandose para la pelea contra el castillo, y nave de herejes de apostatas, (que diximos estar prevenidos) echando fuego de una bomba que tenia por proa, a modo de una bombarda. Acudió luego a la defensa el Cocodrillo, volando por el ayre, y meneando unas alas artificiales, que le avian puesto, como un demonio, echando grandes llamaradas de fueto por la boca, y por las manos, y pies, que parecian cinco bocas del infierno: porque de rato en rato, muy a menudo escupia de aquellas bombas, unas bocanadas de fuego, que rociavan toda la plaça, y parecian tiradas con el soplo de su aliento: y assi perseveró cerca de media hora, hasta que pegandose fuego a su castillo y nave, con el que la nave de la Santa les tirava, començo el castillo a disparar muchos truenos con muy buen orden…

  • La ciudad manda evitar la acumulación de ballasto en el puerto

    [L]a Ciudad publicó un bando mandando que las embarcaciones no pudiesen arrojar el lastre de arena, sino en el parage que les señalaria el Guardian del Puerto.

  • La suerte de los restos de las fuerzas leales a Carlos VI

    La obstinacion de Barcelona en mantenerse firme por el Archiduque, aun despues que se habia retirado, fué de un egemplo muy pernicioso para algunos otros pueblos de aquel principado. Cardona y Manresa persistiéron en la rebelion, y fué necesario reducirlas por la fuerza. Los eclesiásticos soplaban el fuego de la discordia en los pueblos ignorantes, exponiéndolos sin tener ninguna defensa à todo el furor del soldado vencedor que cometia impunemente toda especie de desórdenes creyéndose autorizado por lo mismo que se hacia resistencia. D. Joseph Armendariz ocupó con su division todos aquellos pueblos. Las armas del Rey entráron tambien en Solsona, Manresa y Hostalric. El Conde de Fienes entró en Ampurias y su territorio. El Duque de Popoli continuaba el bloqueo de Barcelona porque no tenia fuerzas bastantes para ponerle sitio en forma. Don Antonio Villaroel mandaba la tropa que habia en ella como teniente General de las tropas del Emperador. Algunos nobles temiendo la suerte que habian de tener en acabándose de juntar las tropas del Rey, querian que se rindiese la ciudad ò à lo menos salvar sus personas saliéndose de ella ántes que se hubiese puesto el sitio; pero el pueblo estaba tan furioso que no pudiéron executar ni uno ni otro. Enviáron à Viena al Marques de Montenegro à pedir socorro; pero no pudo conseguir sino que de Nápoles y Cerdeña les enviáran viveres y armas que entraban en la ciudad con barcos pequeños, y por la noche, frustrando la vigilancia de D. Joseph de los Rios que defendia aquellas costas con las galeras de España.

    Entre tanto Dalmau y Nebot dos cabos de los rebeldes corrian con tres mil voluntarios la provincia, y en los lugares donde no habia guarnicion cometian todo genero de maldades. El segundo fue atacado cerca de Terrasa por D. Feliciano Bracamonte, y aunque se defendió con valor fue derrotado y huyó dejando muchos muertos en el campo, y un gran número de prisioneros que fuéron condenados à la horca por sus delitos. Dalmau fué igualmente destrozado, y perdidas ya las tropas de bandidos que les seguian se entráron por mar en Barcelona la noche del 4 de Octubre, donde el pueblo horrorizado de las maldades que habian cometido quiso hacerlos pedazos. Los rebeldes que pudiéron escapar de los soldados del Rey unos pidieron perdon y lo consiguieron, otros escaparon á Francia ò se salváron como pudiéron escondiéndose en los montes y en las cuevas, no hallando abrigo en los pueblos que resentidos de las injurias que les habian hecho sufrir los hubieran entregado à la justicia. Una quadrilla de los mas audaces intentó forzar el cordon y entrarse en la ciudad, mas halláron tan fuerte resistencia que casi todos pereciéron en la accion. Los de la ciudad resueltos à sepultarse bajo sus ruinas habian tomado todas las precauciones posibles para su defensa, esperando siempre que alguna potencia los tomaria bajo su proteccion pues habian enviado à todas ellas emisarios para esta negociacion. Se dice que su ceguedad fué al que pidiéron socorro al gran Turco por medio del ministro imperial que habia en Constantinopla ofreciéndole condiciones muy ventajosas; pero creo que ésta es una horrenda calumnia inventada por algunos escritores malévolos de aquel tiempo para hacer mas odiosa su rebelion. Lo cierto es que nadie les socorrió, y con sus fuerzas los pocos soldados alemanes que habian quedado en Cataluña, defendiéron hasta el último estremo una causa que creyéron que era justa; y quisieron mas morir con las armas en la mano, que no doblar la cerviz y someterse à un Rey contra quien habian cometido tantos insultos provocando su ira.

  • Oda al primer barque de vapor Cádiz-Barcelona

    AL PRIMER BUQUE DE VAPOR
    QUE HIZO EL VIAJE DE CÁDIZ A BARCELONA
    en Noviembre de 1824.

    LLEGA en buen hora, arrogante,
    Vulcanizado bajel,
    i desde la ciudad de Alcídes
    Al trono de Berenguer.
    Abandonaste las costas
    Que te miraron nacer,
    Y los cantos de los bardos
    Y los hijos de Morven.
    Los vientos de Caledonia
    De Fingal en el broquel
    Sonaron enfurecidos
    Al verte desparecer.
    Saludaste de Pelayo
    El enriscado dosel,
    Del Santo Patron la tumba,
    Y el dominio portugues.
    Viste la ciudad hermosa,
    Donde el que supo vencer
    Los leones de Numidia,
    Las sierpes, en su niñez,
    Puso límites, que hollaron
    Colon, Pizarro y Cortés,
    Pero que términos fueron
    Para el imperio frances.
    La antigua ciudad miraste,
    De Flora grato verjel,
    Y de Céres y Pomona
    El afortunado Eden;
    La que en sus templos ostenta
    El hispalense pincel,
    Los sarracenos pendones,
    Las águilas de Bailén;
    Donde el esforzado aliento
    Del ínclito leonés,
    Terror de la gente alarbe,
    De la cristiana sosten,
    Reverenciando la sangre
    Que un padre osara verter,
    En nombre de Recaredo
    Alzó el pendon de la fe.
    Hoy de la gran Barcelona
    Los muros llegas á ver,
    Gloria de Aragon un dia
    Y de un venturoso rey.
    Mas ya de Jaime la sombra
    Viene, orlada de laurel,
    Y en letras de oro Valencia
    Y Mallorca en su paves,
    «Tú, dice, surcando mares,
    A Sevilla has de volver,
    Y de la torre del Oro
    Lanzarás el ancla al pié.
    »Recuerda al tercer Fernando
    Que horror nuestro brazo fué
    De la gente descreida
    Que tiene el Coran por ley;
    »Que si cumplió de Pelayo
    El pensamiento fiel,
    Yo tambien del noble Arista
    El heredado deber;
    »Que si en Úbeda y Baeza
    Rindió á la morisma infiel,
    Y si coronó en Sevilla
    La victoria de Jaen,
    »Yo, congregando las huestes
    En los campos de Teruel,
    Del Cid la ciudad perdida
    Al enemigo arranqué.
    »Trasmitimos nuestras glorias
    Á Fernando y á Isabel;
    Guardó el leon sus castillos
    Y mis barras á la vez.
    »Di que conmigo sus votos
    Eleve al Eterno Ser,
    Porque gocen nuestros pueblos
    De nuestras glorias la prez;
    »Porque el Rey que en ambos tronos
    Señor de España se ve,
    De inmarcesible corona
    Se adorne la excelsa sien;
    »Donde á la frondosa rama,
    Que emblema de triunfos es,
    Se enlace la santa oliva
    De la concordia y el bien.
    »Acátenla nuestros lujos,
    Y desde el Bétis al Ter
    Haya tan sólo españoles,
    Así como sólo un rey.
    »Esto dijo el rey Don Jaime;
    Y al levar ancla el bajel,
    Volvióse la augusta sombra
    Al santuario de Poblet.

    1824

  • La tiranía de las actuales circunstancias, los baños y las aguas, un viaje a Francia en buque de vapor

    Las generaciones que en la actualidad pululan sobre la tierra estan presenciando la caida de todo lo que existia en los tiempos de nuestros abuelos; esto en cuanto á los que presencian, que en cuanto á los actores en el drama, allá se van en número, si no escede. Pero prescindiendo de esta cuestion, es lo cierto, que el grito de alarma está dado.

    Recedant vetera nova sint omnia, latinajo mas manoseado que mango de escoba, y que vale tanto como decir: enhoramala lo añejo, venga lo nuevo. Y cuenta que no solo se dirigen los ataques á lo añejo, sino hasta á lo que tiene visos de tal, de modo que á cualquiera cosa que se tenga mala voluntad, no hay como darle una genealogía que remonte á dos siglos atrás, y asunto concluido, se lo llevará la diabla como tres y dos son cinco. Vean Vds. sino, lo que ha sucedido con la tiranía, y los abusos y los yugos. A dos por tres (lo demostramos todo matemáticamente) se le antojó á un quidam ó á un periodista que todo se sale allá, decir que todo esto era añejo y rancio y chocho, y no hubo mas, vino al suelo irremisiblemente. Pero la tiranía que no ha caido, el abuso que no se ha desterrado, el yugo que no se ha roto y que no solo ha quedado en pié tal vez para muestra, sino que no ha sufrido el menor ataque, es una tiranía la mas tirana de las tiranías, un abuso el mas perjudicial de todos los abusos, un yugo el mas pesado de todos los yugos que pueden uncirse á la mas recia y enhiesta cornamenta, las actuales circunstancias.

    Desde que el hombre se halló comprometido á hacer lo que no pudo ó no le vino en gana, existen actuales circunstancias. Ved, amables lectores, cuántos siglos cuentan de antigüedad estas buenas señoras; y bajo cualquier aspecto que se miren, su tiranía está patente. Por las actuales circunstancias no puede disfrutar el pais las ventajas de las leyes ni de las instituciones ; por las actuales circunstancias no se toma tal ó cual carrera; por las actuales circunstancias no se atreve uno á casarse (échele V. un galgo al socarron); las actuales circunstancias impiden hacer ciertas especulaciones ventajosas; las actuales circunstancias le dejan á uno el bolsillo mondo y lirondo; las actuales circunstancias no permiten que tengamos dos ó tres mil compradores del Añalejo; y las actuales circunstancias en fin hacen contraer ciertas costumbres, que de otro modo no solo no se contrajeran sino que merecerían la reprobacion de la mayor parte. Vamos á esplicarnos.

    Para muchas dolencias crónicas sobre todo de aquellas que segun las edades de los que las padecen cambian de nombre, está reconocida la eficacia de las aguas ferruginosas y de las sulfurosas y de las carbónicas y de las termales y de las salobres del mar. Verdad es que para los mas las aguas y los baños solo son un pretesto para descansar de las tareas que los ocupan durante el año, porque los establecimientos de aguas y baños ofrecen la ventaja de gozar de la libertad del campo sin salirse de la sociedad en que se vive. Que los baños y las aguas no son sino un pretesto para mudar de método de vida, que por bueno que sea el que comunmente se sigue siempre es monótono, está á la vista si se atiende á que los forasteros se vienen á Barcelona á tomar baños, mientras los barceloneses se van á tomar baños y aguas á Caldas, á Caldetas, á la Puda, á San Hilario, á la Espluga y á Argentona; esto se entiende siempre mientras lo permita el tirano del mundo, las actuales circunstancias. Empieza la primera temporada despues de la octava del Corpus, y la segunda en los últimos dias de la canícula. De los baños correspondientes á aquella rezamos cuanto era debido en los artículos de la octava del Corpus; y estando para salir la canícula, de derecho les corresponde este lugar á los pertenecientes á esta.

    A las actuales circunstancias es debido el que á los muchos establecimientos de aguas y baños del pais se bajan preferido los ultra-pirenaicos; y cuenta que si con respecto á esta preferencia decimos actuales circunstancias, lo mismo pueden ser de ayer que de hoy que de mañana, porque el epíteto está tan íntimamente unido al sustantivo, que sin él perdería este toda su sustancia. Ya es costumbre por no decir que está de moda, en la temporada de verano el pasar á tomar los baños á Vernet en Conflent en el otro lado del Pirineo, lo que tiene el doble mérito de estar en pais estrangero. Ya es muy vulgar el ir á tomar baños y aguas á los establecimientos del país. Ya se ve, estan maldispuestos, tan mal servidos… en una palabra, el buen tono no lo permite porque este otro tirano obliga á cargar con todo el ajuar doméstico que tiene relacion con el vestuario, llevar cofres y mas cofres llenos de esencias y pomadas, y sombrenlos de negligé y de sacíeté y de soirée, (perdona lector que hablamos de Francia). Esto sin contar la exigencia de las actuales circunstancias, de tener que hacer el viage por mar, exigencia cuyos lances, Dios mediante, no se nos han de quedar en el tintero, haciendo mencion de ellos á continuacion del presente artículo.

    Pero por mas que el buen tono pretenda introducirse en los establecimientos á donde llama á sus esclavos, las circunstancias le obligan lo mismo en Francia que aqui á ser menos exigente que en las poblaciones donde se tiene la residencia; y por esta razon muchos puntos de contacto tiene la sociedad bañista de Vernet con la de los establecimientos de nuestro pais.

    Las relaciones que se contraen en todos los establecimientos de aguas y de baños son poco duraderas como de aguado origen. Llega uno al establecimiento, y es amigo de todo el mundo, y todo el mundo se hace su amigo; hasta cuidados mutuos se prodigan los concurrentes ni mas ni menos que si hubiesen empezado juntos el a. b. c. La franqueza, la liberalidad, los goces honestos, todas las virtudes sociales parece que reinan en los establecimientos de aguas y baños. Hoy se prepara una merienda, mañana se hace una romería, pasado mañana se da un baile, sin que ninguna etiqueta del buen tono se cruce para interrumpir el curso armónico de la acuátil sociedad. Hasta las mugeres viven juntas y son amigas. Llega el día de la partida: — en tal calle n.º tantos tienen Vds. una casa á su disposicion. — Vengan Vds. á vernos. — Llegan á la ciudad: se obsequian mutuamente con una visita, ya no hecha á una hora de franqueza, sino ala que el buen tono prefija. Verdad es que parece quieren reproducir la libertad de la temporada de los baños, pero no lo consiguen, porque en esto tambien ejercen su poderosa tiranía las actuales circunstancias.


    Suponte, lector querido, ó queridísima lectora, que las actuales circunstancias te obligan á ir á Francia á tomar baños ó á beber aguas, y que otras circunstancias actuales tambien, como por ejemplo, realistas, carlistas, trabucaires, matinés, ó lo que sean, te aconsejan que hagas el viage por mar, á fin de no arriesgarte á dar con esos señores, de quienes cada uno cuenta mil cosas que te disgustan. Dando pues por sentadas y por simultáneas las actuales circunstancias de las dos clases, te encuentras en el caso preciso de ir á tomar baños ó á beber aguas á Francia, y de hacer el viage por mar, viage que yo tengo por cosa averiguada que lo harás en buque de vapor, pues eso de barcos de vela es muy ramplon, prosaico y anticuado.

    Quisiera yo saber si hay alguno de mis amados lectores, sean varones ó hembras, que no haya viajado nunca en buque de vapor. Si lo hubiese, puede hacerse cargo de que no ha probado cosa de gusto. Por supuesto que dejo á un lado eso de levantarse dos horas antes de lo regular, y doy al viagero por levantado y vestido y encaminado hácia el muelle nuevo, que no es poco darle todo esto por hecho. Atraviesa un angosto puente sorteando los cuerpos de curiosos que entran y salen, del faquin que viene con el baul ó la maleta que debieron embarcarse la tarde antes, y concedo que sano y salvo
    llega al fin de la tabla y pisa la cubierta del buque. Allí todo es confusion, voces, algarabía y falta de inteligencia, de suerte que mas que otra cosa parece un fac-simile de sesion parlamentaria. El capitan pide pasaportes, y entre la multitud tiene que ir pescando á los viageros con tales dificultades, que no parece sino que busca un hombre de bien. Suena una campana, y se manda salir á todos los que no emprenden viage; pero ellos continúan hablando y entrando cofres y mas cofres, y vienen y van personas. A todo esto, los que llegaron primero toman posesion de los bancos, cogiendo para el caso de marearse, ese instrumento recolector igual á una sarten sin mango, cubierto con una tapadera cóncava en medio de la cual hay un agujero redondo por donde se va destilando lo que arrojan los ciudadanos mareados. Continúa el ruido y el no entenderse ni poder dar un paso, hasta que el segundo toque de campana obliga á despejar á los bienaventurados que se quedan en tierra. Aqui entran los abrazos y los besos y los lloros y los mocos y los encargos de saludos y los adioses y los ahures y—cuida el chico,—y no dejes de escribir,—vuelve luego que puedas—y las recomendaciones al capitan del buque, y otras mil zarandajas, cuya esposicion seria nunca acabar. Marchan aprisita, retiembla el movedizo puente, y salidos en fin todos los profanos, quedan en el buque los que pagaron para que los mezcan segun sea la mar y el viento. En fin se suelta el último cabo, las palas comienzan á azotar el agua, y el buque se separa de la tierra. Alzanse pañuelos, y otros pañuelos responden, y quiere Dios que al cabo se den todos por despedidos. Ya se marcha.

    Ola! las ruedas se paran; nos detenemos. ¿Qué será? Un viagero dormilon ó una viagera elegante que habiendo acudido á esta cita mas tarde de lo que suelen á otras, vienen en una lancha y se los aguarda. Llegan, traen equipage , sube este, suben ellos, el buque está parado, se pierde tiempo y por uno ó dos se incomoda á doscientos. Ya estan dentro, se alza la escala, se cierra la porta y al fin echamos á andar de veras. Comienza el viagero á pasear una ojeada por los rostros de sus conavegantes, y no ve mas que caras nuevas: este va á Francia, aquel pasa á Italia, uno viene de Málaga, otro de Alicante y otro apenas ni él mismo lo sabe. Casi todos los viageros estan tan frescos y tan alegres, salvo una corta minoría cuyos individuos dejan aqui alguna cosa que les interesa, ó van á punto en donde no les interesa cosa alguna. Todos estan en cubierta y hácia la popa contemplando como la tierra va nivelándose con el mar, y acaba por perderse de vista. Los jóvenes dirigen la visual á las muchachas, y aun se les arriman con aquella libertad que solo dan un día de campo y un viage. Todos los viageros estan animados; pocos temen marearse; sin embargo como siempre hay gentes que se previenen para lo que pudiere tronar, una que otra señorita saca un limon y lo muerde para abrirle un boquete, nó precisamente porque eso prive de marearse, sino para neutralizar el hedor del carbon de piedra de cuyo humo sale una buena parte por la base de la chimenea. — Se marea V.?— Nó señor, al menos no me he mareado otras veces. — Ha viajado V. en vapor? — Nó, sino en buque de vela. — Entonces no tenga V. cuidado, en barco de vapor se marea uno menos. — No lo crea V., este temblor marea mas que el movimiento regular de un barco de vela, y luego ese humo, ese humo —Es buen preservativo el limon? — Dicen que sí. —Ca! no lo crea V.: eso es lo mismo que la carabina de Ambrosio cargada de salvado.—Sin embargo en teniendo limones yo voy segura de que no he de marearme. —¿Ha comido V. alguna cosa?—Nó señor, estoy en ayunas; pero voy á tomar una taza de té, pues dicen que eso dispone bien el estómago. — Para marearse, interrumpe un militar de los que comieron el rancho que los franceses tenian preparado para ellos en Bailen. — Perdone V., tomando té no tenga V. cuidado. —V. hará lo que guste; mas si toma V. té , dése V. por mareado. Otra cosa seria si tomase V. una taza de caldo.—Amigo mio, dice un jóven á quien no le hace gracia que el militar le intercepte el paso hasta la linda viagera , yo tengo en esto mucha esperiencia, y le aseguro á V. que el mejor preservativo es un buen almuerzo. — Eso no prueba á todos, observa un empleado que va á Francia á gastar sus ahorros y los agenos, lo mas seguro es tenderse en la cama antes que se sienta uno mareado, estarse quieto, taparse bien la cabeza y no haya miedo. — Se siente V. mala ? — Nó señor; pero á la verdad me incomoda el humo, y aun mas que el humo esos jóvenes que meten tanto ruido. —Qué quiere V.! como que no se marean. — Oh! eso es muy bueno ; yo me distraigo , canto , no paro un momento, porque en logrando uno estar siempre distraido, se está tan seguro á bordo como en casa. — Esa señorita se ha dormido!—Nó señor , estoy muy dispierta , pero sé que en arrebujándose una en un rincon sin menear pie ni mano y con los ojos cerrados está salvada.— V. no se marea?—Nó señora, yo soy de bronce, hijo de puerto de mar, he viajado mucho y de todos los modos como puede viajarse, y siempre tieso. — No tiene V. poca suerte.

    Y de este modo se continúan las conversaciones, y la broma y la franqueza, y todo el mundo se alimenta de esperanzas, salvo algunos que van á alimentarse con el pescado frito ó el viftech de la cocina del vapor, dentro de la cual nada está tan asado como la carne del fondista. ¿No te parece, querido lector, ó amada lectora, que es muy salado eso de viajar en vapor? ¡Ah! sábete que los viages en vapor son como los ministerios; todos prometen mucho y suelen acabar por ensuciarla. En lo mas animado de la bulla una señorita sentada en el banco verde y en la esquina inmediata á la escalera de estribor, palidece de repente, se pone la mano en la boca del estómago, le dan trasudores, y escondiendo la pupila bajo el párpado superior, saca el pañuelo y anda buscando con los pies esa sarten vomitoria de que nó en vano sehabia provisto. —¿Qué tiene V., señorita? — ¡Ah! me muero, me muero. — Se arrodilla, baja la cabeza, y allá va la cena de la noche anterior. Es la señorita del limon. Se acabó la jarana, no se oye una palabra, la mitad de los viageros han desaparecido, y los demás se van tendiendo por el suelo, porque en los vapores muchos viageros no tienen mas recurso que estarse en pie ó revolcarse por la cubierta. Vuelve uno la vista y echa de menos á los que cinco minutos antes daban y recibian conversacion. Pero señor, ¿qué se ha hecho esa gente? Todos los que tenían litera se han metido en ella nó por otra cosa sino porque estaban mareados. A la derecha yace moribundo el amigo de los vapores; el aficionado á los barcos de vela le hace duo en el sacar los hígados, y el de la taza de té la ha soltado y tras ella todo lo que comió en media semana. Mira, lector mio, qué grupo tan hermoso! El militar de Bailen pertrechado con el seguro específico de una taza de caldo, sostiene la frente de su anciana esposa que está perdida, y tiene que desocupar pronto para dejar la sarten al buen marido, que comparte sus bascas y sudor frio, pero que á fuer de militar antiguo, en medio de ese trabajo ciñe la espada y lleva puesto el sombrero de á tres picos cubierto de hule y con la borlita en las dos puntas. Hácia el lado del timon está una mareada hermana de un marcadísimo hermano que se sentía muy valiente; pero que al fin á impulsos de la simpatía ha dado á la mar lo que comió no hace todavía media hora. Una niña de seis años completa el terceto, y toda la familia queda purgada hasta la época de los panellets. ¿Te acuerdas, lectora querida, del jóven que aconsejaba un buen almuerzo? Pues ahí está hecho una miseria. Es verdad que ha almorzado; pero tambien ha desalmorzado, y ahora no teniendo que sacar, aprieta los dientes por temor de sacar el alma. El empleado tomó la eficaz medicina de meterse encama; pero la ha puesto como de perlas, y aburrido de verse solo y abandonado dentro de la artesa, se ha subido á cubierta para que lo dé el aire, que es escelente remedio para el que no se marea. Aquella cuadrilla de jóvenes que sin consideracion á nadie metían tanta bulla y divertían á todos los pasageros, callan, por fin aunque nunca han tenido la boca tan abierta como ahora. El que abogaba por la distraccion, ahí está sudando la gota gorda: la niña callada, quieta y delos ojos cerrados quiere y pide al cielo que la saque de tal estrechez; y el hijo de puerto de mar, ese grande viagero y hombre de bronce, dió consigo patas arriba, y sus ayes y suspiros completan el coro. ¿Y qué haces tú, lector mio, si aciertas á encontrarte en la comitiva? Quiera Dios que no imites á ninguno de tus compañeros, y que logres poner el pie en la famosa Portvendres llevando á Francia todo lo que de España llevaste encerrado en tu estómago; mas nó por esto te enorgullezcas, porque ya sabes el refran de que á cada puerco le llega su san Martin, y si á la ida te has salvado, no creas que esto sea una garantía para la vuelta.

  • Llega una «tribu» africana desde Marsella

    Aunque el sol achicharraba de lo lindo, fue numeroso el público que acudió á presenciar, á las once y media …, al desembarque de los negros aschantis, que procedentes de Marsella ha conducido el vapor «Nuevo Extremadura».

    Una barcaza remolcada por varias lanchas, en la que ondeaba la bandera de la colonia inglesa de Costa de Oro, llevó á tierra á los negros, quienes ocuparon de cuatro en cuatro los carruajes descubiertos preparados al afecto.

    En el último coche iban la esposa del director propietario y el jefe de la tribo, luciendo la primera un sinnúmero de joyas. Un lujoso parasol encarnado con flecos de oro, sostenido por un negro tentado en la tratera dei coche, cubría á los viajeros.

    En el carruaje que precedía al descrito iban los maceros con los símbolos reales, consistentes en un bastón cuyo puño figuraba una mano de marfil, dos alfanjes y una especia de capillo curvo hecho con pelo de caballo.

    Son gente de alta estatura, hercúleas formas y rizados cabellos, siendo sencilla su indumentaria, que consiste en un delantillo y una túnica de colores verde ó azul, con la que envuelven la mitad del cuerpo, arrollándole debajo del brazo contrario. Algunos usan sandalias.

    Abundan los niños y las mujeres.

    La aparatosa comitiva recorrió parta da la ciudad, para dirigirse al local de la Ronda de la Universidad, donde están instalados, llamando la atención da los transeuntes, por el aspecto pintoresco que ofrecía la cabalgata.

    La inauguración de los villórios negros tendrá lugar hoy, á las cuatro de la tarde, en el local indicado.

  • Exposición del «pueblo negro» en la Ronda de la Universidad

    Los Aschantis
    Pueblo negro, 150 indivíduos.–Abierto de día y de noche.–Ronda de la Universidad, 35.–Entrada 1 peseta, los jueves día de moda, entrada 2 pesetas.

  • Exhibición de una «tribu de Aschantis» en el día de Inocentes

    Noticias de espectáculos
    ELDORADO.—Del programa de la funciónde Inocentes que se verificará esta noche, forman parte «La Viejecita», con sorpresas en su cuadro segundo; «Lo pessebre de don Pau», capricho cómico del señor Molas y Cosas, que todos los años tiene aplausos en semejante cita; exhibición de una tribu de «Aschantis»; un baile grotesco de aparato y otras excentricidades: «El bigote rubio», «Agua, azucarillos y aguardiente» y el cuadro primero de «La Viejecita» serán representados con la formalidad de los demás días.

  • Inauguración del Museo Marítimo

    El solemne acto fue presidido por el almirante Estrada

    [El día 18] quedó inaugurado, con toda la solemnidad que el importante acto requería, el Museo Marítimo que la Diputación Provincial ha instalado en el histórico edificio de las Atarazanas Reales, después de habilitarlo convenientemente para que recuperara toda la belleza que el curso de los años y una serie de reformas tenía oculta.

    Con motivo de la inauguración, las vetustas paredes del vestíbulo fueron decoradas con magníficos tapices, completando la exornación de aquel y de los pasillos, plantas tropicales y emblemas marítimos.

    Asistieron a la ceremonia el jefe del Departamento Marítimo de Cartagena, capitán general, almirante don Rafael Estrada; el capitán general don Luis Orgaz; gobernador civil y jefe provincial del Movimiento; delegada nacional de la Sección Femenina, Pilar Primo de Rivera; gobernador militar, general Múgica; consejero nacional, camarada Julián Pemartín; alcalde, señor Mateu; tenientes de alcalde señores Rivas Seva, Azcoitia y Cameras Artan; comandante de Marina, don Luigardo López; intendente general, señor De Diego; doctor Sanabre, director del Museo Diocesano, por el señor obispo; y las primeras jerarquías del Movimiento en esta ciudad. Concurrieron también comisiones y representaciones de corporaciones, entidades y asociaciones vinculadas a la vida marítima de Barcelona.

    A la puerta del histórico edificio recibió a las autoridades el presidente de la Diputación, señor Simarro y varios diputados.

    Junto a la puerta rindieron honores a las autoridades la banda de cornetas y tambores de los flechas navales, y en los pasillos estuvierno formados, durante la ceremonia, guardias marinas.

    En compañía del presidente de la Diputación y de los técnicos que han cuidado de la habilitación de las viejas Atarazanas y de la catalogación de los ejemplares expuestos, las autoridades y personalidades recorrieron las vastas salas en que ha sido instalado el Museo y que proclaman la importancia que desde la antigüedad ha tenido nuestro puerto en el comercio marítimo y en el desenvolvimiento naval de España.

    Después de la visita, que por la calidad de lo expuesto fue, naturalmente, detenida, el señor Simarro pronunció un breve discurso en el que expresó la satisfacción que sentía la Corporación provincial al ofrecer el Museo a España y a la Marina, representada en el acto por el capitán general del Departamento. Terminó su parlamento con vivas a España y al Caudillo.

    El almirante Estrada correspondió a las palabras de ofrecimiento con otras de sincera gratitud por la aportación realizada por la Diputación Provincial al estudio de las cosas del mar, y recordó la importancia que desde antiguo ha tenido Barcelona como puerto marítimo, calificándolo de vanguardia de la Marina española, honor que comparte con los de Galicia.

    Autoridades e invitados fueron obsequiados con un aperitivo en una de las salas.

    La Banda Municipal amenizó el acto con escogidas composiciones y, al terminar, ejecutó los himnos Nacional y del Movimiento.

    Al retirarse las autoridades el almirante del Departamento, señor Estrada, pasó revista a los cadetes de la Escuela de Naútica y a los flechas navales.