Etiqueta: campana (instrumento)

  • Noticia de la muerte de Juana la Loca

    Recíbese la noticia de haber muerto doña Juana la loca, madre del emperador Cárlos V.

  • Roban la caja fuerte de Santa María del Mar utilizando llaves falsas

    Lunes primer día de Noviembre, robaron el archivo de Santa María del Mar: publicóse que el dinero importaba cinco mil escudos en oro efectivo, sin otras alhaxas, muchas de oro y plata. Abrióse con llaves falsas; prendieron muchos clérigos, publicáronse excomuniones, vistióse el altar mayor de luto, maledixóse la tierra, y al maldecirla tiraban piedras y a(pa)gavan velas por la iglesia los sacerdotes y tocavan las campanas, que causava horror: nada bastó, ni el hechar un bando perdonando dos vidas (como no fuese la principal) y dando duelen ducientas libras (Moneda imaginaria catalana, equivaliendo exactamente tres libras, á ocho pesetas… Las 200 libras del texto hoy equivalen … á 533’33 pesetas.) á quien descubriese los delinquentes, porque se supiera quién eran. Murmuróse que era gente de suposición, pero con fundamento nada se pudo averiguar.

  • Alarma nocturna por las actividades de la armada «castellana»

    No se descuidó la vigilancia de los consistorios, en medio de las fiestas, de los cuidados de la guerra que tanto amenazaba; y así para tener la gente diestra, se alistaron todos los moradores de Barcelona, hasta los ecclesiásticos y religiosos, dando á cada cofradía, iglesia y combento, en un papel, su puesto, obligación y señales para tomar las armas. Diéronlas á los que no las tenían, y con continuado exercicio procuraron tener disciplinados los ánimos para qualquier fragante. La gente sin oficio y vecinos á Barcelona la alistaron y agregaron á las compañías que pareció, y á toda se le señaló sus cavos y quanto era menester para el lance.

    Corrían los mares las galeras de España y otras, para transportar la gente de una á otra parte, y ocasionaron no pocos recelos de que algún día no abordasen á tierra y ocasionasen algún daño. Aguardávase de día en día gente de Italia, y el día 3 de Noviembre de 1640, unas dos oras antes de cerrar la noche, señaló Monjuique armada de poniente, y bajó la guarda á dar aviso se descubrían alta mar muchas galeras y naves y que así se estubiese con cuidado.

    Cerróse la noche, y empezó Monjuique á señalar muchos fuegos. La ci(uda)d, viendo esto, ó fuese por temor, ó por hacer prueva de los ánimos, dadas las siete de la noche, empezó la campana del relox á tocar arma y revato, y consecutivamente la Tomasa y demás campanas de las iglesias y combentos, y luego empezaron los atambores y trompetas á correr las calles, echando vandos pena de la vida que todo hombre estubiese á las armas y acudiese á sus puestos, y que las carretas y galeras de particulares acudiesen á la plaza de los Cabritos, para que de la sala de las armas se ministrasen municiones á donde sería menester prontamente. No se reconoció descuido ni pereza en persona alguna, porque las Compañías acudieron prontas á sus puestos. Los clérigos y frailes estavan en las lonjas y pórticos de sus iglesias y combentos, aguardando las órdenes, que ese era el que tenían; echóse fuera de la ciudad la compañía de cavallos de los mercaderes para correr la entrada, y subieron diez compañías á Monjuique, que entonces se fortificava.

    Toda aquella noche se estubo en esta postura con las armas en la mano, hasta que con el día se vió no parecer ninguna vela en el mar y todos se retiraron á sus casas.

  • Sale el ejército francés y entran elementos del hispano-británico, incluso el Héctor de San Andrés; linchamientos y detenciones de traidores como un cierto Pujol

    El 27 verificóse el relevo de todas las guardias de la ciudad y fuertes, en medio de un viento cual no habia memoria de otro tan espantoso, acompañado de espesa lluvia. El dia antes llegó á Habert una órden de Luis XVIII, para que á las 48 horas se hallase ya camino de la frontera. A las cinco y media de la madrugada del 28 acabó de desfilar por la puerta de D. Cárlos el ejército francés, no entregando su gefe hasta última hora los badajos de las campanas: tanto les tenia acobardados el tañido de las mismas. Un cañonazo disparado del fuerte de D. Cárlos anunció que acababa de salir el último soldado de la tropa invasora, y al punto se hizo salva real en las demás fortalezas.

    A las diez entró al frente de su brigada por la puerta Nueva el invicto Manso, yendo por el centro del paseo de S. Juan á guarnecer la Ciudadela, de la que era nombrado gobernador, y cuyo punto ocupaban ya desde las tres de la madrugada, en que entraron por la puerta del Socorro, algunas compañias de su mando. El pueblo le acompañó en triunfo, gritando con el mayor entusiasmo: «¡Viva D. José Manso!» Inútilmente se esforzaba el héroe catalan en suplicar que no se diesen mas vivas que á España y á Fernando: su nombre era tan grato como éstos al arrebatado y numeroso gentio que le rodeaba. A la misma hora entraron por la puerta de Santa Madrona las divisiones de Sarsfield y Llauder. Este último nombrado gobernador de Monjuich, subió al castillo despues de revistada la columna en la muralla del Mar y Rambla, en donde arengó Sarsfield á la tropa concediendo perdon á los desertores que se presentasen.

    Numerosas patrullas pasaron en seguida á prender á los que habian sido empleados de los enemigos. Adelantóse á ello el populacho, apedreando las casas de los afrancesados y á cuantos encontraba por las calles ó mal escondidos. Quiso guarecerse uno de ellos en una casa frente de la Aduana, donde protegiéndole un oficial español, fué conducido arrestado á la guardia de la puerta de Mar, en medio de afrontosos insultos. Sufriólos tambien en la Rambla D. Antonio Vago, tachado de amigo ó pariente de Godoy y ex-contador de ejército francés, el cual fué arrestado en el convento de la Trinidad. Capturóse tambien á un lego agustino, al verdugo y á dos paisanos, vulgarmente apellidada de los Jusepets, se presentaron de rejas á dentro, temerosos de mayor mal. Otros mas comprometidos habian intentado fugarse por mar, pero volviéndoles el huracan al puerto, acudió allá la multitud, y apelando á las piedras, descalabró á un ex-polizonte. Todavia fueron por la noche reducidos á prision los ex-adjuntos de la mereria D. José Pujol y D. N. Mercader, junto con los PP. Llosada y Malet. Posteriormente y en distintos puntos del principado, fuéronlo igualmente los intrusos canónigos Postius y Sopena, con otros varios.