Al siguiente año, y cuando no hacía un mes aún que la condesa Mahalta había dado á luz un hijo (el 11 de noviembre), que más adelante fué el célebre Ramon Berenguer III, el desgraciado padre fué víctima del encono de su hermano. ¡Oh! parecia que Dios castigaba en los hijos el ilícito matrimonio de que nacieron, y que se atrajo la excomunion del papa Víctor II.
Hé aquí, en resúmen, el hecho tál como lo explica Pujades y lo trasmiten Marquilles, Tomich y Carbonell, formando una de las más poéticas tradiciones del país. El conde Ramon Berenguer, Cap de estopa, iba cazando en un bosque entre Hostalrich y San Celoni, y su hermano, adelantándose y desviándose de los demas de la partida, le encontró junto á la pértiga ó varal del Azor, la Perxa del Astor. Acometiéndole entónces, le mató alevosamente, haciéndole muchas heridas. Al caer del caballo el conde, el azor que llevaba en la mano echó a volar, yendo á posarse en una pértiga ó varal de aquellos árboles, como poniéndose en observacion de cuanto pasaba. El fratricida, ayudado de sus cómplices, trató de que desapareciese el cuerpo del delito, y atravesando por medio de las malezas y espesos matorrales de que estaba cubierto aquel lugar, fueron á arrojar el cadáver á un lago inmediato, que desde entónces se denominó Gorch del Compte.
Los demas de la partida, al notar la tardanza de los dos hermanos, creyendo que les habria sucedido alguna desgracia, empezaron á correr en su busca hasta que viendo y reconociendo al azor, quisierno cojerlo por las pihuelas. No pudiendo conseguirlo, persiguiéronle obstinadamente hasta llegar á la orilla del lago, en el cual vierno sobrenadar el ensangrentado cuerpo del conde. Fué éste recogido y cuidadosamente puesto en un féretro, y le llevaron á la catedral de Gerona para darle sepultura eclesiástica. El azor se levantó del árbol en que se habia parado, junto á la orilla del lago, y fué siguiendo á la comitiva hasta llegar á la catedral, sobre cuya puerta fué a posarse. El cabildo y demas clerecía de aquella santa iglesia salió á recibir el féretro á las puertas del templo, ante una gran multitud de pueblo de la ciudad, que habia acudido á acompañar el cadáver de su señor. Sucedió entónces que habiendo el chantre ó capiscol de entonar y cantar el responso Subvenite Sancti Dei, ocurrite Angeli Domini, suscipientes animam ejus etc., nunca le fué posible cantar otras palabras que ¿Ubi est Abel frater tuus? ait Dominus ad Cainum, etc. Y por más que le fueran á la mano los señores del cabildo y demas clérigos, no dejó de repetirlo muchas veces con mayores y clamorosas voces.
En cuanto al azor ó halcon, añade la crónica, murió de dolor, y en memoria de esto, se colocó allí una figura ó imágen de madera de aquella ave, en donde permaneció hasta 1604, en cuyo año, para dar fin al templo de la catedral, se derribó por órden del obispo Arévalo de Suazo el antiguo frontispicio. Pero el maestro que trazó y comenzó la nueva fábrica, para perpetuar la memoria de aquel hecho, puso en el suelo de la iglesia una piedra más grande que las otras del pavimento, y en ella esculpida y bien labrada la figura del azor; cuya piedra, -dice Pujades,- está á plomo y perpendicularmente puesta donde anteriormente estaba la de madera. [Autor Por más que hemos mirado, no hemos podido verla. Tal vez oculte la piedra la pared del coro.]
Al cadáver del conde se le dió sepultura dentro de la misma iglesia, en una urna de piedra con estátua yacente. Más tarde fué trasladada al lugar en que actualmente se encuentra, que es sobre el dintel de la sacristía.
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