Etiqueta: Batalla de Teruel

  • Pérdidas en Teruel, misa secreta en Barcelona

    Feia més dun any que la guerra durava. Cada dia que passava les privacions eren més grans, i la fe de molts trontollava. Havíem ja vist caure i desaparèixer a tants dels nostres millors!

    Per acabar-ho d’adobar, els diaris i les ràdios d’aquells dies anaven plens de la batalla de Terol, que es desenrotllava sota uns elements completament desfavorables. El fred i les nevades més terribles s’havien ensenyorit d’aquells paratges erms, i la lluita era ferotge, apocalíptica… Els diaris parlaven de conquestes i d’avanços que a voltes resultaven imaginaris. El Mansueto, l’estació del ferrocarril, el seminari, fins es parlava ja de la plaça «del Torico», aquella plaça irregular, porticada, amb tant regust de poble, on encara unes setmanas abans d’esclatar la revolta, m’hi havia passejat per sota les seves voltes tant plenes d’encisos, enmig de la jovenalla riallera i sorollosa que sempre han estat els aragonesos.

    No ens ho crèiem… Terol resistiria, Terol no es podia perdre… I amb aquesta esperança vàrem passar aquell Nadal, trist també, perquè encara no vèiem la fi de la nostra tragèdia.

    Un consol inefable vareig tenir enmig de tanta tribulació. En la tarda d’aquell Nadal, gràcies a un de tants sacerdots a qui no s’agraïrà mai la serena valentia en complir la seva santa missió en aquells dies de dol i de misèria, vareig pogué rebre la sagrada Comunió.

  • Aurora boreal vista desde Tibidabo, confusión en el frente de Aragón

    The 1938 aurora borealis

    The «aurora borealis» is a luminescent meteor, a phenomenon that frequently happens in areas close to the North Pole and which can also be seen in rather exceptional circumstances in regions of Central Europe. So the aurora borealis that could quite clearly be seen from the Pyrenees, and even from the top of the Tibidabo hill in Barcelona, on the 25th of January 1938, was an absolutely unusual occurrence. It was in fact a unique experience. There are no known accounts of any other event of that kind at such meridional latitudes.

    Furthermore, the phenomenon took place in the midst of war, thus causing terrible confusion and shock among the soldiers who were fighting on the Aragonese front. (…)

  • Ricardo del Río: la escenificación de la victoria

    La mañana del día 26 como presagiando lo que poco después del mediodía había de producirse. Pocas personas en las calles. Gestos tristes en los que habían visto cómo sus familiares habían abandonado Barcelona para no se sabía cuánto tiempo y otros con semblante alegre, ya que ansiaban el final que se avecinaba para dar rienda suelta a su alegría.

    Un breve cañoneo a las diez de la mañana cayendo los proyectiles en la Plaza de España, altos de Montjuich y algunas calles de la barriada de Sans y más tarde se realiza el asalto al famoso monte vigía del puerto de Barcelona. Defendiéndole unos cuantos soldados de Infantería que en cuanto vieron aparecer la primeras fuerzas enemigas arrojaban sus armas. No fueron hechos prisioneros, sino que desembarazdos del arma que les habían dado en el Ejército republicano, les fue entregado un fusil del Ejército nacionalista y colocados en vanguardia. Esta operación se realizó simultáneamente en Vallvidrera y Tibidabo, deteniéndose un momento el avance para sacar a los presos que había en el famoso castillo y en la prisión establecida en lo que había sido Pueblo Español de la Exposición de Barcelona, entre los que se encontraba el Teniente Coronel Domingo Rey d’Harcourt encargado de la defensa de Teruel cuando fue tomado por la República y que todavía no había sido juzgado.

    A la una de la tarde acuerdan realizar la entrada de la ciudad catalana, y dos columnas, una que baja de Montjuich hacia la Plaza España, siguiendo la calle de Cortes a las Ramblas y otras que descendiendo del Tibidabo toma la calle de Muntaner hasta la Diagonal, siguiendo esta Avenida hasta el Paseo de Gracia. No entraron fuerzas extranjeras. Estas se quedaron en retaguardia. Soldados navarros, que habían llevado el peso de las operaciones, unidades gallegas y algunas banderas del Tercio, fueron los primeros en cruzar las calles vacías de Barcelona. Más tarde llegaron moros y los generales Yagüe y Eliseo Álvarez Arenas, y después el General Jefe del Ejército del Norte.

    No quisieron evitar la salida de Barcelona de cuantos quisieran marcharse. Si hubieran deseado lo contrario, retrasan unas horas la entrada, desciende[n] por la ladera izquierda del Tibidabo y dirigiéndose al la carretera de Granollers hubieran cortado toda salida de Barcelona. De la forma en que se llevó a cabo fue posible que numerosas personas que no habían creído, llevadas de un optimismo ignorante, en la segura y próxima caída de la capital catalana, evacuasen la ciudad. Asíe se presenciaron espectáculos dignos de relatar en los que unos a otros y mientras en rápida carrera se dirigían a la carretera de salida, se fuesen avisando con estas voces: ¡Los facciosos están esquina la calle de Aribau! ¡Ya bajan por el Paseo de Gracia! Todo esto fue presenciado por muchos de los que habían salido de Barcelona hacía 48 horas y que habían podido regresar por la razón antedicha a realizar alguna función de su empleo o a recoger a algún familiar. Se supo de este modo rápidamente hasta el menor detalle de la toma de Barcelona.

    Un detalle de la ignorancia en que se encontraron los ciudadanos de Barcelona del momento culminante de la entrada de los soldados de Franco, debido a la casi nula lucha, es que las emisoras de Barcelona seguían funcionando con el personal antiguo y cumpliendo su programa normal como si continuase el Gobierno de la República, haciéndose cargo dos horas después de estar la ciudad en su poder de las emisoras un Teniente de Transmisiones, cuando el «speaker» de Radio Barcelona continuaba su labor como si nada hubiese ocurrido.

    Pasados los primeros momentos los elementos facciosos de la ciudad hicieron aparición y se hizo salir a la gente a la calle para que se animase el espectáculo de la Conquista de Barcelona. Más tarde un discurso del General Álvarez Arenas y unas órdenes del General Dávila fueron el botón final a las primeras fases de la entrada en Barcelona. Todo este relato se ajusta en un todo a la realida, ya que de la mayor parte de lo relatado fue testigo el que esto escribe y otros detalles han sido contados por personas de absoluta seriedad que tuvieron ocasión de presenciarlos.