Mes: febrero 1848

  • Los puercos de San Antonio

    Érase un dia 1.º de Febrero, no importa el año, y érase que uno de los mayores glotones que pisa la tierra atravesó en mitad del dia el Cap de creus, ó si se quiere el llano de la Bocaría, y oyó el monótono son de una gaita acompañado del seco baqueteo de un tamboril. Estas dulces armonías sonaban en medio de un grupo de varias gentes, y nuestro gloton se acercó por mera curiosidad. Qué será, qué dejará de ser; y eran tres cerdos de los mas bien cebados que darse pueden en la tierra, tendidos descortesísimamente en el duro suelo. –¿Qué es esto? preguntó á un patan de los que allí estaban. –¿Que no ho veu? los porcs de St. Antoni; dijo con una amabilidad que dejó entender le era característica. –No quedó el gloton tan satisfecho de la respuesta como debia de esperar, al paso que se dispertaron en su imaginacion tales ideas de glotonería que se le hizo la boca agua pensando en los jamones y en los chorizos y en las morcillas etc. etc. etc., y continuó: ¿Para qué estan aqui esos señores? Y supo que á pesar de lo bien cebados criáronse en una casa de beneficencia, y que a son de la gaita y del tamboril pasean todos los años durante esta temporada tres animales de la misma especie, con el objeto de rifarlos despues á beneficio de los espósitos, en tres suertes, á cerdo por suerte, para lo cual se espenden billetes por la módica cantidad de un sueldo catalan, ó sean diez y ocho y pico maravedises.

    Parece ser que cuando se suprimieron los religiosos de San Antonio Abad, á quienes estaba concedida esta rifa, se pasó el privilegio al hospital de Sta. Cruz, con la obligacion de dar anualmente del producto de la rifa una pension á los dos religiosos que de la orden quedaban. Cumplió el hospital dicha obligacion, y desde que los dos religiosos murieron, todo el producto de la rifa está destinado al piadoso objeto que hemos dicho.

  • Bendición de las candelas

    Hoy es fiesta de precepto. Gran noticia para el holgazan.

    A las 9 de la mañana tiene lugar en las iglesias la ceremonia de bendecir las candelas. El preste despues de haberlas bendecido se adelanta hasta la barandilla del presbiterio para repartirlas al pueblo. Desde el chiquillo travieso á quien no anima otro deseo que el de poder iluminar gratis el altarito con que juega en su casa, hasta la beata que teme los truenos; todos á porfía acuden á aquel punto tendiendo los brazos para alcanzar las tres candelillas, una colorada, una verde y una blanca. Este se ase del pasamano para que no le separen del puesto en que una hora antes ha ido á situarse, aquel empuja, esa regaña, esotra chilla, y todos alborotan, hasta que apurada la paciencia del preste arroja las candelillas por encima de aquel grupo profanador.

    A mediodía paseo en la muralla de mar.

    Los teatros dan funcion por la tarde y por la noche. Despues del teatro es de rúbrica asistir al baile de la lonja, que en este dia suele ser muy concurrido. Créanlo vds., jóvenes lectores, vayan vds allá, y como todos den crédito al Añalejo, por mis barbas si no está el baile lucido….como de costumbre.

    Con una advertencia importante concluirá el artículo de hoy. Muy bien sabes é ignorar no puedes, carísimo lector, que en el año hay fiestas fijas y fiestas movibles: argumento concluyente. Ahora bien, las fiestas fijas dependen del sol, las movibles de la luna y las costumbres de la atmósfera. Porque en efecto, si llueve ó truena ó hace viento, adios paseos, adios ferias, adios bailes, costumbres adios.

    Si hay pues fiestas movibles, vamos á ver cuál es el movimiento, y cuál es el eje sobre el cual se mueven, á lo menos las que entran en la jurisdiccion del Añalejo. La pascua de resurreccion es el punto de apoyo. En el concilio de Nicea reunido en el año 325 de nuestra era se declaró que debia celebrarse esta pascua el domingo despues del dia 14 de la luna de marzo; y asi es que la referida fiesta nunca baja mas que al 22 de marzo, ni pasa mas allá del 25 de abril, segun las tablas de Dionisio el Exiguo. Sentados estos preliminares deducirémos consecuencias. Es cosa mas que sabida que la cuaresma empieza despues de las carnestolendas y concluye con la pascua de resurreccion. La cuaresma tiene siete semanas, la semana siete dias…. echa, lector, la cuenta y hallarás que el domingo de carnestolendas primera fiesta movible del año, ni puede caer antes del presente dia 2 de febrero ni despues del 7 de marzo. Sin embargo no hemos señalado dia para las costumbres de carnestolendas ni para las de las demas fiestas movibles; pero sí les hemos reservado el lugar que puede verse en el índice habiendo consultado de antemano la mayor comodidad de los curiosos.

  • Fiesta de san Blas y de los cantantes malos

    En la iglesia de la Trinidad, hoy parroquia de san Jaime, se celebra la fiesta de S. Blas, abogado para el mal de garganta.

    Asueto para todos los que berrean, mayan, aullan ó rebuznan en vez de cantar, achacándolo á eso que llaman escuela moderna, hablando en tonto, porque no sabemos que en las artes haya otra escuela que la buena, la que guia por el camino de la belleza. Llaman antiguos á los que saben cantar, y cantan segun los principios de la escuela buena; de lo que se deduce que no es corto el número de los que cantan mal, esto es, que berrean, mayan, aullan y rebuznan.

  • Los bailes particulares

    Nó precisamente en este dia, pero sí desde los primeros del mes suelen darse en algunas casas bailes particulares, costumbre que ha sufrido un gran golpe desde la institucion de los casinos. Mas como aun no está del todo perdida, seria un robo hecho á nuestros lectores, no decirles cuatro palabras acerca de esos bailes, los cuales á pesar de la mudanza de los tiempos, conservan un carácter especial que perderán muy tarde ó nunca. Danse los bailes particulares en una sala de regulares dimensiones, no siempre profusamente iluminada, con sillas á la redonda, y con la añadidura muchas veces de un tabladito en la testera para colocar á los músicos. El que crea que todos los que van á esos bailes se divierten no está en lo cierto, y si alguno se figura que todos van con el objeto y con la esperanza de divertirse, tampoco entiende del negocio una palabra. Los maridos, por ejemplo, ni van para divertirse ni lo han soñado siquiera, pues aun cuando el baile de suyo fuese capaz de proporcionarles ese bien, se lo convierte anticipadamente en amargura y espinas el presupuesto que quince dias antes les presenta la señora esposa, del gasto que esa funcion hace necesario. Las madres no se divierten tampoco, por varias causas que ellas saben perfectamente. Suelen las tales ocupar en la sala el primer término, y aunque las mas preferirian indudablemente estar en la cama, han hecho el sacrificio de ir alá para que les diviertan las hijas, y con el objeto de ver si la tinta que las luces derraman en los rostros de las niñas, el calorcito de la sala, el olor de las esencias y los demas alicientes que por allí revolotean, emboban á este ó al otro hombre de bien, que le vendria á la rapaza como á nosotros cincuenta mil compradores del Añalejo. Esas madres son aquellas ya maduras y que estan fuera de combate, las cuales no abandonan la silla en toda la noche, murmurando un rato, quejándose mutuamente de sus dolencias, contando partos y amamantamientos, y no perdiendo de ojo á la muchacha, porque todavía recuerdan las cosas que les dijeron en los bailes de su tiempo, y las travesuras de que fueron testigos si nó actrices. Esta respetable porcion de los concurrentes la reputan por cosa que está de sobra todos los que bailan y muchos de los que miran.

    Dando vueltas al rededor de la sala y por entre las sillas, cual si anduvieran buscando alfileres, andan una porcion de solterones con las manos metidas en las faltriqueras, espiando momentos de descuido, dando conversacion á casadas que ni son jóvenes ni viejas, haciéndose del ojo con solteras, embaucando madres y discurriendo malicias y picardías. Esa es la plaga de todos los bailes; gente dañina que no toca sin tiznar y que no pocas veces empaña cuando respira. Esos son diablos que corren sueltos toda la vida para recoger todo lo que anda perdido, y perder mucho de lo que estaba encontrado.

    En el centro de la sala bulle una multitud de jovencitos de poca edad y poca malicia, que baila, y baila porque oye música, que dice algun requiebro mal combinado y peor oportuno, que suda y se afana y hace gala de las buenas piernas, que despues de dos docenas de piruetas se queda contento como si hubiese puesto una pica en Flandes, y rematada la funcion se va á casa á dormir el cansancio, soñando toda la noche tan sin sustancia como obró durante el baile. Esos son los pastores que punzan de lejos al toro para que salga movido á la plaza, donde la cuadrilla, que son los señores camastrones, le plante una banderilla, pica ó estocada tal que venga á caer á sus pies. Las muchachas por su parte alegritas y medio sudadas, y riendo y saltando y hechas á las flojas armas de los danzantes no saben defenderse contra los empujes de aquellos perillanes, y suelen meterse en atolladeros tales, que han de tenerlo á gran fortuna si salen con lodo á la rodilla.

    Allá en lontananza ocupan y obstruyen la puerta de la sala una muchedumbre de hombres de diversas edades y condiciones, que ni osan adelantarse ni saben hacerse atras; contemplan nó lo que pasa en la sala, sino en un solo punto de ella, danda á Barrabás no pocas veces el baile y á todos los que por él andan. Tal vez haciendo un esfuerzo sobre sí mismos se retiran por un momento, mas un poder irresistible los trae de nuevo á ver sus duelos, y á desear que vuelen las horas para sacar la hacienda de peligro. Esos prójimos son maridos, cuyas mugeres rodeadas á veces de cuatro ó seis camastrones, estan como piojo en costura, sin que los ojos del centinela puedan atravesar el espesor de los cuerpos enemigos para conocer el estado de defensa en que se halla la plaza. Es verdad que si los espugnadores lo advierten suelen hacerse atrás á fin de no inspirar sospechas; mas entonces un marido prudente, un marido del siglo XIX echa á correr dejando el campo libre: no se diga que conoce los zelos, ó no se esponga á que la muger le reconvenga con que no tiene confianza en ella. Vuelve la espalda, y antes de dar dos pasos, la plaza está otra vez sitiada, y la van estrechando por todos lados, disputándose los sitiadores el honor del asalto. Y entre tanto el marido anda por la antesala hablando con otro compinche, á quien le pasa lo mismo. Asoma el esposo las narices y despejan, despeja el esposo y vuelven á la carga, y asi andan jugando toda la noche al escondite, y la cosa para en lo que para, que eso no puede ponerse nunca en claro, ni es menester tampoco.

    Alguna de esas esposas no tiene todavía las piernas en secuestro, y si bien ha dicho á mas de cuatro solicitantes que por entonces no deseaba bailar, tanto la hostigan que para no hacerse ridicula (escusa muy socorrida), apechuga con el galan, nó sin haber antes pedido por señas licencia al esposo que continúa de portero, y que ni se la dió ni tuvo resolucion para negársela. Enrédase en el wals, porque es un wals lo que se baila, y aunque el marido ha ido siguiendo el movimiento por un buen rato, al fin tantas parejas se interponen que mi hombre ha perdido la pista, y abandona la atalaya supliendo con la imaginacion lo que no atisban los ojos.

    En esos bailes no suele jugarse, que esto es gollería reservada para los bailes de gran tono. No habiendo pues el tapete verde, la cosa continúa con las mismas variaciones dichas, hasta que las madres cansadas de lidiar con las hijas, de sacar todos los relojes, de luchar con el sueño, de temer el mal humor y de ver la impaciencia del marido, se pronuncian en retirada, alborotan el cotarro, y hacen que su ejemplo sirva de hincapié para las menos atrevidas. Entonces van desfilando todos los danzantes y mirones, y las señoras de la casa estan ya en la antesala y despiden una por una á las concurrentes, y se van trayendo capas y pañolones, y los galantes mancebos las acomodan en las espaldas de las madres, y despues en las de las hijas, y pillan el brazo mas hermoso que pueden para ayudar, nó á bajar, sino á enredarse y á tropezar por la escalera, y suelen probar el estrangis de un apretoncillo que no pasa de ahí si no recibe contestacion, y que se hace mas significativo si la ha merecido. Llega la comitiva á la calle, tápase la boca todo el mundo, y dando mas de mil buenas noches, y ahures, y á los pies de Vds., y beso á V. la mano, y vaya V. con Dios, y para servier á V., y hasta mañana, y á Dios, y ahur, y vaya V. enhorabuena, y voces, y gritería, y bullicio, y risotadas y otras cosas que todos saben; se desbanda la cuadrilla, cual vuelo de pájaros cuando oyen un escopetazo inmediato al árbol en que estaban posados.

    ¿Quién es capaz de seguir á todas esas guerrillas en que acaba de desplegarse la reunion entera del baile? ¿Cómo referir las diversas conversaciones que se empiezan, el distinto humor de cada persona, los diferentes efectos que en cada una de ellas ha dispertado la escena en que desempeñaron el papel de mirones, de actores, de actrices, de personages que no hablan ó de sacasillas? Algunos critican á los concurrentes y á los amos de la casa en pago de haber tenido gasto y molestias para divertirlos; analízase el trage de las señoras, desciéndese á averiguar de dónde saca el marido el dinero para costearlo, háblase de lo amartelado que Pedro estaba junto á Bernarda, supónense relaciones que nunca ha habido, discútese qué razon tuvo Joana para no ser de la partida, estráñase la presencia de fulanita no estando fulando, se discurre acerca de la conducta de señoras y de hombres, se tijeretea á todo triquitraque, se muerde á diestro y á siniestro, se reniega de tales diversiones; un amigo dice á oto en secreto la conquista que ha comenzado, y este refiere el estado de la que ha venido á continuar: laméntase aquel de que no habia cosa de provecho, unos van cansados, fastidiados muchos, indiferentes no pocos, y es gran fortuna si entre todos no hay quien se queje de la pérdida del sombrero que se ha llevado un tempranero, dejándolo otro mugriento y angosto hasta el punto de no cubrirle media cabeza. Y unos por babor, otros por estribor, estos por la proa y por la popa aquellos, siguen la derrota de costumbre y van á dar fondo á casa, tal vez desmantelados, tal vez con avería gruesa, tal vez haciendo agua, tal vez sin mas áncora que la de la esperanza. Llégase á casa, cenan de requiem, y se tienden en una buena ó fementida cama, y tengan vds. muy buenas noches.

  • La fiesta de Sta. Águeda y un refrán misterioso

    La cofradía de Sta. Águeda celebra la fiesta de su titular en la iglesia parroquial de S. Jaime. No podemos asegurar si se admiten mugeres en esta cofradía; pero si dice verdad el refran, que por tan sabido pasamos en silencio, no es en este pais donde puede ser menor el número de las que se inscriban.

  • Los bailes de buen tono

    Cuando te describimos, querido amigo del Añalejo, un baile particular, quisimos hablarte de un baile casi casi de familia, de una reunion de franqueza en que campea la sencillez sea en los trages, sea en el adorno de la sala, sea en la totalidad de la fiesta. Pero además de esos bailes hay otros que no son particulares, ni quien los da los llama de etiqueta, ni tienen rigurosamente hablando un nombre propio, pero que se ha convenido en llamar bailes de buen tono. Pocos son en verdad los que de esta clase se dan en Barcelona en la época actual: en años anteriores eran mas frecuentes, pero entonces no teníamos otras gollerías que por lo menos equivalen á todos esos bailes.

    Los de buen tono tienen una tinta muy diferente de la viste, oh lector, en uno particular, y por lo mismo exigen otros preparativos por parte de los concurrentes. Indicarte el trage de tales bailes es imposible porque varian á merced de la moda; y sin pecar contra ella son mas ó menos ricos segun el humor, la categoría, el gusto y la reputacion de elegante con que se honra cada uno de los asistentes. Siempre es cosa de lujo en las señoras, mas nó en nosotros, porque los varones hemos tenido el gran talento de aplicar el frac negro para un entierro, para un baile, para un paseo, para una visita de etiqueta y para todo. Es nuestro frac la sal que entra en todos los guisos. Con ese frac y con cuatro atenaceamientos de pelo en el salon de Alsina, ú otro de los compañeros martírizadores de las cabezas, estás, lector amigo, casi casi arreglado para el baile de buen tono.

    En cuanto á las señoras ya es otra cosa. Ahí entra la modista como personage muy principal, y á su lado y disputándole el primer puesto aquel mismo Alsina ó alguno de sus dignos cofrades, encargados de convertier en canastillos, en escarola, en abanico, en ave ó en pez la cabellera de la linda elegante, la cual sabe que el peinado es pieza de exámen en un baile de este género. A esos bailes has de ir en carruage, y si eres hembra, mira por Dios cómo te sientas, porque de no tomar precauciones, vas á entrar en el salon con el vestido aplastado, cosa que nadie perdona, ni puede en buena elegancia perdonarse.

    Antes de llegar al salon del baile se sube la escalera guarnecida de macetas con flores, y se pasa por piezas en donde se deja el abrigo, se estira un poco el vestido, se arregla la cinta, se pasea la mano por el pelo, y de paso se echa una ojeada al espejo como quien no lo piensa. Ya estás en el baile de buen tono: en el salon preparado para bailar hay una iluminación que deslumbra y embellece, espejos que reproducen cien veces una luz misma, y que sirven para estudiar en ellos una postura graciosa, y para mirar con achaque de componer una flor, hasta qué punto la danza ha dado color al rostro; una blanda y dulce alfombra que hace el andar descansado y agradable, una atmósfera embalsamada por una multitud de esencias, cuya combinacion produce ese aroma de baile de buen tono que solo en esa clase de bailes se nota; anchos y muelles canapés, hoy divanes, hechos mas bien para tenderse que para sentarse; un ambiente tibio que no acalora pero estimula; todo parece bañado con una tinta fria y delicada que da blancura y morbidez al rostro pálido, y modera el fuego del rostro encendido; suena una orquesta que anima al baile y hace recordar las delicias del teatro; allí las señoras son tratadas con atenciones esquisitas, y los hombres apuestan á cuál será mas galante, mas fino, mas almibarado: segun la danza que se ejecuta los dos sexos estan tan inmediatos que el aliento comunica el fuego que arde en el corazon de unos y otros; el entusiasmo pasa por todos como un contagio; el hablar es dulcemente solapado, y solo muy de lejos deja traslucir el intento del que pretende y el efecto que causa en la que oye; allí se dan y reciben miradas fugitivas que á veces matan, dan la vida á veces y siempre taladran la carne hasta clavarse en el corazon: en tales bailes es frecuente ver á un hombre que desde un ángulo de la sala, fijo cual una estatua y con los ojos clavados como los de un retrato, sigue los movimientos de una señora y hasta oye sus palabras y lee dentro de su alma: ese es un amanta zeloso que espia un desliz para levantar una tempestad en el corazon de la espiada. Hay allí quien en vano procura que no aparezcan en su rostro las señales de la desesperacion, del deseo de vengarse, de la sarcástica alegría, de la esperanza anhelante ó de la martirizadora impaciencia. En ese baile, lector amigo, creerás de pronto que todo el mundo se divierte, y sin embargo no es asi: con ese ambiente no pocas veces se respira un veneno fatal que mata el corazon; allí se pierde á menudo la tranquilidad del interior, las pasiones se desenvuelven con ímpetu, se gastan aprisa aprisa, y el alma se prepara para ese aburrimiento, ese cansancio, ese fastidio de la vida que es una muerte lenta.

    En las grandes ciudades necesitamos todo eso, no ya para divertirnos, sino para probar si nos divertirémos. De esos bailes salen corazones lacerados, salen zelosos, salen burlados, salen tranquilidades turbadas, y aunque no falta quien salga divertido, corto es el número de los que forman esa falange.

    Ese salon que te hemos descrito es la escena principal del baile de buen tono; pero hay dos escenas de otro género que no son para omitidas. La una es el ambigú, esto es, el cuarto donde de antemano se han dispuesto los manjares y las bebidas con que la casa obsequia á los convidados. Desde las sencillas bebidas que hallas comunmente en los cafés, hasta la riqueza de una mesa bien puesta, todo entra en la jurisdiccion del ambigú; por consiguiente lucen en él todas las delicadas y artísticas confecciones del repostero, del confitero y del licorista. Liza es esa sumamente vasta en donde puede campear la mas estremada sencillez ó desplegarse el mas esquisito lujo; es el lugar donde cabe ostentarse mejor la riqueza y el gusto de la casa, y suele reputarse por el termómetro segun el cual se gradúa el tono del baile. Allí sin embargo no se come, se cata, se prueba, se gusta; pero se bebe, porque el natural calor que se desenvuelve en el baile hace indispensable ese refrigerio.

    Otra escena falta que ver en un baile de buen tono. Allá en el centro de un cuarto algo apartado del salon, se ve una mesa rodeada de individuos de distintas edades puestos unos en pie y sentados otros. Allí se juega. Hasta hace pocos años el juego casi de rúbrica era el monte: hoy eso no está de moda y se juega al écarté, juego que tiene poquísimos lances, y en que el azar entra á lo menos por las tres cuartas partes. Lo ejecutan dos solas personas, pero es crecido el número de los que apuestan á favor de cada una de ellas; de suerte que los jugadores vienen á ser muchos y pueden ser cuantos quieran. Allí pasa el dinero del bolsillo de uno al de otro con una prontitud grandísima; y es inútil que intentes adivinar por el rostro de los jugadores cuál es el que pierde y quién el que gana, porque el buen tono ha resuelto, que el enfadarse si se pierde y el alegrarse si se gana sea una prueba evidente de mala educacion; de modo que si se empezó riendo, es indispensable saludar con una risotada cada moneda que sale de tu poder, y si comenzaste á jugar con mal humor, no es dable reirte aunque vaya á parar á tus manos el dinero de toda la compañía: eso seria de mal tono. En otras mesas se juega al tresillo; mas como aquello es mas tranquilo y lento, la mesa del gabinete es la mas animada. Apesar de esto, si vas preguntando uno por uno á los jugadores, todos te dirán que juegan para entretenerse y ninguno con ánimo de ganar.

    Hay tambien en esos bailes una porcion de personas que no hacen nada; ni bailan, ni juegan, ni obsequian á las señoras; nada, van al baile porque es de buen tono ir á ese baile de tono, y quedan satisfechos con pagar ese tributo á la moda. ¡Qué quieres, lector amigo! La moda es el tirano mas tirano del orbe. Un hombre de sociedad debe ver alguno de esos bailes, porque son una grande escuela del mundo en donde no pasa un minuto sin que el buen observador pueda tomar una leccion, que tarde ó temprano le servirá en el discurso de su vida.

  • Los dentistas y la fiesta de su patrón, santa Apolonia

    En el año del Señor 1839 un cirujano de la villa de Sancti Spiritus en la provincia de Badajoz hizo saber á la Diputacion provincial de Sevilla, que habia encontrado un remedio seguro para curar el dolor de muelas, remedio que consistia en apretar entre los dientes el mástil de una guitarra en la cual otra persona tocase una contradanza. El remedio era barato, ingenioso, fácil y divertido, mas tenia un pero, y es que no hacia ningun efecto.

    Como el cirujano de Sancti Spiritus, ha habido otros muchos que sin ser cirujanos han dicho que el dolor de muelas se curaba de seguro con esto ó con lo de mas allá, y al mismo tiempo hemos visto crecer el número de dentistas; de suerte que no parece sino que los remedios han aumentado el mal. Desengañados de tales específicos, los hombres han vuelto al antiguo refran, al que le duela la muela que se la saque. Lejos de nosotros negar la virtud de las plantas y de los minerales; pero creemos que por ahora no se ha hallado remedio contra las jaquecas ni contra el dolor de muelas.

    La piedad aclama como abogada para librarnos del último de estos males á santa Apolonia, cuya fiesta celebra hoy la Iglesia. Nosotros recomendamos que se tenga devocion á la santa; mas si á causa de nuestros pecados no merecemos que interceda para que cese el dolor de muelas, que es en verdad un tormento atroz, entonces lo mas seguro nos parece acudir á los Sres. Centena, Barbier-Bergeron, Appignani, Bruguera ú otro de sus cofrades para que apliquen el antiguo medicamento, al que le duela la muela que se la saque.

  • Un inglés sobre Santa Eulalia

    St. EULALIA, virgin of Barcelona, martyr… St. Eulalia of Barcelona was a virgin martyr, dying on the rack, to which she was fixed in the persecution of Dioclesian. She is titular saint to many churches, and in Languedoc is called Olaire, Aulaize, and other similar names… The Noble Liverword or Hepatica, which has also been called Flower of St. Eulalia, begins now to shew its early flowers [in England?].

  • Por qué Barcelona no sabe celebrar su fiesta mayor, día de Sta Eulalia

    Las grandes poblaciones se desdeñan de parecerse á las de corto vecindario y aspiran siempre á obtener mayores prerogativas, lo cual trasciende á los ayuntamientos, representantes de las poblaciones grandes y chicas; y mientras unos tienen el tratamiento de Escelencia apenas se concede á otros el de Merced. Eso debe de estar muy puesto en el órden; pero al cabo no es mas que sancionar el principio de que el mas fuerte es el que mas vale. Tanta trascendencia tiene este amor propio de las grandes poblaciones que pasa de tejas arriba, y asi vemos que el patron de una aldea es mas agasajado en su dia por los aldeanos, que el patron de una capital por sus patrocinados. No pareceria bien que los ciudadanos (esto es los vecinos de una ciudad) se entregaran al regocijo y celebrasen la fiesta de su patron con esas bicocas con que se divierte el labriego. Los gigantones, la tarasca y esos bailes, reminiscencias de los antiguos misterios que se celebraban en las iglesias, rebajarian el carácter de ciudad: eso se deja para los villorrios.

    Con efecto, Barcelona, la corte de los antiguos condes, emporio de la corona de Aragon, capital del antiguo principado de Cataluña y ahora de la provincia de su nombre, Barcelona no se separa de sus tareas en el dia de hoy, mientras la Iglesia celebra las glorias de Sta. Eulalia patrona de la ciudad. En la Catedral se venera el cuerpo de la santa en la capilla situada en la cripta debajo del altar mayor, y se le tributan solemnes cultos con oficio cantado por la música de la capilla, y sermon, á los que asiste el cuerpo municipal. Despues del oficio se lleva la imágen de la santa en procesion por las calles inmediatas á la iglesia, y por la tarde se canta rosario, concluyendo la funcion con los gozos de la santa.

    El baile público que por la noche tiene lugar en el salon de la lonja es el único estraordinario con que se solaza la grave ciudad en el dia de su patrona. ¡Cuán distinta es esta seriedad de la alegría que reina en cualquiera otro pueblo de la provincia en el dia de la fiesta mayor! porque sí, señores mios, sin rebajarles á Vds. un punto de su categoria, el dia de Sta. Eulalia es la FIESTA MAYOR de Barcelona. Nunca mejor que en este dia puede notarse la diferencia y hacerse la debida comparacion, yendo al vecino pueblo de Sarriá donde tambien es fiesta mayor y se celebra la del santo del dia. Aquellos vecinos dan treguas á sus tareas diarias y hay funcion en la parroquia, y procesion, y bailes en salones y entoldados, esmerándose los socios en el adorno de ellos, y en una palabra, despues de la funcion religiosa bailan hasta que vuelve Dios á amanecer. Allí acuden muchas payesas del llano elegantizadas con sus graciosos trages. El que quiera gozar de tan buena compañía y echarles cuatro piropos y ser bien recibido, tire el gaban, vista chaqueta y zarandéese por la módica cantidad de un real de vellon en esas tartanas que hallará fuera de la puerta del Angel. Una táctica es preciso usar, y en su secreto estamos nosotros, y no hemos de descubrirlo á nadie sino á nuestros suscriptores machos (es decir varones) en muestra de gratitud; cuidado con divulgar el secreto!

    No insinuarse á exabruptos: mucha dulzura, mucha amabilidad, sufrir desaires, mas volver á la carga: sentir reproches, mas no atufarse; y cualquier jóven del buen tono puede estar seguro…..de tener que volver en el mismo carruage en que fue.

  • Las comparsas y su organización

    Que la aficion á la música está desarrollada en Barcelona de un modo prodigioso, es cosa que no admite controversia. Díganlo sino esos coliseos en el dia de ópera, y nó de ópera cualquiera, sino de ópera bien desempeñada, lo que por otra parte prueba que el público es inteligente (y no hay público de abonados). No se amosquen Vds., señores mios, por lo del paréntesis, porque no pretendemos decir que no sean Vds. inteligentes; lejos de nosotros semejante calumnia. No es pulla: es que no queremos confundirlos á Vds. con la muchedumbre, digámoslo asi, de los espectadores, con esa muchedumbre que con la existencia de dos teatros rivales entre sí, ha derrocado esa aristocracia del abonado y ese monopolio que hacian Vds. de la diversion pública mas honesta é instructiva de las diversiones públicas. Por otra parte es bien sabido que cuando no habia en Barcelona mas que un coliseo, ó por mejor decir, cuando este no tenia competidor, el abonado era exigente y querelloso cuanto ahora es banderizo. Hé aqui por qué no podemos apreciar sus fallos de Vds., y hé aqui por qué hemos dicho, entre paréntesis, que no hay público de abonados. Basta de broma.

    Pues, señor, como íbamos diciendo, es mucha la aficion que hay en esta ciudad á la música; y todo el mundo tañe, y todo el mundo pulsa, y todo el mundo canta, y hay sociedades filarmónicas, y mas pianos hay que dedos que los sepan tocar, que es mucho baber. Llega á ser una verdadera desgracia el que desde su chiribitil ó bufete ó despacho, segun sea poeta, abogado ó comerciante, no se vea uno distraido de sus tareas por un vecino que toque el cornetin de piston, ó por una vecina que cante, ó por un chiquillo que haga las cromáticas en el piano. Con decir á Vds. que el mancebo sastre que durante el dia ha cosido las mangas de un frac quizá canta en los coros del teatro, y el peon que ha paseado un andamio durante el dia sale por la noche en trage de lacayo, y el que cose unas botas por la tarde, por la mañana ha tocado el bombo ó los platillos en el ensayo de la ópera: y el que no pudo ser corista ó sacasillas ó tocar el bombo, busca medios para lucir su embocadura ó su aptitud de manos ó la flexibilidad de garganta. Llega la temporada del carnaval se prepara ensayando unos coros para una comparsa que ha de recorrer todas las tertulias y todas las casas que frecuenta cada uno de los individuos que la forman.

    Pero antes de darse á luz la comparsa, ¡cuántos proyectos no se ensayan, cuántas leyes no se dictan, cuántos pareceres no se discuten, cuántos piques no se enredan, cuántos disgustos no se pasan, cuántos sinsabores no se sienten y cuántos ensayos no se hacen! Durante las fiestas de Navidad se propone la idea: se reunen los amigos con los amigos de los amigos y estos con los amigos de aquelos; todos frisan con los 22 años. La comparsa figurará un coro de aldeanos. –Es cosa muy vulgar. Da mas de sí el de cruzados. –Muy visto, no ofrece novedad. –Arlequines. –Quiá! no es cosa. –Valencianos — rusos — húngaros — moldavos — walones — suizos — tiroleses – turcos. — Pido la palabra. Quisiera saber con qué señoritas se cuenta para las parejas. –Por mi parte ofrezco hablar…–Sí, sí, dice bien. –Nó, nó, fuera enredos. Y uno repite que sí, y otro dice nó, y este se sonrie, y aquel se encoge de hombros, y los de mas allá disputan, y los de mas acá se acaloran, y todos gritan, y venimos á parar en que se separan dos y vienen cuatro, y vuelven los primeros, y despues de mil discusiones y mil altercados queda definitivamente fijado el número de los socios y se adopta un trage.

    Presupuesto.
    mascarillas . . . . . . t.
    trage. . . . . . t.
    al maestro de música. t.
    _____
    Suma. . . . . t.
    _____

    Debe depositar cada socio t…. reales. Crecido es el presupuesto para unos, indiferente para otros esta ó la otra cantidad, pero ya no tiene lugar discusion porque hay compromiso y está en observancia un reglamento con penas rigurosas. La pecuniaria es la mas temida; la espulsion de la sociedad llega á ser lo que importa menos á los mas.

    Empiezan los ensayos. El baile se reduce á hacer unas evoluciones de poco efecto y á marcar ciertos compases con los pies, y el coro que se ha de cantar no es de los mas fáciles. Por de pronto se queja el vecindario, y es preciso buscar un sitio que no tenga habitaciones debajo para no atolondrar al inquilino, y que tenga el menor número de luces por no dar que decir á los vecinos. Quedan hechos los ensayos y se da á luz la comparsa, y como no es lo mismo cantar entre las húmedas paredes de un subterráneo que entre las hermosas que guarnecen un salon, se distraen los bajos y se salen de tono los tenores, y se impacienta el director, y ya no se hacen pianos ni fuertes, ya no se marcan los crescendos, no hay claroscuro y todo se lo lleva la diabla. La comparsa sigue su ruta; hoy á esta casa, mañana á aquella, siempre haciendo lo mismo y casi siempre mal. Prescindamos de la obligacion que contraen los socios, de salir quieras que nó, las noches que señala el director, y demos por sentado que la danza que bailan está ensayada en local proporcionado; mas no se ha tenido en cuenta al ensayarla, las distintas dimensiones que pueden tener las salas en las casas donde han de darse en espectaculo, ni la concurrencia que puede haber, ni el tropezar con una ó mas comparsas (y ahí es nada) ni el que pueda enfermar un figurante: claro está que al sobrevenir algun inconveniente que tenga relacion con alguna de las referidas circunstancias, todo es barullo ó quedan sus vacíos en las figuras del baile y se pierde el hilo de la danza. Todo esto sucede al confeccionar y poner en escena una comparsa, cuya buena armonía durante el carnaval concluye siempre con una comilona durante la cuaresman. ¡Cuándo no se ha celebrado la union y la buena armonía con una comida!

    Preguntará cualquiera despues de haber leido los anteriores renglones por qué hemos elegido el dia 14 de febrero para hablar de las comparsas. La razon es muy sencilla. Has de saber, lector curioso, aunque no te importe un comino, que el Sr. amanuense, á quien dictamos los artículos se perece por la música, y en este año nos ha salido entre otras pejigueras con la de que le dió en gana lucir su chillona voz en una mala comparsa, y héte aqui que á puro comparsear y chillar se ha constipado y enronquecido, y tiene que guardar cama hoy dia 14, y esto nos ha obligado á escribir de puño propio este artículo. Asi ha salido tan bien endilgado.

  • La calle del Call y sus tiendas de telas

    Hay en esta ciudad un calle mas tortuosa que una S, formada por dos líneas de casas que difícilmente pueden dar idea de dos paralelas, á la que tienen salida mas tiendas que portales, y cuyo nombre ha llegado mutilado hasta nosotros. Antes que un mal entendido celo por la religion, ó la envidia de las riquezas que poseian los judíos diese al traste con la caridad que Cristo nos enseña, y con la hacienda y vida de estos proscritos, llamábase la tal calle, Call dels jueus. Su creencia hizo odiosos á los judíos, sus usuras les captaron enemigos implacables, y asi es que hoy en que existe entre nosotros uniformidad de creencias y que en cuanto á usuras estamos en el mejor estado posible, seria un sarcasmo, una anomalía, una imprudencia que no suprimiéramos la segunda mitad del nombre, porque podrian herirse, y con razon, algunas susceptibilidades, atendida la acepcion en que se emplea la palabra jueu, para zaherir á un usurero y á un desapiadado vendedor. Por esto damos á la susodicha calle el nombre de Call, asi, á secas. Pues en esa calle tortuosa, con mas tiendas que portales y con nombre mutilado, es donde hallan las elegantes mil tentaciones y de la cual salen mutilados los bolsillos.

    No vayas á creer, lector nuestro, que en esa calle hay rateros y cortabolsas y ladrones, nó, no creas tal, pero hay tiendas de géneros de seda, de lana y de algodon, y de algodon, seda y lana, y de lana y algodon, y de seda que parece algodon y do algodon que parece lana, y de lana que no es lana, y los hay nacionales y estrangeros, y estrangeros nacionales y nacionales de estrangis. Pasa una elegante por delante de esas tiendas ¿cómo no preguntar la calidad, la patria y el precio de los tales géneros ? — ¿Es estrangero? — Nó señora, del pais. — Es feo: no tienen gusto nuestros fabricantes. — Este corte acaba de llegar de Lyon, (mientes bellaco). — Ah ! este es mejor. A ver el que sacó V. el otro dia. — ¿Y el pañolon, aquel que tenia V. dias pasados? ¿y los fulards que dijo V. estaban en la aduana? ¿Y los rasos? ¿ y los tules? ¿y los groes? ¿y las sargas?…. Seria nunca acabar si insertáramos aqui todas las preguntas que suelen hacerse á los pacienzudos tenderos, y todas las exigencias de las que van á sus tiendas, obligándoles á desdoblar todos los géneros en el mostrador para decirles al cabo, esto es caro, esto es feo, esto no me sirve, no traigo dinero, volveré otro dia. Sin embargo ocasiones se le ofrecen al tendero para vengarse de estas impertinencias, porque viene el carnaval, viene el verano, viene el invierno, y el deseo de lucir hace necesarios trages nuevos, y es entonces el sonar del oro, y el menguar de los bolsillos, y el mentir de las lenguas. — Esto es estrangero. — Mañana mandaré á V. el importe. — Doce varas. — Mira, querido, me han llevado 800 reales.

    Esto y mil zarandajas mas suceden en la calle del Call y en otras que se le parecen, y esto sucede hoy por la sencilla razon de que es dia de misa, y todos los dias de misa la elegante va á oir la de las 12, y como ya se halla vestida, algo ha de hacer, y no es lo menos el pasar revista á las tiendas, y enterarse de las modas, y apurar la paciencia de los tenderos y esponerse á que estos apuren los bolsillos mas provistos.

    Nadie tome vela en este entierro, que no echamos la culpa á nadie: hablamos con todos y con ninguno.