Permítenos, querido lector, hacer una suposicion, asi te toque la primera suerte de la rifa que no es lo peor que por hoy podemos desearte. Supon que el dia 3 de enero es un lunes, es decir, un lunes de estado normal, nó lunes festivo y de huelga como sobrados hay; porque de lo contrario deberémos tener por lunes el martes ú otro dia que sea el primero de labor en la semana para que pueda aplicársele la costumbre que vamos á bosquejarte.
A las 5 de la tarde, sobre poco mas ó menos, de semejante dia se fijan en las esquinas los carteles en que se anuncian los números premiados en las rifas semanales que en la presente ciudad son tres, á saber: una á beneficio de los pobres enfermos del hospital general, otra al de los pobres de la casa de Caridad, y otra al de los empedrados de las calles. En cada esquina tres cartelones á cartelon por rifa; enfrente de cada cartelon una docena de personas en grupo buscan entre los números puestos en coluna cerrada el del larguirucho billete que cada quisque saca de su bolsillo y estiende de un tiron–34000; erré el millar–35500; erré la centena–33420; erré la decena–33419 ¡de un número! lo mismo da: todos la erraron, y los que tienen la gracia de no errarla tropiezan al dia siguiente al salir de cobrar el premio con un sinnúmero de pedigüeños que los dejan casi exhaustos. Quizás por este motivo llega pocas veces á oidos del público el nombre del bienaventurado que no la yerra, porque buen cuidado tiene en mandar á recoger el premio por medio de tercera persona.
Otra esquina. Es un 3–oh cá! es un 4–Dònali fil; y cae el larguirucho billete hecho trizas al pie de su dueño que ve frustradas sus mas alhagüeñas esperanzas y lleva por premio un desengaño.
Quien como este prójimo toma el errarla por lo serio, quien por lo jocoso, quien por lo místico y esclama: ¡al cabo hice una limosna!–A decir verdad no es este del número de los que la yerran menos.
Para el dia inmediato los periódicos tienen en los susodichos cartelones materia con que llenar una coluna del papel en que salen á luz; las personas que no han formado parte de los corrillos de las esquinas, hallan motivo asaz para representar á solas ó en familia una de las escenas que hemos bosquejado, segun el temple de que se encuentre, la educacion que haya recibido ó las preocupaciones con que esté preocupado.
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