Empieza la huelga de las moscas y de la basura

Desde el punto de vista social, la gestión del Gobierno liberal fue, en Cataluña, un verdadero desastre. El año 1923, Barcelona y los puntos neurálgicos de toda la Península conocieron momentos de frenética anarquía. El Gobierno se auto-denominaba liberal y sus hombres se decían de izquierda; la opinión vio escarnecidos todos los principios esenciales del liberalismo. La opinión se vio fatalmente obligada a considerar al liberalismo desde un punto de vista puramente cínico. La política electoral del Gobierno, corrompida y abyecta, hizo añorar todas las formas opuestas. Los resortes de la sociedad quedaron literalmente rotos. Resultó imposible hallar en todo este período un pensamiento político, una idea económica, una sombra de acción creadora. Barcelona conoció bajo la administración liberal tres gobernadores: Raventós, Barber, Portela. Durante el mandato de los dos primeros se produjo la huelga de transportes, que duró larguísimas semanas y que pasará a la historia con el infecto nombre de «huelga de las moscas y de la basura». La desarticulación que en la vida catalana produjo esta huelga fue indescriptible; las pérdidas que ocasionó fueron gravísimas; la anarquía que instauró tuvo algo de locura. Los tres gobernadores aspiraron a ser llamados hombres de ideas, lo que hizo aborrecer a esta clase de hombres por una larguísima temporada. Durante su mandato el terrorismo social acquirió las formas más bajas de la criminalidad: latrocinios, atracos, asaltos, fueron innumerables; los asesinatos, los atentados, se reanudaron como en la época de Bas, de Amado y de Anido. La Confederación General del Trabajo llegó a decretar el boicot a todas las mercancias de fabricación catalana. La indefensión de Cataluña, el calvario de Barcelona, el abandono del país, llegaron en esta época a un extremo de imposible descripción. He aquí la estadística incompleta del primer semestre de 1923: 53 muertos, 102 heridos, 23 atracos, 11 bombas explosionadas, 22 tiroteos por las calles, 2 incendios intencionados, incontables hechos violentos. La razón del golpe de Estado se halla en esta estadística. La opinión -resulta imposible negarlo- vio la desaparición del gabinete liberal con una profunda alegría.

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