Categoría: Barcelona antigua y moderna

Avelino Pi y Arimon////Andres//// //// //// //// ////1854////Barcelona antigua y moderna, ó Descripcion é historia de esta ciudad desde su fundacion hasta nuestros dias//// //// ////Barcelona////Imprenta y Librería Politécnica de Tomás Gorchs

  • El sobrino nieto de Andrea Doria dispara contra la ciudad por no recibirle como persona real

    … llegó al Puerto de Barcelona con una escuadra de galeras el Generalisimo Juan Andrea Doria, y ya que hubo saltado en tierra, quiso entrar en la ciudad escoltado por una compañía de archeros, bien asi como fuese persona real. Opúsose á ello el Conceller en cap Francisco Benito Soler [médico], y mandó cerrar la Puerta del Mar, obligando de antemano á que se retirase la parte de acompañamiento que ya se hallaba en ella. Irritado Doria embarcóse nuevamente, levó anclas, disparó una andanada de artillería contra la ciudad, é hizose á la vela hácia poniente.

  • Los nuevos concelleres anteponen la seguridad marítima a sus rituales cívicos

    En la noche del dia de San Andres Apóstol del año 1625, en que se habia hecho la eleccion de estos Concelleres, hubo en la mar tan recia tormenta que se estrellaron muchos buques que estaban en el Puerto de esta ciudad. Para prevenir en lo posible las desgracias que amenazaban, los recien elegidos, antes de prestar el juramento, se dirigieron al Baluarte del Mediodia, á donde la Parroquia de Santa María del Mar habia acompañado en procesion al Santisimo Sacramento, y desde aquel punto dictaron las mas eficaces providencias para el alivio y seguridad de las embarcaciones.

  • Juran los primeros regidores del ayuntamiento borbónico, entre los cuales varios apellidos todavía conocidos

    El mismo rey D. Felipe V con su Real cédula de 13 de octubre de 1718 creó el Ayuntamiento de Barcelona, y prescribió á este Cuerpo la nueva forma de constitucion política y económica que en lo sucesivo habia de gobernar la ciudad; y habiendo nombrado los Regidores que debían formarlo, prestaron el juramento en 6 de diciembre inmediato en manos del Gobernador Capitán General del Ejército y Principado de Cataluña, Marques de Castel-Rodrigo, en una de las piezas de su palacio, los siguientes:

    CORREGIDOR.

    El Mariscal de campo Conde de Montemar, Gobernador de la Plaza, (2). Por hallarse entónces ausente, juró por él el Teniente de Rey D. Pedro Rubio.

    REGIDORES.

    El Marques de la Rupit.
    D. Francisco Junyent, Marques de Castell Meyá.
    El Marques de Cartellá.
    D. Pedro Bach.
    D. Francisco Grimau.
    D. Agustin Copons, Marques de Moya de la Torre.
    D. Francisco de Copons.
    D. Juan Antonio de Marimon.
    D. José Sabater, Marques de Benavent.
    D. Ramón Bru.
    D. José de Rocabertí.
    D. Domingo Rovira.
    D. Esteban Serra y Vileta.
    D. Pedro Planella.
    D. Gerónimo Sellares.
    D. Antonio Balaguer.
    D. Juan Alós.
    D. José Antich.
    D. Francisco Fornaguera.
    D. Baltasar Prous.
    D. Félix Martí.
    D. José Molines.
    D. Olegario Ametller.
    D. Antonio Güell.
    D. Francisco Martí.

  • Inauguración en la nueva Plaza del Duque de Medinaceli de un monumento a no se sabe cuál de los Galceran Marquets, personaje(s) escogido(s) a prisas porque resultó que el candidato original, Blasco de Garay, no inventó la máquina de vapor

    […]

    En el alma sentimos que el juicio de los inteligentes no sea favorable á este monumento que la prensa barcelonesa calificó de bellisimo, que mereció la honra de verse estampado en uno de los primeros periódicos de Inglaterra, y que, segun ántes indicamos, se hizo para dar una muestra de los progresos artísticos de nuestro siglo. Constituidos en el deber de consignar el dictámen de la crítica razonada sobre todas las materias que tratamos, deber ingrato por demas cuando el dictámen es poco lisonjero, no podemos ménos de indicar algunos defectos que los artistas echan de ver en esta Columna. Concebida su traza con el propósito de eternizar la memoria de Blasco de Garay, pero dedicada á Marquet, desde que cierto literato probó la inexactitud con que se atribuia al primero la aplicacion del vapor á la navegacion; harto se comprende que con tan grande cambio de destino y sin variacion alguna en el pensamiento, habia de resultar poco satisfactoria la filosofía de la obra; porque ni la forma, ni los accesorios, ni los atributos podian convenir á la vez á un maquinista, á un genio científico, y á un vicealmirante, á un soldado. Mas dejando esto aparte, parece que, siendo irregular la plaza, debiera haberse preferido colocar la Columna en el mismo eje de la calle de la Merced, ántes que sujetarse al eje norte-sur de aquella. Tambien se tacha de pequeño el monumento, comparado con el grandor del sitio en que se halla, por cuanto una columna triunfal debe sobrepujar la altura de las casas ó edificios circunvecinos si se quiere que presente el carácter magestuoso y monumental que le es propio (1). Algunos se adelantan á decir, que siendo esta una pobre imitacion de las columnas-candelabros de la plaza de la Concordia en Paris, dista mucho de corresponderá la idea de grandiosidad que debió de presidir en su ereccion. Y con efecto, ¿qué objeto tienen en ella los dos faroles cuyas peanas son los extremos de la quilla de una nave? ¿Sirven acaso, como en las citadas columnas-candelabros, para alumbrar el suelo que pisan los transeuntes? ¿Sirven para iluminar la estatua? ¿Quién no conoce que es un contrasentido figurar el casco de una embarcacion atravesado por el fuste de una columna, cuando el mayor diámetro de la basa y del capitel imposibilita la realidad de la representacion? Por otra parte, la estatua está vestida con alguna impropiedad, pues el manto que le cubre ni es propio del Conceller, ni sienta bien al guerrero que parte para una expedicion marítima; aun prescindiendo de que forma tambien extraño contraste con la armadura militar el gorro de magistrado municipal. Tocante á los principales accesorios, á saber los caballos marinos del capitel y los tritones asaz monótonos del basamento, son una decoracion incongruente, pues no hay razon alguna admisible que autorice para mezclar objetos de la fábula con los atributos correspondientes al héroe del monumento y á la ciudad que lo ha erigido. El espíritu tan católico de la época en que aquel floreció, no puede hacer mas incompatible la mezcla. Se nota, en fin, que el basamento es demasiado pequeño, que presenta poca base á la columna, y que si bien será pintoresco en el dibujo hacer saltar el agua de los cuernos marinos que aparentan tocar los tritones, esta disposicion condena á una rociada inevitable á los que van por agua á la fuente.

    Vengamos ahora á la historia del personage. Claro es que el Ayuntamiento hubiera satisfecho la curiosidad general del público de Barcelona, si al anunciar la inauguracion de la Columna, hubiese continuado unos breves apuntes biográficos del vicealmirante catalan, de modo que resaltasen los raros méritos que le hacian acreedor á la señalada honra que iba á dispensarle, con preferencia á tantos otros marinos como florecieron en el servicio de la Casa de Aragon. Podia subsanarse este descuido colocando en la Columna una inscripcion, como se suele siempre practicar en semejantes monumentos. Sin embargo, el público no ha recibido otras noticias acerca de este punto principal, sino las mas ó menos extensas, y no siempre bien averiguadas, que insertaron á la sazon los periódicos políticos. En uno de ellos escribió D. Antonio de Bofarull un largo artículo ó reseña de la vida y hechos de Galceran Marquet, esforzándose con patriótico anhelo por presentarlo como uno de los primeros adalides de la antigua marina catalana (2). La familia de Marquet es antiquisima y con justicia celebrada: el exacto é imparcial Zurita al referir la victoria que el infante D. Alfonso hubo de los callereses en 1324, dice, especificando el buen comportamiento de algunos en el combate, que «tambien se señaló mucho en lo de la mar otro caballero catalan llamado Miguel Marquet, lo cual fué en los deste linage tan ordinario como si fuera por herencia» (3). Con todo eso, es exajerado el aserto de Felíu de la Peña, que esta familia barcelonesa diese mas victorias á sus Reyes, que varones contara en estas y las antiguas centurias; y únicamente á título de hipérbole puede tolerarse el que se afirme, como el citado articulista, que recorriendo la historia de nuestras glorias se ve que en ninguna deja de figurar este ilustre apellido.

    […]

    Siendo, pues, tan antigua y numerosa esta familia, se comprende cuán fácil es que varios de sus individuos en el decurso de los siglos llevaran el nombre de Galceran, que por cierto era muy comun en Cataluña en la edad media. Las crónicas confirman esta presuncion. Por consecuencia, importa ante todo señalar cuál de los Galceran Marquet que tomaron parte como marinos en nuestros antiguos sucesos, es el que representa la estatua que acaba de levantarse. Pudiera creerse que la coincidencia de haber sido Conceller de Barcelona y vicealmirante de las armadas aragonesas señala fijamente la persona; pero hojeando las historias se advierte que en realidad la confunde mas y mas. Si en 1334, vemos de Conceller cuarto á un Galceran Marquet, que sale á la mar acaudillando una flota; hallamos tambien un Galceran Marquet de Conceller primero en 1389, y de vicealmirante en las aguas de Sicilia en 1398; aun pasando por alto el Galceran Marquet que iba de cómitre en la galera en que en 1404 el Papa Benedicto XIII se embarcó para Italia en el puerto de Barcelona. Nadie caerá en el renuncio de imaginar que fuese la misma persona la que en 1398 desempeñaba uno de los primeros destinos de la armada, que habria obtenido nada ménos de sesenta y cuatro años ántes. Siendo, pues, dos individuos con igualdad de nombre y empleos, y no habiendo el Ayuntamiento indicado á cuál era su ánimo erigir la estatua, nos vemos sumamente perplejos en inclinarnos con preferencia á uno determinado, cualquiera que sea.

    Sin embargo, á impulso de ciertas razones, seguiremos por el pronto la opinion general que atribuye el monumento al personage mas antiguo. El Sr. de Bofarull sienta que la primera vez que figura en la historia Galceran Marquet es en 1331, yendo de vicealmirante en la flota mandada por Guillermo de Cervelló, que acababa de aprestar Cataluña para la guerra contra la república de Génova. Ninguno de nuestros mas acreditados historiadores nombra á Galceran Marquet en esta gloriosa expedicion; y aunque su silencio no destruye por sí solo la probabilidad del hecho, pensamos evidenciar su inexactitud con el testimonio irrecusable de cuatro documentos diplomáticos.

    [etc etc]

    Resulta de nuestra discusion histórica que, á pesar de hallarse confundidas y ser casi inextricables las ramas del árbol genealógico de Marquet, parece que en el período de setenta y tres años se conocen bastante distintamente tres Galceran, acaso padre é hijos, ó padre, hijo y nieto. Puede sentarse con toda probabilidad que dos de ellos fueron sucesivamente Concelleres y vicealmirantes. ¿A quién, pues, preguntamos de nuevo, representa la estatua que el Ayuntamiento mandó colocar en lo alto de la Columna triunfal, toda vez que las únicas circunstancias con que se quiso dar á conocer al público el ilustre personage, fueron las de haber desempeñado aquellos dos altos destinos? ¿Y qué contestaremos de fijo y categórico al viagero curioso que al contemplar el monumento nos dirija semejante interrogacion?

    Empero, concedamos por un momento que está bien determinada la persona de Galceran Marquet, y que aquel cuya memoria perpetúa la Columna, es inconcusamente el vicealmirante de D. Pedro IV ó el de D. Martin. Aun así, ¿qué razon se tuvo para decretarle tan distinguido honor con preferencia á cien y cien otros marinos catalanes que pusieron en manos de los monarcas aragoneses el cetro del Mediterráneo? ¿Por ventura el destino cívico que obtuvo? La oportunidad de presentar al héroe como magistrado municipal y vicealmirante, no la graduamos de motivo suficiente. Mejor hubiese sido renunciará ella, y exponerá la admiracion pública algun personage, cuyos hechos bien conocidos fuesen dignos de eterna recordacion, y nos le representaran como uno de los primeros hombres de su época y que mas influjo ejercieron en los destinos de la patria. Dechados presentan los fastos de Cataluña en que la generacion actual y las venideras podrian aprender el ejercicio de todas las virtudes sociales, políticas y militares: de los principes, justos, benéficos y tan cuerdos en la paz como valerosos en las lides, D. Ramon Berenguer el Viejo: de los magistrados celosos de los derechos y prerogativas populares, Juan Fivaller: de los leales tribunos cuya voz no intimidan riesgos ni amenazas cuando se trata de la salvacion de la patria, Pablo Claris: y finalmente de los denodados marinos (si á un marino se queria á todo trance erigir la columna) cuyas victorias pueden contarse casi por las páginas de nuestras crónicas, Rogerio de Lauria, Jofre Gilaberto de Cruíllas, Poncio de Santapau (12), Bernardo de Cabrera (13) y otros infinitos que llevan como anejo á su nombre el recuerdo de las glorias y pujanza que equipararan un dia á Cataluña con las potencias mas fuertes y belicosas del mundo. (14)

    No sin verdadero dolor debemos, pues, concluir diciendo que en la ereccion de esta Columna triunfal fueron poco felices el pensamiento y su realizacion.