Etiqueta: Escuela Industrial de Barcelona

  • Llegan los primeros teléfonos y se hacen las primeras pruebas en España peninsular

    La EIIB también jugó un importante papel en el proceso de llegada a España de otras dos importantes invenciones de estos años: el teléfono y el fonógrafo. Antonino Suárez Saavedra, uno de los más destacados profesionales de la telegrafía eléctrica en la España del siglo XIX, nos da noticias, en su monumental Tratado de Telegrafía, de las primeras pruebas de telefonía Bell que se efectuaron en España. Al igual que ocurrió con el ferrocarril, la experiencia pionera tuvo lugar en Cuba. Ocurrió en La Habana en octubre de 1877, y consistió en enlazar telefónicamente un domicilio particular con el cuartel de bomberos, quienes inmediatamente «adoptaron el teléfono para las atenciones telegráficas de su servicio. La Dirección general de Telégrafos, tan pronto tuvo noticias de los primeros ensayos, se apresuró a pedir telegráficamente a La Habana un par de buenos teléfonos para pruebas».

    En la península, la primera experiencia tuvo lugar en la Escuela de Ingenieros Industriales de Barcelona. A través de la empresa de Dalmau, la Escuela adquirió un teléfono Bell con el que se hicieron las primeras pruebas en los laboratorios de la Escuela pocos días antes de la navidad de 1877, muy pocos meses después de que Bell presentara su aparato (el 12 de febrero de ese mismo año), y casi inmediatamente después de las primeras pruebas que tuvieron lugar en Europa, realizadas por Bréguet en la Academia de Ciencias de París el 29 de octubre. El Porvenir de la Industria, en su número 140, publicado el 23 de noviembre de 1877, explicaba la experiencia de Bréguet y anunciaba que Tomás Dalmau –el hijo y socio de Francisco Dalmau– acababa de solicitar privilegio de introducción en España del invento de Bell. El Diario de Barcelona del miércoles 5 de diciembre de 1877 daba cuenta de la llegada de los aparatos:

    El conocido fabricante de objetos científicos D. Francisco Dalmau e hijo ha recibido dos pares de teléfonos de Alejandro Graham Bell, destinados a la Escuela de Ingenieros industriales de esta capital. Es un instrumento sumamente sencillo, casi tan sencillo como el aparato acústico que hoy tan generalizado se halla en los talleres, escritorios, etc., con la sola diferencia de que, según ya dijimos, en vez de ser conductor de la voz un tubo, lo es un alambre que se electriza por la vibración de una delgadísima placa circular de acero adaptada al agujero o campana por donde se habla o recibe la voz. Es tan reducido su volumen que se lleva fácilmente en el bolsillo. Los experimentos del teléfono se harán entre dos establecimientos científico-literarios de esta capital.

    […]

    Las pruebas que anunciaba el Diario de Barcelona tuvieron lugar poco antes de Navidad. El Porvenir de la Industria en su número 144, correspondiente al 21 de diciembre de 1877, publicaba un suelto en su sección de Miscelánea, titulado precisamente «Teléfono», que decía así:

    La Escuela de Ingenieros Industriales de esta ciudad, que fue la primera en hacer venir de Francia y en dar a conocer la máquina Gramme para la luz eléctrica, ha sido también la primera en poseer el teléfono, instrumento que tanto llama la atención en todo el mundo científico y que está destinado a causar una revolución en la telegrafía. Como entonces, el pedido ha sido hecho por conducto de la casa Dalmau de esta ciudad, a la cual pertenece el honor de haber iniciado las pruebas de luz eléctrica que con la máquina Gramme de dicha Escuela se hicieron a bordo de la fragata Vitoria y en otros establecimientos particulares, como pertenece ahora el honor de haber construido los primeros teléfonos con el modelo recibido para esta Escuela, cuyos aparatos son enteramente iguales en su construcción y en sus resultados al modelo de Bell recibido del extranjero.

    Las pruebas hechas con los teléfonos de la Escuela han dado resultados iguales a los que se han consignado en las publicaciones nacionales y extranjeras obtenidos en varios puntos, constándonos que se está trabajando para hacer cuanto antes una prueba más en grande entre dos estaciones de las líneas telegráficas de que dispone Barcelona.

    Consignamos con gusto la iniciativa de la Escuela, para que conste que es la primera, como debe ser, en acoger y popularizar los inventos útiles y los descubrimientos recientes, y felicitamos sinceramente a su dignísimo director D. Ramón de Manjarrés.

    Mucho menos laudatoria es la versión de estas pruebas realizadas «entre dos apartadas salas de la Escuela Industrial» que nos proporcionaba Antonino Suárez, dándonos una versión algo catastrofista de esa experiencia:

    En una de esas pruebas tuve yo ocasión de funcionar y de convencerme de la mala calidad o poca sensibilidad de los teléfonos de la prueba, que llegaba a tal extremo de tener que esforzarse la voz al transmitir con tales ímpetus que, a pesar de mediar gruesas paredes y un gran patio intermedio, el que recibía escuchaba a la vez la voz del que hablaba, haciéndonos dudar de la verdad de todo cuanto se había escrito sobre el teléfono, y temer por la salud de los empleados que tuvieran que usar tal sistema en el servicio público.

    Aquí Suárez, a pesar de su competencia y honestidad, no deja de estar influido por sus intereses comerciales en el asunto…

  • Einstein, probablemente con su cepillo, visita a la CNT

    VISITA AL SINDICATO DE LA DISTRIBUCION

    Por la noche, el profesor Einstein visitó el domicilio del Sindicato único de la Distribución.

    Acudió a este Sindicato a petición de los elementos que lo integran, quienes le dijeron que le admiraban desde que se negó a firmar el manifiesto de los 93.

    Durante la visita, Angel Pestaña informó al profesor Einstein de lo que había sido la represión emprendida contra los elemento sindicalistas, y éste ocupó la tribuna, y dijo:

    «Yo también soy un revolucionario, si bien científico, y he seguido con atención todas las cuestiones sociales. Esa represión de que me habláis me parece que contiene, quizá, más estupidez que maldad. Vosotros solamente hacéis resaltar las cosas malas; pero también hay cosas buenas en el régimen actual, según he buscado y he encontrado en Spinoza.»

    Bajó de la tribuna el profesor Einstein y conversó largo rato con algunos sindicalistas, que le hicieron un relato más extenso de tal represión, y el sabio profesor, después de extrañar la enorme proporción de analfabetismo en España, sólo comparable con la de Rusia, se dispuso a marchar, despidiéndose con las siguientes palabras:

    «Que en la próxima lucha tengáis más suerte y un éxito completo.»