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  • Llega el embajador judío del califato de Córdoba en una misión de paz y comercio

    This year [328, ie 939/10/18-940/10/5] the Jewish secretary Hasdai bin Ishaq al-Israili … concluded a peace treaty with the Frank, Sunifred, son of [Wilfred], lord of Barcelona and surroundings, under what for al-Nasir li-Din Allah were satisfactory conditions. The latter sent Hasdai bin Ishaq to Barcelona to conclude the above treaty with its lord, Sunifred. It happened that the fleet, led by Ibrahim bin Abd al-Rahman al-Baggani, which had raised anchor in the harbour of Almeria at the end of Rajab [940/5/11], arrived in Barcelona on Sunday the 10th of Shawwal [940/7/19]. On arriving, Hasdai let them know that he had concluded peace with its lord, Sunifred. In this fashion they were spared war, and the fleet left the harbour of Barcelona the same day.

    Hasdai proposed to other notables [who found themselves in Barcelona] that they should submit to the suzerainty of al-Nasir li-Din Allah, and that they should conclude peace with him. Some of his kings [ie lords] accepted this, such as Hugh …, one of their leaders, who had his seat in Arles …, who had sent a delegation in his name to the capital [Barcelona], to request safe conduct, so that traders from his land who so wanted could go to al-Andalus. This was granted, and the treaty was sent to Nasr bin Ahmad, governor [alcaid] of Fraxinetum … and to the governors of the Balearics and other coastal harbours of al-Andalus. Thus was guaranteed to those from the lands of Hugh …, and those from other communities included in the peace treaty their lives and wealth, and also all contents of their ships in such fashion, that they could dispose of their trade as they saw fit. From that moment their ships arrived in al-Andalus with much profit.

    Riquilda, daughter of [Wilfred II] Borrell … and mistress of diverse Franks, followed the path of Hugh … regarding peace with al-Nasir li-Din Allah, and sent him a Jew … B.rnat al-Israili, her counsellor, with wonderful curiosities from various parts of her land. [When al-Nasir received them], he accepted them and presented her with others of even greater value, thereby honouring her envoys.

    Then, with everything resolved, the Jew Hasdai ben Ishaq left Barcelona to return to al-Nasir li-Din Allah towards the end of Dhu al-Qi’dah [940/9/6]. He was accompanied by Gotmar, envoy of Sunifred, in accordance with the conditions agreed. The first of these was that [Sunifred] would cease to provide help to any Christians whatsoever, who had not accepted the suzerainty of al-Nasir li-Din Allah, thus accepted his peace and seeking for his pleasure. In addition, he was forced to undo the relationship he had with Garcia, son of Sanchez …, lord of Pamplona, to whom Sunifred had married his daughter, a marriage that he annulled out of obedience to the Caliph.

    He also guaranteed that all neighbouring [lords] who depended on him would also participate in the peace. Al-Nasir kept his word to Sunifred and ordered the coastal governors and the commanders [alcaids] of the fleet to steer clear of his lands and to leave the people of his land in peace. Al-Nasir respected the treaties with Sunifred and maintained peace with him, with Sunifred … and with the sons of both for two whole years, and he bore solemn testament to this in his court on Wednesday the 12th of Dhu al-Hijjah [940/9/18].

  • La Jamancia: fracaso de la insurrección, el Gobierno espera que Barcelona se rinda

    La insurrección catalana sigue en decadencia lo mismo que cuando escribíamos nuestra última crónica: gran lección deben recibir en ello los revolucionarios, Barcelona bloqueada por las tropas leales, la patulea encerrada en la ciudad recibiendo los fuegos de Monjuich y la ciudadela: Atmeller sitiado en Gerona y á punto de rendirse al general Prim; Martell derrotado en Aragón, después de haber sido hostilizado por los pueblos donde intentaba penetrar: los rebeldes de Zaragoza bloqueados también dentro de sus muros, caidos de ánimo y escasos de medios de defensa: los revoltosos de Almería y de Granada sometidos aquellos por el temor, estos por la fuerza de las armas, y la rebelión de otras muchas ciudades ó impedidas á tiempo ó sofocadas y castigadas en el momento de estallar; tal es el estado que tiene hoy el levantamiento centralista. El cuadro de esta situación es pues algo mas halagüeño que lo fue en un principio; pero está muy lejos de ser satisfactorio. Cierto es que las fuerzas que proclaman en Cataluña á la junta central son inferiores en número y en recursos á las que defienden la causa del Gobierno; y la prueba es que siempre que han venido á las manos han salido vencedoras las últimas. Díganlo los campos de Besos y los pueblos de San Andrés, de Sabadell, de Mataró: díganlo las fortalezas de Gerona y de la ciudadela, díganlo en un las innumerables partidas sueltas de patulea que han sido desarmadas y presas por los somatenes del pais. La acción de Mataró fue empeñada, sangrienta: unos y otros pelearon con valor, con furia; los rebeldes emplearon en ella todo su esfuerzo; pero las tropas leales llevaron al cabo la mejor parte, no sin haber sufrido considerable pérdida. Acosado Atmeller por sus paisanos y burlado en sus esperanzas de sublevar el pais se encerró en Gerona donde los rebeldes comenzaban á desconfiar de su triumfo: Prim le cerca; asalta los fuertes que defendían la plaza, y le obliga á pedir un armisticia que él concede generoso, y cuyo resultado será necesariamente la rendición de la ciudad. Impacientes los rebeldes de Barcelona asaltan la ciudadela, aprovechando un momento en que suponían descuidada su defensa; pero ni uno tan solo logró subir á sus murallas, siendo rechazados todos, con un vivísimo fuego que dejó los fosos sembrados de cadáveres. ¿Qué mayor desengaño, apetecen los ilusos?

    El Gobierno se propone acabar con la insurrección economizando cuanto pueda la sangre de los insurrectos: para ello ha marchado una parte de las tropas al mando del bizarro general Prim sobre las fuerzas rebeldes que recorren la provincia con la esperanza de que las de Barcelona se rindan á discreción cuando dejen de aguardar extraños auxilios. Bloqueada entre tanto esta plaza ó incomodados sus detentadores por el fuego continuo que hacen sobre sus fuertes las baterías enemigas vánse agotando sus medios de defensa sin que les sea fácil reponerlos. Y como las partidas rebeldes no pueden medrar ni aun conservarse en las provincias que recorren por la activa persecución que sufren y la resistencia que hallan en los vecinos de los pueblos, y ni Gerona ni Zaragoza pueden aguantar largo tiempo el asedio, solamente ocurriendo nuevas insurrecciones ó defecciones de tropas podría prolongarse la ocupación de Barcelona por los rebeldes.

    Este plan es el mas humano, el mas generoso que podía imaginarse: distínguese mas por su lenidad que por su conveniencia. Nosotros nos congratulamos por ello, enemigos como somos del rigor innecesario contra los criminales políticos. Pero la prensa revolucionaria ha clamado contra él á grito herido y porque los sitiadores de Barcelona no consienten á los rebeldes levantar fortificaciones contra ellos, porque les destruyen las que edifican y los incomodan con sus fuegos, acusan al Gobierno de bombardear ciudades y de inconsecuentes á los que hoy le defienden y censuraron en otra ocasión los bombardeos mandados por Espartero. Este cargo merece respuesta , no tanto para convencer á sus autores, cuanto para que no pase como incontestado un hecho inexacto, y para esclarecer un punto digno de dilucidarse. Barcelona no ha sido bombardeada: tan atroces medios de gobierno no son propios de generales valientes y leales. Es cierto que las baterías de Monjuich y de la ciudadela dirigen sus fuegos contra los fuertes de los enemigos atacándolos con balas y granadas; pero entre esto y bombardear una ciudad hay mucha diferencia. Compárense sino los resultados del que los ayacuchos llaman ahora bombardeo, y dura por espacio de muchos dias, con el que se hizo por su orden en la misma plaza en noviembre último, y duró apenas doce horas: compárese con el que Van-Halen dispuso contra Sevilla por mandado de Espartero. Dos ó tres edificios solamente han padecido ahora según las exageradas relaciones de los diarios anarquistas, y en los dos bombardeos á que nos referimos mas de cuatrocientas casas quedaron enteramente arrasadas. Bombardear una plaza es obligarla á la sumisión destruyéndola: bloquearla y atacarla como lo hacen los sitiadores de Barcelona es privar á sus detentadores de los medios de conservarla, y forzarlos á abandonar su defensa: lo primeso es un acto de barbarie, lo segundo un acto de justicia: en el primer caso se castiga á una población pacífica por el delito de unos pocos rebeldes: en el segundo solo los criminales sufren las consecuencias de su delito. Nosotros reprobamos el bombardeo sobre todj cuando hay otros medios igualmente seguros de llenar su objeto; pero de aquí no se sigue que debemos santificar todas las insurrecciones tjue logran guarecerse detrás de unas murallas. Salgan en buen hora al campo raso los rebeldes que tienen en tanta estima á la capital del principado, ó cesen de hostilizar á las tropas de la ciudadela y de levantar obras de defensa contra ellas, y verán entonces como no corre la ciudad el menor riesgo ni en sus habitantes ni en sus edificios : verán entonces como llegado el «lia del ataque se rinden á discreción sin que recaiga su culpa sobre los inocentes. Barcelona recibe mas daño de los que se llaman sus defensores que de los leales que la-cercan: no es del Gobierno ni de las tropas de quienes puede temer su ruina, y debiera guardarse, sino de los furiosos que se llaman sus hijos, y amenazan públicamente con entregarla á las llamas antes que abrir sus puertas á los defensores de la Constitución y de la Reina. Léase sino el Constitucional de Barcelona, y se verá la manera que tienen los revolucionarios de entender el patriotismo.