Etiqueta: Caldas de Malavella

  • Matanza de soldados fuera de la muralla por los somatenes; con gritos religiosos, sacan al diputado militar y dos consejeros de la cárcel, y queman casas; intento de fuga del Virrey; huye el ejército a Rosellón

    Al otro día por la mañana, martes á 22 de maio 1640, bolvio el somatén á embestir la caballería, que la descubrieron á la laguna de Cañet, y á la primera envestida eran pocos los del somatén, pero engrosándose y cojiendo á los soldados ya fatigados, sin municiones, dándoles recia embestida, se vieron los soldados obligados á carrera havierta y como podían, huir hacia el muelle donde estavan las galeras, que viendo el suceso, y arrimando barquillos y quanto podían á la orilla, los hivan reciviendo y embarcando como llegavan, y ellos arrojándose á el mar, dejavan los cavallos por el arenal, como Dios se servía. Visto esto por el Virrey y Ciudad, mandaron salir algunos ayudantes y ministros á recojer los cavallos que huían por allí sueltos, y entrarlos, que pasaron de 300. Muchos soldados se encontraron muertos por el arenal; otros anegados, y los más de los que se embarcaron, heridos, que después á carretadas los llevaron al hospital para curarlos, y á no ser las galeras, es cierto perecían todos á manos del somatén.

    Bolvamos al somatén, que buelto atrás, y juntándose en San Andrés de Palomar, lugar que dista alguna legua de Barcelona, se congregaron hasta mil y quinientos hombres, y embiando algunos á la desilada para asigurar la puerta, cargó después todo el rresto, y dejando guarda para tener la salida franca, entraron á cosa de las diez del día, el mismo martes …, hasta unos mil y ducientos hombres, todos con dos ó tres pedreñales y escopeta, y delante uno con un Christo en la mano, que hiva gritando: Visca la fee y muirán los traidors y lo mal gobern.

    Encamináronse á la cárcel, sin que nadie se les opusiera, porque todos estavan amargos de lo que pasava, y sólo un desdichado cavo de guaita (2) que encontrándoles á la plaza de la lana dijo: Ténganse al Rey, y apenas lo pronunció, quando tirándole dos ó tres, siu decir Jesús, caió muerto.

    Estando en la, cárcel, pasaron algunos á la Dagería (Dagueria. Calle de la antigua Barcelona que, comenzando en la Libreteria, termina aún en la plaza de San Justo), y tomando los martillos de los oficiales, rompieron todas las puertas, y sacando en primer lugar al Diputado y dos del Consejo de Ciento (D. Francisco de Tamarit y los individuos del Consejo de Ciento, Francisco Juan de Vergós y Leonardo Serra), libertaron también á quantos presos havía, sin dejar alguno.

    A vista de esto, los conselleres, diputados y obispo acudieron á la cárcel para sosegar la gente, que, viéndose señores de loque intentavan, querían pasar á quemar algunas casas y hacer maiores estragos. Empezaron los conselleres, diputados y obispo (En 1640 ejercían los cargos de concelleres, diputados y obispo de Barcelona las personas siguientes: gobernaba la sede barcinonense D. García Gil Manrique. Eran diputados de la Generalidad de Cataluña: Pablo Claris, canónigo de la Seo de Urgel, diputado por el brazo eclesiástico; Francisco de Tamarit, diputado por el brazo militar, ó sea la nobleza, y José Miguel Quintana, diputado real, representante del brazo popular; siendo asesores de la corporación Jaime Ferrán, Rafael Antich y Rafael Cerda. El poder ejecutivo del Consejo de Ciento lo componían á la sazón cinco concelleres: el noble D. Luis Juan de Calders, conceller en cap.; Antich Saleta y José Massana, ciudadanos; Pedro Juan Xiráu, mercader, y Antonio Carreras, cirujano. El acuerdo del Consejo para que fuesen nombrados anualmente seis concelleres, no fué tomado hasta el 14 de Mayo de 1641. (Rúbrica de Esteva Gilaber Bruniquer, Ms., folio 72 vuelto, Archivo municipal de Barcelona.)) á templarlos, alabándoles lo hecho, y estimando el amor á la patria, pero que bastava aquéllo, y que todo se remediaría.

    Estas razones ponderadas con amor y eficacia, los amansó; y combenidos en bolverse á salir, poniéndose delante los comunes y el obispo con sus mazas altas, sin extraviarse alguno, los condujeron á todos por la puerta Nueva hasta tenerlos fuera, y despidiéndose los del somatén, se bolvieron á San Andrés y los otros á la ciudad.

    Viendo el de S(ant)a Coloma el mal estado de las cosas, y sabiendo que el somatén amenazava de quererle quemar el palacio, no dándose por siguro eu su casa temiendo algún motín, se retiró con el de Fernandina, generales y veedores de galeras, y los jueces á la Ataracana, que todos temían un desastre.

    Supieron la Ciudad y Diputación al entrar la puerta esta acción, y rectavía se encaminaron todos á la Ataracana, en donde persuadiendo al Virrey lo poco que devía temer aquellos movimientos, y asigurándoles ambos comunes tomavan á su cargo la siguridad de su persona, le bolvieron á su palacio, poniéndole de noche y día una compañía de guardia, hasta que se sosegaron los humores y las materias hicieron mexor rostro.

    Bolviendo los del somatén á la persecución de aquellos infelices infantes que se havían emboscado en el bosque de San Jerónimo, sedienta la gente de vever su sangre, concluieron con quantos pudieron haver á manos; algunos, pláticos del terreno, se bajaron á la marina, y por ella á Blanas. Los cavos más principales se acogieron al sagrado del combento, y presumiéndoselo el somatón quiso poner fuego á la casa, pero con súplicas de los p(adres), y asigurándoles no havía nadie, los despacharon, y después se supo, que medio disfrazados, los acompañaron á los recluidos asta la marina con celo religioso, y tomada una faluca, les dieron escape. La mortalidad que hicieron en el bosque fué de calidad, que en algunos meses, no hubo quien pasara por allí de la edor de los cuerpos.

    Viendo el Virrey la derrota de la milicia y la fatigada vida que llebava no teniendo puesto seguro, por estar todo el país contra ella, resolvió que el duque de Fernandina, con quatro galeras, fuese costeando la marina y recoxiendo los soldados, llebándoles al mismo tiempo provisiones, y á la misma sazón avisando á las milicias de la tierra se bajasen á la lengua del mar. Desta manera, y procurando se juntaran todas en Blanas, donde estava el maior grueso, se vinieron á juntar hasta cinco mil infantes y quinientos cavallos. Presumióse el de Santa Coloma, que, junta toda la gente, se conserbaría mexor y haría resistencia á qualquier movimiento del país; pero oyéndose que los naturales se querían unir en maior número y acavar con los soldados, que los tenían natural odio, mandó el Virrey que con las galeras se pasase la milicia al Rosellón, y dando las órdenes combenientes.

    Quando vino al embarcarse, Don Juan de Arce no quiso así, porque no pudiendo embarcar la cavallería era aventurarla, como porque juzgó á descrédito de las armas reales, el que con cinco mil soldados no tubiesen el campo suio contra lo poco disciplinado de los naturales, y así, resuelto á morir ó pasar por tierra la milicia, empezó su marcha orilla del agua, y á vista de las galeras siempre; pero como en algunos tránsitos era preciso para pasar los montes entrar tierra adentro, y al pasar la montaña de San Grau [Caldas de Malavella], en un lugarejo llamado Llagostera, les tubieron los paisanos emboscada, en donde, dándose las cargas, murieron algunos de ambas partes.

    Pero prosiguió la milicia su marcha, y llegando á S(a)n Feliu … tubieron ya las galeras, que dándoles refresco y tomando los eridos, continuaron las jornadas. Entradas ya las milicias en el Ampurdán, marcharon sin molestia alguna por ser llano el terreno; pero sin apartarse del mar y continuando los estragos de sacos, muertes ó insultos en cuantos lugares tocavan, que, entre otros, fueron San Pedro Pescador y Mumbrío (Montiró [Ventalló]). En este lugar quemaron también la iglesia, á cuio incendio pereció la reserva (Tuvo efecto el incendio de la iglesia de Montiró por los tercios reunidos, superentendidos por D. Juan de Arce, el día 31 de Mayo de 1640. La excomunión fulminada por el obispo de Gerona fué publicada el 24 de Junio.—En el Apéndice V va copiado el proceso del incendio de dicha iglesia). Pillavan muchos rebaños de ganado, que después sus propios dueños los redimían á peso de dinero; vahéronles los pillajes y robos del Ampurdán muchísimo, y arruinaron aquel país de todos modos. Llegado el campo á Rosas, vien que el governador no quiso darles entrada, tuvieron con el resguardo de la plaza siguras las espaldas para la entrada al Rosellón. Dexemos esto aquí y bolvamos á Barcelona, que quedava bien achacosa.

  • Herido el científico Méchain inspeccionando una máquina de su colega Salvá, que hace de caballo

    Un médecin célèbre, dont il avoit fait la connoissance à Barcelone, le pressoit depuis quelque temps de venir voir une machine hydraulique nouvellement établie dans une campagne voisine [San Andrés de Palomar]. Méchain avoit toujors différé, tant qu’avoient duré les observations astronomiques; mais au moment de retourner en France il ne put refuser cette satisfaction aux instances de son ami. Leur arrivée n’ayant point été prévue, ils ne trouvèrent pas les chevaux qui faisoient ordinairement le service de la machine. Le docteur, aidé de son domestique, se crut assez fort pour la faire jouer. Méchain, placé dans un endroit un peu élevé auprès du réservoir, admiroit la quantité d’eau qu’il voyoit affluer: tout à coup il entend des cris perçans, et en se retournant il aperçoit le docteur et son domestique entrainés par la machine que leurs premiers efforts ont pu mettre en mouvement, mais qui les maîtrise à son tour; il se précipite pour les secourir, et à l’instant la barre qui les a renversés leur échappe des mains, vient le frapper lui-même, et le lance contre un mur au pied duquel il tombe sans connoissance et baigné dans son sang. Le docteur tout froissé se relève et court à son ami qu’il croit mort, et qui reste plusieurs heures sans donner le moindre signe de vie. Enfin, à force de soins, on parvient à lui ranimer le pouls. On le transporte à la ville [Barcelona], où il arrive au milieu de la nuit; mais comme on n’a nul espoir de le rappeler à la vie, on remet au matin la visite de ses blessures. Le jour venu, en lui trouve le côté droit cruellement froissé, plusieurs côtes enfoncées, la clavicule démise et brisée. On le panse, un peu tard peut-être; rien ne lui rend la connoissance: il la recouvre enfin au bout de trois jours, et ne sent son existence que par une fièvre ardente, des douleurs de tête insupportables, et les regrets plus cuisans encore de voir passer dans l’inaction le temps le plus précieux de l’année, celui dont il se disposoit à faire un si bon usage, lui qui dans les premiers jours de son arrivée a Barcelone, ayant aperçu une comète nouvelle [C/1793 A1], s’excusoit, pour ainsi dire, d’avoir donné quelques instans à des observations pour lesquelles il n’étoit point envoyé. «Ce n’est pas ma faute,» nous disoit-il en faisant part de sa découverte à l’Academie des sciences, «je ne la cherchois pas.»

    Deus mois entiers il fut condamné à l’immobilité la plus absolue. L’impatience trop légitime que le dévoroit retarda sans doute sa guérison. Son accident étoit arrivé dans les premiers jours du printemps; aux environs du solstice [1793 Jun 21 Fri at 01:19:45] il ne pouvoit encore se servir du bras droit. Les médecins et les chirurgiens les plus habiles de Barcelone croyoient que jamais il ne pourroit en recouvrer l’usage. Six mois auparavant il avoit observé le solstice d’hiver: celui d’été devoit lui donner une connoissance plus complète de l’obliquité de l’ecliptique. Il voulut au moins ensayer ce qu’il pourroit faire avec un seul bras. Il se faisoit placer auprès du cercle: son adjoint préparoit l’observation; Méchain ne se réservoit que le soin de donner à la lunette les mouvemens qui devoient placer le bord du soleil sur le fil. Pour apprécier les efforts que lui coûtoient ces observations dans l’état de gène et de souffrance où il se trouvoit, il faut avoir fait de pareilles observations, connoître la position de l’observateur, obligé de se courber pour apercevoir l’astre à la hauteur solsticiale, et songer qu’à la latitude de Barcelone le soleil est encore de 8 degrés plus élevé que nous l’avons à Paris. Cet essai convainquit Méchain qu’il n’étoit pas en état de reprendre la mesure de la méridienne. On lui conseilla les eaux et les douches de Caldas; cependant elles ne lui rendirent pas le libre usage du bras droit. Il apprenoit à s’en passer, et ce qu’il regretoit le plus, c’étoient six mois perdus dans l’inaction. S’il parloit de son accident, il ne le considéroit que sous ce point de vue; mais il n’aimoit pas à en parler, soit qu’il le regardât comme l’effet d’une complaisance qu’il n’auroit pas dù se permettre quand tout son temps appartenoit à la mission dont il étoit chargé, soit aussi (car ce scrupule peut paroître incroyable, quoique parfaitement dans le caractère de Méchain), soit, dis-je, qu’il voulût ménager le docteur, à qui il n’en resta pas moins sincérement attaché depuis. S’il se permet dans une de ses lettres ces mots dans lesquels on pourroit voir un reproche: «Sans lui ce malheur ne fût point arrivé», il ajoute aussitôt: «mais sans sa présence je n’existerois plus.»

  • Chistes sobre Lohengrin, la primera ópera de Wagner que se representa en Barcelona; comentarios de Josep Pla sobre el wagnerianismo

    Acte primer de Lohengrin:
    Surt una barca tirada per un cisne que ‘s porta l’aygua.
    Redolí:

    Señores, veurán un’ oca
    que neda sobre la roca.

    ***

    La Pasqua está tot l’ acte primer en escena y sense cantar.
    Un espectador:
    – Fins are ‘l paper de la Pasqua jo també ‘l cantaría. Si ‘l Sr. Brugada ‘m contracta, prometo estarme á l’ escena per la meytat del preu.

    ***

    Acte segon:
    Es lo millor de l’ ópera. Lo duo de barítono y contralt causa impresiò.
    Consisteix ab una vèu d’ home y una de dona que ‘s troban á mitj camí, fan brasset y marxan al mateix pas.
    Desprès vè ‘l gran duo de tiple y contralt.
    La Pasqua ‘s rescabala; pero ¡de quína manera!… Y la Vitalí… no ‘n parlem.

    La Guisseppina Vitalí
    Canta de ca ‘l generalí.

    ***

    Pero venen los coros.
    Se componen de patjes, guerreros, nobles y senyoras de l’ aristocracia.
    Los patjes mostran las sevasa formas. Se coneix que ‘l rey era molt aficionat á las camas primas.
    Un’ altra observació.
    Desde ‘l temps de Lohengrin fins are, ‘ls sabaters, per lo tocant al calsat de senyora, no han adelantat gens.
    Las mateixas sabatas escotadas ab taló alt se portan are que llavoras.

    ***

    En quan als guerreros tots duhen una gallína dalt del casco.
    Los soldats d’ are en temps de guerra quan n’ aixarpan alguna, se la guardan dintre de la motxilla.

    ***

    Respecte als nobles y á las senyoras de l’ aristocracia, ja ‘s coneix qu’ en aquell temps no s’ usavan ni ‘ls respalls, ni la benzina, y tampoch devía haverhi quitamanchas.
    Jo crech ‘l que anava mès brut, era mès noble

    ***

    En lo tercer acte surt la cambra nupcial.
    Sembla ‘l salò de Cent de cala Ciutat.
    Al fondo hi ha un llit que s’ ha fet célebre. Es un llit pintat á la paret.
    ¡Vaya unas bromas que tenia l’ emperador de Alemania, de donar un llit aixís á uns nuvis que s’ estiman, en l’ hora mès solemne del matrimoni!

    ***

    Per fortuna ni Lohengrin ni Elsa se ‘n adonan.
    Lo primer dia del casament van convenir que passarían la nit cantant y refilan qu’ es un contento.
    – ¡Vaya uns romansos!.. vaig sentir que deya un vehí mèu. ¿Què dimoni s’ empatollan?
    Un altre l’ hi responía:
    – Are disputan sobre si ‘l quarto es humit ó no es humit, y sobre si en cas d’ agafar un dolor reumátich son millors las ayguas de Caldas ó las de la Garriga.

    ***

    Un filossoph:
    – ¡Oh! ‘Ls alemanys d’ aquell temps quan se casavan, no feyan us sino de un llit pintat á la paret. Es á dir: la major candidat de espiritualisme compatible ab lo matrimoni.
    Aixís en aquell temps se sentían diálechs per l’ istil:
    – Me sembla, noy, que avuy dormiré ab la dona.
    – ¡Me sembla noy que si no t’ pintas!..

    ***

    Prou Lohengrin, que si hagués de trasladar tots los ecos que vaig recullir y totas las impresions rebudas no acabaría may.
    Y á pesar de un aparato escénich desgalitxat y ridícul, la música entussiasma y fascina.
    Las orellas absorbeixen á la vista.