Romance XV.
No bien Valdés del estrado
Ha salido, que tras él
Por la gran puerta golpeado
Se ha estremecido el dintel
Y hasta el arteson dorado.
Libre respira Cristina,
Quedando solo los tres
Cuyo proyecto adivina,
Y cual sierpe la fascina
El embajador frances.
Que este, en nombre de su rey,
Para abatir la arrogancia
De Espartero, con jactancia,
Aunque lo impida la ley,
Promete ausilios de Francia.
Y mientras los cuatro están
Arrancando á la nacion
La santa Constitucion
Que se compró con su afan,
Con sangre del corazon;
En un corcel caballero,
Corcel hermoso y de brio,
En Barcelona Espartero
Entra en medio de un jentío
Que le acoje placentero.
Hace su entrada triunfal
Y la concurrencia es mucha,
Y un aplauso universal
Saluda al gran jeneral
Que puso fin á la lucha.
Pacificador de España
Le llama el pueblo afanoso,
Y á caballo le acompaña
Linaje, su laborioso
Secretario de campaña.
Rebullendo en el camino,
Movido de sus deseos,
Forma el pueblo un torbellino,
Sin temer los escarceos
Del ferrado granadino,
Que va marchando de lado
Entre aquella multitud
Y concurso alborozado,
Que muestra al héroe esforzado
Su entusiasmo y gratitud.
Y aunque es este en el mirar
Muy aterrador y fiero,
Pues si no tuviese acero,
Los ojos para triunfar
Le bastarán á Espartero.
Cuando en su torno sumisa
A la multitud contempla,
Cual calma el sol una brisa,
Sus fieras miradas templa
Una apacible sonrisa.
Los vítores oye ufano
De la jente entusiasmada;
Do quier halla un ciudadano
Que quiere besar su mano
O que bendice su espada.
Tiene el sol mil reverberos
En las corazas bruñidas
De los bravos coraceros
Y en las cien lanzas temidas
De cien valientes lanceros.
Vestidos de azul y grana
Húsares de la princesa
Van junto á los de Luchana,
Cuya barba luenga, espesa,
Llena de polvo, amilana.
En pos del héroe triunfante
Marchan todos muy despacio,
Y el caballero arrogante
Detiene el bridon delante
De las puertas de palacio.
Allí se para y se apea,
Y no percibe embebida
Cristina y su negra idea
A la turba enardecida
Que al guerrero vitorea.
– ¿Quien dicta al pueblo la ley?
Dice Muñoz altanero,
¿Quien en España es el rey?
¿Es Cristina ó Espartero?
– Callad; rejente soy yo.
– Pues bien, si sois la rejente
Sancionad….. – No quiero, no
Que no lo juzgo prudente.
– ¿Ante Espartero temblaís?
¿Reina rejente os decís?
Si; sois reina y no reinais…
Sois rejente y no rejis.-
Luego el frances altanero
Esclama con arrogancia:
– Si tropas tiene Espartero
Tropas tiene el rey de Francia.
Si mas que vuestro deseo
Puede un soberbio soldado,
Pronto estará el Pirineo
De franceses coronado.
Nada temais; sancionad
Esta ley de Ayuntamientos
Tan necesaria… – Aguardad
– Son preciosos los momentos.
Esté, cuando el duque llegue,
El proyecto sancionado,
Y dejad despues que os niegue
Su apoyo tan decantado.
– ¿Y el pueblo? – Se le encadena
Con vuestra tropa muy bien,
No debe eso daros pena.
– Y si la tropa tambien…
Jamas, jamas… – ¡Vive Dios!
¿Sabeis lo que son soldados?
¿Quien da los empleos? vos;
Conferid algunos grados
etc etc