Etiqueta: educación primaria

  • Empieza la gratuidad en la primera enseñanza

    Escuelas Públicas gratuitas de Primera Enseñanza, establecidas por el Excmo. Ayuntamiento con arreglo á la ley de 21 de Julio de 1838. Hay nueve de niños y cinco de niñas. En las de niños se admiten desde seis á trece años, y los que acreditan ser pobres de solemnidad, se les suministra libros para la instruccion por cuenta del Ayuntamiento. Se les enseña, 1.° Principios de Religion y Moral, 2.° Lectura, 3.° Escritura, 4.° Principios de Aritmética, ó sean las cuatro reglas de contar por números abstractos y denominados; 5.° Elementos de Grámatica Castellana, dando la posible estension á la Ortografia, 6.° El Catecismo Politico. Los niños que en el dia concurren á estas escuelas serán unos 1300, cuyos locales se hallan en los puntos siguientes: Ex-convento de S. Juan, calle de la Riera del mismo nombre; Siljar, calle de Tallers; Comunes Depósitos, calle de la Ciudad; Ex-convento de S. Cayetano, plaza de Sta. Ana; San Agusti vell, plaza del mismo nombre, Gracia; Barceloneta; y Calle del Mediodia.

  • Fundación de la sociedad Amigos de la Instrucción

    Su creación estuvo muy ligada al plan provisional de enseñanza que se había aprobado en 1838. Entre los impulsores de la iniciativa figuraba el republicano y reformista Francesc Pí i Margall. Destacaba la procedencia plural del grupo impulsor y el carácter interdisciplinar que pretendían otorgarle a la Sociedad. Sus miembros eran conscientes del atraso que mostraba la ‘instrucción’ en la España de mediados del siglo XIX. Además de denunciar la falta de maestros, se insistía en la necesidad de renovar la escuela, incorporando ‘métodos racionales’.

    [En una nota:]

    Entre los primeros objetivos que se marcó la Sociedad, figuraba la promoción de las escuelas primarias y de obreros adultos, la preparación de libros y materiales didácticos, de los que tan falto se encontraba el panorama pedagógico español, particularmente en el primer período escolar… Más allá de la vida académica, la Sociedad siempre trató de imprimir un carácter práctico a todas sus actividades. Una de las primeras iniciativas que llevó a caba fue la preparación de métodos para enseñar a leer la lengua castellana. Como indicaba el secretario de la Sociedad en 1897 se trataba de «obritas de provechosa utilidad para Cataluña, en atención a las dificultades que siempre, y más en aquella época, implicaba el aprender la lectura de un idioma que comúnmente no hablamos».

  • Ramon Fuster explica porque Omnium Cultural quiere enseñanza del catalán en la escuela, y porque y como implementar la educación bilingüe

    Ayer publicamos en nuestro periódico una carta del «Omnium Cultural» en la que se daba por finalizada la campaña de adhesión de entidades a la iniciativa del Omnium de pedir la enseñanza del catalán en las escuelas, y se puntualizaban algunos puntos al respecto. Uno de los firmantes de la carta, don Ramón Fuster i Rabés, decano del Ilustre Colegio Oficial de Doctores y Licenciados en Letras, y Ciencias del Distrito Universitario de Cataluña y Baleares, pedagogo, y director de la Escuela de Formación de Profesorado de Educación Preescolar de la Institución Cultural del C.I.C., nos ha concedido una entrevista en la que se ha extendido sobre el tema. Podríamos considerar que es como un portavoz de un importante sector de la opinión pública catalana, de esa misma opinión que se adhirió a la iniciativa del Omnium Cultural.

    […]

    —¿Como pedagogo, podría decirme en pocas palabras la influencia que tiene en los niños el no hablar en la escuela su lengua materna?
    —Los niños, si su educación ha de ser completa, han de vincularse a su medio y este se explícita en su propia lengua. Me explicaré: un niño catalán sabe la palabra «mesa» en castellano pero la palabra «mesa» no evoca nada. La palabra «taula» para él, es la comida familiar, el padre, la madre, un cierto ambiente. Es un principio pedagógico evidente que la escuela ha de enseñar al alumno a expresarse oralmente con la lengua que le es natural. Asistir a una escuela que desconoce o ignora la lengua que el alumno habla en casa, en la calle, con sus amigos, desde el punto de vista educativo es un absurdo.
    —¿Podría usted aventurar soluciones ideales?
    —Lo ideal sería que los niños, a lo menos hasta los ocho años, recibieran la educación global en su lengua materna, y paulatinamente entraran en la segunda. En las grandes ciudades, donde el bilingüismo existe en grandes proporciones, esto plantearía ciertos problemas, pero creo que con buena voluntad se podría crear dos secciones en cada escuela, la castellano y la catalano parlante, básicamente. A mí, como maestro, me preocuparía que se reglamentara que el estudio de la lengua catalana debe realizarse como una lengua más, como una lengua extranjera. Del mismo modo que la lengua castellana está y debe estar presente en todas las materias de estudio y formación, las lenguas nativas no deben aislarse sino que han de integrarse a la totalidad de las tareas educativas. Con esto no pretendo decir que la escuela se imparta totalmente en catalán, sino que la lengua nativa no quede arriconada o excluida, o reservada sólo a unas horas. El catalán es una realidad dentro de Cataluña. Si los problemas se aislan de la realidad, la educación no merece tal nombre, y se cae, como siempre en el formalismo. — S. B.