Etiqueta: Regencia de Espartero

  • Nace el primer sindicato en España, la Sociedad de Tejedores, con una canción

    Festivitat que selebra la Societat de Teixidós de Barcelona, ab conmemoració del dia de la seba instalació, la cual fou instalada ab aplauso general lo dia 10 de maix de 1840.

    Per fi ya enarbolat
    veyem lo san pendó,
    quens diu Societat,
    Fraternitat y Unió.
    Deu anys sempre oprimits,
    deu anys sempre lligats,
    y deu anys perseguits,
    deu anys esclavisats.
    Tot perque units formabam
    tan santa asosiasió,
    pues sols als tirans volan
    la nostra destrucció.
    Lo any mil vuit sens curanta
    la asosiasió has formá,
    perque pugues al pobre
    trevallan teni pá.
    Mes, a cuatra egoistas
    nols cumbenia aixó,
    y destruhi volian
    la nostra asosiasió.
    Mes homes sempre rectes
    y de bons sentimens
    impabits han fet frenta
    a tots los elemens.
    Ni presons ni desterros
    res de aixó als a fet pó,
    sempre han estat al frenta
    de nostra asosiasió.
    Los teixidos desitjan
    solament treballá,
    guanyan lo que just sia
    sense may composá.
    Lo dels demés estats
    també volan aixó,
    pues totom fraternisa
    ab nostra asosiasió.
    Desde el instan ditjos
    quel poble se aixacá,
    que gosa de repós,
    ningú al persegueix ya.
    Lo gobern a permés,
    com era de rahó
    que tutom disfrutes
    del dret de asosiasió.
    Posat ab armonía
    pobres y fabricans,
    la poca unió que y abía
    ya nols causen espans.
    Ara plegats disfrutan
    de pau y de unió,
    y aixis la competensia
    faran a altra nació.
    Pero una ma oculta
    de servils maleits
    voldrian altra volta
    de veurans desunits.
    Mes no creguin los necios
    que ú pugan lográ, no,
    que el pobla no es cap tonto,
    ya coneix la rahó.
    Ab las nostras discordias
    per fi ya habem entés
    quels que y feyan ganancias
    heran als estrangés.
    Pero aixó ha uns y altres
    vuscaban disenció
    pues solament bolian
    la nostra destrucció.
    Aquesta junta mista
    que hara se ha format
    als habem de dar gracias
    pues tot u han arreglat.
    La forma el bras dels amos
    y al del treballadó
    perque sia mes forta
    la nostra asosiasió.
    An posat las tarifas
    ab un preu arreglat
    aixís no y aurá queixas
    de Pera ni Bernat.
    Suegectes a la lley
    com es de obligació,
    sia rich, sia pobre,
    fasi ella la rahó.
    Si sempre protegit
    como ara agues estat,
    lo jornalé estaria
    sempre subordinat.
    Pues ell lo que desitja
    es la pau y la unió,
    y a la seba familia
    pudé dá educació.
    Despotas y tirans
    nols pot aixó agradá,
    jermans contra jermans
    voldria fe barallá.
    Obehiu, sí, al gobern,
    que es lliberal y bo,
    sensa may separarvos
    de bostra direcció.
    Units tots com esteu
    sou fors y sou potens
    may mes bos separeu
    no cregueu als dolens.
    La unió es la forsa
    comprengueu ma intenció,
    desunits sou un fil,
    units feu un cordó.
    Un fil totom lo trenca
    mes que sia petit.
    ¿Mes un cordó, digueuma,
    qui será lo atrevit?
    Pues vosaltres units
    formeu aquest cordó,
    ya os y dit que la forsa
    sempra está ab la unió.
    Si mal intensionat
    un vos desacredités
    entregueulo abiat
    que li formin prosés.
    No es honrat lo pillo
    que vol la destrucció,
    que el poble sempre honrat
    guanya el pá ab sa suó.
    Vingan los que denigran
    han aquest pobre honrat
    mireulos que compacta
    marcha la Societat.
    Mireulos que galans
    van tots a la funsió,
    pera tributá gracias
    al seu inclit patró.
    Tan sols de cuntemplarvos
    lo cort se me engrandeix,
    mireu lo demes poble
    que conten los segueix.
    Qui no estará conten
    veixen vostra unió;
    ab ciutadans tan probos
    es feliz la nació.
    Despues que ja en el temple
    a Deu gracias heu dat
    pera que protejesca
    la bostra Societat,
    aneu a la campinya
    tots juns y ab unió
    a selebrá lo dia
    de vostra asosiasió.
    Seguiu, seguiu units
    vos torno a repetí
    que ab la unió podreu
    alcansá vostra fi.
    Per treballs ni per penas
    may vos desoniu, no,
    que allavors causariau
    la vostra destrucció
    la llivertat sagrada
    aquet dó os ha tornat
    deu vivas a Espartero,
    també a la llibertat.
    Per tans sagrats objectes
    jureu tots ab unió
    de defensá la Patria
    tanbé la Asosiasió.
    [Propiedad de Josep Fernández.]

  • Entrada triunfal del general Espartero, dispuesto a salvar el país de la Ley de Ayuntamientos y de María Cristina de Borbón

    Romance XV.

    No bien Valdés del estrado
    Ha salido, que tras él
    Por la gran puerta golpeado
    Se ha estremecido el dintel
    Y hasta el arteson dorado.

    Libre respira Cristina,
    Quedando solo los tres
    Cuyo proyecto adivina,
    Y cual sierpe la fascina
    El embajador frances.

    Que este, en nombre de su rey,
    Para abatir la arrogancia
    De Espartero, con jactancia,
    Aunque lo impida la ley,
    Promete ausilios de Francia.

    Y mientras los cuatro están
    Arrancando á la nacion
    La santa Constitucion
    Que se compró con su afan,
    Con sangre del corazon;

    En un corcel caballero,
    Corcel hermoso y de brio,
    En Barcelona Espartero
    Entra en medio de un jentío
    Que le acoje placentero.

    Hace su entrada triunfal
    Y la concurrencia es mucha,
    Y un aplauso universal
    Saluda al gran jeneral
    Que puso fin á la lucha.

    Pacificador de España
    Le llama el pueblo afanoso,
    Y á caballo le acompaña
    Linaje, su laborioso
    Secretario de campaña.

    Rebullendo en el camino,
    Movido de sus deseos,
    Forma el pueblo un torbellino,
    Sin temer los escarceos
    Del ferrado granadino,

    Que va marchando de lado
    Entre aquella multitud
    Y concurso alborozado,
    Que muestra al héroe esforzado
    Su entusiasmo y gratitud.

    Y aunque es este en el mirar
    Muy aterrador y fiero,
    Pues si no tuviese acero,
    Los ojos para triunfar
    Le bastarán á Espartero.

    Cuando en su torno sumisa
    A la multitud contempla,
    Cual calma el sol una brisa,
    Sus fieras miradas templa
    Una apacible sonrisa.

    Los vítores oye ufano
    De la jente entusiasmada;
    Do quier halla un ciudadano
    Que quiere besar su mano
    O que bendice su espada.

    Tiene el sol mil reverberos
    En las corazas bruñidas
    De los bravos coraceros
    Y en las cien lanzas temidas
    De cien valientes lanceros.

    Vestidos de azul y grana
    Húsares de la princesa
    Van junto á los de Luchana,
    Cuya barba luenga, espesa,
    Llena de polvo, amilana.

    En pos del héroe triunfante
    Marchan todos muy despacio,
    Y el caballero arrogante
    Detiene el bridon delante
    De las puertas de palacio.

    Allí se para y se apea,
    Y no percibe embebida
    Cristina y su negra idea
    A la turba enardecida
    Que al guerrero vitorea.

    – ¿Quien dicta al pueblo la ley?
    Dice Muñoz altanero,
    ¿Quien en España es el rey?
    ¿Es Cristina ó Espartero?
    – Callad; rejente soy yo.
    – Pues bien, si sois la rejente
    Sancionad….. – No quiero, no
    Que no lo juzgo prudente.
    – ¿Ante Espartero temblaís?
    ¿Reina rejente os decís?
    Si; sois reina y no reinais…
    Sois rejente y no rejis.-
    Luego el frances altanero
    Esclama con arrogancia:
    – Si tropas tiene Espartero
    Tropas tiene el rey de Francia.
    Si mas que vuestro deseo
    Puede un soberbio soldado,
    Pronto estará el Pirineo
    De franceses coronado.
    Nada temais; sancionad
    Esta ley de Ayuntamientos
    Tan necesaria… – Aguardad
    – Son preciosos los momentos.
    Esté, cuando el duque llegue,
    El proyecto sancionado,
    Y dejad despues que os niegue
    Su apoyo tan decantado.
    – ¿Y el pueblo? – Se le encadena
    Con vuestra tropa muy bien,
    No debe eso daros pena.
    – Y si la tropa tambien…
    Jamas, jamas… – ¡Vive Dios!
    ¿Sabeis lo que son soldados?
    ¿Quien da los empleos? vos;
    Conferid algunos grados
    etc etc

  • Aprobada una reforma arancelaria que daña las exportaciones andaluzas para conservar el mercado interno de los algodoneros catalanes y los terratenientes trigueros castellanos

    De fábricas y fabricantes me suenan, así como á gran distancia, algunos nombres: Domingo Serra, Vilaregut, Escuder, Juncadella, Alexandre, D. Juan Güell y Ferrer, á quien mis paisanos decretaron una estatua que tendrá, supongo, las narices tan largas como las poseía en vida el ilustre campeón del proteccionismo. Fundición, maquinaria, sedería, paños; pero el rey algodón era quien privaba. Había el fabricante gordo y el pegujalero: de éstos se conocían algunos en la calle de San Pedro, con tres ó cuatro telarcicos antiguos, viviendo al día y atando los dos cabos. Las fábricas grandes estaban desparramadas por toda la población, del barrio de San Pedro al barrio de San Pablo; también en Sans y en otros sitios de las cercanías.

    Vivían los fabricantes [barceloneses] en una perpetua bienandanza encerrada en unos aranceles y en una lógica. Los aranceles eran aquellos draconianos de 1840 que os prohibían hasta mirar con buenos ojos al extranjero. La lógica se reducía á lo siguiente: sin aranceles no hay fabricante, sin fabricante no hay ciudad, sin ciudad no hay Cataluña; luego para ser catalán hay que empezar pidiendo la venia al fabricante. Con esto, con un buen General, con un buen Jefe político, con algunas plazas en el Ayuntamiento y en la Diputación provincial, los señores del algodón empezaban á hacerse indiscutibles; y, desembarazados de guerras extrañas, tenían el campo por suyo, confiados en que nunca había de acabárseles el pan de la boda. Además, por si acaso á algún pícaro madrileño ó á algún extraviado Ministro de Hacienda se le antojaba escurrirse con pinitos libre-cambistas, se hacían representar en la Corte por comisionados especiales, sin perjuicio de Madoz, que sacaba el Cristo en el Congreso. Todavía remacharon el clavo, creando en 1847 la Junta de fábricas y en 1848 el Instituto industrial: corporaciones ambas utilísimas si, en lugar de hacerse batalladoras y de acusar, más tarde y más de una vez, instintos separatistas, se hubiesen limitado, como rezaban los respectivos estatutos, la primera á armonizar los intereses de todas las clases industriales, y el segundo á reunir, en un punto céntrico, todos los elementos de instrucción y perfección que para la ilustración mutua puedan alcanzarse. De letrado consultor tenían los fabricantes á D. Juan Illas y Vidal, hombre de grande ingenio y travesura, á quien comparábamos con Thiers por lo chiquito y lo expedito de lengua; y habían designado para representarles en la Cámara, como legado à látere, á don Tomás Illa y Balaguer, persona de mucha autoridad y antiguo industrial retirado de los negocios. Mi excelente amigo D. Tomás perdió el pleito en 1849, cuando se hizo la primera reforma arancelaria. Recuerdo que terminó su último discurso diciendo con Francisco I: «Todo se ha perdido menos el honor.» El honor fué lo que menos perdieron: díganlo los progresos de la industria catalana, precisamente desde la reforma de 1849.