Etiqueta: Francisco Espoz y Mina

  • Algunos de los Cien Mil Hijos de San Luis toman Barcelona

    Asomó el dia 26, y refrenados convenientemente todos los elementos de desorden y anarquia que encerraba Barcelona entre los que no componia pequeña parte la oposicion, ya fuera de lugar aunque harto noble, que hacian algunos de los hombres entonces poco esperimentados, y que abrigaban en su pecho con todo el ardor de un corazon generoso y magnánimo la palabra májica de libertad; se publicó el armisticio concluido dos dias antes entre el Baron de Berge y don Antonio Rotten, encargados de los poderes del mariscal Moncey duque de Conegliano y del teniente general don Francisco Espoz y Mina, comprensivo de todo el 7.° distrito militar, y de las plazas de Tarragona y Hostalrich, que aun quedaban en poder de los liberales. Seguidamente reunió Mina una junta compuesta de todas las corporaciones y personas influyentes de la poblacion, y oido su dictámen, y asociado con una comision del pueblo, concluyó con el mariscal Moncey en 1. ° de noviembre un tratado harto notable y que no hace poco honor al general español, atendidas las azarosas circunstancias en que se hallaba envuelto en aquella fecha, por efecto de la anarquia interior y del aislamiento y falta total de recursos y esperanzas que le rodeaban.

    Ratificado el convenio, salió la guarnición de Barcelona el 4 de noviembre por la mañana , y el mismo día ocuparon la plaza los franceses al mando de Moncey, cruzando sus calles silenciosas y á veces desiertas, que les dahan bien á entender el estado de sobresalto y abatimiento de sus temerosos v contristados moradores.

    Este fué el fin de la campaña de Cataluña, que tanto se ha criticado por unos y aplaudido por otros á don Francisco Espoz y Mina; las circunstancias hacen algun tanto disculpable su escesivo rigor y su inflexible crueldad con el clero y con los prisioneros realistas, y el estado del pais y la fuerza de una intervención armada y poderosa son suficientes motivos para colocar en muy buen lugar a capitulacion que acertó á concluir en tan críticos y apurados momentos con el ejército sitiador de Barcelona.

  • Proclamación de un estado de sitio en Barcelona por Espoz y Mina «contra su voluntad»

    Fué preciso que el General emplease mas tiempo del que hubiera querido en combinar los medios indispensables para poner en acción simultánea todas las fuerzas del ejército para una batida general contra las facciones; dirigiéndola en persona, y que no se resintiese en su ausencia la tranquilidad de la capital. Sus habitantes pacíficos, patriotas y verdaderamente liberales, temblaban al menor ruido que se advertia en ella, porque recordaban los horrorosos acaecimientos todavía frescos en su memoria y temian su repetición, en cuanto los promovedores existían siempre en la ciudad; y así es que al paso que veian con satisfacción el buen animo del general en sus propósitos de operar personalmente en campana, sentían su ausencia y con las mejores intenciones le aconsejaban que antes de su partida declarase todo el distrito militar en estado de sitio, creyendo que esta sola medida contribuiría infinito á impedir nuevas turbulencias en la ciudad. Semejante providencia estaba en oposición con los principios del General, y en Navarra probó lo que se le resistía, pues se desentendió de ponerla en ejecucion, no obstante de haberla acordado el Gobierno y comunicádosela. Eludió las primeras proposiciones; mas fueron tales y tan apremiantes las instancias y las protestas que se le hicieron, y tales las seguridades que se le ofrecian de que era el único medio para que en su ausencia no peligrara el sosiego de la ciudad, y aun para acabar con los facciosos que para tranquilizar aquellos ánimos recelosos de la mayor y mas sana parte de sus moradores, la víspera ó antevíspera de su marcha adoptó y publicó la medida por medio del siguiente Bando [etc etc]

  • Dimite Espoz y Mina en protesta contra la ejecución de la madre de su enemigo Cabrera

    Vino también por aquellos dias á acibarar mas la disposición de su ánimo el suceso de la madre de Cabrera. Esta infeliz mujer habia tomado parte en una conspiración tramada para entregar á los facciosos la plaza de Tortosa, y facilitaba dinero para la seducción y enganche de los soldados. Juzgada y sentenciada por ello en la causa que sobre el particular formó el consejo de guerra ordinario de aquel distrito, fué con sus cómplices pasada por las armas en 20 de febrero de 1836, sin que el General tuviese mas parte que la de aprobar la sentencia del consejo en los términos de costumbre. Pero, como de pronto se ignorasen las circunstoncias de aquel acontecimiento y su verdadero carácter, solo se habló de la muerte de una mujer que era madre de un general enemigo, á quien se castigaba en razón de las atrocidades de su hijo; apareciendo asi como un acto de bárbara represalia lo que en realidad no era mas que un acto de rigurosa justicia. Con esta prevención se trató de este negocio en el estamento de Proceres del reino, y con la misma en el parlamento inglés, donde los enemigos de nuestra causa alzaron el grito contra nosotros, tratando nos poco menos que de caribes. Conocido después mejor lo que había pasado, y puesto en claro en el debate que se verificó en el congreso de Diputados españoles, el disfavor de la opinión se fué templando poco á poco, y el juicio del público trocándose de adverso en favorable. Mas en el ánimo del caudillo español duró gran tiempo el disgusto de que se le hubiese tenido tan poca consideración en el estamento de Proceres; y resolvió hacer dimisión del mando que ejercía, como lo ejecutó en 1 de abril del mismo año de 1836.