Etiqueta: cruz Roja

  • Intercambio de prisioneros de guerra alemanes y aliados en el puerto

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    Entre los dos mil prisioneros de guerra, ingleses, norteamericanos y alemanes llegados a bordo de los buques «Gripsholm» y «Gradisca», figuran los generales Crammer y O’Caroll

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    GRACIAS A NUESTRA NEUTRALIDAD

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    Inmediatamente después de descender los generales citados lo hicieron por parte del «Gradisca» un grupo de trece indios, el más viejo de ellos tiene sesenta años y se llama Said Mean, declarando que se sentía muy contento de volver a su casa en Calcuta. Todos pertenecían a la tripulación del buque «Devin», que fue torpedeado por un submarino alemán en el Océano Indico, y han permanecido prisioneros en un campo de concentración alemán durante tres años y diez meses.

    Por parte del «Gripsholm» los primeros en descender fueron unos soldados pertenecientes al Afrika Corps, y a la cabeza de ellos un mutilado que desde su camilla recibió con visible emoción un ramo de flores que le entregó la esposa del jefe del Partido Nacional Socialista alemán, quien le dio la bienvenida en nombre de todos sus compatriotas y del pueblo alemán.

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    En el «Gradisca», y al mando del coronel médico de la Marina doctor Treü, llegaron 814 prisioneros británicos, 19 americanos, 20 civiles británicos, 67 civiles americanos y 101 enfermos en camilla, con un total de 1.021, De ellos 60 australianos con su característico chambergo, hechos prisioneros en Creta e internados en un campo de concentración de Breslau; 200 escoceses, tocados con sus típicos gorros de colores, hechos prisioneros hace cuatro años en Francia y que han permanecido en un campo de concentración de Polonia.

    También hay algunos neozelandeses y, como ya se ha dicho, trece indios. Todos los canjeados fueron hechos prisioneros en las campañas de Dunkerque, Dieppe, Creta, Grecia y norte de África.

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    En el «Gradisca» llegó también el periodista norteamericano Larry Alex, de la Agencia Associated Press, corresponsal de guerra desde los primeros días da la conflagración en la Marina británica. Presenció todos los combates navales que se desarrollaron frente a las costas africanas, resultando su barco torpedeado en uno de ellos y siendo hecho prisionero por las fuerzas alemanas en Tobruk.

    Este periodista fue recibido por el director en España de la citada Agencia de información, señor Foltz, que ignoraba completamente su llegada a Barcelona.

    El señor Alex ha sido galardonado por su país con el premio Pulitzer de periodismo por sus reportes de guerra…

  • Llegan en el Semíramis repatriados republicanos y de la División Azul

    TEARS SALUTE

    Barcelona mobs Blue Division

    After absence of a decade and more, 286 Spaniards came home from Soviet prison camps and were greeted amid scenes of delirious emotion. Most of them were hard-bitten veterans of Franco’s Blue Division, captured when fighting for Hitler on the Russian Front. There were also a few sailors, some supporters of the old Spanish republic, even four wizened little old-young men who were children when they were sent to Russia during the Spanish civil war. All, friends and foes of Communism alike, had been in slave labor camps for periods ranging from 10 to 16 years. There were probably 200 Spaniards still left in the camps.

    From the Liberian ship Semiramis, carrying them from Odessa to Barcelona, the returning prisoners made radio-telephone calls to relatives, and these heartbreaking conversations were broadcast to the country. Spain’s tears welled up. When the ship docked, a hysterical mob stormed aboard.

    It was a truly Spanish scene, wild and emotional. Men fell into each other’s arms and sobbed. Women fainted. A cameraman [Carlos Pérez de Rozas y Masdeu] dropped dead of excitement. But it was just as truly Spanish in the irony that came out amid the emotion. «Communism?» mused a repatriated Socialist of the old Popular Front days. «Cabbage, hard work and everyone for himself.» And a veteran of the Blue Division, peering into the sobbing face of Minister of War Agustín Muñoz Grandes who commanded the division in Russia, murmured wryly, «My general, you don’t know how much we missed you.»