Etiqueta: reino de Nápoles

  • Llega Alfonso V de Aragón después de sus aventuras italianas

    Llega viniendo de Nápoles con treinta y dos galeras el rey D. Alfonso IV de Barcelona.

  • Bendicion de banderas de la armada que quiere rescatar a Alfonso V y conquistar Nápoles

    Bendicion de banderas de la armada en que el rey D. Alfonso sale de Barcelona para ir á la conquista del reino de Nápoles.

  • Entra Cristobal Colón de vuelta de su primer viaje con sus marineros, que introducen la sífilis en Barcelona, desde donde se propaga por toda Europa

    Capitulo primero del origen & nascimiento deste morbo serpentino dela ysla Española. E de como fue hallado & aparecido y de su proprio nombre.

    Plugo a la diuina justicia de nos dar y embiar dolencias ignotas nunca vistas ni conocidas ni en los libros de medecina halladas assi como fue esta enfermedad serpentina. La qual fue aparescida & vista en España en el año del señor de mil & quatrocientos & nouenta y tres años en la ciudad de Barcelona: la qual ciudad fue inficionada & por consiguiente toda la Europa, y el vniuerso de todas las partes sabidas & comunicables: el qual mal tuuo su origen & nacimiento de siempre en la isla que agora es nombrada Española: segun que por muy larga y cierta esperiencia se ha fallado & como esta isla fue descubierta y hallada por el almirante don Xristoual Colon al poniente teniendo platica & comunicacion con la gente della. E como el de su propia calidad sea contagiosa facilmente se les apego: & luego fue vista en la propia armada: & como fuesse dolencia nunca por los españoles vista ni conoscida, aunque sentian dolores y otros efectos de la dicha enfermedad imponianlo a los trabajos de la mar o a otras causas, segun que a cada vno les parescia, y al tiempo quel almirante don Xristoual Colon llego a España estauan los Reyes Catholicos enla ciudad de Barcelona y como le fuessen a dar cuenta de su viaje & delo que auian descubierto, luego se empeço a funcionar la ciudad y a se estender la dicha enfermedad, segun que adelante se vido por larga esperiencia: & como fuesse dolencia no conocida y tan espantosa a los que la veyan acogianse a hazer mucho ayuno & deuociones & limosnas que nuestro señor los quisiesse guardar de caer en tal enfermedad.

    E luego el año siguiente de mil & quatrocientos y nouenta & quatro años. El xpistianissimo rey Carlos de Francia que al presente reynaua ayunto grandes gentes & passo en Italia: y al tiempo que por ella entro con su hueste yuan muchos españoles enella inficionados desta enfermedad & luego se empeço a inficionar el real de la dicha dolencia: y los franceses como no sabian que era pensaron que de los ayres de la tierra se le apegauan. Los quales le pusieron mal de Napoles. E los Ytalianos & Napolitanos como nunca del tal mal tuuiesen noticia pusieron le mal frances; y de alli adelante segun fue cundiendo asi le fueron imponiendo el nombre cada vno segun que le parescia que la enfermedad traya su origen.

    En Castilla le llamaron bubas, y en Portugal le impusieron mal de Castilla y en la India de Portugal le llamaron los indios mal de los portugueses: los indios de la isla española antiguamente assi como aca dezimos bubas dolores y apostemas y vlceras: assi llaman ellos esta enfermedad Guaynaras: & bipas y tayuas & içus. Yo le impongo morbo serpentino de la ysla Española, por no salir del camino por donde el vniuerso le imponia cada vno el nombre que le parescia que la enfermedad traya su prinncipio: y por esto le pusieron los franceses mal de Napoles, y los ytalianos mal frances: y los portugueses mal de Castilla: & los indios de Arabia, Persia & India mal de Portugal: segun que ya es dicho: & en quanto imponer a esta enfermedad morbo serpentino: es por que segun su fealdad no hallo cosa a que mas naturalmente la pueda comparar que es a la sierpe: porque assi como la sierpe es animal feo y temeroso y espantoso, assi esta enfermedad es fea y temerosa y espantosa: enfermedad graue que apostema & corrompe la carne: & quiebra y podrece los huessos y corta y atrae los neruios, y por tanto le impongo el tal nombre. E sabiendo yo que aqueste mal tuuo su origen de tiempo antiguo en la isla Española y que de alli salio su principio le impongo el tal nombre.

  • Tensión protocolaria entre flota real y ciudad, gran interés público por el embarque del duque de Alcalá, muere un amigo nadando

    Ultimo día de Junio de 1629 llegaron las galeras de Malta, que venían de las costas de Argel, pero sin haver hecho ninguna presa; al entrar disparó la capitana, y respondió luego el baluarte con quatro cañones: las demás galeras no dispararon. Súpolo la Ciudad, y que estavan dentro; embió luego orden que salieran del muelle, pues no havían saludado, excusándose el General que haviendo disparado la (capitana) y no haver sino algunos quince días que faltaban de aquí, no era preciso el saludar: replicó la Ciudad que en saliendo del reino era obligación, y por último, después de datas y respuestas, salieron aquella misma noche las galeras á la plaia y dixeron no entrarían á no haver de embarcar la ropa del duque de Alcalá, y la siguiente mañana hicieron su salva con todo cumplimiento, y al día siguiente se empezó á embarcar la ropa, y para el día siete de Julio, á la noche, se determinó la embarcación del duque de Alcalá. Fabricóse una puente desde los bancos del muelle hasta la galera, para que á pie llano se pudieran embarcar; concurrió toda Barcelona que, por ser á las ocho, hora en que la luz del día favorecía, todos desearon ver la función. Despedido el General de las galeras del gran prior de Cathaluña, así como los coches salían la Puerta del Mar, las galeras enarbolaron las vanderas, flámulas y gallardetes. Venía el Virrey con los duques de Alcalá, por ser sobrino de éstos; acompañábanles la nobleza y la guardia: llegados al muelle, dejando las carrozas, bajaron por la baxada que ay sin gradas. El Virrey y el General de las galeras hivan delante con la nobleza; venía después el de Alcalá y su hija, sirviendo de brazeros de la nuera y cuñada, y luego la Duquesa, á quien asistía su hijo el Marqués, y por último, las damas y comitiva de familia. Al entrar en la galera todas hicieron salud, y después de un rato se volvió el Virrey, acompañándole el General hasta el cavo del puente, que se desizo luego que el General estubo en la galera, haciéndose á la vela prontamente.

    Aquella noche murió anegado un zurrador camarada mío, que nadando se discurre le dio una aplopexía: su edad era de 44 años, su nombre Juan Costa.

  • Pasa por la ciudad el duque de Alba camino a su jubilación como mayordomo mayor del rey tras unos años dificiles como virrey de Nápoles

    Lunes á 24 de Septiembre 1629, cerca del medio día, llegaron quince galeras de lebante, nueve de Nápoles y seis de España. Venía con ellas el duque de Alva con su familia, que, con arribo del de Alcalá á Nápoles, acabó de ser Virrey. Desembarcó y luego se partió para Madrid. Dos días antes havía llegado con una galera el hijo maior del Duque, que por haver tenido algunos disgustos con su padre, se adelantó, y en haviendo desembarcado se partió luego á Navarra, y sigún se hablava para ajustar sus cosas, porque presto bolvería Virrey de Cathaluña.

  • Entra un espléndido bigote castellano, camino al amor de una italiana riquísima y el virreinato de Nápoles

    Sávado á 29 de Marzo 1636, entró el duque de Medina Lastorres y marqués de Liche. Havía sido yerno del conde de Olivares y le quería mucho el Rey: pasava á casar en Italia con alguna Princesa, y havía de quedar virrey de Nápoles por seis años. Por ausencia del Virrey se ospedó en Santa Cathalina, y por ser, sigún se decía, de la casa de Guzmán por línea recta, reciviéronle los padres con cruz alta y entonando el Tedeum. Estubo aquí hasta veinte y seis de Abril, y en estos pocos días hecho tres libreas ricas, y la última el día de su embarcación, colorada, bordada de plata. Embarcóse en la capitana de España, y con diez galeras pasó á Italia.

  • Entra el duque de Mónaco con 26 galeras

    En 26 de Agosto de 1638, entró el duque de Monaco con 26 galeras. Era general de mar y yerno del duque de Florencia; recivióle la Ciudad por orden del Rey con la pompa y regocijo que si fuera persona real: asistieron á su entrada Conselleres, Virrey, compañías de soldadesca, y los baluartes lo hicieron salva real; hubo luminarias y otras fiestas á su arribo. Estubo aquí algunos días; posava (Se aposentaba) en casa el de Santa Coloma que se hallava Virrey; partióse para Madrid y bolbió dentro poco tiempo, y embarcándose, pasó á levante. Su edad devía ser 30 años, y apenas se le conocía barva: fuese con las galeras de Nápoles.

  • Alegría por la noticia de la llegada en Sevilla de la flota de Indias; Olivares sobre un conflicto personal catalán-napolitano: los superiores han de ser de todas naciones y de ninguna

    El domingo antes llegó aquí la nueva del arrivo de la flota con toda felicidad y prosperidad, conduciendo el thesoro de dos años, porque el antecedente no havía venido. Fué noticia de mucho placer para España, al paso que de pesar para Francia: celebróse con regocijos tan dichoso aviso.

  • Salen cuarenta mil hombres para recuperar Salses en Rosellón; tensiones en el liderazgo del conjunto del ejército; una lista de los participantes

    Obrando tan depravada y sacrilegamente el francés, mientras nuestro exército se formava, como se ha d(ic)ho, no pudiendo el celo cathólico sufrir ya más, el día 14 de Septiembre 1639 en que la Iglesia celebra la exaltación de la Cruz, partió nuestro exército de Perpiñán, haviendo confesado y comulgado con mucha devoción. Componíase de 40 mil infantes, 4 mil cavallos y 40 piezas de artillería gruesa, y mui bastecido de todo. Era su general el conde de Santa Coloma, pero con los lados del marqués de Espínola y marqués de Torre Cusas (D. Carlos Caraciolo, marqués de Torrecusso. Torrecussa le denominan siempre los documentos catalanes, y aun algunos autores), y otros cavos de gran experiencia y valor, y toda gente mui veterana. Encamináronse la vuelta de Salsas.

  • Muere en Perpiñán el nuevo virrey tras intentar castigar a los responsables del descontento en Cataluña

    Llegó el Cardona virrey á Perpiñán, viernes á 29 de Junio 1640 (El cronista equivoca las fechas. El Virrey con su comitiva llegó á Perpiñán el día 28 de Junio á las diez de su mañana, según carta que escribió Tamarit, que es otra de las que figuran entre los documentos del apéndice número VII), con sumo aplauso y regocijo de los naturales, por los deseos que se le conocían de consolarles en sus pasadas tragedias; hecho vando pena de la vida, que ningún soldado fuese osado disparar tiro alguno sin su orden, y embió á decir á los cónsules no le saliesen á rrecivir, y su entrada fue así: la trompeta de la ciudad de Barcelona hiva delante, y luego algunos caballeros que acompañaban al Conseller en cap, é inmediatamente á éstos seguían dos maceres de la ciudad con mazas altas, y después la litera con el Conseller en cap; en la misma conformidad y con el propio acompañamiento se seguía después el Diputado militar, y en otra litera venía detrás el Gobernador de las armas; seguía luego las trompetas del Virrey inmediatas á la persona, á quien asistía mucha nobleza de la villa que havía salido á encontrarle.

    Llegado allá, con mucha maña fué sacando las milicias de la villa, alojándolas en los lugares vecinos, con orden de que el paisano no les diese cosa alguna; halló en la villa tres mil y quinientos soldados alojados y solos vino á tomar ochocientos, y antes de tomar información alguna hizo salir la gente militar para hevitar algún motín, porque las órdenes que tenía de la corte heran de castigar en justicia á quien lo mereciese, sin excepción de persona. Mandó poner preso y con guardias de vista á D. Leonardo Moles, coronel del tercio de napolitanos, y al marqués de las Renas arrestó en su propia casa, prosiguiendo en tan santo ejercicio y sana intención de castigar á los culpados. Sigún se dixo, se le limitaron á la menor ocasión las órdenes de Madrid, y fuese el sentimiento de ver le atavan las manos quando se las havían dado tan libres, ó que mal combalecido de la enfermedad pasada recálese enfermo el buen Duque ([omitida una carta]), y agravándose la enfermedad de cada día, murió el de 22 de Julio 1640, con profunda melancolía y universal desconsuelo de todos, pues vio Cathaluña perdido en él el medio por donde en justicia esperaba la venganza de tanto oprobio y ruina como havía padecido con la soldadesca. Hallóse á su muerte

  • Felipe V embarca hacia Nápoles

    Felipe V embarca en Barcelona hacia Nápoles para jurar sus fueros y los de Sicilia y restablecer la calma, ya que los austríacos -que luchaban contra los franceses en el norte de Italia desde el año anterior- habían fomentado un tumulto en Nápoles, que fue controlado sin dificultades mayores.

  • Estreno en castellano (los mortales) e italiano (los dioses) de la «comedia heróica» «La Union del Reyno de Aragon con el Condado de Barcelona» como alegoría de la de España y Nápoles tras la dominación austracista

    […]

    Los amores de Doña Elisenda y Doña Gimihilda junto con la introduccion del Embaxador de Castilla, se han tenido por episodios verosimiles; pero necesarios para el enlace de la pieza, en la que á fin de seguir con mas puntualidad lo verdadero de la historia, no se han observado enteramente las reglas de las unidades.

    EXPLICACION DEL BAYLE

    Un gallardo mancebo, que significará la juventud Española, acompañado de la experiencia figurada en un venerable anciano, sale á emprender la carrera del heroísmo; para cuya gloriosa empresa el Teatro presentará á la vista del Espectador una Scena de bosque, á cuyo lado derecho estará pintado el camino de la virtuda aspero al parecer y fragoso, aunque en realidad ameno y descansado, y al izquierdo el camino del vicio llano y sembrado de flores, pero peligroso y enredado.

    […]

    … entrará en el templo del heroísmo, fabricado sobre resplandecientes nubes, en cuyos nichos se verá colocada la série de los Reyes de España de la casa de Borbon, y enmedio el retrato de S. M. el del serenisimo Señor Principe de las Asturias y del Rey de Napoles el Señor D. Fernando IV. cuyo debido obsequio es el objeto de esta fiesta, concluyendose el bayle con un armonioso y vistosisimo concierto.

    […]

    LA MUSICA DE LA PEQUEÑA PIEZA CANTADA ES DE invencion del Señor Antonio Tozzi…

    […]

    Oh mi Dios! y que dichas ya preveo
    en este punto yo! sino me engaño
    se eleva el corazon sobre sí mismo,
    y forma de esta union dulces presagios.
    Ya me parece ver que á los Ramiros
    suceden los Alfonsos, los Fernandos,
    y que aumenta su gloria y su fortuna
    la estirpe esclarecida de los Carlos.

    FIN.

  • Fiesta de Corpus Christi; ropa y belleza de las españolas; la Barceloneta; gegants, pan, circos, y la ruina de España

    It was the celebration of the feast of Corpus Christi when we were at Barcelona; and the first evening that I was ashore there, I had an opportunity of witnessing one of the grandest religious processions with which that festival is commemorated. Nearly all the inhabitants of Barcelona turned out en masse, and proceeded to the small town of Barcelonetta, which stands upon a neck of land lying to the northward and eastward of the city. We stationed ourselves about midway between Barcelona and Barcelonetta, where we had an excellent opportunity of seeing the procession as it passed. It is not my design to give a minute description of it. It was headed by a large proportion of the clergy of every grade, who were dressed in their richest robes, and carried torches and banners. The citizens followed in their train, not in any regular order, but as the convenience and pleasure of each individual dictated. The whole procession was nearly an hour in passing us, and we had a fine opportunity of scrutinizing on a large scale the dress and beauty of the Spanish ladies. In this we were not a little aided by our theatrical Mentor.

    Spain is, I believe, the only country in the civilized world, where the costume of females is not affected by rank; but there the belle who captivates the hearts of half the courtiers in the kingdom is not distinguished in her dress, except by its superior richness, from the poor country girl who brings in every morning to market her basket of fruits or vegetables, and beguiles the tedium of her walk by the uncouth strains of the fandango song, with which her enamorado had serenaded her on the preceding evening. Of all the female costumes with which I am acquainted, I do not hesitate to avow a decided preference for the Spanish. The gala dress of a Spanish lady is always black. It is neat, modest, and appropriate.

    It is impossible that it should be gaudy or ostentatious. The principal distinction between the Spanish female costume and that of other countries, is the black lace mantilla worn upon the head. This supplies the place of a bonnet, and is, to my eye, infinitely more beautiful. The basquina, or gown, does not differ essentially from that in use among French, English, and American ladies, except that it is made a little shorter, in order to display more fully the foot and ankle, of which the Spanish fair are generally excessively vain. In company, whether in summer or winter, a fan is an indispensable article. In love matters, a Spanish lady can carry on a conversation as intelligibly with her fan and eyes, as with her tongue and lips.

    Female beauty in Spain is quite a different thing from what it is in the United States.

    They make less account there of those delicacies of complexion, that regularity of features, and a thousand other light and airy graces, so much valued among us; and look more to the soul expressed in the countenance. To a Spaniard a fine eye, full of life and expression, is an atonement for almost every other species of ugliness. Black is the only colour ever celebrated in their love songs, and they are accustomed to say that persons with blue eyes ought to see better in the night than in the daytime, because they have ojos de gala [«Cat’s eyes»] The Spanish women are generally well formed. Their feet and ankles are renowned all the world over for their smallness and symmetry.

    When the procession had nearly passed us, we joined in with the crowd, and proceeded to Barcelonetta. This is the most singular-looking place I ever saw. It is an exact square, and has twenty-four streets intersecting each other at right angles. The houses are of brick, and two stories high. They are all of the same size, with the same number of doors, windows, and apartments. Every one, in short, is the exact image of its neighbour. Temporary board seats had been constructed, and almost every street in the place was lined with a row of ladies on each side of it. When the services in the church were ended, and the clergy issued forth, the whole immense assemblage rose, and the gentlemen all uncovered themselves. Our little lawyer whispered us to take off our hats, unless we wished to attract the gaze of the populace, and excite the indignation of the friars. At the same time he more than intimated that he looked upon the whole ceremony as a mere piece of mummery, and conformed to the general usage in this respect only to avoid the anathemas of the priesthood.

    Every time I was ashore in Barcelona, I saw two colossal female dolls dancing through the streets. They were constantly followed by immense crowds of people. This was also a part of the ceremony of the Corpus Christi.

    The people of Barcelona, like those in other parts of Spain, are excessively fond of processions, balls, masquerades, theatrical representations, and public spectacles of every kind. Madrid for bull fights, and Barcelona for masquerades, leave all the other cities of Spain far behind them. «Bread, amusements, and executions,» was a motto of one of the Kings of Naples, and it is the true policy of every despot in existence. To enable the people to procure the bare necessaries of life, to furnish them with amusements to drown their cares and make them forget their oppressions, and to multiply executions to let them know that the sword of power is suspended over their heads by a hair, — all this is the very quintessence of despotism.

    The excessive fondness for public shows and public assemblies, prevalent in Spain, indicates, in my opinion, an extremely unintellectual state of the people. » A good man,» Solomon says, » is satisfied from himself.» In a somewhat different sense, it is not perhaps less true that an intellectual people will be satisfied from their own meditations. I should.regret exceedingly to see a taste for public spectacles and assemblies, fitted to minister only to the gratifications of sense, gaining ground in this country. I could not but regard it as a proof that the general intelligence and virtue for which my countrymen are now so honourably distinguished, were on the decline, and as the harbinger of those vicious and degrading excesses, which never fail to follow in the train of ignorance and corruption. There are men in Spain who see and mourn over this state of things, but they have no power to remedy it. I do not state this unadvisedly. A gentleman to whom I have more than once had occasion to refer in the course of this work, said to me one day in a conversation on this very subject, » Sir, I love my country; every particle of my flesh and every drop of my blood are Spanish, and I am proud of the name of Spaniard ; but Spain is degraded, lost, ruined; her inhabitants at this moment are more ignorant, wretched, and vicious than those of any other country in Europe; and at present I see no prospect of an amelioration. Ah! my dear sir, the only sad consolation I have left is, that I shall not long survive to behold the miseries and disgraces of my native land.»