Etiqueta: narbona

  • ¿Libros hugonotes escondidos en balas de mercaderías de Narbona?

    En aquest die, de matí, lo excel·lentíssimo senyor loctinent general en lo present Principat tramès als senyors deputats son secretari, Octaviano Pastorello, lo qual de paraula digué les paraules següents o senblants als senyors deputats en lur consistori: «Sa excel·lència ha rebuda una letra del governador de Narbona, ab la qual lo certifique que los uganaus tenen indústria en posar libres de lurs sectes dins les bales que venen de Fransa a Spanya, y que per ço fa ha saber a se senyories dit avís, perquè sobre de açò proveescan lo que convé al servey de Déu y de sa magestat.» E encontinent per lo senyor deputat ecclesiàstic li fonc respost que bessaven les mans a sa excel·lència per la mercè y que ellsa proveirian lo que convindria. E la matexa hora, aprés de haver tractat y comunicat entre ells lo dit negossi, resolgueren que convenia per remedi de dites coses que·s fessen letres manant a tots los collidors que regoneguen totes les bales de qualsevol mercaderies que vinguen de Fransa, y attès que és negossi que té respecte a coses de la fe, que lo honorable misser Pere Ailla, altre dels assessors y advocats ordinaris del dit General, anàs als senyors inquisidors y que·ls explicàs lo que per part de sa excel·lència los és estat referit, y que junctament los digués lo parer que han tingut de scriure a dits collidors. Y axí anà, y tornat fonc dit misser Pere Ailla, referí que dits senyors inquisidors eren restats molt contents de la enbaxada los era estada feta, y que dits senyors inquisidors li digueren que digués a dits senyors deputats que convendria se regoneguessen les bales són en les botigues y en la casa del General de la present ciutat ab assistència dels oficials del dit General y del Sanct Offici. Dit dia, deprés dinar, dit honorable misser Pere Ailla, per orde y manament de dits senyors deputats, anà junctament amb mi, Josef Cellers, a sa excel·lència, per ha mostrar-li la minuta de la letra que se havia de fer per als collidors, ab consulta de dits senyors inquisidors, la qual, aprés de haver-la-y legida li aparagué molt bé y digué queb scriuria a sa magestat com los senyors deputats ho havien molt bé determinat. E de aquí dit misser Pere Ailla y jo, dit Josef Cellers, anàrem a dits senyors inquisidors y amostràrem-los la dita letra, la qual los aparagué molt bé i·n demanaren còpia. Y en aquest medi que dit misser Pere Ailla y jo fórem a casa del dit senyor loctinent general y a la dels inquisidors, arribaren en concistori mossèn Hierònim Sorribes, receptor del dit Sanct Offici, y mossèn Barthomeu Garsia, notari dels secrestes, y digueren de part dels dits senyors inquisidors als dits senyors deputats, segons que aprés nos referiren los dits senyors deputats a dit misser Pere Ailla y a mi, dit Josef Cellers, que los senyors inquisidors los trametien assí a sas senyorias per ha regresiar-los lo sanct pensament que havien tingut en avisar-los del que concorria, y que axí los supplicaven fossen servits voler scriure per tots los collidors de les taules per a què se tingués gran mirament en regonèxer totes les mercaderies, perquè dins aquelles no vinguessen libres ni scriptures ni pintures, tanbé regonèxer algunas botigues particulars y lesa bales que són dintre lo General, y que si per an aquestes coses volen que officials del dit Sanct Offici entrevinguen que ho faran, sinó que.s fasse del modo que dits senyors deputats volran, perquè estaven molt certs los senyors inquisidors queb los senyors deputats ho endressaran al servey de Déu. E aprés lo dit mossèn Barthomeu Garsia parlà confirmant tot lo que per lo dit mossèn Sorribes, ajustant-hi que aquest negossi los dits deputats lo havien de prendre mol de lur mà, perquè tindria molt millor èxit per los molts officials que té lo dit General. Als quals, dit agueren lo demuntdit, lo senyor deputat ecclesiàstic, en nom de tot lo concistori, los dix que aquest concistori en negossi que tan inporta al servey de Déu y de sa magestat, y a la quietut de tot aquest Principat, farà lo que convindria, y que de açò los senyors inquisidors poden estar molt certs y descansats, y que misser Ailla en aquest punt ere anat a mostrar la letra se havia de fer als dits collidors a sa excel·lència y ab orde que aprés que sa excel·lència la agués vista la comunicàs als dits senyors inquisidors, perquè vessen si·ls estaria bé, y que en lo de regonèxer de las balas que·s fes de la manera que los senyors inquisidors manarien y com més convindria per millor dirigirc negossi de tanta inportància, per lo bé de la cristiandat.

  • Dios rescata a los franceses de un fallido intento de levantar el cerco de Salses (Rosellón) con lluvia y una epidemia; otro intento el día de Todos los Santos; mutilación de los cadáveres

    Prosiguiendo el sitio tan sangriento, y reconociendo el francés que sin mucho número no podía dar el socorro, juntó quanto pudo y el día 24 de Octubre 1639 á las tres de la tarde, apareció el enemigo por la colina, llegando á tiro de artillería de nuestro campo, que albozado de verle, esperando que si llegava á las manos havía Francia de experimentar mui á su costa el valor de España y esta tener un dichoso día con la victoria.

    Pero Dios, cuios juicios son impenetrables, atajó á unos la gloria y á otros la infelicidad, pues estando ya para empezarse la batalla empezó el cielo á cubrirse y con estraordinaria tempestad á arrojar agua, que el enemigo se hubo de retirar con tal fatiga de los soldados, que dejaron á vista de los nuestros más de dos mil mosquetes y arcabuces. Continuaron las aguas con tal abundancia y tantos días, que inundándose la campaña y saliendo los ríos de madre, faltaron las provisiones y mantenimiento á nuestro cuerpo, porque los caminos y valles estavan investigables (intransitables?) y hechos mar, en las obras de minas, hornillos, y otros gastamientos que contra la plaza se hacian.

    Murió anegada mucha gente nuestra, y no quedando cosa que no pareciera un estanque; esta inclemencia de tiempo sobre estar nuestro exército mal complexionado, con ocasión de haver en lo recio de la canícula tenido sus alojamientos en las comarcas de Perpiñán y Salsas, territorios poco salutíferos, junto con las recias tramontanas …, engendró tan ardientes, contagiosas y sobervias enfermedades, que en pocos días no caviendo los enfermos en los hospitales de Perpiñán, se huvieron de tomar algunos comventos de dentro y fuera de la villa, que nada bastó. Murieron muchísimos, así nobles como pleveos, y títulos, y en breve porque apenas se sentían enfermos, quando á toda priesa havían de sacramentarlos y algunos no davan lugar á ello.

    Supo el francés esta ruina y dismembración de nuestro exército y pareciéndole fácil el socorro de la plaza, intentó darle el día de Todos Santos por el mismo terreno que havía venido la otra vez, apareció á media tarde, ostentando mucha gente y juzgando feliz su designio de rompernos y socorrer la plaza, y así el día de las Animas á las dos de la tarde, bajando tres tercios por la montaña, que eran el de la Reina, el de Lenguadoc y el de Normandía, compuestos de la primer nobleza y mejor milicia, embistieron dos veces con desusada furia las trincheras, pero ambas veces fueron rechazados con tal valor, que al pie de las trincheras quedaron más de 300 muertos, sin los que al retirar con las continuadas ruciadas de nuestra mosquetería quedavan por el camino y se herían mortalmente, pues asiguraron después los franceses mismos, havian perdido más de 1.300 hombres, todos de la primer esfera, entre los quales murieron siete títulos, catorce capitanes y un coronel ([nota omitida sobre Torrecusso]).

    Retiróse el francés á Narbona, para ayudar á llorar á Francia tan amargo suceso. Nuestra infantería tuvo muy rico despojo, porque eran ricos los vestidos, y muchos doblones los que se hallaron á los muertos á quienes algunos desalmados de nuestro exército, fué quitando narices, orexas, y testículos, acción que sintió el de Luy infinito, pues al pedir algunos cuerpos de los principales, no se pudieron conocer.

    Continuóse el sitio con toda vigilancia, fortificándose más de cada día los nuestros con muchas trincheras, contrafosos, reductos y otras obras defensivas, y poniendo entre unas y otras mucha artillería, formaron inexpugnables fortificaciones, y bien que la inclemencia pasada havía disminuido el número, pero los buenos sucesos, aumentando el valor de los sitiadores, y con las reclutas así de forasteros como de naturales, no se echava menos la gente que havía purgado el exército con tanta epidemia. La providencia de n(uest)ros generales ordenó se fabricaran barracas de madera para abrigo de los nuestros en tan rígido tiempo, procurando abundancia de madera, con que contribuía el país y pueblos gustosísimos, y con indecible amor, hasta llevar las tablas de sus propias casas al campo y exército.

  • Salen más soldados para Salses en Rosellón; galanterías entre sitiadores y defensores; destrozos españoles en Narbona; terminos de la rendición; gran mobilización en Barcelona para asegurarla

    A 24 de dicho partieron 25 soldados de la Ciudad, y á 27 quarenta de la Diputación; todos á cavallo para hacer mejor y presto el viaje.

    Viendo el marqués de los Balbases que era casi imposible que Francia socorriese la plaza por las derrotas pasadas, y que los asediados (con las esperanzas que medio juramento les dio el de Luy, quando los puso en el castillo) no tratavan de rendirse, intentando como á general del exército todos los medios para ganarla sin costarle sangre y con alguna gloria de los españoles y sin descrédito de quien también havía sabido defenderla, escrivió esta carta al governador:

    «A Monsuir Aspernán (Mr. de Espernan), governador de las armas sitiadas en el castillo de Salsas.—Haviendo puesto las armas de S. M. sobre ese castillo y continuando á un mismo tiempo su expugnación, aprochando hasta el mismo foso, no he d(ic)ho jamás nada, dando lugar aquella guarnición pudiese mostrar su valor, y aguardar el socorro de su Rey, que haviéndolo procurado dos veces mui poderoso, le ha sido preciso retirarse con descomodidad, una por inclemencia de los tiempos, y otra por los varios sucesos de la guerra, y no solamente he aguardado se retirase, sino que se alejase mui adentro para avisar de lo que he obrado en cumplimiento de mis obligaciones y benignidad, pero lo que en adelante aró, será atar las manos al albitrio de generales, para usar todas las cortesanías que se desearían é etc.»

    Respuesta de Aspernán al de los Balbases:

    «La bondad de esta plaza no consiste en los aproches del foso, ni se halla en el estado de admitir cortesías, y haviéndola defendido siete semanas, espero en adelante hacer lo mismo y obrar lo que pueden los hombres de honor, y que saben defenderse, y lo que toca al socorro de Francia, quando sea verdad que se haia retirado mui adentro, yo le daré tiempo para que vuelva, quedando mui ofano de defender una plaza como esta, contra una persona y valor tan insigne como merece el nombre del Señor Marqués {de) Espinola.»

    Divirtiéndose los asediados de las incesables fatigas y ruinas que con tan recio y largo sitio padecían, hacían algunas llamadas, aunque fríbolas é impertinentes, y entre ellas dieron libertad á un capitán napolitano y al guardián de capuchinos de Elua [¿Elna o Santa Maria de Eula?], que en las primeras surtidas (Salidas) havían preso. Salieron tres capitanes y entraron de los nuestros otros tres; para capitular pedía el governador 30 días para avisar á su Rey y que si en ellos no llegava el socorro, se entraría á tratar de los pactos; concedíanle diez, y no admitiéndolos, y pareciendo á los nuestros necia la proposición, se le dio repulsa y los capitanes se volvió cada qual á su exército.

    Nuestra cavallería obrava mucho, pues corriendo hasta la comarca de Narvona, quemaba y talava todo el país enemigo, sin perdonar quanto le venía delante, y fué de gran consequencia el haver el día 29 de Diziembre 1639, en el lugar de Sitjar, quemado tres grandes almacenes de provisiones del enemigo, que le fué de gran incomodidad y pérdida.

    Con estas funciones y sucesos se continuava el sitio, admirando á todos así el valor de los sitiados, como la constancia de los sitiadores, y así viendo Monsiur de Espernan la firmeza de los nuestros y que ni las intentonas de Francia, las enfermedades, las inclemencias del cielo, y tanta fatiga, havia podido disminuir en nada el fervor del sitio, día de S.n Thomás apóstol, á 21 de Diz(iemb)re 163[9], hizo llamada la plaza y después de los acostumbrados estilos de la guerra, se ajustaron los pactos en esta forma:

    1. P(rimer)o que rendirían la plaza día de los Reies 6 de Henero 1640, saliendo de ella su guarnición con dos piezas de artillería, caxas templadas, banderas enarboladas, armas y bages, cuerda encendida, bala en boca, y seguridad de escolta para no recivir daño alguno.
    2. Que si en este tiempo venía el socorro y solamente rompiendo por una parte socorrida la plaza, quedase permanente el sitio de los nuestros, los pactos tenían su mismo valor y havía de rendirse la fortaleza.
    3. Que aunque la plaza se hallase plenamente socorrida de bastimento y municiones, havía asimismo de rendirse.
    4. Que en caso viniese el socorro y rompiese las trincheras no podían los de la plaza hacer ninguna ostilidad á los nuestros, ni nosotros á la plaza.
    5. Que se havía de embiar un trompeta de nuestro exército al Xpmo, con carta havierta de Monsieur Espernan, para darle aviso de esto, y que en re(he)nes quedasen el theniente y dos cavos de la plaza en nuestro exército; y del, en la plaza tres capitanes ([omitida carta de Olivares]).

    Con estos pactos y el aviso de ellos, se despacharon correos del x(ener)al nuestro á S. M., Diputación, ciudad de Barcelona y demás unibersidades, pidiendo se hiciera el último esfuerzo de socorro de gente, porque se savia que Francia con grueso exército venía sobre nuestro campo.

    Hallábase canceller de Cat(aluñ)a (El Canciller de Cataluña era un funcionario real de categoría superior á los jueces, oficiales y magistrados y hasta del general Gobernador. Sus atribuciones principales consistían en distribuir las causas entre los doctores del Real Consejo, firmar órdenes y privilegios, sentenciar en juicios verbales, tener en custodia el sello real, etc. El cargo de Canciller debía recaer en Cataluña en un eclesiástico. (Bosch, Titols de honor de Cataluña, etc., pág. 283.)) entonces el abad Eril, que para dar pronta execución á los R(eale)s órdenes, y de nuestros generales, havía quedado en Barcelona. Recivido este aviso se hicieron rigurosos pregones por Barcelona para que la gente acudiese al campo, y poniendo todo conato en que saliese un conceller, la segunda fiesta de Navidad se fué en persona al consejo de ciento, en donde obrando con gran enerxía y ponderando que todas las demás unibersidades del Principado aguardavan que se moviese Barcelona, y que en palabra del Rey la dava de que solamente el día de los Reies duraría la campaña, y que desde luego licenciava para ese día á quantos fueran ([omitida carta de Dalmau de Queralt al Consejo de Ciento]).

    Obró la exortación, pues salió luego deliverado que partiese el conseller en cap, que era Luis de Galdes (D. Luis Juan de Caldes.). Ese mismo día se hecho vando, pena de la vida, que todos los de 14 años hasta los 60 de edad, con armas, acudiesen al sitio dé Salsas sin exceptuar á nadie, porque en el mismo pregón decía que los militares y not(arios) que no obedeciesen desde luego, se davan por nulos sus privilegios y sus escrituras de ningún valor, asigurando que al otro día de los Reies podrían todos volverse á sus casas. Estos bandos se continuaron también por toda Cathaluña por orden de S(u) E(ccellencia).

    Comovióse la Provincia á vista de la urgente necesidad y la ciudad de Barcelona, estimulando las cofradías por medio de dos cavalleros y con públicos vandos, ofreciendo á cada soldado que se alistaría veinte y cinco libras de entrada y el socorro y siendo mancevo de qualquier oficio ó facultad, como tubiese la práctica que pedía el oficio ú arte, de pasarlo maestro sin ningún gasto. Lo mismo decían las cofradías y añadían su entrada asimismo. Además de esto, el común de Lotje (La Lonja) dava su socorro y entrada asimismo. Todo esto se hacía con fervor y celo, que junto con haver de salir el conseller en cap, dava maior ánimo á la gente: lográronse tan felizmente estas diligencias, que en dos días se alistaron baxo las vanderas de la ciudad 400 hombres para ir con el conceller en cap. La Diputación, que no se descuidava, juntó también un competente número de gente, y despachada toda, partiendo el Conceller el día 30, se tubo aviso que entre la Provincia toda hizo juntar pasado de doce mil hombres municionados á su costa en esta última leva y socorro.

    El Conceller en capítulo se partió con tres galeras por mar que ofreció y dio el duque de Fernandina general de ellas. Salió el Conceller acompañado de los demás, vestido con su gramalla y dos mazas altas, y en pos de las quatro compañías, y saliendo la Puerta del Mar la soldadesca y artillería le hicieron salva real; llebava consigo dos consultores á modo de camaradas ó embajadores: havíase dispuesto un puente cubierto de baieta colorada para el embarco, pero parecióndole al xeneral de las galeras que era mucha preeminencia la puente, le salió á recivir con una faluca desde su galera, y sin dejar la faluca, dando la mano al Conceller, se embarcó éste y puestos en la Patrona de España, y la milicia en las otras galeras, á prima noche carparon y aportaron con mucha felicidad á Coplibre…, distante de Barcelona 23 leguas. Desembarcó allí el Conceller, y pasando por los lugares del Rosellón la buelta de Salsas, le cortejaron y agasajaron mucho; acompañóle el duque de Maqueda general de galeones, que con una escuadra se hallava en la playa de Rosas, y el diputado militar; y llegando al campo con sus mazas altas y 400 hombres, el exército celebró su arrivo con gran alborozo, saliéndole á recibir los señores de primera clase, y el señor Virrey fuera de su tienda. El enemigo se hallava á la vista procurando dar el socorro y romper las trincheras; pero viendo que entrava tanta gente á nuestro exército cada día, no se atrevió á ejecutarlo y se retiró. El Conseller llegó al campo á 4 de Henero (de) 1640.