«Aquello fue increíble, completamente increíble. La primera imagen que tuve fue ver a mi hermana llorando. Estaba intentando hacer una foto, con la cámara en la mano, pero no pudo seguir y se echó a llorar a lágrima viva.» Así recuerda Felipe el electrizante momento vivido, como abanderado del equipo español, cuando desfilaba en el Estadio de Montjuich durante la inauguración de la Olimpíada de Barcelona, el 25 de julio de 1992.
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