Fecha del primer libro impreso en Barcelona. Fue su editor Juan Cherlin, impresor volante. Su título es: Pro condendis orationibus juxta gramaticas leges, literatissimi auctoris Bhertolomei Mates libellus exorditur.
Etiqueta: libro
-
¿Libros hugonotes escondidos en balas de mercaderías de Narbona?
En aquest die, de matí, lo excel·lentíssimo senyor loctinent general en lo present Principat tramès als senyors deputats son secretari, Octaviano Pastorello, lo qual de paraula digué les paraules següents o senblants als senyors deputats en lur consistori: «Sa excel·lència ha rebuda una letra del governador de Narbona, ab la qual lo certifique que los uganaus tenen indústria en posar libres de lurs sectes dins les bales que venen de Fransa a Spanya, y que per ço fa ha saber a se senyories dit avís, perquè sobre de açò proveescan lo que convé al servey de Déu y de sa magestat.» E encontinent per lo senyor deputat ecclesiàstic li fonc respost que bessaven les mans a sa excel·lència per la mercè y que ellsa proveirian lo que convindria. E la matexa hora, aprés de haver tractat y comunicat entre ells lo dit negossi, resolgueren que convenia per remedi de dites coses que·s fessen letres manant a tots los collidors que regoneguen totes les bales de qualsevol mercaderies que vinguen de Fransa, y attès que és negossi que té respecte a coses de la fe, que lo honorable misser Pere Ailla, altre dels assessors y advocats ordinaris del dit General, anàs als senyors inquisidors y que·ls explicàs lo que per part de sa excel·lència los és estat referit, y que junctament los digués lo parer que han tingut de scriure a dits collidors. Y axí anà, y tornat fonc dit misser Pere Ailla, referí que dits senyors inquisidors eren restats molt contents de la enbaxada los era estada feta, y que dits senyors inquisidors li digueren que digués a dits senyors deputats que convendria se regoneguessen les bales són en les botigues y en la casa del General de la present ciutat ab assistència dels oficials del dit General y del Sanct Offici. Dit dia, deprés dinar, dit honorable misser Pere Ailla, per orde y manament de dits senyors deputats, anà junctament amb mi, Josef Cellers, a sa excel·lència, per ha mostrar-li la minuta de la letra que se havia de fer per als collidors, ab consulta de dits senyors inquisidors, la qual, aprés de haver-la-y legida li aparagué molt bé y digué queb scriuria a sa magestat com los senyors deputats ho havien molt bé determinat. E de aquí dit misser Pere Ailla y jo, dit Josef Cellers, anàrem a dits senyors inquisidors y amostràrem-los la dita letra, la qual los aparagué molt bé i·n demanaren còpia. Y en aquest medi que dit misser Pere Ailla y jo fórem a casa del dit senyor loctinent general y a la dels inquisidors, arribaren en concistori mossèn Hierònim Sorribes, receptor del dit Sanct Offici, y mossèn Barthomeu Garsia, notari dels secrestes, y digueren de part dels dits senyors inquisidors als dits senyors deputats, segons que aprés nos referiren los dits senyors deputats a dit misser Pere Ailla y a mi, dit Josef Cellers, que los senyors inquisidors los trametien assí a sas senyorias per ha regresiar-los lo sanct pensament que havien tingut en avisar-los del que concorria, y que axí los supplicaven fossen servits voler scriure per tots los collidors de les taules per a què se tingués gran mirament en regonèxer totes les mercaderies, perquè dins aquelles no vinguessen libres ni scriptures ni pintures, tanbé regonèxer algunas botigues particulars y lesa bales que són dintre lo General, y que si per an aquestes coses volen que officials del dit Sanct Offici entrevinguen que ho faran, sinó que.s fasse del modo que dits senyors deputats volran, perquè estaven molt certs los senyors inquisidors queb los senyors deputats ho endressaran al servey de Déu. E aprés lo dit mossèn Barthomeu Garsia parlà confirmant tot lo que per lo dit mossèn Sorribes, ajustant-hi que aquest negossi los dits deputats lo havien de prendre mol de lur mà, perquè tindria molt millor èxit per los molts officials que té lo dit General. Als quals, dit agueren lo demuntdit, lo senyor deputat ecclesiàstic, en nom de tot lo concistori, los dix que aquest concistori en negossi que tan inporta al servey de Déu y de sa magestat, y a la quietut de tot aquest Principat, farà lo que convindria, y que de açò los senyors inquisidors poden estar molt certs y descansats, y que misser Ailla en aquest punt ere anat a mostrar la letra se havia de fer als dits collidors a sa excel·lència y ab orde que aprés que sa excel·lència la agués vista la comunicàs als dits senyors inquisidors, perquè vessen si·ls estaria bé, y que en lo de regonèxer de las balas que·s fes de la manera que los senyors inquisidors manarien y com més convindria per millor dirigirc negossi de tanta inportància, per lo bé de la cristiandat.
-
Frutos, géneros y efectos admitidos libres de aranceles aduaneros a la ciudad
[
Aceyte de linaza de la Isla de Mallorca
Albayalde
Algodon en rama
Algodon en rama, hilado, texido ó manufacturado
Antimonio
Barro labrado y vidriado
Botones de uña y ballena
Cáñamo en rama hilado, texido ó manufacturado
Cera en pan blanqueada ó labrada
Cerveza
Coral en bruto ó manufacturado
Crisoles
Curtidos de todas clases
Granos
Hoja de sen
Lana texida ó manufacturada
Libros
Linaza ó simiente de lino de Malloraa
Lino en rama, hilado, texido ó manufacturado
Madera manufacturada ú obrada, de todas clases
Papel de todas clases
Pergaminos
Pescados frescos, salados ó salpresados
Sal armoniaco
Sal prunela
Sal purgante de la laguna de la higuera
Sal saturno
Seda en rama, cruda, teñida ó blanqueada, texida ó manufacturada
Sombreros de lana, pelo ó seda
Todos frutos, géneros y efectos extrangeros que no sean rubia en polvo ni vinos, aguardientes ni licores
] -
Los regalos de los Reyes, baile en la Llotja, el porque de las máscaras, un cuento de amor
El que haya leido el artículo del dia anterior, necesariamente ha de conocer el desasosiego de los niños para levantarse apenas amanece Dios. Su primera diligencia es abrir la ventana y buscar en el plato que pusieron en él, si los Santos reyes han traido turron. El chasco de los ya creciditos que se encuentran un libro ó unas disciplinas, ó un dedal y una aguja, les hace bajar la cabeza y avergonzarse ó de haber sido tan crédulos, ó de haber ocultado su malicia con respecto al conocimiento de quiénes son los que pueden jugarles semejantes tretas. Las observaciones de los papás y padrinos ó tios suelen ser el sainete de esta funcion que no es fácil concluya sin algun pucherito por parte del chasqueado.
La parroquia de Ntra. Sra. de los Reyes ó del Pino celebra con toda solemnidad la fiesta del dia. Mucha música, muchas luces y sobre todo muchísima gente. La funcion de la tarde suele tambien ser muy concurrida.
Como hoy es dia festivo, no puede faltar el paseo en la muralla del mar desde las 12 á las 2 de la tarde.
Los teatros dan las dos funciones de costumbre.
Por la noche tiene lugar el segundo baile de máscara en el salon de la casa lonja, con las prevenciones de estilo.
Cosa bien particular es que los bailes de máscara hayan ido tan en decadencia en esta ciudad que mereció en lo antiguo la consideracion de otra Venecia por sus máscaras; y no sabemos si achacarlo á la falta de humor de la clase acomodada ó á la sobra de posibilidad de la clase mas humilde. En otro tiempo las señoras asistian á este baile sin disfraz y con trages elegantes, posteriormente la corrupcion de costumbres las obligó á adoptar la mascarilla, y últimamente solo asisten á él en ciertos dias señalados como se verá en su caso y lugar.
¿Y qué se hace en este baile de la lonja? Lo que en cualquiera otro baile de máscara: no bailar. Perdiéronse los faustosos y graves minués, y las monótonas contradanzas españolas han desaparecido: las fatigosas mazurcas y galopadas casi quedan reducidas á la nulidad; los zalameros y remilgados rigodones y hasta las polkas son desatendidas á pesar de la moda. Sin embargo la orquesta no es lo que menos incita á bailar, porque tiene un buen repertorio y toca con bastante precision. Pues entonces, ¿qué particularidad puede ofrecer un baile de la lonja? Las máscaras, esas máscaras que con sus bien ó mal ideados disfraces recorren el salon bromeando, saltando y chillando siempre. ¿Pero qué novedad y qué interés pueden tener las máscaras? porque en efecto, ¿quién no ha sudado en su vida una careta? ¿quién no se desfigurado bajo los pliegues de un mal disfraz? y en esta guisa ataviado, ¿quién no ha hecho mas de dos decenas de travesuras, y no ha dicho cuatro mil sandeces, y no ha dado otros tantos aullidos por añadidura? Sin embargo algo nos será forzoso decir, y puesto que hemos principiado, debemos llevar adelante nuestro artículo enmascarado ó de máscara, que todo se sale allá.
Un plan amoroso cualquiera que sea, un deseo de habérselas, no sé si se diga cara á cara con un rival, y ciertas circunstancias y compromisos inevitables con personas cuyas insinuaciones cierran la puerta á toda escusa, pueden obligarle á uno á vestir un trage que no es el suyo, á tomar un semblante distinto del que habitualmente tiene, á verse transformado en un personage del siglo undécimo, en un pelafustan de nuestros dias, en un moro marroquí ó en un cristiano de allende: ¿quién es capaz de conocerle á uno entonces? El fisonomista de Zurich, Lavater mismo, con su sistema, esperimentos y teorías ha de estrellarse contra los lineamientos de una cara postiza. Un ángulo facial de cuarenta grados con su gesto severo y discursivo oculta un rostro grotesco, como si dijéramos, una fisonomía de salmon. Hay quien rabia á pesar de lo absorto de su mascarilla de cera, y hay tambien quien se rie hasta reventar detrás de un semblante casi de hierro.
Se dirá tal vez que esto no son sino generalidades, y que lo que debemos consignar en el Añalejo son costumbres peculiares del pais. Pues entonces contestarémos con una anécdota hallada en los mamotretos de un curioso, y que insertamos á continuacion para que pueda leerla el que no esté cansado de seguir nuestra palabrería.
No fue amor ni cosa que lo valiera sino un esceso de complacencia lo que obligó al jóven Anselmo á rendir su libertad en una noche de baile en el salon de la lonja, al capricho de tres ó cuatro muchachas, que por cándidadas que pareciesen, por tímidas que al trato de las gentes se presentaran, la sola idea de la mascarilla dió al traste con todas las virtudes teologales de que se les debia suponer dotadas; y buscaron trages y pidieron prestados á la doncella su jubon y faldas de payesa, y las arracadas á el ama de leche, y descosieron vestidos y enaguas y cosiéronlas de nuevo, y revolvieron cofres, y aquel dia acerté á querer visitarlas y, vean VV. las señoras no estaban en casa! habian salido á unas diligencias….. y qué sé yo cuántas otras satisfacciones dióme la criada sin que se las hubiera pedido, porque á convencerme de que mentia me bastaban los cuchicheos y pisadas, como de quien corre, que se dejaron oir detrás de la puerta durante el no corto espacio de tiempo que medió desde mi primer campanillazo hasta el primer ¿quién hay? que me fue dado desde la rejilla. Dios se lo pague: gasté una tarjeta, pero me ahorré una visita.
Volvamos á nuestras jóvenes que á trueque de no ver frustrados sus intentos, buena cuenta tuvieron de que nada faltara al jóven Anselmo para disfrazarse, y con cuatro hilvanes modificaron un par de colchas á manera de dominó; trage que no desdecia en cosa alguna de la papalina y la camisola ceñida sobre una basquiña de anascote con que se atavió una respetable señora tia de las muchachas, que por aquella noche debia hacer las veces de mamá y ser compañera inseparable del infeliz Anselmo.
Las diez daban en el reloj de Santa María del mar en el momento mismo en que entró la comitiva en el salon de la lonja, sacando de quicio sus propias orejas para arreglar y acomodar las mascarillas, y á pocos pasos se anunció ya la vanguardia con los consabidos gritos de ordenanza, y rompió el fuego.
–Adios! ¡adios! ¿Me conoces? ¿Me conoces? ven acá: ven acá……………………………………
–Diga V. Anselmo ¿dónde estan las niñas? –Señora, han quedado ahí detras dándole broma á un sugeto. –Vamos á buscarlas………………………………………
–Chica, ¿dónde está mi tia? –Estaba cansada, y he venido á sentarme. –Y dónde paran las otras? –No sé. –Vente y cógete del brazo de Anselmo. No de muy buen talante recibió la muchacha esta inesperada visita, pero al cabo obedeció, aunque no sin que la siguiera el sugeto con quien en sabrosas pláticas estaba, con el fin, por lo que se echó de ver, de continuarlas.
–Adios! ¡adios! Ya te conozco; ya te conozco. Eres Anselmo. ¡Qué bien acompañado! Vaya, chico, que te diviertas mucho!De sobras estuvo para el jóven este aviso de una máscara que acertó á pasar, que bien se le alcanzaba lo ridículo de su situacion, aunque no tardó en lucir para él un rayo de esperanza, y pensó dar treguas á sus desventuras luego que á aquellas señoras les plugo el sentarse. Pero no bien hubo desperezado disimuladamente sus brazos y preparádose para soltar la cinta que sostenia la mascarilla, cuando atropelladamente se llegó á él la otra seccion de la comitiva cuyo paradero se ignoraba, y con gran desasosiego pidiéronle que no se quitase la mascarilla por no esponerlas á ser conocidas, pues cierta persona, sin duda porque estaba de mal humor, se habia atufado por unas verdades que le dijeron, y pudiérase añadir, por unas mentiras que improvisaron.
No creyó Anselmo del caso, ni lo hubiera sido, decretar un no ha lugar á semejante solicitud, pues no quiso arriesgarse á perder en un momento el concepto de complaciente qeu se ganara á fuerza de sudores; y héle ahí conservando la mascarilla, que con ser de las finas, no dejó por eso de encerarle un tanto el rostro.
Mas por cuanto pudo el atufado hallar ocasion (no importa el cómo) de desquitarse del agravio qeu creyó haber recibido de las niñas, y entonces al soltar de las lenguas siguió el arrancar de mascarillas, y tamaños desmanes no pudieron menos de producir para colom de infortunio, los preludios de un duelo en el que Anselmo debió representar el papel de provocador; y gracias á la prudencia de que en estos casos jamás falta una buena dosis, gracias á la intervencion de la autoridad competente y á las persuasiones de unos amigos, no tuvo otro resultado que unos arañazos precedidos de algunas puñadas, intermediado el todo con la pataleta de una de las interesadas.
A pesar de estos contratiempos hubo quien sacó su provecho del disfraz y de la mascarilla, porque consiguió á su favor, lo que no pudo lograr en treinta años de soltera que por lo menos contaba, porque tampoco faltó quien se dejase seducir por ciertas cualidades que en ella pretendió adivinar primero al través de la mascarilla, hallar despues durante la cita que le fue dada para el dia siguiente, y que tomó por reales y verdaderas á vuelta de algunas entrevistas.