En el otro estremo de la ciudad en una plaça que llamamos el pla den Llull, se apercibió una nave de buen tamaño muy hermosa, y bien adereçeda, y compuesta, con flamulas, y gallardetes de muy fina seda, con todas las xarcias, y velas que suelen tener las que navegan. En el castillete de popa, se hizo un estrado eminente, al pie del qual en las quatro esquinas se pusieron quatro niños muy hermosos, vestidos muy ricamente de los varios colores, con que se diferencian las quatro virtudes cardinales, cubiertos de joyas de gran valor, cada uno con las insignias de su virtud. Don Joseph de Josa, empuñanod la espada desnuda, representava la justicia: don Ramon Roig y de Mendoça abraçado con una coluna, significava la fortaleza: y Joseph de Aguilar mirandose en su espejo, descubria la madurez de la prudencia: y Francisco Maria de Giudice, hijo de un cavallero Ginoves Tesorero de la santa Cruzada, con el caliz en una mano, y jarro de agua en la otra, dando el devido punto a los regalos dela vida presente, tenia en si una imagen de la templança. Por la plaça de la nave, estavan repartidos doze fraylezitos niños, de los que traen el habito por devocion. Sobre el estrado se puso una imagen de nuestra Santa muy hermosa, vestida de muy rica seda, y cubierta de muchas joyas de perlas, y diamantes, y otras piedras preciosas muy finas, y de gran valor. Acudieron a acompañar esta nave una encamisada de cavalleros, cuyo capitan era don Juan de Boxados, a quien seguian el Conde de Peralada, y don Joseph de Cardona, don Guerau de Guardiola, don Luys de Rajadell señor de Jorba, don Joan Sarriera, don Pedro Aymeric, don Jayme de Llupia, don Miguel Clariana, Francisco de Oriz señor de Oriz, don Ambrosio Gallart, y Nicolas Bonet, todos ricamente vestidos con vaqueros de tela de plata y leonado, y unos volantes de lo mesmo, echados por las espaldas, con unas borlas que colgavan de los ombros, y les dava gracia de invencion maravillosa, y en los sombreros muchas plumas de los mesmos colores: los cavallos con ricos jaezes y adereços de guarniciones a la Francesa, que llaman corcheas, de plata, con lazos de leonado: trayan por Maestre de campo, a don Francisco de Pau y de Rocaberti. Y van guiando en la delantera los atabales y trompetas a cavallo, vestidos de los mesmos colores, y al pie de dozientas achas de cera blanca, sin otras de que la nave estava cercada y se alumbrava. Immediato a la nave, delante della venia un carro triumfal tirado de dos muy briosos frisones, en que estavan un juego de menestriles, revezandose en musicas muy regaladas. Con todo este ruydo de acompañamiento, musica, y luminaria, vino la nave, en que estava la Santa sulcando la tierra desde el puesto sobre dicho por la calle de bonayre: y por las espaldas de la casa de la contratacion (que llamamos lonja) dio la buelta a la calle ancha, de donde con viento en popa, y velas hinchadas, llegó a la puerta que sale a la rambla. Serian las nueve horas y media de la noche, quando la multitud de gente que estavan esperando, començó a alcançar de vista la nave de nuestra Santa, y causó en todos comun alegria y ternura de devocion. Llegó delantero don Francisco de Rocaberti, como Maestre de campo, haziendo plaça con su cavallo entre la multitud de pueblo, que la tenia muy bien ocupada. y parando la nave frontero del portal de la boqueria, con las dozientas achas, puestas a dos lados, se hizo una muy buena calle hasta la puerta ferriça, por la qual entraron primero juntos los cavalleros, haziendo su caracol con muy linda gala, y gallardo ayre: y parando delante la nave de la Santa, con su bendicion y cortesia, corrieron y rompieron a su gala cada uno cinco lanças, y assentaron campo en el cabo de la puerta ferriça todos juntos. Vino luego la nave, acercandose para la pelea contra el castillo, y nave de herejes de apostatas, (que diximos estar prevenidos) echando fuego de una bomba que tenia por proa, a modo de una bombarda. Acudió luego a la defensa el Cocodrillo, volando por el ayre, y meneando unas alas artificiales, que le avian puesto, como un demonio, echando grandes llamaradas de fueto por la boca, y por las manos, y pies, que parecian cinco bocas del infierno: porque de rato en rato, muy a menudo escupia de aquellas bombas, unas bocanadas de fuego, que rociavan toda la plaça, y parecian tiradas con el soplo de su aliento: y assi perseveró cerca de media hora, hasta que pegandose fuego a su castillo y nave, con el que la nave de la Santa les tirava, començo el castillo a disparar muchos truenos con muy buen orden…
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Alarma nocturna por las actividades de la armada «castellana»
No se descuidó la vigilancia de los consistorios, en medio de las fiestas, de los cuidados de la guerra que tanto amenazaba; y así para tener la gente diestra, se alistaron todos los moradores de Barcelona, hasta los ecclesiásticos y religiosos, dando á cada cofradía, iglesia y combento, en un papel, su puesto, obligación y señales para tomar las armas. Diéronlas á los que no las tenían, y con continuado exercicio procuraron tener disciplinados los ánimos para qualquier fragante. La gente sin oficio y vecinos á Barcelona la alistaron y agregaron á las compañías que pareció, y á toda se le señaló sus cavos y quanto era menester para el lance.
Corrían los mares las galeras de España y otras, para transportar la gente de una á otra parte, y ocasionaron no pocos recelos de que algún día no abordasen á tierra y ocasionasen algún daño. Aguardávase de día en día gente de Italia, y el día 3 de Noviembre de 1640, unas dos oras antes de cerrar la noche, señaló Monjuique armada de poniente, y bajó la guarda á dar aviso se descubrían alta mar muchas galeras y naves y que así se estubiese con cuidado.
Cerróse la noche, y empezó Monjuique á señalar muchos fuegos. La ci(uda)d, viendo esto, ó fuese por temor, ó por hacer prueva de los ánimos, dadas las siete de la noche, empezó la campana del relox á tocar arma y revato, y consecutivamente la Tomasa y demás campanas de las iglesias y combentos, y luego empezaron los atambores y trompetas á correr las calles, echando vandos pena de la vida que todo hombre estubiese á las armas y acudiese á sus puestos, y que las carretas y galeras de particulares acudiesen á la plaza de los Cabritos, para que de la sala de las armas se ministrasen municiones á donde sería menester prontamente. No se reconoció descuido ni pereza en persona alguna, porque las Compañías acudieron prontas á sus puestos. Los clérigos y frailes estavan en las lonjas y pórticos de sus iglesias y combentos, aguardando las órdenes, que ese era el que tenían; echóse fuera de la ciudad la compañía de cavallos de los mercaderes para correr la entrada, y subieron diez compañías á Monjuique, que entonces se fortificava.
Toda aquella noche se estubo en esta postura con las armas en la mano, hasta que con el día se vió no parecer ninguna vela en el mar y todos se retiraron á sus casas.
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Las bullangas de Barcelona: quema de conventos de frailes
Se daban desde algun tiempo en Barcelona funciones de toros, y con motivo de la celebridad de los días de la Reina Cristina, se anunció en los periódicos la séptima funcion para el dia 25 de julio, que era festivo, por ser Santiago, Patron de España. Los toros que se habian lidiado en la funcion anterior habian sido bravísimos y escelentes á juicio de los entendedores; asi es que el anfiteatro estaba lleno en el día 25. Quiso la casualidad que los toros fueron muy mansos ó malísimos en aquel dia, y exasperados los espectadores, despues de los gritos, vociferaciones y confusion que se permite en aquellos espectáculos, dieron principio al barullo arrojando á la Plaza un sin número de abanicos; tras de ellos siguieron los bancos; luego las sillas, y por fin alguna coluna de los palcos. Rompieron la maroma que forma la contrabarrera, y con un pedazo de ella una turba increíble de muchachos, con una espantosa algazara, arrastró el último toro por las calles de la ciudad.
Apenas la jente que venia de la funcion empezaba á dar su ordinario paseo par la Rambla, á saber, á cosa de las siete y media, cuando empezó ya la alarma y se vieron arrojar algunas piedras á las ventanas del convenio de Agustinos descalzos. La guardia del fuerte de Atarazanas cerró el rastrillo y se puso sobre las armas, porque habia tambien tropel en el convento de Franciscanos, que le es muy inmediato.
Preludios fueron aquellos de un tumulto; pero nadie ó muy pocos creían en él, porque la jente se iba de sí misma retirando á sus casas; porque en la turba no habia ni un solo hombre; y porque, á nuestro entender, nada habia de premeditado. Sin embargo no tardamos mucho tiempo en salir del error. Tanta verdad es, que innumerables veces se orijinan cosas muy grandes de muy pequeños principios: y que de ordinario es mucho mayor el ímpetu y precipítacion, con que se despeñan los males, que fué el impulso que les dieron sus autores: pues es mucha verdad que no está en mano de quien arrojó el fuego en el edificio, poner tasa y término á sus estragos.
De las ocho y media á las nueve de la noche se iban formando algunos grupos en la plaza del Teatro y en la de la Boquería, que engrosaban por momentos. En vano intentó separarlos la guardia del Teatro y algunos soldados de caballería destacados de Atarazanas. Se iban de una parte para reunirse en otra; se conocía que habia intencion decidida; y desde entonces fué fácil prever la borrasca.
Clamoreando estaba el pueblo en diferentes puntos de la ciudad, y como el Capitan Jeneral y el Gobernador de la plaza se hallaban ausentes, el infatigable Teniente de Rey, Ayerve, en vano intentaba acudir donde mas amenazase el peligro, pues el odio habia pasado de raya, y mas se embraveciera cuanto mayor fuera el esfuerzo para contenerle.
Ardió el primero el convento de Carmelitas descalzos, y subió de punto la audacia, conseguido el primer triunfo.
Corría la tea abrasadora por todas las calles de la ciudad, y el segundo acometimiento se verificó en el convento de Carmelitas calzados. Pero la cosa iba con tal ímpetu y presteza, que arden á la vez las puertas de varios conventos, y sus moradores despavoridos pueden apenas huir por donde les depara la suerte y en varias direcciones, pereciendo unos cuantos en medio de la confusion y del trastorno.
No animaba en manera alguna á sus contrarios la esperanza del pillaje, porque lo que no devoraron las llamas se encontró intacto en las iglesias y en las celdas: ni espantaron la ciudad con confusa y alarmante gritería, pues solo resonaban los golpes del martillo que abría los entejados, ó el estrépito de la bóveda que se desplomaba; y con tan estraordinario orden obraban, que parecían los hombres unos trabajadores asalariados por la ciudad, y las mujeres pagadas para alumbrar el trabajo de los hombres. Una parte del pueblo, hombres y mujeres tambien, eran espectadores de aquel terrible espectáculo, y parecia que algunos no acababan de persuadirse de que sus ojos veían; y otros habia que parecia se alegraban, como quien de una vez desempeñaba con el efecto sus deseos y pensamientos.
El grande y nuevo convento del Seminario, situado en un ángulo de la poblacion, fué atacado por un corto número de personas; defendiéronse los frailes haciendo fuego, é hiriendo á algunos, hicieron volver las espaldas á los demás.
Iban á pegar fuego al de Capuchinos y Trinitarios calzados; y como las llamas hubieran inevitablemente hecho presa de las casas vecinas, se desistió del intento.
Tampoco fué incendiado el de Servitas, por la voz que cundió de que el Cuerpo de artillería tiene muy inmediato su almacen de pertrechos.
Mientras que en una parte de la Ciudad ardian algunos conventos y se incendiaban en la otra, el furor no declinaba en ninguna: antes, á manera de tempestad, volviendo y revolviendo á diversas partes sus recíprocos combates, todo lo llenaba de inquietudes, por la facilidad con que podia prender el fuego en las casas. Y cosa verdaderamente rara, á pesar de que fueron incendiados seis conventos: el de Carmelitas descalzos, el de Carmelitas calzados, el de Dominicos, el de Trinitarios descalzos, el de Agustinos calzados, y las puertas del de los Mínimos, ninguna casa particular sufrió el menor daño; ni nadie fué oprimido de la ruina de los fragmentos que caían y volaban de una á otra parte, ni recibió la menor herida con los encuentros y choques de unos con otros, llevando todos empleadas las manos con varios instrumentos, en tan confuso tropel.
Ningun convento de Monjas sufrió el menor ataque: ningun clérigo un insulto: ni ninguna fea maldad, que ordinariamente acompañan á semejantes conmociones nocturnas, se cometió en aquella espantosa noche: antes por el contrario muchas casas estaban abiertas sin que nadie recelara que corriera el saco por ellas.
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Las bullangas de Barcelona: los religiosos dejan los conventos y las fábricas siguen trabajando
Con el dia [anterior] cesó la tormenta; pero aun entrando ya el dia quedaron pobladas las calles de numerosa jente que veian pasar los piquetes de tropa y Milicia que la autoridad enviaba á recojer los frailes que habian logrado encontrar un asilo en las casas de los ciudadanos, ó en sus propios conventos; trasladándolos, para su seguridad personal, á los fuertes de la plaza: cerráronse las puertas de ella, sin permitir la entrada á la jente del campo; y se pasó el resto del día con tanta tranquilidad como si nada hubiese ocurrido: ni transitaba mas jénte que la que iba á visitar los estragos, y las numerosas patrullas del ejército y milicia.
La autoridad civil se limitó aquel dia en mandar que todos los dueños de fábricas y talleres no los cerrasen por ningun pretesto, bajo la mas severa responsabilidad: temeroso sin duda el Gobernador civil de que el ocio no enjendrase nuevas tormentas.
Las monjas, previo el consentimiento de la autoridad eclesiástica, fueron invitadas á retirarse del claustro, con facultad de alojarse en las casas de sus parientes ó amigos; y pusiéronse fuertes guardias en todos los conventos.
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Las bullangas de Barcelona: los gobiernos civil y militar amenazan mientras preparan su huida
Al dia siguiente, 27, el Comandante jeneral de las armas y el Gobernador civil, que en la azarosa noche del incendio se habían mantenido bastante pasivos, si debemos deducirlo de las providencias tomadas, dieron una proclama, en que, despues de pintar la gravedad de los desórdenes, hijos, dijeron, de cobardes ejemplos producidos por el brazo asesino de un puñado de enemigos del orden, que en Zaragoza y Reus acababan de subvertir la sociedad; amenazaron aquellas autoridades en estos términos: «Disposiciones fuertes, enérjicas, sin contemplacion ni miramiento á clases ni personas, se seguirán en breve, y la terrible espada de la justicia caerá rápidamente sobre las cabezas de los conspiradores y sus satélites…. Los malvados sucumbirán del mismo modo por el peso de la ley en un juicio ejecutivo, que fallará la comision militar, con arreglo á las órdenes vijentes. Al recordaros la existencia de aquel tribunal de escepcion, es justo advertiros que iucurriréis en delito sujeto á su conocimiento, si á las insinuaciones de la autoridad competente no se despeja cualquier grupo que infunda recelo á la misma. El arresto seguirá á la infraccion, el fallo á la culpa, y las lágrimas del arrepentimiento serán una tardía espiacron del crimen.»
Fué esta proclama la precursora del jeneral Llauder, y nadie dudaba que luego de su llegada, despuesde tomadas las convenientes medidas, mandaría cortar la cabeza, militar y ejecutivamente, á aquellos que bubiesen designado los parles de la policía ó las delaciones de sus secretos espías. Al aspecto de tan melancólica perspectiva, el Pueblo se conmovió de nuevo; se reunió delante de su palacio, y dió el grito de ¡muera Llauder! ¡muera el tirano!; y el Jeneral, con parte de la tropa con que babia entrado, se encerró en la misma noche del 27 en la Ciudadela de la plaza, de la que salió al amanecer del 28 para Mataró, desalojando despues el palacio del que sacó todo su equipaje.
Este fué, á nuestro entender, el primer triunfo qüe consiguió el Pueblo de Barcelona, porque muy pocos de sus habitantes tomaron parte en los acontecimientos de la noche del 25, al paso que nadie ó muy pocos hubo que no tomasen parte en la comun alegría que causó la retirada de Llauder. Y no es nada estraño que fuese público y jeneral el gozo, porque no hay felicidad donde no hay libertad; y no hay libertad donde no se vive bajo el imperio de las leyes: no hay leyes donde el despotismo puede atropellar impunemente al ciudadano, y el déspota no halla contrapeso que le detenga; reina el despotismo siempre que el ciudadano puede ser preso por la simple delación de un malvado y castigado militarmente sin que apenas se le dé tiempo para pensar á su defensa; y por un juicio mas que sumario, en que, para abreviarle, se prescinde de los trámites y formalidades que son la única salvaguardia de la seguridad individual. Estas reflexiones encargamos no las olviden los que lean la relacion de los acontecimientos del dia 5 de agosto.
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Trasládase el mercado de la Bocaría al local que fue convento de San José
Trasládase el mercado de la Bocaría al local que fue convento de S. José.
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Se coloca la primera piedra para el mercado de la Boquería en el terreno de la iglesia de San José en el día del santo
Se coloca la primera piedra para formar la plaza del mercado de la Bocaría en el terreno que fue iglesia de S. José.
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La feria de Barcelona
El dia 21 [de diciembre] y siguientes se celebra la magnífica feria llamada de Barcelona por excelencia: acude mucha y muy lucida concurrencia de la Ciudad y hermosas y elegantes Aldeanas ó Payesas de todos los pueblos circunvecinos. Las tiendas están profusamente adornadas de generas y artefactos de todas clases, y presentan, especialmente en las calles de la Bocaria, Call, Platería y Moncada, la idea mas completa del aumento progresivo de la industria catalana, y de lo poblado y concurrido de nuestros mercados. Cubre la esplanada y Rambla un prodigioso número de pavos y de toda clase de aves, con que celebran las prócsimas Pascuas todas las familias sin escepcion por cortas que sean sus facultades. En la víspera de Navidad los mercados del Borne y Bocaria están concurridos por un inmenso gentío qui acude á proveerse de carnes, verduras y demás necesario á la comida de los dias inmediatas que pueden considerarse como al igual de lo que llaman la fiesta mayor en las demás poblaciones de Cataluña. La vista de tanto número de gentes, la abundancia, variedad y aieo de los artículos de comer, vidriado y demás, y la prodigiosa multitud de luces que disipan enteramente las tinieblas de la noche ofrece uno de los espectáculos mas agradables y sorprendentes.
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Los puercos de San Antonio
Érase un dia 1.º de Febrero, no importa el año, y érase que uno de los mayores glotones que pisa la tierra atravesó en mitad del dia el Cap de creus, ó si se quiere el llano de la Bocaría, y oyó el monótono son de una gaita acompañado del seco baqueteo de un tamboril. Estas dulces armonías sonaban en medio de un grupo de varias gentes, y nuestro gloton se acercó por mera curiosidad. Qué será, qué dejará de ser; y eran tres cerdos de los mas bien cebados que darse pueden en la tierra, tendidos descortesísimamente en el duro suelo. –¿Qué es esto? preguntó á un patan de los que allí estaban. –¿Que no ho veu? los porcs de St. Antoni; dijo con una amabilidad que dejó entender le era característica. –No quedó el gloton tan satisfecho de la respuesta como debia de esperar, al paso que se dispertaron en su imaginacion tales ideas de glotonería que se le hizo la boca agua pensando en los jamones y en los chorizos y en las morcillas etc. etc. etc., y continuó: ¿Para qué estan aqui esos señores? Y supo que á pesar de lo bien cebados criáronse en una casa de beneficencia, y que a son de la gaita y del tamboril pasean todos los años durante esta temporada tres animales de la misma especie, con el objeto de rifarlos despues á beneficio de los espósitos, en tres suertes, á cerdo por suerte, para lo cual se espenden billetes por la módica cantidad de un sueldo catalan, ó sean diez y ocho y pico maravedises.
Parece ser que cuando se suprimieron los religiosos de San Antonio Abad, á quienes estaba concedida esta rifa, se pasó el privilegio al hospital de Sta. Cruz, con la obligacion de dar anualmente del producto de la rifa una pension á los dos religiosos que de la orden quedaban. Cumplió el hospital dicha obligacion, y desde que los dos religiosos murieron, todo el producto de la rifa está destinado al piadoso objeto que hemos dicho.
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Maravillas y costumbres de la primavera
La primavera se adelanta y la naturaleza se sonrie á nuestros ojos, desplegando todas sus galas y toda su magnificencia. Las mieses muestran ya su espiga lozana formando la esperanza del labrador, que al cerrar su puerta deja todas sus riquezas fiadas á la buena fe de los hombres y á las alteraciones de la atmósfera. Para prevenir la osadía de un malévolo tiene un perro; para alcanzar el favor de la Providencia divina tiene el fervor de sus oraciones; y pensando en la oportunidad de la lluvia, no deja de repetir durante el dia y á todas horas el refran: per maig cada día un raig.
El verdor de los campos, la fragancia de las flores, la frescura del aire, el ardor de los rayos del sol que inflama los corazones, todo convida al muelle goce de los mas puros placeres. La antigua Grecia cuya mitologia no ha tenido rival al tratarse de materializar las ideas, consideraba la mansion de los bienaventurados en una perpetua primavera, y las bellas artes representaban esta estacion bajo la figura de una hermosa ninfa teniendo una guirnalda de flores en las manos, y sentado á sus pies un cupidillo reconociendo la punta de sus flechas. El hermoso espectáculo que presenta la naturaleza durante la primavera, no puede menos de llamar la atencion del hombre, quien al olfatear una flor ó al tender la vista por la campiña, sin echarlo de ver quizá, rinde un homenage de admiracion al Criador.
No somos por acá tan sordos á la voz de la naturaleza, y por esto salimos los barceloneses á gozar en ciertos dias y en ciertas horas del bello espectáculo que nos ofrece. Ya durante este mes comienzan á venir á Barcelona los habitantes de otras provincias que acuden a tomar baños de mar y anticipan su viage para gozar de las procesiones del Corpus, célebres en Barcelona como lo son aqui todas las procesiones.
Hanos parecido muy á propósito el dia 1.° de mayo para poner á nuestros lectores al corriente de las costumbres propias de la primavera , porque al cabo es dia 1.° y por consiguiente privilegiado, y le hallamos colocado casi en la mitad de la estacion. Por otra parte nuestras razones tenemos para no haber dado cuenta al lector de las costumbres de primavera el dia en que esta tuvo principio, porque una de ellas mal se aviene con las sábanas, y las mañanicas de abril son muy buenas de dormir, segun reza el refran. Y no decimos esto asi, á humo de pajas, que ya verás, lector querido, cuán á pelo viene.
Supon un domingo ó disanto: debes levantarte á las siete, por lo tanto vestirte al desden, que es como si dijera un franchute á la negligé, ir á misa, y luego dirigirte á la Rambla donde está el mercado de las flores. Allí las ramilleteras te convidarán con las mas vistosas producciones de la naturaleza; y las bellas barcelonesas, las madrugadoras, te convidarán con los atractivos con que la estacion y, mas que todo, la hora las engalana. Su trago y su tocado al desden, su desden nada esquivo, y la color del rostro pálida como la azucena. Allí te parecerán mejor estas jóvenes, que en el paseo de invierno adornadas con todas sus blondas y sombreritos, con sus narices rojas, efecto del aire frio, y sus ojos dormidos y su gesto lloron, efecto de los rayos del sol. Y cuenta que á las madrugadoras debe de alcanzárseles muy bien, que á la muger, mas que las galas que cercenan las fortunas , le valen la amabilidad y sencillez, que nada cuestan. Obséquialas , queridísimo lector, obsequia á esas bellas en cuyo trage no hay ficcion, en cuyo rostro no hay doblez; obséquialas con un ramillete, y no te pesará. Y vosotras, lindísimas criaturas, aceptad los obsequios de esos jóvenes, y apartad la vista de esos camastronazos de á 40 del pico , que pasean primero, y se pierden despues entre las filas de puestos del mercado de la Bocaría, saben ellos por qué, y lo sabemos nosotros, aunque no nos cumple por ahora decirlo.
Si no tienes , querido lector quien te dispierte para madrugar, nada temas que no falta en esta ciudad quien en la presente escion lo hace sin reparar en ello. Es el tal un labriego que arrea un borriquillo cargado con un seron donde conduce algunas vasijas, que al amanecer llena del agua ferruginosa de algunas de las caña desde el mas añejo entremés hasta el mas romántico drama de nuestros tiempos, y desde el mas devoto novenario á las peores coplas que puede escribir la pluma mas mugrienta y asquerosa mojada con la tinta mas fétida que confeccionarse puede. Esas tiendas de quita y pon, llamadas paradas de romansus, dan una perfecta idea del estado en que se halla entre nosotros el gusto por las obras literarias, y no añadimos de las costumbres del pais, por no llamar la atencion de la autoridad, quien puede tomarlo á pechos, y hacer pasar las sobredichas coplitas por debajo de la mas rígida férula censoria.
Pero echamos de ver, lector querido, que con este introito vas á llamarnos al órden. Nó, nó, nada temas, volverémos al carril. Vas á verlo. Dirigímonos tambien algunas mañanas hácia el paseo de San Juan ó de la esplanada, y huroneamos en los puestos de ropavejeros que allí se colocan, y á cuyo conjunto suele darse, quizá irónicamente , el nombre de Fira de Bellcaire, y leemos toda suerte de librajos que hallamos ya tirados por el suelo, ya dispuestos en desordenado órden sobre una desvencijada mesa. Otro tanto hacemos en los Encantes los lunes, los miércoles y los viernes de cada semana, que son los dias en que se permite á los prenderos y chamarileros la venta de sus géneros adquiridos en una almoneda de un eclesiástico que murió intestado, ó en la de un solteron que legó su ajuar á el ama de gobierno, ó en la del mercader declarado en quiebra, ó del empleado nómada á quien se le destina al otro estremo de la península.
En aquellos puestos se pueden comprar á la voz de los corredores, objetos nuevos y renovados, viejos que parecen nuevos, y nuevos que pudieran ser buenos. El anticuario adquiere allí por poco dinero un objeto de gran valor, el cómico compra allí lo que no halló en las tiendas, el aficionado á los muebles por el gusto del siglo de Churriguera (Dios le bendiga al aficionado) compra allí sillas y mesas rotas y raidas para darles nuevo lustre, y hacerlas figurar en su salon que llama á la renaissance, y el aficionado á la lectura hojea libros buenos y malos, y los compra por la mitad del precio que pidió el vendedor, ó por el valor que este conoce que le da el comprador.
Al número de estos aficionados tenemos la desgracia de pertenecer, y héte aqui que dias atrás dimos con un cuaderno descuadernado, manuscrito, redactado en catalan, en cuya primera hoja se leia: Diari den Pere del aguait 184…. (el último guarismo se pierde en el mugre del sobado borde del papel). Poco debe importar el precio en que lo mercamos.
¡Grande adquisicion! dijimos para nuestro capote. Esto aumentará el volúmen de nuestros mamotretos, y al paso que ha de ahorrarnos trabajo, ha de proporcionar solaz al público, cuando insertemos en nuestro Añalejo, vertidos en lengua española, algunos de los renglones que hagan referencia á nuestro pais. Por de pronto ahí va el artículo del 3 de mayo en Barcelona.
He salido á la calle llevando del brazo á mi hermana, y nos han acometido distintas veces enjambres de niñas, y entre ellas algun niño, con sendos platos cubiertos de rosas en las manos. En ademan de pedir limosna, me han interpelado las que á mí se han dirigido con este piropo: Vosté senyó galan que te cara de diamant, un dineret per Sta. Creu: y los que á mi hermana se han dirigido le han dicho: Vosté Sra. hermosa que te la cara de rosa, un dineret per Sta. Creu.
Pesadillos han estado algunos de los tales chicuelos, y hannos seguido largo trecho repitiendo sus obsequios, y estos han sacado estrena , que es ya subido que pobre importuno saca mendrugo, segun el refran nos dice.
Hemos entrado mi hermana y yo en una iglesia á oír misa , y he ido á la sacristía para saber en qué altar se celebraría, y cuatro monacillos pedigüeños por demás, me han acometido con la cantinela arriba transcrita. A mi vez he querido tomar represalias, y asiendo por el cuello de la sotana al que mas vivaracho me ha parecido, le he ofrecido buenas estrenas si confesaba en qué queria emplear aquel dinero. Halo confesado, que el muchacho era lenguaraz de sobras, y hame dicho — ¿no ve V. aquel altarito que hemos guarnecido en aquel rincon, con aquellos floreros y con aquellas velitas? pues allí al pie depositamos lo que recogemos, y el capital sirve para una merienda. Y no somos nosotros los únicos que se ocupan en el dia de hoy en este negocio; porque vea V. , mi hermana con las chicas de la vecindad hacen lo mismo, y tambien guarnecen un altarito, y luego meriendan á la salud de qué sé yo, á la salud de su estómago.
Pedigüeña es la costumbre ; inocente es por demás, y trasciende hasta el interior de las familias. Por lo que he visto en las casas en donde hoy he estado de visita, no he podido menos de compadecer al barcelonés á quien Dios le ha dado sobrinitos que obsequiar, ó ahijados que contentar, ó deudos con quienes cumplir, porque al salir de casa, debe llenarse los bolsillos de monedas para responder á todas las exigencias y compromisos en que puede verse atollado.
Esta es la traduccion. Si es buena ó mala júzguelo el público, pues por lo que á nosotros atañe, solo podemos decir que es fiel y exacta. Si es mala, consolarános la idea de que no serémos los únicos malos traductores que á destajo embadurnan papel en nuestros tiempos.
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Antonio de Padua y los albañiles; patrones de tienda
En la iglesia parroquial de los santos Justo y Pastor se celebra con mucha solemnidad la Resta de san Antonio de Padua. La concurrencia no es nada reducida pues son muchos los devotos, entre ellos algunos albañiles y canteros, y todos aquellos cuyas diarias ocupaciones los ponen en peligro de sufrir una caida ó fractura de miembros.
Habrán visto nuestros lectores en el fondo y á poca distancia del techo de algunas tiendas un altarito con la imágen de un santo; pues aquel santo suele ser el patron de la casa, á quien sus dueños tienen devocion particular. La purísima Concepcion, la Virgen del Cármen y san Antonio son los que estan mas en boga, y sino fuera porque la costumbre de estos altaritos va de capa caida, añadiríamos de buen grado el nombre de santa Filomena. En la fiesta de cada uno de estos santos, los tales altaritos aparecen adornados con flores si la estacion lo permite, é iluminados con algunas velas de cera. Estas velas abundan en los altaritos de la purísima Concepcion en el dia de su fiesta, por falta de flores tal vez, tal vez porque los cereros la tienen por patrona: en los de san Antonio abundan las flores porque su fiesta cae en la primavera, siendo notables las coronas de mata de esparraguera, retama y siemprevivas, que para adorno delos altaritos del santo venden dispuestas las ramilleteras de la Bocaría. No faltan tampoco las azucenas, como que llevan en el pais el nombre de lliris de sant Antoni.
Con esto y con dar los dias á todos los Antonios concluimos el artículo, nó sin advertir á los que asi se llamen que espresen al firmarse si son de Padua, para no confundirse con los que celebran sus dias por san Antonio Abad, ó san Anton, pues al paso que evitarán la repeticion de dias y los quid pro quos, darán cierto realce á su nombre, asi como si dijéramos, un cierto saborcito de nobleza, cuya ejecutoria se hallará consignada en las páginas del calendario.
Otro tanto decimos á los Franciscos de Paula y á los de Asís y á los de Sales, y á las Catalinas de Rizzis, y á los Tomases de Aquino y á los Domingos de Guzman y á los Juanes de Dios, etc. etc.
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La feria de Barcelona
En este dia la feria da las últimas boqueadas, y muere por fin durante la velada en los mercados de la Bocaría, Born y santa Catalina con la venta de comestibles para el dia siguiente en que estan cerrados dichos mercados, sin duda para que la fiesta sea mas completa. El movimiento y la animacion que reina en los tales puntos á dicha hora atrae muchas gentes, que van á pasear por entre los puestos de vendedores para disfrutar de tan bullicioso espectáculo.
Hace tres dias que los carteros, los serenos, los repartidores de periódicos, los porteros y mozos de corporaciones, los servidoros de cafés, y cuantos de cualquier modo prestan algun servicio durante el año aunque sea pagándoselo, andan listos repartiendo felicitaciones y recogiendo pesetas. Se ha hecho la cosa tan general, que no hay quien lo aguante; y será preciso acabar por llamarse andana. Dicen que esto es felicitar las pascuas, pero opino que es desgraciarlas, porque el dar dinero sin adquirir cosa alguna, desgracia es y no pequeña.
Los curiales, los médicos, los artesanos etc. etc., empiezan desde hoy á hojear sus libros de cuentas á fin de formalizar las que tienen pendientes, y presentarlas á los respectivos clientes ó parroquianos. Quiera Dios que los compradores de nuestro Añalejo que se hallen en dicho caso, hagan efectivas todas las que presenten, que segun los tiempos que corren no es poca suerta la que les deseamos.